Título:
좋은사람 (Friends)
Autora:
Riz Aino
Pareja:
ChuuLip (Kim Lip + Chuu) (LOONA)
Calificación:
PG–13
Géneros: AU, high
school, romance, fluff, drama
Número de palabras:
1.235 palabras
Resumen:
JungEun simplemente quiere desaparecer del mundo, que se la trague la tierra
por lo sucedido…
Notas: historia
escrita para Alice, que ganó uno de mis juegos de Twitter.
Comentario de autora:
este fic ha pasado por un montón de modificaciones desde que recibí la petición
hasta que finalmente lo escribí, el principio y el final fueron los mismos
siempre, pero cambié tantísimas veces de idea sobre cómo desarrollar esto que
no sé cómo al final no me he vuelto loca. Espero que os guste.
좋은사람 (Friends)
“Eres
idiota, idiota, idiota” murmuraba
en su mente JungEun mientras se tapaba la cara con las manos, completamente
avergonzada por lo que había sucedido antes “¿Cómo
se te ocurre tener una cosa tan importante en un lugar tan poco seguro como
ese? ¿Es que no tienes cerebro?”.
La chica hizo descender sus manos
por su rostro, apretando levemente su piel las yemas de sus dedos hasta que
éstas descansaron en su mandíbula. En ese momento, miró al techo blanco del
lugar en el que se encontraba y lanzó un profundo suspiro al aire antes de
cerrar sus ojos y sentir cómo un par de lágrimas se resbalaban por sus mejillas,
acabando en sus manos. JungEun se mordió el labio inferior para ahogar el
gimoteo que quiso escaparse de su garganta, porque no podía permitirse llorar y
que su llanto fuera escuchado por alguien, porque si eso sucedía, probablemente
alguien acudiría y la descubriría escondida en los baños del tercer piso,
aquellos que llevaban sin funcionar desde el inicio de curso y a los que nadie
iba, y JungEun no quería que nadie la encontrara allí, JungEun lo único que
deseaba era desaparecer por lo que había sucedido.
Desaparecer, que se la tragara la
tierra, que no se volviera a saber de ella nunca jamás… porque de aquella forma
se ahorraría todo lo que estaba segura que iba a pasar si volvía a clase
después de lo sucedido. Quizás se quedara allí todo el día, hasta que todos y
cada uno de sus compañeros de clase salieran por la puerta y se fueran a sus
casas, solo en ese momento, cuando estuviera segura al cien por cien de que no
quedaba nadie allí, saldría de su escondite, recogería sus cosas y cuando
llegara a casa les rogaría a sus padres que la cambiaran de instituto, al que
se encontrara más lejos de todo, donde nadie la conociera y nadie pudiera saber
qué era lo que había pasado. Solo así, JungEun podría vivir tranquila.
Aun planeando su ruta de escape, su salida
de todo aquello, JungEun sabía perfectamente que no era lo correcto, que debía
al menos tratar de hablar con ella, aunque fuera para tratar de explicarle que
no era cierto y que olvidara las cosas que había escuchado… pero no se veía con
ánimo de hacer aquello después de haberse cargado diecinueve años de amistad de
un plumazo, como si éstos no hubieran existido jamás.
JungEun se mordió el labio inferior
más fuerte al sentir cómo un sollozo quiso escaparse de su garganta y se tapó
la boca con las manos antes de que el sonido pudiera escucharse y retumbar en
las paredes de aquel baño desierto.
Había sido una tonta. En primer
lugar, jamás tendría que haber escrito aquella carta de confesión hacia la
persona que había estado junto a ella durante diecinueve años, siendo su amiga,
siendo una persona maravillosa que ni siquiera se merecía; en segundo lugar,
jamás debía haberla dejado en uno de sus libros de clase de aquella forma tan
descuidada. Pero JungEun jamás se habría imaginado que una de sus compañeras de
clase cogería precisamente aquel libro de su pupitre, encontraría aquella carta
que había escrito y que guardaba para el día en el que se decidiera a
confesarle sus sentimientos a su amiga y la leería en voz alta para toda la
clase… incluyendo a JiWoo.
La chica cerró sus ojos fuertemente,
como si de aquella forma pudiera borrar de su mente la escena que había
sucedido tan solo unos minutos atrás, como si de aquella forma pudiera dejar de
existir y no fuera más que un horrible sueño del que debía de despertar… aunque
en el fondo sabía perfectamente que aquello no había sido un sueño, había sido
la realidad, y después de lo sucedido, ya no iba a ser capaz de mirar a JiWoo a
la cara nunca más. De aquella forma tan estúpida se había echado por tierra su
amistad de diecinueve años y se había labrado su propia sentencia de muerte en
aquella clase, que estaba segura que la ignorarían o le harían la vida
imposible después de saber que estaba enamorada de una chica.
—JungEun… estás ahí, ¿verdad? —JungEun dejó
de respirar y su cuerpo se puso completamente tenso al escuchar la dulce voz
que la había llamado y le había hecho aquella pregunta. No se había percatado
de que la puerta se había abierto, demasiado enfocada en tratar de silenciar
sus llantos para que no fueran escuchados desde el exterior—. Sé que estás aquí… —murmuró JiWoo—, y
entiendo perfectamente que no quieras decir nada o aparecer ante mí en estos
momentos, pero yo tengo algo que decirte… así que, escúchame hasta el final,
por favor.
JungEun no dijo nada. No dijo nada
porque ya lo había dicho todo en aquella carta que había sido leída y en la que
había expresado cuáles eran sus sentimientos más profundos por la encantadora
persona que había sido su amiga durante tantísimo tiempo. Ella ya no tenía
absolutamente nada que decir. Ninguna excusa que se le pudiera ocurrir sonaría
creíble y JungEun nunca había sido especialmente imaginativa, esa parte siempre
había sido de JiWoo, ella era más de llevar a cabo las acciones.
—Eres la persona más importante de mi vida —le dijo JiWoo—.
Eres incluso más importante que mi familia porque siempre has estado para mí
cuando lo he necesitado, siempre has estado conmigo y has llevado a cabo
incluso las más locas de mis ideas… desde que éramos pequeñas siempre me has
ayudado con todo lo que he necesitado y has sido la mejor amiga que jamás
habría podido desear.
JungEun escuchó a JiWoo suspirar de
forma profunda al otro lado de la puerta y su corazón se detuvo porque supo que
después de esa frase iba a llegar el más absoluto rechazo. La chica cerró los
ojos y llevó sus manos a su pecho, deseando que su corazón pudiera soportarlo y
no le doliera tantísimo como tenía pinta de que iba a dolerle.
—Sé que tienes que estar ahí dentro llamándote tonta, queriendo
que la tierra se te trague o volver atrás el tiempo… pero no hay nada por lo
que debas reprocharte lo que ha pasado porque yo no te odio, JungEun… al
contrario —murmuró la chica—. Al contrario… me alegra muchísimo haber recibido
tus sentimientos y, si sigues pensando que son tan magnífica como en tu carta,
me gustaría que tú también aceptaras los míos.
En ese momento, JungEun finalmente
dejó escapar el sollozo que había pugnado por salir de su garganta desde el
principio… pero aquel sollozo fue de felicidad, porque JiWoo no la odiaba.
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