Capítulo 2
Déjame
Besarte,
Déjame
Tocarte
Un chico rubio estaba sentado en una
silla de cuero, reclinado hacia atrás, con las piernas sobre el escritorio de
madera. Entre ellas se encontraba un chico moreno, inclinado hacia delante,
acercando su rostro lentamente al del otro chico hasta que sus labios se
encontraron.
Los ojos entrecerrados, las cabezas
levemente ladeadas, las húmedas lenguas entrando en contacto en la boca ajena.
Los brazos de LuHan sobre el reposabrazos, arañando el cuero con sus uñas. Las
manos de ChanYeol, atadas con una corbata intentando desabrochar el primer
botón de la camisa ajena.
–No me toques –una advertencia con
voz dura.
–Está bien –las manos del moreno se
retiraron del cuerpo ajeno quedándose laxas y sus labios y lenguas siguieron
encontrándose hasta que respirar se hizo necesario–. Qué cara tan erótica.
–Cállate… mmm…
–¡Gege! –gritó una voz y ambos se
separaron rápidamente mirando hacia la puerta. En el umbral había un chico
moreno, alto, de ojos muy rasgados y bolsas oscuras bajo ellos, como si llevara
días sin dormir. ZiTao, así le había dicho LuHan que se llamaba la anterior vez
que los había interrumpido–. La reunión de hoy… oh –abrió sus ojos
escandalizado–. Lo siento, lo siento, ¡discúlpame gege! –y salió por la puerta.
–¿Este chico no sabe llamar a las
puertas? –bufó ChanYeol.
–Nunca lo hace –contestó LuHan con
una sonrisa torcida–. Anda, quítate de en medio, que tengo que ir a la reunión
que hacen los profesores con todos los clubs.
–OK… pero desátame.
Le mostró sus manos sujetas por la
corbata y el rubio le quitó el nudo, para luego colocarse su corbata de manera
impecable bajo el cuello de su camisa. Entonces, ChanYeol se quitó de en medio
y se sentó en uno de los sofás, observando atentamente como LuHan arreglaba su
ropa.
–Oye, hyung, contéstame a una cosa
–dijo llamando la atención del más bajo–. ¿Por qué lo hacemos de esta forma?
Quiero decir, besarnos solo, a veces se hace un poco difícil y además, tener
las manos atadas es incómodo –explicó.
–Si fueras capaz de mantener las
manos quietas no tendría que atártelas –ChanYeol hizo un puchero, como un perro
que acaba de ser regañado–. Y no me mires así –el rubio se dirigió hacia la
puerta, pero justo antes de salir por ella se volvió–. Me entran ganas de
matarte a mordiscos.
El moreno se quedó un buen rato
mirando la puerta por la que ya se había marchado el otro hasta que salió de su
embobamiento sacudiendo su cabeza.
“Ya
llevamos con esto tres semanas” pensó el chico reclinándose contra el sofá “me deja que lo bese durante algún que otro
descanso, pero si lo toco me da una paliza” el recuerdo de los golpes que
recibió por apretar el trasero de rubio durante un beso todavía era muy
reciente y ChanYeol se estremeció “pero
cada vez que lo beso… quiero más…”
–¿¡Es que no tiene deseo sexual!?
–gritó a la nada.
–Es raro que hoy nos acompañes en la
comida –comentó BaekHyun observando atentamente cómo ChanYeol se bebía su zumo
tranquilamente–. Llevas unas semanas que desapareces todo el tiempo.
–Mmm… bueno, hoy tenía ganas de
pasar tiempo con mis amigos –contestó con una sonrisa.
“La verdad, estoy aquí porque a él
le toca guardia en la hora del almuerzo y no nos podemos ver”.
–A mí me alegra que estés aquí –dijo
KyungSoo con una pequeña sonrisa–. Y también que parezca que has arreglado tu
problema, porque ya no vienes golpeado –señaló.
–Podría decirse que sí, que está
arreglado –respondió el moreno con una risita incómoda.
–Y… ya que está arreglado… ¿nos vas
a decir de qué se trata? –preguntó BaekHyun alzando una ceja.
–Supongo que podría… –los dos chicos
sonrieron y se acercaron más a ChanYeol para no perderse detalle.
“¿Y ahora cómo les cuento que estoy
en algo así como conocidos con derecho a besos con el Presidente del Club de
Disciplina?”
El alto se libró de contestar porque
una chica de pelo corto y cobrizo se colocó ante él, jugueteando con sus dedos
y con la cabeza agachada, como si estuviera pensando qué decir y fuera
demasiado tímida para hablar. ChanYeol supo inmediatamente lo que quería.
–Esto… ChanYeol oppa… mmm…
¿podríamos hablar a solas? –la chica alzó la cabeza y él pudo ver su rostro de
porcelana y sus ojos oscuros.
–Claro –el chico se levantó de la
silla–. Nos vemos luego, chicos –se despidió antes de seguir a la chica fuera
de la clase en la que se encontraban.
Caminaron por los pasillos del
instituto y luego bajaron las escaleras hasta el patio trasero. Siguieron el
camino de asfalto hasta detrás del pabellón deportivo y se detuvieron justo al
llegar tras éste. ChanYeol se reclinó contra la pared, esperando la confesión
de la chica, ya que este era el lugar escogido para esos menesteres, o para
pegar palizas, pero dudaba que aquella chica tuviera esas intenciones.
–Yo… oppa… -el chico sonrió
intentando transmitirle confianza. Que la fuera a rechazar (como a todas) no
quería decir que no pudiera ser amable con ella–. ¿Te gustaría salir conmigo?
–Oh… bueno… ni siquiera sé cómo te
llamas… –murmuró.
–SeolRi, pero todos me dicen Sulli
–se presentó con una sonrisa.
–Tampoco sé en qué curso estás…
–En 1ºC.
–Umm…
ChanYeol se libró de contestar
porque de repente el cuerpo magullado de un chico, cayó al suelo justo a su
lado. La chica abrió los ojos asustada y tras dar un grito, se abrazó al cuerpo
del moreno. Inmediatamente después, apareció LuHan con una cara de mala hostia
impresionante y comenzó a golpear al chico que ChanYeol reconoció como JongDae,
uno de su clase.
–¡Ey! –gritó ChanYeol–. ¿No crees
que es suficiente? –LuHan se volvió hacia él, mirándolo con furia en los ojos,
una furia que se transformó en hielo cuando advirtió al cuerpo entre los brazos
del moreno–. Si sigues así dejará de ser humano.
–¿Os estoy interrumpiendo? –fue lo
que dijo el rubio–. Qué desconsiderado por mi parte.
La chica en ese momento se separó
del cuerpo de ChanYeol y tras hacer varias reverencias y decir mil veces lo
siento, se marchó. LuHan le dio una última patada al chico para que se largara
también, advirtiéndole con la mirada que lo estaría vigilando.
–Oye… hyung… no es lo que pien-
Un puñetazo en la mandíbula acabó
con toda la explicación que el moreno había comenzado a formular. La mirada de
LuHan era aterradora y ChanYeol supo que era mejor no decir nada. Se
sostuvieron las miradas durante unos momentos y luego el rubio echó a andar.
Lejos de ChanYeol. Lejos de sus grandes ojos oscuros. Lejos del golpeteo
incesante de su corazón. Lejos del sentimiento de querer matar a aquella chica
de pelo cobrizo.
“¿Qué
me pasa?”
Cuando aquella tarde, tras el
entrenamiento de baloncesto de ChanYeol, éste se dirigió al lugar en el que se
encontraba el Club de Disciplina, lo encontró vacío.
“¿Dónde
se habrá metido?”
Era muy raro que LuHan no estuviera
en aquel lugar por las tardes, siempre estaba allí a no ser que tuviera reunión
con los profesores, pero eso era imposible. Tampoco podía estar de ronda porque
por la tarde no podía utilizar su poder.
“¿Por
qué me escondo?” LuHan salió de debajo de la mesa y se sentó de nuevo en su
silla tapizada de cuero “¿por qué mi
corazón no deja de latir cuando pienso en ese herbívoro?” se reclinó y
cerró sus ojos “esto no está bien”.
ChanYeol no había tenido noticias de
LuHan durante varios días y eso hacía que se sintiera ansioso. Cada vez que iba
al Club de Disciplina lo encontraba vacío o estaba ZiTao regando las plantas y
hablándoles en chino para que se pusieran bonitas. Pero ni rastro del rubio de
rostro aniñado.
El moreno suspiró mirándose en el
espejo del baño. Le había crecido un poco el pelo, pero aun así seguían
viéndose sus orejas de soplillo y aunque había jurado una y otra vez que nunca
más se dejaría pelar por BaekHyun, le gustaría que pudiera crecer más rápido.
Cuando se dio por vencido de
intentar ocultar sus orejas con un mechón de pelo más largo, una de las puertas
de los cubículos se abrió y por ella apareció LuHan. El mayor abrió sus ojos
sorprendido y ChanYeol se giró rápidamente para poder verlo sin el cristal de por
medio.
Dos corazones bombeando sangre
demasiado rápido. Una sonrisa estúpida en un rostro; un ceño fruncido en el
otro.
–Hyung… –suspiró ChanYeol, pero el
rubio simplemente pasó de largo–. Hyung –el moreno avanzó hasta él y lo tomó
del brazo, haciendo que se girara–. ¿Por qué me evitas?
–No te evito –contestó el otro
rápidamente. Demasiado rápido.
–Hyung… –un paso más cerca. Unas
miradas que se vuelven a encontrar–. Déjame besarte.
–Nos verán –ChanYeol abrió uno de
los cubículos y tiró de LuHan hasta que ambos estuvieron dentro.
–Aquí nadie nos verá.
Las manos del moreno envolviendo la
cintura del rubio y las de este, apoyadas sobre los hombros contrarios. Unas
miradas intensas y un par de latidos y sus labios se encontraron. Un choque de
labios, lenguas y dientes. Respiraciones jadeantes.
–Déjame tocarte –suena más a jadeo
más que a petición.
–No –una negativa rotunda, pero las
manos del moreno encuentran el trasero de LuHan y lo aprietan. Una patada en la
entrepierna y un empujón hacen que ChanYeol acabe sentado en el váter, lejos
del otro y con expresión de dolor–. He dicho que no me tocaras, parece que haga
lo que haga no tienes disciplina.
–Entonces castígame, muérdeme hasta
la muerte –una sonrisa pícara y unos ojos brillantes de deseo.
–No, aléjate de mí.
–¿Por qué?
–Porque
ya me aburrí de esto.
Una última mirada retadora entre
ambos y LuHan salió del cubículo.
“No
puede haberse aburrido” las manos tapando su rostro y el recuerdo de sus
besos con LuHan demasiado reciente en su retina.
ChanYeol salió corriendo del baño en
busca del rubio. Giró su cabeza a derecha y a izquierda y sopesó cuál sería la
dirección que podría haber tomado. Derecha. Volvió a correr y al doblar la
esquina, lo vio caminando por el pasillo.
–¡Xi LuHan! –llamó, pero el otro no
se detuvo ni se dio la vuelta–. Xi LuHan –echó a correr de nuevo hasta que lo
alcanzó y colocó una mano en su pecho para detenerlo.
–¿No te he dicho que te alejaras de
mí? –furia en sus palabras, sin embargo, ojos cálidos.
–¿Por qué? –volvió a preguntar
ChanYeol.
–Porque no has aliviado mi
aburrimiento.
–Mentiroso –un susurro contra su
oreja y un escalofrío recorriendo su columna–. ¿Por qué?
–Porque está mal, porque no es lo
correcto, porque no sigue las normas. –una respuesta ahogada, pero la más
sincera.
–Sabes que me gusta saltarme las
normas.
–Y a mí me gusta cumplirlas.
Flipa xD. Pobret.
ResponderEliminarEs que estos dos son muy flipantes XD
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