Título: I must protect
you
Autora: Riz Aino
Pareja: BinSung
(ChangBin + Han) (Stray Kids)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, romance, humor, drama
Número de palabras:
1.130 palabras
Resumen:
a ChangBin le han encargado la tarea de proteger al hijo menor de un chaebol y… si no fuera por el pastizal
que gana con ello, probablemente habría lanzado a Han JiSung por una ventana.
Notas: historia
escrita para las cositas del grupo de SKZ, que me dan ideas cada vez que
hablan… y hablan mucho.
Comentario de autora:
seriamente, debería de mirarme esto de que cada cosa que lea o vea me dé una
idea, porque no es bueno. Espero que os guste.
I must protect you
ChangBin
entró en un local completamente atestado de gente que rondaba su edad, uno de
los miles de pubs que poblaban aquella ciudad, donde el corría alcohol en mayor
cantidad que la sangre por los cuerpos de las personas que allí se encontraban
y la música era lo suficientemente alta como para embotar sus oídos. El joven
caminó por el lugar, tratando de esquivar lo máximo posible los cuerpos de las
personas que se agolpaban allí, que bailaban con sus copas, moviéndolas de un
lado a otro, peligrosamente cerca de derramar su líquido sobre el caro traje de
ChangBin. Sin embargo, probablemente algunas gotas debieron de caer sobre él
mientras buscaba con la mirada entre la multitud, tratando de encontrarse con
una cabecita rubia que le daba tantísimos problemas siempre, no tardando
demasiado en hallar a quien estaba buscando.
—¡HAN JISUNG! —gritó.
ChangBin no había esperado que justo en ese momento la
canción que sonaba en aquel pub se detuviera y que su grito se escuchara en
toda la discoteca, alertando al chico que había nombrado. Éste alzó su cabeza y
miró en su dirección. Sus ojos se encontraron unos momentos y ChangBin pudo ver
cómo la expresión de JiSung pasaba de la confusión al hastío, arrugando su
nariz con desagrado y chasqueando la lengua antes de girarse y echar a correr.
ChangBin soltó un profundo suspiro antes de salir corriendo detrás del chico,
abriéndose paso entre la multitud a empujones y no dejando que nada lo
detuviera, sin perder de vista aquella cabeza rubia. Lo había encontrado y no
iba a dejar que se le escapara de nuevo. Ese chico era su gallina de los huevos
de oro y no podía perder aquella fuente de ingresos.
—¡HAN JISUNG! —volvió a gritar—. ¡DEJA DE CORRER!
¡MALDITA SEA!
Pero por mucho que le gritó, el chico no se detuvo y
siguió corriendo como si le fuera la vida en ello. Corriendo, atravesando la
marea de gente, los dos acabaron saliendo por la puerta de atrás de aquel pub
al aire frío de la madrugada en la capital, pero ChangBin no tuvo tiempo de
sentir el frío, tenía que cogerlo antes de que le pasara algo malo, porque si
le pasaba algo malo, adiós a todo. Por eso, aprovechando su habilidad atlética
y la experiencia que tenía corriendo a gran velocidad, acabó acortando poco a
poco la distancia con JiSung hasta que finalmente solo tuvo que alargar su mano
para cogerlo de la camisa clara que llevaba y detenerlo. El chico trató de
zafarse de su agarre, pero antes de que pudiera hacer nada, ChangBin ya había
pegado su cuerpo a su espalda y le había rodeado la cintura con los brazos
fuertemente para que no tuviera ninguna escapatoria.
—Por fin… —fue lo único que pudo decir.
La respiración la tenía acelerada, al igual que el chico
que tenía en sus brazos y ambos jadeaban por el esfuerzo que habían realizado.
A ChangBin le pulsaban un poco los gemelos, así que, daba por seguro que las
piernas de JiSung no debían de sostener su cuerpo debido a la carrera.
—Suéltame… Seo ChangBin… —dijo JiSung, con el tono
autoritario que siempre lo caracterizaba.
ChangBin
no le hizo caso alguno a su petición porque él recibía órdenes de alguien mucho
más autoritario que aquel chico y éste le había pedido que protegiera a JiSung
sobre todas las cosas. A veces solía escaparse de su vigilancia porque era
demasiado escurridizo y se adentraba en diversos locales o se escondía en
lugares recónditos para que ChangBin no pudiera encontrarlo fácilmente, siempre
cambiando su ubicación… pero ChangBin siempre lo encontraba, antes o después,
siempre lo hacía y lo llevaba de vuelta a casa, donde estaba seguro.
Porque ChangBin había sido contratado para aquello,
contratado para velar por la seguridad de Han JiSung, el hijo menor de un chaebol que estaba amenazado por
demasiada gente. Para ChangBin no era su primer trabajo como guardaespaldas, ni
siquiera era el más difícil, pero en los primeros días había querido lanzar a
Han JiSung por la ventana porque simplemente no podía con su personalidad
cargante y su espíritu de mago escapista, porque le daba demasiados quebraderos
de cabeza. Se había quedado por el dinero, porque le pagaban muy bien por aquel
trabajo, así que, lo de asesinar él mismo al chico no le salía demasiado
rentable. Aunque lo sacara de sus casillas con sus impertinencias, era mejor
protegerlo de todo lo que lo acechaba.
—Tenemos que volver a casa… —le dijo ChangBin.
—Cualquier lugar menos a esa casa… —replicó JiSung, tal y
como siempre replicaba.
ChangBin dejó escapar un suspiro profundo antes de soltar
la cintura del chico y simplemente echarte uno de sus brazos por los hombros,
para seguir manteniéndolo sujeto y así poder echar a andar hacia el coche que
había dejado aparcado cerca de la puerta principal del local en el que lo había
encontrado aquella noche. No lo llevaría a la casa, al menos le dejaría un poco
de respiro antes de volver a llevarlo al lugar en el que aquel chico se sentía
tan asfixiado que tenía la imperante necesidad de escapar a pesar del peligro
que eso suponía para su seguridad personal. Entendía perfectamente aquella
necesidad, pero prefería mil veces que no se escapara y lo avisara de que
necesitaba irse del lugar.
—Sabes que, si quieres salir de allí, en vez de
escaparte… —comenzó ChangBin—, simplemente me lo tienes que decir y vamos a
cualquier sitio… o si quieres escaparte, puedes hacerlo, pero ve a mi casa, ahí
puedo mantenerte a salvo también —agregó.
ChangBin giró su cabeza para ver la reacción de JiSung a
sus palabras y lo vio asentir a aquello, así que, no pudo evitar esbozar una
pequeña sonrisa, deseando que desde aquel momento su vida fuera un poco menos
complicada y que el chico no se escapara ni se comportara de la misma forma
irritante que lo había hecho hasta la fecha. Sabía que era algo prácticamente
imposible, pero tenía que intentar hasta lo imposible porque debía proteger a
Han JiSung.
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