miércoles, 7 de mayo de 2014

Pride

Pride

            Habían pasado algunos años desde que había comenzado a tener una relación con JongIn, pero parecía que aquello no era lo que él quería desde hacía algunos meses, por lo que finalmente había acabado dejándolo y yendo al lugar en el que seguramente recuperaría su amor.

            Hacía un par de meses había comenzado a trabajar en una tienda de ropa y el dueño era un tipo algo extravagante. Era peligroso, pero también alguien en quien confiar; un poco alocado y brabucón,  pero serio en su trabajo, aunque nada humilde.

            Kim HeeChul era el chico perfecto y por eso iba a su casa, a proponerle que comenzáramos a salir.

            Cuando la puerta se abrió, esperaba encontrarme con mi jefe, pero no era él, sino un chico alto de rostro amable, que puso una expresión extraña al verme allí. Unos segundos después, aparecía HeeChul en la puerta, dándole un apretón en el trasero al chico y un beso en la mejilla, dejándome muy claro que mantenía una relación con aquel chico.

            —TaeMin —dijo—. ¿Qué te trae por aquí?
            —Bueno… Quería hablar contigo unos momentos…
            —Claro, pasa —HeeChul se hizo a un lado y me dejó pasar—. Hannie, cariño, ve preparándote en la habitación, no tardaré mucho —gritó, y después, se giró hacia mí—, ¿y bien? —en ese momento, mi móvil comenzó a sonar. Miré la pantalla y en esta vi el nombre de JongIn, así que corté la llamada y dirigí mi atención a HeeChul de nuevo—. ¿No era ese tu novio? —preguntó.
            —Lo era. Lo acabo de dejar y venía para proponerte una relación —contesté—, pero veo que no va a ser posible.
            —Un momento, ¿acabas de cortar con él y vienes a pedirme eso? —asentí—. Primero, tengo que decirte que no porque ya has visto al morenazo que tengo en mi habitación y segundo, ¿por qué? Parecíais muy enamorados.
            —La única manera que tengo de mantener a JongIn a mi lado es mi orgullo, así que debo hacer esto.
            —No lo entiendo.
            —No esperaba que lo entendieras, solo que me ayudaras —murmuré—, pero viendo que no es posible, tendré que buscarme a otro.
            —¿Por qué no eres sincero con él?

            —Porque entonces él dejaría de buscarme —contesté, saliendo de aquella casa, escuchando cómo mi teléfono móvil comenzaba a sonar y sabiendo perfectamente que era JongIn quien llamaba.

martes, 6 de mayo de 2014

The Past

The Past

            La primera vez que fui dejado creí que era una broma. BaekHyun siempre había sido un bromista y siempre había estado bromeando sobre la ruptura de nuestra relación. Ambos éramos jóvenes y un poco alocados. La adolescencia nos había alterado las hormonas y lo mismo éramos felices y hacíamos monerías, que nos convertíamos en máquinas imparables del sexo o que nos poníamos a llorar y nos enfadábamos con cualquier cosa.

            Por eso no me tomé en serio cuando me dijo que me dejaba, que no podía soportar estar más conmigo. Le dejé de margen para que se calmara un par de días y cuando fui a su casa para pedirle volver, lo encontré en la cama con un tipo alto y cara de psicópata. En vez de enfadarme y gritarle que no quería verlo más le dije que no me importaba compartirlo con otro, que por eso no hacía falta que me dejara, que estaba dispuesto a ser el segundo plato.

            De aquella ruptura me llevé una mano marcada en mi mejilla y un ojo morado.

            La segunda vez que fui dejado tampoco me lo esperaba. JunMyeon era mi profesor de Economía y nuestra relación no salía de su despacho ni de su cama. No podíamos dejarnos ver entre los demás alumnos de la facultad porque los rumores surgían y ninguno de los dos podía permitir que surgieran rumores sobre nuestra relación.

            Cuando me dijo que me dejaba no podía creerlo y por eso me agarré a su pierna patéticamente, suplicándole a voz en grito que no me dejara, que me portaría mejor con él, que sería más activo en la cama y que me dejaría golpear todo lo que quisiera.

            De esa segunda ruptura me llevé una asignatura suspensa y una suspensión de un semestre, seguida de un traslado de universidad.

            Todas mis relaciones acabaron igual, parecía que el amor no era para mí, ya que ni con el barman MinSeok, ni con el cantante KyungSoo, ni con mi jefe el empresario YiFan resultó nada y lo único que conseguí fue aferrarme a ellos, intentando que no me dejaran, acabando las relaciones con penosos resultados.


            Quizás el amor no era para mí, o quizás era porque le prestaba más atención a mi mejor amigo —el chico del hoyuelo, como lo llamaban todos mis ex—, que a mis parejas. Todavía no sabía cuál era la causa, pero algún día lo descubriría, de momento, comenzaría mi sexta relación con LuHan, el socio chino que tenía mi empresa, deseando internamente que esta terminara bien.

Snowy Wish

Título: Snowy Wish
Pareja: SuBaek (SuHo x BaekHyun) y mención a KrisYeol (Kris x ChanYeol) (EXO)
Clasificación: G
Géneros: AU, romance.
Número de palabras: 3.609 palabras.
Número de capítulos: Two-Shot.
Resumen: BaekHyun creía que por fin había tomado las riendas de su vida, que todo estaba bien, solo necesitaba un reportaje en un pueblo de montaña para darse cuenta de que aquello no era del todo cierto.
Notas: historia escrita para celebrar los cumpleaños de BaekHyun y SuHo y, también, para darle un poco de frescura al ambiente caldeado. Espero que os guste y que os quite un poco el calor ^^
Comentario de Autora: muchas, muchas, muchísimas gracias a Daleth por la portada. Te quiero, pequeña <3 (Ya te recompensaré todo lo que haces por mí *wink*)





Parte I

            Hacía tanto frío fuera de la cama que aunque Byun BaekHyun llevaba al menos media hora necesitando ir al baño, no quería salir de debajo de las mantas. Lo había intentado algunos minutos antes y había fracasado estrepitosamente, por eso todavía se encontraba allí a pesar de la hora que era. De todos modos, no tenía ningún compromiso y si lo tuviera, no podría asistir. La nevada que había caído hacía un par de noches lo había dejado atrapado en aquella cabaña en la que se encontraba en mitad de la nada.

            El chico había ido a aquel lugar a hacer un reportaje para el periódico para el que trabajaba, ya que parecía que en aquel lugar apartado de la civilización ocurrían a veces una serie de “milagros” y había tenido la mala suerte de que había caído la nevada del siglo y se encontraba atrapado. La señal de su teléfono móvil iba y venía a placer, por lo que no podía mantener una conversación ni siquiera por kakao talk para pedir ayuda y su portátil tampoco le servía por los mismos motivos.

            Cualquier otra persona que hubiera estado en aquella situación no habría podido mantener la calma, pero BaekHyun no era como los demás. Era una persona bastante calmada, que no se alteraba mucho y que se divertía alterando a las demás personas, por lo que se había tomado aquello como unas vacaciones adelantadas, de todas formas, la Navidad estaba a la vuelta de la esquina.

            BaekHyun finalmente se levantó de la cama y fue al baño, no podía aguantar más, pero en cuanto hizo sus necesidades, corrió bajo las mantas que aún conservaban el calor, a pesar de haberse enfriado un poco. Se arrebujó en estas y se dispuso a dormir de nuevo. Estaba de vacaciones y debía aprovechar el momento.


            Golpes incesantes contra algo de madera fueron los que despertaron a BaekHyun del sueño en el que se había sumido. El chico intentó levantarse de la cama, pero el frío lo dejó clavado. Durante unos segundos pensó que podía dejar fuera a la persona que estaba golpeando la puerta, pero en ese momento, recordó que estaba atrapado y que lo más probable era que la persona que estaba llamando a la puerta fuera alguien que había ido a sacarlo de aquel lugar helado.

            Rápidamente se levantó de la cama y corrió por todo el lugar, dándole absolutamente igual lo gélido que se encontraba el ambiente, hasta llegar a la puerta, que abrió tirando de ella fuertemente. Algo de nieve entró en la casa y le cayó en los pies, por lo que el chico se alejó un poco de la puerta, siendo cegado en ese momento por la luz del sol.

            —Maldición —se quejó, colocando su mano en su frente en forma de pantalla para hacer sombra sobre sus ojos y poder ver algo.

            Lo primero que pudo enfocar, fue a un chico que sería más o menos de su edad, vestido con un traje blanco que parecía demasiado fino para combatir el intenso frío que hacía fuera y con una sonrisa encantadora. BaekHyun se quedó paralizado unos momentos por la belleza y la tranquilidad que emanaba de aquel chico. Solo pudo volver a la realidad cuando escuchó la suave y musical voz de la persona que tenía ante él.

            —¿Podrías… Dejarme entrar? Aquí fuera hace mucho frío.

            BaekHyun ni siquiera lo pensó. Se hizo a un lado y dejó pasar al otro, después, se asomó un poco al exterior y se extrañó al no ver el surco en la nieve por donde el chico tendría que haber caminado. Con algo de recelo, cerró la puerta y se encaró al recién llegado, que se sacudía un poco la nieve que se había quedado pegada a la parte inferior de sus pantalones, algo mojados por esta, pero no tanto como deberían.

            —¿Cómo has llegado hasta aquí? —preguntó BaekHyun.
            —¿Eso es lo primero que se le pregunta a un invitado? —comentó el otro—. Creía que me ibas a ofrecer una manta y ropa seca.

            Tras escuchar aquello, el chico reconoció que no había tenido modales y fue en busca de ropa suya y cogió una de las mantas de la cama. Le indicó el lugar en el que podía cambiarse de ropa y le ofreció un chocolate caliente, además de la manta. En cuanto todo estuvo como debía de estar para que el recién llegado estuviera cómodo, BaekHyun habló.

            —Mi nombre es Byun BaekHyun, ¿y el tuyo? —el chico lo miró sonriente durante unos momentos antes de contestar.
            —SuHo.
            —¿Perdón? ¿Puedes repetirlo? Creo que no lo he escuchado bien.
            —SuHo —repitió—. Mi nombre es SuHo.
            —Curioso… —murmuró BaekHyun—. Mmm… Bueno… ¿Cómo has llegado hasta aquí?
            —Si te lo dijera, no me creerías.
            —Prueba… Soy abierto de mente.
            —He llegado volando —contestó.
            —Bueno… Eso explicaría por qué no hay pisadas en la nieve y por qué tus pantalones no estaban tan mojados —SuHo sonrió—. Aunque eso es bastante inquietante.
            —No pareces muy impactado.
            —La verdad es que estoy aquí para hacer un reportaje sobre los “milagros” que ocurren por este lugar, así que, ¿por qué tendría que impactarme que una persona apareciera en la puerta de la cabaña en la que llevo atrapado dos días diciendo que ha llegado hasta aquí volando? No, no me ha impactado para nada.
            —Eso lo has dicho con un poco de sarcasmo, ¿no?
            —Con mucho sarcasmo —respondió BaekHyun—. ¿Quién eres?
            —Soy SuHo, ya te lo dicho.
            —Entonces… ¿Qué eres?
            —Alguien que ayuda a los demás a ser felices, podría ser algo parecido a un ángel —contestó esbozando una sonrisa.
            —¿Por qué has aparecido ante mí?
            —Porque necesitabas mi ayuda.
            —En realidad no, la nieve se derretirá en un par de días y podré salir de aquí —respondió el chico—. Tengo comida en la nevera y el suministro eléctrico funciona a pesar de que la cobertura telefónica no lo haga. No necesitaba ayuda de nadie.
            —No es por eso.
            —Entonces no sé qué haces aquí, por lo demás estoy perfectamente —BaekHyun le dio la espalda al otro y fue hacia su habitación. No quería escuchar lo que sabía que el otro iba a decir, pero a pesar de la distancia que puso, la cálida y suave voz de SuHo le llegó con claridad.
            —¿Así que estás perfectamente? ¿Ya has olvidado la traición de tus dos mejores amigos? ¿Ya has olvidado cómo tu familia te dio la espalda? ¿Ya has olvidado cuál era tu sueño? —cada palabra fue una grieta que se abría paso más y más hondo en su corazón y el chico tuvo que llevar su mano a su pecho para intentar que este no se resquebrajara.
            —Siento ser un mal anfitrión —susurró sin voz—, pero te tengo que pedir que te marches —BaekHyun se metió entre las mantas, que se habían enfriando y se tapó con ellas hasta la cabeza, intentando así, protegerse del ángel y de sus palabras. Casi sin darse cuenta se quedó dormido, pensando que todo lo sucedido había sido un mal sueño.


            Cuando volvió a despertar apenas entraba luz del exterior y el chico comprendió que se había pasado durmiendo todo el día. Se levantó de la cama a pesar del frío y fue hacia la cocina, abrió la nevera y tomó el cartón de leche, echó el contenido en un vaso y lo calentó en el microondas. Cuando sonó el pitido tomó el vaso caliente y se dirigió al salón. Allí, encontró a un chico vestido con un traje blanco, sentado en el sillón, esperándolo. BaekHyun se sobresaltó un poco, pero inmediatamente recordó lo que había sucedido horas antes y quién era aquel chico. No había sido un sueño, después de todo.

            —¿Sigues aquí?
            —Sí —respondió SuHo—. No puedo irme hasta que te ayude.
            —No quiero tu ayuda.
            —No es cuestión de que la quieras o no —dijo—. Tienes que aceptarla o no podré irme de tu lado nunca.
            —¿Y qué es lo que pretendes hacer para poder irte?
            —Ayudarte.

            BaekHyun quiso tirarse de los pelos ante la respuesta. Él no necesitaba su ayuda, lo había sobrellevado todo perfectamente durante los últimos años y ahora que todo había pasado y que ya estaba bien, ¿venía un “ángel” a decirle que lo iba a ayudar con todos sus problemas?

            —Ahora no te necesito, te necesitaba hace tres años —murmuró.
            —Hace tres años no podía ayudarte.
            —¿Por qué?
            —Porque no estabas aquí y yo no puedo moverme de este pueblo —BaekHyun notó cómo la sonrisa que el otro mantenía se desvaneció al decir aquellas palabras.
            —¿Por…
            —Es una larga historia —cortó SuHo—. Además, estoy aquí para ayudarte, piensa que soy como un regalo de Navidad adelantado —el otro lo miró de reojo, algo receloso, pero SuHo había vuelto a mostrar aquella sonrisa encantadora, ya no había rastro de pesar.
            —¿Y cómo piensas “ayudarme”?
            —Volveremos a tres momentos de tu vida en los que no dijiste lo que realmente pensabas porque estabas dolido o porque no fuiste capaz de hacerlo —contestó SuHo.
            —No lo entiendo.
            —No hace falta que lo entiendas, por ahora —el “ángel” se levantó del sillón en el que se había mantenido sentado durante toda la conversación y se acercó a BaekHyun, tendiéndole su mano derecha—, en estos momentos, solo debes confiar en mí.
            —Eres un desconocido, así que no puedo confiar en ti —replicó el chico, cruzándose de brazos.
            —Te dije antes que no podría irme de tu lado hasta que no te ayudara —comenzó SuHo—, sino haces esto, me temo que tendrás que soportarme por el resto de tu vida —BaekHyun lo miró desafiante durante unos minutos, pero finalmente se rindió ante la fuerza que desprendías los ojos puros del otro y le tendió su mano.
            —Allá vamos…

            BaekHyun sintió como todo a su alrededor se volvía blanco de repente y la habitación en la que se encontraban desparecía. El chico miró a un lado y a otro, confundido, pero lo único que encontró fue a SuHo, sonriéndole de una forma cálida y tranquilizadora, justo cuando estaba a punto de devolverle la sonrisa todo se volvió negro.

lunes, 5 de mayo de 2014

Very Hot, Too Hot

Very Hot, Too Hot

           Mi chica era muy caliente. Todos los tíos del país querían acostarse con ella, incluso los más gays. Pero ella era solo mía. Su cuerpo me pertenecía a mí y sus calenturas las provocaba yo.

            Estaba sobre ella, con el bote de nata en la mano, agitándolo mientras la miraba a los ojos. GaIn parecía suplicarme por más, pero yo la iba a hacer sufrir un poquito antes de poder seguir con aquello. Llevé mi mano libre a su clítoris y comencé a apretarlo, observando con dedicación las expresiones de placer que surcaban el rostro de mi chica y escuchando sus jadeos ahogados. Después, me aparté y ella me miró con reproche.

            —Miryo —jadeó.
            —Solo un momento más —agité el bote de nata de nuevo y luego puse la boquilla sobre su ombligo, para justo después, apretar el difusor.

            La nata comenzó a salir y a amontonarse sobre su cuerpo, haciéndolo más dulce a la vista y al gusto. Me incliné hacia delante y comencé a lamer, escuchando sus jadeos y su risita nerviosa cada vez que le hacía cosquillas.


            Apenas había comenzado la noche y ya la tenía a mi completa merced, en unas horas, volvería a reclamarla como su dueña, porque ella era mi chica caliente y era solo mía.

My Sister, My Friend

My Sister, My Friend

            Habían pasado unas semanas de la vuelta de TaeMin de Japón y todavía no había podido verlo. Tenía una cosa muy importante que contarle, pero por kakao talk no podía hacerlo, así que esperaba impacientemente a que mi mejor amigo pudiera venir a mi casa. Así que, el día que me confirmó que venía, estaba un poco nervioso, pero no dejé que el pánico me superara y me relajé tomándome un par de cervezas.

            Escuché el timbre de la puerta y fui a abrir, encontrándome a TaeMin en el umbral. Lo hice pasar y le llevé una cerveza cuando estuvo acomodado en el sofá y después me senté junto a él, cogiendo la fotografía que quería mostrarle.

            —¿Recuerdas que mis padres me contaron que antes de mí tuvieron una niña, pero que la tuvieron que dar en adopción porque en aquella época no tenían medios para poder criarla? —le dije y él asintió lentamente—. Estuve buscándola y la he encontrado.
            —Eso es fantástico —comentó TaeMin.
            —¿Quieres verla? —asintió, así que le mostré la fotografía. En cuanto vio a mi hermana, su rostro se heló—. ¿Taem?
            —Conocí a esa chica… En Japón —murmuró—. Se me insinuó en una discoteca… Kiko Mizuhara…

            Cuando mi amigo pronunció su nombre me quedé de piedra. Había conocido a mi hermana durante su estancia en Japón y ella se le había insinuado. Al parecer, teníamos los mismos gustos. En ese momento, una idea asaltó mi cabeza. Si mi hermana podía insinuársele, ¿por qué yo no?

            —Taem… —comencé con una voz suave—. Ya que estás aquí… ¿Por qué no te quedas esta noche en casa?
            —No estaría mal, tu sofá es mucho más cómodo que mi colchón —contestó, así que sonreí y me levanté del sofá, acariciando su rostro.
            —¿Quién te ha dicho que vas a dormir en el sofá?
            —¿Vas a dormir tú allí? —negué con la cabeza y me incliné un poco para quedar a su altura, estando así, muy cerca de su rostro.
            —No creo que esta noche vayamos a dormir mucho —le guiñé un ojo y, en ese momento, TaeMin pareció captarlo—. Solo dime una cosa, ¿arriba o abajo?

            La sonrisa que me dedicó no me dejó duda alguna de lo que quería, así que, me separé de él y fui directo a la cama, escuchando sus pasos detrás de mí.



Do You Love Her? Do You Love Me?

Do You Love Her?
Do You Love Me?

            Entré en casa después de haber salido un poco antes del trabajo para darle una sorpresa a mi novio, pero lo que no me esperaba encontrarme al hacerlo fue a este, teniendo sexo con ChaeRin. Comencé a gritarle y a tirarle todo lo que tenía al alcance de mi mano cuando tuvo la desfachatez de levantarse de la cama y, desnudo, avanzar hacia mí para comenzar a disculpar lo que no tenía ninguna disculpa.

            Lo había pillado poniéndome los cuernos y eso era algo en lo que no podía haber nada más, simplemente los había encontrado con las manos en la masa y eso era una prueba demasiado concluyente.

            —SoHee —dijo—. Te juro que no es lo que parece.
            —Entonces, ¿No te estabas enrollando con mi mejor amiga? —dije muy enfadada.
            —Yo… —él no sabía que contestar, así que, continué.
            —YiJong, solo te voy a hacer una pregunta. ¿La amas a ella o a mí? —durante unos minutos, solo se pudo escuchar un silencio bastante incómodo hasta que finalmente, mi chico se dignó a hablar.
            —Os amo a las dos y he intentado llevar esto de una forma en la que no os hiciera daño a ninguna, he estado pensando y pensando que debía escoger a una de las dos porque esto era imposible, pero no podía, os quiero a ambas por igual.
            —¿Y por qué no te quedas con las dos? —dijo ChaeRin, apareciendo de pronto, en el vano de la puerta de la habitación, tan desnuda como él—. así se resolvería el problema.
            —Sería una de las soluciones —comentó YiJong—, pero SoHee…

            —Si compartirte es la única forma que tengo de tenerte, lo haré —murmuré lanzándome sobre él para besarlo y después arrastrarlo sobre la cama, donde nuestros tres cuerpos danzaron a un mismo ritmo.

viernes, 2 de mayo de 2014

Heart Rate

Heart Rate



            Kim JongIn era de los pocos adolescentes de la ciudad que todavía no había experimentado el amor. No sabía lo que era, no sabía lo que se sentía, ni tampoco por qué todo el mundo quería sentirlo. Él estaba muy bien sin estar enamorado. No tenía que preocuparse por nada más que él y sus estudios, las chicas no le eran mínimamente interesantes, como sí que parecían serlo para su mejor amigo, SeHun, al que le había visto más novias en una semana de lo que creía posible.

            Kim JongIn pensaba que el amor era una patraña y por eso, cuando notó cómo su corazón se aceleraba sin motivo aparente cuando SeHun le presentó a un chico chino que había conocido en un club, creyó que estaba enfermo y se excusó tras entender algo así como que el chico se llamaba ZiTao.


            ―¿Qué te pasó ayer? ―preguntó SeHun a la mañana siguiente cuando llegó al instituto y vio a JongIn ya sentado en su pupitre―. Saliste corriendo después de que te presentara a ZiTao.
            ―No fue nada… ―murmuró.
            ―¿Te cayó mal? ¿Te dio miedo? ―SeHun se fue acercando más y más a él cada vez que preguntaba―. Porque si es por eso no te preocupes, debajo de esa fachada de pandillero matón es un chico adorable.
            ―No fue por eso… ―contestó finalmente. Le estaba crispando los nervios tanta palabrería de su amigo―. Comencé  a sentirme mal y por eso me fui a casa.
            ―Oh… ¿Y estás mejor?
            ―Sí.
            ―¿Entonces no te importará que esta tarde te lleve conmigo de compras? ZiTao también va a venir y me dijo que le gustaría poder charlar un poco contigo ―dijo.
            ―No, supongo que no.
            ―Yehet.

            JongIn fue arrastrado después de terminar las clases hacia el centro comercial más cercano, en el que los esperaba ya a la entrada ZiTao. En cuanto lo pudo divisar entre la multitud, el corazón de JongIn comenzó a latir rápidamente, tal y como lo había hecho el día anterior.

            Seguro que tenía alguna enfermedad del corazón. En cuanto volviera a casa se pondría el aparato que medía la frecuencia cardíaca que tenía su padre cuando salía a correr.

            Durante toda la tarde, el chico no se pudo concentrar del todo en lo que pasaba a su alrededor, solo podía pensar en el por qué había aparecido aquella extraña enfermedad tan repentinamente.


            La mayoría de sus siguientes días, JongIn los pasó en compañía de ZiTao y de su enfermedad. Quedaban junto a SeHun para ir a la biblioteca, al cine, a alguna cafetería, pero el chico siempre llevaba a su nueva novia y acababan ellos dos solos. En aquellos momentos, JongIn estaba seguro de que su enfermedad empeoraba.


            ―¡Papá! ―llamó el chico llegando a casa después de una tarde en la que su frecuencia cardíaca había sido demasiado alta incluso para lo que ya se había acostumbrado en los últimos tiempos. El momento álgido había sido cuando iba a cruzar la calle y ZiTao lo agarró del brazo para que no lo hiciera porque venía un coche―. ¿Dónde tienes tu medidor de frecuencia cardíaca? ―preguntó.
            ―¿Para qué lo quieres? ―cuestionó su padre.
            ―Para un trabajo que tenemos que hacer en clase de Educación Física ―mintió―. Tenemos que medir los latidos de nuestro corazón durante algunos días.
            ―Oh. Está en el segundo cajón de mi mesita de noche ―contestó―, o al menos yo lo guardé allí después de venir de correr el domingo, si tu madre lo cambió de sitio ya no lo sé.
            ―Gracias papá.

            Cuando tuvo el aparato en sus manos lo colocó en su muñeca izquierda. Era algo parecido a un reloj y no iba a levantar sospechas que lo llevara.


            Comenzó a hacer pruebas para ver cuál era la actividad que le hacía acelerarse terriblemente. Medía su frecuencia cuando caminaba, cuando corría, cuando saltaba, cuando estaba en reposo, pero nunca se aceleraba tanto como cuando se encontraba algunas tardes con ZiTao.

            JongIn no sabía lo que aquello significaba, pero estar con el chico chino ―más cuando estaban a solas―, hacía que su corazón se acelerase de una manera que creía imposible.


            ―Últimamente estás un poco raro ―comentó SeHun un día en clase―. Más de lo normal, quiero decir ―JongIn le sacó la lengua―. ¿Te pasa algo raro?
            ―No estoy muy seguro ―murmuró el chico―. Quizás tengo que seguir comprobándolo.
            ―¿Comprobar el qué?
            ―Tócame la cara ―pidió.
            ―¿Qué dices?
            ―Tócame la cara ―repitió con seguridad. SeHun hizo una mueca, pero después acercó su mano a la mejilla de su amigo con curiosidad sobre lo que el otro quería comprobar.

            JongIn miró su reloj una vez sintió el tacto de su amigo viendo que este no marcaba un ritmo diferente al que tenía unos minutos antes. Bufó y retiró la mano de SeHun.

            ―No pasa nada ―murmuró, dejando sumamente confuso a su amigo.


            JongIn se dedicó a pensar durante los siguientes días el por qué le pasaba aquello solo cuando estaba junto a ZiTao y no cuando estaba junto a las demás personas. Sin embargo, no sacó nada en claro hasta que en clase de biología, explicaron el tema de las reacciones químicas que se producían en el cuerpo cuando una persona estaba enamorada.

            En aquel momento lo entendió. Él nunca había estado enamorado y por eso no lo había visto antes, pero todo parecía indicar que se había enamorado de ZiTao.


            Darse cuenta de que se había enamorado no fue tanto shock como cuando cayó en que se había enamorado, sí, pero de un chico, como él.

            Al principio no sabía cómo podía haber pasado aquello, pero después de meditarlo y de pensar en el pasado, sintió que todo cuadraba. Nunca le habían interesado lo más mínimo las chicas de su clase, ni aquellas que se le declaraban diciéndole que su piel oscura les parecía exótica y apetecible. Pero sí que su corazón había latido rápidamente con cada palabra, mirada o roce de ZiTao.

            Había pasado demasiado tiempo meditando qué hacer con aquello hasta que tomó la decisión de decírselo. A pesar de que era más bien un chico tímido, no podía evitar tener siempre en la punta de la lengua las palabras “me gustas” cuando estaba junto a ZiTao.

            Por eso, aquel día en el que habían salido con SeHun y con SooJung, la novia que parecía durarle más hasta ahora ―llevaban saliendo una semana, todo un récord para el chico―, y los dos tortolitos desaparecieron, se armó de valor y, cuando caminaban junto a las orillas del río Han, comenzó a hablar.

            ―ZiTao… Me gustaría decirte algo…
            ―Sí, dime ―el chico se detuvo y lo miró. JongIn empezó a ponerse nervioso por aquella mirada tan penetrante y oscura y su corazón empezó a latir demasiado rápido―. JongIn… ―animó a que hablara.
            ―Mmmm… Yo… La verdad… Yo… Mmmm… Tú… ―comenzó a tartamudear sin saber porque. Las palabras no le salían como querían.
            ―Puedes decirme lo que sea ―ZiTao se acercó un poco más a él―. No tengas miedo de decirme lo que sea.
            ―Me gustas.

            Lo dijo rápido y juntando las palabras, pero a pesar de eso y de que ZiTao no dominaba muy bien el idioma, pareció entenderlo perfectamente y una gran sonrisa iluminó su rostro antes de inclinarse levemente hacia delante y rozar sus labios con los de JongIn, haciendo al chico suspirar.

            ―Tú también me gustas ―susurró contra sus labios―. Desde el primer momento en que te vi.
            ―Creo que para mí fue igual ―murmuró JongIn con una sonrisa, cruzando él esta vez la distancia que los separaba para besar los labios de ZiTao.

            El chico que no sabía lo que era el amor, se había enamorado y por fin entendía por qué todo el mundo hacía tanto escándalo por ello. El amor era maravilloso.



jueves, 1 de mayo de 2014

Mad at You

Mad at You

            Éramos los mejores amigos del mundo y nos complementábamos de una forma increíble, TaeHyun era el chico más travieso que conocía y yo simplemente encajaba bien todas sus bromas, intentando no enfadarme nunca con él, ya que no lo hacía a propósito y también salvarlo de los líos en los que se metía en el instituto. Desde hacía unos años nos habíamos convertido en inseparables, pero todo había cambiado el día en que ella había llegado.

            Una chica de intercambio cayó en nuestra clase y ambos nos alejamos del otro, aunque por motivos diferentes. Él lo hizo porque se había enamorado de ella, yo porque estaba enamorado de TaeHyun y no podía soportar verlo con alguien que no fuera yo. Sin embargo, aquella chica, hacía casi lo imposible porque estuviéramos los tres juntos a todas horas. Se llevaba muy bien con ambos y, aunque yo quisiera escaquearme, no podía hacerlo y debía aguantar el tipo y las lágrimas ante él.

            Un día, no pude controlarme y acabé alejándome de ambos en uno de los descansos. Había comenzado a llorar cuando los vi llegar tomados de las manos, así que me tuve que disculpar y salir corriendo de allí, adentrándome en el edificio del instituto y recorriendo los pasillos hasta llegar al baño de chicos, en el que me encerré en uno de los cubículos para llorar. No llevaba allí ni dos minutos, cuando escuché la puerta abrirse e intenté ahogar mis lágrimas para que la persona que había entrado no me escuchara, pero no hacía ninguna falta.

            —HoSeok —me llamó—. Sé que estás aquí, pero no hace falta que digas nada —lo oí dejarse caer contra la puerta del cubículo de al lado—, solo escucha lo que tengo que decir —TaeHyun inspiró aire—. No estoy saliendo con NaEun, ella solo me estaba ayudando con un asunto —me dieron ganas de preguntarle cuál era aquel asunto que requería hacer como si estuviera saliendo con ella, pero me callé—. Quería darte celos, para ver si hacías algún movimiento… Pero no lo hacías…
            —¿Qué estás queriendo decir? —pregunté sin poder contenerme.
            —Sé que te gusto… Y tú también me gustas… Y quería que fueras tú quien se atreviera a decirlo… Pero simplemente te alejaste de mí y yo estaba muy triste y confuso por ello… —tras escuchar esas palabras abrí la puerta del cubículo del baño en el que me encontraba y le di un puñetazo en la mandíbula a TaeHyun, para después abrazarlo inmediatamente con fuerza contra mi pecho.
            —Idiota, eres un idiota —murmuré.
            —Lo siento, lo siento —susurró—. Lo siento si lo has pasado mal… Yo… De verdad que me gustas… Esto no es ninguna de mis bromas…
            —Lo sé —contesté—. Lo sé… Tú me gustas mucho también… Pero eso no quita que seas un idiota —me separó de su cuerpo y me dedicó una expresión de arrepentimiento, seguida de una gran sonrisa cuando me acerqué a él para besar sus labios.


[Drabble] Ask Drabbles: Going Crazy {BangSong}

Going Crazy

            Bang YongGuk era uno de los dioses más respetados tanto por los seres humanos, como por los dioses y demás criaturas que habitaban en el planeta Mato. Era un poco serio cuando se trataba de su trabajo como dios de la Justicia, pero en su tiempo libre era bastante divertido y cercano a los demás dioses. También, tenía a la mayoría de los seres femeninos de los tres mundos (el celestial, el terrenal y el inframundo) pero él nunca había querido formar una familia, se distraería de sus funciones como dios si la tenía.

            Por estos motivos, el travieso dios del Amor, Zelo, harto de ver como uno de los dioses que mejor lo trataban no supiera lo que era el amor, le lanzó una flecha de amor a su corazón un día que el dios bajó para presidir un juicio entre unas criaturas del bosque y Bang YongGuk se enamoró perdidamente de una ninfa de los bosques llamada Song JiEun.

            Era la criatura más bella que jamás había visto en sus miles y miles de años de vida como dios, así que, una vez acabó el juicio se acercó a ella para seducirla, sin embargo, la joven ninfa comenzó a correr, asustada por la proposición. Bang YongGuk corrió tras ella, declarándole una y otra vez su amor, pero la ninfa de los bosques no podía corresponderlo, así que comenzó a rezarle a la diosa de la Tierra, la protectora de las ninfas para que la librara de aquello.

            Minutos después, las delgadas piernas de la ninfa comenzaron a convertirse en el tronco de un árbol y luego las siguieron su torso y sus brazos, hasta que la ninfa acabó convertida en un hermoso árbol. Bang YongGuk, que estaba a punto de atraparla cuando la transformación tuvo lugar, se quedó estático bajo las ramas del árbol, mirando sin mirar, cómo el amor de su vida acababa de desaparecer ante sus ojos sin que hubiera podido siquiera rozar su piel.

            A partir de aquel día, el dios de la Justicia se quedó bajo la sombra de aquel árbol, no pudiendo despegarse de su amor y volviéndose loco por la pérdida sufrida.


The Letter

The Letter

            Querido Papá:

            Te escribo de nuevo ya que al parecer las otras cartas que te mandé no las has recibido. Todavía no te conozco, pero mamá habla muy bien de ti y de cómo la cuidabas cuando erais solo dos y cuando ella estaba embarazada de mí. Me gustaría que pudieras venir a mi próximo cumpleaños, es dentro de dos meses, el 10 de Marzo, aunque eso ya lo sabes, porque cada año me envías un regalo que me encanta. Este año cumplo siete y ya soy un niño muy mayor, por lo que me gustaría poder conocerte.

            Te quiere mucho,

Tu hijo CheolYong


            CheolYong dejó el lápiz caer sobre la mesa en la que había estado escribiendo y dobló la carta que había acabado de escribir de tal forma que pudiera entrar en el sobre. Después, la introdujo en él y lo cerró, colocándole el sello. Su madre se encargaba de escribirle la dirección siempre y luego de dejarla en el buzón para que fuera entregada a su destino.

            —¡Mamá! —llamó el chico y su madre apareció en unos segundos en su habitación—. Ya he terminado la carta nueva —contó—, espero que esta vez no la pierdan, como las anteriores.
            —Esperemos que no —murmuró la mujer con una sonrisa triste, tomando el sobre que su pequeño hijo le entregaba con una sonrisa de oreja a oreja.

            Algún día tendría que contarle la verdad, algún día debería decirle que SeungHo, su padre, había fallecido poco antes de que él naciera. Pero no podía quitarle la ilusión a su niño, no podía, todavía era demasiado pequeño para contarle la verdad. Ya se lo diría, algún día, cuando él pudiera entenderla y cuando ella estuviera preparada para contarlo todo, por el momento, guardaría la carta con las demás.