Chapter Ten
Las primeras
horas, los primeros días, las primeras semanas sin SeungJun completamente a su
disposición fueron bastante duras y aburridas para InSeong, que se había
acostumbrado a la presencia del otro chico, una presencia casi constante en su
vida porque cuando no estaba en las clases, siempre había estado junto a él,
aunque solo fuera estar juntos en el salón con la televisión de fondo mientras
InSeong hacía los deberes y el otro lo observaba desde el otro lado del sofá.
Aunque no se estuvieran besando o tocando, el chico se había acostumbrado a su
presencia y ésta ya no estaba allí en el piso para cuando InSeong quisiera;
sino que se encontraba en la otra punta de la ciudad, en el sótano del edificio
de su empresa o en el piso que compartía con los otros cuatro miembros de su
grupo. Fueron tiempos duros para InSeong mientras se acostumbraba a aquella
nueva dinámica en la que no podían verse cada vez que quisieran; pero el chico
trató todo lo posible para ocupar su mente y así no tener que pensar en SeungJun
y en su ausencia.
De camino al
instituto siempre iba con Mina, hablaba con ella, le prestaba atención a todo
lo que esta le contaba e incluso hacía algunos apuntes a lo que ella le decía,
sorprendiéndola a veces, porque era bastante inusual que el chico participara
en sus conversaciones cuando no tenían que ver con algo que tuvieran en común.
InSeong siempre había aprovechado para desconectar cuando Mina le hablaba de
KNK y de Park SeungJun y comenzaba a pensar en cosas que necesitaran de su
atención, pero se acostumbró a escucharla cuando hablaba de aquellos temas en
concreto porque la chica siempre le daba algo de información sobre su novio,
información a la que él no tenía acceso porque apenas podía hablar con el otro
chico —realmente, pocas habían sido las veces que habían hablado y habían
tenido una conversación propiamente dicha, ya que cuando InSeong se levantaba
para ir al instituto, SeungJun dormía y cuando éste volvía a casa, el otro se
encontraba en la empresa ensayando y para cuando terminaba de ensayar InSeong
ya estaba dormido— solo se solían dejar mensajes sobre cómo les iba y sobre
cómo se echaban de menos, pero poco más.
Durante las
clases, para no pensar en el otro tampoco más de la cuenta, InSeong atendía al
máximo, además de tener conversaciones profundas con el resto de sus amigos
sobre baloncesto y los equipos que podían o no ser los reyes de la temporada
que estaba acabando. Igualmente, aprovechando que aquel año terminaba
finalmente el instituto y que debía de presentarse al examen de acceso a la
universidad, InSeong aprovechó para llenar su cabeza de conocimientos,
estudiando prácticamente a todas horas para que la no presencia de SeungJun a
su lado no hiciera una mella demasiado profunda en su vida, disfrutando de los
pequeños momentos en los que escuchaba su voz al otro lado del teléfono, ya
fuera por los mensajes dejados o por las pocas ocasiones en las que llegaban a
ponerse de acuerdo para coincidir y tener una conversación un poco más larga.
La vida sin
SeungJun allí era un poco tediosa y solitaria, algo de lo que InSeong no se
había percatado antes de que el otro chico se metiera tan hondo en su vida,
porque antes no sentía la imperiosa necesidad de tenerlo allí, puesto que no
sabía lo que era tenerlo junto a él. No obstante, el chico trataba de llevar
todo aquello de la mejor forma posible, esperando con ansias los momentos en
los que a SeungJun le daban un poco de tiempo libre, momentos en los que el
chico no dudaba en correr hacia el piso de la familia y en quedarse con InSeong
todo el tiempo que le estaba permitido. Era algo extraño para ellos tener que
esperar aquellos breves y escasos momentos para poder estar juntos, para poder
verse, aunque fuera solo verse porque sus padres se encontraban allí y no
podían hacer otra cosa más que verse durante algunas horas hasta que finalmente
se metían en la habitación y, al amparo de la oscuridad y del silencio de la
noche, ambos aprovechaban para besarse, para recorrer con sus manos el cuerpo
del otro, para estar juntos de todas las formas que podían y de la manera más
silenciosa puesto que sus padres dormían al otro lado de la pared.
Aquella era una
nueva rutina en sus vidas que habían acabado por aceptar, una nueva rutina en
la que debían aprovechar los escasos momentos que la vida les brindaba para
poder estar juntos de todas las formas posibles.
Las vacaciones
de verano se le hicieron completamente eternas a InSeong porque sin las
distracciones del instituto durante la gran parte del día todo se le hizo
demasiado pesado. El chico acabó todos los deberes que le habían mandado para
las vacaciones en apenas un par de días y ayudó a Mina a hacer los suyos,
además de retomar las clases de inglés con ella para mantenerse un poco más
ocupado de lo normal. También quedó con sus amigos y el grupo de nueve chicos
hizo miles de cosas bajo el sol abrasador del verano y el calor húmedo y
pegajoso que procedía del enorme río que cruzaba la ciudad y la dividía por la
mitad. Sin embargo, InSeong siguió acusando bastante la ausencia de SeungJun,
porque éste se encontraba promocionando el nuevo álbum y en aquellos días no
tenía ni un solo momento libre para dejarse caer por la casa y estar con él y
el chico tampoco se atrevía a molestarlo en su trabajo. Por ese motivo, para
acusar un poco menos la ausencia, InSeong acababa quedándose junto a Mina para
ver los programas de la televisión en los que el chico aparecía e incluso yendo
a algún evento del grupo. Entre toda la marea de chicas bajitas que gritaban y
alzaban pancartas o globos, InSeong destacaba demasiado, alto como una torre y
simplemente observando en silencio a Park SeungJun, mientras éste le devolvía
la mirada, cantando para él.
Y el verano dio
de nuevo paso al inicio de las clases y el tiempo fue un poco más rápido, pero
no demasiado, con las últimas lecciones, los últimos exámenes, las
preparaciones para el examen de acceso y la constante ausencia de SeungJun
hasta bien avanzado el año. Una vez las promociones del nuevo álbum
finalizaron, por fin le dieron las tan ansiadas vacaciones y por fin éste pudo
volver a estar en casa todo el tiempo junto a InSeong y el chico se sintió
mucho más tranquilo de lo que lo había estado en meses. Aunque los primeros
días en casa SeungJun los pasó durmiendo prácticamente a todas horas,
recuperando todo el sueño perdido durante todo aquel tiempo, y otras veces
tenía alguna grabación a la que asistir, generalmente se pasaba el rato junto a
InSeong en el salón o en su cuarto con él mientras estudiaba.
Sabiéndolo cerca
o sintiéndolo cerca, el chico se podía concentrar mucho mejor en sus estudios,
incluso cuando SeungJun se hartaba de observarlo simplemente y comenzaba a
tratar de meterle mano cada vez que tenía la oportunidad de hacerlo. InSeong a
veces le chistaba que se quedara quieto o le pegaba en la mano que trataba de
sobarlo porque no quería ser distraído, otras veces le prestaba mucha más
atención a las leves caricias del otro y se dejaba llevar, harto de estar
estudiando a todas horas.
Sin embargo,
después de todo el tiempo que habían estado separados y sin poder verse y casi
ni hablar, los chicos se habían vuelto menos precavidos, habían perdido la
costumbre de asegurarse perfectamente de que estaban a solas e incluso no
recordaban cerrar el pestillo de la habitación cuando estaban dentro de ella juntos.
Aquello, que era lo principal en lo que habían basado su relación comenzó a ser
completamente secundario porque todo el tiempo separados había hecho demasiada
mella en ambos y, por ello, en algunas ocasiones se llevaron algunos sustos y
habían tenido que separar las manos el uno del otro demasiado rápido, haciendo
movimientos para nada naturales que no pasaron desapercibidos para la madre de
InSeong, quien comenzó a estar siempre más atenta a ambos. Pero ninguno de los
dos se dio cuenta de aquel hecho, ninguno de los dos se dio cuenta de que la
señora Kim no les quitaba la vista de encima cuando estaban en la misma
habitación o diferentes y que siempre que ambos estaban en el dormitorio ella
siempre agudizaba el oído para tratar de identificar qué era lo que hacían en
aquel lugar tantas horas encerrados ambos, descubriendo así que SeungJun no
dormía y que InSeong no estudiaba tanto como ella se había pensado en un
principio.
No obstante,
ninguno de los dos estuvo al tanto de aquel hecho y cuando finalmente InSeong
hizo las pruebas de acceso a la universidad y pudo dejar de estudiar a todas
horas, ambos hicieron grandes planes para cuando sus padres desaparecieran de
casa alguna tarde y esperaron que aquel día llegara con gran expectación,
porque celebrarían el éxito que seguía amasando KNK y lo bien que a InSeong le
habían ido los exámenes; pero los chicos no supieron que su gran celebración,
que su gran momento lleno de felicidad se iba a convertir en un momento lleno
de angustia porque lo único que necesitaba la madre de InSeong —y el padre de
SeungJun, a quién le había contado lo que sospechaba la mujer— para confirmar
sus sospechas, era pillarlos in fraganti… y ellos se dejaron pillar por sus
descuidos.
La puerta de la
habitación sin el pestillo echado fue abierta justo en el instante en el que
ambos se encontraban sobre la cama, sin camisetas, con InSeong tumbado sobre la
cama y SeungJun con sus piernas a cada lado de las caderas del chico y
encorvado sobre él, besando su pecho. Ambos se separaron inmediatamente al
escuchar el ruido, pero ya era demasiado tarde y sus padres los habían visto y
en las expresiones de sus rostros se podía apreciar perfectamente la poca
gracia que aquello que habían visto les hacía. Porque se habían encontrado a
sus hijos en la cama y porque además de ser sus hijos y hermanastros, también
eran dos chicos. Y la habitación se llenó de gritos antes de que ninguno
pudiera tratar de formar una excusa para salir del paso de aquella situación.
—¿Cómo se os
ocurre hacernos esto, haceros esto? —fue lo que preguntó la madre de InSeong
cuando los gritos llenos de insultos del señor Park se fueron diluyendo. En su
voz y en sus ojos, su hijo pudo ver perfectamente cómo su madre estaba
profundamente decepcionada por haberlos encontrado de aquella forma al abrir la
puerta, como si hasta el último segundo hubiera estado deseando que sus
sospechas no se confirmaran jamás—. ¿Cómo?
—Te lo puedo
explicar —murmuró InSeong, porque quizás, apelando a su sensibilidad podrían
sacar de aquello un encuentro amable como había pasado con Mina muchos meses
atrás.
InSeong estaba
dispuesto a contarles a los dos adultos lo mucho que se querían, lo mucho que
deseaban estar juntos y que no hacía realmente falta que lo supiera la gente
para que ellos pudieran ser felices; el chico estaba dispuesto a contarles cómo
se había acabado enamorando de SeungJun a pesar de que eso no se lo había
contado a absolutamente nadie. Él estaba dispuesto a luchar por lo que tenían y
no dejar que aquello finalizara de esa manera, SeungJun también lo estaba, por
cómo en su mirada se reflejaba la decisión de apoyar a InSeong en lo que éste
les contara sobre ellos, fuera lo que fuera. Sin embargo, a pesar de que ambos
estaban dispuestos a ello, sus padres ni siquiera los dejaron hablar.
—No hay nada que
explicar —replicó el señor Park—. No es ya suficiente tener un hijo marica,
sino que encima me quieren explicar por qué son unos desviados.
—Pero papá…
—Vístete ahora
mismo Park SeungJun y sal de esa cama —lo cortó el hombre—. Recoge tus cosas
porque te voy a llevar al piso de la empresa y no vas a volver a pisar esta
casa nunca más.
—No —dijo el
chico.
—¿No? —cuestionó
el hombre—. Como no te vistas ahora mismo y salgas por esa puerta te voy a dar
la paliza de tu vida, así que, tú eliges.
InSeong pudo ver
la determinación en la mirada de SeungJun, la determinación de que pasara lo
que pasase, de que le sucediera lo que le sucediera, seguiría allí junto a él,
sin moverse de su lado ni un milímetro; pero InSeong no podría ver cómo éste
sufría daño alguno delante de sus ojos y, sobre todo, si este daño se podía
evitar. Aquella guerra no la iban a ganar en aquel primer asalto, estaba
completamente claro; pero igual podrían hacerlo con el tiempo, cuando sus
padres se calmaran un poco y se pudiera hablar con ellos de aquel asunto. Esa
era la esperanza de InSeong, así que puso una mano sobre la del otro chico para
que éste fijara su atención en él y dejara de observar a su padre.
—Está bien —murmuró—.
Puedes irte ahora. Trataremos de solucionar esto, no te preocupes.
SeungJun no
pareció demasiado dispuesto en un primer momento a seguir sus palabras, pero
después de unos segundos pareció haberlo pensado mejor y finalmente asintió y
le dedicó una sonrisa triste antes de comenzar a hacer lo que su padre le había
dicho. InSeong no pudo evitar seguir con la mirada cada movimiento del otro,
cómo se bajó de la cama, cómo buscó su camiseta en el suelo y se la puso y cómo
sacó de detrás de la puerta la pequeña maleta que siempre llevaba a casa con
ropa cuando volvía para quedarse un tiempo, llenándola con algunas de las cosas
que tenía en el armario y cogiendo también algunas de InSeong sin que nadie se
percatara de ellos más que ambos. Aquello le trajo a la memoria al chico la
conversación que habían tenido sobre qué era lo que debían de hacer si alguna
vez sus padres los pillaban y SeungJun le había dicho seriamente lo de fugarse
a Estados Unidos, probablemente estuviera haciendo los preparativos desde ya en
su cabeza para aquello; pero estando allí sus padres con ellos, InSeong no
podría preguntárselo.
Finalmente,
cuando lo tuvo todo listo, SeungJun se giró hacia él para despedirse y tras eso
salió por la puerta de la habitación junto con el señor Park. InSeong quiso
echarse a llorar en aquel momento por toda la tensión acumulada durante
aquellos escasos minutos, pero se contuvo de hacerlo porque su madre se había
quedado en el lugar con él.
—InSeong… —le
dijo—. Sabes que lo que habéis hecho está mal, ¿verdad?
—¿Por qué está
mal? —cuestionó a su madre—. ¿Está mal que dos personas se quieran? —el chico
inspiró hondo para tratar de calmarse, pero su cuerpo comenzó a temblar de la
rabia y la impotencia por lo que había sucedido, porque aquello solo había
pasado porque ambos habían sido demasiado descuidados, si hubieran estado más atentos
a todo, nadie se habría enterado de lo que sucedía entre ellos y podrían haber
seguido con su relación tranquilamente—. No creo que esté mal.
—Pero lo está —replicó
ella—. Sois dos chicos… y entiendo que sois jóvenes y que queráis experimentar
cosas… pero hay una línea que no se puede cruzar y la habéis estado cruzando.
—¿En qué se
difiere esto de lo que tú tienes con el señor Park? —no pudo evitar cuestionar—.
Vosotros os queréis y os casasteis y os dio igual las malas caras que
llevábamos SeungJun y yo a vuestra boda y a mí no me hizo ninguna gracia que me
arrinconaras para presentármelos en una cena y soltarme el bombo allí —le
encaró—, pero a pesar de todo eso aprendí a vivir con ello porque os queríais y
porque SeungJun estaba conmigo.
—Eso es otra
cosa completamente diferente —dijo su madre y, sin darle tiempo a replicar,
añadió—: en cuanto vuelva YoonSung hablaremos sobre todo esto y lo que vamos a
hacer y vosotros tendréis que acatar nuestra decisión sin rechistar.
Tras dedicarle
aquellas duras palabras, la mujer que había sido su todo durante demasiado
tiempo simplemente se fue de la habitación, dejando que la soledad, el silencio
y el peso de lo que había sucedido se cerniera sobre su hijo, quien ya no pudo
evitar el comenzar a llorar porque todo aquello lo superaba demasiado y porque
todo aquello había sucedido y no sabía qué era lo que iba a depararles el
futuro a ambos después de la reacción que habían tenido sus padres, una
reacción que no dejaba ninguna duda sobre sus posturas acerca de la relación
que sus hijos mantenían. InSeong lloró de impotencia y lloró de tristeza por
cómo habían salido las cosas aquella tarde y por cómo el día se había convertido
en una pesadilla cuando ellos lo habían planeada para que fuera el mejor día
que pudieran pasar juntos… todo se había ido al garete y el chico ya no tenía
ninguna certeza sobre nada.
Los siguientes
días fueron agónicos para InSeong puesto que no lo dejaron salir del piso
familiar, ni siquiera para cruzar a la casa de al lado y estar con Mina, poder
hablar con ella y pedirle consejo sobre todo aquel tema. Probablemente habían
pensado que eso sería lo que haría si lo dejaban salir de allí, por lo que el
chico no pudo hacer más que quedarse en su habitación y comer a escondidas
cuando sabía que nadie lo iba a ver. Su beeper le fue arrebatado para que
ningún mensaje pudiera llegarle y, cada vez que el teléfono sonaba porque
SeungJun había llamado, no lo dejaban ponerse al aparato —durante todo aquel
tiempo el chico echó en falta aquel móvil que SeungJun había prometido
comprarle porque eso habría hecho muchísimo más fáciles las cosas en aquel
momento—; sin embargo, el chico tuvo que quedarse completamente incomunicado y
sin saber nada o poder hacer nada allí encerrado hasta que finalmente los dos
adultos aparecieron en su habitación para contarle las buenas nuevas… unas
buenas nuevas que de buenas no tenían nada.
—Hemos decidido
que lo mejor para todos es que os alejéis lo máximo posible por un tiempo —fue
lo que dijo su madre—, así que he usado mis contactos en Inglaterra para
conseguirte una plaza en una universidad allí a pesar de que el curso ya está
avanzado, pero te podrás incorporar inmediatamente a las clases.
—¿Qué? —cuestionó
el chico sin poder creerse lo que acababa de escuchar—. No puede ser cierto.
—Ve sacando tu
ropa del armario, el avión sale mañana por la mañana —replicó la mujer.
—No, no podéis
hacer esto. Me niego —dijo él.
—Mañana te
subirás en ese avión, con ropa o sin ella —replicó el señor Park—, y yo de ti
lo haría con las maletas hechas y sin pensamientos de volver por aquí ni
siquiera por las fiestas.
—No.
Y el chico trató
de hablar con los dos, trató de razonar con ellos, trató de hacerles ver que
aquel no era el camino y que no podían hacerle eso a los dos, que no podían
separarlos de aquella manera; pero la decisión había sido tomada y no hubo
forma, no hubo palabras que InSeong les pudiera decir que los hiciera cambiar
de opinión, por lo que se sintió completamente frustrado y desamparado. Intentó
también que lo dejaran hablar con Mina, con sus amigos, con SeungJun, intentó
que lo dejaran despedirse de todas las personas que le importaban para al menos
decirles que no se preocuparan por él y que estaría bien, intentar establecer
una forma de contacto para no perder a aquellas personas que lo habían apoyado
de forma incondicional durante el año mas horrible y a la vez feliz de su vida.
No obstante, nada de lo que les dijo los hizo cambiar de opinión y cuando InSeong
se echó a dormir aquella noche deseó que todo lo que había pasado desde que los
habían pillado no fuera más que una pesadilla horrible y se despertara acunado
en los brazos de SeungJun y aquello no fuera nada más que un mal sueño… pero
todo aquello era real cuando se despertó a la mañana siguiente.
InSeong acabó
llegando a la mañana siguiente al aeropuerto, flanqueado por su madre y el
señor Park para que no tuviera escapatoria ninguna y se montara en el avión,
sin poder hablar con nadie, sin poder despedirse de nadie y sin poder volver a
ver a SeungJun antes de irse de Corea para no volver a pisar el país. Sin
embargo, aunque todo se había precipitado de aquella forma, InSeong no iba a
dejar de luchar por todo aquello que tanto tiempo le había costado darse cuenta
de que era lo único que necesitaba, el chico no iba a dejar de luchar por su
relación con SeungJun, aunque ambos estuvieran en continentes diferentes. El
chico se montó en el avión a Inglaterra con aquella determinación en su mente y
haría todo lo posible para que aquel alejamiento fuera para ellos una nueva
oportunidad.
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