Day 2
TaeYeon
se despertó la primera a la mañana siguiente. No había puesto ningún
despertador, pero ya tenía un reloj interno que la despertaba temprano en la
mañana. Así que, antes de las ocho ya tenía los ojos abiertos y se deslizaba
fuera de la cómoda cama de agua con mucho cuidado para así no despertar a la otra
ocupante. La chica dormía profundamente sobre las sábanas, solo tapada hasta la
cintura y bocabajo, con la mata de cabello castaño cayendo en cascada sobre la
almohada y su espalda.
Una
vez estuvo fuera de esta, caminó descalza por la habitación hasta llegar a la
puerta tras la que se encontraba el baño. Desnuda, como estaba, se miró en el
espejo que había sobre el lavabo y sonrió al ver su reflejo. Tenía el cabello
negro alborotado de cuando Tiffany la había despeinado la noche anterior
mientras mantenían relaciones sexuales, probablemente la castigara por esto un
poco más tarde, pero primero tenía que ducharse, se sentía bastante pringosa
por la capa de sudor que se había secado en su piel tras el acto.
Sin
perder mucho tiempo, la morena se metió en la ducha y dejó que el agua tibia
recorriera todo su cuerpo durante unos momentos antes de comenzar a enjabonarse
con lentitud, pensando en que hacía mucho tiempo que no se duchaba con nadie y
que otra persona fuera la que la frotaba con la esponja era una sensación
demasiado agradable. Quizás le mandara a Tiffany que lo hiciera por ella el
último día, para así dejarle un buen sabor de boca, o ese día también podía
cebarse con ella y darle la mejor sesión de sado de su vida.
TaeYeon
negó con la cabeza. Primero tenía que pensar en otras cosas, como por ejemplo
en ponerse algo de ropa y bajar a por el desayuno para ambas, ya que se habían
saltado la cena la noche anterior, y bueno, también necesitaba pensar en qué
hacerle a la chica después del desayuno que las mantuviera ocupadas
prácticamente toda la mañana.
Después
de enjuagarse con el agua, TaeYeon salió de la ducha y se secó con la primera
toalla que vio. Seguidamente se adentró en la habitación, ya sin toalla que
envolviera su desnudo cuerpo, y rebuscó en el armario algo de ropa cómoda y
sexy. Allí dentro no había muchas cosas cómodas, solo trajes de cuero demasiado
ajustados y demasiado reveladores.
La
chica suspiró y lo primero que cogió fue un tanga de seda transparente y luego
tomó de la percha unos pantalones negros que probablemente tendría que
enfundárselos después de echarse tres litros de lubricante y un top fucsia, que
si bien no dejaba sus pechos al aire como el corsé que había vestido el día
anterior, los marcaba y realzaba de una forma bastante apetecible.
Tras
esto, se vistió y dejó una nota en un post–it sobre la almohada, en el que
avisaba a Tiffany que iba a buscar el desayuno. Luego se subió a los tacones
que había llevado el día anterior y salió de la habitación.
Si
no recordaba mal, SoonKyu le había comentado que la cocina se encontraba justo
al lado de la puerta en la que se encontraba la recepción, donde trabajaba
ella, así que se encaminó hacia allí, pasando por delante de varias puertas con
diferentes números en las que seguramente se encontraban los demás clientes del
‘Soul Hotel’ siendo sodomizados.
★★★
No
supo cuánto rato estuvo durmiendo sola en esa gran cama de agua sin ninguna
otra compañía que las sábanas que la cubrían. La seda acarició la piel que
tapaba debido a una fina corriente de aire que había movido la ligera tela.
Tiffany fue frunciendo el ceño cada vez más, gimoteando y gruñendo contra su
antebrazo, temblando levemente por las caricias del viento que se posaban sobre
su espalda erizándole la piel. La pelirroja terminó levantándose cuando dio un
vistazo rápido en la habitación con sus adormecidos ojos, viendo que estaba
sola.
“¿Dónde está Taeyeon?”
Se
rascó la cabeza dudosa y se deslizó fuera de la cama, dirigiéndose al baño. Al
llegar frente al espejo no pudo evitar girarse y mirar las marcas que la morena
le había dejado sobre su cuerpo la noche anterior. Tiffany mordió su labio
inferior con una seductora sonrisa y suspiró metiéndose a la ducha, dándose un
lavado rápido para quitar ese extraño olor que se había acomodado en su piel
por haberse dormido sin limpiarse.
Estuvo
jugando con el agua un buen rato hasta que decidió salir y envolver su cuerpo
en un fino albornoz de seda que había detrás dela puerta. Era de color rosa, su
favorito.
Mientras
esperaba a que la morena pareciera, le dio tiempo a secarse el cabello y
recogérselo en un moño mal hecho para sentir más aire en su nuca. Sentía que su
piel ardía tan solo de sentir que la tela rozaba las marcas de su trasero más
profundas.
Al
sentarse de nuevo en la cama, sintió que su mano había topado con algo sobre el
colchón. Giró la cabeza hacia la derecha y se encontró un pequeño papel
amarillo.
"Salí
a buscar el desayuno, no tardaré.
Taeyeon"
No
pudo evitar sonreír y esperó agarrando el mando de la televisión y poniendo una
cadena al azar mientras esperaba. Menudo servicio, creo que sería bueno venir
aquí más a menudo. Tiffany esbozó una coqueta sonrisa y cruzó sus piernas
apoyando su espalda contra el respaldo de la cama.
★★★
Cuando
TaeYeon regresó a la habitación con una bandeja en sus manos con el típico
desayuno americano que era lo que en todos los hoteles solían poner, se
encontró a Tiffany sentada sobre la cama, ya despierta y arreglada. Con
cuidado, caminó hacia la mesa que había en uno de los extremos de la
habitación, junto a la ventana y dejó allí la bandeja.
—Aquí
está el desayuno —le dijo—. Come algo y después seguiremos con lo que nos
ocupa.
TaeYeon le guiñó un ojo y vio cómo
la chica resoplaba por su actitud, lo que la hizo reír quedamente. Después, se
sentó en la cama a observarla comer. Tiffany mojaba el trozo de beicon en el
huevo y luego se lo introducía en la boca, abriéndola bastante para no
mancharse, sin embargo, la yema del huevo a veces se le escurría por sus labios
y se pasaba la lengua por estos para retirar cualquier resto que pudiera haber.
Excitándose solo viendo cómo
desayunaba, TaeYeon decidió que lo mejor que podía hacer era levantarse de la
cama y buscar algo que poder hacer con ella el resto del día entre las
estanterías de la habitación. Había un montón de cosas, cientos, de hecho, y la
chica no sabía qué era lo que podía elegir para hacer que ese día fuera muy
agradable.
Vio varias cuerdas y pensó en
atarla, pero despierta seguro que no se dejaría, por lo que aquello lo dejaría
para otro día. También vio un látigo, muchos vibradores de todos los tamaños y
formas, tanto anales como vaginales y a TaeYeon le dieron ganas de probar los
primeros, pero antes que nada tenía que asegurarse de algo, por eso se giró
hacia Tiffany, que estaba terminando de desayunar, y la llamó.
—Oye, perra. ¿Alguna vez has tenido
sexo anal? —la respuesta que le dio la otra le fue muy satisfactoria y, para
calmar sus deseos, tomó las bolas chinas anales y un bote de lubricante de la
estantería.
★★★
El
estómago de Tiffany rugió cada vez más fuerte mientras veía como la bandeja
estaba llena de comida que le recordaba a su tierra natal. Sonrió y comenzó a
devorar el desayuno, gruñendo de felicidad mientras saboreaba el crujiente y
moreno beicon y el huevo junto con el café y el zumo de naranja. Se sentía casi
como una princesa... una princesa sumisa y pervertida, pero una princesa
después de todo.
Mientras
terminaba de comer, Taeyeon le preguntó aquello y no puso evitar sonreír, contestándole
solo con tal gusto al tener la boca llena.
“Oh si, y no sabes lo que me gusta”.
Terminó
su café y saltó de la cama dirigiéndose rápidamente al baño mientras veía a su
ama comenzar a preparar algunas cosas. Su interior tembló nervioso y emocionado
con tan solo pensar que hacía mucho tiempo que no disfrutaba de esa manera, y
tenía ganas, muchísimas ganas.
—Gracias
por el desayuno ama —La última palabra salió automática.
Rápidamente
se lavó los dientes y usó enjuague bucal para quitarse el sabor a café,
guardando las cosas y acercándose a la morena que la esperaba con ese par de
objetos en sus manos. Sintió una descarga eléctrica desde la punta de sus pies
hasta las raíces de sus cabellos y no pudo evitar morder su labio inferior
emocionada.
Si
Tiffany tuviera cola, la estaría moviendo de forma enérgica ahora mismo.
★★★
La
pelirroja había vuelto a la habitación después de pasar algunos minutos en el
baño, tiempo que había aprovechado TaeYeon para estirar un poco las sábanas de
la cama, aunque de todas formas se iban a arrugar en cuanto comenzaran sus
juegos, pero la chica no podía verlas de aquella manera. También había
aprovechado para sentarse en aquella superficie blanda y tambaleante y comenzar
a echarle lubricante a las bolas chinas anales que había cogido de la
estantería.
Podría
haber puesto a cuatro patas a su perra e introducírselas sin el menor cuidado
porque ella tenía el absoluto control y el mando en aquella habitación de hotel
durante esa semana, pero no le pareció la mejor idea, su cliente le tenía que
durar la semana entera y era solo el maldito segundo día. Tenía tantas ganas de
probar todo lo que había en las estanterías de la habitación y así poder
escucharla gritar de dolor y gemir por más.
A
TaeYeon le estaba gustando mucho aquel trabajo, parecía que estaba hecha para
ello.
—Ven
aquí —le dijo a la pelirroja y esta obedeció inmediatamente. Le gustaba que
hiciera las cosas a la primera, sin protestar, sin revolverse, sin cuestionar
su autoridad; aunque también debía admitir que le encantaba cuando desobedecía
sus órdenes, porque así podía castigarla y le gustaba mucho imponer castigos—.
Ponte sobre la cama, a cuatro patas —le indicó.
Mientras su perra se ponía en la
posición en la que más le gustaba, TaeYeon admiró cómo le quedaba la bata de
seda, cayendo suavemente sobre su blanca piel, marcada en algunas zonas por los
golpes que había recibido con la fusta la tarde anterior. La morena se excito
con aquella visión, pero ella no era la que tenía que estar excitada, sino la
otra chica. Por ese motivo, se levantó de la cama y miró a su alrededor,
buscando.
Vio por el rabillo del ojo cómo la
pelirroja se inquietaba al estar en aquella posición de completa sumisión pero
sin estar recibiendo ninguna atención y la tranquilizó, diciendo unas palabras
que la hicieron jadear.
—Espera
un segundo, ahora de daré placer.
Tras decir aquello, TaeYeon encontró
lo que buscaba: la fusta de color fucsia que había utilizado el día anterior.
Con una sonrisita triunfal la cogió de la moqueta, donde había acabado y sopló
sobre ella, para quitarle un poco la suciedad del suelo. Después, se acercó a
la cama con ella, pegándose levemente en la palma de la mano.
—Que comience el juego.
★★★
Tiffany
se impacientaba cada vez más y más al no sentir nada en su cuerpo, ni una
caricia, ni un rasguño, ni una mordida, ni un golpe... nada. Gimoteó como un
cachorro y vio a Taeyeon recoger la fusta con la que se presentó frente a ella
la tarde pasada, sonriendo de aquella manera tan picarona y sensual que le
hacía sentir los nervios a flor de piel. Sonrió nerviosa y tragando saliva al
escuchar el leve sonido de la fusta golpeando con la palma de la mano de la
bajita, y apartó la mirada centrándose en lavar sus ojos en la rosa cama de
agua, cerrándolos instantes después esperando el primer golpe.
Respiró
profundamente y jadeó al sentir las manos de Taeyeon desatándole el nudo de la
bata de seda, tirando de la prenda hasta dejarle completamente desnuda y
expuesta para ella. La miró de reojo por unos instantes y se mordió el labio
inferior al sentir las bolas lubricadas pasándose por su centro y más arriba,
rozando su entrada trasera.
O
Tiffany estaba ya muy caliente o el lubricante estaba muy frío, la pelirroja no
lo sabía con exactitud, lo único que si sabía es que se estaba impacientando
mucho, y era porque había descubierto que tener sexo con algo de dolor era más
placentero de lo que nunca se hubiera imaginado.
—Ama...
quiero que las meta ya, por favor —le suplicó mirándola con los ojos
brillantes, estaba demasiado ansiosa.
La
pelirroja comenzó a mover sus caderas en un continuo vaivén para sentir más
esos roces y de pronto sintió un fuerte latigazo en una de sus nalgas.
Quiso
suplicarle que no le pegara y que simplemente la penetrara con aquello, tenía
la sensación de que no sería difícil, pero claro, ella tan solo era su chica
sumisa, no podía pedirle nada. De nuevo sintió otro latigazo y mordió su lengua
reprimiendo sus gemidos, atrapando las sábanas entre sus manos.
★★★
TaeYeon
estaba tardando deliberadamente en comenzar a penetrarla con aquellas bolas
chinas porque quería ver cómo la otra se comportaba ante la falta de atención.
Si la pelirroja esperaba pacientemente eso le quitaría diversión al asunto,
porque una completa sumisa no era divertido; así que TaeYeon esbozó una sonrisa
torcida al escucharla suplicar porque la penetrara de una buena vez, ya que eso
le daba un motivo para utilizar la fusta de color fucsia y marcar su carne tal
y como había hecho el día anterior.
—Mi
pequeña e impaciente perra —murmuró, dándole un latigazo—. Yo soy tu ama… y
debes esperar el momento —le propinó dos golpes más en el trasero, uno detrás
de otro, y luego decidió darle una lección. Si la chica quería que la penetrara
ya, la penetraría.
Así
que, sin ningún tipo de cuidado, TaeYeon separó sus glúteos y le introdujo la
primera de las cinco bolas por su ano. Escuchó cómo la pelirroja gruñía por lo
bajo por aquella repentina intrusión y se agarraba a las sábanas con fuerza. La
morena se sintió que quizás se había pasado un poco de brusca e intentó
enmendarlo, utilizando la punta de la fusta para masturbar su clítoris y
hacerla sentir así un poco mejor. Por esta acción, la escuchó gemir y al
retirar la fusta vio que estaba cubierta de sus fluidos vaginales.
—Oh…
a mi perra le gusta duro —comentó, inclinándose sobre ella para llegar hasta su oreja—, estás muy mojada.
Le
retiró el pelo de la nuca, haciendo que este se apoyase sobre su hombro y le
cayese en cascada hacia el lado derecho, cubriéndole su pecho, para así tener
acceso a la parte posterior de su cuello y morderla ahí, dejando un chupetón,
una marca para que todo aquel que la viera supiera que aquella perra era suya y
que nadie más que ella la podía tocar. Después, tanteó el trasero de la
pelirroja hasta dar con las bolas chicas y decidió que en aquella ocasión
metería dos seguidas. Sintió a la otra chica tensarse bajo su cuerpo por la
repentina intrusión de dos bolas más y sonrió con picardía.
TaeYeon
se separó de la pelirroja un poco para así obtener una mejor perspectiva de su
cuerpo de curvas suaves y piel blanca que estaba surcada de marcas rojizas y
moradas por su acción de la tarde anterior. La morena sintió cómo su excitación
crecía por aquella vista y no pudo evitar llevar su propia mano a su
entrepierna y tocar unos momentos su clítoris para calmarse. Una vez su
excitación estuvo bajo control, TaeYeon introdujo las otras dos bolas restantes
en el recto de su perra, dejando solo la anilla para luego tirar de ellas y
sacarlas fuera.
En
ese momento le entraron unas inmensas ganas de jugar con la pelirroja un poco,
así que sonrió perversamente.
—¿Cómo
quieres que las saque? —le preguntó—. ¿Del tirón o lentamente? —escuchó la
respuesta de la otra sin perder la sonrisa de sus labios—. Esa es mi perra
—alabó en un murmullo, agarrando la anilla de las bolas chinas.
★★★
Tiffany
comenzó a gruñir y a jadear cuanto más llena se sentía por detrás. Sus uñas
comenzaron a arañar con más fuerza las sábanas y tiró de estas con lentitud pero
sin pausa, queriendo que la tela no terminara nunca para tener algo a que
aferrarse. Suspiró profundamente y arqueó levemente la espalda al sentir las
atenciones contra su clítoris por aquella fusta que primero la había marcado y
ahora le estaba regalando unas deliciosas caricias sobre su punto más sensible.
Su centro de placer estaba palpitando a base de bien por lo rico que sentían
aquellas bolas en su entrada trasera y no pudo evitar morder su labio cuando
tensó sus músculos y se dio cuenta de que las tenía todas en su interior. No
podía sentirse más llena y le encantaba.
—Mi
ama... sáquelas de golpe —susurró roncamente queriendo sentir el movimiento
rudo y su ano maltratado de aquella forma; le gustaba sentirse abierta de esa
manera.
Movió
sus caderas separando un poco más sus piernas y gimió sonoramente cuando los
labios y los dientes de Taeyeon hicieron contacto con la piel de su cuello.
Humedeció sus propios labios y respiró profundamente, mirando de reojo a la
mujer que le estaba regalando placer de buena mañana.
La saliva de su ama se pegó a su
hombro y una fría corriente de aire se paseó por las zonas húmedas de su
cuerpo.
—Quiero
que sea ruda conmigo... —confesó entre jadeos. El calor estaba invadiendo su
cuerpo y su piel se erizó al sentir un leve movimiento de las bolas dentro de
si—. Por favor.
★★★
TaeYeon
tiró bruscamente de la anilla, sacando todas las bolas del interior del reto de
su perra, escuchando su grito de dolor resonar en las paredes de la habitación.
Durante un segundo, se sintió mal por ella, pero luego recordó que había sido
la chica la que le había dicho que le gustaba que fuera ruda; además, era su
ama, podía hacerle lo que quisiera, podría hacerle daño y luego curarle las
heridas. Había tantas cosas que quería hacer con ella, tantas ideas acudían a
su mente y la morena solo quería hacerlas realidad todas y cada una de ellas en
aquella semana.
—Voy
a hacerte gritar aún más —le susurró.
Vio
cómo la chica se ponía un poco tensa por sus palabras y eso le encantó a
TaeYeon. Tomó de nuevo las bolas chinas en sus manos y esta vez no quiso ser
condescendiente. El ano de su perra se contraía una y otra vez, sonrosado,
dándole una vista maravillosa y la chica no lo pensó más antes de introducirle
de golpe todas las bolas. A la pelirroja le fallaron los brazos y cayó sobre el
colchón, jadeando fuerte, con aquel objeto en su interior. TaeYeon se levantó
de la cama y caminó hacia las estanterías mientras su perra recobraba la
respiración. Necesitaba un buen vibrador que meterle en el recto después de
acostumbrarla un poco a que tuviera algo allí, así que buscó por el lugar,
encontrando algo que le encantó.
—Eres
mi perra, ¿verdad? —cuestionó, escuchando con una maliciosa sonrisa la
respuesta que esta le dio—. Muy bien, creo que va siendo hora de que muevas la
colita para mí.
TaeYeon
tomó de las estanterías otras bolas chinas. Esta vez tenían un poco más de
diámetro, un pequeño vibrador incrustado en cada una de ellas y al final, en
lugar de una anilla una pequeña cola.
★★★
Tiffany
quiso gemir pero de su boca solo escapó un largo grito de dolor por el
repentino vacío dentro de su recto. No estaba acostumbrada a ello, y aunque
sentía su cuerpo contraerse para no sentir tanto dolor en aquella delicada
zona, le gustaba a la vez sentirse abierta de aquella manera tan ruda. Mordió
su labio inferior y respiró con profundidad, quejándose un poco al sentir que
esas cinco bolas entraban de nuevo, pero esa vez sin cuidado alguno. Pensaba
que iba a desgarrarse pero esa idea desapareció de la cabeza cuando vio aquella
cola peluda y suave de color gris unida a unas bolas chinas algo más grandes
que las intrusas que tenía dentro de sí.
Taeyeon
pasó la cola por su cuerpo, acariciando sus muslos y su trasero, pasando a su
espalda y volviendo a bajar mientras tiraba de la anilla otra vez. Tiffany
volvió a gemir esta vez controlando un poco su voz y apretó sus paredes,
intentando cerrar un poco su ano adolorido.
—Quiero
mover la colita para mi ama... —la pelirroja la miró de reojo mordiendo su
labio inferior mientras movía sus caderas lentamente, simulando tener una cola
que movía con sensualidad—. Hágalo ama, quiero ser su perrita.
Sintió
por unos instantes tres dedos de Taeyeon en su ano y seguidamente la suavidad
del látex entrando por su entrada trasera. Intentó relajarse al no sentir
lubricante en el juguete, dejando de apretar sus paredes y agarrándose a las
sábanas.
A
cada bola nueva que entraba en su interior, la vibración en su recto se volvía
más profunda y ruda, enviándole olas de placer que le costaba ignorar. Tiffany
respiró profundamente y soltó un largo gemido moviendo de nuevo sus caderas al
sentir que la cola peluda se rozaba un poco contra sus nalgas y tocaba su
húmeda entrepierna.
—Ama,
la perrita quiere jugar —La fuerza en sus brazos todavía no había regresado del
todo así que decidió excitar un poco a Taeyeon poniéndose en postura de perrito
juguetón, moviendo su trasero y a su vez, la cola.
★★★
TaeYeon
sonreía satisfecha al ver cómo aquellos juegos que había estado pensando le
gustaban a la chica que tenía bajo su control. Desde el primer momento la había
llamado perra y, al encontrar aquello en la habitación, no había podido evitar
querer jugar con ella de aquella manera. La chica gemía, jadeaba y a veces gruñía
mientras le retiraba las bolas chinas que se encontraban en su interior y luego
abría un poco de hueco con sus dedos antes de introducirle las nuevas sin
lubricante y sin nada porque las paredes de su recto ya no apretaban tanto como
al principio y ya no le era muy necesario.
Una
vez instaladas allí, la morena observó cómo su perra empezaba a ser juguetona
con ella, como si fuera realmente un animal de compañía, su animal de compañía. Y a TaeYeon le dieron unas ganas infinitas
de jugar duro con ella.
—Con
que quieres jugar, ¿eh? —comentó. El movimiento afirmativo de la chica y la
sonrisa de su rostro hicieron que TaeYeon tampoco pudiera contener su sonrisa,
pero esta era algo diferente, una un poco más pervertida y muy calculadora—.
¿Qué te parece si jugamos duro?
La
morena recibió un asentimiento por parte de la desnuda pelirroja y quiso hacer
sus fantasías realidad. Con un movimiento diestro saltó de la cama y fue de
nuevo a la estantería, donde había una serie de cuerdas y cogió una de ellas,
la más corta que encontró, además de varios vibradores pequeños a los que les
daría un gran uso y algo de cinta aislante. Después, se dirigió a la cama de
nuevo y le indicó a la chica que se sentara con las piernas abiertas.
Con
gran parsimonia, puesto que tenían todo el día y solo era media mañana, TaeYeon
colocó uno de los pequeños vibradores rosas sobre el pezón derecho de la chica,
anclándolo a ese lugar para que no se cayera con la cinta aislante y luego
llevando el regulador de vibración a su brazo y pegándolo allí también. Bajo la
atenta mirada de la pelirroja, la chica hizo lo mismo con su pezón derecho y
luego se dirigió a su entrepierna, donde colocó el aparato en su clítoris.
Una
vez todo estuvo en su sitio, TaeYeon cogió la cuerda que había tomado
previamente y la enganchó al collar que la otra tenía en su cuello. Ahora que
era una perra con todas las letras y cola y todo que se movía, no iba a dudar
en llevarla de paseo por todo el hotel para que todos los que estaban allí
vieran que la chica era suya, que estaba bajo su control.
★★★
Los
ojos de Tiffany miraron avergonzados a Taeyeon en cuanto comenzó a sentir los
tirones de la cinta aislante contra su piel. Eso le dolería luego cuando la
liberara de la cinta pero a la vez le parecía excitante la tortura que estaba
por venir. En total tenía ocho vibradores en su cuerpo, cinco dentro de su
recto, dos en sus pezones y uno en su clítoris. Sin haber hecho nada sentía
como su cuerpo quería avergonzarla, y antes de que se diera cuenta, sus
líquidos ya estaban saliendo por la estimulación que provocaba esa cola y las
bolas chinas en ella. Tragó saliva y gruñó bajamente, sintiendo un tirón en su
cuello por la cuerda que le hizo caer de rodillas al suelo, y gatear hasta la
puerta siguiendo a su ama.
Taeyeon
se agachó a su altura; la mano de esta acarició sus cabellos y detrás de sus
orejas como si realmente fuera un perro lo que llevaba atado, y no una mujer
altamente excitada y lista para pasar la vergüenza de ser paseada por ese hotel
como si fuera un animal.
Sentía
frío y a la vez calor. Un leve dolor se instaló en su centro por las cosquillas
de la cola peluda que llevaba, quería tocarse, o que la tocaran, que la
penetraran con algo, pero eso parecía no estar en los planes de Taeyeon, no
aún.
Ronroneó
delicadamente y gimoteó cuando su ama se puso en pie de nuevo y abrió la puerta
de la habitación, poniendo en marcha esos tres pequeños vibradores que había
pegado en el cuerpo de su mascota. Tiffany no pudo evitar morder su labio
inferior y apretar las manos en puño, pero tuvo que dejar de hacer eso último
para poder gatear con la cabeza bien alta, tal como la morena le había ordenado
instantes antes.
Mientras
paseaban por el pasillo en dirección al recibidor, pasaron por delante de
varias puertas en las que se escuchaban gritos, quejas, jadeos, gemidos,
insultos y algún que otro golpe de varios clientes y amos que jugaban desde que
había salido el sol. Tiffany sintió curiosidad por más de una habitación, lo
que le llevó a sentir leves tirones en su collar cuando se desviaba del camino
que Taeyeon le imponía con sus pasos elegantes. Parecía que todo hubiera estado
planeado en la mente de la mayor desde que se vieron por primera vez.
—¿Hacia
dónde vamos ama? —se atrevió a preguntar la pelirroja mientras seguía
avanzando, cada vez con más destreza pero a la vez con más excitación dentro de
su cuerpo. La cara interna de sus muslos comenzaba a brillar por sus líquidos
que salían debido a la seguida estimulación anal y vibradora de los pequeños
utensilios pegados a ella.
★★★
TaeYeon
podía ver cuán excitada estaba la chica que acababa de atar solo con observarla
de pasada, así que era seguro que las personas de las demás habitaciones
pudieran ver también lo bien que estaba haciendo su trabajo con ella y que se
merecía el gran sueldo que le iban a pagar por ello. La morena se agachó a la
altura de su perra, que estaba a cuatro patas sobre el suelo de moqueta y con
una expresión de infinito placer en su rostro, pero con un punto de algo que en
un principio no pudo reconocer pero que luego supo que se trataba de ansia por
más. La chica sonrió mientras le acariciaba la parte de detrás de las orejas.
—Eres
una buena perra —la alabó. Después, se levantó de nuevo y encendió todos los
vibradores que anteriormente había colocado en su cuerpo para que comenzara a
sentir aún más placer y para que se mojara mucho más de lo que ya estaba—.
Ahora vamos a dar un paseo para que todo el mundo vea que yo soy tu ama, así
que camina con la cabeza bien alta, como buena mascota.
La
pelirroja hizo lo que esta le dijo y TaeYeon sonrió satisfecha. Después de
esto, abrió la puerta de la habitación y tiró de la cuerda para que la otra
comenzase a gatear detrás de ella a través de los pasillos del hotel.
Procedente de todas las habitaciones se podían escuchar gemidos y jadeos,
seguidos de algunos sonidos de cuero contra carne y de gritos de dolor
mezclados con placer.
Aquello
era música para sus oídos.
La
morena seguía avanzando por el pasillo, prestando solo la mínima atención
porque estaba más enfocada en seguir caminando hasta la recepción, pero su
perra de vez en cuando se desviaba de su camino y TaeYeon tenía que corregirla
dando tirones con la cuerda. En algunos de aquellos momentos, la chica se
lamentó de haber dejado la fusta en la habitación porque podría haberle dado
muy buen uso, pero ya la utilizaría luego en el interior de la habitación, por
el momento solo quería someterla a su autoridad y humillarla ante todo el
mundo.
La
pregunta que escuchó salir de los labios de la pelirroja la hizo detenerse de
golpe en mitad del pasillo y girarse hacia ella con una sonrisa.
—Te
dije que quería que todos te vieran así —le respondió—, así que debemos ir a
recepción para llamarlos a todos y que salgan al pasillo para que puedan
hacerlo.
Una
vez le explicó de nuevo a su perra cuáles eran sus intenciones, echó a andar de
nuevo hacia aquel lugar, llegando unos instantes después. TaeYeon no se molestó
en llamar y simplemente abrió la puerta de la estancia e ingresó en ella con la
otra detrás, encontrándose al hacerlo con SoonKyu completamente desnuda sentada
sobre la mesa. Era una visión bastante excitante, pero la morena no dejó que
aquello la apabullara, ya la había visto desnuda, había probado su piel y sus
jugos y le había encantado la experiencia, pero en aquel momento estaba allí
por otra cosa.
—SoonKyu
—la llamó y la chica le sonrió de una forma adorable que contrastó enormemente
con la posición sexual de su cuerpo—. Necesito que me ayudes con una cosa.
—Tú
dirás —respondió ella, levantándose de la mesa y caminando hacia ellas, con sus
ojos puestos encima de TaeYeon, incitándola.
—Necesito
que todos salgan al pasillo —respondió—. Necesito que todos vean cuán sumisa es
mi pequeña perra y lo excitaba que está sin que la haya tocado aún.
—Tus
deseos son órdenes para mí, TaeYeon —dijo SoonKyu, acercándose de nuevo a la
mesa sobre la que había estado sentada, contoneándose ante ella y luego
inclinándose para dejar a la vista su entrepierna levemente mojada antes de
agarrar un micrófono y pulsar un botón—. Queridos clientes y amos —dijo, y su
voz se pudo escuchar en todo el hotel—, para ser espectadores de un espectáculo
que a muchos os gustará, deberéis salir al pasillo y disfrutar de la vista.
TaeYeon
se dio la vuelta y salió, sacando a su perra de un tirón en la correa de la
recepción, entrando de nuevo en el largo pasillo que antes habían recorrido.
Las puertas que estaban cerradas comenzaron a abrirse lentamente y por ellas
empezaron a salir todo tipo de personas, chicos y chicas de diferentes edades,
algunos desnudos y otros vestidos, que las miraron como si fueran un suculento
plato de comida.
—¿Preparada?
—le preguntó a su perra, poniendo en potencia máxima todos sus vibradores,
deseando que en el recorrido, su perra acabase retorciéndose en el suelo por el
placer del orgasmo.
★★★
Tiffany
sentía que sus rodillas empezaban a escocer por el continuo roce de la moqueta
contra su piel desnuda, pero agradeció al entrar en aquella habitación de suelo
frío donde pudo descansar un momento, apoyando todo su peso en uno de sus
muslos simulando ser una mascota obediente que esperaba por los pasos de su
ama. Miró a la mujer desde el suelo y recordó que era aquella misma rubia que
la había empujado hasta su habitación el primer día de llegar a ese hotel tan
especial. No pudo evitar avergonzarse al ver que otros pares de ojos la estaban
mirando, aunque lo que le hizo verdaderamente sonrojar fueron las palabras de
Taeyeon. ¿T-Todos van a verme? Tragó saliva sintiendo sus mejillas arder,
pensando que eso era demasiado cruel por parte de la morena, pero ella solo
podía obedecer, sino realmente sería castigada y tenía miedo de ello.
Las
vibraciones continuas que recibía su cuerpo a través de los vibradores pegados
a ella no le dejaban pensar con claridad, al igual que los tirones de la cinta
aislante contra su blanca y delicada piel. Disimuladamente se rascó en uno de
sus brazos, empezando a caminar de nuevo al sentir otro tirón en la correa que
llevaba.
Tragó
saliva al verse de nuevo frente al largo pasillo de moqueta roja con una leve
diferencia respecto el último paseo que tuvo por este, instantes antes. Había
chicos y chicas, amos y sumisos, algunos arrodillados y otros en pie, que las
miraban con lujuria y sonrisas posesivas en sus rostros. Tiffany se sintió
caliente, demasiado para ser bueno, y la vibración en su cuerpo aumentó,
reprimiendo un gemido antes de escuchar un grito por parte de su ama al no
avanzar.
El
tirón de correa fue lo que le hizo tropezar, aunque recuperó rápidamente el
equilibrio y empezó a andar. La gente que se encontraba arrodillada en su mismo
nivel la miraban como si fuera una perra en celo lista para ser montada.
En
la cara interna de sus muslos empezó a sentir que sus líquidos bajaban,
calientes y lentos, humedeciendo su piel y excitándola más al mismo tiempo. No
sabía si tenía permitido gemir, así que mordió su labio inferior hasta provocar
que una fina gota de sangre se asomara por el borde de este. De pronto, sintió
una lamida en su mejilla y al girar el rostro se encontró con una chica de
sonrisa hermosa y cuerpo marcado múltiples veces por una fusta u otro objeto
parecido. Tiffany se sonrojó, pero se atrevió a devolverle la lamida, como si
se trataran de dos cachorras que solo estaban jugando.
—Oye
pequeña, ¿te dije yo que pudieras acercarte a ella? —la chica marcada
retrocedió al tirón de correa que le hizo una muchacha alta, probablemente su
ama. Cuando tuvo a su perra domada, se dirigió a Taeyeon—. Perdona a Jessica,
todavía me queda mucho por domarla.
★★★
TaeYeon
sonrió con satisfacción al ver que las puertas de ambos lados del pasillo
comenzaban a abrirse y por estas salían todo tipo de personas que también se
encontraban en aquel lugar, recibiendo las mejores experiencias de sus vidas.
La morena vio tanto parejas heterosexuales como homosexuales asomar al pasillo
por el que caminaban ambas, mirándolas a las dos con deseo, aunque miraban
mucho más a su perra, que gateaba a su lado, conteniendo las expresiones de
placer de su rostro, pero sin poder contener el líquido que discurría por la
cara interior de los muslos y que seguramente antes de que llegaran a su puerta
comenzara a gotear sobre la moqueta.
La
chica seguí tirando de la correa para demostrar que aquella pelirroja era su
mascota y que era solo suya ante las demás personas que se habían congregado
allí. Sin embargo, de repente sintió como su perra no se movía y entonces se
giró hacia ella para gritarle:
—Muévete,
perra.
No
tardó ni un solo segundo en moverse de nuevo y TaeYeon sonrió porque no llevaba
más que un día con ella y ya la obedecía cómo si fuera su sumisa desde siempre.
La morena se giró para ver la expresión de placer que tenía que tener su perra
en su rostro, encontrándose sin embargo que esta estaba lamiendo a la sumisa de
otra. Quiso castigarla por hacer algo que no le había ordenado, pero la ama de
la otra ya le regañó a la suya y decidió dejarlo pasar, por lo menos hasta que
estuvieran dentro de su habitación. Ya se cobraría, lejos de ojos indiscretos,
aquella desobediencia.
—Avanza
—ordenó, con voz autoritaria, pero la pelirroja no se movió del lugar en el que
estaba. TaeYeon estuvo a punto de tirar de la correa para que lo hiciera, pero
entonces vio cómo temblores se apoderaban del cuerpo de la chica y supo que
estaba próxima a llegar al orgasmo. Por este motivo, la morena se agachó a su
altura, relamiéndose los labios antes de susurrarle en la oreja—: Gime tan alto
como puedas, hazles saber a todos lo placentero que es llegar al orgasmo
mientras otros te observan, perra.
La
pelirroja la miró durante unos segundos, desafiante, pero después, cuando le
llegó el orgasmo gritó como ella le había ordenado y TaeYeon sonrió satisfecha,
viendo cómo su perra se retorcía en el suelo, producto de estar corriéndose y
sintiendo cómo los vibradores seguían moviéndose contra las zonas sensibles de
su cuerpo.
La morena miró a su alrededor,
dándose cuenta de que muchas de las personas que las observaban habían
comenzado a masturbarse por el espectáculo y decidió que ya había sido
suficiente. Tiró de la cuerda y puso en marcha a su perra de nuevo, que se
arrastraba como podía tras ella hasta que llegaron a su habitación y TaeYeon
cerró la puerta para que nadie más pudiera ver lo que iba a suceder entre las
dos.
—No te has portado del todo mal —murmuró, mirando en dirección
a la chica que aún seguía en el suelo, recuperándose del orgasmo—, pero me has
desobedecido en ocasiones y por ello te has ganado unos azotes —soltó la cuerda
que había estado sosteniendo durante los últimos minutos y caminó en dirección
a las estanterías, donde esperaba encontrar un cinturón de cuero con el que
darle unos azotes a su perra en el trasero para que aprendiera la lección.
★★★
Tiffany
obedeció todo lo que pudo aguantar con su cuerpo antes de sentir el orgasmo
acercarse desde las puntas de sus dedos hasta su zona íntima. Gimió y gritó así
como Taeyeon se lo pidió y tembló de arriba abajo hasta que pudo avanzar con
esfuerzos hacia la puerta. La gente se había comenzado a masturbar mirándola y
había más "perros y perras" como ella que la miraban con picardía y
perversión en sus ojos; pero Tiffany estaba demasiado ocupada intentando no
llorar suplicando que apagara esos vibradores que seguían funcionando. Era una
tortura demasiado dolorosa, aunque también deliciosa.
Agradeció
llegar hasta la habitación y se sentó en el suelo, jadeando y sudando por el
esfuerzo de no caer rendida en la elegante alfombra del pasillo.
Con
los ojos acuosos de las lágrimas que querían salir, la pelirroja miró a su ama,
la cual había soltado la cuerda y ahora estaba de espaldas a ella, paseándose
por la habitación, buscando algo entre todos los objetos que había en las
estanterías. Tiffany tenía miedo, pero quizás si la azotaba fuerte podría
olvidarse de la tortura que seguía vibrando contra su piel y sentiría más el
escozor de los azotes y los golpes. Quiso hablar, disculparse, pero sabía que
no tenía permiso a menos que su ama se lo concediera. Se sentía impotente y
excitada al mismo tiempo, se sentía sucia y quería más. Ella misma no se
entendía.
Agarrando
con fuerza la moqueta del suelo, fue avanzando poco a poco, intentando no hacer
ruido, quedándose quieta cuando veía que había peligro de que los ojos de su
ama se encontraran con los suyos mientras quería avanzar hacia sus piernas,
abrazándolas y pidiéndole perdón por su comportamiento animal. A pesar de todo
aquello, Tiffany tenía claro algo: los labios de aquella muchacha que besó,
antes de que Taeyeon tirara más fuerza de la correa, sabían muy bien, y no le importó
haber desobedecido el acto de caminar y exponerse a pares de ojos desconocidos
para ella. Seguramente esas personas paseaban por la calle sin que nadie
supiera sus gustos particulares y oscuros, y ahora la pelirroja se había
convertido en una chica más de ese grupo.
Se
rascó un brazo, sentía picor en la zona donde tenía una de las cintas adhesivas
pegadas a su cuerpo, tenía la zona enrojecida e irritación, quería quitárselo.
—Ama...
—Tragó saliva mirándola con súplica— ¿...puedo quitarme esto? —Se atrevió a
preguntarle algo que no creía que podía hacer.
“O cuídeme mejor y deme algo para que deje
de picar...” Tragó saliva al silencio de Taeyeon y bajó la cabeza
avergonzada.
★★★
TaeYeon
observó cómo la pelirroja avanzaba lentamente por la habitación por el rabillo
del ojo, teniéndola siempre vigilada y vio cómo esta se rascaba la zona donde
los mandos de los vibradores estaban sujetos con cinta. La pregunta que le hizo
este confirmó que aquello le estaba molestando en demasía y como tampoco eran
ya necesarios la morena decidió que le quitaría los vibradores de los pezones
en ese caso, pero los demás se los dejaría dentro de su cuerpo, para que estos
siguieran provocándole dolor y placer por partes iguales mientras la azotaba.
Después
de buscar por las estanterías, encontró aquello que quería y lo cogió,
girándose hacia su perra, que se había arrastrado hasta la cama, donde se había
medio tumbado, con una expresión extraña en su rostro que no sabía cómo
identificar del todo.
—Quítate
los vibradores de los pezones —le ordenó y la chica siguió esta orden
inmediatamente. TaeYeon sonrió y esperó a que terminara para darle otra orden—.
Ahora ponte de rodillas sobre la cama y muéstrame tu trasero… recibirás un
pequeño castigo.
Vio
cómo su perra tragaba saliva claramente y le dieron ganas de morder aquel
cuello níveo hasta hacerla sangrar, como si fuera un vampiro y ella su presa.
TaeYeon se sintió un poco asustada por aquel pensamiento, porque nunca antes
había tenido pensamientos sobre hacer sangrar a su perra, pero en aquellos
momentos le apetecía muchísimo y sabía que alguno de los días lo llevaría a
cabo, más tarde o más temprano.
La
otra chica ya se había puesto en la posición que TaeYeon le había indicado,
dejando su trasero a la vista y mirando hacia atrás, intentando determinar
seguramente qué era lo que ella le iba a hacer. La morena se relamió los labios
y agarró firmemente el cinturón de cuero en su mano.
—Espero
que disfrutes de este castigo —murmuró justo antes de alzar el cinturón y darle
el primero de los azotes que quería que su perra recibiera por haberla
desobedecido.
★★★
La había desobedecido, si, y bastante,
pero admitía que había disfrutado el probar la boca de otra perra que también
estaba en aquel hotel. Seguía sintiendo el calor de todas las miradas que
disfrutaron de su húmedo espectáculo y de su orgasmo mostrándose débil frente a
todos. Podía todavía escuchar las respiraciones ajetreadas de los que se
masturbaban mirándola y las risitas coquetas por tales vistas. Tiffany seguía
sintiéndose observada, pero el calor de aquellos ojos que ya no la miraban se
acrecentó cuando sintió la vista fija en ella por parte de su ama. Taeyeon la
estaba observando con tal seriedad que sintió la necesidad de cubrirse el
rostro por la vergüenza de ser mirada tan fijamente. Sabía que no podía
cubrirse porque recibiría otro castigo por ello, así que tragó saliva y se
quitó las cintas que sujetaban los mandos de los vibradores que estaban en sus
pezones. Sintió un alivio tremendo cuando aquellos continuos tirones en su piel
debidos al pegamento de la cinta desaparecieron, de todas formas, no todo eran
flores, pues la irritación comenzó a verse y le picaba, le picaba mucho.
El
escozor de ser alérgica a ese tipo de cosas le pasaba factura casi siempre, y
aunque intentaba no tocar mucho eso, no había podido negarse a sentir dolor,
picor y placer al mismo tiempo.
Sintió
su corazón palpitar acelerado cuando la profunda y aterciopelada voz de su ama
le ordenó mostrar su trasero sobre la cama, sabía lo que iba a pasar, lo supo
desde que la vio dirigirse a una de aquellas largas estanterías. Tragó saliva,
mordiendo su labio inferior mientras seguía con la mirada a Taeyeon: esta se
colocó detrás de su trasero con un amenazante cinturón negro de cuero. Por acto
reflejo agarró las sábanas tirando levemente de ellas, cerrando sus manos en
puño.
El
silencio invadió la habitación y seguidamente fue cortado por un sonoro azote
que atrapó su nalga derecha y parte de su espalda baja. Dios mío... Mordió de
nuevo su labio inferior apartando la vista de su ama y bajó la cabeza cerrando
los ojos, dejando que sus largos cabellos crearan una roja cortina alrededor de
su rostro. Sintió que dolía, le picaba, pero aguantó. Ese era su castigo y como
buena perra debía obedecer a Taeyeon. Aguantó la respiración y sintió otro
azote en la misma nalga, esta vez atrapando parte de su muslo, eso le iba a
dejar marca por unos días y ni quería saber cómo lo haría para poder sentarse,
a no ser que su ama la cuidara luego para que no sintiera tanto escozor.
Gimió
al sentir el tercer azote y apretó los dedos de los pies contra la almohada.
Sentía que su corazón iba a mil, y que el sudor en su frente iba apareciendo y
pegándose en su flequillo. Relamió sus labios y tensó su cuerpo, sintiendo los
cosquilleos de la cola todavía metida en su ano y el pequeño vibrador pegado a
su clítoris, haciéndole sentir que iba a explotar en cualquier momento.
El
cuarto azote ya estaba aquí, y Tiffany no pudo evitar pegar un grito.
—¡Ama!
★★★
TaeYeon
había pensado que los azotes que su perra se merecía por desobedecerla serían
seis, así que los contó en voz alta a la vez que hacia que la mano con la que
sujetaba el cinturón de cuero se sacudiera, lanzando aquella cinta en dirección
al trasero de la pelirroja, quien parecía estar disfrutando de aquel castigo.
Hasta cuatro veces le dio en la misma nalga antes de decidir que quizás debía
darle los otros dos que le quedaban en la otra.
—Cinco
—anunció, paladeando aquel número en su boca, a la vez que daba otro azote con
el cinturón, esta vez en la nalga izquierda. Probablemente, la pelirroja lo
esperaba en el otro glúteo, por eso se sobresaltó y volvió a llamarla a gritos,
como había hecho anteriormente, motivo por el cual TaeYeon había pensado que
era mejor utilizar el lado izquierdo—. Seis.
Después
de darle el último azote, TaeYeon bajó su brazo y dejó el cinturón caer al
suelo. La hebilla creó un sordo sonido metálico al chocar contra el suelo de
moqueta a sus pies y la morena sonrió al ver cómo ante ella se extendía el
cuerpo desnudo y magullado de su perra. Le entraron ganas de seguir pegándole,
de seguir usando su cuerpo hasta que la otra no pudiera más, pero antes de
perder la cabeza por aquella piel nívea llena de marcas, decidió que era mejor
parar, alejarse y darse ambas un respiro.
—Tendrás
toda la tarde libre para curarte las heridas y reponerte —le dijo—. Por la
noche cenaremos juntas y dormiremos para que mañana sea otro gran día.
Tras
decir esto, no esperó la respuesta de la chica, simplemente se alejó de la cama
y caminó hacia la puerta de la habitación. Escuchó que la otra le decía algo,
pero fue un murmullo tan bajo y delicado que no lo oyó con claridad y no se
volvió hacia ella para preguntarle qué era lo que había dicho porque si
escuchaba su voz, diciendo "Ama" de nuevo, con aquel tono tan sensual
y desgarrador, sabía que no tendría de nuevo la fuerza de voluntad para
largarse y no volver a usar su cuerpo. Por este motivo, giró el pomo de la
puerta que estaba hecho para abrirse para ella y solo ella y salió del lugar,
cerrando a sus espaldas, dejando a aquella pelirroja tan sexy que la iba a
hacer perder la cabeza, tumbada sobre la cama con el cabello largo y rojo como
el fuego desparramado por su cuerpo y las sábanas.
★★★
Acabó
rendida en la cama, sintiendo el escozor y el calor en toda su piel,
especialmente en sus nalgas magulladas por los azotes. No pudo evitar gritar,
gemir, suplicar y llorar, pero a la vez sintió que le gustaba, y que a pesar de
que quizás le dolería al sentarse, no quería que parara.
Acabó
cayendo sobre la cama de agua completamente rendida: su respiración era
ajetreada e irregular, sus mejillas ardían tanto como sus nalgas, sus párpados
pesaban para poder mantenerlos abiertos, y todo su cuerpo era una masa de carne
y hueso sin fuerza alguna. Todavía sentía las ondas del vibrador enganchado en
su clítoris pero era tanto el cansancio que la envolvía que apenas podía pensar
qué estaba pasando a su alrededor. Llamó a Taeyeon, pero la puerta se cerró sin
obtener respuesta y supo que se quedó sola.
—Ama...
—Volvió a susurrar sabiendo que nadie iba a contestarle.
Con
pena y trabajo se puso de rodillas sobre la cama y se quitó el vibrador que aún
llevaba enganchado a su cuerpo con cinta aislante. Le picaba, pero eso era lo
de menos.
Cerca
de la cama había un espejo de cuerpo completo con el que se miró todas las
heridas y marcas que tenía en su piel. Con cuidado bajó de la cama y se acercó
al espejo, aprovechando la fuerte y anaranjada luz del ocaso para observar que
su trasero había sufrido bastante con los azotes; nada más rozar las marcas
rojas dio un saltito, le dolían.
Tenía
una sensación extraña recorriéndole por el cuerpo, porque otra persona
probablemente hubiera salido de esa habitación y hubiera pedido explicaciones
de por qué tanta violencia por haber besado a otra chica que también hacía de
perrita, pero Tiffany no iba a hacer eso, de alguna manera —muy peculiar— había
sentido algo de amor en los actos de su ama. ¿Amor? Bueno, más bien cariño, o
preocupación en saber si ella estaba bien después de todo. ¿Por eso se fue de
la habitación? Probablemente.
Tiffany
se dirigió al baño y se miró en el espejo de este antes de enjuagar su boca.
Los golpes del cinturón habían provocado que se mordiera el labio inferior con
tanta fuerza que acabó haciéndose una herida dentro de este. Cuando vio que no
sangraba, se dejó caer sobre la cama de agua y se cubrió con la sábana más
fina, sintiendo un pequeño escozor sobre su piel magullada. ¿A dónde se ha ido?
Fue lo último que pensó antes de sentir un pesado sueño invadiéndola y el peso
sobre sus párpados una vez más. Su ama le había dado tiempo libre para
recuperarse, y a ella lo que más le gustaba hacer era dormir, así que
simplemente se relajó abrazando una de las almohadas de la cama y cerró los
ojos, dejándose llevar al mundo de los sueños.
★★★
La
morena caminó por los pasillos del 'Soul Hotel' hasta que llegó a la oficina de
SoonKyu, a la que entró sin llamar siquiera y se sentó en una de las dos sillas
que tenía la otra en el lugar. La mirada que recibió fue de interrogación pura
y dura y TaeYeon suspiró antes de comenzar a a hablar como si le hubieran dado
cuerda.
—Necesitaba
que me diera un poco el aire para pensar con claridad —dijo lo primero—. El
aire en la habitación está muy viciado y se me embotan los sentidos.
—Tienes
miedo porque te está gustando —afirmó, no preguntó la chica que se encontraba
ante ella, observándola con una mezcla de inocencia y diablura que no deberían
ir juntas pero que en su rostro casaban de una manera espectacular.
TaeYeon
se permitió unos momentos para pensar antes de responder a aquella simple
afirmación. Sí. Tenía miedo. Mucho miedo. Antes solo había hecho algo como
aquello cuando SoonKyu se desnudó ante ella y se lo pidió. En aquella ocasión
había sido muy delicada y había tenido mucho cuidado de no hacerle demasiado
daño, pero con la pelirroja que tenía la
habitación no se había contenido en ningún momento y no tenía demasiado claro
que no le hubiera hecho demasiado daño. Pero eso era algo que estaba pensando
en ese momento, porque mientras había estado allí dentro apenas si se le había
pasado por la cabeza.
—Podría
haberle hecho daño —murmuró.
—¿Quieres
que vaya a verla y que le cure las heridas? —se ofreció.
—Por
favor.
SoonKyu le sonrió antes de
levantarse de la silla de su despacho y caminar hacia ella. La chica se agachó
para llegar a su oreja izquierda y se la lamió antes de susurrarle:
—No suelo hacer esto... —dijo—, pero
lo haré como un favor para la persona que me ha dado el mejor placer de toda mi
vida.
Y tras decir aquellas palabras se largó
del lugar, dejándola sola con sus lúgubres y penosos pensamientos. TaeYeon se
retrotrajo en sí misma de una forma impresionante y comenzó a darle vuelas a su
cabeza, a pensar en cómo estaría la pelirroja. En ese momento, cayó en la
cuenta de que no sabía siquiera cuál era su nombre. Le preguntaría a SoonKyu
cuando regresara, decidió.
★★★
No
supo cuánto rato estuvo descansando en aquella enorme cama. El tiempo corría
lentamente pero para ella parecía que hubiera pasado una eternidad antes de que
unos suaves zarandeos la devolvieran al mundo real. Ni siquiera había escuchado
el ruido de la puerta abriéndose o cerrándose, y la voz de Soonkyu, aquella
muchacha bajita y coqueta, no llegó a sus oídos hasta que empezó a regresar al
mundo de los vivos. Gimoteó por haber sido despertada de su sueño tan profundo,
pero el salto que dio de la cama por el susto de ver a otro rostro hizo que se
llevara las sábanas y la almohada con ella hasta caer al suelo. Se puso una
mano en el pecho, asustada y desorientada, hasta que pudo reconocer que aquél
rostro risueño y sexy pertenecía a la muchacha que la había traído hasta esa
habitación y prácticamente empujado dentro el primer día de llegar al hotel.
—Vaya,
menuda manera más curiosa tienes de despertar cariño. —Tiffany sintió que sus
mejillas ardían por la vergüenza, alcanzando el color de su cabello antes de
levantarse y quejarse por el dolor del golpe en su trasero. —Vengo de parte de
Taeyeon, para curarte lo que te ha hecho hoy. —La más alta frotó su rostro y
peinó sus cabellos con los dedos intentando verse un poco mejor frente a la
chica que sujetaba un botiquín. —Ven, siéntate.
Ella
se tomó la libertad de saltar sobre la cama de agua y palmear frente a ella
para que la pelirroja se sentara frente a ella.
—Taeyeon
se siente preocupada y confundida. —Tiffany jugó con sus cabellos,
recogiéndolos para dejarlos todos sobre uno de sus hombros, mostrando las
marcas de su espalda y su trasero. —Cree que te ha hecho mucho daño, por eso
estoy aquí. —La menor bajó la cabeza sintiéndose un poco culpable de que su ama
se sintiera así, cuando en realidad la había visto una chica orgullosa,
decidida y audaz haciendo su trabajo de darle placer a través del dolor. —A
veces eso les pasa a las novatas, pero si te soy sincera creo que es la primera
que realmente sabe cuál es su límite. —La más alta se tumbó de cara al colchón
y dio un respingo al sentir el frío del algodón mojado de alcohol sobre sus
nalgas heridas. —Eres afortunada de que sea tu ama y se preocupe tanto por ti,
cuídala bien y dale el cariño que se merece, hazle sentir que estás bien y
avísale sin miedo cuando no puedas más, porque si no seréis dos tontas que
acabarán peleándose por esto.
Soonkyu
se tomó su tiempo en curar todas las marcas del cuerpo de Tiffany. Algunas
habían empezado a curarse ya, pero igualmente les pasó un poco de pomada para
que cicatrizaran más rápido. Poco a poco la menor comenzó a sentir que su
cuerpo se aliviaba y que cada vez sus nalgas le dolían menos.
Durante
el rato en que Soonkyu estuvo curándola, no mencionó ni un simple monosílabo,
solo escuchó con atención todo lo que aquella rubia bajita le contó sobre
Taeyeon. Pensó en qué debía hacer para complacer a su ama para que esta viera
que realmente no tenía que preocuparse tanto, que era lo suficientemente lista
y estaba capacitada para hablar si realmente estaba sintiendo solo dolor.
—No
eres muy habladora, ¿verdad? —La vergüenza se mostró de nuevo en las mejillas
de Tiffany y esta bajó la cabeza, jugando nerviosamente con sus cabellos,
peinándolos con sus dedos sobre su hombro derecho. —Haz reposo y piensa en lo
que te he dicho, ¿sí? Le diré a Taeyeon que estás mejor.
—O-Oye...
—Antes de Soonkyu acabara de girar el pomo de la puerta para salir, se giró
sobre sus talones mirando a la chica sumisa. —Gracias por tomarte la
molestia...
—De
nada.
★★★
Habían pasado varias horas cuando la
puerta del lugar volvió a abrirse y TaeYeon se giró lentamente para ver quien
era la persona que entraba a la oficina, descubriendo que era SoonKyu quien lo
hacía. La morena se levantó de su asiento para preguntarle por cómo estaba la
chica pelirroja de la habitación, pero antes de poder hacerlo, SoonKyu habló.
—Tiffany está bien, no te preocupes
por ella —fue lo que dijo y TaeYeon se sintió como si le quitaran un gran peso
de encima—. Que coma bien y descanse esta noche, mañana podrás seguir con las
sesiones y puedes ser todo lo brusca que quieras porque me ha dado la impresión
de que le gusta duro.
TaeYeon asintió a sus palabras y, en
ese instante se dio cuenta de algo. SoonKyu había dicho "Tiffany"
para referirse a la chica pelirroja, así que aquel debía de ser su nombre. Por
alguna inexplicable razón, ya que aquello no le habit preocupado hasta el
momento sintió que había conectado de una forma un poco más profunda con la
otra.
—¿Quieres llevarle la cena?
—cuestionó y TaeYeon asintió, teniendo una idea en aquel momento.
—Me has dicho que puedo jugar con
ella todo lo que quiera mañana, ¿verdad? —SoonKyu asintió mientras se dirigía a
su mesa y pulsaba algunos botones en un aparato que tenía allí encima—. ¿Puedo
atarla? —otro asentimiento—. ¿Me enseñas?
—Por supuesto.
Mientras ambas esperaban a que la
cena fuera subida, SoonKyu le enseñó a la chica cómo debía utilizar las cuerdas
para atar el cuerpo de la otra para que esta no tuviera ninguna movilidad y
pudiera jugar con ella como nunca había jugado con una persona. Probablemente,
después de todo lo que se le había ocurrido hacerle tuvieran que descansar
bastante, un día entero, quizás, pero TaeYeon sabía que merecería la pena y,
así, dejaría que las heridas se le curasen lo suficiente. Cuando aprendió la
lección de los nudos y la cena estuvo en su poder le pidió algo más a SoonKyu
antes de irse.
—¿Podrías echarle somníferos en su
copa de vino? —preguntó. La chica asintió y dejó caer en la copa de vino una
pequeña pastilla que había sacado de su escritorio—. Gracias —dijo antes de
salir.
Con la bandeja con la comida en las
manos se fue del lugar y se encaminó hacia su habitación. Tuvo gran cuidado de
no tirar nada cuando abrió la puerta y luego la cerró al entrar a la
habitación. Tiffany, su perra, se encontraba en la cama, desnuda y con las
marcas de su piel curadas, cosa que la hizo sonreír.
—¿Cenamos? —preguntó, aunque no
esperaba respuesta ninguna. TaeYeon dejó los platos sobre la mesa y justo en
ese momento, la otra se sentó con gran cuidado en una de las sillas, mirando
con hambre el plato de comida que se encontraba ante ella—. Come —le ordenó y
la chica no tardó nada en comenzar a devorar lo que allí había. Cuando estaba
terminando, TaeYeon le acercó la copa de vino—. Bebe —le pidió, esbozando una
enigmática sonrisa cuando vio que su perra se llevaba la copa a los labios y
bebía el vino con el somnífero.
★★★
Justo
después de que Soonkyu se fuera de la habitación, Tiffany agarró la misma bata
de seda que utilizó la otra vez, tapándose para esperar a que su ama regresara.
Estuvo sentada en la cama, hecha una bola con la espalda apoyada en el cabecero
acolchado, mientras pensaba en las palabras de la chica rubia. ¿Qué debía hacer
ella exactamente? En teoría no podía saltarle encima y abrazarla sin más porque
eso le supondría un fuerte castigo; por una parte quería mimarla como si fuera
su mejor amiga de toda la vida, con abrazos, con besos y con gestos cariñosos,
pero por otra parte quería respetarla y que fuera ella la que le pidiera
comportarse como una chica amorosa con ella, cosa que a la vez veía algo
imposible.
Alzó
la cabeza y disipó sus pensamientos cuando vio a Taeyeon entrar con una bandeja
llena de comida. Su estómago rugió al instante al ver esos platos, y sabía que
eran para ella. Tragó saliva y se acercó al recibir aquella pregunta.
—Gracias
por la comida. —Le sonrió tímidamente y se sentó con cuidado en la silla, sintiendo
un poco de dolor pero a la vez alivio porque Soonkyu había hecho un buen
trabajo curándole lo que más le dolía. Extrañamente no había sentido vergüenza
de presentarse desnuda frente a ella.
La
comida estaba realmente buena y su estómago lo agradeció con felices ruidos.
Más de una vez se pasó la mano por su vientre para que no la avergonzara más,
pero era inútil. Al menos ella reprimía los gemidos de placer por tan buena
comida.
Aceptó
todas las órdenes de su ama, comiendo con gusto y bebiendo el vino que había en
la copa. Ella no sospechaba nada, pero justo cuando terminó de lavarse los
dientes empezó a sentir que el sueño la atrapaba de nuevo. No era realmente muy
tarde, pero algo la estaba atrayendo hacia la cama cuando salió del baño. Miró
a su ama y se disculpó con la mirada por no poder aguantar más.
—Buenas
noches. —Ella sabía que el alcohol la hacía dormir si tomaba bastante, pero no
entendía por qué una simple copa de vino tenía tanto poder esa noche.
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