Título: Fly to the Sky
Autora: Riz Aino
Pareja:
JunChan (Jun + Chan) y mención a WowKwan (WOW + ByeongKwan) (A.C.E)
Calificación:
PG–13
Géneros:
AU, romance, fluff, drama, humor, smut
Número de palabras: 5.115 palabras
Resumen: dentro
de la compañía hay un piloto que hace que todos los empleados de ésta no puedan
evitar babear por él… YooChan incluido…
Advertencias:
mención a relaciones sexuales, que al principio iban a ser explícitas, pero al
final pensé que quedaría mucho mejor que fuera algo más sutil.
Notas: básicamente
esto nació de cuando vi las fotos de los perfiles de The Unit, que me
inspiraron para hacer la portada y el fic.
Comentario de autora:
el doc con el resumen del fanfic estuvo meses dando vueltas por mi ordenador
hasta que un día decidí que tenía que hacerlo en ese instante y lo hice sin
darle más vueltas. Espero que os guste mi primera —pero no la última, tengo muchas pensadas—
historia larga de A.C.E.
—¿Quieres una tilita? ¿Una valeriana? —ofreció DongHun, dispuesto a
levantarse de la mesa de la cafetería del aeropuerto en la que estaban sentados
para pedirle algo—. Así acabas con esos nervios que tienes.
—Sí,
claro, lo que me hacía falta —replicó YooChan, resoplando—. Si me tomo algo de
eso me quedaré dormido en el viaje y no puedo quedarme dormido ni de coña.
—Pues
entonces no sé qué decirte —comentó el mayor, tomando un sorbo del café que
tenía en las manos antes de que se le enfriara—. Tampoco puede ser para tanto,
además, ni siquiera eres el piloto para este viaje, simplemente el copiloto.
—Como si la labor de un copiloto no fuera importante —se quejó el chico—.
Soy casi más importante que el piloto.
—Anda
ya, no exageres —replicó DongHun.
—Yo creo
que está mucho más nervioso porque va a estar solo en la cabina con míster
sonrisas —dijo ByeongKwan. Aquella era la primera vez que hablaba en todo aquel
rato, porque para él había sido mucho más importante estar dándole cariñitos a
su novio antes que atender a los lloros de YooChan, pero había sido de lo más
certero con su comentario, aunque el chico jamás lo admitiría—. Es normal,
después de lo que pasó en la fiesta de Navidad, yo también estaría nervioso por
tener que mirarlo a la cara y más estar durante cuatro horas y media encerrado
en la cabina con él.
DongHun se atragantó con el café y
SehYoon le dio unas palmaditas en la espalda mientras se reía por el comentario
de ByeongKwan, YooChan, mientras, solo podía sentir cómo el color rojo teñía
sus mejillas y la punta de sus orejas sin que él pudiera evitarlo de ninguna
forma. La fiesta de Navidad. Había tratado de olvidarla durante aquellos
últimos meses y había tratado de evitar lo más posible a JunHee —más conocido como míster sonrisas en su grupo de amigos—
después del ridículo que había hecho esa noche… y casi lo había conseguido, al
menos hasta ese día, porque ese día iba a tener que compartir el vuelo a
Tailandia con él a pesar de que el chico lo había tratado todo para que no le tocara
junto a el otro, tal y como había hecho en otros vuelos. Y YooChan estaba
nervioso porque aquel era su primer vuelo transoceánico, pero estaba casi más
nervioso porque no iba a poder evitar a JunHee durante cuatro horas y media, ya
que iban a estar ellos dos solos en un lugar pequeño y cerrado.
—El
trabajo de copiloto también es muy importante —dijo YooChan, tratando de evitar
hablar del otro tema, porque le convenía a sus nervios que no hablaran de él—,
pero no me sorprende que azafatos como vosotros no entendáis lo importante que
es —el chico le dio un sorbo al vaso de agua porque solo de pensar en que iba a
estar solo con JunHee hacía que se le secara la garganta.
—Auxiliares
de vuelo —corrigió SehYoon—. Lo de azafato está muy pasado de moda, YooChan,
tienes que ponerte las pilas con las palabras que puedes usar y las que no.
—No
tiene tiempo de prestarle atención a ese tipo de cosas —murmuró ByeongKwan—.
Nuestro pequeño solo tiene ojos para cierto piloto guapo que sonríe como si
estuviera haciendo un anuncio de dentífrico, tratando de conquistar a todo el
mundo con el brillo nuclear de sus dientes… piloto que viene por ahí, por
cierto.
ByeongKwan
alzó su mano para saludar a alguien tras YooChan y éste se giró rápidamente
para darse cuenta de que su amigo no mentía y que JunHee iba hacia ellos con
una sonrisa que en otra época habría hecho que cayeran imperios uno detrás de
otro. Rápidamente, el chico se levantó de la mesa, dando una pobre excusa sobre
que tenía que ir al baño y, antes de que el piloto llegara hasta ellos, salió
corriendo para no tener que cruzarse con él tan pronto, porque todavía no había
acabado de mentalizarse del hecho de volar de nuevo con él después del
incidente de navidades. YooChan no podía encontrarse con JunHee en esos
momentos porque si no explotaría de los nervios y de la angustia y necesitaría
un lugar donde esconderse y lo más a mano habría sido meterse debajo de la
mesa, pero con eso habría hecho aún más ridículo del que ya había hecho en la
fiesta de empresa de Navidad.
El incidente de navidades.
YooChan suspiró al rememorarlo mientras se metía en el baño para hombres del
aeropuerto porque todavía sentía una profunda vergüenza por lo que había hecho
aquella noche, pero aparte de vergüenza sentía que había sido la persona más
estúpida de todo el milenio y ni siquiera llevaban dos décadas de éste, pero a
Kang YooChan le podían dar el premio a “estúpido del milenio” ya, estaba seguro
de que no habría nadie por venir que le robara aquel título. ¿Qué era lo que
había pasado en aquella fiesta para que el chico se sintiera de aquella forma?
Pues el momento más vergonzoso de toda su existencia. YooChan se había
emborrachado porque sus amigos todos habían tenido mejores cosas que hacer que
quedarse en la barra libre con él —como bailar con diversas personas (DongHun)
o comerse la boca en cualquier rincón oscuro del local (SehYoon y ByeongKwan)—
y cuando estaba como una cuba, había decidido que lo mejor que podía hacer era
buscar a JunHee y darle el morreo de su vida delante de todos antes de caerse
redondo en el suelo. YooChan agradecía inmensamente haberse quedado
inconsciente justo después porque así no había tenido que bregar con las
consecuencias de sus actos en el momento, pero odiaba aquella cabeza suya que
recordaba absolutamente todo lo que hacía a pesar de estar al borde del coma
etílico.
Desde aquel momento,
YooChan había evitado a JunHee para no tener que afrontar las consecuencias de
sus actos y todo había salido de lujo… al menos hasta aquel día.
YooChan volvió a suspirar
profundamente, llamando la atención de un señor que pasaba por detrás de donde
él se encontraba, en el lavabo, un señor que le puso mala cara como si hubiera
hecho algo malo suspirando. El chico simplemente le puso los ojos en blanco a
través del espejo y después se echó un poco de agua fría en la cara para
aclararse las ideas. Ya no podía huir, tenía que afrontar lo que le viniera y
aguantar las cuatro horas y media en la cabina con JunHee sin morirse ni nada
por el estilo —porque si se moría seguro que eso les hacía un gran favor a sus
amigos y YooChan jamás les haría un favor a aquella panda de inútiles—, así
que, cuando el chico salió del baño, lo hizo con la resolución de que iba a
tirar pa’lante como los de Alicante.
YooChan había decidido ser valiente,
por lo que cuando se subió al avión junto a sus amigos, el chico lo hizo con
paso firme y con la mirada a sus pies para no tropezar subiendo las escaleras,
porque eso habría sido una gran desgracia para él. Cuando llegaron arriba,
algunos de los miembros de la tripulación ya se encontraban allí y la puerta
que separaba la cabina del resto del avión estaba abierta, por lo que JunHee
tenía que haber llegado al lugar. El corazón de YooChan comenzó a latir
rápidamente dentro de su pecho, como si quisiera salir de la prisión en la que
éste lo mantenía, pero el chico trató de calmarse, inspirando y expirando
profundamente, tal y como le había enseñado JunYoung, quien era su compañero de
vuelos generalmente, que hiciera cuando estuviera especialmente nervioso, como
en aquellos instantes. Mirando la puerta de la cabina y respirando de aquella
forma estuvo un par de minutos, hasta que sintió la mano de alguien en su
hombro y se giró para ver cómo DongHun le dedicaba una sonrisa tranquilizadora.
—Tú puedes —le dijo, animándole de forma seria por primera vez en todo
aquel tiempo que YooChan llevaba quejándose de las desgracias de su vida—, y si
ves que hay algún momento en el que no puedes con algo, sal fuera a que te dé
el aire fresco con nosotros.
—No hay aire fresco en un avión —replicó SehYoon, pasando por su lado.
—Bueno, pero tú me has entendido, ¿no? —cuestionó DongHun. YooChan asintió,
sintiéndose un poquito más relajado sabiendo que podría tener una ruta de
escape si en algún momento sentía que no podía más—. Entonces, suerte.
—No te dejes deslumbrar por míster sonrisas —murmuró ByeongKwan, teniendo
la decencia al menos de decirlo en bajito para que el resto de la tripulación
no se enterara del tema.
—Gracias, chicos —respondió él.
YooChan inspiró hondo un par de
veces y después se dirigió hacia la cabina, arrastrando su pequeña maleta por
el suelo del avión hasta llegar a la puerta de ésta y la atravesó sin dedicarle
ni un solo momento más a pensar. Lo que pasara tendría que pasar, no podía
dejar que aquello lo sobrepasara o sino no sería profesional y YooChan se había
jactado en el tiempo que llevaba como piloto de aquella aerolínea de ser de lo
más profesional. Sin embargo, cuando entró a la cabina y JunHee lo recibió con
una de aquellas sonrisas que hacían que le recorrieran por todo el cuerpo
escalofríos, las rodillas se le volvieran de gelatina, su corazón se agitara
dentro de su pecho y las puntas de sus orejas se tiñeran del rojo más oscuro de
los rojos; YooChan quiso volver por donde había venido, huir lejos, a la otra
punta del mundo, mandar su profesionalismo a la mierda y vivir como un ermitaño
en la cima de un monte alejado de la humanidad.
—Buenos días, YooChan —lo saludó el otro—. Llevamos tiempo sin coincidir en
un vuelo —le tendió la mano para que se la estrechara—. Un placer volver a
tenerte en la cabina.
—Buenos días… el placer es mío —YooChan le estrechó la mano titubeando,
pero trató de que no se le notara demasiado—. Espero que tengamos un buen
viaje, es mi primer vuelo transoceánico.
El chico quiso con la mención de
aquello desviar un poco la atención, confiando en que su nerviosismo por estar
solo en la cabina con JunHee se camuflara como nerviosismo por realizar su
primer vuelo de aquellas características, porque YooChan no había estado cerca
del otro desde la fiesta de Navidad y tenía todos los nervios a flor de piel
por si el otro sacaba el tema de aquel beso que le había dado —porque aunque JunHee hubiera tenido la bendición de no
recordar lo que había sucedido por estar borracho, había mucha gente que había
visto aquello y se lo debían haber contado— y YooChan no estaba preparado para
afrontar esa conversación… quizás no lo estaría nunca.
—¿En serio? —le preguntó JunHee a lo del vuelo—. Tú no te preocupes por nada,
deja que yo lleve las riendas y simplemente disfruta de las vistas.
YooChan le dedicó una pequeña
sonrisa que el otro le devolvió inmediatamente, haciendo que todo su cuerpo
fuera recorrido por otro escalofrío y haciendo que el chico maldijera a su
cuerpo por reaccionar de aquella manera a las sonrisas de JunHee. Si las cuatro
horas y media que duraría el vuelo iban a ser así, estaba seguro de que no las
iba a poder aguantar, que su corazón acabaría estallando por la presión. No
obstante, el vuelo fue bastante tranquilo en comparación a como YooChan lo
había imaginado en su cabeza desde que se había enterado de que tenía que hacer
aquel vuelo con JunHee y no podía cambiarlo con JunYoung porque éste se había
cogido sus vacaciones y se había largado a Europa, dejándolo solo ante el
peligro. En la cabina todo fue tranquilo, JunHee no mencionó en ningún momento
el incidente de las navidades y simplemente se dedicó a darle algunas
indicaciones profesionales durante el vuelo, haciendo que YooChan se sintiera
mucho más relajado de lo que había pensado que estaría estando solo con él en
aquel pequeño espacio encerrados durante cuatro horas y media.
Para cuando finalmente aterrizaron y
todos los pasajeros hubieron salido del avión, el piloto y el copiloto recogieron
sus pertenencias y siguieron al resto de la tripulación para bajar del avión,
siendo los últimos en salir por la puerta. YooChan dio el paso para comenzar a
bajar las escaleras para llegar a tierra firme, no obstante, antes de que
pudiera terminar de dar el paso, la voz de JunHee a sus espaldas, llamándolo,
lo detuvo en seco y lo hizo girarse en redondo, donde el otro le estaba
dedicando una enorme y encantadora sonrisa, a escasa distancia de él. YooChan
parpadeó un par de veces, deslumbrado por la belleza de la persona frente a él
y confuso por el motivo por el cual éste había hecho que se detuviera; sin
embargo, no tardó más que un par de segundos en conocerlo, el par de segundos
que JunHee tardó en cruzar la escasa distancia que separaba sus rostros para
dejar un corto beso en sus labios que trastocó al chico por completo y que hizo
que su interior se volviera un completo desastre.
—Esta noche, después de la cena en la barra del bar. Te estaré esperando.
JunHee le susurró aquello contra su
boca y tras eso le dio un pequeño mordisco a su labio inferior, para después
alejarse de él con una sonrisa pícara en su rostro, dejando a YooChan
completamente en la mierda.
—Vas a desgastar el suelo de la habitación como sigas dando vueltas —le
dijo DongHun—. Y yo no me voy a hacer responsable si hay que pagarle al hotel
un suelo nuevo.
—Preocupado por el suelo del hotel, pero no por el drama de tu amigo, muy
bonito —siseó YooChan, lanzándole una mirada que si hubiera sido un basilisco
lo habría matado al instante.
—A ver, YooChan, es que eres un dramas y te preocupas por absolutamente
todo —comentó ByeongKwan—, y nosotros tenemos otras cosas que hacer aparte de
estar aquí para escuchar tus lloros por todo lo referente a míster sonrisas.
—Tú lo que quieres es que DongHun y yo nos vayamos de la habitación para
poder montártelo con SehYoon en cada esquina —replicó YooChan, recibiendo una
sonrisa pícara por parte de su amigo y un sugerente movimiento de cejas que le
confirmaron que esos eran exactamente sus planes—. Pues no me voy a ir de aquí
hasta que no me ayudéis —y para reafirmarse en sus palabras, el chico se cruzó
de brazos y se sentó sobre la cama.
Un suspiro colectivo se escuchó en
la habitación, pero YooChan no se iba a ir de allí hasta que no obtuviera lo
que necesitaba… y lo que necesitaba era que sus amigos le dieran una
explicación a lo que había sucedido, un motivo por el cual Park JunHee lo había
besado nada más salir del avión y lo había citado para esa noche en el bar del
hotel, porque el chico no lo entendía, no lo entendía y, además, estaba que se
subía por las paredes porque la persona por la que llevaba colgado desde que
había entrado a trabajar en aquella compañía dos años atrás lo había besado
repentinamente. PARK JUNHEE LO HABÍA BESADO. YooChan tenía todo el derecho de
estar allí frustrando que sus amigos tuvieran sexo en aquellos momentos porque
SehYoon y ByeongKwan se acostaban cada vez que podían, pero aquello que le
había pasado a YooChan solo había ocurrido ese día, en ese momento y el chico
tenía tantos pensamientos, tantas reacciones a la vez en su cuerpo que no podía
aguantarse ni su propia piel de los nervios porque tenía muchísimas preguntas
sin respuesta.
—Puede que le gustes, por eso te ha besado —le dijo SehYoon.
—¿Pero cómo le puedo gustar? —cuestionó el chico, llevándose las manos a la
cabeza—. Si le haría pasar el ridículo de su vida en la fiesta de Navidad y,
además, él es un dios que ha bajado a la tierra para hacernos ver que somos
nada más que débiles mortales. En serio, no le puedo gustar a semejante
maravilla.
—Estás totalmente whipped por
míster sonrisas —comentó ByeongKwan—. Yo de ti me lo haría mirar.
YooChan le echó una de sus miradas
asesinas a su amigo, una de las muchas que le echaba cada día de su vida,
porque claro que estaba totalmente whipped por JunHee… estaban hablando de
JunHee, ¿cómo alguien podía vivir cerca de él sin caer rendido a sus pies de
una forma totalmente vergonzosa como él mismo había hecho? Lo raro era que de
las cuatro personas que había en aquella habitación fuera él el único enamorado
hasta las trancas del otro.
—Eso es aparte —dijo DongHun—, pero yo estoy con SehYoon en que lo más
probable es que le gustes, porque si no, habría hecho como una persona normal y
decente y simplemente habría dejado correr el tema de la fiesta y fin.
—Exactamente —continuó SehYoon—. Si me hubieras besado a mí borracho y
luego me hubieras evitado para no tener que hablar del tema, yo lo habría
dejado estar y lo habría achacado a la borrachera.
—Pero… miradme… soy el tío más normal que os podéis echar a la cara… ni
siquiera soy alto —murmuró YooChan, sin querer creerse lo que sus amigos le
decían.
—Lo mismo le gustan las cositas cuquis —respondió DongHun—, y cuqui lo eres
mucho, así que…
—Imposible, imposible, no le puedo gustar.
—Mira, si vienes aquí a darnos la lata con que te digamos lo que pensamos
sobre este tema y te lo decimos y tú sigues pensando lo que te da la gana no sé
por qué estás aquí en primer lugar —replicó ByeongKwan.
YooChan se sintió ofendido por
aquello y se puso de morros, pero en el fondo sabía que ByeongKwan tenía razón…
muy en el fondo. Había ido buscando el consejo de sus amigos para tratar de
responder a algunos porqués, pero se negaba a pensar que aquellas respuestas fueran
las indicadas porque él era él y JunHee era JunHee, estaban en ligas
completamente diferentes, JunHee estaba en la mejor de las ligas y él no podía
acceder a ella así como así. Era imposible que le gustara, pero no le quedaba
otra más que ir a la cita para averiguar qué era lo que el otro pensaba de él y
para poder saber las respuestas a todas las preguntas que se estaba haciendo.
—Muy bien, muy bien —murmuró—. Has conseguido echarme, que sé que es lo que
querías desde el primer momento en el que he entrado aquí arrastrando a DongHun
hyung conmigo —YooChan dejó escapar un suspiro y después se giró hasta donde
estaba SehYoon para hablarle—. Que sepas que lo tienes que tener muy necesitado
para que esté así, así que, dale fuerte.
—Lo haré, tú tranquilo —SehYoon le guiñó un ojo y a YooChan le entró un
escalofrío de los malos por el cuerpo.
YooChan salió de aquella habitación,
seguido por DongHun, que volvía a la suya propia también, y mientras, le dio
vueltas una y otra vez a lo que le habían dicho sus amigos, pensando en que, si
de verdad era de aquella forma y le gustaba a JunHee, sería como un sueño y se
sentiría como volando en el cielo, pero sin el avión.
Tras unas cuantas horas lamentándose
porque para los viajes no se llevaba ningún tipo de ropa medianamente decente
aparte del uniforme y llorando muchísimo porque no tenía dinero en la tarjeta
para comprarse ropa decente, YooChan bajó al restaurante del hotel para cenar y
se sentó con sus amigos, lo más lejos posible de JunHee, porque todavía tenía
que mentalizarse sobre lo que iba a pasar en poco tiempo; pero el chico no pudo
evitar echarle algunas miradas de soslayo al otro de vez en cuando, para ver
cómo se comportaba, para tratar de averiguar a través de sus gestos qué era lo
que pensaba de él, si de verdad le gustaba. Sin embargo, como era obvio que
pasaría, el chico no pudo ver absolutamente nada más que a la persona más preciosa
del universo, con la sonrisa más encantadora que jamás había visto, siendo un
encanto con las personas con las que estaba sentado.
—Si miras tanto a míster sonrisas lo vas a desgastar —le dijo ByeongKwan mientras
comían y YooChan dejó de mirar al otro antes de que se diera cuenta de sus exhaustivas
miradas… por ese motivo se perdió cómo en varias ocasiones, JunHee miró en su
dirección y le dedicó una de sus sonrisas.
Después de que la cena terminara,
YooChan se agarró a DongHun para que no lo dejara solo porque los nervios se lo
estaban comiendo por dentro, pero su amigo se zafó rápidamente de su agarre,
como si éste no hubiera existido jamás y le dio un empujoncito para que se
dirigiera a la barra del lugar, donde ya se podía vislumbrar la cabeza rubia
dorada de JunHee entre todas las demás, esperándolo. El menor hizo varios
pucheros que no consiguieron el objetivo pretendido de que DongHun se quedara
cerca por si tenía que rescatarlo de alguna estupidez que hiciera y quiso
llorar porque no sabía qué era lo que iba a hacer con JunHee, no sabía qué era
lo que iba a pasar y estaba demasiado nervioso, le dolía el pecho de lo rapidísimo
que le latía el corazón y le temblaba todo el cuerpo, como si fuera una
gelatina gigante a la que le habían dado un pequeño toquecito.
Pero tras el forcejeo con su amigo y
que éste lo mandara a la mierda en repetidas ocasiones, YooChan acabó tragando
saliva antes de encaminarse hacia el lugar en el que JunHee estaba sentado en
la barra porque estaba solo ante el peligro, nadie lo iba a ayudar. Con paso
lento, pero para nada decidido, el chico fue acortando la distancia entre ambos
cada vez más y a cada paso que daba, se ponía más y más nervioso porque no
sabía qué era lo que iba a hacer, a decir, cuando llegara, cómo lo iba a
saludar qué era lo que pasaría… ¿y si la cagaba de mil formas? ¿tantas que
YooChan era incapaz de imaginárselas todas? ¿y si la cita empezaba con mal pie solo
porque él era un desastre? No obstante, todas aquellas preocupaciones se fueron
a un segundo plano porque antes de que llegara hasta JunHee, éste se dio la
vuelta hacia él como si hubiera escuchado sus pensamientos por encima del barullo
del lugar, lo vio y levantó su mano a modo de saludo, acompañándolo de una
sonrisa encantadora. A YooChan le tembló todo el cuerpo en ese momento, pero
trató de mantenerse de pie y no caerse al suelo redondo, avanzando hasta la
barra y se dejó caer sobre el taburete al lado de JunHee, sintiéndose un poco
más firme ahora que estaba sentado.
—No sabía si vendrías o no —le dijo JunHee en ese momento—. Creía que igual
te había asustado —YooChan negó con la cabeza—. Es un alivio saberlo.
YooChan no entendió el motivo por el
cuál se debía haber asustado porque el tío por el que llevaba colado milenios
le hubiera besado, más bien lo único que estaba era asombrado e histérico por
ese hecho. Quien se tenía que haber asustado debía haber sido JunHee en la fiesta
de Navidad por lo que él había hecho, eso sí que era motivo para asustarse y
para guardarle rencor, pero éste no había expresado ningún tipo de odio hacia
YooChan por aquello, al contrario.
—Estoy sorprendido —murmuró el chico—, porque no me lo esperaba, no me
esperaba esto en realidad tampoco —una pequeña risa nerviosa escapó de sus
labios sin que pudiera detenerla—. Creía que probablemente me odiarías, pero no
creo que seas capaz de odiar a nadie.
—No te creas —respondió JunHee, sonriendo pícaramente—. Odio a muchas
personas, pero tú eres de las pocas personas que me encantan —y le giñó un ojo.
El corazón de YooChan empezó a latir
demasiado rápido dentro de su pecho por lo que había dicho JunHee mientras su
cabeza trataba de buscarle una explicación a aquello sin poder encontrarla.
—Me han comentado que eres alguien que le da muchas vueltas a las cosas —dijo
JunHee—, así que creo que te habré hecho comerte la cabeza esta tarde bastante
por esto —el chico se acercó a él para susurrarle al oído—. Me encantas, Kang
YooChan, y me habría gustado decirte esto mucho antes, pero no he tenido la
oportunidad de hacerlo porque llevamos meses sin volar juntos.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal
del chico de arriba abajo, tanto por las palabras que había escuchado como por el
aliento cálido de JunHee en su oreja. Era increíble, la sensación y lo que éste
había dicho, totalmente increíble porque el otro siempre había estado para YooChan
en una liga diferente a la suya, una liga demasiado exclusiva a la que él
obviamente no tenía ningún tipo de acceso, una liga desde la cual JunHee jamás
se dignaría siquiera a salir y menos a fijarse en él. Aquello era totalmente
inesperado y YooChan no sabía cómo reaccionar, porque a pesar de que sus amigos
habían tenido razón en ello, él no se había preparado para que fuera verdad
porque para él era algo imposible de pensar.
—Nunca… me habría imaginado… que te encantara… —murmuró YooChan.
—¿Por qué no? —cuestionó JunHee.
—Porque… no sé, tú eres… como perfecto, como un dios o algo y luego estoy
yo, que soy más como un débil mortal —replicó, poniéndose demasiado nervioso al
decirle todo aquello por primera vez al mayor.
—Pero tú eres perfecto —contestó JunHee—. En mis ojos es exactamente al
revés, tú eres el dios y yo soy el débil mortal.
YooChan se puso completamente rojo, la
punta de sus orejas se volvió de ese color y prácticamente toda su cara también
lo hizo, mientras él seguís sintiéndose como si estuviera en una nube porque
aquello que estaba pasando era totalmente inverosímil, JunHee no le podía estar
dedicando aquellas palabras a él. Sin embargo, a lo largo de la noche, a medida
que fue avanzando su conversación, a medida que fue pasando el tiempo junto a
JunHee y el alcohol se acumulaba en sus venas el chico se fue dando cuenta de
que todo lo que el otro decía era demasiado cierto y acabó por asumirlo, acabó
por enterarse de que realmente JunHee estaba tan loco por él como él mismo lo
estaba por JunHee. Nunca se había imaginado aquel escenario, nunca se había
imaginado que aquello pudiera ser cierto, pero ahora que lo era, YooChan
realmente se sentía en el cielo.
El tiempo en la barra del
bar se acabó cuando los camareros comenzaron a recoger para cerrar y ambos
tuvieron que irse del lugar y subir a sus respectivas habitaciones; sin
embargo, mientras iban de camino a éstas, subiendo por el ascensor que los
llevaba hasta la planta, YooChan podía sentir la anticipación en su cuerpo,
deseando algo que no sabía si iba realmente a suceder, pero que necesitaba que
lo hiciera. Después de todo lo que se habían dicho, después de todo lo que
había descubierto, después de todas las sensaciones que habían recorrido su
cuerpo tan solo por las palabras de JunHee, el chico necesitaba que la noche
acabara con las manos del mayor recorriendo su cuerpo una y otra vez. Por eso
estaba cada vez más ansioso, esperando que no llegara el momento de su
despedida, esperando pasar el resto de la noche junto a él.
Y JunHee hizo que aquella
anticipación, que aquel deseo se hiciera realidad una vez salieron del
ascensor, dándole un beso que lo dejó sin respiración, un beso esperado e
inesperado a la vez que hizo que las rodillas de YooChan se volvieran de
gelatina; pero aquella vez, el chico se agarró a JunHee, sujetó el peso de su
cuerpo contra el otro y no lo dejó ir, durante unos momentos, hasta que se
tuvieron que separar levemente para poder respirar de nuevo. La sonrisa pícara
y la mirada ardiente del mayor hicieron que el cuerpo del chico volviera a
reaccionar por completo ante todo aquello sin que él pudiera hacer nada para
evitarlo.
Pero ese momento no fue el último de
la noche en el que sintió cómo su cuerpo se derretía por JunHee porque sus
caricias y sus besos hasta el amanecer le provocaron aquellas sensaciones e
infinitas más que hicieron que YooChan tocara el cielo con sus dedos.
Notas finales:
—Todas las cosas que Chan dice sobre Jun, no son para
nada la opinión de la autora utilizando el fanfic para dar voz a sus
pensamientos sobre éste, no, no lo son, para nada, yo me eximo de cualquier
responsabilidad que puedan acarrear dichas palabras porque no he tenido nada
que ver en ellas (?)
—El tal JunYoung que menciono en un par de ocasiones es
obviamente el otro Jun aparecido en The Unit, Jun de U-KISS y compañero de Chan
en UNB.
—La historia contenía una escena con RaYoon de MVP
inicialmente, pero el día que estuve terminando esto, tenía muchísimas ganas de
escribir un trío y estaba segura de que iba a llevar la trama hacia el trío sin
pensármelo demasiado si seguía incluyendo a este señor mío en ello, así que,
decidí que dejara de estar en la historia para no tener la tentación.
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