Título: Sweeter than sweet
Autora: Riz Aino
Parejas: WheeByul
(MoonByul + WheeIn) (MAMAMOO)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, romance, fluff
Numero de palabras:
1.049 palabras
Resumen:
WheeIn sigue todos los días la misma dulce rutina…
Notas: historia
escrita para la única persona que acertó a todos mis bias en un juego que hice
por twitter.
Comentario de autora:
a pesar de que MAMAMOO son perfectas y tienen mucho material para fanfic, no me
he puesto realmente a darle caña y sacarle partido a eso, espero que la cosa
cambie poco a poco y también espero que os guste esta historia.
Sweeter
than sweet
WheeIn estaba harta de la rutina de su vida.
Harta porque cada día era igual que el anterior, harta porque jamás pasaba nada
interesante, harta porque todo lo que hacía desde que se levantaba hasta que se
acostaba le parecía lo más aburrido del universo. No es que WheeIn odiara su
vida especialmente… era solo que quería un poco de acción en ésta, algo que la
motivara a levantarse cada mañana y que la hiciera no poder dormir por las
noches. Porque, obviamente, su trabajo en aquella pequeña pastelería no era lo
más interesante ni especial del mundo —simplemente tenía más acceso que la mayoría de las personas
a cosas dulces—.
No obstante, a
pesar de que la chica estuviera harta de aquella rutina, trataba de no
evidenciarlo en su rostro mientras se encontraba en el mostrador de la pastelería,
atendiendo a las personas que iban al lugar a comprar, porque si no era amable
y mostraba una encantadora sonrisa en su rostro, WheeIn podía perder aquel trabajo
insulso que era su único sustento para sobrevivir. No es que pagaran
especialmente bien, pero lo único que se le había dado bien a la chica desde
siempre había sido hacer dulces, por lo que no le costaba ningún trabajo
levantarse de madrugada, cuando el sol ni siquiera tenía pensamientos de
aparecer en el horizonte, para dirigirse a aquel pequeño establecimiento a
hacer los pasteles que vendería al día siguiente. Ni siquiera tenía que
levantarse temprano cada día, solo días alternos, porque su jefa YongSun —la
otra persona que trabajaba en aquel lugar— era la que se encargaba de hacer los
pasteles el resto de los días. Aquel no era un mal trabajo.
Sin embargo, la
sensación de que a su vida le faltaba una pizca de algo no se iba de la mente
de WheeIn ni por un solo instante.
Aquel día era
como todos los demás. WheeIn se había levantado —a una hora decente porque ese
era el día en el que no tenía que hacer pasteles—, se había arreglado y había
salido de casa en dirección a la pastelería. Como cada día que iba a trabajar a
aquella hora se había encontrado con su vecina de enfrente HyeJin en el
descansillo y después ambas se habían montado en el ascensor, saludándose
cordialmente y preguntándose por sus vidas para después separar sus caminos una
vez que las puertas del bloque se habían cerrado a sus espaldas.
Justo después,
WheeIn emprendía su camino hacia la pastelería andando, porque el
establecimiento no estaba demasiado lejos de su casa y porque sentir el aire
fresco de las mañanas siempre le había sentado bien, siempre había hecho que su
mente aclarara y que pudiera empezar el día con una sonrisa. Una sonrisa que
mantenía en su rostro durante las horas que pasaba en la pastelería atendiendo
a los clientes que se pasaban por allí y una sonrisa que moría en su rostro
cuando regresaba a casa y se tiraba sobre el sofá, totalmente agotada.
Al llegar al
trabajo saludó a YongSun mientras se ponía el delantal para no mancharse la
ropa y después comenzó con la rutina de abrir la pastelería al público, después
de tener todos los pasteles que aquel día venderían listos en las vitrinas,
totalmente preparada para echar la mañana despachando a los clientes y
vendiendo más pasteles de los que algunos de estos necesitaban debido a su
amplia y dulce sonrisa y a sus grandes dotes como vendedora. Todos los días de
WheeIn eran de aquella forma.
No obstante, aquel
día ocurrió algo que a la chica no le había ocurrido nunca antes y cambió por
completo su mañana.
Cuando estaban
en sus horas más bajas de clientes, justo en el momento en el que casi estaban
a punto de cerrar, por la puerta de la pastelería entró una joven vestida de
negro de pies a cabeza, contrastando su atuendo con su blanca piel y el color
naranja de su pelo. A WheeIn le llamó un poco la atención porque era una chica
bastante mona y ella siempre había tenido debilidad por las chicas monas —de
ahí que decidiera trabajar con YongSun—, pero rápidamente dejó de pensar en
ello y simplemente le dedicó la sonrisa más encantadora que supo cuando ésta se
plantó frente al mostrador.
—Bienvenida,
¿qué es lo que deseas? —le preguntó, de la misma forma que hacía con el resto
de clientes.
La chica la miró
durante unos momentos y después esbozó una sonrisa pícara en su rostro.
—¿Tienes algo
que sea más dulce que tú, encanto?
WheeIn parpadeó
un par de veces, sorprendida por las palabras que acababa de escuchar, porque
eran unas palabras que en todo el tiempo que había estado trabajando allí no
había escuchado nunca antes en aquel lugar. Unas palabras que evidenciaban perfectamente
que aquella chica preciosa estaba ligando con ella y WheeIn no pudo evitar
sonreír aún más ampliamente.
—No hay nada más
dulce que yo en este lugar —replicó, guiñándole un ojo.
La chica le
sonrió y después se presentó como ByulYi antes de preguntarle cuál era la hora
a la que salía y comprarle un pastel de chocolate y nata. WheeIn contestó
encantada a aquella pregunta y también se presentó, sintiéndose genuinamente
feliz por primera vez en bastante tiempo. Aquel día había comenzado exactamente
igual que siempre… pero a media mañana la rutina de WheeIn había sido
completamente trastocada por aquella chica y, por fin, había dejado de sentir
que su día a día fuera una rutina monótona y aburrida.
Notas
finales:
—He usado los nombres reales de MAMAMOO, por lo
cual, YongSun es Solar, HyeJin es HwaSa y ByulYi es MoonByul.
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