martes, 10 de septiembre de 2013

Please, Teach Me a Reason

Capítulo 3
No Es Normal,
Lo Que Hay Entre Nosotros


            Calor. El aire acondicionado no funcionaba y el pabellón deportivo era un maldito infierno. Las botellas de agua eran pasadas de unos a otros, las gotas de sudor recorrían el cuerpo de ChanYeol dándole a esta un aspecto perlado, la camiseta de tirantes suelta y los pantalones anchos se pegaban a su cuerpo como una segunda piel, su respiración era muy acelerada mientras botaba la pelota contra el suelo.

            Un pitido de un silbato y las palabras que los chicos que estaban allí esperaban se dejaron escuchar con eco en aquel pabellón.

            ChanYeol se dirigió a las gradas, pasando antes por la nevera de plástico que contenía las botellas de agua fría, donde se dejó caer como si una manada de búfalos le hubiera pasado por encima. Llevó la botella a sus labios y bebió como si acabara de atravesar el desierto sin probar una gota y acabara de encontrar un oasis.

            –Ahh… –un suspiro de satisfacción escapó de sus labios al probar ese néctar de los dioses. De repente, un movimiento a su lado y una revista que tenía como portada a una chica ligera de ropa cayó a sus pies.
            –Esta revista fue confiscada a principios de curso –dijo una voz muy conocida a sus espaldas–. Mírala, a ver si te vuelves normal.

            El moreno giró su cabeza y recibió un golpe en la frente que lo dejó aturdido unos segundos, pero aun así, pudo ver la sonrisa cínica del rubio antes de que este se diera la vuelta y se marchara de allí.

            –¿Ahora ni siquiera va a dejar que lo vea? –se preguntó a sí mismo ChanYeol, poniéndose en la frente la botella de agua fría.

            Desde su encontronazo en el pasillo, LuHan siempre estaba intentando evitarlo y cuando se encontraban, escapaba a algún lugar y ChanYeol no le volvía a ver el pelo. Al moreno no le gustaba jugar al ratón y al gato durante mucho tiempo, por lo que la próxima vez que lo viera, no se le escaparía.


            –Bien, ¿cuáles son los partes de esta semana? –la voz clara de LuHan se alzó en aquella habitación y los cuatro chicos que se encontraban sentados en los sofás se giraron hacia él.
            –Hubo un incidente con una chica que se había colocado la falda demasiado arriba del muslo –comentó Kris, su segundo al mando–. Un par de palabras y una invitación a salir un rato por parte de JongIn después, la chica se colocó la falda en su lugar –el aludido se retiró el flequillo de los ojos y esbozó una sonrisa torcida con sus labios gruesos.
            –Causo eso en todas las chicas –alardeó­–. Y esta estaba bien buena.
            –Ahórranos los detalles, JongIn –dijo SeHun, su pelo estaba recién tintado de rosa chicle y LuHan pensaba que si seguía tiñéndoselo cada semana acabaría algún día teniendo el pelo de color arcoíris… o no teniendo pelo–. Ya sabemos cuánto te gustan las pelirrojas.
            –Bien, dejemos los ligues para horas en las que no estemos reunidos –todos asintieron–. ¿Algo más?
            –Un chico de tercero estaba siendo intimidado por los de su clase –contó Kris–. SuHo ya se está encargando de él –el otro chico asintió, haciendo que su flequillo rojizo cayera sobre sus ojos.
            –En los últimos dos días no se ha acercado nadie a él –dijo orgulloso de su trabajo.
            –¿Dónde está el chico? –preguntó LuHan, y SuHo le señaló la puerta con su mano.
            –Justo ahí. Como no se pueden traer personas externas al club a las reuniones lo he dejado cerca para poder saber si le ocurre algo –LuHan asintió.
            –Dile que entre un momento para que todos podamos verlo y así, si tú no estás cerca y lo molestan, poder ayudarlo.
            –De acuerdo.

            El chico se levantó y abrió la puerta. Dijo unas cuantas palabras a la persona que se encontraba allí y esta entró. Era un chico castaño, con el flequillo rizado y de ojos marrón chocolate tapados por unas gafas de pasta quizás demasiado grandes para su rostro.

            –Mi nombre es Zhang YiXing –se presentó y un hoyuelo asomó a su mejilla derecha cuando sonrió levemente–. Espero no ser mucha molestia.
            –Molestia ninguna –ZiTao se levantó del sofá y fue a recibirlo con una enorme sonrisa.


            –No sé por qué narices debería gustarme algo así –murmuró ChanYeol inclinando su cabeza a un lado y a otro y mirando aquella revista de mujeres desnudas y semidesnudas–. Si no llevaran distinto color y corte de pelo diría que todas son la misma.

            El chico guardó la revista en su mochila de nuevo. Había pasado tres días con ella metida allí dentro hasta que se había decidido a darle una oportunidad. No debía haberlo hecho.

            Desde que entró en el instituto el año anterior, había descubierto de mala manera que las chicas no eran lo suyo, y con mala manera quería decir que cuando se puso al “tema” no se le levantó.

            “No sé en qué estaba pensando este maldito sádico.” se estiró como un gato sentado en su pupitre “¿Por qué tiene que ser tan estricto en cuanto a la norma?”


            –Hyung… te noto estresado… –una voz cálida contra su oído y unas manos de dedos largos sobre sus hombros.
            –Si tú lo dices…
            –No tendrá que ver tu estrés con que ese chico alto, moreno y de sonrisa escalofriante no esté por aquí últimamente, ¿verdad? –LuHan se tensó y el chico detrás de él sonrió–. Bingo.
            –No veas cosas donde no las hay, Oh SeHun –dijo entre dientes el rubio.
            –Pero sí las hay… no te creas que ZiTao no nos ha contado lo que vio… –un susurro destinado a crisparle los nervios al mayor.
            –Un pequeño pasatiempo.
            –Un pequeño pasatiempo no hace que durante el tiempo que estuviste con él a tu alrededor tuvieras mejor humor –SeHun hizo girar la silla en la que el otro se encontraba para que quedara frente a él–. No sé qué es lo que pasó para que os juntarais, ni tampoco lo que ha pasado para que ahora lo evites, pero te puedo asegurar que no es lo correcto.
            –Exacto, no sabes nada, así que no hables.

            El tono frío con el que dijo estas palabras debería haber achantado al del pelo rosa, pero él no se achantaba ante nadie y, tras echar un vistazo a la puerta y al chico moreno que estaba en el umbral, sonrió y se inclinó hasta rozar los labios de LuHan con los suyos. Un portazo le indicó que era el momento de separarse porque ya había cumplido su cometido.

            –Yo de ti, la próxima vez que me encontrara con tu amiguito, estaría muy atento. –y tras esto, se largó.
            –¿Qué cojones…? –fue lo único que atinó a decir LuHan, ya a la nada.


            ChanYeol caminaba por los pasillos del instituto como alma que lleva al Diablo. Sus pisadas eran tan fuertes que retumbaban en los muros del colegio. No podía creer lo que había visto en aquel lugar. LuHan le decía que todo lo que hacían estaba mal… pero se besaba con uno de los chicos del club y eso no le importaba, parecía que solo le importaba si él estaba involucrado.

            –¡Maldito hipócrita! –gritó deteniéndose de golpe, con rabia, con frustración, cegado por los celos.

            “¿Celos?” pensó “¿desde cuándo uno puede tener celos hacia una persona que no…?” la voz de su cabeza no pudo continuar, porque la voz de su corazón le había hablado.

            Le gustaba Xi LuHan… mucho más de lo que jamás hubiera podido desear…


            Xi LuHan estaba furioso, y cuando el Presidente del Club de Disciplina estaba furioso, lo mejor era apartarse de su camino para que no descargara su furia sobre inocentes, todo el mundo lo sabía. Sin embargo, lo que no sabían era el porqué de este nuevo ataque de furia.

            “Maldito enano, en cuanto lo pille se va a enterar de quién soy yo y de por qué no debe meterse conmigo” se decía una y otra vez LuHan.

            Todavía no podía creer que SeHun le hubiera besado. Tampoco podía creer que lo que estuviera insinuando antes de hacerlo era que le gustaba aquel herbívoro. Bueno, más bien aquella planta. Porque… ¿cómo narices le podía gustar ese inútil?

            Vale que durante esos meses que se besaban no estuviera tan aburrido, pero lo que estaba pasando entre ellos no era normal, no seguía ninguna norma, y estaba todo patas arriba para LuHan, tanto su cabeza, como un músculo que no sabía que pudiera contraerse tan rápidamente una y otra vez.

            El rubio estaba cabreado, confundido, y así era muy peligroso. Pero al moreno de sonrisa escalofriante nada de esto le importaba, porque él estaba muy, muy cabreado.

            Por eso cuando aquella mañana se encontraron en el pasillo, los alumnos que se encontraban a su alrededor jurarían que de los ojos de ambos salían chispas durante una buena temporada, y también que se oía un leve tic tac, como si alguna bomba fuera a estallar.

            –Qué bien que te encuentro aquí y no tengo que ir al Club a buscarte –fue lo que dijo ChanYeol nada más se encontraron–. Tú y yo tenemos que hablar de un asunto muy serio –su voz grave sonaba mucho más grave de lo habitual, y mucho más filosa.
            –Tú y yo no tenemos que hablar de nada –contestó LuHan, desafiante.
            –Oh, claro que sí –el moreno lo agarró del brazo fuertemente para que no se escapara–. Tenemos que hablar de ti y de tu hipocresía –sus ojos oscuros taladraban los castaños del rubio, que intentaba soltarse de su agarre, descubriendo que el chico al que le había estado dando palizas era mucho más fuerte que él.
            –No.

            Pero aunque sus negativas y sus protestas eran firmes y claras, ChanYeol las ignoró todas y, tirando de él, lo guió por todo el instituto hasta llegar a aquel lugar en el que habían compartido mucho tiempo, lugar en el que, el día anterior, el moreno pudo ver como uno de los miembros del Club le violaba la boca con su lengua. Nada más entrar, el alto cerró la puerta, con pestillo, para que nadie los interrumpiera, y se encaró al rubio.

            –Eres un hipócrita –le soltó, escupiendo las palabras–. “lo que hacemos está mal, no es normal, a mí me gusta acatar las normas” –repitió las palabras de su último encuentro–. Pero para mí nada de esto está mal –se acercó al otro mirándolo fijamente–. Y parece que para ti tampoco, porque bien que te dejas besar por otros tipos… ¿o es que con SeHun no está mal?

            LuHan abrió sus ojos al máximo. ¿Le estaba recriminando algo que él ni siquiera había consentido? ¿Por qué? Y… ¿cómo lo sabía?

            –SeHun me besó sin mi consentimiento –contestó.
            –Já. Como si fuera a creer esa mentira.
            –Pues si no te crees lo que te digo y ya has terminado con todo lo que tenías que decirme, lárgate de aquí –LuHan alzó la voz.
            –No… no me voy a ir de aquí, no me pienso ir hasta que me digas de verdad lo que quieres –su voz era dura.
            –Vete.

            Estuvieron unos momentos en silencio, mirándose de manera retadora. Ninguno quería perder ese asalto, ninguno quería ser el que parpadeara primero. Ninguno quería desviar sus ojos del otro. Sin embargo, tuvieron que parpadear, y tuvieron que desviar sus miradas.

            –Eres un cobarde, Xi LuHan –ChanYeol se dio la vuelta, retirándose por esta vez–. No sé por qué cojones me tiene que gustar alguien como tú –y salió de la habitación.



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