Título: Massage
Autora: Riz Aino
Pareja: DongSeo (DongHan + JunSeo)
(WEi)
Clasificación: R
Géneros: AU, romance, smut, pwp
Número de
palabras:
1.134 palabras
Resumen: DongHan tiene los músculos
de la espalda demasiado cargados… menos mal que JunSeo, su compañero de trabajo,
tiene unas manos que son gloria bendita.
Advertencias: relaciones sexuales,
aunque no demasiado explícitas.
Notas: historia inspirada
gracias a este momento
del OUI Go Up 2.
Comentario
de autora:
mi intención al principio era hacer algo un poco más adorable y divertido, pero
una vez me puse a escribir la cosa tomó otro rumbo y bueno, aquí estamos.
Espero que os guste.
Massage
—¿Te duelen los hombros? —cuestionó
JunSeo.
DongHan casi dio un bote porque no se había esperado aquella
pregunta. Había quedado con JunSeo, el chico con el que trabajaba a media
jornada en la misma convini que él, en la casa del menor porque estaba mucho
más cerca del trabajo porque éste quería que le explicara unas operaciones
matemáticas que no entendía y apenas llevaban allí unos minutos cuando le había
dicho aquello. A DongHan le dolían los hombros, bastante, además, pero no había
parte de su cuerpo que no le doliera porque encadenaba tres trabajos a media
jornada y en dos de ellos tenía que usar su cuerpo, pero JunSeo no sabía lo de
sus otros trabajos, de él, lo único que sabía era que era matemático y que como
esto no le daba de comer, estaba trabajando en la convini.
—Me duelen un poco —reconoció—, ¿por
qué? ¿me vas a dar un masaje a cambio de que te ayude con las mates? —bromeó.
—Me parece un buen trato —respondió
el chico—, mientras estaba en el instituto hice varios cursos de masajes, así
que, al menos puedo intentarlo para que no te duelan en los próximos días.
DongHan se quedó con la boca abierta
porque no se había esperado esa respuesta, pero asintió a aquella propuesta. No
le vendría mal un masaje para descargar un poco sus músculos, aunque solo
durara unos pocos días. Sellaron el trato con un apretón de manos y siguieron
con los problemas de matemáticas que traían a JunSeo loco. A DongHan siempre se
le había dado bien explicar las cosas, así que, no tardó demasiado en terminar
de explicarle cómo se hacían todas las operaciones y todas las fórmulas que
debía de hacer y JunSeo las entendió sin mucho problema, haciendo los
ejercicios que debía entregar para su clase la semana siguiente sin ningún fallo.
—Eres increíble, hyung —le dijo—. Muchas
gracias, de verdad.
—No es nada, para eso estaba aquí —le
respondió.
—Ahora me toca ayudarte yo a ti —comentó
JunSeo, recogiendo—. Quítate la camiseta y túmbate sobre la cama bocabajo,
termino de guardar las cosas y cojo una crema que es mano de santo.
DongHan alzó una ceja, interrogante
por aquella orden, pero el chico solo se encogió de hombros y al final acabó
haciendo lo que éste le había dicho sin decir nada. Unos pocos minutos más
tarde, notaba como el colchón de la cama se hundía bajo el peso del menor y se
sentaba a horcajadas sobre su trasero. La posición en la que estaba lo dejaba
un poco expuesto y lo primero que notó fue el miembro del chico rozando contra
su culo, algo que lo hizo querer levantarse de allí porque no sabía si iba a
poder aguantar los minutos que JunSeo tardara en darle el masaje notándolo
contra él, pero antes de que pudiera hacer nada, el chico ya había dejado caer
un líquido frío y viscoso sobre la piel de su espalda.
—Relájate, hyung, estás demasiado
tenso —le susurró en su oído.
DongHan le quiso replicar que cómo
se iba a relajar si le susurraba cosas como aquella y estaba sentado encima de
su culo mientras él estaba medio desnudo en su cama, pero cuando las manos de
dedos largos de JunSeo comenzaron a tocarlo, lo único que pudo hacer fue morderse
el labio inferior para que ningún sonido escapase de su boca porque, de
hacerlo, lo que se escaparía de ella sería un gemido. DongHan lo intentó,
mientras las manos del chico deshacían todos los nudos de sus hombros, de su
espalda, de su cuello, esas increíbles manos en las que no iba a dejar de
pensar en la vida porque eran las mejores manos que lo habían tocado nunca jamás,
pero al final, un gemido se escapó de sus labios sin que pudiera evitarlo. Notó
el cuerpo de JunSeo vibrar contra el suyo por la risa antes de escucharlo reír
y se indignó por ello, así que, se acabó dando la vuelta entre sus piernas para
encararlo y quizás asesinarlo por reírse de él… craso error porque al hacerlo,
sus entrepiernas se rozaron y una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo,
una corriente eléctrica que también pareció recorrer el cuerpo de JunSeo,
porque se quedó completamente paralizado, mirándolo a los ojos con intensidad, conteniendo
su respiración.
Ninguno de los dos dijo nada, solo
se miraron de aquella forma durante unos momentos y después JunSeo llevó sus
manos a su cuerpo, masajeando sus hombros primero, moviéndose hacia sus
pectorales después, sus costados, bajando, bajando más y más. Y DongHan, que al
principio había tratado de no gemir por todos los medios, en ese momento lo
único que podía hacer era eso, gemir una y otra vez bajo el toque de las manos
de JunSeo, mientras éste se encontraba sobre él y no apartaba la mirada de su
rostro, como si quisiera averiguar de aquella forma en qué lugares lo tocaba y
le daban más placer. DongHan ni siquiera se dio cuenta de que se le había
puesto dura hasta que el menor no se movió levemente sobre él y la sensibilidad
en su entrepierna fue demasiado para que pudiera contener un gemido grave,
cargado de placer, al notar cómo sus miembros, ambos duros, se rozaban por
encima de la tela.
—Hyung… —jadeó en ese momento JunSeo—.
Necesito… necesito rozarme contra ti… no creo que… pueda…
—Hazlo.
JunSeo no había acabado su frase,
pero a DongHan le dio exactamente igual. Ambos estaban duros, ambos estaban
necesitados y ambos querían que pasara, así que, tenía que pasar lo más rápido
posible para que liberaran toda la excitación que se había ido apoderando de
sus cuerpos. Con su consentimiento, JunSeo comenzó a mover entonces sus
caderas, haciendo que sus miembros se rozaran una y otra vez sin que ninguno de
los dos pudiera contener sus voces, gimiendo sin parar hasta que ambos
estallaron en el placer del orgasmo, corriéndose dentro de sus pantalones, sin
haberse desnudado siquiera.
Ninguno habló en aquel momento, pero
el sentimiento parecía ser mutuo. Aquello había sido completamente increíble y
tenían que repetirlo y hacer mucho más juntos, muchísimo más.
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