Título:
Running 2 U
Autora:
Riz Aino
Pareja: YeoSeul
(HaSeul + YeoJin) (LOONA)
Clasificación:
PG
Géneros:
AU, romance, drama, fluff
Número de palabras:
877 palabras
Resumen:
la primera vez que YeoJin vio a HaSeul fue en un sueño, un sueño en el que la
mayor corría hacia ella.
Aclaraciones:
esto está “inspirado” en “la letra” de la canción Running 2 U de NCT 127, que
en realidad no está inspirado ni leches, pero la estuve escuchando en bucle
mientras escribía.
Notas: drabble
escrito para Gabri, que me acertó uno de los juegos de twitter.
Comentario de autora:
por azares de la vida acabé escribiendo esto cuando no lo tenía planeado y
básicamente lo hice sobre la marcha sin detenerme a pensar. Cuando acabé y lo
revisé vi que se me había quedado algo bastante chulo y he pensado que debería
escribir más sin pensar. Espero que os guste.
Running
2 U
YeoJin se encontraba en un lugar
oscuro y frío, un lugar en el que apenas podía ver nada, en el que apenas podía
moverse porque sentía cómo sus pies pesaran toneladas y no los podía levantar
del suelo embarrado que lastraba aún más sus pasos. Aquel lugar era un bosque
lleno de árboles centenarios con musgo en sus troncos que hacía que la chica no
pudiera agarrarse a ellos porque la superficie era resbaladiza, un lugar en el
que se escuchaban a todo tipo de animales salvajes a su alrededor y que
provocaban que la chica sintiera su corazón martillear dentro de su pecho con
fuerza y rapidez, con miedo. Sin embargo, toda la oscuridad de aquel lugar se
desvaneció repentinamente, se desvaneció como si nunca hubiera estado allí y,
entre los troncos de los árboles YeoJin pudo ver cómo una chica con una sonrisa
preciosa y los ojos muy rasgados corría hacia ella, con los brazos abiertos.
YeoJin se despertó en su cama
respirando de forma entrecortada y viendo detrás de sus párpados todavía el
rostro de la chica que había hecho que su pesadilla se convirtiera en un sueño
agradable.
Aquello había sido extraño. YeoJin
no solía soñar y, sobre todo, si soñaba, nunca recordaba de forma tan vívida lo
que había soñado cuando se despertaba; pero tras aquel sueño, la chica era
capaz de recordar todos y cada uno de los detalles del sueño y, sobre todo, era
capaz de ver a la joven que se había acercado a ella corriendo y que había
cambiado totalmente el carácter de su sueño, como si de un hada que indujera a
sueños buenos se tratara. Pero YeoJin no creía en las hadas, hacía años que
había dejado de creer en ellas.
Cuando se levantó de la cama, se
acercó a su escritorio y sacó un folio y un par de lápices para hacer un
bosquejo del rostro de la chica antes de ir al instituto, en las clases haría
algo más decente y lo terminaría, para así poder tener más presente aquel
rostro que estaba segura que nunca antes había visto pero que la llenaba de
buenos sentimientos.
YeoJin guardó el bosquejo cuando lo
acabó y después se alistó para ir al instituto, desayunando junto a su familia
en la cocina y recogiendo los libros del escritorio que se tenía que llevar a
clase aquel día. Quizás más rápido de lo que era costumbre en ella, la chica
salió de casa y emprendió su camino al instituto, aquel monótono camino que
hacía siempre con los auriculares puestos, escuchando la música del momento y
metida en sus pensamientos, que aquella mañana no abandonaban a la chica que
había visto en su sueño, como si se hubiera enamorado de ella a pesar de que no
era real, a pesar de que simplemente era una chica que había aparecido en sus
sueños.
Quizás, por ese motivo, YeoJin no se
dio cuenta de que justo cuando iba a comenzar a cruzar el semáforo para los
peatones se puso de color rojo y los coches se pusieron en marcha, con ella
habiendo dado un par de pasos fuera de la acera; quizás, por ese motivo no se
dio cuenta de que una chica corría hacia ella para devolverla a la acera,
abrazándola por la espalda y tirando de ellas hasta que no sintió sus brazos
rodeándola; quizás, por eso, YeoJin no se dio cuenta de absolutamente nada
hasta que no se giró y vio el mismo rostro que en el sueño que había tenido
aquella mañana.
YeoJin en ese momento no pudo creer
que realmente estuviera ante ella la misma chica con la que había soñado, la
chica que en su sueño la había salvado de la oscuridad y que, en la realidad,
la había salvado de que un coche la atropellara. Una chica solo un poco más
alta que ella misma, con una expresión preocupada en su precioso rostro
enmarcado por un cabello castaño oscuro que caía por sus hombros y su pecho,
casi tapando la etiqueta con su nombre que se encontraba sobre un uniforme
idéntico al suyo y que rezaba: Jo HaSeul.
YeoJin no creía en las hadas, no
creía en el destino ni en cosas paranormales… pero sí que creía en el amor a
primera (y a segunda) vista. Y YeoJin se había enamorado de HaSeul.
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