Chapter Five
El tiempo pasaba
demasiado rápido para InSeong a veces. Tan solo hacía un par de meses que su
madre le había presentado al señor Park y a su hijo en una cena a traición en
la que le había contado que se iba a volver a casar y que los nuevos “miembros
de la familia” se iban a vivir a su piso, pero en aquellos momentos se
encontraba en el convite de la dicha boda, tratando todavía de asimilar que su
vida definitivamente había cambiado por completo, sin llegar a hacerlo porque
el chico se agarraba a un clavo ardiendo antes de admitir que todo lo que él
conocía y todo a lo que se había acostumbrado se iba por la borda. Ya no solo
eran su madre y él, como lo habían sido todos aquellos años desde la muerte de
su padre y ya no eran solo él y Mina, como siempre lo habían sido. Por no
contar con que el nuevo inquilino de su habitación y su cama, cada día que
estaba con él era un poco más pegajoso que el anterior, como si el frío que
empezaba a hacer le estuviera afectando y quisiera estar lo más cerca de una
fuente de calor humana de lo que debería, algo que a InSeong lo ponía un poco
de los nervios porque tenían calefacción en el piso y SeungJun no necesitaba
estar pegado a él y, por si todo aquello fuera poco, el chico a veces tenía
momentos aleatorios en los que su cerebro pensaba que realmente aquello no
estaba tan mal y que SeungJun podía pegarse a él cuánto quisiera.
Demasiados
cambios en demasiado poco tiempo. Demasiados cambios para InSeong, que siempre
había estado acostumbrado a que la dinámica de su vida no hubiera cambiado ni
un ápice en los últimos diez años.
El chico no pudo
evitar suspirar en una de las mesas más apartadas del lugar, observando a lo
lejos cómo su madre sonreía cálidamente a todos los invitados y cómo aquella
sonrisa se transformaba en una mucho más encantadora cuando observaba al señor
Park, lo que evidenciaba lo ilusionada y enamorada que estaba de aquel hombre.
InSeong se sentía un poco mal por tener los pensamientos de que nada debía de
haber cambiado porque su madre era realmente feliz en aquellos momentos y no se
comportaba así desde que su padre había muerto, así que, él se debía de sentir
feliz por ella y no tenía que estar recriminándole a la mujer más importante de
su vida que hubiera hecho algo que por una vez le reportaba felicidad. Pero no
podía evitar aquellos pensamientos, de la misma forma que no podía evitar estar
resentido con ella, con el señor Park, con SeungJun, con Mina y con él mismo.
Pero el chico
estaba harto de pensar, pero eso, en aquel momento, lo único que quería era
dejar de hacerlo por un buen rato, así que, aprovechó que todo el mundo estaba
demasiado ocupado y lejos de prestarle atención para coger algunas de las
botellas de soju que había por las mesas y salir fuera de la sala del convite
para que nadie lo viera bebiendo cuando todavía no tenía edad para ello. Sin
embargo, nada más salir por la puerta de la sala, se encontró de frente con
SeungJun, quien lo primero que vio fue las botellas verdes en sus manos.
—Se supone que
no tenemos edad para beber todavía —murmuró SeungJun, dejando confuso a InSeong
porque había usado el plural—, pero prometo no decir absolutamente nada si
compartes conmigo alguna de las botellas.
InSeong observó
a SeungJun de arriba abajo. Se había colocado un traje parecido al que él mismo
llevaba, aunque no lo había hecho con tanto empeño como él por haberse vestido
rápido seguramente. Sus vacaciones se habían acabado hacía unos días y desde
entonces InSeong lo había visto una vez, ya ni siquiera pasaba por casa para
dormir, se pasaba el resto del tiempo en la empresa ensayando porque su grupo
iba a sacar un nuevo single dentro de poco. El chico suponía que se había ido
de las prácticas para la boda directamente —aunque no había llegado siquiera
para la ceremonia— y no habría tenido mucho tiempo para arreglarse seguramente.
Seguramente estaba tan cansado o más que él y el alcohol lo necesitara
bastante, así que, InSeong asintió.
—Trato hecho —le
dijo—, pero déjame que te arregle un poco, te presentas a los recién casados y
después me buscas en el parque que hay justo detrás del edificio.
—No he tenido
mucho tiempo para arreglarme —comentó SeungJun mientras InSeong dejaba las
botellas en el suelo para poder usar sus manos—. Me he vestido en la parte de
atrás del coche mientras mi mánager me traía aquí.
InSeong se
compadeció un poco del chico porque en aquellos momentos tenía una vida
demasiado ajetreada y seguro no había sido nada fácil para él poder escaparse
para poder asistir a la boda de su padre. Por eso, el chico se acercó a
SeungJun y le colocó bien la chaqueta del traje, para después arreglarle el
nudo de la corbata, que lo tenía hecho un desastre. Una vez acabó le dedicó una
sonrisa y le volvió a decir que lo esperaba en el parque para beber.
Después de eso,
InSeong recogió las botellas de soju del suelo y observó durante unos momentos
cómo el otro se metía en la sala del convite y se dirigía hacia el lugar en el
que estaban los recién casados, pero no se quedó mucho tiempo haciéndolo,
preocupado por si alguien lo veía con el alcohol en las manos, así que, salió
del edificio y fue hacia el parque que le había comentado a SeungJun. Ya era de
noche y aquel parque tenía algunos lugares bastante recónditos, por lo que
probablemente no tendrían muchos problemas y no los pillarían bebiendo. El
chico buscó algún lugar en el que pudieran beber tranquilos y, en cuanto lo
encontró, dejó allí las botellas escondidas y se fue a un lugar un poco más
visible para que SeungJun lo encontrara cuando saliera del edificio. No tuvo
que esperar mucho tiempo para que aquello sucediera y SeungJun se presentara
ante él, así que, lo guio sin mucha demora hasta el lugar en el que había
dejado las botellas y ambos se sentaron en la hierba, al resguardo de un árbol
y de varios arbustos que los rodeaban y que no dejaban ver nada desde el
exterior.
—¿Por qué
brindamos? —le preguntó SeungJun cuando cada uno tenía ya una botella en las
manos—. ¿Por la nueva familia? ¿Por nuestras nuevas vidas?
—Brindemos mejor
por algo más alegre —replicó InSeong, de forma un poco amarga—. Brindemos por
nuestra juventud.
SeungJun le
sonrió y ambos chocaron las botellas de cristal verdoso antes de beber de
ellas. InSeong sintió el fuego bajando por su garganta al primer trago y tuvo
que toser para tratar de calmar el ardor, aunque no pudo hacerlo; sin embargo,
aquel ardor hizo que dejara de pensar por aquellos pocos instantes, así que,
motivado por eso, el chico le dio oro trago y el fuego en su garganta fue algo menor,
soportable. InSeong estaba seguro de que podría seguir bebiendo toda la noche y
aquel ardor no se iría, pero probablemente se mitigaría a medida que bebiera
más y más.
No obstante,
después de la primera botella, el chico sentía su cabeza un poco en las nubes,
así que, decidió que era el momento de dejar de beber, ya que, de todas formas,
en ese estado, su mente no pensaría en nada. En el mismo momento en el que dejó
de beber, sintió un peso en su hombro que, en los últimos tiempos ya se había
acostumbrado a notar y que ya sabía identificar perfectamente.
—¿Cansado? —le
preguntó a SeungJun.
—Mucho —respondió
el otro, aunque su voz fue apenas un susurro.
—¿No duermes?
—Apenas.
—La vida del
idol es más dura de la que la mayoría de las personas imaginan —murmuró,
diciendo algo que llevaba pensando un poco de tiempo.
—La vida del
idol es una mierda —le replicó SeungJun—. No le deseo a las personas esta vida.
—Pues viendo el
éxito que está teniendo KNK y ASTRO hay muchos chicos en mi clase que quieren
ser idols ahora —dijo InSeong—. El otro día uno de mis amigos me dijo que
quería hacerse idol para así poder conquistar el corazón de Mina… yo le
respondí que, aunque consiguiera ser idol, nunca podría conquistarla porque
está demasiado obsesionada contigo.
Nada más decir
aquello, InSeong se tapó la mano con la boca porque se suponía que no debía
decir nada malo de Mina delante de SeungJun, menos decir que estaba obsesionada
con él porque eso haría que el chico de sus sueños no quisiera volver a
acercarse a ella, pero con el alcohol recorriendo sus venas, se había olvidado
de pensar antes de hablar y había soltado todo aquello. Pero, después de que
hubieran pasado dos semanas desde que Mina le hubiera dicho “te odio” y no le
hubiera vuelto a dirigir siquiera una mirada, InSeong pensó que ya daba
realmente igual lo que dijera de ella delante de SeungJun.
El chico, no
obstante, tenía la esperanza de que en algún momento toda aquella situación
podría arreglarse, pero sabiendo lo testaruda que era Mina, tenía que dejarlo
correr, tenía que dejar que se enfriara un poco, y después volvería a intentar
reconciliarse con su amiga.
—Pues dile a tu
amigo que realmente la vida de idol no tiene nada que envidiar y que, si quiere
conseguir chicas, tampoco es el mejor método porque las empresas son bastante
estrictas con todo —respondió SeungJun, sin mencionar nada de lo de Mina—. Yo
siempre quise dedicarme a la música y pensé que lo tenía todo hecho cuando me
reclutaron y me dijeron que me podrían convertir en una estrella como los
Backstreet Boys, pero la fama no es algo fácil.
InSeong se quedó
callado en esos momentos, escuchando atentamente cómo SeungJun continuaba
hablando de lo horrible que era la vida del idol, lo mucho que tenía que
entrenar y ensayar, las horas y horas que tenía que trabajar, la agenda
interminable yendo de un lado para otro sin descanso, el escaso espacio que
tenía en el apartamento en el que vivían todos juntos porque todos dormían en
la misma habitación, las fans locas que se colaban en su casa o en la agencia,
que los seguían a todas partes y que no respetaban absolutamente nada o cómo ni
siquiera le habían dejado el día libre por completo para poder asistir a la
boda de su padre. SeungJun dijo un montón de cosas en aquellos momentos, como
si hubiera tenido todas aquellas palabras atascadas en la garganta por mucho
tiempo y solo les daba forma en ese instante por primera vez e InSeong sintió
un pinchazo en su corazón mientras lo escuchaba.
Siempre había
pensado que debía de tenerlo todo porque era famoso, que debía de ser feliz por
estar haciendo lo que le gustaba y que tenía que estar encantadísimo con la
vida que llevaba, pero poco a poco, InSeong se había comenzado a dar cuenta en
los últimos tiempos que no parecía ser así; sin embargo, no se había dado
cuenta de cuál era el alcance del descontento que sentía SeungJun con su vida
hasta aquel momento.
Quiso decir
algo, quiso consolarlo un poco, pero no supo qué decir. Nunca se le habían dado
bien las palabras, nunca se le había dado bien hacer algo más que pensar y
pensar y pensar —o soltar comentaros sarcásticos a sus amigos— por lo que no
sabía qué palabras podían ayudar al otro a sentirse alfo mejor, así que,
InSeong solo pudo echarle el brazo por los hombros para atraerlo un poco hacia
él y acariciarle el brazo tratando de consolarlo de aquella forma, pero no le
pareció suficiente, así que, sin pensarlo mucho, unas palabras salieron de su
boca.
—Si necesitas
cualquier cosa, estoy aquí —murmuró—. Igual no puedo hacer mucho, pero puedo
estar para escucharte o para pegarle a alguien o lo que sea.
—Gracias.
Después de
aquella conversación, más bien, de aquel pequeño monólogo de SeungJun, no
pudieron decir mucho más porque el beeper de SeungJun sonó, lo que le indicó
que su mánager lo estaba buscando para volver a irse a ensayar, así que, ambos
se levantaron del suelo ayudándose mutuamente porque su equilibrio no era
demasiado bueno en aquellos momentos y después volvieron al lugar del convite,
donde SeungJun se despidió de su padre para volver a irse con su mánager a
ensayar a la empresa. InSeong no pudo evitar fijarse en él mientras se iba,
arrastrando los pies y cabizbajo, demasiado cansado como para seguir adelante,
pero aun así dejándose arrastrar hasta el lugar que le había definido como el
infierno.
InSeong tampoco
pudo evitar que en su mente se colara un pensamiento extraño que jamás había
tenido con nadie antes que no fuera su madre o Mina. El pensamiento, el
sentimiento de querer abrazar a SeungJun muy fuerte hasta hacer que todos sus
problemas desaparecieran. Un pensamiento que el chico rápidamente ahogó
comiendo lo primero que encontró por el lugar, sin cuestionarse demasiado el
por qué había surgido aquello en su mente.
El resto del
tiempo que duró el convite, InSeong se lo pasó tratando de evitar a sus
parientes, a su madre y a Mina, de la misma forma que lo había estado haciendo
antes de que llegara SeungJun. No se sentía nada a gusto en aquel lugar y
cuanto antes terminara, mejor. Eso era lo que había pensado, pero cuando acabó
todo, no fue mejor para nada, porque su madre y el señor Park se iban a pasar
la noche de bodas a un hotel y a él lo tenían que llevar de vuelta a casa sus
vecinos, con lo cual, se tenía que pasar el trayecto sentado junto a Mina.
Mina, que seguía sin querer dirigirle la palabra, aunque InSeong había tratado
alguna que otra vez arreglar las cosas.
Durante todo el
trayecto, los señores Kang trataron de hacer que éste fuera un poco más
agradable, hablando de miles de cosas y dejando de lado deliberadamente los
temas “boda” y “pelea” porque sabían a la perfección que eran unos temas muy
sensibles que no podían tocar con ellos. InSeong lo agradeció infinitamente,
pero no habló mucho con ellos porque no se sentía con las ganas de hacerlo
realmente. Estaba más borracho de lo que jamás querría admitir ante nadie y no
quería que se le notara; además, por alguna extraña razón, no podía dejar de
pensar en SeungJun y en lo que habían estado hablando el rato que estuvieron
alejados de la humanidad, siendo solo ellos dos, escondiéndose del resto.
Al llegar a casa
se internó en el piso tras despedirse de la familia Kang en el descansillo y
agradecerles que lo hubieran llevado de vuelta a casa y después se desvistió
con furia antes de dejarse caer sobre la cama, completamente agotado después
del horrible día que había llevado. Pero por alguna diabólica razón, la mente
de InSeong funcionaba a toda pastilla a pesar de todo su cansancio y de que
quería dormir, funcionaba a más velocidad de la que nunca antes lo había hecho
y no dejaba de pensar en Park SeungJun.
—A este paso me obsesionaré
más con Park SeongJun que Mina.
Aquello fue lo
que comentó en la silenciosa habitación, haciendo que su voz reverberara entre
aquellas cuatro paredes, pensando que, ojalá no fuera así porque no quería
estar obsesionado con él y, a la vez, pensando que echaba de menos el cuerpo
del otro chico pegado al suyo por completo, abrazándolo fuertemente contra su
pecho.
Cuando a la
mañana siguiente su madre lo llamó para ponerle en conocimiento que se pasarían
por el piso a alguna hora de aquel día para recoger sus maletas para irse de
luna de miel, el chico no estaba en las mejores condiciones posibles, pero aún
así atendió a todas las instrucciones que su madre le dio y después volvió a la
cama para seguir durmiendo, aprovechando que era domingo y podía permitírselo.
Ni siquiera se enteró de cuando su madre y el señor Park llegaron al piso para
recoger las cosas y se volvieron a ir porque InSeong se pasó todo el día
durmiendo, soñando con muchas cosas que después no era capaz de recordar, pero
teniendo la sensación de que en muchos de sus sueños habían aparecido Mina y
Park SeungJun.
Levantarse el
lunes por la mañana para ir al instituto fue una verdadera tortura para él
porque tuvo que madrugar para hacerse el desayuno y el almuerzo y, aunque no
hizo cosas muy elaboradas, el chico no se sentía con demasiados ánimos de
meterse en la cocina —a pesar de que había aprendido a cocinar algunas cosas
porque su madre en las vacaciones siempre lo hacía aprender algo nuevo—.
Después se preparó para ir al instituto, colocándose el uniforme y preparando
los libros que tenía que llevarse, echando de menos encontrarse con alguien en
aquella casa que estaba totalmente en silencio, incluso echando de menos que
estuviera SeungJun en el sofá viendo la tele o desayunando con él como había
pasado en los últimos tiempos, pero el chico dejó atrás aquellos pensamientos y
simplemente se dirigió al instituto. Tendría un par de semanas muy largas en
soledad y no podía deprimirse el primer día porque sino aquello se le haría un
infierno.
—¿Qué tal la boda? —fue lo primero que le
preguntó SeokWoo en cuanto llegó a clase. InSeong le puso mala cara. Ni
siquiera sabía por qué seguía siendo amigo de aquel idiota.
—Hombre, no le
preguntes eso —lo regañó YoungBin, dándole un tortazo en el brazo del que el
otro se quejó—. No queremos deprimirlo a primera hora.
—No se pueden
tocar los temas “boda”, “Mina” o “Park SeungJun” —comentó JaeYoon, enumerando
con sus dedos las cosas de las que no se podía hablar.
—Muchas gracias,
tío —respondió InSeong—. Tú sí que eres un amigo de verdad.
SeokWoo comenzó
a refunfuñar porque “no podía decir nada” y YoungBin le respondió que “cada vez
que hablaba subía el pan por eso no podía hacerlo” y ambos se enzarzaron en una
mini trifulca a la que se apuntó SangHyuk porque siempre que había una
discusión él tenía que meter baza e InSeong se abstrajo de aquella realidad y
se metió en la suya propia, en sus propios pensamientos, dándole vueltas a si
debía de contarles a sus amigos o no lo que SeungJun le había contado cuando
habían estado bebiendo juntos o si debía omitir tanto aquella conversación como
el tema de la bebida porque se suponía que todavía no tenían la edad suficiente
para poder hacerlo. Decidió no hacerlo y prefirió que aquel día hablaran de
cualquier otra cosa, que él no fuera el protagonista de todas sus
conversaciones —o al menos de la mayoría de ellas, como había pasado en los
últimos tiempos—.
Por eso,
prefirió que aquel día fueran otros los protagonistas, para distraerse de todo
lo que estaba sucediendo en su vida y para poder saber algo más de las cosas
que últimamente les habían pasado al resto de sus amigos. Y aquel día, InSeong
se enteró por fin del motivo por el cual SeokWoo estaba completamente pillado
por Mina, algo que llevaba varios meses corroyéndolo por dentro. Aunque se
suponía que no iban a hablar de la chica para no hacer que él pensara en ella y
en cómo su amistad de años se había ido a la mierda recientemente, a InSeong no
le importó en absoluto escuchar la historia que el otro tenía que contar sobre
cómo ésta le había robado el corazón.
InSeong no se
había esperado por nada del mundo que hubiera pasado cuando iba de camino a su
casa el verano anterior, ni tenía conocimiento de que se hubiera encontrado con
la chica ni que se hubieran quedado encerrados juntos en el ascensor durante
una media hora porque la luz se había ido y los había dejado colgados. Ni
SeokWoo ni Mina le habían hablado de aquel tema y, por una parte se sintió un
poco decepcionado porque sus amigos no habían sido capaces de contarle algo tan
importante como aquello, pero después de escuchar toda la historia de parte del
chico, InSeong quiso haber seguido en la ignorancia.
—Nos asustamos
mucho los dos estando encerrados —fue lo que comentó el chico—, así que nos
pasamos el rato abrazados y, antes de salir ya me había enamorado de ella, así
que le pedí que saliera conmigo.
—Espera —lo
cortó en ese momento InSeong—. Creo que sé cuál es la respuesta que te dio —el
chico se aclaró la voz para poder imitar el tono de Mina—. “¿Quién te crees que
eres? Ni aunque fueras un imitador de Park SeungJun saldría contigo”.
Un coro de risas
se extendió entre sus amigos porque la imitación le había quedado de lujo y
porque eso había hecho que SeokWoo se molestara. InSeong esperaba que después
de unos momentos se uniera al coro de risas, como siempre sucedía al final,
pero en aquella ocasión no lo hizo y solo se lo quedó mirando fijamente.
—¿Qué sucede? —le
acabó preguntado.
—En realidad me
respondió otra cosa… pero no estoy seguro de si debería contártelo o no… —murmuró
SeokWoo, haciendo que InSeong frunciera el ceño, sumamente confuso.
—Cuéntalo, por
favor, ahora no me dejes con la curiosidad —replicó InSeong.
—Mina me dijo
que… no podía salir conmigo porque… estaba enamorada de ti —fue lo que acabó
diciendo su amigo. A InSeong se le cayó el alma a los pies.
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