Título: Te quiero (tirar por un puente)
Autora: Riz Aino
Pareja: DoTen (DoYoung + Ten)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, fluff, humor
Número de palabras: 942 palabras
Resumen: DongYoung desea ser capaz de hablar con el
chico que le gusta sin insultarlo cada vez que le dirige la palabra.
Advertencias: los tsunderes
están muy presentes en mi vida, pero yo no vivo en la mente de un tsundere, a ver si está bien.
Aclaraciones: tsundere;
dícese de la persona, animal o cosa que parece que no te quiere porque se pasa
la vida haciéndote la tuya imposible, pero que después te quiere lo más grande
(en otras palabras, Kim DongYoung).
Notas: esta historia es una especie de side de My First and Last.
Se puede leer sin haber leído el otro, pero hay cosas que hacen referencia.
Comentario de autora: miré el prompt, el prompt me miró
a mí y nos enamoramos perdidamente el uno del otro (?) Espero que os guste.
Te
quiero (Tirar por un puente)
Ser un tsundere no había hecho la vida de Kim DongYoung ni más fácil ni
más difícil, quizás le había dado un poco más de vidilla en algunas ocasiones
con sus comentarios sarcásticos y cuando se juntaban todo el grupo de amigos y
él y TaeIl eran la comidilla del lugar con sus constantes pullitas. En realidad
los dos se llevaban de lujo, pero ante el resto del mundo tenían una fachada
que mantener y los dos eran unos buenos tsunderes.
Sin embargo, aunque nunca había tenido ningún problema por ser de aquella
forma, por pasarse todo el tiempo siendo un gato erizado con una lengua de
serpiente a pesar de que después, en la intimidad era de lo más tranquilo y
encantador, Kim DongYoung se encontró con un gran problema.
Un problema llamado Chittaphon
Leecha… un problema llamado Ten.
El grupo de gente que se juntaban se
había comenzado a hacer más y más grande debido a los amigos de amigos que a
veces llegaban a éste y que fácilmente se integraban porque todos tenían una
afinidad especial con la música, ya fuera tocando instrumentos, cantando o
bailando. Y una de aquellas veces, apareció Ten, un chico tailandés que llevaba
varios años en Corea dentro de un grupo de baile que traspasaba fronteras, un
chico encantador y hablador que desde el primer momento, atrajo su atención. Y
Ten atrajo su atención no solamente porque era guapo, que también, sino porque
tenía algo que lo hacía querer orbitar a su alrededor.
Y sin embargo, a pesar de que el
corazón de DongYoung se aceleraba mucho más que cuando se subía a los
escenarios, cada vez que lo veía era incapaz de decirle algún comentario que no
fuera sarcástico.
Al principio, DongYoung trató de no
acercarse demasiado al chico cada vez que ambos coincidían, de aquella forma
evitaba soltarle pullitas o palabras hirientes dichas en broma pero por las
cuales alguien sensible se podía sentir ofendido, pero el chico era incapaz de
refrenarse cada vez que por casualidades de la vida —casualidades de la vida
también llamadas amigos cabrones que sabían perfectamente que DongYoung
refrenaba su lengua en presencia de Ten— acababan sentados cerca en sus
reuniones. Era en esas ocasiones, cuando DongYoung deseaba poder mantener una
conversación coherente con él sin acabar enzarzados en una discusión sin mucho
significado, pero que mantenía totalmente entretenidos a sus amigos.
A medida que el tiempo fue pasando,
DongYoung se fue haciendo a aquella situación en la que ambos se soltaban
pullitas cada vez que podían, porque Ten le seguía el juego mucho mejor de lo
que lo habían hecho sus demás amigos, y empezó a pensar que aquello tampoco estaba
tan mal… pero ese fue el mismo momento en el que todos los que esperaban
expectantes sus espectáculos de fuego cruzado comenzaron a insinuar que
probablemente aquello era porque tenían una tensión sexual muy fuerte que
debían resolver. “Quien se pelea, se desea” gritó alguien una vez y DongYoung
no supo dónde meterse para que Ten no viera sus orejas completamente rojas por
la vergüenza.
A partir de aquel momento, cada vez
que se encontraban los dos el mismo día en una salida, sus amigos comenzaban a
formar complots para hacer que pasaran el mayor tiempo posible el uno al lado
del otro e incluso organizaban juegos en los que —por obra y gracia del
destino— acababan besándose. A Ten parecía que todas aquellas tonterías no le
preocupaban en lo más mínimo, pero para DongYoung era muy distinto, puesto que
cada beso hacía que una corriente eléctrica le recorriera todo el cuerpo y cada
insinuación que hacían sus amigos hacía que se le subiera la sangre a la cabeza
y sus orejas se pusieran rojas. Por eso, DongYoung no podía evitar saltar a la
mínima y, por eso mismo, sus amigos no paraban de dar la lata con aquel tema.
Pasaron semanas de aquella forma,
semanas en las que DongYoung no paró de darle vueltas a todo y en las que no
dejó de pensar en si, de una vez, por todas, trataba de decirle algo bonito a
Ten —y le confesaba sus sentimientos de paso— porque si no hacía algo con
aquello, probablemente acabaría mandando a la mierda a todos sus amigos… y eran
los únicos que tenía. Así que, el chico se fue mentalizando para hacerlo, para
decirle a Ten que le gustaba desde hacía muchísimo tiempo… y así lo hizo un día
en el que sus amigos estaban demasiado borrachos como para prestarles atención,
obteniendo de Ten un beso de verdad y una insinuación a pasar la noche entre
las sábanas de su cama.
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