Título: Fried chicken
Autora:
Riz Aino
Parejas:
BinSung (YoungBin + Love) (SF9 + OnlyOneOf)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, romance, humor
Número de palabras:
1.259 palabras
Resumen:
YoungBin y JiSung hablan sobre sus sentimientos entre pollo frito y quizás
algunas cervezas de más.
Notas: sabiendo cómo
la tolerancia al alcohol de Love es -0, era necesario hacer algo de este estilo.
Comentario de autora: por
si no estabais enteradas, Love estuvo entrenando en la FNC antes de entrar a la
BBC y es amigo de SF9. Espero que os guste.
Fried
chicken
JiSung se sentía un poco mareado
mientras alargaba su mano para coger un muslo del pollo frito que había en la
caja y tuvo que dejarla caer y apoyarla sobre la mesa para equilibrarse,
cerrando sus ojos también para que todo dejara de darle vueltas durante unos
segundos. No debía haberse bebido aquella segunda cerveza, pero estaba junto a
YoungBin y eso siempre lo hacía beber más de lo que tenía planeado. Porque cada
vez que estaba con el mayor y quedaba para cenar con él, éste aparecía con
varios paquetes de cervezas y bebía ante él como un cosaco… y JiSung no llevaba
demasiado bien el alcohol, pero entre las conversaciones, las películas y la
comida, acababa olvidándose de que con poco alcohol en la sangre ya se mareaba
y se volvía mucho más idiota de lo habitual —al menos aquella vez la quedada había sido en
su piso y no iba a liarla parda al volver, queriendo entrar al piso equivocado,
despertando a medio bloque—.
—¿Estás bien, JiSung? —le preguntó YoungBin,
con una sonrisa en sus labios, pero pareciendo a la vez preocupado por él.
—Mmmm… ¿creo que sí…? —cuestionó en respuesta,
sin saberlo bien. Abrió sus ojos y le dedicó una sonrisa al mayor.
—Anda, ven aquí —le pidió el otro, moviendo su mano e
indicándole que fuera junto a él.
JiSung comenzó entonces a
arrastrarse por el suelo, gateando como si fuera un bebé intentando a aprender
a andar, hasta que llegó al lado del otro y lo miró, interrogante, porque no
sabía qué era lo que quería de él, haciéndolo ir hasta allí. YoungBin le dedicó
otra sonrisa y después palmeó sus muslos. La confusión debió de seguir pintada
en el rostro de JiSung porque el mayor acabó acercándose más a su cuerpo,
cogiéndolo por los hombros y ayudando a JiSung a que echara la cabeza sobre sus
piernas, tumbado completamente sobre el duro suelo de su habitación.
—¿Mejor? —preguntó—. ¿Ya no te da vueltas nada?
—Mmmmm… ¿cómo sabías que me daba vueltas la habitación? —le
cuestionó al mayor.
—Siempre te da vueltas —respondió este.
JiSung movió su cabeza
afirmativamente y después se acomodó lo mejor que pudo sobre aquellos muslos
que eran el único lugar en el que quería estar en aquellos momentos, cerrando
sus ojos para esperar un poco a que el alcohol se le bajara antes de seguir comiendo
pollo frito porque tenía hambre aún. Unos momentos después, comenzó a notar
cómo los dedos de YoungBin comenzaban a entremezclarse entre su pelo,
acariciándolo y esbozó una sonrisa encantada de forma irremediable.
—¿Te gusta que haga esto? —le preguntó YoungBin
y JiSung asintió.
—Ojalá lo pudieras hacer toda la vida —respondió.
Los dedos de YoungBin acariciando su pelo era algo que a
JiSung le encantaba, pero no era algo que pasara asiduamente. Apenas tenían
tiempo para verse y, aunque a ambos les gustaba el contacto físico, no solían
pegarse el uno al otro. JiSung no lo hacía porque cuando estaba con el mayor la
cabeza le daba vueltas de forma natural y el corazón se le salía del pecho. No
tenía ni idea desde hacía cuánto que le pasaba, pero desde que le pasaba, no
podía dejar de querer que YoungBin no solo le acariciara el pelo, sino que
acariciase todo su cuerpo con aquellos dedos. Sobrio jamás lo admitiría,
borracho no era algo que pudiera evitar decir porque su cabeza no le funcionaba
como debería y el filtro cerebro boca estaba bastante desconectado en aquellos
instantes.
—Ojalá poder quedarme aquí y poder acariciarte
el pelo cada vez que quieras —le dijo YoungBin y, rápidamente, JiSung abrió los
ojos y lo miró, encontrándose al hacerlo una mirada de infinito cariño.
—Hyung… —murmuró—, ¿y si te vienes a vivir
conmigo? —le propuso.
—JiSung… solo tienes una cama… —replicó el
mayor, riendo.
—La podemos compartir —contestó él,
inmediatamente.
—¿Me estás haciendo una proposición indecente,
Park JiSung? —le cuestionó, alzando una ceja, entre divertido e incrédulo.
JiSung no contestó al momento, lo
tuvo que pensar unos segundos porque su mente y su cuerpo estaban completamente
intoxicados, pero algo dentro de él le decía que no dijera la verdad, que
sellara el filtro y que aquellas palabras que pugnaban por salir de sus labios
no lo terminaran haciendo. Pero antes de que se diera cuenta, estaba
contestando, siendo lo más sincero que había sido nunca en su vida.
—¿Y si sí lo es? —dijo en respuesta.
La expresión en el rostro de
YoungBin cambió inmediatamente y la sonrisa que había mantenido durante todo el
rato murió en sus labios. El mayor se puso completamente serio de repente y
JiSung sintió que había metido la pata hasta el fondo y que jamás iba a poder
arreglar aquello. Podía intentar echarle la culpa al alcohol, pero en aquellos
momentos se sentía mucho más despierto que antes y sabía perfectamente que
YoungBin también notaba que estaba mucho más despejado de lo que lo había
estado antes. Estuvo a punto de decir que aquello era una broma, que no tenía
por qué tomárselo de aquella manera, pero antes de que pudiera decir nada, el
mayor habló.
—JiSung… sé que cuando estás borracho sueles
ser más sincero que estando sobrio —comenzó—, pero no me había imaginado que me
confesaras que querías acostarte conmigo.
JiSung sintió el pánico avanzar por su cuerpo al escuchar
a YoungBin decir aquello porque sí, sí que le gustaría acostarse con él, sí que
le gustaría que éste acariciara todo su cuerpo con aquellos mismos dedos que
acariciaba su pelo, pero él no quería haberlo dicho de aquella manera, no debía
haberlo dicho siquiera y no sabía cómo echarse atrás. Sin embargo, antes de
poder explicarse, otra sonrisa apareció en el rostro de YoungBin y ésta hizo
que el corazón de JiSung se detuviera durante unos segundos.
—Quiero que se te pase la borrachera lo más rápido
posible —comentó—, porque quiero hablar de esto contigo completamente sobrio,
JiSung —su sonrisa se hizo mucho más amplia cuando añadió—: a mí también me
gustaría acostarme contigo, pero no quiero aprovecharme porque estás más
borracho que sobrio ahora mismo.
Y, dicho aquello, se inclinó sobre
él para dejar un beso en sus labios. Un beso corto que sabía a cerveza y pollo
frito. Un beso que JiSung quiso que continuara pero que se detuvo al instante,
casi tan rápido como había empezado. El chico quiso atrapar los labios de
YoungBin antes de que se alejara de nuevo de él, pero el mayor negó con su
cabeza.
—Cuando se te pase la borrachera.
JiSung nunca antes había querido que
se le pasara pronto aquel runrún que tenía en la cabeza debido al alcohol, pero
en aquellos momentos deseó estar completamente sobrio para poder hablar con
YoungBin de lo que nunca antes se había atrevido porque quería besar aquellos
labios una y otra vez y quería que aquellos dedos tocaran todo su cuerpo, sin
dejarse ni un solo milímetro de su piel sin explorar.
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