jueves, 14 de febrero de 2019

[One Shot] 7월 7일 (One of these nights) {MarkHyuck}


Título: 7 7 (One of these nights)
Autora: Riz Aino
Pareja: MarkHyuck (Mark + HaeChan) (NCT) y MarkRim (Mark + YeRi) (NCT VELVET – RED VELVET + NCT)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, college, soulmates, romance, drama
Número de palabras: 5.902 palabras
Resumen: el nombre de MinHyung está escrito en la muñeca de DongHyuck… sin embargo, es el nombre de otra persona el que MinHyung lleva en la suya…
Aclaraciones: esta historia está ambientada en una especie de mundo paralelo en el que el nombre de tu alma gemela se encuentra incrustado en tu muñeca izquierda, como si fuera una marca de nacimiento.
Notas: historia escrita para @gyuribomb, para quien he sido su Secret Valentine en este 2019.
Comentario de autora: no pude evitar quitarme de la cabeza escribir un fanfic así después de leer una idea salvaje sobre el tema de las almas gemelas y como siempre me ha encantado lo bonitos que son estos tres niños, no me pude resistir a hacerlo. Espero que te guste, porque no he podido averiguar muchas cosas sobre ti.



            Mark estaba un poco ansioso y nervioso. A partir de aquel día compartiría habitación con otra persona en la residencia y no sabía qué podía esperarse, porque lo único que le habían dicho en la recepción cuando había preguntado por su nuevo compañero era que era un chico de primer año y eso no le había servido de mucho. Después de pasar el año anterior, su primer año, compartiendo habitación con Wong YukHei y haberse acostumbrado a sus locuras, a su tono de voz alto y a su risa estridente, Mark lo iba a echar mucho de menos, pero éste había encontrado un piso barato en el que vivir lleno de gente de su tierra y no había querido quedarse más tiempo en la residencia. Mark lo entendía perfectamente, pero si le tocaba algún compañero no decente, al final acabaría viviendo con YukHei y sus demás amigos, aunque no tuviera ni pajolera idea de chino, porque no podría convivir con una persona con la que no se llevara bien.


            Por eso el chico estaba tan nervioso, porque no sabía a quién iba a encontrarse, no sabía quién era la persona que iba a abrir la puerta de su habitación a lo largo de aquel día y se iba a quedar allí, viviendo con él, durante todo ese semestre —como mínimo—. Mark esperaba que fuera buena persona, simplemente con que fuera buena persona, lo demás no le importaba lo más mínimo. Si era desordenado… con que no hubiera nada sobre su cama o sobre la parte del escritorio que era suya, a Mark no le importaba en absoluto, ya había vivido con ello por YukHei, tampoco le importaba que fuer un poco guarro, qué más daba, mientras en su cama no cayera nada de porquería… lo único que simplemente Mark no podría soportar era que su compañero de habitación fuera maleducado o cínico con él.

            Mark intentó no pensar en aquello, intentó distraerse mirando cosas por internet para hacer tiempo y así olvidarse de todo aquel tema. Obviamente no funcionó. Porque Mark era el tipo de persona que le daba mil vueltas a la misma cosa de forma completamente obsesiva y, aunque estuvo viendo videos estúpidos de animales por YouTube, no pudo dejar de pensar ni un solo segundo en el nuevo compañero de habitación que tendría, estando alerta en todo momento esperando a que la puerta se abriera.

            El tiempo pasó lentamente, quizás demasiado lentamente, por lo que, Mark casi se aburrió de esperar, casi se aburrió de estar en tensión, casi se aburrió de tratar que sus amigos le hicieran caso con sus paranoias… pero antes de que se aburriera del todo, la puerta de su habitación finalmente se abrió, entrando por ella un muchacho cargado de maletas, jadeando por el esfuerzo de llevarlas todas a la vez, pero con una radiante sonrisa en su rostro. Era un chico un poco más bajito que él, de ojos grandes y de un color castaño oscuro y piel acaramelada que contrastaba con sus dientes blancos. De primeras, Mark se sintió un poco más calmado porque aquel muchacho parecía ser buena persona… no le traería demasiados dolores de cabeza.

            Eso fue lo que pensó en aquel primer momento… pero solo le hicieron falta unos minutos para darse cuenta de lo equivocado que estaba. Solo hicieron falta unos minutos para que el mundo de Mark se volviera patas arriba sin que él pudiera hacer nada para evitarlo.

            —Mi nombre es Lee DongHyuck —le dijo el muchacho, presentándose.

            Al entrar por la puerta lo había saludado y Mark había devuelto el saludo, pero después no se habían dedicado ni una palabra más hasta que el chico había soltado todas sus maletas y había bebido un poco de agua bajo la atenta mirada del mayor, que no le quitaba el ojo de encima, tratando de ver por sus acciones el tipo de persona que el otro podía ser para tranquilizarse del todo o no hacerlo. Solo después de haber dejado todas sus cosas, el muchacho había caminado hasta donde Mark se encontraba y le había tendido la mano derecha mientras decía su nombre.

            —Encantado —murmuró, estrechando su mano con la del otro chico—. Mi nombre es Mark Lee.

            Y, en ese momento, Mark pudo ver cómo en la muñeca de DongHyuck había dibujado unos caracteres que reconocía perfectamente porque los había visto y escrito millones de veces: 이민형. A Mark se le cayó el alma a los pies.

~.~.~

            —Estoy emocionado —le dijo DongHyuck—. Ahora que por fin estoy en la universidad podré conocer a un montón de gente y seguro que encontraré a mi alma gemela.

            Ya llevaban dos semanas conviviendo en aquella habitación y DongHyuck había cogido bastante confianza con él como para hablarle sobre una y mil cosas, contarle muchas de sus anécdotas del instituto junto a sus amigos y abrirse por completo a Mark, sin tener ni idea de todo lo que le pasaba al mayor por la cabeza. Porque a Mark se le pasaban demasiadas cosas por la cabeza y muchas de ellas tenían que ver con DongHyuck, con lo que éste le contaba y, sobre todo, con aquello que tenía que ver con el nombre escrito en la muñeca de éste… aquel nombre que pertenecía a Mark.

            Porque hacía años que Mark ya no utilizaba su nombre coreano, no desde que había vivido en Canadá durante tanto tiempo, y desde que había vuelto a Corea no había hecho uso de él en ningún momento. No obstante, aunque el nombre de Mark Lee era el que llevaba por delante siempre, aquel con el que se presentaba y aquel por el que era conocido… Lee MinHyung seguía siendo su nombre coreano, el nombre que sus padres le habían puesto al nacer, el nombre que Lee DongHyuck tenía grabado en su muñeca y que lo marcaba a él como su alma gemela. Sin embargo, el nombre que Mark tenía grabado en su muñeca era completamente diferente al de aquel con el que compartía habitación… y por muchas veces al día que lo mirara esperando haberse equivocado al leerlo, por muchas veces que lo observara y lo leyera, no el nombre grabado en su muñeca no era el de Lee DongHyuck.

            Mark se sentía fatal. Se sentía fatal porque su nuevo compañero de habitación estaba demasiado encantado con la idea de encontrar a su alma gemela… pero Mark no podía decirle que ya la había encontrado. No podía decírselo porque solo le haría daño, le haría un daño increíble porque, aunque el alma gemela de DongHyuck era él, el alma gemela de Mark no era DongHyuck, sino otra persona.

            —¿Tú no estás emocionado por encontrar a tu alma gemela? —le cuestionó el menor, sacándolo de sus pensamientos.

            Mark simplemente negó con la cabeza. Nunca había tenido especial interés en encontrarla, ni antes ni ahora, había vivido siendo plenamente consciente de su muñeca derecha y de las muñecas de todas las personas que conocía. No obstante, aunque había sido consciente de aquello, nunca le había dado especial atención a ello… hasta el momento. Porque Mark no podía dejar de pensar en el tema de las almas gemelas desde que había descubierto su nombre escrito en la de DongHyuck, no podía dejar de darle vueltas a qué pasaría el día que el menor se diera cuenta de que el nombre de su muñeca era el de su compañero de habitación y que éste tenía otro nombre diferente escrito en la suya.

~.~.~

            Teniendo en mente el tema de las almas gemelas, Mark trató de alejarse un poco de DongHyuck, poner distancia entre ellos para que, pasara lo que pasara, ninguno saliera muy afectado de ello. Simplemente ser compañeros de habitación durante el semestre o durante el curso era algo asequible, no pasaban demasiado tiempo juntos porque sus clases eran en horarios diferentes y Mark solía quedarse junto YukHei, mientras que DongHyuck pasaba la mayor parte de su tiempo con sus propios amigos. Una vez que terminara aquel tiempo, Mark podría simplemente pedir el cambio a otra habitación —o si se veía muy apurado porque sus pensamientos constantes sobre aquel tema no lo dejaran hacer vida normal siempre se podía acoplar en el piso de YukHei tranquilamente— y nada más. Mark había pensado que haciendo aquello, alejándose un poco y no convirtiéndose en amigos ni nada, era lo mejor que podía hacer para no hacer ningún daño a DongHyuck con lo que él sabía.

           No obstante, a pesar de que se veían poco, a pesar de que no pasan demasiado tiempo juntos, a pesar de que Mark intentó por activa y por pasiva poner distancia entre ambos, finalmente, sin saber siquiera cómo pasó, DongHyuck fue poco a poco introduciéndose en su vida.

Con charlas insustanciales al principio cuando se encontraban ambos en la habitación fueron conociéndose sin prisa, pero sin pausa durante los primeros meses. DongHyuck siempre era el que empezaba las conversaciones, el que siempre acababa sacándole las palabras a Mark y hacía que se interesara por lo que le quería contar, el que lo animaba a hablar de sí mismo y el que fue convirtiendo poco a poco su escasa relación de compañeros de cuarto, de personas que se habían conocido hacía poco tiempo, en algo más. A pesar de la distancia que Mark había querido marcar entre ambos para que DongHyuck no saliera herido cuando se enterara de que él era su alma gemela, pero Mark tenía otra alma gemela, al final no le había servido de mucho, solo le había dado miles de vueltas a la cabeza para nada.

            Porque DongHyuck era tan alegre, tan encantador, que a Mark le acababa rompiendo los esquemas, le acababa rompiendo todo lo que había pensado, acababa haciendo que en su rostro serio apareciera una sonrisa, sin contenciones y sin reservas, de una forma que nunca antes le había pasado. El curso anterior se lo había pasado bien porque YukHei era muy divertido, era muy tonto, y lo hacía reír con cada cosa que hacía… pero DongHyuck lo hacía reír de una forma completamente diferente a su amigo y Mark comenzó a sentirse algo asustado de alguna forma por ello, porque nunca antes se había sentido de la misma manera.

~.~.~

            Tan solo un mes después de haber comenzado a compartir habitación junto a DongHyuck, Mark comenzó a pensar que sin el chico allí estaría un poco más perdido de lo que ya estaba, sin el otro a su lado, se habría tirado por el amplio ventanal que tenía su habitación. Porque aquel semestre estaba siendo demasiado duro, tenía demasiadas horas de clase, demasiadas horas de prácticas, demasiados trabajos y proyectos para entregar cada semana y demasiado poco tiempo libre. Al principio lo había llevado bien, lo había hecho todo como el año anterior, sin dejar que nada se le acumulara; sin embargo, había llegado un momento en el que había sido incapaz de seguir el ritmo y finalmente había acabado acumulándose mucho trabajo. Todos los días tenía cosas que entregar al día siguiente y muchas noches las pasaba en vela tratando de acabar todas las cosas que tenía que hacer, así que, apenas dormía y apenas hacía otra cosa que no fuera para la facultad.

            Con el paso de los días, el cansancio acumulado y los trabajos amontonándose uno tras otro, Mark había tenido una crisis en mitad de la noche en la habitación y DongHyuck se había despertado y había estado con él toda la noche tratando de tranquilizarlo, apoyándolo y dándole ánimos.

            Después de aquellos eventos, se habían hecho mucho más cercanos de lo que lo habían sido en el tiempo anterior con las conversaciones que compartían de vez en cuando, porque después de aquello, DongHyuck se había convertido en alguien importante para Mark ya que no había muchas personas que hubieran bregado con él cuando había tenido una crisis tan horrible como la que había tenido aquella noche que todo había cambiado. Todo había cambiado porque, Mark, teniendo aquella información tan valiosa, sabiendo que era su nombre aquel que aparecía en la muñeca de DongHyuck, no había podido evitar comenzar a fijarse en él. A fijarse en lo encantador que era siempre con él, a fijarse en lo mucho que lo ayudaba y apoyaba a lo largo de su día a día, a fijarse en las sonrisas tan preciosas y sinceras que le dedicaba cuando estaba decaído… a pesar de que él mismo no tenía el nombre del otro chico en la muñeca, sino que otros caracteres eran los que la adornaban.

            Sin embargo, aquel sentimiento extraño que Mark había tenido en las primeras semanas, había cambiado bastante en su interior y ya no solo era extraño… era muy extraño.

            Porque cada vez que estaba junto a DongHyuck el chico sentía cómo algo en su interior se removía, como si miles de mariposas de repente decidieran revolotear por toda su caja toráxica sin que él pudiera hacer nada por detenerlas. Al chico nunca antes le había pasado algo parecido a aquello, nunca antes se había sentido de aquella manera y estaba realmente confuso porque tenía una ligera idea de lo que podía significar. Una ligera idea que Mark no quería confirmar, porque confirmarlo solo haría que todo fuera aún más complicado y difícil, demasiado complicado y difícil y él ya tenía suficiente con todos los problemas que tenía en la facultad como para encima tener problemas de aquel tipo.

            Siempre había pensado que con las almas gemelas todo era mucho más fácil, que simplemente tenían que encontrar a su otra mitad, a la persona cuyo nombre se encontraba escrito en su muñeca desde el inicio de su vida y ya no tendría que preocuparse por nada más porque el destino los había unido y eso solo significaba que estaban hechos el uno para el otro. Mark no había conocido a nadie que hubiera encontrado a su alma gemela y hubiera tenido problemas de ningún tipo con ella. La felicidad iba de mano de encontrar a tu alma gemela y la infelicidad de no ser capaz de encontrarla, así era como el chico siempre había concebido aquel mundo en el que se encontraban. Por ese motivo, quizás sentía un poco de empatía por DongHyuck, quien tenía su nombre escrito en su muñeca a pesar de que él no tenía el suyo.

Un amor imposible era lo que el destino le había reservado a aquel chico que tan encantador con el que estaba compartiendo habitación.

            Mark había querido convencerse en las siguientes semanas y meses de que no tenía ningún tipo de sentimientos hacia su compañero de habitación porque realmente no debería tenerlos ya que él no era su alma gemela y casi logró convencerse de ello. Con los exámenes y las entregas de los grandes trabajos cada vez más cerca, Mark apenas le dedicó tiempo a pensar en ello en todo aquel tiempo, simplemente disfrutando de las pocas conversaciones que compartía con DongHyuck cuando coincidían en la habitación o cuando tenían que decirse algo importante el uno al otro y lo hablaban por el móvil. El chico se había decidido a que aquello era lo mejor que podía hacer, aunque tuviera a veces que esforzarse un poquito en ello.

            No obstante, con el paso de los días, de las semanas y de los meses y a pesar de que Mark le dedicaba una cantidad de tiempo inhumana a la facultad y no tenía absolutamente tiempo para nada más, no pudo evitar darse cuenta de que aunque tratara de no pensar en DongHyuck y en aquello que le sucedía a su cuerpo, al final no le servía para absolutamente nada porque en momentos aleatorios su mente de repente divagaba sobre aquello en cuestión y, cuando estaba junto al menor, no podía evitar sentir a las mariposas revoloteando por el interior de su cuerpo totalmente descoordinadas, pero excitadas.

            Las palabras de ánimo que le dedicaba el chico cuando lo veía especialmente estresado, sus chistes, aquellas anécdotas graciosas que le contaba sobre sus amigos hacían que Mark no pudiera evitar interesarse más por aquel chico. Sus sonrisas dulces, sus miradas cálidas, el roce de sus manos en su piel cada vez que DongHyuck quería llamar su atención… todo aquello realmente lo desquiciaba.

            Y para Mark seguía todo tan extraño… extraño porque las almas gemelas no funcionaban de aquella forma, porque si DongHyuck supiera que el nombre que llevaba en su muñeca pertenecía a Mark sí debería estar loco por él, pero no lo sabía, solo Mark lo sabía. Mark lo sabía, como también sabía que los caracteres que él tenía en su muñeca rezaban “김예림” y no “이동혁” como deberían hacerlo para que él se sintiera de aquella forma. Porque Mark cada vez se sentía más y más atraído hacia él.

~.~.~

            Los exámenes finales y la entrega de los trabajos hicieron que Mark se pudiera centrar en lo importante y dejara de pensar en lo que no le hacía nada bien, porque cuando pensaba en ello lo único que conseguía eran grandes dolores de cabeza y un punzante dolor en el pecho que hacían que todo se volviera mucho peor. Por eso, durante un tiempo, Mark creyó que finalmente había conseguido su objetivo de no pensar en DongHyuck, de no pensar más en las almas gemelas —como nunca antes lo había hecho— y, sobre todo, de no pensar en los sentimientos que se despertaban en él cuando estaba con su compañero de habitación. Pero aquello solo fue durante el tiempo en el que le tuvo que dedicar su máximo esfuerzo y máxima concentración a los estudios, ya que, en cuanto los exámenes acabaron y su cabeza fue completamente libre de todos los temas que se había tenido que estudiar, el primer pensamiento que ocupó su mente fue para DongHyuck.

            Durante todo aquel semestre la presencia del chico a su lado había sido constante, pero después de los exámenes, cada uno volvería a sus respectivas casas en las vacaciones y no se volverían a ver hasta que las clases comenzaran de nuevo. Pensar en que llegaría a casa y no lo vería hizo que el corazón de Mark se sintiera dolorido, como su una aguja enorme se le hubiera clavado en este, bien hondo y bien profundo, tanto que Mark no pudo ignorar aquel maldito dolor por mucho que lo intentó, ya que sabía por la experiencia de los anteriores meses que no sería capaz de aliviarlo.

            Por ese motivo, el chico pensó que de una vez por todas podría sacar aquel tema de conversación con DongHyuck… por ese motivo y porque tendrían casi dos meses de vacaciones en los que no se verían y eso haría que después de la conversación ambos pudieran pensar y meditar en todo aquello y, si finalmente la cosa se ponía muy tensa tras la conversación, estarían a tiempo de tomar las medidas necesarias para solucionarlo —cambiar de habitación para el semestre siguiente y no tener que volver a verse las caras tras ello—.

            Así, el último día que ambos pasaban juntos en su habitación compartida en la residencia de la universidad, Mark se armó de valor para decir lo que llevaba bastante tiempo callando.

            —Poco después de que nos conociéramos me dijiste que querías encontrar a tu alma gemela… —murmuró el chico, haciendo que el silencio de la habitación fuera roto de repente y haciendo que DongHyuck girara su cabeza hacia él y le asintiera, mirándolo fijamente. Mark agachó la suya unos momentos después, incapaz de sostener la mirada curiosa del menor—. Hay algo que tengo que decirte sobre ello.
            —¿Qué es? —cuestionó DongHyuck.

            Mark dejó que el silencio volviera a adueñarse de la habitación durante unos segundos en los que su cabeza comenzó a funcionar a toda velocidad, teniendo pensamientos encontrados sobre lo que debía de decir o cómo lo debía de decir, incluso se planteó simplemente dejar correr aquella conversación soltando cualquier mentira estúpida. Sin embargo, después de haber comenzado no quería dejarlo estar, porque necesitaba sacar aquello de dentro y necesitaba comentárselo a DongHyuck… aunque el riesgo de ello era hacerle daño. Por no hacerle daño había tratado de no hablar del tema en un principio, dejarlo correr, pero Mark era incapaz a aquellas alturas de hacer eso.

            —Aunque… uso mi nombre americano de forma normal… tengo un nombre coreano, el nombre que aparece en todos los papeles oficiales —murmuró, tras inspirar hondo un par de veces—. Lee MinHyung.

            Mark pudo escuchar cómo DongHyuck había contenido el aire después de escuchar aquellas palabras y, por el rabillo del ojo, vio cómo éste le echaba una pequeña mirada a su muñeca derecha, el lugar en el que tenía grabado el nombre que él acababa de pronunciar.

            —¿Eres… mi alma gemela? —cuestionó DongHyuck, como si tuviera miedo de hacer aquella pregunta, pero a la vez se sintiera algo ilusionado, aunque Mark estaba seguro de que el chico había visto cómo en su muñeca no estaba grabado su nombre, sino otro completamente diferente.
            —Lo soy —murmuró—. Pero mi alma gemela es Kim YeRim.

~.~.~

            Después de la conversación que habían mantenido el último día en la residencia, DongHyuck se había ido de la habitación en mitad de la noche y no había respondido a ninguno de los mensajes que Mark le había enviado en los días siguientes, preocupado por cómo había podido afectarle la noticia al menor y sintiendo que realmente no tenía que haber dicho nada porque había acabado haciéndole daño a DongHyuck y porque realmente no había podido decirle todo. Porque después de que dijera el nombre de Kim YeRim, DongHyuck había salido por la puerta y Mark no había podido comentarle cómo se sentía él con respecto a todo aquello. No había podido decirle que cuando estaba con el chico se sentía feliz y en su interior revoloteaban mariposas, no había podido decirle lo a gusto que se sentía junto a él y que había comenzado a dudar de todo aquello de las almas gemelas, que había comenzado a pensar que realmente el destino era caprichoso y no unía a las personas porque estuvieran hechos el uno para el otro.

            Mark no había podido decir nada de aquello y tampoco había querido decírselo por mensaje, porque era un tema que debían hablar cara a cara.

Sin embargo, durante las vacaciones de verano pasó algo que Mark no tenía previsto que pasara… su alma gemela apareció ante él, literalmente caída del cielo. Porque Mark había decidido que ir a la biblioteca que había cerca de su casa y sacar algunos libros para leer y despejar su mente era una idea maravillosa, así que se había dirigido hacia allí y, mientras merodeaba por entre las estanterías, buscando algo que le hiciera ilusión leer o le llamara la atención, la vio a ella. Una chica menuda con el pelo de color rojo fuego que se había subido al banquillo de la biblioteca para poder llegar a la balda más alta y que, de puntillas, maniobraba para poder alcanzar el libro que quería con su mano derecha. Mark nunca había sido de observar fijamente a las personas, pero aquella chica parecía que se iba a caer en cualquier momento, así que se acercó a ella y, cuando estuvo a una distancia prudente, se dio cuenta de que en la muñeca derecha de la chica estaban escritos los mismos caracteres que en la de DongHyuck: 이민형.

            —¿Kim YeRim? —no pudo evitar preguntar, con algo de miedo.

            Y la chica, al escuchar su nombre de repente, se asustó y trastabilló y Mark alargó sus brazos para cogerla y ambos acabaron por los suelos. De aquella forma tan cinematográfica había conocido a su alma gemela.

            Tras aquel día, ambos quedaron algunas veces para conocerse, para hablar, para entenderse y comunicarse, para ver si entre los dos surgía la chispa del amor porque el destino los había hecho el alma gemela del otro. Y YeRim era una chica encantadora, mágica, con una sonrisa que lo desarmaba, podía hablar de uno y mil temas diferentes y cuando miraba a Mark, sus ojos brillaban de emoción… y Mark se sentía ilusionado en parte… pero la parte de su ser sentía que no era correcto, que la pieza del rompecabezas que estaba haciendo parecía encajar porque se parecía demasiado a la pieza verdadera, pero no era la que encajaba allí. Mark sentía como si estuviera forzando a encajar aquella pieza y, por ello, con cada encuentro de ese verano con YeRim se fue sintiendo mucho peor.

            Porque, aunque estaba con YeRim, su alma gemela, Mark no podía evitar pensar en DongHyuck.

            Sintiéndose cada vez más culpable por aquello, Mark decidió que en lugar de hacer daño a dos personas encantadoras como DongHyuck y YeRim con aquello, debía tratar de solucionar las cosas antes de que el daño fuera realmente irreparable. Porque se sentía cómodo con YeRim… pero junto a DongHyuck se sentía realmente bien y eso, lo había llevado a pensar desde hacía mucho tiempo que quizás, y solo quizás, se hubiera enamorado de su compañero de habitación a pesar de que éste no fuera su alma gemela. Así que, el chico pensó en buscar todo tipo de información sobre las almas gemelas para saber si se habían dado más casos como el suyo anteriormente.

            Para su sorpresa, Mark encontró muchísima información respecto a aquel tema y se sintió muy estúpido por no haberla buscado antes porque así podría haberse ahorrado tantos quebraderos de cabeza durante el semestre —claro que, también había estado demasiado ocupado con las cosas de la universidad durante el semestre y su cerebro frito no había pensado en que aquello era una buena idea—. Mark encontró cómo había muchísimos casos como el suyo, muchos casos en los que en el nombre de una persona estaba grabado en las muñecas de varias personas, pero ésta solo tenía el de una de ellas. En su investigación pudo ver cómo según el caso, el final difería, pero en la mayoría de los finales alguien acababa sufriendo.

            Porque ya fuera que se convirtieran en almas gemelas platónicas o en almas gemelas románticas o en almas gemelas de amistad, había alguna persona que sufría las consecuencias de aquel maldito destino caprichoso. Y Mark nunca había querido hacerle daño a nadie. No había querido hacerle daño contándole a DongHyuck que era su alma gemela y no había querido hacerle daño a YeRim encontrándose con ella y estando junto a ella mientras que sus pensamientos no abandonaban lo mucho que echaba de menos a DongHyuck y lo preocupado que estaba por él porque llevaba un mes sin contestarle los mensajes.

            Sin embargo, no podía dejar las cosas así. No podía hacerles daño a los dos de la misma forma. Mark lo había decidido.

            Por eso, la siguiente vez que quedó con YeRim ese verano, Mark decidió que debía de confesarle a la chica todo lo que le rondaba por la cabeza, contarle sobre DongHyuck y hablarle de lo que había averiguado buscando sobre las almas gemelas. YeRim lo escuchó atentamente a todo lo que le dijo, asintiendo de vez en cuando, y perdiendo poco a poco la sonrisa de su rostro, haciendo que Mark se sintiera culpable por estar haciendo aquello, pero sintiendo que era lo realmente correcto.

~.~.~

            Tras su conversación con YeRim, tras expresarle cómo se sentía con respecto a su relación y contarle sobre DongHyuck, la chica finalmente le había dedicado una pequeña sonrisa y le había dicho que no tenía que preocuparse por ella, que siempre podían ser amigos. Mark no había sentido en ese momento que fuera realmente sincera con él al decirle aquello y sí que había sentido que a YeRim todo aquello la había disgustado y le había hecho daño. No obstante, la chica se había hecho a un lado, había decidido mantenerse al margen de todo aquello y Mark se había sentido aliviado por ello. Porque de aquella forma podría hablar con DongHyuck de nuevo sin remordimientos, de aquella forma podía decirle todo lo que no había llegado a decirle aquel día en la habitación.

            Así, Mark le mandó un último mensaje a DongHyuck, esperando que éste sí que lo contestara, pidiéndole que se vieran en la habitación que habían compartido todo aquel semestre el día de Chilseok porque volvería a la residencia a por un par de cosas para llevarse a casa. El mensaje no le fue respondido, como ninguno de los anteriores que le había mandado, pero Mark no perdió la esperanza de que el chico se presentara en la habitación tal y como lo había citado.

            Muy temprano la mañana del día de Chilseok, Mark salió de su casa y se fue hacia la residencia para esperar a DongHyuck, tardara éste el tiempo que tardara en aparecer. Durante toda la mañana, su corazón latió demasiado rápido dentro de su pecho, como si se fuera a salir de éste en cualquier momento de lo nervioso que estaba el chico, pero poco a poco, fue disminuyendo la frecuencia del latido, a media que pasaban las horas y la puerta de la habitación no se abría. Mark recordó cómo el primer día que se habían visto también lo había esperado durante horas y horas, nervioso por conocerlo, nervioso por saber quién iba a ser la persona con la que iba a compartir la habitación. Parecía haber pasado una eternidad de todo aquello, pero realmente no habían pasado más que unos meses desde que todo comenzara.

            Mark se sintió como un león enjaulado, dando vueltas por la habitación para calmarse, jugando con el móvil para distraerse, ordenando su armario para hacer tiempo, viendo cómo poco a poco la luz del exterior se iba haciendo cada vez más y más tenue, hasta que las luces de las farolas fueron las que reemplazaron a la luz del sol y el chico comenzó a sentirse un poco desamparado, pensando de forma cada vez más negativa, pensando que DongHyuck no iba a acudir a aquella cita, sintiéndose cada vez más y más tentado a meterse debajo de las sábanas y desaparecer del mundo. No obstante, cuando estaba a punto de perder la esperanza, escuchó cómo la puerta de la habitación se abrió y Mark saltó de la cama. Rápidamente se acercó hasta la puerta para ver cómo DongHyuck entraba por ella y se sorprendía al verlo llegar rápidamente.

            —Has venido… —no pudo evitar murmurar Mark, sintiéndose un poco aliviado porque al menos DongHyuck estaba ante él de nuevo.
            —Decías que tenías algo importante que decir —le respondió el chico—. Y sabía que estarías aquí esperando.
            —Gracias por venir… —dijo—. Muchas gracias por venir.
            —¿Qué era lo que querías decir? —cuestionó DongHyuck, de una forma algo brusca, de una forma en la que nunca antes le había hablado a Mark.

            El chico se sintió un poco herido por aquel tono de voz, pero DongHyuck tenía todo el derecho a hablarle de aquella forma porque la última vez que se habían visto lo que Mark le había dicho le había debido hacer mucho daño. El chico siempre había estado muy ilusionado con conocer a su alma gemela y la había estado buscando, había estado buscando a Mark… pero Mark le había destapado que, a pesar de ser su alma gemela, DongHyuck no era la suya. Debía de haberle hecho muchísimo daño con aquello, debía haber herido tantísimo sus sentimientos y Mark se sentía muy mal por ello, se sentía mal por no haber podido terminar de contarle aquel día todo lo que le había querido contar, si lo hubiera hecho, le habría ahorrado todo aquello.

            —Quiero terminar la conversación que mantuvimos el día antes de las vacaciones —dijo.
            —Pensaba que estaba todo dicho —replicó DongHyuck.
            —No. No estaba todo dicho, DongHyuck —dijo, cortando al chico—. Aquel día tenía muchas cosas que decirte.

            Y aprovechando aquel momento, Mark inspiró hondo para poder contarle todo lo que le había querido decir la última vez, para hablarle sobre YeRim y sobre su investigación sobre las almas gemelas, para poder decirle que finalmente lo suyo con YeRim no había llegado a ningún lado y para poder expresarle que todo se debía a que no podía dejar de pensar en él y que cuando estaba junto a él se sentía demasiado bien, se sentía demasiado ilusionado, su corazón latía fuertemente dentro de su pecho y eso solo significaba que el destino se había equivocado con él y no lo había ligado a la persona con la que quería pasar el resto de su vida.

            DongHyuck se quedó unos momentos en silencio después de que Mark terminara de hablar, unos segundos que a Mark le parecieron largos como horas, antes de reaccionar. Pero lo primero que el chico hizo no fue contestarle, sino pasar por su lado al interior de la habitación y comenzar a rebuscar en los cajones de su escritorio hasta que encontró algo y volvió rápidamente hasta la entrada de la habitación, donde el mayor se había quedado perplejo ante sus acciones. Sin embargo, más perplejo se quedó al ver cómo el chico se arremangaba la manga de su camiseta y con la mano izquierda, tachaba el nombre de Lee MinHyung con aquel bolígrafo permanente, para justo después cambiarse el boli de mano y escribir sobre su muñeca izquierda “마크 ”. DongHyuck le dedicó entonces una pequeña sonrisa a Mark, cogiendo su mano derecha y tachando con aquel bolígrafo permanente el nombre de Kim YeRim, escribiendo después sobre su muñeca izquierda “이동”.

            —Ahora es todo como debería ser —murmuró, y Mark no pudo evitar abrazarlo fuertemente contra su cuerpo, estando totalmente de acuerdo con él.








Notas finales:
—Como quería hacer esto con un poco más de tensión e incertidumbre (?) he usado el nombre Lee MinHyung (이민형) para escribirlo en la muñeca de HaeChan, porque MinHyung es el nombre coreano de Mark y así poder hacer una pequeña narrativa. Y bueno, como todo el mundo a estas alturas debe de saber ya (hasta Lucas lo sabe por fin) Lee DongHyuck (이동) es el nombre real de HaeChan y Kim YeRim (김예림) es el de mi preciosa YeRi.
—Chilseok es un festival que se organiza el día siete del séptimo mes lunar en Corea, como he ambientado esta historia en el 2019, la festividad este año caerá el 7 de agosto. Para saber más sobre ella, pinchad aquí.

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