martes, 7 de diciembre de 2021

[One Shot] Once in a dream {JungRie}

Título: Once in a dream

Autora: Riz Aino

Pareja: JungRie (Rie + YooJung) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: canon, “fantasy”, “romance”, smut, pwp

Número de palabras: 2.455 palabras

Resumen: algunos sueños son más vívidos que la realidad…

Advertencias: relaciones sexuales explícitas (en un sueño) y sexo en público.

Notas: historia inspirada por estos mensajes que a Rie se le ocurrió mandar por bubble sobre YooJung siendo perfecto para encarnar a Blancanieves y cómo él sería su príncipe.

Comentario de autora: a mí no me podéis poner una situación como esta delante de las narices y pensar que yo no voy a hacer algo al respecto… y mira que me intenté resistir, pero no me duró mucho. Espero que os guste.

 


            SungHo se encontraba en un bosque, un bosque que rebosaba de vida en el que los pájaros cantaban alegremente a su paso. El chico caminaba sin prisa, observándolo todo y no perdiendo detalle de todo lo que aparecía ante él, siguiendo el camino a través de la vegetación, sin alejarse de él para no perderse. El lugar le transmitía un sentimiento cálido y de paz y SungHo se sentía feliz y tranquilo al recorrer el bosque. Los árboles poco a poco empezaron a ser más escasos y el chico pensó que, de aquella forma, habría salido del bosque; sin embargo, acabó saliendo a un bello claro, un espacio no muy grande en el que se encontraban varias personas alrededor de lo que parecía un féretro. SungHo frunció su ceño, extrañado porque no se había esperado encontrarse con un velatorio en mitad del bosque. No obstante, sus pies comenzaron a moverse rápido, acercándose hasta el lugar y percatándose de que lo que había tomado por personas eran en realidad enanos alrededor del féretro de cristal, cinco enanos que tenían los rostros de sus compañeros de grupo.

 

            —¡El príncipe ha llegado! —anunció de repente WookJin, alertando a los demás—. ¡Por fin la princesa será salvada!

            —¿Qué? —cuestionó SungHo sin entender.

            —La princesa TaeYeob necesita un beso de su príncipe para que pueda despertar —dijo YongSoo, señalando el féretro de cristal en el que se podía ver una persona tumbada con un vestido amarillo.

            —Nosotros lo hemos intentado ya y no ha dado resultado —dijo JiSung—. Solo lo puede solucionar su príncipe.

            —Yo soy su príncipe —replicó KyuBin entonces.

 

Su respuesta provocó que un coro de protestas se alzara entre los demás y que SungHo se quedara todavía más confuso. Entendía perfectamente que aquello debía de tratarse de un sueño un poco bizarro que había creado su mente a partir de lo que había estado hablando esa noche antes de irse a dormir con lyOn a través de bubble. La parte de la conversación sobre cuáles serían los disfraces perfectos para Halloween se le debía de haber quedado en la mente mientras se quedaba dormido y ésta había decidido mandarle un sueño sobre los demás miembros de OnlyOneOf siendo los enanos de Blancanieves. TaeYeob siendo Blancanieves y él siendo el príncipe que iba a despertarla de su sueño. SungHo fue sacado de sus pensamientos cuando sintió un pequeño tirón en sus pantalones y miró hacia abajo, encontrándose a JunHyung a su lado, alejado del tumulto que se había formado entre los otros cuatro.

 

            —Tienes que besar a la princesa TaeYeob antes de que el veneno de la manzana acabe por matarla —le dijo JunHyung, tendiéndole una rosa—. Dale esto para cuando la despiertes.

 

            Y después de decirle aquello, le dio un leve empujoncito para que fuera hacia el féretro de cristal. SungHo cogió la rosa que JunHyung le había tendido y después caminó hacia el féretro, que estaba sobre una especie de plataforma. Se subió a ella a través de las escaleras que había en un lateral de ésta y se puso de rodillas sobre ésta, inclinándose sobre el féretro y abriéndole la tapa de cristal, retirándola con cuidado. Tumbado, con las manos sobre su pecho, con el rostro completamente sereno, un moño enorme de color rojo sobre su cabeza, haciendo juego con sus labios rojizos y con aquel vestido con la falda amarilla y el corpiño azul de la princesa de Disney, se encontraba TaeYeob, dormido. SungHo sintió que se le paraba el corazón porque el chico estaba completamente precioso de aquella forma, incluso su pelo, ahora un poco más largo, lo hacía parecer realmente una Blancanieves preciosa. Sabiendo que aquel debía de ser su deber como príncipe, SungHo acabó inclinándose sobre él para dejar un corto beso en sus labios, separándose de TaeYeob al instante para ver si su beso había surtido el efecto deseado y éste había salido del profundo sueño que le había producido la manzana envenenada. No obstante, pasaron unos momentos y éste no se movió ni un ápice, algo que le extrañó a SungHo y, por eso, se giró hacia los enanos, esperando que éstos le pudieran dar alguna explicación, pero éstos se encogieron de hombros, sin saber tampoco qué era lo que pasaba.

 

            —¿Un beso no habrá sido suficiente? —se preguntó a sí mismo.

 

            Después, volvió a girarse hacia TaeYeob y se inclinó de nuevo sobre su rostro, volviendo a posar sus labios sobre los del otro, pero esta vez durante un poco más de tiempo, moviéndolos, en un beso que esperaba que lo despertara. Durante unos momentos, pareció que tampoco estaba dando resultado, pero al final, los labios de TaeYeob comenzaron a moverse al compás de los suyos, devolviéndole el beso. SungHo sonrió dentro del beso porque por fin había cumplido su cometido y había despertado a Blancanieves de su sueño tras comerse la manzana envenenada y quiso alejarse de TaeYeob, pero antes de que pudiera hacerlo, las manos de este se aferraron a su cuello, no dejándolo separarse de él. SungHo abrió su boca, sorprendido por la fuerza que el otro había mostrado de repente y TaeYeob aprovechó para meterle la lengua, el beso volviéndose más húmedo y más profundo por ello, sus lenguas encontrándose, saboreándose la una a la otra, hasta que finalmente el agarre de TaeYeob se hizo menos fuerte porque se estaba abandonando a aquel beso y SungHo pudo separarse de él.

 

           Cuando abrió sus ojos y miró a TaeYeob, se encontró con sus ojos mirándolo acusatoriamente, enfadado probablemente porque se había alejado de él, con sus labios todavía más rojos por el intenso beso que se acababan de dar y jadeando un poco. El corazón se le detuvo a SungHo ante aquella imagen y tuvo que tragar saliva para recuperar un poco la compostura. TaeYeob estaba precioso como Blancanieves, quizás mas precioso de lo que él se hubiera imaginado jamás y, tal y como estaba en aquellos momentos, provocaba en él cosas que no sabía que podía provocarle.

 

            —Mi príncipe, me has despertado del sueño eterno con tu beso —le dijo TaeYeob, incorporándose hasta quedarse sentado—. Pero necesito algo más de ti antes de que seamos felices y comamos perdices juntos.

            —¿De qué se trata? —preguntó rápidamente SungHo.

            —Ven aquí conmigo y deja que te abrace —contestó TaeYeob.

 

            SungHo asintió lentamente a su petición y, antes de hacer lo que le había dicho, le entregó la rosa que JunHyung le había dado antes. TaeYeob murmuró un quedo “gracias” al cogerla y, tras oler su aroma, la dejo sobre la pequeña almohada en la cual había estado descansando su cabeza hasta hacía tan solo unos momentos. SungHo entonces se levantó de la plataforma en la que había estado de rodillas y se metió con cuidado dentro junto a TaeYeob, sentándose frente a él. el otro a penas tardó en abalanzarse sobre él para darle un abrazo fuerte que SungHo correspondió, dejándose envolver por la calidez del cuerpo del chico durante el rato que duró el abrazo. Le gustaba aquella sensación, le gustaba cómo sus cuerpos encajaban perfectamente el uno con el otro y le gustaba cómo TaeYeob olía.

 

            —Mi príncipe —le dijo TaeYeob, todavía abrazado a él—. Ahora solo te queda una cosa por hacer.

            —¿Qué es? —cuestionó.

            —Follarme —replicó el otro—. Aquí y ahora.

            —¿¡Qué!?

 

            Rápidamente, SungHo se alejó de él, poniendo distancia entre ambos. En el rostro de TaeYeob había una sonrisa pícara, ladina, y sus ojos brillaban con absoluto deseo, por lo que supo que no estaba de broma y que de verdad quería acostarse con él en aquellos momentos, en el bosque, dentro de aquel féretro de cristal, a la vista de los cinco enanos que seguían allí, observando la escena sin parpadear. Aquello no podía estar pasando. Aquel sueño había dado un giro de ciento ochenta grados y de repente había dejado de ser el clásico de Disney para convertirse en una peli porno mala. SungHo le quiso decir que quizás no era el mejor lugar para acostarse, pero antes de que pudiera hacerlo, ya tenía el cuerpo de TaeYeob pegado al suyo, sus piernas rodeando su cintura, subido sobre él y con su torso pegado completamente. SungHo no pudo protestar por aquello tampoco porque las manos de TaeYeob lo agarraron por las mejillas y tiró de él para que sus labios se volvieran a encontrar, aquella vez sus lenguas jugando la una con la otra desde el primer momento, sus labios moviéndose una y otra vez contra los del otro, la saliva resbalando por sus mentones. El cuerpo de TaeYeob comenzó a moverse, haciendo que sus entrepiernas se rozasen con cada movimiento, provocando que sus erecciones se hicieran mucho más notorias. SungHo no se había dado cuenta de que estuviera duro, pero cada vez que el miembro de TaeYeob se rozaba contra el suyo a través de la tela, no podía evitar gemir de placer y desear muchísimo más contacto.

 

            Entre besos y pausas para respirar, sus posiciones acabaron cambiando. TaeYeob siguió encima suyo, pero con sus rodillas a cada lado de sus caderas y la falda de su vestido arremangada, mostrándole su miembro completamente erecto, mientras que SungHo había acabado tumbado de espaldas sobre el fino colchón de aquel féretro de cristal. Cómo habían llegado hasta aquel punto de no retorno era algo que el chico se preguntaba, pero en aquellos momentos la respuesta le daba un poco igual porque su miembro le estaba gritando que quería internarse en el cuerpo de TaeYeob. TaeYeob, que parecía necesitar exactamente lo mismo que él, porque rápidamente le desabrochó los pantalones y sacó su miembro de éstos, observándolo con enorme deseo. SungHo tragó saliva cuando TaeYeob se alzó sobre él y guio su miembro hacia su trasero con sus manos, la sensible punta de su pene rozando con el amor del chico unos segundos antes de que éste comenzara a descender, provocando que se internara en él poco a poco hasta la base. Ambos gimieron de puro placer y sus voces resonaron en el bosque.

 

            En aquellos momentos a SungHo le dio igual que estuvieran allí en mitad del bosque, metidos en un féretro y con unos cuantos enanos mirándolos sin perder detalle de lo que hacían, lo único que necesitaba era alcanzar el orgasmo y correrse dentro de TaeYeob lo más rápido posible, por ese motivo, cuando el otro comenzó a moverse, él lo ayudó con sus manos, agarrándolo fuertemente por las caderas para que el movimiento fuera más rápido, más intenso y su miembro tocara el lugar justo en el que TaeYeob se moriría de placer. Sus movimientos fueron rápidos desde el principio, pero se volvieron desesperados, desenfrenados, a medida que los minutos pasaron, a medida que el fuego se iba acumulando, a medida que se sentían más sensibles, más próximos al clímax, gimiendo una y otra vez, incapaz de contener sus voces. Y no tardaron mucho en alcanzar el orgasmo, juntos, los escalofríos de placer del cuerpo de TaeYeob apretando y su miembro en su interior y prolongando su orgasmo. SungHo cerró sus ojos y se dejó llevar por aquella maravillosa sensación, disfrutando de la ligereza de su cuerpo y sintiendo el placer todavía recorrer todo su cuerpo desde la cabeza hasta los pies.

 

            Cuando SungHo abrió de nuevo los ojos, no se encontró el cielo azul bordeado de las copas de los árboles que había sido su visión hasta hacía tan solo unos momentos, sino que se encontró el somier de la litera de arriba, donde YongSoo dormía. Ya no se encontraba en aquel bosque vibrante en el que aquel sueño tan estrafalario que había tenido había sucedido, sino que se encontraba en el dormitorio de OnlyOneOf, en su propia cama, aunque todavía un poco aturdido por lo que acababa de soñar. SungHo sacudió su cabeza y trató de alejar de su mente aquel sueño digno de una peli porno mala. No había sido un mal sueño, al contrario, le había encantado porque había sido demasiado vívido y había sentido que todo era demasiado real, incluso en aquellos momentos, ya despierto, todavía sentía como si la corriente eléctrica del orgasmo siguiera recorriendo todos sus músculos, pero quizás era mejor no pensar mucho en él porque hasta el momento no se había dado cuenta de que tuviera un fetiche tan grande con TaeYeob vestido de Blancanieves.

 

            SungHo se levantó de la cama y salió del dormitorio tratando de no hacer ruido para no despertar a sus ocupantes y fue hasta la cocina para coger un poco de agua antes de seguir durmiendo algunas horas más. Era temprano, por la mañana, pero hasta medio día no tenía por qué levantarse. Al salir del dormitorio a la cocina, se dio cuenta de que en el lugar ya se encontraba alguien, TaeYeob para ser exactos, preparándose un café. SungHo tragó saliva al verlo allí porque el sueño volvió a él, completamente vívido, y la realidad se mezcló con él, haciendo que se tuviera que detener para coger un poco de aire, sintiendo una inmediata tirantez en su miembro. TaeYeob siempre le había parecido atractivo y deseable, pero en aquellos momentos su atractivo se había cuatriplicado como mínimo. No obstante, tuvo que calmarse, porque por mucho que en aquellos momentos quisiera comprobar si follar con TaeYeob en la realidad era tan increíble como lo había sido en su sueño, no podía hacerlo, así que, inspiró hondo y se calmó, para luego continuar avanzando hasta el lugar, dándole los buenos días a TaeYeob y recibiendo una sonrisa dormida por parte del chico. Su corazón latió rápidamente dentro de su pecho, pero SungHo no se dejó dominar por el deseo que se había apoderado repentinamente de él y simplemente cogió un vaso de agua y volvió con él hasta la habitación, echándose de nuevo sobre la cama y aguantándose las ganas de masturbarse porque sabía que si lo hacía, no habría vuelta atrás en sus ganas por replicar lo que había pasado en aquel sueño en la vida real.

 

 

 

 

 

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