Título: Ice prince
Autora: Riz Aino
Pareja: SeungSung (HeeSeung + SungHoon)
(ENHYPEN)
Clasificación: PG
Géneros: AU, high school, “romance”,
fluff
Número de
palabras:
1.039 palabras
Resumen: todo el mundo dice que
SungHoon es como un príncipe de hielo, demasiado guapo y altivo como para que
nadie se le acerque… HeeSeung discrepa.
Notas: historia escrita por petición
de jayvelvet en ao3.
Comentario
de autora:
estos bebés me parecen adorabilísimos y me encanta escribir cosas cuchis sobre
ellos, así que, estuve encantada de hacer la petición, aunque tardé muchísimo
en llevarla a cabo. Espero que os guste.
Ice prince
HeeSeung había escuchado muchos
rumores sobre SungHoon desde que éste había llegado al instituto unos meses
atrás. Viniendo de la capital hasta aquel pueblo perdido del mundo, había sido
la novedad, por lo que era casi normal que en el instituto y en el pueblo no se
hablara de otra cosa. Todos se preguntaban sobre los motivos por los cuales el
chico se había mudado allí con su familia y todo el mundo hacía suposiciones
sobre lo que había sucedido y sobre su vida, intentando esclarecer el misterio.
Además, ayudaba a alimentar la imaginación de la gente del instituto que
SungHoon fuera un chico guapísimo y que casi nunca hablase con nadie, ya que
todo el mundo decía que era como un príncipe de hielo, demasiado guapo y altivo
como para que nadie se le acercase. HeeSeung, no obstante, discrepaba con
aquella afirmación. Tampoco conocía de nada a SungHoon, pero estaba
completamente seguro de que el chico no era ningún príncipe de hielo y que sólo
era un poco tímido. Por ese motivo, decidió que quería acercarse a él y tratar
de tenderle la mano para que el resto de personas vieran que no era tal y como
ellos pensaban.
—¡Hola! Mi nombre es HeeSeung —dijo,
acercándose a SungHoon un día tras el almuerzo—. Estamos en la misma clase.
El chico lo observó durante unos
momentos, como si no supiera qué debía de hacer, pero luego le dedicó una
sonrisa tímida y se acabó presentando.
—SungHoon.
—¿Me puedo sentar contigo? —le
preguntó. El chico asintió y HeeSeung sonrió antes de sentarse junto a él en el
banco en el que el chico había estado mirando distraídamente su teléfono—. ¿Te
gusta bailar?
—Creo que… nunca he bailado…
—murmuró en respuesta.
—¡Oh! ¡Eso no puede ser! ¿Quieres
venir a mi casa y bailamos? —le propuso—. Tengo un espejo enorme en el sótano,
será divertido.
SungHoon volvió a quedarse callado
durante unos momentos, pensando su respuesta. HeeSeung estuvo rezando
mentalmente para que la respuesta fuera afirmativa y, cuando el otro asintió,
moviendo levemente su cabeza, casi soltó un grito de júbilo, pero se controló a
tiempo y solo pegó un pequeño salto eufórico en el banco.
—¿Te viene bien hoy? ¿Cuándo
acabemos las clases? —el chico volvió a asentir—. Genial. Maravilloso. En
cuanto acabe la última clase te vienes a mi casa.
SungHoon le dedicó una sonrisa
tímida y HeeSeung se sintió como en una nube durante el resto de la jornada
escolar. El chico estaba demasiado emocionado por poder pasar un rato con el
otro y así poder conocerlo un poco más y se pasó el resto del día sin atender a
las clases prácticamente. Cuando finalmente acabaron las clases, recogió
rápidamente sus cosas y se colgó la mochila, esperando a SungHoon y luego
yéndose los dos juntos del instituto, atrayendo todas las miradas del resto de
sus compañeros. A HeeSeung las miradas le importaban bien poco porque no podía
parar de sonreír y de hablar de una y mil cosas con SungHoon por el camino,
tratando de relajar un poco el ambiente y esperando a que el chico se fuera
soltando un poco con él, quizás siendo un poquitín cargante, pero lo hacía con
buena intención, queriendo romper el hielo. Poco a poco, mientras iban hasta su
casa, las contestaciones de SungHoon a sus preguntas fueron haciéndose un poco
más rápidas y sus sonrisas un poco menos tímidas y HeeSeung eso se lo anotó
como una gran victoria.
—Esta es mi casa —le dijo al llegar,
abriendo la puerta—. ¡Mamá, he traído a un amigo para bailar! —gritó, esperando
que su madre lo escuchara, allí donde estuviera en la casa—. ¡Dejamos las cosas
en la entrada y nos bajamos al sótano!
—¡Vale! —respondió su madre en la
lejanía, probablemente incluso desde la planta de arriba—. ¡Luego os bajo algo
de comer y más agua!
—Okay! —le respondió a su madre y se
giró hacia SungHoon—. Puedes dejar tu mochila aquí —se quitó la suya y la dejó
en una esquina—. Vamos al sótano.
HeeSeung le tendió la mano a SungHoon cuando éste dejó su
mochila en el suelo, al lado de la suya y éste la tomó después de titubear unos
segundos. Con su mano firmemente aferrada a la suya, bajó los escalones que
llevaban al sótano con cuidado, encendido las luces para que se viera algo en
el lugar. SungHoon lo miró todo con ojos curiosos y HeeSeung lo dejó observarlo
todo durante unos momentos antes de volver a hablarle.
—¿Quieres que te enseñe el último baile que me he aprendido?
—Claro —le respondió SungHoon.
HeeSeung cogió entonces su móvil y puso la canción, comenzando
a bailar tal y como había aprendido días atrás. Cuando acabó, SungHoon le
dedicó un pequeño aplauso y HeeSeung sonrió.
—Ahora te lo enseñaré a ti.
Se pasaron toda la tarde hasta que casi dio la hora de la cena
en el sótano, bailando, HeeSeung enseñándole los movimientos poco a poco y
SungHoon aprendiéndolos con más o menos dificultad, soltándose a medida que el
tiempo fue pasando, sonriéndole más a menudo a HeeSeung y comenzando incluso
algunas conversaciones. Para cuando SungHoon finalmente se fue de su casa, el
chico ya se sentía bastante cómodo con él y HeeSeung se encontró siendo
bastante feliz porque se habían hecho amigos, porque el chico realmente era
encantador y no un príncipe de hielo, él había tenido la razón en que era solo
tímido y estaba muy emocionado por seguir estando junto a él y descubriendo más
cosas sobre SungHoon, esperando que siguieran siendo amigos —o quizás algo más—
durante mucho tiempo.
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