Título:
Morning Kisses
Autora:
Riz Aino
Pareja:
JohnYu (Johnny + Yuta) (NCT)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, fluff, romance, humor
Número de palabras:
1.096 palabras
Resumen:
hay días en los que Johnny adora con toda su alma los besos que Yuta le da para
despertarlo… otros días los odia… hoy es uno de esos días…
Notas: la historia
se escribió sola a pesar de que no estoy muy familiarizada con lo de escribir
en presente.
Comentario de autora:
es la primera vez que escribo sobre esta otp, ni siquiera la tenía muy bicheada
porque no he visto muchos momentos de ellos juntos, pero me ha gustado escribir
JonhYu. Espero que a vosotros también os guste.
Morning
Kisses
—Despierta…
Johnny sigue en el maravilloso mundo
de los sueños cuando una voz dulce comienza a perturbar su descanso, una voz
dulce que le dice que haga algo una y otra vez pero que, estando todavía más
dormido que despierto, Johnny es incapaz de comprender por el momento. Por eso,
piensa que lo mejor que puede hacer es ignorar aquella voz y seguir hundiéndose
más y más profundamente en sus sueños; sin embargo, aquella voz sigue siendo
insistente y comienza a estar acompañada de débiles zarandeos.
—Despierta, Johnny… despierta…
En aquella ocasión, Johnny distingue
su nombre dicho por la dulce voz de su novio, lo distingue de la maraña de
palabras que hay alrededor porque lo ha escuchado tantas veces que sería capaz
de distinguirlo en cualquier ocasión. No obstante, sigue sin comprender qué es
lo que quiere su novio, porque algo debe de querer, Yuta no es de los que
perturban su sueño así porque así, debe de haber un motivo para aquello.
—Vamos a llegar tarde si no te
despiertas…
Ya más despierto que dormido, Johnny
por fin entiende que lo que quiere Yuta es que se despierte y probablemente
lleve bastante rato queriendo levantarlo, pero el día anterior había sido
agotador en la universidad, había tenido clases desde muy temprano y después
había tenido que hacer trabajos hasta tarde. Yuta sabía que había llegado
prácticamente muerto a casa, porque ni siquiera había cenado, solo se había
tirado directamente sobre la cama y se había quedado dormido en un segundo. Por
ese motivo —y porque es domingo y es día de descanso— Johnny está en todo su
derecho de seguir durmiendo. No obstante, la voz de Yuta sigue pidiéndole que
se despierte una y otra vez.
Pero con el paso de los minutos no
es solo la voz de Yuta la que le pide que se despierte, ni los pequeños
zarandeos iniciales, conforme va pasando el tiempo, Yuta empieza a utilizar sus
besos como última arma para conseguir que Johnny se despierte. Todavía entre
sueños, Johnny no puede evitar sonreír porque adora la forma en la que Yuta
comienza a besarlo, suave y dulcemente, cuando quiere despertarlo, adora
aquello con toda su alma porque los labios del chico siempre han obrado
maravillas sobre su piel y, en aquel momento, aquellos labios comienzan a
despertarlo del todo finalmente.
Los besos de Yuta comienzan en su
cabeza, posando sus labios sobre su frente, sus mejillas, su nariz, su
barbilla… cualquier lugar menos sus labios, porque en el momento en el que
Johnny busca los labios de su novio con los suyos, es el momento en el que por
fin se ha despertado. Sin embargo, aquel día es un poco distinto a los demás en
los que Yuta empieza a besarlo como última medida para que se despierte, porque
Yuta no se entretiene besando su rostro una y otra vez, sino que sus labios se
dirigen inmediatamente a su cuello y los besos que siguen a partir de ese
momento dejan de ser dulces o suaves.
Mientras los labios de Yuta se
entretienen en su cuello, mordisqueando a veces incluso su piel, Johnny no
puede evitar sentirse más y más despierto conforme el tiempo pasa, con su
cerebro yendo a toda velocidad debido a la estimulación que está recibiendo;
pero antes de que pueda reaccionar del todo a lo que está pasando, siente el
peso de su chico sobre su cuerpo y cómo éste le sube la camiseta ancha con la
que suele dormir para meter su cabeza bajo esta y comenzar a besar su pecho,
entreteniéndose en sus pezones y rozando con la yema de sus dedos su piel,
haciendo que ésta se erizara por su contacto y que el primer murmullo de la
mañana saliera de los labios de Johnny, grave y pesado.
En el momento en el que aquel
murmullo sale de su boca, Johnny nota cómo Yuta sonríe contra su piel y cómo
esa sonrisa no es la que le muestra generalmente, aquella sonrisa genuina y
amplia con la que le dice lo feliz que es el tiempo que pasa junto a él, no,
aquella no es esa sonrisa. La sonrisa que Johnny siente contra la piel de su
estómago es como las sonrisas pícaras que le dedica cuando quiere ser travieso
y aquella sonrisa le da muy mala espina. Yuta seguro que había planeado algo.
Johnny no tiene que esperar mucho tiempo para confirmar
sus sospechas, porque el siguiente salto que Yuta da en su piel es para
continuar besándolo más y más abajo, trazando una línea de besos húmedos por su
estómago y llegando hasta el lugar en el que la cinturilla de sus pantalones de
chándal ya no lo dejan avanzar. El aliento cálido de Yuta traspasa la tela de
su pantalón y, por un momento, Johnny piensa que quizás va a terminar su camino
de besos como debe, pero antes de que se haga muchas ilusiones, Yuta ya ha
salido de debajo de las sábanas y se ha alejado de su cuerpo.
—Ahora que estás despierto —le dice—.
Levántate, que me prometiste venir conmigo al aeropuerto a recoger a mis
padres.
Johnny no puede evitar el suspiro de
frustración que sale de sus labios. Generalmente adora cuando Yuta lo despierta
con sus besos, aunque ese día no lo haga… pero en el fondo, entiende que su
novio haya tenido que tomar medidas tan desesperadas como aquella para
despertarlo, dejándolo caliente desde primera hora de la mañana. Johnny no sabe
con qué cara se va a presentar a sus suegros aquel día ni cómo va a aguantar
hasta que ambos vuelvan a estar solos para pedirle a Yuta que continúen con lo
que han empezado esa mañana. Pero para que todo eso pueda suceder, lo primero
que Johnny tiene que hacer es levantarse de la cama… y eso es lo que hace.
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