Título: MY BLUE (Be
Ambitious)
Autora: Riz Aino
Pareja: 2In (Hwang
InHo + Lee InSoo) (BOYS24 – UNIT BLUE)
Clasificación:
NC–17
Géneros:
romance, drama, smut
Número de palabras:
9.404 palabras
Resumen:
unidos a través de las dificultades y de la desesperación, InHo e InSoo no
desean separarse el uno del otro.
Advertencias:
habrá relaciones sexuales bastante explícitas en la historia.
Aclaraciones:
BOYS24 fue un programa de Mnet en el que participaban 49 chicos formando unidades
(al principio siete y luego quedarían cuatro finalistas). Después del programa,
las unidades finalistas promocionarían durante un año hasta que se diera por
finalizado el proyecto y la unidad ganadora sería la que debutaría finalmente. (Más
información sobre el programa y estos chicos en las notas finales).
Notas:
los dos protagonistas participaron en el programa BOYS24, siendo parte de la
unidad azul (UNIT BLUE) y fueron descalificados en un determinado momento. (Hwang InHo | Lee InSoo).
Comentario de autora:
Hwang InHo era mi amor del programa y mi segundo amor era Lee InSoo, por lo que
lloré mucho cuando no pudieron seguir adelante en la unit y me debatí mucho
tiempo sobre si escribir o no un fanfic de ellos hasta que al final me decidí.
Espero que os guste.
La noticia lo había pillado de sorpresa. InHo
no creía que la unidad que lideraba desde hacía solo un par de meses fuera a
ser eliminada de aquella forma y por un público que creía que estaba de parte
de su grupo. Habían cometido un par de errores graves en el baile, pero
teniendo en cuenta el poco tiempo con el que habían contado para practicar
aquella presentación, no lo habían hecho nada mal —y obviamente no habían sido
los únicos que se habían equivocado, las demás unidades también habían tenido
fallos en sus presentaciones—. Por eso, InHo estaba frustrado, porque su participación
en el programa que le daba acceso al tan ansiado debut había finalizado de una
forma brusca y porque no había sido capaz de liderar a los chicos con los que
le había convivido en las últimas semanas, aquellos que lo habían dado todo
para poder vivir su sueño.
La unidad azul ya no iba a ser capaz de
presentarse en un escenario y todo se debía a que no había sido lo
suficientemente bueno. A InHo le dolía porque aunque todos acabaran en la misma
empresa, buscando el debut de nuevo, esta vez como trainees, no sería lo mismo, puesto que probablemente ni debutaran
o porque si lo hacían, no estarían en el mismo grupo todos.
—No pongáis esas caras tan largas, que me
dais ganas de llorar otra vez —murmuró HoCheol, mientras estaban en la puerta,
esperando a que llegara la furgoneta que los iba a ir dejando en sus
respectivas casas. Ahora que habían dejado de participar en el programa no
tenían derecho a quedarse en las instalaciones que habían sido preparadas para
ellos.
—Nos vamos a ver la semana que viene en la
empresa, no hay que estar triste —dijo TaeYeon—. Seguiremos juntos entrenando
para poder volver a los escenarios.
—Que hayamos terminado aquí no significa que
lo dejemos todo y que no sigamos adelante —comentó TaeDong—. Yo voy a seguir
luchando por el debut.
—Yo también pienso lo mismo, no es el final,
es otro comienzo —respondió InSoo.
—¡Hay que animarse! Somos la Unit Blue y
somos geniales —dijo JongHyeok.
Los cinco chicos con los que había convivido
en las últimas semanas, con los que había compartido alegrías, pero también
frustraciones, momentos tristes y sobre todo el gran cansancio y la
incertidumbre de no saber si estábamos haciendo lo correcto o no seguían
sintiendo que aquel camino era el que debían recorrer y que lo mejor era
recorrerlo juntos. Una parte de InHo se sentía de la misma forma, pero la otra
solo le repetía que se estaba haciendo mayor y que jamás lograría debutar, que
daba igual lo bueno que fuera, solo querían gente joven. Ellos todavía eran
jóvenes, ellos todavía podían debutar, podían esperar un par de años de
entrenamiento para hacerlo… pero el tiempo corría en su contra.
InHo sintió una mano reconfortante sobre su
espalda, acariciándola lentamente arriba y abajo y giró su cabeza levemente
para ver cómo InSoo le sonreía de forma encantadora mientras trataba de darle
ánimos de aquella manera, tal y como lo había hecho todos aquellos días cuando
sentía que el peso del liderazgo era demasiado para poder hacerlo bien.
—El mundo no se ha acabado solo porque este camino
haya estado cortado al final —le susurró, solo para que él lo escuchara—. Solo
debemos volver atrás y seguir el siguiente sendero.
—A veces eres demasiado poético —comentó el
mayor, esbozando una leve sonrisa.
—Y tú a veces piensas demasiado.
InSoo se alejó de él con una sonrisa en su
rostro y cogió la bolsa con sus cosas del suelo para echársela al hombro porque
la furgoneta ya había llegado hasta donde ellos se encontraban. Montarse en
aquel vehículo hacía más definitiva aquella marcha de la carrera hacia el debut
que para InHo era incluso más definitiva que para los demás. No quería subirse,
pero tampoco se podía quedar plantado allí, por lo que finalmente tuvo que
hacer de tripas corazón y sentarse en el asiento del copiloto —aquel lugar que
habría sido suyo de haber salido las cosas bien y de seguir en el programa
hasta el final—. El chico cerró sus ojos y trató de no pensar en aquello al
menos por un momento, para relajarse y disfrutar con el murmullo de fondo de
las conversaciones de los demás.
Porque tenía los ojos cerrados y porque no
estuvo atento realmente a lo que los chicos decían, InHo no se dio cuenta de
que durante todo el trayecto, InSoo no dejó de observarlo fijamente ni un solo
momento, sin participar por ello de ninguna conversación.
Solo volvió al mundo real cuando el vehículo
comenzó a detenerse en diferentes lugares para ir dejando poco a poco a los
chicos en las direcciones que previamente le habían indicado al conductor,
despidiéndose de ellos uno a uno cuando salían del coche y queriéndoles darle
un abrazo fuerte pero sin poder hacerlo bien a través de la ventanilla del
coche. Las palabras “hasta la semana que
viene” eran respondidas con un asentimiento, porque InHo no tenía realmente
claro si los vería o no, pero no quería que aquellas despedidas fueran todavía
más tristes de lo que eran. Contuvo las lágrimas cuando se despidió de HoCheol
porque el chico había alegrado en los momentos más críticos a todo el grupo con
sus ideas locas y con su personalidad extrovertida y había liberado de aquella
forma el gran peso que el mayor había sentido sobre sus hombros.
—Hyung.
No estés triste —le dijo antes de irse definitivamente con sus cosas.
InHo había asentido a aquellas palabras, pero
al igual que el menor lo sabía, él sabía perfectamente que no iba a poder
evitar hundirse y llorar todo lo que no había querido delante de los demás para
no hacerlos sentir mal en cuanto llegara a casa y se tumbara sobre su cama.
Quizás no saldría de su habitación más que para lo necesario tampoco y quizás
tampoco querría ver a nadie durante algunos días. Necesitaba eso para poder
serenarse y para poder pensar con calma sobre cuál iba a ser su futuro… si es
que había algún futuro para él dentro del mundo del espectáculo.
Metido en sus pensamientos, apenas fue
consciente de que el coche se paraba una última vez antes de que finalmente lo
dejara a él en su destino, solo percatándose de aquello cuando la cabeza de
InSoo se asomó a su ventanilla y le echó los brazos para que InHo le diera un
corto abrazo antes de irse a casa. InHo le sonrió de la forma más
tranquilizadora que pudo, pero al parecer no pudo engañarlo a él tampoco porque
en el poco tiempo que habían pasado juntos, habían aprendido a leerse el uno al
otro y prácticamente no había forma de engañarse mutuamente porque eran
demasiado transparentes.
—Voy a llamarte mañana —le dijo el menor
seriamente—. Por favor contéstame porque va a ser una conversación importante
la que quiero que mantengamos.
—Contestaré —prometió.
InSoo lo miró a los ojos, buscando ver si la
respuesta que le había dado era mentira o verdad y tras unos segundos asintió y
le dedicó una pequeña sonrisa antes de girarse y comenzar a alejarse del
vehículo. InHo observó su espalda durante los segundos que el conductor tardó
en arrancar y suspiró profundamente cuando finalmente lo perdió de vista. Sabía
perfectamente de qué iba a querer hablarle el menor, que era una conversación
que le convenía no evitar por su propio bien… pero de todas formas, InHo tomó
su teléfono móvil y lo apagó, no teniendo en mente encenderlo durante los
siguientes días.
InHo se encontraba entre el mundo de los
sueños y la realidad cuando unos insistentes golpes en la puerta de su
habitación lo llevaron de golpe hasta el plano de la realidad. El chico se removió
en la cama unos instantes, sin quitarse todavía las sábanas de encima de la
cabeza y sin abrir sus ojos más que unas rendijas. Le había dicho a su madre
que no quería ser molestado y desde hacía un par de días había vivido en su
habitación, saliendo solo por las noches para comer algo cuando sabía que no
había nadie despierto en su casa. Hasta el momento, nadie había ido a
molestarlo, por eso se sintió algo frustrado, ya saldría cuando quisiera saber
algo del mundo y todavía no quería saber de nadie, así que, no lo entendía.
—Cariño, por favor, abre la puerta —escuchó
la voz de su madre amortiguada—. Alguien ha venido a verte, abre por favor.
Sin poder evitarlo, el chico suspiró y
comenzó a levantarse lentamente de la cama. No sabía quién podía haber ido a
verle y qué tan importante podía ser para que su madre no lo dejara tranquilo,
tal y como le había prometido, pero simplemente abriría la puerta y después de
dos minutos de aparición, volvería a meterse entre las sábanas para seguir con
su rutina de los anteriores días. InHo se arrastró fuera de la cama y dio el
par de pasos necesarios para llegar hasta la puerta y descorrer el pestillo
para abrirla solo una rendija, encontrándose a su madre con una expresión
preocupada en su rostro al hacerlo. Probablemente estaba más delgado que cuando
llegó a casa unos días atrás y se le notaban mucho más los huesos de lo que ya
era habitual en él y a su madre nunca le había gustado verlo tan delgado.
—¿Quién ha venido a verme? —fue lo que dijo,
para acabar con aquello lo más rápido posible y volver a su cueva oscura.
Su voz sonó algo extraña porque llevaba sin
usarla demasiado tiempo, pero no era algo que le importara demasiado,
probablemente no volvería a usar su voz como instrumento, así que no tenía
sentido cuidarla como lo había estado haciendo todo el tiempo.
—Está en el salón —respondió la mujer—. Sal.
—No voy a salir de aquí —replicó él.
La expresión de su madre al escuchar aquellas
palabras le recordó a cuando era pequeño y se resistía a hacer algo que ella
quería que hiciera, por lo que se esperó que lo tomara de la oreja para sacarlo
a rastras de su habitación, pero aquello no sucedió porque una voz se escuchó
desde el fondo del pasillo, una voz que InHo se había acostumbrado a escuchar
demasiado en las últimas semanas. El chico se asomó un poco sobre su madre para
ver si de verdad él se encontraba allí y no era solo un reflejo de su imaginación,
encontrándolo a poco pasos de donde ambos se encontraban.
—No hace falta que salga —fue lo que dijo—,
podemos hablar en su habitación sin ningún problema.
—Es una falta de respeto —contestó su madre,
pero InSoo negó con su cabeza y sonrió.
—No pasa nada —respondió el chico,
acercándose hasta la puerta y colocándose entre InHo y su madre, mirándolo
fijamente a los ojos—. ¿Me dejas pasar, hyung?
El mayor se mordió el interior de la mejilla
derecha levemente sosteniéndole la mirada a InSoo hasta que finalmente cerró
sus ojos y se hizo a un lado para que éste pudiera pasar al interior de su
oscura habitación. Antes de desaparecer junto a él en la oscuridad y cerrar de
nuevo, le dedicó una última mirada a su madre y se introdujo en el cuarto junto
al recién llegado, echando el pestillo de nuevo para no ser molestados. Apenas
había tenido tiempo de correr el cerrojo y girarse cuando sintió el cuerpo del
menor presionando contra el suyo, haciendo que se tuviera que pegar a la puerta
que acababa de cerrar. InHo era un poco más alto, pero aun así se sintió un
poco intimidado por aquella repentina acción por parte de InSoo.
—¿Qué…?
—Shhh… —lo calló, poniendo un dedo en sus
labios—. No tienes derecho a hablar hasta que yo no haya terminado.
—InSoo… —trató de volver a hablar, pero el
menor volvió a chistarle para que no lo hiciera. InHo se sintió un poco
frustrado, pero muy en el fondo sabía que el chico tenía todo el derecho de
estar comportándose de aquella manera.
—¿Por qué apagaste tu teléfono cuando te dije
que tenía que decirte algo importante? —le preguntó, aunque realmente no fue
una pregunta, sino más bien una reclamación por haber hecho algo como aquello a
pesar de que no debía haberlo hecho.
—No quería hablar con nadie —respondió en un
susurro.
—Porque no querías escuchar lo que tenía que
decirte, ¿verdad? —dijo InSoo—. Porque no querías que te mostrara las cosas tal
y como son y no como tú las ves.
—InSoo…
—Líder… no puedes abandonar —aquella petición
fue un suspiro desde los labios del menor que chocó contra los suyos y un
escalofrío le recorrió la columna vertebral de arriba abajo—. No nos dejes.
Sabes que eres el mejor y que sin ti es imposible que lo consigamos.
—Todos sois buenos, todos podéis debutar por
vuestros propios medios —contestó, bajando su cabeza para no tener que mirar a
los ojos al menor—. No me necesitáis para nada, ya no somos un equipo y no
podemos sobrevivir juntos, solo luchar los unos contra los otros… y yo ya me he
cansado de luchar.
—Sabes perfectamente que con tu talento vas a
debutar, no puedes rendirte ahora —InSoo acarició suavemente su mandíbula y
alzó su cabeza para que lo volviera a mirar—. Si te rindes, todo el esfuerzo
realizado hasta ahora será en vano.
—Vosotros tenéis más oportunidades —murmuró—.
Pero esta era mi última oportunidad para debutar y no la he podido tomar.
—No, hyung…
la última oportunidad es la que tú te quieras dar —replicó seriamente—, y ésta
no va a ser tu última oportunidad.
—No puedo esperar más.
—Un año, solo es un año —dijo el menor—.
Durante un año van a promocionar los que ganen el programa y después comenzarán
a debutarnos a los que nos quedamos por el camino. Nosotros podemos hacerlo,
pero solo si le ponemos empeño durante un poco más de tiempo.
—Tiempo es lo que yo no tengo…
—Claro que lo tienes —replicó InSoo—. He
visto debutar a gente más mayor que tú y nadie ha puesto el grito en el cielo
por ello, así que no tienes por qué pensar en que si no tienes veinte años ya
nadie te va a querer. Hay muchas personas a las que le gusta la gente un poco más
mayor porque tienen más experiencia, porque son mejores en todo lo que hacen… a
mí me gustas y me da igual la edad que tengas o dejes de tener.
InHo suspiró profundamente. Por una parte
quería creer que InSoo tenía toda la razón en lo que decía, pero sabía
perfectamente que no era así, que no la tenía y que sobre todo, no estaba
siendo para nada objetivo. El mayor sabía que él había pasado por una fase
parecida cuando el grupo con el que había debutado se disolvió tras haber
debutado, que había luchado para volver a salir adelante porque aquel era su
sueño y porque tenía el talento y la fuerza suficiente para poder lograrlo,
para poder debutar de nuevo… pero a pesar de que fuera parecida, la situación
no era la misma para InHo.
—Yo creo en ti, hyung —murmuró—. Y tú deberías creer en ti más que nadie, pero no
entiendo por qué no lo haces. ¿Dónde está la confianza que mostrabas ante las
cámaras?
—InSoo… por favor…
—No, por favor no, Hwang InHo —lo cortó el
menor de mala forma, pero en el fondo éste sabía que se merecía que lo tratara
así—. Tienes que escucharme y tienes que entender que lo que estoy diciendo es
verdad, porque no lo dejaré pasar hasta que me demuestres que no te vas a
rendir solo por haberte encontrado un pequeño obstáculo.
—Los obstáculos no se pueden sortear tan
fácilmente —murmuró, mirando aquellos ojos castaños que brillaban levemente en
la oscuridad de la habitación y que junto con los rasgos de su rostro eran lo
único que podía ver, porque eran lo único que estaba lo suficientemente cerca.
—Los obstáculos están para superarlos, solo
hay que ponerle un poco de empeño para poder hacerlo —replicó InSoo—. Y no
estás solo, nos tienes a todos… me tienes a mí.
—No es una decisión que alguien pueda tomar
por mí, InSoo —terminó diciendo—. Solo yo puedo decidir lo que quiero en mi
vida y no quiero tener nada que ver con el mundo del espectáculo.
—Dios… ¿por qué a veces eres tan cabezota? —preguntó
el menor, visiblemente frustrado—. Ahora mismo no sé si quiero pegarte o besarte
para que entres en razón.
—Si puedo elegir… prefiero lo segundo
—comentó InHo, tratando de relajar un poco el ambiente.
—¿Si lo hago vas a venir mañana a la empresa?
—No.
—Entonces no lo haré.
InSoo le dio un golpe en el pecho con rabia,
aunque no con fuerza, y se alejó de su cuerpo para sentarse sobre la cama, el
mayor no lo vio, pero escuchó los muelles del colchón hundiéndose bajo su peso.
InHo entendía por qué estaba tan frustrado el chico con aquel tema y por qué
quería a toda costa que él no dejara de lado su sueño, pero tampoco podía
evitar pensar que iba a ser una gran pérdida de tiempo y que no iba a poder
hacer nada para conseguir su debut. Apreciaba sus esfuerzos para que no lo
tirara todo por la borda y renunciara, pero InHo seguía sin creer que fuera
posible.
—No quiero perderte, hyung —lo escuchó murmurar desde el lugar en el que ahora se
encontraba—. No quiero perderte y sé que como vuelvas a la universidad y no le
des una oportunidad más a esto te voy a perder inevitablemente.
—No tiene por qué ser así.
InHo se separó también de la puerta y caminó
hasta su cama para sentarse al lado del menor, poniendo una mano sobre su
muslo. Aquella relación que acababan de comenzar no tenían por qué dejarla
atrás simplemente porque no se fueran a dedicar a lo mismo. Claro que, teniendo
en cuenta que ninguno de los dos iba a tener tiempo alguno para poder pasarlo
juntos, su relación iba a ser algo que poco a poco se iría desgastando hasta
que finalmente no hubiera forma de sacarla adelante.
—Sabes tan bien como yo lo que sucederá.
El mayor estaba harto de luchar por nada, él
solo quería demostrar al mundo lo que valía, pero el mundo había decidido darle
la espalda y se había cansado de ello. Aun así, todavía tenía aquel contrato
que había firmado con la empresa y que todavía no había expirado, el contrato
que le había dado la oportunidad de mostrar al menos su talento un poco y que
lo había hecho conocer a InSoo. Ese papel no expiraba hasta el siguiente año, a
no ser que él no cumpliera con sus obligaciones como trainee y no pasara sus evaluaciones correctamente. Quizás fuera lo
correcto seguir hasta el final, tal y como le había dicho el menor, recorrer
otro camino para alcanzar el tan ansiado debut, un camino que iba a ser todavía
más difícil que el que había recorrido y para el que no se sentía nada
preparado.
—Hyung…
¿recuerdas los carteles que anunciaban las audiciones para el programa?
—preguntó repentinamente InSoo, sacándolo de sus pensamientos.
—Sí —respondió. Lo recordaba a la perfección,
aquel cartel azul lleno de rombos que les pedía que fueran ambiciosos y que
demostraran que tenían la suficiente valentía como para presentarse a aquellas
audiciones y pasarlas.
—¿Qué ponía?
—Boys,
be ambitious —murmuró.
—¿Y por qué no tienes ambición hasta el
final? —le cuestionó.
InHo sintió su corazón latir rápidamente
dentro de su pecho por aquello y tuvo que respirar profundamente para tratar de
calmarlo. Hacía meses, cuando se había presentado a la audición había tenido el
coraje suficiente para hacerlo, así que, quizás seguir un poco más era lo
adecuado.
—No sé si podré hacerlo —contestó finalmente,
girando su cabeza levemente para poder mirarlo—, pero creo que puedo intentarlo
un poco más.
—¿Lo dices en serio? —preguntó el menor. El
tono con el que había hecho aquella pregunta denotaba la sorpresa y el agrado
que lo que él había dicho le habían provocado, haciendo que InHo no pudiera
evitar sonreír.
—Prometo intentarlo hasta que el contrato
acabe —dijo—, y si cuando esté llegando a su fin no hay ningún movimiento por
parte de la empresa que me haga cambiar de opinión, lo dejaré.
—Te quiero.
InHo no se esperaba la repentina confesión de
InSoo, al igual que tampoco se esperaba que éste se lanzara sobre su cuerpo
para abrazarlo con tanto ímpetu que su espalda acabó contra el colchón y con la
mitad superior del cuerpo del menor sobre él, abrazándolo fuertemente. InSoo
nunca había sido especialmente cariñoso —también suponía que había sido porque
apenas habían tenido tiempo para estar solos más allá de unos pocos minutos que
solo les habían dado para darse cuenta de los sentimientos que tenían por el
otro y poco más— y aquello lo sorprendió de una forma grata.
—¿Tan feliz estás de escuchar esto? —le
preguntó InHo sin poder evitarlo. El chico se levantó levemente de su cuerpo
para asentir un par de veces con su cabeza.
—Tanto que ahora sí que quiero besarte más
que pegarte —dijo.
—¿Y por qué no lo haces entonces? —susurró el
mayor.
En la oscuridad de la habitación, InHo pudo
ver su sonrisa deslumbrante, aquella que no mostraba generalmente, aparecer en
el rostro ajeno segundos antes de que se inclinara de nuevo sobre él, pero esta
vez para rozar sus labios con los suyos levemente, como si a pesar de que él
mismo hubiera propuesto aquello se sintiera algo inseguro por hacerlo. El mayor
no pudo evitar sonreír dentro del beso y tratar de profundizarlo un poco más,
buscando con su mano la nuca de InSoo para reafirmar aquel beso, el segundo que
se daban desde que habían comenzado aquella relación. El chico tuvo que apoyar
sus manos en el colchón, una a cada lado de la cabeza de InHo para equilibrarse
debido a aquella repentina acción, pero también sonrió en el beso, por lo que
el mayor se sintió feliz.
—No pensé que podría convencerte —murmuró
InSoo, una vez se separaron levemente para poder respirar de forma adecuada—.
Cuando vine hasta aquí pensaba que me echarías de tu casa directamente.
—Nunca te echaría —contestó él, esbozando una
pequeña sonrisa—. Pero… ¿cómo supiste dónde vivía?
—Cuando nos subimos a la furgoneta el otro
día el conductor las tenía todas puestas en el navegador y me fijé en cuál era
la tuya —respondió—. Solo por si acaso tenía que tomar medidas desesperadas. No
creía que tuviera que ir tan lejos como para venir a tu casa a convencerte,
pero al apagar tu móvil no me diste otra opción.
—Siento haber sido un poco irracional y
haberte dado tantos problemas —comentó InHo.
—No han sido problemas porque al final te he
convencido —dijo con una sonrisa—. Lo único que falta es que mañana vengas a la
empresa para comenzar de nuevo todos juntos.
—Iré —murmuró, pero a pesar de decir aquello
se llevó una mirada de desconfianza por parte del menor.
—No lo creeré hasta que lo vea con mis
propios ojos —respondió—. De hecho no estoy seguro de si vas a cambiar de
opinión o no en cuanto salga por esa puerta —señaló.
—No creo que cambie de opinión tan
rápidamente —comentó InHo—, pero siempre puedes quedarte a verlo por ti mismo
si no lo vas a creer.
—¿Es eso una proposición indecente, hyung? —cuestionó, tratando de mover sus
cejas, pero sin poder hacerlo.
—Todo lo indecente que tú quieras.
—¿Puede serlo mucho? —preguntó InSoo,
prácticamente contra sus labios—. No creo que vayamos a tener muchas
oportunidades próximamente… aunque…
—¿Aunque…? —dijo el mayor, tratando de hacer
que el otro siguiera hablando para explicarse.
—Estamos en tu casa… —respondió el chico,
como si fuera obvio lo que quería decir con esa corta frase, pero para InHo no
era tan obvio. Estaban en casa, en una habitación cerrada donde nadie los podía
ver, era un buen lugar para la indecencia—. Tu madre podría oírnos o entrar o
algo.
—La puerta está cerrada —contestó—, no podrá
entrar aunque quisiera… y no te debes preocupar por si escucha algo.
—¿Por qué?
—Mi habitación está insonorizada, para cuando
canto o toco —respondió.
InHo no lo pudo ver bien porque estaban
demasiado cerca, pero probablemente la expresión del rostro del menor se
relajó, así como lo hizo su cuerpo sobre el suyo, aquel cuerpo que le había
comenzado a dar calor más allá del que ya hacía en aquel día veraniego. Quizás
sería una buena idea levantar un poco la persiana para tener un poco de luz y
así poder ver bien el cuerpo ajeno ya que era la primera vez… y quizás también
sería una buena idea encender el ventilador de pie que tenía en la esquina de
la habitación para refrescar un poco el ambiente que poco a poco se iba a
tornar demasiado caliente. E igual también sería conveniente sacar los condones
y el lubricante que tenía guardados al fondo del cajón de los calcetines, solo
por si acaso llegaban así de lejos y luego no tenían a qué echar mano para
poder continuar —porque cuando se llegaba a esos momentos, cortar a mitad para
buscar cosas así no era bueno, generalmente—.
—Voy a subir un poco la persiana para que
haya algo de luz —murmuró—. Me gustaría verte la cara.
—Está bien.
InSoo dejó un beso corto en sus labios antes
de levantarse de su cuerpo y rodar sobre su cama, haciendo que el mayor
sintiera un poco de vacío al no sentirlo contra él. Sin embargo, no le dio
vueltas a aquello porque en breves momentos iba a volver a estar junto al menor
y simplemente se levantó de la cama, caminando primero hacia la ventana,
tratando de no pegársela en el camino porque había algunas cosas que tenía
tiradas por el suelo. Levantó un poco la persiana y algo de la luz del exterior
inundó la habitación, lo suficiente como para que pudiera ver claramente al
chico que se había tumbado sobre su colchón y que lo esperaba allí con los
brazos abiertos. InHo no pudo evitar esbozar una sonrisa amplia en su rostro
antes de poner el ventilador a funcionar en el modo lento y dirigirse hacia la
mesita que tenía al lado de la cama, donde abrió el segundo cajón y metió la
mano hasta el fondo, buscando lo que necesitaba y dando con ello a los pocos
segundos. Con un poco de disimulo, sacó una corta tira de condones y el pequeño
bote de lubricante, dejándolos en el suelo junto a la cama para que el otro no
se diera cuenta de lo que había cogido —aquello era solo por si acaso, porque no
creía que esa vez, que era la primera en la que iban a acariciar sus cuerpos,
llegaran a tanto—.
InHo volvió a la cama y se tumbó junto a
InSoo, pegándose mucho a su cuerpo y girando su cabeza en su dirección para
mirarlo a los ojos y dedicarle una sonrisa que el otro correspondió al momento.
El mayor se fijó en los rasgos de su rostro ahora que por fin había un poco de
luz para poder verlo y pensó que quizás no era una gran belleza, pero tenía un
atractivo tan atrayente que era muy difícil no caer en sus redes. Él había
caído casi sin darse cuenta en ellas y de un día para otro se había encontrado
pensando en él en todo momento, sin motivo alguno. InSoo alargó su mano para
tocar su rostro y éste cerró sus ojos para disfrutar del contacto.
—Estás más delgado —le dijo. InHo asintió
porque el día anterior se había mirado al espejo y se había dado cuenta de que
estaba un poco más demacrado de lo que debía—. No has comido bien, ¿verdad?
—No he comido mucho estos días, no te voy a
mentir —murmuró el mayor.
—A partir de ahora no dejaré que te saltes
ninguna comida, hyung —susurró el
chico, acercándose a su rostro para dejar un corto beso sobre sus labios, un
beso que hizo a InHo querer mucho más.
—Eso es algo que debería decir yo porque soy
el mayor —comentó, haciéndolo reír. Aquella risa le gustaba tanto que podría
pasarse horas solo tonteando para que InSoo riera de esa forma una y otra vez y
se dio cuenta de que había caído muy profundo en las redes del menor—. Me
gustas tanto…
Eso había sido un pensamiento que había
cruzado por su mente y que no tenía pensado decir por nada del mundo, pero se
le escapó de los labios en voz alta y la sonrisa de InSoo se hizo mucho más
amplia durante unos segundos antes de volverse pícara. De un momento a otro,
InHo estaba pasando de deleitarse con la sonrisa del menor a tenerlo sobre su
cuerpo, sentado, con sus piernas una a cada lado de sus caderas e inclinándose
sobre él para poder alcanzar sus labios y besarlos de nuevo, besándolo de una
forma mucho más profunda que anteriormente y haciendo que el corazón del mayor
comenzara a martillear dentro de su pecho por la excitación que empezaba a
sentí debido a la lengua de InSoo danzando en su boca, a sus dientes mordiendo
levemente su labio inferior y a aquella mano que ya no seguía en su mejilla,
sino que había ido poco a poco por su cuello, quedándose allí, donde InHo sabía
que estaba sintiendo el acelerado pulso de su corazón.
Una vez InSoo se separó de sus labios y dejó
que el aire volviera a entrar en su cuerpo, éste cogió una gran bocanada de
aire, soltándola casi al momento y quedándose sin respiración de nuevo cuando
los labios del menor acariciaron su mentón y luego bajaron por su cuello,
buscando su nuez. InHo no pudo evitar tragar saliva porque la garganta se le
había quedado repentinamente seca cuando la húmeda lengua del castaño rozó la
piel de su cuello, a la vez que un escalofrío involuntario le recorrió toda la
columna vertebral y el vello de todo su cuerpo se puso de punta. Si aquello
seguía ese curso, el mayor sabía que iba a acabar de una forma que a ambos les
encantaría, pero que quizás para él fuera un poco molesta —porque a pesar de
los años y a pesar de todas sus experiencias sexuales, todavía le seguía siendo
un poco incómodo al principio, cuando la otra persona empezaba a introducir sus
dedos uno a uno en su cuerpo—, porque InSoo estaba llevando claramente las
riendas en aquel momento y a InHo le gustaba dejarse llevar por las
sensaciones.
—Veo que te gusta esto, hyung —murmuró el menor contra su piel, haciéndolo sentir mucho más
excitado.
—Me encanta —respondió, notando la sonrisa de
este aparecer sobre su cuello.
InHo tenía varios lugares demasiado sensibles
que lo hacían responder muy fácilmente a los estímulos y uno de ellos era su
cuello, así que, no podía controlar las reacciones de su cuerpo, esas que
delataban claramente lo que le gustaba y lo que no y lo que lo hacía
enloquecer. Por ese motivo, fue sumamente fácil que InSoo comenzara a aprender
qué era lo que más quería el mayor que hiciera con su cuerpo y, por eso mismo,
InHo no pudo hacer más que disfrutar de las atenciones de éste sobre su piel,
sintiendo escalofríos de placer cada poco tiempo recorrer todo su sistema
nervioso y notando cómo, sin ni siquiera haber sido todavía tocado, su miembro
poco a poco se iba endureciendo, a medida que la sangre se iba acumulando en
aquel lugar.
Una vez InSoo se deleitó con el cuello de
InHo, bajó un poco su objetivo para atacar en ese momento sus prominentes
clavículas, llegando solo hasta donde la camiseta de manga corta que el mayor
llevaba puesta le dejó, no pudiendo alcanzar demasiada piel debido a ella. Sin
embargo, el chico no por eso se alejó de él o le pidió que se quitara la
camiseta para poder seguir adelante, solo recorrió el camino a la inversa para
alcanzar de nuevo los labios de InHo, besándolo lentamente, haciendo que ambos
se saborearan mutuamente un poco más hasta que el aire se fue haciendo
necesario y tuvieron que separarse.
InHo lo miró a los ojos y luego le guiñó el
derecho, dejando al menor confuso los pocos segundos que tardó en hacerlos
rodar sobre la cama, para quedar ahora él arriba. El colchón era un poco
estrecho, por lo que acabaron demasiado cerca de la pared, pero al menos
ninguno de los dos se había pegado un golpe, como ya le había pasado a InHo en
demasiadas ocasiones desde que dormía allí, sobre todo al principio, cuando no
estaba acostumbrado al lugar y durmiendo se daba más de un porrazo con la pared
al tratar de girarse en la cama. InSoo se sorprendió un poco por su acción, ya
que no se la esperaba, pero luego rio quedamente, visiblemente encantado por
aquello. InHo también sonrió unos momentos, observando el cuerpo del chico que
ahora se encontraba bajo él, aquel rostro un poco alargado y aquellos ojos que
desde el primer momento en el que se encontraron, no había dejado de buscar.
—Me gustas —le dijo antes de inclinarse sobre
él para besar la base de su oreja izquierda y luego trazar un camino con sus
labios desde ésta hasta su mentón, recorriendo toda su mandíbula.
—Hyung…
—suspiró el menor, estremeciéndose por sus besos.
InHo se sintió bastante bien al ver que él
también podía hacer estremecer a InSoo de la misma forma que éste lo había
hecho con él anteriormente y siguió atormentando su cuello durante algunos
momentos más antes de bajar lentamente hasta llegar al borde de la camiseta,
donde ésta no lo dejó avanzar más, tal y como había pasado con él mismo antes.
Quizás, si estaban decididos a seguir un poco más adelante, se tenían que ir
desprendiendo de aquella prenda para poder continuar sus exploraciones. Pero
antes de hacer nada, se separó del cuerpo de InSoo y lo volvió a mirar a los
ojos para preguntarle.
—¿Quieres que siga avanzando? —le cuestionó.
InSoo no le contestó de viva voz, solo
asintió con su cabeza de forma enérgica y, con eso, InHo tuvo su consentimiento
para llevar sus manos hasta el dobladillo de su camiseta negra y comenzar a
subirla lentamente, desvelando su torso levemente musculado, aquel torso que
había visto ya alguna que otra vez debido a que habían vivido juntos en una
misma habitación en los últimos meses. El mayor terminó de subir la prenda
hasta la altura de su pecho, donde ya no podía seguir a no ser que InSoo lo
ayudara para terminar de sacársela por la cabeza, pero éste no lo hizo, así
que, InHo se contentó con tener toda aquella extensión a su alcance y delineó
suavemente con la yema de sus dedos los abdominales poco definidos del menor,
de arriba abajo.
También, y como algo que fue totalmente
inconsciente, comenzó a mover sus caderas levemente, rozando su entrepierna con
la ajena, notando al hacerlo qué ésta también estaba dura, aunque no tanto como
tendría que estar más tarde si continuaban con aquello hasta el final. Al
moverse contra InSoo, el mayor se mordió el labio inferior, tratando de
contener un suspiro de placer debido a la acción. Sin embargo, un gemido débil
se dejó escuchar en la habitación, procedente de los labios de InSoo.
—Lo siento —murmuró el menor, que parecía un
poco avergonzado debido al tono rojo de sus mejillas—. No me lo esperaba y no
lo he podido contener.
—No hay de qué preocuparse —dijo InHo,
tratando de calmarlo sobre ello—. La habitación está insonorizada, podemos
hacer todo el ruido que queramos.
InSoo lo miró a los ojos durante unos
segundos, antes de hincar los codos en el colchón para impulsarse hacia arriba,
quedando sentado en la cama, con InHo sentado encima de sus muslos y quedando
sus rostros a pocos centímetros de distancia el uno del otro.
—Si no se va a escuchar nada —fue lo primero
que dijo—, entonces me gustaría poder continuar hasta el final —se acercó a su
oído para poder susurrarle lo siguiente—. Me gustaría saber cuál es la nota más
alta que puedes alcanzar mientras lo hacemos.
InHo abrió sus ojos, sorprendido porque no se
esperaba que el menor fuera capaz de decir algo como aquello y, sin embargo,
complacido porque las cosas como aquella lo encendían un poco más de la cuenta.
Por este motivo, el mayor no se quejó en absoluto cuando InSoo metió sus manos
bajo su camiseta y acarició su piel, a la vez que levantaba su camiseta, sin ninguna
delicadeza, y le pedía con una mirada que levantara los brazos para que pudiera
sacársela por la cabeza lo más rápido posible. InHo no se negó a ello y levantó
sus brazos hasta que la camiseta acabó tirada por cualquier lado de la
habitación. El mayor tampoco se negó cuando InSoo comenzó a besar su torso y a
jugar con sus pezones, lamiéndolos y mordiéndolos levemente con sus dientes,
ejerciendo un poco de presión, pero sin hacerle ningún daño. Y menos se negó
cuando los labios del menor recorrieron su torso hacia abajo, haciendo que
tuviera que arquear su espalda lo máximo que podía para que éste llegara con
sus besos hasta su ombligo.
Todo aquel recorrido lo había hecho
estremecer y el mayor había notado su miembro crecer por ello, tanto que
comenzaban a molestarle las prendas que todavía le quedaban encima —que no eran
más que sus pantalones cortos y calzoncillos—. InSoo también pareció notar lo
que había sucedido en su entrepierna, porque mientras comenzaba a jugar con su
ombligo, el chico introdujo una de sus manos dentro de sus pantalones, tocando
su miembro a través de la tela de sus calzoncillos, haciendo que InHo no
pudiera evitar que un gemido agudo y claro se escapara desde el fondo de su
garganta, gratamente sorprendido por aquella acción.
InHo comenzó a sentirse mucho más excitado de
lo que ya lo estaba debido a que la mano del menor no se detuvo en ningún
momento, mientras seguía besando su torso o sus labios. InSoo tocaba su miembro
de arriba abajo, lo apretaba firmemente o lo rasguñaba sin hacerle daño por
encima de la tela; también jugaba con sus testículos en ocasiones y el mayor
notaba que con cada una de aquellas acciones, su miembro se hinchaba y
endurecía un poco más, haciendo que fuera casi doloroso encontrarse en aquella
prisión de tela. Por ese motivo, con las pocas fuerzas que tenía en su cuerpo
debido al placer que estaba sintiendo, trató de detener aquella mano que lo
estaba volviendo loco y que lo hacía jadear y respirar entrecortadamente.
—Para… —le susurró. Inmediatamente el menor
alejó su mano de su entrepierna—. Necesito… quitarme esto… duele…
InHo comenzó a bajarse los pantalones como
bien pudo, moviéndose sobre la cama para poder hacerlo sin muchos problemas,
escuchando de fondo la suave risa de InSoo mientras lo hacía. El mayor no le
hizo ningún caso a aquello y simplemente terminó de desvestirse, quedando
finalmente desnudo totalmente y a la vista del menor, quien solo lamió sus
labios al verlo. InHo se dio cuenta en aquel momento de que éste todavía estaba
vestido y que para nada estaban en igualdad de condiciones, ya que él estaba
sintiendo la lasciva mirada de InSoo sobre su cuerpo, y sobre todo en una parte
muy concreta de su anatomía, pero él no podía deleitarse con ninguna vista del
menor porque lo único que podía ver era lo que la camiseta mal colocada le
dejaba. Por aquel motivo, InHo se acercó al chico y lo primero que hizo fue
sacarle la camiseta por la cabeza y tirarla al suelo, para después besarlo en
los labios con necesidad, mordiendo incluso un poco su labio inferior antes de
separarse y mirarlo fijamente.
—Creo que no estamos en igualdad de
condiciones —le dijo—. Y deberíamos.
—Entonces… —InSoo levantó su ceja izquierda
levemente—. ¿Debería dejar que me quitaras los pantalones, hyung?
—Deberías —murmuró el mayor—. Si no te dejas,
te los quitaré igualmente.
—En ese caso… no me negaré —le respondió,
haciendo que InHo no pudiera hacer otra cosa más que sonreír ampliamente por
aquella respuesta antes de dirigir su atención a lo que tocaba.
Dejó un beso corto en los labios del menor y
luego llevó sus manos hasta los pantalones vaqueros que éste vestía,
desabotonándolos con rapidez y bajándoles la cremallera antes de cogerlos de la
cinturilla y comenzar a llevarlos hacia abajo por las piernas de InSoo,
descubriéndolas poco a poco hasta que finalmente, los pantalones acabaron
saliendo por sus pies. Inmediatamente después, llevó las manos hasta los
calzoncillos del chico e hizo lo mismo, viendo en cuanto terminó el miembro
levemente erecto de éste, que sin duda estaba lejos de estar tan duro como el
suyo porque apenas había sido estimulado. InHo sonrió y justo después acercó su
mano derecha para tocar levemente aquel miembro, notando cómo su dueño se
estremecía por el repentino contacto. En ese momento, algo cruzó por la cabeza
del mayor y tuvo que decirlo para saber si lo que había pensado le iba a gustar
o no a InSoo.
—¿Te gustaría que utilizara mi boca?
—cuestionó.
—Me gustaría mucho… —jadeó, visiblemente
encantado con lo que le acababa de proponer.
—Disfrútalo entonces.
InHo le guiñó un ojo, haciendo que el menor
sonriera, y justo después se colocó bien sobre la cama para tener un buen
acceso al miembro de InSoo y no acabar con dolor de espalda por hacerlo sentir
bien. Por eso, tardó un poco en acomodarse, pero una vez lo hizo, suspiró sobre
el pene del menor y después comenzó a usar su boca en él, primero besándolo y
lamiéndolo en la base, para después ir subiendo lentamente por su extensión, notando
cómo éste crecía y se endurecía rápidamente por cada acción. InHo no pudo
evitar sentirse un poco orgulloso de sí mismo por aquello y siguió jugando con
el miembro del menor, subiendo cada vez más hasta que por fin llegó hasta la
sensible punta, lugar en el que se entretuvo con su lengua y succionando,
escuchando de fondo los gemidos bajos de InSoo cada vez que algo de lo que
hacía le gustaba especialmente. El mayor se volcó en hacerlo sentir bien y tras
algunos minutos, sintió la mano del chico tocando su mejilla, a la vez que le
pedía que parara con voz queda.
—Si sigues así creo que me voy a correr ya…
—fue lo que le dijo—, pero quiero aguantar un poco más para poder seguir
adelante…
—Está bien.
Se alejó del miembro de InSoo y después se
inclinó hacia el lado de la cama que no daba contra la pared para poder tomar
del suelo el bote de lubricante y los condones que antes había sacado,
previendo que las cosas se tornaran de aquella forma y que después de tener su
mente medio nublada por el placer no recordara bien dónde guardaba aquellas
cosas, haciendo que el tiempo corriera en su contra y bajara su libido, aquel
que ahora tenían ambos por las nubes. InHo podía notar perfectamente cómo el
menor lo deseaba de la misma forma que él lo deseaba. Por eso, no se demoró en
alcanzar lo que necesitaban para poder continuar y dejarlo sobre la cama,
haciendo que InSoo sonriera de nuevo de aquella forma que tanto le encantaba.
—Te iba a preguntar si tenías en este momento
—le dijo—. Yo solo había venido a hablar contigo, así que no había venido
preparado para esto.
—No te preocupes —contestó—. Estando en mi
habitación siempre tengo un poco a lo que echar mano solo por si acaso.
InHo creyó que aquellas palabras lo harían
reír, pero al contrario, la sonrisa del chico murió en sus labios y el mayor
supo que había hecho mal. InSoo era su nuevo novio y no le había preguntado
nada sobre sus anteriores relaciones, por lo que no quería saber de ellas, pero
en aquel momento acababa de confirmarle que había tenido una vida sexual algo
intensa. Para que aquel momento no se tornara raro y para que el menor se
quitara de la cabeza lo que acababa de escuchar, InHo volvió a hablar, dándole
la oportunidad de ser él quien llevara las riendas a partir de aquel momento,
tal y como había hecho al principio.
—Toma —dijo, entregándole el bote de lubricante
como señal de lo que quería que hiciera a continuación. InSoo lo miró
extrañado.
—¿Esto…? ¿Estás seguro? —le preguntó y el
mayor asintió—. Creí que preferirías ser tú…
—Estoy bien con ambos roles —respondió
sinceramente—, pero prefiero que seas tú quien lo haga esta vez.
InSoo pareció meditarlo por unos momentos y
después asintió lentamente, destapando el bote de lubricante. En cuanto el
tapón estuvo fuera, InHo se tendió sobre la cama, con la espalda contra el
colchón y abrió sus piernas lo máximo que pudo para que el menor tuviera el
mejor acceso. Tras esto, cerró sus ojos y dejó que éste hiciera lo que quisiera
con su cuerpo, solo le cuestionaría si iba demasiado lento o demasiado rápido o
si le dolía. Con sus ojos completamente cerrados no pudo ver cómo InSoo se
echaba lubricante en sus dedos, pero cuando uno de éstos comenzó a bordear su
entrada y lo notó frío, tensándose de forma casi imperceptible, supo que lo
había utilizado. El contraste del frío de aquel líquido viscoso con el calor de
su cuerpo y junto a los movimientos leves de los dedos del menor por la zona de
su baja espalda formaban un tándem exquisito que hacía que InHo no pudiera
evitar suspirar cada dos por tres por el placer.
Primero fue un dedo el que se introdujo en su
interior, después fue el segundo y más tarde el tercero. Todos y cada uno de
ellos lo hicieron sentir un leve pinchazo porque había pasado algo de tiempo
desde la última vez, pero inmediatamente después, su cuerpo se relajaba y solo
podía disfrutar de cómo aquellos dedos se movían en su interior, tratando de
crear el espacio suficiente para que finalmente InSoo pudiera internarse en él
de la forma en la que debía hacerlo. Quizás pasaron unos pocos minutos
dedicándose a aquella actividad o quizás fueron horas las que se tiraron de
aquella forma, pero cuando el menor retiró los dedos de su interior, InHo
sintió un repentino vacío y no pudo evitar protestar en un leve murmullo por
ello.
—Ya voy —fue lo único que dijo el chico.
InHo escuchó cómo el plástico de los condones
era rasgado y después cómo el menor se peleaba un poco con el látex antes de
notar de nuevo una leve presión contra su entrada y las manos de InSoo, una a
cada lado de su cabeza mientras comenzaba a internarse en él. El mayor contuvo
la respiración unos momentos y apretó sus dientes durante el proceso, tratando
de contener que algún quejido se escapara de su boca, haciendo que el chico se
detuviera, cuando él no quería que lo hiciera solo porque al principio le
molestaba un poco. Naturalmente, en cuanto sintió que el menor ya había entrado
por completo, volvió a respirar tranquilo y abrió sus ojos, encontrándose los
de InSoo, mirándolo fijamente.
—¿Te ha dolido? —le preguntó, aunque
realmente no había parecido una pregunta, sino más bien una afirmación, por lo
que InHo supuso que le había notado en la expresión de su cara que no había
sido una intrusión del todo placentera.
—Un poco —respondió, siendo sincero—, pero no
es algo que no pueda soportar. Al principio solo molesta, pero en un momento
dejará de hacerlo, no te preocupes por nada.
—¿De verdad? —cuestionó.
—De verdad —contestó, formando en sus labios
una sonrisa tranquilizadora—. Puedes moverte sin miedo.
InSoo lo miró a los ojos durante unos
momentos más, tratando de descifrar si mentía o no, pero tras ver que no,
comenzó a moverse lentamente, saliendo poco a poco de su interior, pero sin
llegar a hacerlo del todo, antes de volver a introducirse en él. En aquella
ocasión, apenas le molestó a InHo y en la siguiente, ya casi se había olvidado
de lo que era el dolor y se comenzó a dedicar solo a sentir cómo el menor lo
penetraba a la vez con lentitud y con firmeza una y otra vez. El ritmo al inicio
fue muy lento, casi desesperante, pero InHo sabía que el chico lo estaba
haciendo de aquella manera para que su cuerpo terminara de acostumbrarse a la
intrusión, antes de comenzar a moverse un poco más rápido, tal y como ambos
querían que hiciera.
En un momento dado, en el que sus
respiraciones entrecortadas casi se mezclaban de lo cerca que se encontraban
sus rostros, InHo tomó los labios ajenos para besarlos a la vez que comenzaba a
mover sus caderas, buscando más contacto y mayor rapidez. Tuvo que ser un poco
insistente con su lengua y con el
movimiento de su mitad inferior para que InSoo finalmente cediera y terminara
llevando un ritmo más rápido, pero una vez lo hizo, ambos se quedaron sin
respiración unos momentos por la gran cantidad de sensaciones que comenzaron a
experimentar tras el aumento de la velocidad y después de que InSoo encontrara
su próstata y lo hiciera gemir fuertemente, como no lo había hecho hasta aquel
instante.
—Creo que… eso te ha gustado… —murmuró el
menor, haciéndolo sonreír.
—Si sigues… dando ahí… me gustará mucho más…
—respondió.
—Entonces… creo que hay que… cambiar de
posición… —susurró el chico—. Desde aquí… es difícil.
InHo asintió y el menor salió lentamente de
su cuerpo para que pudiera incorporarse sobre la cama. InSoo colocó su espalda
contra el cabecero de la cama y extendió sus piernas, invitándolo a sentarse
sobre ellas, algo que el mayor hizo casi al momento, colocando sus rodillas a
cada lado de las caderas del menor y después bajando con lentitud sobre el miembro
del chico hasta que éste volvió a estar completamente en su interior. InHo se
detuvo solo unos segundos solo para besar al castaño con ímpetu y para
recuperar un poco la respiración, ya que se sentía realmente sofocado y eso que
aquel esfuerzo físico no era nada comparado con el que habían hecho en las
anteriores semanas en la sala de ensayo, bailando desde el amanecer hasta la
madrugada casi sin descanso. Solo cuando sintió que su corazón se calmaba un
poco, comenzó a moverse sobre el miembro de InSoo y éste también movió sus
caderas a su vez.
Al principio fue algo lento, porque tenía que
acostumbrarse al movimiento que tenía que hacer, pero en el momento en el que
terminó de acostumbrarse, volvió a establecer un ritmo enloquecedor, buscando
dar el máximo placer para los dos.
InHo siguió moviéndose de aquella forma,
incluso cuando sintió la mano de InSoo sobre su miembro, masturbándolo. De
hecho, en cuanto sintió aquello, se comenzó a mover un poco más rápido, porque
eso solo podía significar que el menor estaba a punto de alcanzar el orgasmo y
quería que ambos llegaran más o menos a la vez. InHo acabó buscando los ojos
del chico para mirarlo fijamente mientras ambos se movían de forma errática,
queriendo el ansiado orgasmo lo más rápido posible y cuando encontró la mirada
del otro, se esforzó aún más en hacer sus movimientos más rápidos, notando cómo
su propio orgasmo estaba a punto de llegar, hasta que ambos alcanzaron el
clímax solo con unos segundos de diferencia.
El moreno no pudo evitar dejar caer su cabeza
contra el hombro de InSoo mientras seguía sintiendo los síntomas del orgasmo y
tratando de controlar su respiración y dejó que éste pasara los brazos por su
espalda y lo apretara fuertemente contra su cuerpo, sintiendo su cálido aliento
en su piel y escuchando cómo sus dos corazones bombeaban sangre rápidamente a
todos sus vasos sanguíneos a diferentes tiempos. InHo pensó entonces, con su
mente medio nublada por el orgasmo en lo que los había llevado a aquello y no
pudo evitar sentirlo todo muy lejano. El momento en el que InSoo había entrado
a su habitación para convencerlo de que debía seguir con su sueño de debutar
como cantante parecía que había sucedido años atrás, pero no habrían pasado más
que unas horas desde entonces.
—Hyung…
—murmuró InSoo—. Por favor no te alejes y dejes que esto muera —le pidió,
haciendo que su corazón le diera una punzada por la culpa. Mientras él había
estado hundiéndose porque no quería volver a intentarlo de nuevo en el mundo
del espectáculo, el chico había sufrido pensando también en un montón de
cosas—. Por favor…
—No dejaré que eso suceda… —le prometió,
dejando un beso en su cuello que dejaría marca como sello de que cumpliría con
su palabra.
Notas finales:
—Como
lo más probable es que no tengáis ni zorra de quién es cada niño que nombro,
pues os dejo aquí una mini ficha de cada uno de ellos por orden de aparición en
escena (pinchad en el link de los nombres para verlas):
—Antes
de que el programa terminara, los mejores chicos de las unidades que habían
sido eliminadas fueron llamados para una repesca y Hwang InHo, Lee InSoo y Chae
HoCheol tuvieron otra oportunidad más de debut. InHo y HoCheol siguieron
adelante, estando cada uno en una unidad distinta, pero InSoo fue eliminado
nuevamente sin opción a debut. Ahora InHo pertenece a la UNIT WHITE, mientras
que HoCheol lo hace a la UNIT GREEN.
—Juro
solemnemente que esto iba a ser solamente un fic corto de lemon con un pequeño
conflicto al inicio, que se resolvía en 1k o 2k y que después pasaría a lo
perver y ya está… para nada planeaba que fuera tan profundo ni que fuera tan
malditamente largo, pero mi mente me juega muy malas pasadas y cuando yo quiero
escribir cosas pequeñas me dice que no, que haga algo muy, muy largo y no puedo
hacer absolutamente nada en su contra (a veces odio un poquito bastante a mi
imaginación).
—PD:
el momento en el que escribí esta historia llevaba meses sin hacer nada de
lemon, por lo que quizás se quedó un poco raro, pero cada vez que trataba de
arreglarlo no me gustaba y lo volvía a dejar como estaba. Espero que no se haya
hecho demasiado pesado de leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario