Chapter Eight
Pensar y dar vueltas
a las cosas se había convertido en lo único que InSeong había comenzado a hacer
más que cualquier otra cosa en los últimos tiempos y eso que antes ya le había
dedicado mucho tiempo a pensar en todo lo que le sucedía en la vida. Sin
embargo, desde la llegada de Park SeungJun a su vida, pensar se había
convertido en una rutina de la que el chico no podía escapar... no podía
escapar porque tenía demasiados pensamientos a la vez a los que les debía de
poner algún tipo de orden sino quería volverse completamente majara, mucho más
desde aquel día en el hospital, aquel día en el que SeungJun le había declarado
sus sentimientos, lo había besado y luego habían dormido el uno junto al otro.
InSeong tenía muchísimo que pensar sobre aquello, sobre el por qué ninguna de
las cosas que habían sucedido lo había desagradado o escamado, pensar en el por
qué no quería matar a SeungJun, en vez de seguir preocupado por su maldito
estado de salud.
No se entendía.
Realmente InSeong no se entendía. No entendía para nada por qué estaba siendo
de aquella forma... o no quería entenderse porque hacerlo implicaba un montón
de cosas que el chico no estaba realmente dispuesto a afrontar. Porque
corresponder aquellos sentimientos que SeungJun había expresado complicaban su
vida de una forma que él no quería complicar, hacía que todo fuera el triple de
difícil y él siempre había querido vivir su vida de la forma más fácil posible,
así que odiaba que aquello se hubiera cruzado en su camino, odiaba muchísimo
que su vida hubiera cambiado de forma radical tan solo en unos pocos meses,
odiaba que SeungJun hubiera aparecido en ella para ponérsela patas arriba de
aquella forma y odiaba no poder detener aquel tren que estaba destinado a
recorrer una vía que no tenía un final y a estrellarse de forma estrepitosa,
llevándoselo todo por delante... e InSeong no quería eso.
Por ese motivo,
el chico estaba condenado a pensar, condenado a darle vueltas una y otra vez a
cómo podía salir de aquella situación sin que nadie saliera perjudicado, sin
que su vida cambiara muchísimo más de lo que ya había cambiado y sin que
SeungJun saliera herido —sin que ambos salieran heridos, porque InSeong sabía
que él mismo también iba a acabar muy mal parado—. SeungJun lo había arriesgado
todo, se había tirado de cabeza a la piscina a pesar de que había tenido
muchísimo que perder haciéndolo, pero probablemente habría sopesado bien los
pros y los contras antes de hacerlo, probablemente lo habría hecho porque había
estado a punto de morir y no quería arriesgarse a pasar el resto de sus días
sin expresar sus sentimientos. InSeong prefería mil veces morir antes de tener
que ponerle orden a sus pensamientos y a sus sentimientos y tener que aceptar
una realidad que no quería aceptar, la realidad de que, sin saber exactamente
cómo había pasado, SeungJun se había metido muy dentro de él, tan dentro que
ahora era imposible para él echarlo sin acabar con una parte de sí mismo.
El chico
profirió un gruñido de pura frustración que resonó en la habitación y que hizo
que su madre le preguntara desde el salón si se encontraba bien. InSeong
respiró un par de veces hasta calmarse lo suficiente como para decirle a su
madre que estaba bien, mintiéndole descaradamente y que estaba frustrado porque
los ejercicios de matemáticas se le resistían. Si su madre se enteraba de
aquello en lo que en realidad estaba ocupando su tiempo, estaba completamente
seguro de que lo mandaría al templo en el monte más alejado de toda Corea a
meditar sobre sus acciones y sobre la tontería aquella de que podía gustarle un
chico. Quizás aquello fuera incluso lo mejor, irse a algún templo a alejarse de
todo, a alejarse de SeungJun y no tener que enfrentarse a él.
Sin embargo,
cuando no había terminado de decidirse sobre el templo que podía ser mejor para
él, para escapar de todos sus problemas, el tiempo para escapar se le terminó.
InSeong escuchó cómo la puerta del piso se abría y el ajetreo en el lugar,
seguido de las voces de su madre, el señor Park y SeungJun. Ya no tenía
escapatoria porque si no salía él al salón a recibir al convaleciente, éste
iría al cuarto que todavía compartían y se tumbaría en su cama, haciendo
completamente inevitable su encuentro y que tuvieran que hablar. El chico pensó
en la posibilidad de saltar de la ventana, pero los demasiados metros de caída
frenaron su impulso, la realidad era que no quería morir espachurrado en la
fría acera.
Sabiendo que
estaba cada vez más cerca el momento en el que ambos se iban a encontrar de
nuevo, InSeong trató de calmarse lo más posible y pensar en la mejor solución a
aquello, pero no tuvo demasiado tiempo para pensar y cuando la puerta de su
habitación se abrió, prácticamente saltó de su silla por la sorpresa y se
levantó para ver al recién llegado. SeungJun estaba en la puerta y tenía
muchísimo mejor aspecto que el que le había visto la última vez que había ido a
visitarlo al hospital junto a su madre. Por una parte, se sintió aliviado
porque éste estaba bien y, por otra parte, InSeong quiso lanzarse a sus brazos,
teniendo un impulso que nunca antes había tenido y que tuvo que refrenar porque
el señor Park también había entrado a la habitación, para soltar una bolsa
llena de ropa del chico allí.
—Me han dicho
que tengo que descansar mucho y recuperarme —le dijo SeungJun—, así que me voy
a quedar aquí mejor que con los chicos para que me miméis.
InSeong asintió
lentamente con su cabeza, el señor Park salió de la habitación cerrando la
puerta tras él y el chico miró fijamente los ojos de SeungJun, perdiéndose por completo
en estos. Sin permitirse pensar en lo que iba a hacer, simplemente cruzó la
habitación para llegar hasta el otro chico, colocar su mano derecha en la
mejilla izquierda de éste y atraer su rostro hacia el suyo para besarlo como si
lo hubiera echado terriblemente de menos. Cuando InSeong se dio cuenta de lo
que estaba haciendo quiso echarse hacia atrás, quiso romper el contacto, quiso
alejarse lo más posible de SeungJun, pero éste pasó sus brazos por su cintura
para apretarlo fuertemente contra su cuerpo, sin dejarle opción para escapar,
además de profundizar el beso, dejando atrás el mero contacto de labios y yendo
mucho más allá, haciendo que InSeong finalmente se abandonara al beso y a lo
que eso significaba, dejándose llevar por primera vez en su vida como nunca
antes lo había hecho.
—Wow… —murmuró
SeungJun cuando se separaron, aunque no se alejaron mucho, ya que sus frentes
descansaban la una contra la otra—. No me esperaba esto.
InSeong tampoco
se lo había esperado, se había tirado a la piscina de aquella forma y ni siquiera
se había cerciorado de que hubiera agua antes de hacerlo, simplemente se había
lanzado. Su corazón estaba latiendo rápidamente dentro de su pecho, sus labios todavía
sentían el calor y la presión de los de SeungJun y su mano aun descansaba en la
mejilla de éste. InSeong soltó un suspiro profundo para tratar de calmarse
antes de poder hablar, porque hablar era lo que debían hacer sí o sí, para
tratar de ver cómo podían solucionar todo.
—Yo tampoco me
esperaba hacer lo que he hecho —dijo, en apenas un susurro—, pero ha sido un
impulso que no he podido controlar y no sé qué es en lo que me convierte eso…
—No te convierte
en nada —aseguró SeungJun—. Simplemente eres InSeong, el InSeong del que estoy
enamorado —el corazón del chico dio un vuelco al escuchar aquella frase y quiso
que se lo tragara la tierra por la vergüenza—. Creo que es normal… enamorarse
de una persona…
—¿Incluso cuando
esa persona es otro chico? —cuestionó.
—Por supuesto.
InSeong volvió a
suspirar profundamente otra vez, pero luego se acercó un poco más al cuerpo de
SeungJun, haciendo que sus torsos estuvieran completamente pegados y haciendo
que sus narices se rozaran durante unos momentos antes de inclinar levemente su
cabeza para poder acceder a los labios del chico otra vez y disfrutar del contacto
de estos, disfrutar de cómo el beso, lento y suave hacía que todo su cuerpo se
estremeciera, disfrutar de todo ello dejando de pensar —aunque una esquina de
su cerebro seguía pensando, seguía pensando y le decía que podía tirarse a la
piscina todas las veces que quisiera, que la piscina siempre iba a estar llena
de agua si era junto a SeungJun—. InSeong no quería hacerle caso a esa
pequeñita zona de su cerebro, pero poco a poco se había comenzado a dar cuenta
que realmente lo que él pensara daba exactamente igual porque su cuerpo actuaba
solo, su cuerpo reaccionaba cuando estaba junto al chico y su cuerpo quería
estar junto a él… así que, InSeong no iba a tener más remedio que hacerle caso.
Con un pequeño
suspiro, ambos se separaron para coger aire y para alejarse y mirarse fijamente
a los ojos. Tenían mucho que perder y poco que ganar, sobre todo, SeungJun
tenía muchísimo que perder, mucho más que él, pero InSeong se estaba empezando
a dar cuenta que realmente daba igual lo mucho que perdieran porque le gustaba
estar de aquella forma con el otro chico y eso hacía que todo se convirtiera en
algo que ganar.
—Podemos…
intentarlo… —murmuró SeungJun—. Ver cómo nos desenvolvemos… durante el tiempo
que tenga que descansar y hasta que vuelva junto a KNK… después… si no nos va
bien… solo tendríamos que vernos en los asuntos imprescindibles familiares, ni
siquiera tendríamos que hablarnos —a InSeong se le encogió un poco el corazón
pensando en cómo sería algo así y deseó que nunca llegara ese día—. ¿Qué me
dices?
—Sí… —murmuró—.
Intentémoslo.
Una enorme
sonrisa apareció en los labios de SeungJun y, con ella todavía en éstos, se
acercó para besar de nuevo a InSeong, quien tampoco pudo evitar esbozar una
sonrisa, sintiéndose emocionado. Aquella noche, ambos durmieron poco porque
durante todo el tiempo, hasta que se quedaron profundamente dormidos en brazos
del otro, estuvieron besándose una y otra vez, sin poder abandonar los labios ajenos,
como si de éstos manara un néctar delicioso al que se habían vuelto adictos y
no pudieran parar de beber de él. Por ese motivo, cuando a la mañana siguiente
le sonó el despertador a InSeong para ir a clase, este estaba muerto de
cansancio y de sueño, sin ganas ninguna de tener que ir al instituto, pero era
algo que tenía que hacer; así que, el chico finalmente acabó apagando la alarma
para comenzar a arreglarse. Sin embargo, no llegó muy lejos cuando intentó salir
de la cama porque los brazos de SeungJun no lo dejaron escapar.
—No te vayas… —susurró,
con la voz ronca y grave, todavía tomada por el sueño—. No quiero que te vayas…
—Tengo clase —respondió
InSeong, tratando de ser responsable.
—Quédate cinco
minutos más… —le pidió SeungJun y el chico se lo pensó un poco. Cinco minutos
no harían demasiada diferencia en su rutina, quizás debería comerse el desayuno
un poco más rápido, pero poco más.
—Está bien —respondió,
acurrucándose de nuevo junto a él—. Cinco minutos —susurró contra los labios
del chico antes de darle un beso que fue correspondido al instante.
Pero los cinco
minutos se convirtieron en diez, luego en veinte y, finalmente en treinta… así
que, InSeong tuvo que salir corriendo de la cama, vestirse como pudo y correr
por su vida para llegar a tiempo a clase. En el descansillo, todavía terminando
de ponerse los zapatos con una mano y tratando de cerrar la puerta con la otra
se encontró con Mina, ambos se miraron las pintas que llevaban —InSeong tenía
los botones de la camisa mal abrochados, la corbata en la mano y los pelos
tiesos y Mina tenía la cremallera de la falda por delante, los zapatos a medio
poner y llevaba todavía la felpa de conejo que usaba para dormir en la cabeza—
y se echaron a reír de forma completamente inevitable durante unos momentos,
pero rápidamente volvieron a la realidad y corrieron lo más rápido que pudieron
para llegar a tiempo… aunque al final tuvieron que correr mucho más porque
acabaron llegando tarde y el profesor encargado de vigilar la puerta aquella
mañana los mandó a dar vueltas al patio.
—¿Sabes cómo
está Park SeungJun? —le preguntó la chica mientras corrían e InSeong juraría que
su corazón fue aún más rápido después de escuchar el nombre del otro—. He
estado yendo al hospital con algunas de las chicas del fanclub y no nos han
querido decir nada.
—¿Es para
filtrar la información a las fans? —cuestionó el chico. Mina negó rápidamente
con su cabeza, como si él hubiera insinuado algo horrendo.
—Es solo para
saberlo yo… y quizás se lo cuente a HyeYeon… —murmuró—. Pero si me dices que no
se lo cuente a nadie, no se lo contaré ni siquiera a ella. Como Tinkerbell,
primero le debo lealtad a KNK y sus miembros y luego al fanclub, ellos van por
encima de todo lo demás.
—¿En serio os
llamáis Campanilla? —le preguntó,
pero en cuanto vio cómo su amiga se preparaba para darle una clase magistral
sobre aquel tema añadió rápidamente—: no, no hace falta que me lo cuentes.
SeungJun ya está bien, está en casa y se va a quedar a descansar allí hasta que
se recupere, después volverá con KNK.
—Yas! —dijo la
chica—. ¿Puedo pasarme de vez en cuando por tu casa para verlo?
—Como si no te
pasaras por allí cada vez que te da la gana —murmuró InSeong entre dientes—,
pero no lo molestes, está convaleciente, y no digas nada de cómo está o dónde
está.
—Lo prometo.
Después de
correr tan temprano en la mañana, tanto para llegar al instituto como después
por el castigo, dejó a InSeong completamente baldado para el resto del día, sin
el fuelle necesario para aguantar las primeras horas de clase, solo recuperando
un poco de energía tras el almuerzo, aunque no le sirvió para echar medio bien
hasta que las clases finalmente terminaron. Al llegar a casa, el chico se
sentía completamente agotado, por lo que lo primero que hizo fue dejarse caer
en el sofá como si fuera un peso muerto y exhalar un suspiro de profundo
cansancio, llamando la atención del único ocupante del sofá y de la casa, a
juzgar por cómo nadie había dicho nada al oírlo llegar.
—¿Un día
movidito? —le preguntó SeungJun.
—Tu culpa es que
lo haya tenido —murmuró él en respuesta, haciendo un mohín.
—¿Mía?
—cuestionó sorprendido el otro, mientras se acercaba hasta él, quedándose muy
cerca de su cuerpo—. ¿Cómo iba a ser mía?
—Me pediste que
me quedara contigo un ratito más —replicó.
—Pero tú
decidiste quedarte, podrías haber decidido irte —le dijo.
InSeong chasqueó
su lengua. SeungJun tenía la desfachatez de decirle aquello cuando por la
mañana se había puesto cariñoso con él y le había hecho quedarse en la cama
junto a él. Estaba a punto de decírselo, de señalarle su desfachatez cuando vio
cómo éste se inclinaba sobre él para besar sus labios de forma suave durante
tan solo unos segundos. El contacto fue tan efímero y tan leve, que para cuando
InSeong quiso darse cuenta ya había acabado y SeungJun estaba en su posición
original, como si nada hubiera sucedido, como si todo hubiera sido un espejismo
provocado por su imaginación. Sin embargo, aunque fue un contacto tan breve, el
chico se asustó, se asustó porque estaban en el salón, a la vista de cualquier
persona que estuviera en la casa o entrara a ella y no podían verlos de aquella
forma, no podían verlos besándose. SeungJun pareció ver en su expresión lo que
estaba pensando porque inmediatamente añadió.
—Estamos solos,
no te preocupes —se acercó para darle otro beso breve como el anterior y justo
después formó un puchero en sus labios—. Siento lo de esta mañana, no lo volveré
a hacer más.
—Más te vale —murmuró
InSeong, besándolo él esta vez, porque había que aprovechar que estaban
completamente solos.
Pero SeungJun no
cumplió su palabra y todas las mañanas de aquella semana InSeong llegó
tardísimo a clase por su culpa, haciendo que todos sus amigos se extrañaran
porque incluso había días en los que había llegado mucho más tarde que Mina, algo
que era todo un récord. Por eso, éstos no habían tardado en preguntarle qué era
lo que lo hacía llegar tarde todos los días cuando nunca antes lo había hecho
de forma tan seguida, aunque, más bien había sido YoungBin el que se lo había
cuestionado y los demás habían pegado la oreja para enterarse del motivo.
—El maldito Park
SeungJun —les contestó, sin perder la costumbre de hablar mal de él frente a
sus amigos a pesar del cambio, a pesar del gran cambio entre ellos y su
relación—. Sigue durmiendo conmigo porque todavía no han arreglado la maldita
habitación extra y se me sigue echando encima como un koala, pero ahora no lo
puedo patear hasta que me suelte porque está convaleciente y me tiro demasiado
rato tratando de soltarme sin hacerle daño.
—¿A qué esperan vuestros
padres para prepararle la habitación? —le cuestionó SeokWoo.
—Creo que tenían
la esperanza de no tener que hacerlo nunca —murmuró—, con esto de que se
suponía que solo iba a venir en contadas ocasiones porque vivía con los del
grupo… pero está pasando mucho tiempo en casa. Estoy estresado, chicos.
—Normal, no
podrás dormir y encima tienes que correr todos los días para tratar de llegar a
tiempo a la primera hora —comentó SangHyuk.
—Exactamente —confirmó
y se dirigió hacia JaeYoon—. Ahora sí que creo que odio a Park SeungJun.
Todos sus amigos
se quedaron satisfechos con aquella respuesta e InSeong, técnicamente no les
había mentido, porque era culpa de SeungJun que seguía metido en su cama que
llegara tarde y que no durmiera bien… aunque los motivos exactos los había
obviado porque, aunque aquellos fuesen sus amigos y se llevaran bien, el chico
no estaba realmente seguro de cómo podían reaccionar si les contaba la verdad.
InSeong lo había pensado muchísimo y todo aquello que hacían cuando estaban
solos o en la habitación, besarse y abrazarse, no podían hacerlo cuando hubiera
personas delante porque dos chicos juntos de aquella forma era una abominación
en aquel mundo. Por eso, absolutamente nadie debía de saber de aquello, por el
bien de sus vidas y, sobre todo, por el bien de la carrera profesional de
SeungJun, que se iría al garete como saliera a la luz que le gustaba besar
chicos.
Sin embargo,
aunque InSeong tenía totalmente claro que todo aquello que hacían no podía ser
visto por nadie y ambos tomaban medidas para no levantar sospechas entre sus
padres cuando estaban todos juntos, no podían evitar aprovechar cada momento
que tenían a solas para poder besarse, para poder estar en los brazos el uno
del otro simplemente por estar juntos, sintiendo el cuerpo ajeno cerca,
escuchando el latido de sus corazones o notando la respiración del contrario o
la vibración de su cuerpo ante algún ataque de risa. SeungJun e InSeong no
podían evitar querer estar juntos cuando sus padres no estaban en casa, así
que, a ninguno de ellos se le ocurrió ser precavidos en horas a las que sabían
que no tenían previsto llegar y, por eso mismo, fueron descubiertos por un
invitado indeseado.
La familia Kang
siempre había tenido una llave en su poder de la casa de enfrente, como la
familia Kim tenía una de sus vecinos, una llave que siempre era usada para
entrar a las casas ajenas sin tener que molestar a sus propietarios, una llave
que InSeong se había olvidado por completo que Mina tenía y podía usar para
entrar en casa porque él mismo le había dicho que podía ir siempre que quisiera
mientras no molestara a SeungJun con sus tonterías. Por ese olvido y por no
esperar a nadie que viniera a aquellas horas, ambos habían sido descuidados y,
mientras tenían puesta de fondillo una película de sobremesa aquel domingo, ambos
se habían dedicado a besarse, besarse y besarse y, en algún momento, InSeong
había acabado con la espalda contra los asientos del sofá mientras SeungJun se
encontraba sobre él, no besando solamente sus labios, sino su cuello.
Concentrados en
los besos y con el murmullo de la película llenando el salón, ninguno de los
dos se dio cuenta de cómo la puerta del piso se abría ni cómo la persona que
había llegado se adentraba en el lugar, viéndolos de aquella guisa, hasta que
la chica no dejó escapar un grito. Inmediatamente, ambos se separaron como si
sus cuerpos hubieran sido recorridos por una corriente eléctrica muy fuerte y
se repelieran y dieran calambre, girándose hacia la chica que los miraba con
los ojos muy abiertos y señalándolos.
—Mina… te lo
puedo explicar… —murmuró InSeong, aunque no sabía cómo iba a explicarle
absolutamente nada.
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