Título: 바람에 날려 (Gone with the wind)
Autora: Riz Aino
Pareja: 2EunBi (EunHa + SinB) (GFRIEND)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, fluff, drama, leve angst
Número
de palabras:
2.396 palabras
Resumen: el amor de Jung EunBi y Hwang EunBi se
desarrolla a través de los colores, los olores y las estaciones, viviendo un
cambio constante.
Aclaraciones: todo está escrito desde el punto de
vista de EunHa, para que no haya confusión entre las EunBis.
Advertencias: a pesar de ser una historia ligerita,
habrá un poco de angst, aunque no demasiado profundo ni demasiado horrible.
Notas: llevaba años con esta historia en mi
baúl y tenía muchísimas ganas de darle una salida, así que, quise que fuera
algo especial y bonito y me dediqué a ella mucho tanto en la escritura como en
la corrección.
Comentario
de autora:
no estoy acostumbrada a escribir con retórica ni con alegorías, soy mucho más
de hacer las cosas simples y concisas, pero me apetecía especialmente
experimentar con esta historia. Espero que os guste.
La
Vie en Rose – Printemps
El ambiente era todavía un poco frío
en los primeros días de la primavera, sobre todo por las mañanas, cuando el sol
acababa de salir y no calentaba lo suficiente el aire de la ciudad, por lo que
EunBi se arrebujó en la chaqueta que llevaba sobre la fina tela de la blusa que
se había puesto debajo porque hacia el medio día solía hacer mucho más calor.
La primavera era una época del año curiosa y extraña, llena de luz y de color y
llena de cambios, de enormes cambios que la volvían la estación más impredecible
y a la vez la más hermosa, porque las plantas volvían a recobrar el verde que
habían perdido durante el otoño y el invierno y las flores de miles de
diferentes colores adornaban la ciudad, pero había un color que predominaba
sobre todos los demás, el rosa. Los cerezos comenzaban a florecer y las flores
de color rosa pálido coloreaban cada rincón de Seúl, haciendo que la ciudad
pareciera estar viva de nuevo después del largo invierno.
La primavera era la estación de la
vida, la estación del cambio, la estación del amor… y todo florecía de forma
irremediable, así que, la chica estaba bastante ilusionada y feliz, porque el
ambiente era precioso y porque ella había conocido a una persona igual de
preciosa que la ciudad en primavera.
Mientras el invierno dejaba sus
últimos fríos y lluvias, EunBi la había conocido en una parada de autobús, un
lugar en el que jamás se habría esperado conocer a nadie; perola chica ante
ella estaba bajo la lluvia, mojándose, sin paraguas y sin nada que la pudiera
cubrir y EunBi no había podido evitar acercarse a ella y cubrirla con su
paraguas para que no siguiera empapándose. Siempre había sido débil ante
aquellas cosas y cada vez que estaba en su mano ayudar a alguien, lo hacía, por
eso ni se había cuestionado nada cuando había tapado a la muchacha para que no
se calara hasta los huesos. Y la chica se había girado hacia ella y le había
agradecido que la tapara y ambas habían comenzado a hablar y el corazón de
EunBi había latido fuerte y rápidamente dentro de su cuerpo con cada palabra
que la chica le dedicaba, porque su voz era delicada y suave y encantadora y su
sonrisa iluminaba aquel día gris y húmedo de finales del invierno.
Por casualidad o por destino, ambas
esperaban el mismo bus y se dirigían al mismo lugar, por lo que se sentaron la
una junta a la otra y continuaron con su conversación, hablando de nada y de
todo a la vez, estableciendo las primeras bases de una incipiente relación que,
podía quedar en nada cuando se separaran tras bajar del autobús o continuar
hasta límites insospechados. Pero antes de bajarse del bus se dieron sus
números de teléfono, antes de bajarse del bus ninguna quiso que aquello
terminara allí y, de aquella forma, EunBi había conocido a EunBi, con el
invierno quedando atrás y la primavera entrando por la puerta.
Durante la estación entrante,
durante la estación llena de color y de vida, ambas se encontraron varias veces
y ambas decidieron comenzar una relación, ya que entre ambas había florecido el
amor, como las flores en los cerezos.
La
Vie en Or – Été
El sol es fuerte y el ambiente
húmedo en verano, el calor es asfixiante y la ropa se pega a los sudorosos
cuerpos de las personas que salen a la calle, dando igual la hora del día. El
termómetro marca temperaturas récord en la ciudad, pero el ritmo de ésta no
decrece y cualquier lugar con una sombra o una pequeña fuente de agua fresca y
no estancada se convierte en un sitio completamente abarrotado; las cafeterías
hacían el agosto —y no solo en agosto— porque los aires acondicionados siempre
eran codiciados con aquellas temperaturas que rallaban las de un horno.
EunBi nunca había llevado
especialmente bien el calor y mucho menos el calor húmedo de aquella ciudad
porque se empapaba en sudor nada más salir a la calle y odiaba aquello más que
cualquier otra cosa en el mundo; sin embargo, junto a EunBi, junto a la chica
que había conocido en primavera y junto a la que había comenzado a salir, había
acabado decidiendo que, en los días libres debía quedar y verse y afianzar un
poco más aquella relación que en la primavera había florecido y que ninguna de
las dos quería que comenzara a secarse en verano por la falta del riego y la
constante y fuerte luz del sol. En su camino por la ciudad, EunBi podía ver
cómo las plantas que en primavera había estado completamente verdes y con una
gran vitalidad, en verano se volvían de color dorado, de color pajizo, sin
poder soportar el cambio a la estación seca.
No obstante, aunque la ciudad ya no
tuviera aquellos tonos vivos de la primavera y a pesar de que el aire se
hubiera vuelto irrespirable por la polución que las escasas e intermitentes
lluvias veraniegas no aplacaban, la ciudad seguía siendo un hervidero de vida y
las dos chicas seguían viviendo aquel incipiente amor aprovechando las
vacaciones de la universidad, viéndose prácticamente cada día a pesar del
calor, estando juntas cada vez que se encontraban, la una sin ser capaz de
despegarse de la otra porque la vitalidad de la estación influía en ellas y en
su relación, que a veces era demasiado vívida, como el dorado de las plantas
resecas y otras veces era letárgica, como el lento y descendente camino del sol
hacia el ocaso.
En las largas tardes de verano, a veces en el
piso de una, a veces en el de la otra, solían pasar el rato en la cama, abrazadas
delante del ventilador, hablando, viendo películas o series, con poca ropa en
ocasiones y en otras con ninguna, a veces prestando atención a la pantalla del
ordenador, a veces estando mucho más entretenidas en descubrir cada centímetro
de la piel ajena. El brillo dorado del sol parecía reflejar la época dorada que
las dos chicas estaban viviendo, una época cálida, de sentimientos ardientes y
sofocantes, una época preciosa que no podía ser enturbiada a pesar de las
escasas veces en las que el cielo se cubría de nubes, porque incluso aquellas
lluvias intermitentes e indefinidas hacían que su relación fuera viento en popa,
algo que EunBi jamás se había esperado que pudiera suceder cuando meses atrás
había conocido a la chica de aquella forma tan curiosa.
La
Vie en Rouge – Automne
El calor y el buen tiempo terminaban
con el verano y con la irremediable llegada del otoño, la época del año más
triste y más sombría a pesar de la existencia del invierno. El otoño era de las
estaciones menos queridas porque el calor del sol del verano y su luz se
volvían tenues, difusas, y todo se ensombrecía y se oscurecía; las lluvias no
tardaban en hacer que los días se volvieran grises y el frío comenzaba a calar
los huesos, la ciudad de Seúl se llenaba del casi permanente olor a tierra
mojada y los árboles se empezaban a quedar desnudos o a adquirir una coloración
rojiza o anaranjada en sus hojas. La alegría que habían traído la primavera y
el verano desaparecían y las sonrisas de la gente se escondían tras las
bufandas.
El otoño, como la primavera, era una
época de cambios, pero al contrario que la primavera, aquellos cambios
generalmente no eran idóneos… al menos para la relación de EunBi no fue así,
porque con el fin del verano y la llegada del otoño, su relación también
finalizó, quedándose atrás con el buen tiempo y marchitándose en la frialdad
del ambiente otoñal. Sin motivo aparente, sin ningún tipo de aviso, EunBi, que
había estado a su lado durante todo aquel tiempo, desapareció de su vida sin
dejar rastro de que jamás hubiera estado en ella, como si el viento se la
hubiera llevado lejos, a algún lugar en el que no pudiera alcanzarla, la chica
se había ido tan rápido como había llegado.
La tristeza se acumulaba en el otoño
y formaba nubes de las que caían cascadas de agua a través de las cuales apenas
se podía ver nada de la misma forma que las lágrimas se acumulaban en los ojos
de EunBi cada vez que se preguntaba sobre el paradero de la otra chica y por qué
motivo la había dejado cuando todo había ido sobre ruedas desde que se habían
conocido, cuando todo había sido perfecto estando ellas juntas. EunBi se
cuestionaba demasiadas cosas y se sumía en sus pensamientos demasiado a menudo…
pero ninguna de aquellas cuestiones tenía respuesta, porque la persona que
podía responderle todos esos interrogantes no se encontraba junto a ella para
poder contestarlos.
Durante aquella estación maldita,
EunBi comenzó a dar paseos por las calles de Seúl, caminando por encima y por
debajo de mantos de color rojo y ocre, dejando que la lluvia que caía del cielo
la empapara en ocasiones para que las gotas de la lluvia se confundieran con
las lágrimas que caían por sus mejillas cada vez que recordaba su primer
encuentro junto a EunBi, sin importarle lo más mínimo pescar algún resfriado,
porque estando de aquella forma, su pecho dolía muchísimo menos que estando
encerrada en casa, en el lugar en el que había pasado el verano más feliz de su
vida junto con la otra chica. En ese tiempo, EunBi pescó tres resfriados, pero
el dolor de cabeza y la congestión nasal, la fiebre y la inflamación de
garganta hacían que el dolor de su corazón menguara, por lo que la chica agradeció
enormemente aquellas ocasiones en los que su cuerpo entero dolía y se enfocaba
en recuperarse en lugar de en pensar en EunBi en cada momento.
La
Vie en Blanc – Hiver
La llegada del invierno volvía a
hacer que la ciudad se convirtiera en un hervidero de vida como en los meses de
estaciones calurosas a pesar del frío y del mal tiempo, de la lluvia, del
granizo y de la nieve. Desde el final del otoño, la ciudad se convertía en un
verdadero espectáculo de luces por las noches debido a las decoraciones
navideñas y los ruidos de la calle eran amenizados y diluidos con los villancicos
puestos en los comercios. A EunBi siempre le había encantado aquella época del
año porque la navidad estaba al doblar la esquina y la navidad siempre era alegre;
sin embargo, aquel año la chica no estaba realmente ilusionada con la navidad
porque la ilusión que había durado seis meses, había desaparecido otros tres y
todavía no era capaz de pasar página. Todo había sido tan bonito, tan perfecto,
que se negaba a desprenderse de aquellos recuerdos… pero la chica sabía que
conforme pasara el tiempo, poco a poco, dejaría de pensar en aquel tiempo,
dejaría de pensar en EunBi y seguiría con su vida.
Generalmente, con el invierno
llegaban las nieves, aquella agua congelada que volvía los tejados de la ciudad
de color blanco y sus calles también, calles que acababan siendo resbaladizas a
primeras horas de la mañana debido al hielo y en las que más de uno y más de
dos acababa por los suelos. El invierno siempre había sido frío y
desapetecible, pero a EunBi le gustaba el ritmo de la ciudad en aquella época,
le gustaba inspirar hondo cada mañana y que el intenso frío se colara por sus
fosas nasales y le despejara los pulmones; pero, sobre todo, a EunBi le gustaba
la nieve… y después de aquel invierno, la nieve le gustó muchísimo más, porque con
la llegada de la nieve, también llegó a ella la persona por la que había
languidecido durante el otoño.
Ante su puerta, con la bufanda y el
gorro tapándole medio rostro, se había encontrado a EunBi, perfectamente reconocible
a pesar de todo ello, y su corazón había dado un vuelco porque no la había
esperado allí de ninguna de las formas. La había cogido de sus heladas manos y
la había llevado hasta el interior del piso, donde había hecho un poco de
chocolate caliente mientras escuchaba todo aquello que la otra tenía que
decirle sobre la causa de su desaparición, sintiendo cómo poco a poco, con cada
palabra de EunBi, su corazón dejaba de pesar tantísimo dentro de su pecho y le
dolía menos cada vez que latía.
En la calidez del lugar y con el
aroma del chocolate inundando sus fosas nasales, EunBi volvió a encontrar la
paz que había desaparecido de su vida durante el otoño porque había vuelto a
encontrar a su amor y ésta ya no iba a desaparecer nunca más de su vida de
aquella manera, nunca más iba a dejarla. Fuera, mirando desde su ventana, la
chica pudo observar cómo un manto blanco cubría los tejados de la ciudad
mientras el cuerpo de EunBi la cubría a ella de un cariño y un amor que había
extrañado demasiado.
Notas finales:
—Llevaba
siglos con esta historia en stand by porque no tenía el tiempo ni la
inspiración necesaria para ponerme con ella; pero, además, estuvo aún mucho más
tiempo del necesario guardada en mi ordenador porque no tenía el tiempo ni la
inspiración para corregirla y dejarla bonita.
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