jueves, 29 de noviembre de 2018

[Chapter Eight] 20th Century Love {SeungIn}


Chapter Eight

Pensar y dar vueltas a las cosas se había convertido en lo único que InSeong había comenzado a hacer más que cualquier otra cosa en los últimos tiempos y eso que antes ya le había dedicado mucho tiempo a pensar en todo lo que le sucedía en la vida. Sin embargo, desde la llegada de Park SeungJun a su vida, pensar se había convertido en una rutina de la que el chico no podía escapar... no podía escapar porque tenía demasiados pensamientos a la vez a los que les debía de poner algún tipo de orden sino quería volverse completamente majara, mucho más desde aquel día en el hospital, aquel día en el que SeungJun le había declarado sus sentimientos, lo había besado y luego habían dormido el uno junto al otro. InSeong tenía muchísimo que pensar sobre aquello, sobre el por qué ninguna de las cosas que habían sucedido lo había desagradado o escamado, pensar en el por qué no quería matar a SeungJun, en vez de seguir preocupado por su maldito estado de salud.


No se entendía. Realmente InSeong no se entendía. No entendía para nada por qué estaba siendo de aquella forma... o no quería entenderse porque hacerlo implicaba un montón de cosas que el chico no estaba realmente dispuesto a afrontar. Porque corresponder aquellos sentimientos que SeungJun había expresado complicaban su vida de una forma que él no quería complicar, hacía que todo fuera el triple de difícil y él siempre había querido vivir su vida de la forma más fácil posible, así que odiaba que aquello se hubiera cruzado en su camino, odiaba muchísimo que su vida hubiera cambiado de forma radical tan solo en unos pocos meses, odiaba que SeungJun hubiera aparecido en ella para ponérsela patas arriba de aquella forma y odiaba no poder detener aquel tren que estaba destinado a recorrer una vía que no tenía un final y a estrellarse de forma estrepitosa, llevándoselo todo por delante... e InSeong no quería eso.

Por ese motivo, el chico estaba condenado a pensar, condenado a darle vueltas una y otra vez a cómo podía salir de aquella situación sin que nadie saliera perjudicado, sin que su vida cambiara muchísimo más de lo que ya había cambiado y sin que SeungJun saliera herido —sin que ambos salieran heridos, porque InSeong sabía que él mismo también iba a acabar muy mal parado—. SeungJun lo había arriesgado todo, se había tirado de cabeza a la piscina a pesar de que había tenido muchísimo que perder haciéndolo, pero probablemente habría sopesado bien los pros y los contras antes de hacerlo, probablemente lo habría hecho porque había estado a punto de morir y no quería arriesgarse a pasar el resto de sus días sin expresar sus sentimientos. InSeong prefería mil veces morir antes de tener que ponerle orden a sus pensamientos y a sus sentimientos y tener que aceptar una realidad que no quería aceptar, la realidad de que, sin saber exactamente cómo había pasado, SeungJun se había metido muy dentro de él, tan dentro que ahora era imposible para él echarlo sin acabar con una parte de sí mismo.

El chico profirió un gruñido de pura frustración que resonó en la habitación y que hizo que su madre le preguntara desde el salón si se encontraba bien. InSeong respiró un par de veces hasta calmarse lo suficiente como para decirle a su madre que estaba bien, mintiéndole descaradamente y que estaba frustrado porque los ejercicios de matemáticas se le resistían. Si su madre se enteraba de aquello en lo que en realidad estaba ocupando su tiempo, estaba completamente seguro de que lo mandaría al templo en el monte más alejado de toda Corea a meditar sobre sus acciones y sobre la tontería aquella de que podía gustarle un chico. Quizás aquello fuera incluso lo mejor, irse a algún templo a alejarse de todo, a alejarse de SeungJun y no tener que enfrentarse a él.

Sin embargo, cuando no había terminado de decidirse sobre el templo que podía ser mejor para él, para escapar de todos sus problemas, el tiempo para escapar se le terminó. InSeong escuchó cómo la puerta del piso se abría y el ajetreo en el lugar, seguido de las voces de su madre, el señor Park y SeungJun. Ya no tenía escapatoria porque si no salía él al salón a recibir al convaleciente, éste iría al cuarto que todavía compartían y se tumbaría en su cama, haciendo completamente inevitable su encuentro y que tuvieran que hablar. El chico pensó en la posibilidad de saltar de la ventana, pero los demasiados metros de caída frenaron su impulso, la realidad era que no quería morir espachurrado en la fría acera.

Sabiendo que estaba cada vez más cerca el momento en el que ambos se iban a encontrar de nuevo, InSeong trató de calmarse lo más posible y pensar en la mejor solución a aquello, pero no tuvo demasiado tiempo para pensar y cuando la puerta de su habitación se abrió, prácticamente saltó de su silla por la sorpresa y se levantó para ver al recién llegado. SeungJun estaba en la puerta y tenía muchísimo mejor aspecto que el que le había visto la última vez que había ido a visitarlo al hospital junto a su madre. Por una parte, se sintió aliviado porque éste estaba bien y, por otra parte, InSeong quiso lanzarse a sus brazos, teniendo un impulso que nunca antes había tenido y que tuvo que refrenar porque el señor Park también había entrado a la habitación, para soltar una bolsa llena de ropa del chico allí.

—Me han dicho que tengo que descansar mucho y recuperarme —le dijo SeungJun—, así que me voy a quedar aquí mejor que con los chicos para que me miméis.

InSeong asintió lentamente con su cabeza, el señor Park salió de la habitación cerrando la puerta tras él y el chico miró fijamente los ojos de SeungJun, perdiéndose por completo en estos. Sin permitirse pensar en lo que iba a hacer, simplemente cruzó la habitación para llegar hasta el otro chico, colocar su mano derecha en la mejilla izquierda de éste y atraer su rostro hacia el suyo para besarlo como si lo hubiera echado terriblemente de menos. Cuando InSeong se dio cuenta de lo que estaba haciendo quiso echarse hacia atrás, quiso romper el contacto, quiso alejarse lo más posible de SeungJun, pero éste pasó sus brazos por su cintura para apretarlo fuertemente contra su cuerpo, sin dejarle opción para escapar, además de profundizar el beso, dejando atrás el mero contacto de labios y yendo mucho más allá, haciendo que InSeong finalmente se abandonara al beso y a lo que eso significaba, dejándose llevar por primera vez en su vida como nunca antes lo había hecho.

—Wow… —murmuró SeungJun cuando se separaron, aunque no se alejaron mucho, ya que sus frentes descansaban la una contra la otra—. No me esperaba esto.

InSeong tampoco se lo había esperado, se había tirado a la piscina de aquella forma y ni siquiera se había cerciorado de que hubiera agua antes de hacerlo, simplemente se había lanzado. Su corazón estaba latiendo rápidamente dentro de su pecho, sus labios todavía sentían el calor y la presión de los de SeungJun y su mano aun descansaba en la mejilla de éste. InSeong soltó un suspiro profundo para tratar de calmarse antes de poder hablar, porque hablar era lo que debían hacer sí o sí, para tratar de ver cómo podían solucionar todo.

—Yo tampoco me esperaba hacer lo que he hecho —dijo, en apenas un susurro—, pero ha sido un impulso que no he podido controlar y no sé qué es en lo que me convierte eso…
—No te convierte en nada —aseguró SeungJun—. Simplemente eres InSeong, el InSeong del que estoy enamorado —el corazón del chico dio un vuelco al escuchar aquella frase y quiso que se lo tragara la tierra por la vergüenza—. Creo que es normal… enamorarse de una persona…
—¿Incluso cuando esa persona es otro chico? —cuestionó.
—Por supuesto.

InSeong volvió a suspirar profundamente otra vez, pero luego se acercó un poco más al cuerpo de SeungJun, haciendo que sus torsos estuvieran completamente pegados y haciendo que sus narices se rozaran durante unos momentos antes de inclinar levemente su cabeza para poder acceder a los labios del chico otra vez y disfrutar del contacto de estos, disfrutar de cómo el beso, lento y suave hacía que todo su cuerpo se estremeciera, disfrutar de todo ello dejando de pensar —aunque una esquina de su cerebro seguía pensando, seguía pensando y le decía que podía tirarse a la piscina todas las veces que quisiera, que la piscina siempre iba a estar llena de agua si era junto a SeungJun—. InSeong no quería hacerle caso a esa pequeñita zona de su cerebro, pero poco a poco se había comenzado a dar cuenta que realmente lo que él pensara daba exactamente igual porque su cuerpo actuaba solo, su cuerpo reaccionaba cuando estaba junto al chico y su cuerpo quería estar junto a él… así que, InSeong no iba a tener más remedio que hacerle caso.

Con un pequeño suspiro, ambos se separaron para coger aire y para alejarse y mirarse fijamente a los ojos. Tenían mucho que perder y poco que ganar, sobre todo, SeungJun tenía muchísimo que perder, mucho más que él, pero InSeong se estaba empezando a dar cuenta que realmente daba igual lo mucho que perdieran porque le gustaba estar de aquella forma con el otro chico y eso hacía que todo se convirtiera en algo que ganar.

—Podemos… intentarlo… —murmuró SeungJun—. Ver cómo nos desenvolvemos… durante el tiempo que tenga que descansar y hasta que vuelva junto a KNK… después… si no nos va bien… solo tendríamos que vernos en los asuntos imprescindibles familiares, ni siquiera tendríamos que hablarnos —a InSeong se le encogió un poco el corazón pensando en cómo sería algo así y deseó que nunca llegara ese día—. ¿Qué me dices?
—Sí… —murmuró—. Intentémoslo.

Una enorme sonrisa apareció en los labios de SeungJun y, con ella todavía en éstos, se acercó para besar de nuevo a InSeong, quien tampoco pudo evitar esbozar una sonrisa, sintiéndose emocionado. Aquella noche, ambos durmieron poco porque durante todo el tiempo, hasta que se quedaron profundamente dormidos en brazos del otro, estuvieron besándose una y otra vez, sin poder abandonar los labios ajenos, como si de éstos manara un néctar delicioso al que se habían vuelto adictos y no pudieran parar de beber de él. Por ese motivo, cuando a la mañana siguiente le sonó el despertador a InSeong para ir a clase, este estaba muerto de cansancio y de sueño, sin ganas ninguna de tener que ir al instituto, pero era algo que tenía que hacer; así que, el chico finalmente acabó apagando la alarma para comenzar a arreglarse. Sin embargo, no llegó muy lejos cuando intentó salir de la cama porque los brazos de SeungJun no lo dejaron escapar.

—No te vayas… —susurró, con la voz ronca y grave, todavía tomada por el sueño—. No quiero que te vayas…
—Tengo clase —respondió InSeong, tratando de ser responsable.
—Quédate cinco minutos más… —le pidió SeungJun y el chico se lo pensó un poco. Cinco minutos no harían demasiada diferencia en su rutina, quizás debería comerse el desayuno un poco más rápido, pero poco más.
—Está bien —respondió, acurrucándose de nuevo junto a él—. Cinco minutos —susurró contra los labios del chico antes de darle un beso que fue correspondido al instante.

Pero los cinco minutos se convirtieron en diez, luego en veinte y, finalmente en treinta… así que, InSeong tuvo que salir corriendo de la cama, vestirse como pudo y correr por su vida para llegar a tiempo a clase. En el descansillo, todavía terminando de ponerse los zapatos con una mano y tratando de cerrar la puerta con la otra se encontró con Mina, ambos se miraron las pintas que llevaban —InSeong tenía los botones de la camisa mal abrochados, la corbata en la mano y los pelos tiesos y Mina tenía la cremallera de la falda por delante, los zapatos a medio poner y llevaba todavía la felpa de conejo que usaba para dormir en la cabeza— y se echaron a reír de forma completamente inevitable durante unos momentos, pero rápidamente volvieron a la realidad y corrieron lo más rápido que pudieron para llegar a tiempo… aunque al final tuvieron que correr mucho más porque acabaron llegando tarde y el profesor encargado de vigilar la puerta aquella mañana los mandó a dar vueltas al patio.

—¿Sabes cómo está Park SeungJun? —le preguntó la chica mientras corrían e InSeong juraría que su corazón fue aún más rápido después de escuchar el nombre del otro—. He estado yendo al hospital con algunas de las chicas del fanclub y no nos han querido decir nada.
—¿Es para filtrar la información a las fans? —cuestionó el chico. Mina negó rápidamente con su cabeza, como si él hubiera insinuado algo horrendo.
—Es solo para saberlo yo… y quizás se lo cuente a HyeYeon… —murmuró—. Pero si me dices que no se lo cuente a nadie, no se lo contaré ni siquiera a ella. Como Tinkerbell, primero le debo lealtad a KNK y sus miembros y luego al fanclub, ellos van por encima de todo lo demás.
—¿En serio os llamáis Campanilla? —le preguntó, pero en cuanto vio cómo su amiga se preparaba para darle una clase magistral sobre aquel tema añadió rápidamente—: no, no hace falta que me lo cuentes. SeungJun ya está bien, está en casa y se va a quedar a descansar allí hasta que se recupere, después volverá con KNK.
—Yas! —dijo la chica—. ¿Puedo pasarme de vez en cuando por tu casa para verlo?
—Como si no te pasaras por allí cada vez que te da la gana —murmuró InSeong entre dientes—, pero no lo molestes, está convaleciente, y no digas nada de cómo está o dónde está.
—Lo prometo.

Después de correr tan temprano en la mañana, tanto para llegar al instituto como después por el castigo, dejó a InSeong completamente baldado para el resto del día, sin el fuelle necesario para aguantar las primeras horas de clase, solo recuperando un poco de energía tras el almuerzo, aunque no le sirvió para echar medio bien hasta que las clases finalmente terminaron. Al llegar a casa, el chico se sentía completamente agotado, por lo que lo primero que hizo fue dejarse caer en el sofá como si fuera un peso muerto y exhalar un suspiro de profundo cansancio, llamando la atención del único ocupante del sofá y de la casa, a juzgar por cómo nadie había dicho nada al oírlo llegar.

—¿Un día movidito? —le preguntó SeungJun.
—Tu culpa es que lo haya tenido —murmuró él en respuesta, haciendo un mohín.
—¿Mía? —cuestionó sorprendido el otro, mientras se acercaba hasta él, quedándose muy cerca de su cuerpo—. ¿Cómo iba a ser mía?
—Me pediste que me quedara contigo un ratito más —replicó.
—Pero tú decidiste quedarte, podrías haber decidido irte —le dijo.

InSeong chasqueó su lengua. SeungJun tenía la desfachatez de decirle aquello cuando por la mañana se había puesto cariñoso con él y le había hecho quedarse en la cama junto a él. Estaba a punto de decírselo, de señalarle su desfachatez cuando vio cómo éste se inclinaba sobre él para besar sus labios de forma suave durante tan solo unos segundos. El contacto fue tan efímero y tan leve, que para cuando InSeong quiso darse cuenta ya había acabado y SeungJun estaba en su posición original, como si nada hubiera sucedido, como si todo hubiera sido un espejismo provocado por su imaginación. Sin embargo, aunque fue un contacto tan breve, el chico se asustó, se asustó porque estaban en el salón, a la vista de cualquier persona que estuviera en la casa o entrara a ella y no podían verlos de aquella forma, no podían verlos besándose. SeungJun pareció ver en su expresión lo que estaba pensando porque inmediatamente añadió.

—Estamos solos, no te preocupes —se acercó para darle otro beso breve como el anterior y justo después formó un puchero en sus labios—. Siento lo de esta mañana, no lo volveré a hacer más.
—Más te vale —murmuró InSeong, besándolo él esta vez, porque había que aprovechar que estaban completamente solos.

Pero SeungJun no cumplió su palabra y todas las mañanas de aquella semana InSeong llegó tardísimo a clase por su culpa, haciendo que todos sus amigos se extrañaran porque incluso había días en los que había llegado mucho más tarde que Mina, algo que era todo un récord. Por eso, éstos no habían tardado en preguntarle qué era lo que lo hacía llegar tarde todos los días cuando nunca antes lo había hecho de forma tan seguida, aunque, más bien había sido YoungBin el que se lo había cuestionado y los demás habían pegado la oreja para enterarse del motivo.

—El maldito Park SeungJun —les contestó, sin perder la costumbre de hablar mal de él frente a sus amigos a pesar del cambio, a pesar del gran cambio entre ellos y su relación—. Sigue durmiendo conmigo porque todavía no han arreglado la maldita habitación extra y se me sigue echando encima como un koala, pero ahora no lo puedo patear hasta que me suelte porque está convaleciente y me tiro demasiado rato tratando de soltarme sin hacerle daño.
—¿A qué esperan vuestros padres para prepararle la habitación? —le cuestionó SeokWoo.
—Creo que tenían la esperanza de no tener que hacerlo nunca —murmuró—, con esto de que se suponía que solo iba a venir en contadas ocasiones porque vivía con los del grupo… pero está pasando mucho tiempo en casa. Estoy estresado, chicos.
—Normal, no podrás dormir y encima tienes que correr todos los días para tratar de llegar a tiempo a la primera hora —comentó SangHyuk.
—Exactamente —confirmó y se dirigió hacia JaeYoon—. Ahora sí que creo que odio a Park SeungJun.

Todos sus amigos se quedaron satisfechos con aquella respuesta e InSeong, técnicamente no les había mentido, porque era culpa de SeungJun que seguía metido en su cama que llegara tarde y que no durmiera bien… aunque los motivos exactos los había obviado porque, aunque aquellos fuesen sus amigos y se llevaran bien, el chico no estaba realmente seguro de cómo podían reaccionar si les contaba la verdad. InSeong lo había pensado muchísimo y todo aquello que hacían cuando estaban solos o en la habitación, besarse y abrazarse, no podían hacerlo cuando hubiera personas delante porque dos chicos juntos de aquella forma era una abominación en aquel mundo. Por eso, absolutamente nadie debía de saber de aquello, por el bien de sus vidas y, sobre todo, por el bien de la carrera profesional de SeungJun, que se iría al garete como saliera a la luz que le gustaba besar chicos.

Sin embargo, aunque InSeong tenía totalmente claro que todo aquello que hacían no podía ser visto por nadie y ambos tomaban medidas para no levantar sospechas entre sus padres cuando estaban todos juntos, no podían evitar aprovechar cada momento que tenían a solas para poder besarse, para poder estar en los brazos el uno del otro simplemente por estar juntos, sintiendo el cuerpo ajeno cerca, escuchando el latido de sus corazones o notando la respiración del contrario o la vibración de su cuerpo ante algún ataque de risa. SeungJun e InSeong no podían evitar querer estar juntos cuando sus padres no estaban en casa, así que, a ninguno de ellos se le ocurrió ser precavidos en horas a las que sabían que no tenían previsto llegar y, por eso mismo, fueron descubiertos por un invitado indeseado.

La familia Kang siempre había tenido una llave en su poder de la casa de enfrente, como la familia Kim tenía una de sus vecinos, una llave que siempre era usada para entrar a las casas ajenas sin tener que molestar a sus propietarios, una llave que InSeong se había olvidado por completo que Mina tenía y podía usar para entrar en casa porque él mismo le había dicho que podía ir siempre que quisiera mientras no molestara a SeungJun con sus tonterías. Por ese olvido y por no esperar a nadie que viniera a aquellas horas, ambos habían sido descuidados y, mientras tenían puesta de fondillo una película de sobremesa aquel domingo, ambos se habían dedicado a besarse, besarse y besarse y, en algún momento, InSeong había acabado con la espalda contra los asientos del sofá mientras SeungJun se encontraba sobre él, no besando solamente sus labios, sino su cuello.

Concentrados en los besos y con el murmullo de la película llenando el salón, ninguno de los dos se dio cuenta de cómo la puerta del piso se abría ni cómo la persona que había llegado se adentraba en el lugar, viéndolos de aquella guisa, hasta que la chica no dejó escapar un grito. Inmediatamente, ambos se separaron como si sus cuerpos hubieran sido recorridos por una corriente eléctrica muy fuerte y se repelieran y dieran calambre, girándose hacia la chica que los miraba con los ojos muy abiertos y señalándolos.

—Mina… te lo puedo explicar… —murmuró InSeong, aunque no sabía cómo iba a explicarle absolutamente nada.

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