viernes, 28 de marzo de 2014

Puppy

Puppy

            Saqué al pequeño cachorro de la caja de cartón en la que estaba metido cerca de unos contenedores de basura y lo metí dentro de mi abrigo, acunándolo en mi pecho. El cachorro dejó de temblar y se acurrucó contra mí. Sonreí tristemente. No sabía cómo podía haber gente en el mundo que dejara abandonados animales indefensos como cachorritos que no tenían ni un mes de vida, más con la nevada que estaba cayendo en Seúl aquellos días.

            Me coloqué bien la ropa para que el perro no pasara ningún frío y seguí mi camino hasta casa bajo la nieve. En unos diez minutos ya estaba pulsando los números en el panel para poder entrar. Me deshice de los zapatos y el abrigo y me adentré en el apartamento para llevar al cachorro hasta el calefactor y que así entrara en calor.

            ―¿BaekHyunnie? ―llamé al llegar al salón y no ver a mi chico en ningún lugar de la casa. No me contestó nadie.

            Me encogí de hombros y seguí cuidando al cachorro. Lo arropé y lo alimenté. No sabía cuánto tiempo había pasado desde mi llegada, pero bastante después, la puerta se abrió y escuché unas pisadas fuertes caminando por el pasillo hasta llegar al salón en el que me encontraba jugando con el cachorro.

            ―¿Qué es eso? ―preguntó mi novio nada más entrar en la habitación, mirando fijamente al perro.
            ―Un cachorro ―contesté―. Lo he encontrado en una caja de cartón en la calle y no he podido evitar recogerlo. Me miraba con pena cuando he pasado por su lado.
            ―JongIn… ―murmuró él―. Sabes que apenas ganamos para mantenernos nosotros, ¿cómo vamos a tener una mascota?
            ―Buscaré otro trabajo más para poder pagar los gastos del cachorro ―dije muy convencido―, además, es muy pequeño y no come mucho.
            ―Pero si buscas otro trabajo no podrás cuidarlo, JongIn… ―se agachó junto a mí y le acarició la cabeza al perro.
            ―Pero no podemos dejarlo en la calle, morirá ―hice un puchero con mis labios y lo miré con pena, tal y como me había mirado el cachorro a mí. BaekHyun soportó mi mirada durante unos momentos, pero después la desvió y suspiró.
            ―Está bien, haz lo que quieras con el perro, pero es responsabilidad tuya ―dijo finalmente.
            ―Gracias ―murmuré abrazándome a él fuertemente―. Por estas cosas te quiero ―le di un pequeño beso en los labios, pero él hizo un puchero.
            ―¿Entonces no me quieres por nada más?
            ―Te quiero por todo ―contesté con una gran sonrisa que él me devolvió―. Creo que es hora de ponerte nombre ―le dije al cachorro―. ¿Qué tal Puppy? ―el perro dio un ladrido.
            ―¿No es muy evidente? ―preguntó BaekHyun en mi oído, abrazándome por la espalda.

            ―Pero a él le ha gustado Puppy ―el cachorro volvió a ladrar y ambos sonreímos.

Private Lessons

Capítulo 1


            Apenas habían pasado algunas semanas de curso escolar cuando ya habían hecho la primera prueba de Historia. El profesor Kim era bastante serio con su trabajo a pesar de haber comenzado a impartir clases apenas acabar la carrera, o quizás era por eso que era tan serio y exigente. BaekHyun no lo sabía, pero si había algo que le pudiera gustar, era cómo impartía ese profesor las clases y cómo se ganaba a sus alumnos. Gracias a él, el chico tenía clarísimo que si optaba a entrar en la universidad lo haría para estudiar Historia.

            La prueba no había sido muy complicada, así que BaekHyun no había tenido problemas en sacar un sobresaliente. El profesor Kim lo felicitó delante de toda la clase y ahí fue cuando comenzó a torcerse todo de nuevo.

            En cuanto el veinteañero abandonó el aula comenzaron las miradas hostiles, los cuchicheos y las palabras hirientes dichas en susurros no tan susurrados como al chico le hubiera gustado.

            —No les hagas caso —le dijo ChanYeol acercándose a él.
            —Sabes que no me importa lo que digan —contestó restándole importancia.

            BaekHyun sabía que todo eran tonterías de adolescentes inmaduros. Pero aun así dolía, dolía mucho, casi tanto como los golpes.

○○○

            BaekHyun sabía que su suerte estaba durando mucho. Había pasado una semana desde que el profesor Kim lo había felicitado por sus buenas notas frente a toda la clase y todavía no había tenido ningún encontronazo con los chicos que desde el primer año lo habían tomado como saco de boxeo, en vez de como persona.

            Aquella era la calma que precedía a la tormenta.

            BaekHyun se levantó de la mesa de la cafetería que compartía con sus dos amigos y les comentó que iba al baño y volvía en unos momentos. Los chicos asintieron y siguieron devorando su almuerzo mientras hablaban del último juego que había salido al mercado y de cómo iban a conseguir descargárselo para poder jugar sin gastarse el dineral que suponía comprar un juego que acababa de ser puesto a la venta.

            El chico recorrió los tan conocidos pasillos de su instituto hasta llegar a los baños de la planta baja. Entró y se descargó en uno de los retretes. Llevaba aguantando desde antes de la hora del almuerzo y ya sentía que explotaba. Sacudió las últimas gotas y se guardó su miembro en los pantalones, después fue al lavabo a lavarse las manos antes de volver con sus amigos. Se las estaba secando en el ventilador, cuando escuchó la puerta abrirse. No le prestó ninguna atención al dato y cuando notó que las tenía completamente secas, se giró.

            BaekHyun dio un paso atrás, haciendo que su espalda baja chocara con el lavabo. Ante él se encontraban los chicos que siempre se metían con él. Se quedó paralizado, sin saber qué hacer. Quería salir de allí rápidamente y correr hasta la cafetería, donde estaría a salvo, pero sus piernas no se movían.

            —Mirad a quién tenemos aquí —dijo uno de ellos.
            —Oh… Pero si es el chico perfecto —contestó otro esbozando una sonrisa que a BaekHyun no le gustó nada.
            —Creo que él no nos recuerda —comentó uno acercándose peligrosamente.
            —Habrá que hacerle recordar entonces —el último se crujió sus nudillos antes de avanzar también.

            BaekHyun no supo de qué mano salió el primer golpe, pero sí supo que le iba a quedar un moretón en el abdomen. A este se le fueron uniendo otros, que encadenados hicieron al chico encogerse sobre sí mismo en el suelo, intentando evitarlos. Sin embargo, las patadas no se hicieron esperar.

            El castaño intentaba contener sus lágrimas, pero estas, traicioneras, lo único que hacían era escaparse de sus ojos, animando más y más a los chicos que lo golpeaban.

            No supo cuánto tiempo llevaban en aquello cuando la puerta de los baños se abrió y BaekHyun pudo ver los pies de un chico entrar a ellos. Pensó que había llegado su salvación, que la persona que acababa de entrar lo ayudaría. Sin embargo, el chico se fue rápidamente, llevándose consigo toda esperanza.

            Cuando, tras lo que a BaekHyun le pareció una eternidad, los que lo golpeaban dejaron de hacerlo y se retiraron, no sin antes escupirle, el chico dejó escapar libremente sus lágrimas.

            Muchas veces había deseado acabar con todo. Si su vida era lo que tanto les molestaba a los demás ¿por qué no hacer que esa molestia dejara de existir? Pero entonces pensaba en su madre, en ChanYeol, en JongDae y en el profesor Kim, en lo tristes y decepcionados que se sentirían y por eso lo único que hacía era tachar los días que le quedaban en el instituto en sus calendarios de Girls’ Generation.

            BaekHyun escuchó como si estuviera en un sueño que la puerta del baño era abierta. También creyó escuchar que una persona lo llamaba por su nombre y le pareció ver que era el profesor Kim el que lo hacía, pero no pudo saberlo con seguridad porque la oscuridad lo reclamó.

○○○

            Al despertar se encontró con un techo demasiado blanco para su gusto. Se giró en la cómoda cama y se encontró con el rostro borroso de su amigo ChanYeol a escasos centímetros del suyo. Abrió los ojos asustado y reculó para alejarse lo máximo posible del otro.

            —¡Maldito seas, Park ChanYeol! —gritó—. Me has asustado.
                —Lo siento, lo siento —se disculpó el más alto—. Pero el profesor Kim nos dijo a JongDae y a mí que te había encontrado desmayado en el baño y nos hemos preocupado mucho.

            En ese momento vinieron a la mente del chico lo ocurrido. Las risas burlonas, los golpes, aquellos pies que lo habían abandonado a su suerte. Intentó que no se notara en su rostro lo que había pasado y esbozó una pequeña sonrisa para que su mejor amigo no se preocupara.

            —¿Qué te pasó? —peguntó ChanYeol.
            —No lo sé —mintió—. Puede que me golpeara contra algo y me desmayara.
            —Tonto~ —canturreó su amigo mientras le desordenaba el cabello—. Descansa, cuando acaben las clases vendré a recogerte de la enfermería y nos iremos a casa.
            —Vale —ChanYeol le sonrió ampliamente y dejó de acariciar el pelo de BaekHyun para levantarse. Después, se fue.

○○○

            Gracias a Dios no tuvo que volver al instituto en un par de días ya que su madre lo obligó a quedarse en casa el sábado para que se recuperara del “desmayo”. BaekHyun les escondió a todos los golpes, tal y como siempre había hecho. No quería que ninguno se preocupara por él.

            Su madre ya tenía demasiadas preocupaciones como para añadirle una más. Su padre los había abandonado cuando BaekHyun iba a comenzar su primer año de instituto y desde entonces ella tenía que trabajar los trescientos sesenta y cinco días del año en una cafetería en la que a pesar de que ganaba bastante dinero, no le pagaban lo suficiente por todas las horas que echaba. BaekHyun se había ofrecido a ayudarla muchas veces pero ella le había dicho que su responsabilidad era la de estudiar y no la de trabajar.

○○○

            Cuando el lunes llegó, BaekHyun se mantuvo distante en la clase de Historia ya que el profesor Kim no hacía más que mirar en su dirección para comprobar si se encontraba bien o no. Aquello lo ofuscaba. Apreciaba muchísimo a su profesor, de hecho era su favorito, su modelo a seguir cuando fuera mayor, pero odiaba que por sus atenciones recibiera aún más maltrato.

            Al acabar la clase, el chico salió rápidamente del salón que le correspondía al tercero A. La siguiente hora tenían Deporte, pero él no podía asistir porque tocaba partido de fútbol y eso significaría tener que enseñar sus brazos y piernas cubiertos de moretones. Sin embargo, no llegó muy lejos.

            —Byun BaekHyun —escuchó que lo llamaba la suave y delicada voz del profesor Kim. No tuvo más opción que detenerse y esperar a que el hombre lo alcanzara—. Me gustaría hablar contigo —comentó al llegar a su lado.
            —Tengo clase… —murmuró el chico.
            —Ya le diré al profesor Hwang que el motivo por el que no asististe era porque estabas hablando conmigo —contestó con una sonrisa.

            BaekHyun no quería ir porque sabía que si se quedaban a solas en su despacho le preguntaría qué era lo que había pasado —porque dudaba que aquel hombre no se hubiera dado cuenta de los golpes sobre su cuerpo—, y él no quería responder a aquella pregunta. Pero no tenía más opción que ir.

            —Está bien —murmuró.

            El profesor Kim sonrió y recolocó los papeles que llevaba en sus brazos para que no se le cayeran al suelo antes de darse media vuelta para comenzar a caminar en dirección a su despacho. BaekHyun dudó unos segundos, pero finalmente lo siguió, ignorando durante todo el camino las miradas hostiles que iba recibiendo.

            El hombre abrió la puerta e hizo pasar a su alumno al interior de su despacho antes de entrar él mismo. Luego le pidió a BaekHyun que se sentara mientras colocaba los papeles en su sitio. Minutos después, estaba detrás de su escritorio, mirando fijamente al chico ante él, que intentaba rehuir su mirada inquisitoria.
           
            —¿Me vas a contar lo que pasó o tengo que preguntar por ello? —dijo.

            BaekHyun agachó la cabeza, dando a entender que no diría nada ni aunque lo torturaran en las mazmorras de Mordor. Durante algunos minutos, el profesor Kim mantuvo la esperanza de que el chico hablara, pero al ver que no lo hacía, volvió a pronunciarse.

            —Si no dices nada no puedo ayudarte.

            El menor agachó aún más su cabeza, intentando esconderla como hacían las tortugas dentro de su caparazón. Si fuera una todo sería mucho más fácil.

            —Está bien. No voy a presionarte —el hombre se reclinó en la silla en la que estaba sentado—. Supongo que algún día lo dirás. Espero que no sea demasiado tarde en ese entonces y aún pueda ayudarte —suspiró—. Puedes irte.

            BaekHyun se levantó de la silla y le hizo una leve reverencia a su profesor antes de dirigirse hacia la puerta. Cuando tenía la mano sobre el pomo, escuchó la voz del profesor Kim a sus espaldas de nuevo.

            —Casi se me olvida —dijo—. Hay un chico en primero al que se le da horriblemente mal la Historia —comentó—. Le dije que le buscaría un profesor particular para que lo ayudara y he pensado en ti —BaekHyun se giró lentamente para encarar al hombre—. Sé que la situación económica de tu casa no es la más adecuada y esto podría venirte bien tanto en el plano económico como en el personal. ¿Qué te parece?
            —Lo pensaré —fue lo único que dijo el chico antes de salir por la puerta.

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jueves, 27 de marzo de 2014

Sex-Symbols

Sex-Symbols

            Sex-Symbols. Así era como nos llamaban muchas de nuestras fans. Robábamos muchos corazones solo con una mirada y los destrozábamos con un movimiento de caderas o con un guiño. Sin embargo, a muy pocas les gustaba que nos acercáramos demasiado el uno al otro, decían que era demasiada perfección junta y que no podían vivir si estábamos más cerca de un par de miembros de distancia.

            Cuando estábamos en casa, la realidad era muy distinta. Me gustaba mucho quedarme dormido sobre las piernas de Kris hyung, mientras él mesaba mi cabello y acariciaba mi espalda como si fuera un cachorro del que estaba cuidando.

            Me gustaba mucho que me tratara así, porque yo era al único al que trataba de aquella manera y me sentía muy especial por ello.

            ―JongIn-ah ―me llamó. Abrí mis ojos perezosamente.
            ―Hum…
            ―Es tarde, vamos a dormir.
            ―Mmm… No quiero… ―murmuré.
            ―C’mon, baby ―me dio unos golpecitos en el trasero, pero yo no me levanté.
            ―No… ―me giré para quedar bocarriba y él se inclinó hacia delante, besando mi frente.
            ―Venga, o te estaré dando besos hasta que te levantes ―amenazó.
            ―Me da igual ―susurré.

            Kris hyung comenzó a darme besos por toda la cara y yo no me resistí a ninguno de ellos, ni siquiera al que me dio cerca de la comisura de mis labios y menos aún al que me dio sobre estos, es más, el último se lo devolví con una gran sonrisa.

            ―Viendo que los besos no funcionan ―susurró contra mi boca―. ¿Qué tal dejarte sin ellos si no te levantas?
            ―No, ya me levanto ―rápidamente me incorporé, escuchando cómo se reía.

            En cuanto paró de reír nos miramos fijamente a los ojos y nos volvimos a acercar al rostro del otro para tomar los labios ajenos de nuevo, esta vez de una forma lenta y pausada, saboreándonos el uno al otro. Al separarnos no lo hicimos más de unos centímetros y reímos quedamente sobre los labios del otro antes de separarnos del todo y cada uno ir a su habitación.

            Realmente no éramos los sex-symbols que todas creían, más bien yo pensaba en nosotros como un par de tontos enamorados.



Private Lessons

Título: Private Lessons
Pareja: SeBaek (SeHun x BaekHyun) (EXO)
Clasificación: PG-13
Géneros: AU, romance, high school
Número de palabras: 10.588 palabras
Número de capítulos: Prólogo + 5 Capítulos
Resumen: el instituto. Ese lugar en el que los adolescentes pasan sus vidas. El sitio del que muchos no se quieren ir y del que otros no quieren volver a saber nada en sus vidas. BaekHyun era de los segundos.
Notas: historia escrita para la quinta edición de Doce Reyes (12eyes) que tiene como Rey de una Noche a BaekHyun.
Comentario de Autora: gracias a Daleth por la portada, no sé cómo agradecerte lo mucho que haces por mí y a Kim_Kimchi por ser mi beta.






Prólogo


            Las luces y la música hacían vibrar el estadio en el que el concierto tenía lugar. La masa de gente a los pies del escenario en el que nueve chicas se movían y cantaban como si fueran diosas cantaba, vociferaba, levantaba pancartas y movía los lihgtsticks rosas al mismo son.

            BaekHyun se encontraba dentro de esa masa y disfrutaba como el que más. Las lágrimas corrían desde sus ojos cubiertos por unas grandes gafas hasta su barbilla y él no hacía nada por detenerlas. Era la primera vez que asistía a un concierto de su grupo favorito, la primera vez que las veía en directo y no podía contener sus emociones.

            En ese momento, la canción que sonaba anteriormente dejó de escucharse y las notas de una melodía muy conocida la reemplazaron. Into Your World, la canción de debut de aquellas chicas era la que le provocaba más sentimientos. Con una gran sonrisa esperó la intervención de TaeYeon, la líder, su favorita y cuando vio a esta acercarse hasta donde estaba él, sintió su corazón latir desbocado. La chica le dirigió una sonrisa solo a él y en ese momento, abrió sus ojos.

            El póster del grupo Girls’ Generation que venía de regalo con el CD de ‘The Boys’ fue lo primero que se encontró. El estribillo de la canción Into Your World – SNSD se escuchaba incesantemente en su teléfono móvil. Byun BaekHyun se dio cuenta de que todo había sido un sueño y le pegó patadas a las sábanas, con rabia antes de detener la alarma de su teléfono.

            El chico suspiró y volvió a mirar de soslayo el póster que estaba pegado al techo sobre la cama. Alargó su mano hacia él y sintió un peso sobre su corazón. Jamás conocería a aquellas chicas, jamás conocería a TaeYeon.

            Sacudió su cabeza y buscó sus gafas en la mesilla de noche. No veía muy mal del todo, pero las necesitaba si no quería que fuera a peor, además, él y las lentillas jamás se habían llevado bien.

            BaekHyun se levantó de la cama y tomó de la silla de escritorio su uniforme. De una manera casi automática se despojó de su pijama y se colocó la otra ropa antes de coger su cartera con todo lo necesario en ella para después bajar a desayunar. Se encontró un desayuno normal y un post-it a su lado con la caligrafía de su madre que le deseaba un buen primer día de clase.

            Con una sonrisa atacó su comida y cuando la terminó, fregó los platos y, tras ponerse los zapatos en la entrada, salió de casa. Apenas había salido de la propiedad en la que vivía con su madre cuando alguien se abalanzó sobre él para darle un abrazo. BaekHyun no se asustó, sabía de sobra quién era aquella persona, así que simplemente se dejó abrazar hasta que el otro se hartó.

            —¿No te asustas? —preguntó una voz grave cerca de su oído. El chico negó.
            —Sabía que eras tú —contestó esbozando una sonrisa.

            La persona que lo había agarrado se colocó frente a él y BaekHyun tuvo que inclinar un poco su cabeza hacia atrás para poder ver el rostro de su amigo de siempre Park ChanYeol con una sonrisa de oreja a oreja.

            —Buenos días —saludó—. ¿Preparado para el primer día de nuestro último año de instituto? —dijo enérgicamente.
            —No mucho —contestó—. Cuando sea el último día de nuestro último año quizás lo esté.

            ChanYeol borró su sonrisa unos instantes y le pasó el brazo por los hombros al chico, algo más bajito que él, para apretarlo contra su cuerpo.

            —Todo irá bien este año —murmuró.

            El instituto. Ese lugar en el que los adolescentes pasan sus vidas. El sitio del que muchos no se quieren ir y del que otros no quieren volver a saber nada en sus vidas. BaekHyun era de los segundos. El instituto no le traía buenos recuerdos.

            Él siempre había sido un chico vivaz, alegre, un poco alocado y desobediente, amigo de sus amigos, leal y también muy estudioso, pero lo único en lo que la gente de su instituto se había fijado el primer día que entró a aquel lugar fueron sus gafas de pasta, en aquella época casi más grandes que su cara. Desde ese momento lo tacharon de la lista de chicos guay y BaekHyun estaba seguro de que no habría podido sobrellevar todo lo que le pasó después si no hubiera tenido a ChanYeol apoyándolo desde el principio, ni a JongDae, que se les unió después.

            Demasiadas bromas, demasiadas burlas.

            Cuando ChanYeol se separó de él lo miró fijamente a los ojos y BaekHyun le sonrió, intentando transmitirle una confianza que no sentía. El otro asintió y echaron a andar hacia aquel infierno llamado instituto.

            Al llegar se encontraron con JongDae en la puerta, buscando su nombre en la lista de las clases a las que pertenecerían aquel año. Intentaron acercarse, pero la gran masa de estudiantes que se agolpaba no los dejó hacerlo. Con resentimiento, se quedaron aparte, rezando para que JongDae hubiera mirado en qué clase estarían ellos.

            Minutos después, el chico salía de entre la multitud y se acercaba a ellos tras verlos.

            —Este año nos ha tocado separados —fue lo primero que dijo—. Bueno, vosotros estáis juntos, yo soy el único al que han metido en otra clase —formó en sus labios un puchero—. Yo quería volver a estar con vosotros.
            —¿En qué clase estás? —preguntó ChanYeol.
            —B.
            —¿Y nosotros?
            —A.
            —Entonces estamos al lado —dijo el chico palmeándole el hombro—. Nos veremos a cada rato.
           —Es verdad —coincidió el otro—. Así puedo disfrutar un poco de la soledad. A veces me agobiáis.

            Los tres sonrieron porque sabían que aquello no era verdad, que JongDae solo lo decía para quitarle hierro al asunto. Ninguno estaba contento con aquello, desde que habían entrado al instituto habían estado los tres juntos y era un gran palo. Pero no se podía tener todo.

            —Llegaremos tarde a la ceremonia de apertura —anunció BaekHyun tras mirar su reloj de pulsera.
            —Es verdad, hay que escuchar al viejales darnos el discurso —comentó ChanYeol.

            Los tres rieron bajo las atentas y despectivas miradas de los demás, pero ninguno le hizo caso a estas, simplemente se dirigieron al pabellón en el que siempre se realizaban las ceremonias. Una vez allí, se separaron para ponerse en el orden y en la fila que les correspondía.

            BaekHyun miró a su alrededor. Todo seguía igual que siempre, excepto porque lo miraba desde otra perspectiva. Se encontraba en la fila de los de último curso y el lugar se veía igual, pero a la vez un poco distinto. El chico sonrió y recorrió con sus ojos castaños ocultos bajo sus gafas de pasta las demás filas, poniendo especial atención a la de primero.

            Había una gran diversidad de chicas y chicos en aquel lugar. Todos miraban con curiosidad lo que los rodeaba y muchos de ellos intentaban entablar amistad con las personas que estaban en su entorno inmediato. BaekHyun no podía evitar recordar su primer día, cuando todavía pensaba que el instituto sería un lugar de ensueño y no uno de pesadilla.

            En ese momento, le llamó la atención un chico al final de la fila. Era algo más alto que sus compañeros, delgado y con el rostro serio, contrastando con la excitación que tenían las personas que tenía cerca. Parecía enfadado con el mundo, o esa fue la impresión que le dio. BaekHyun sonrió y en ese preciso instante, ese chico se giró hacia donde estaba e hizo contacto visual con él. El corazón del mayor se saltó un latido ante la intensidad de la mirada que recibió y durante un par de segundos, se quedó atrapado en esta.

            Cuando pudo reaccionar, apartó bruscamente su mirada y se dedicó a mirar al frente, donde el director comenzaba a dar el discurso de apertura. Sin embargo, y aunque el chico le restó importancia creyendo que era debido a su desbordante imaginación, durante todo lo que duró la ceremonia sintió una penetrante mirada sobre su persona.

miércoles, 26 de marzo de 2014

[CONCURSO] Lista de Participantes

PRIMER CONCURSO DE LO QUE REALMENTE PASÓ EN SINGAPUR

Todavía no me puedo creer que en el primer concurso que organizo haya tenido tanta participación, esperaba a lo mejor unos tres o cuatro participantes, pero esto es mucho mejor, así que muchísimas gracias a todas las personas que me han estado dando RT y a las que se han animado a participar, significa mucho para mí.

Paso a deciros que a partir de ahora ya podéis comenzar a escribir vuestras historias y os deseo que tengáis muchas ideas e inspiración para el proyecto. Desde hoy y hasta el 10 de Mayo tenéis de plazo para entregar vuestros escritos a la dirección de correo minannangel94@gmail.com

LISTA DE PARTICIPANTES

1. fool9thstreet
2. Lorena Pacheco
3. AngyMGuerrero
4. Ari
5.  Matildespitzenberger
6. Belén Marín
7. bulletproof heart killjoy
8. kkamdy
9. joms

Buena suerte a todos los participantes.


Si ChanYeol hyung No Existiera

Si ChanYeol hyung No Existiera

            Si ChanYeol hyung no existiera yo podría estar en la fila junto a Kris hyung siempre.

            Ese era el único pensamiento que venía a mi mente cada vez que íbamos a algún evento y teníamos que presentarnos, siempre en el mismo orden en la fila, ante las fans. Yo quería estar junto a él y no en aquel puesto, por eso mismo había estado haciendo todo lo posible para crecer e intentar sobrepasar a ChanYeol hyung y así poder estar junto a la persona que quería.

            Kris hyung parecía una persona fría que no pertenecía a este mundo, siempre tan genial y perfecto. Pero eso solo era una fachada, realmente era un hyung que se preocupaba por los demás y que cuidaba de todos, por muchos problemas que aquello pudiera causarle. Además, era muy divertido y cariñoso, también alguien muy sensible.

            Y quería estar junto a él, pasar más tiempo con él, aprender y así ser feliz. Me había enamorado de mi hyung y no podía evitar querer quitar a ChanYeol hyung de en medio para poder quitarle aquel puesto que ostentaba. Luego cuando me calmaba, lo pensaba mejor y veía que si me ponía junto a Kris hyung, podría acabar delatándome a mí mismo, delatar mis sentimientos.

            Si pensaba en aquello, me contenía durante algunos días, pero luego volvíamos a hacer aquella estúpida fila y los celos volvían.

            Si ChanYeol hyung no existiera tendría a Kris hyung solo para mí.



My Unknown Friend

My Unkown Friend



            Las clases de piano eran algo que Kim MinSeok odiaba con toda su alma y no era porque no le gustase el instrumento, de hecho, lo amaba. Era porque las clases las impartía un profesor demasiado exigente con él que intentaba exprimirlo para que acabara siendo todo lo que aquel hombre jamás fue: un pianista de gran renombre y éxito.

            El hombre miró el reloj de cuco que había en la sala y con un par de palmadas, dio por finalizada la clase, despidiéndose del chico y comentándole que no lo vería hasta dentro de dos semanas, ya que tenía que presentar un concurso de talentos en la otra punta del mundo. MinSeok se despidió de él cortésmente y cuando lo vio salir por la puerta, suspiró aliviado.

            Se iba a librar de las clases durante dos semanas. Sus padres, de viaje de negocios en Los Ángeles, tampoco estaban en casa y él tenía vacaciones de verano. Aquellas dos semanas iban a ser las mejores de su vida.

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            —¡Fuera! ¡No queremos volver a verte por aquí! —dijo un tipo mientras empujaba a un chico menudo del local en el que había entrado y en el que había acabado peleándose con uno que lo había confundido con una chica y quería meterle mano.
            —¡Vigilad a vuestros clientes! ¡Son todos unos violadores en potencia! —gritó el chico, escupiendo sangre al suelo—. Auch… —se quejó, pasándose la mano por la boca, descubriendo así que le habían partido el labio—. Malditos brutos.

            Se levantó del suelo y comenzó a caminar. No volvería a ir a aquel lugar de fiesta, ya se buscaría cualquier otra discoteca, en aquella zona había muchas.

            —¡Eh! ¡Tú! —gritaron a sus espaldas, pero él no se volvió, había reconocido la voz como la del tipo que quería meterle mano—. ¿Estás sorda, muñeca?

            “No entres en sus provocaciones, LuHan” se dijo “Tú eres un tipo muy masculino, que te llamen muñeca no debe enervarte de esa manera, tranquilízate, ya se cansará”.

            Pero el hombre no parecía cansarse y cada vez lo llamaba de una forma distinta, pero todas ellas atentaban contra su masculinidad. Finalmente, LuHan no pudo soportarlo más y se dio la vuelta, apretando los puños para encararlo.

            —Al fin te giras, preciosa —dijo el tipo acercándose—. Me gusta ver tu cara bonita.
            —Pues a mí lo que me gusta es estampar mi puño en tu fea cara —replicó el chico avanzando hacia él hasta propinarle un puñetazo en esta.
            —¡Serás puta!

            El tipo se lanzó contra él a puñetazos, dándole en el estómago una y otra vez, haciendo que LuHan se doblara por la mitad del dolor. Cuando el otro se hartó, lo tomó por el cabello y le alzó la cabeza para que lo mirara a los ojos. El chico gritó, le estaba arrancando pelo.

            —Te daré tres segundos —siseó llevando una navaja al rostro de LuHan—. Corre por tu vida.

            Lo soltó y LuHan no lo pensó mucho antes de echar a correr.

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            MinSeok tocaba una melodía suave en el piano. Todavía era bastante temprano, pero él no podía dormir más, por eso había bajado a tocar en el piano canciones que había practicado hasta la saciedad.

            Estaba tan metido en su mundo que casi no escucha el timbre de la verja exterior de la casa cuando sonó. El chico se levantó de la banqueta y se dirigió hasta el lugar en el que estaba el telefonillo. Descolgó el auricular y entonces apareció en la pantalla una imagen que lo dejó helado.

            Había un chico en el suelo sangrando abundantemente.

            MinSeok salió corriendo de la casa y luego abrió torpemente la verja con las manos temblorosas. Fue hacia el chico y se agachó junto a él.
            —¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —preguntó, pero no obtuvo respuesta—. Llamaré a una ambulancia —MinSeok hizo el gesto de buscar su teléfono móvil, pero una mano lo detuvo.
            —No lo hagas… —susurró el chico con la voz cascada—. Me llevarán de vuelta… No quiero volver…

            MinSeok quiso preguntarle de nuevo, pero en ese momento el chico se desmayó. Presa del pánico y sin saber qué hacer, acabó tomando entre sus brazos el delgado cuerpo de aquel chico desconocido de rostro fino y llevándolo a casa para curarle las heridas.

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            LuHan sentía todo su cuerpo adolorido. Quería despertar, abrir los ojos porque escuchaba ajetreo a su alrededor, pero los párpados le pesaban como si fueran de plomo y luego volvía a sumirse en la oscuridad, dejando de oír todo.

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            Habían pasado dos días desde que había recogido al chico de la puerta de su casa y todavía no se había despertado. MinSeok lo cuidaba, le limpiaba y curaba las heridas y estas ya no tenían tan mal aspecto como cuando lo encontró, pero no podía evitar preocuparse al ver que no se despertaba.

            Quizás tenía algún órgano interno dañado y él no podía verlo. Quizás lo mejor que podía hacer era llamar a una ambulancia. Pero las palabras del chico le rondaban la mente en esos momentos y finalmente se detenía y le daba una oportunidad más.

            No sabía por qué lo hacía, pero el chico, a pesar de ser un extraño, parecía buena persona y MinSeok no podía traicionarlo cuando lo único que le había pedido era que no lo llevara a un hospital.

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            LuHan seguía sintiendo los párpados pesados, pero ya no tanto como las anteriores veces que intentó moverlos. Por eso, el chico comenzó a abrirlos lentamente. La luz exterior le hizo un poco de daño, así que los cerró de nuevo fuertemente, pero tras ir abriendo y cerrando poco a poco sus ojos durante un rato, finalmente pudo hacerlo.

            Lo primero que se encontró al hacerlo, fue el techo de una habitación que no era para nada parecida al de la suya. Se incorporó, asustado y le dio un mareo, por lo que no pudo enfocar bien sus ojos y todo se volvió borroso durante unos momentos; no obstante, pudo ver que había una persona cerca, un chico.

            Sintió que alguien lo agarraba y lo estabilizaba, así que cerró sus ojos hasta que se le pasó el mareo y luego los volvió a abrir, pudiendo enfocar perfectamente ahora a la persona que lo ayudaba y reconociéndolo como el chico al que le había dicho que no llamara a una ambulancia. Parecía que había respetado sus deseos y eso lo hizo sonreír, aliviado.

            —¿Te encuentras bien? —le preguntó y LuHan asintió—. Menos mal —suspiró el chico—. Me tenías bastante preocupado.
            —Lo siento —murmuró él. Su voz sonó rasposa y tosió. El otro, inmediatamente le tendió un vaso de agua que bebió con gusto—. Gracias.
            —No es nada —el silencio se instauró entre ellos unos minutos, tiempo que fue aprovechado por LuHan para mirar a su alrededor y darse cuenta de que estaba en una casa particular y que, además, esta parecía ser bastante cara—. Perdona… —murmuró el otro—. ¿Cómo te llamas y por qué estando en este estado no quisiste que llamara a una ambulancia?
            —Mi nombre es LuHan… —contestó—. Y me gustaría, por ahora, no decírtelo. Es una historia muy larga y estoy muy cansado —el chico asintió con una sonrisa.
            —Yo soy MinSeok, por cierto —se presentó—. Haré una sopa caliente para que comas algo, ahora vuelvo —dijo antes de levantarse de la silla en la que había estado sentado y salir de la habitación, dejando solo a LuHan.

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            Durante los siguientes días, LuHan se dedicó a recuperarse, comiendo la deliciosa comida que MinSeok le preparaba y dejándose cuidar por este, que le curaba todas las heridas y le untaba pomada en los lugares en los que tenía moretones que le había dejado la paliza recibida y de la que había escapado de acabar peor por los pelos.

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            —MinSeok… —murmuró el día en el que por fin pudo salir de la cama sin necesitar ayuda de nadie.
            —Dime —el chico lo miró, dándole a entender que le prestaba toda su atención.
            —Me gustaría agradecerte todo lo que has hecho por mí, siendo alguien desconocido.
            —No es nada. Todo el mundo necesita ayuda alguna vez, y ya sea conocido o desconocido, ayudar es una buena obra —LuHan asintió.
            —Me gustaría contarte… Lo que pasó antes de que me encontraras…
            —Si crees que es el momento adecuado, adelante —MinSeok se sentó y LuHan hizo lo mismo antes de comenzar a hablar.
            —Un tipo me persiguió y me pegó después de haberlo rechazado en una discoteca porque quería aprovecharse de mí —contó—. Pude escapar de algo peor porque pasaron un par de personas por la calle y el tipo huyó. Vagando sin rumbo me detuve frente a tu puerta y realmente pienso que fue una gran suerte caer aquí.
            —Podríamos poner una denuncia —dijo MinSeok—. Contra ese hombre.
            —No quiero tratar con la policía ni con la sanidad —murmuró.
            —¿Por qué?
            —Por si no te has dado cuenta por mi nombre y mi acento, soy chino —confesó.
            —Claro que me he dado cuenta, sería estúpido sino lo hubiera hecho —replicó MinSeok formando un puchero en sus labios como si estuviera ofendido y enfadado, aunque realmente no lo estaba—. Pero, ¿qué tiene eso que ver? ¿No serás un preso o algo por el estilo?
            —¡NO! ¿Cómo puedes pensar eso?
            —No sé, puede ser cualquier cosa. ¿Qué es?
            —Simplemente se me acabó el permiso de residencia, pero no quiero volver a China —contó—. Me escapé de casa de mis padres y no tengo dónde volver. Desde que se me acabó el permiso nadie me contrata y he estado viviendo en casa de un amigo, gorroneando. Por eso no puedo tratar con las autoridades, me llevarían Beijing de nuevo.
            —Parece complicado… —murmuró MinSeok—. Pero podría conseguirte el permiso de residencia de nuevo, mi padre tiene mano en la administración.
            —¿En serio? ¿Harías eso? —preguntó LuHan sin podérselo creer.
            —Claro que sí.

            Agradecido, LuHan abrazó a MinSeok fuertemente, apretándolo contra su cuerpo y susurrando miles de “gracias” uno detrás de otro, casi encadenándolos. El chico no podía creerse que por un extraño, pudiera hacerse todo aquello.

            Se separó de él y sonrió. El otro le devolvió la sonrisa.

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            Solo quedaban un par de días de las dos semanas en las que MinSeok iba a estar solo para hacer lo que quisiese en casa, pero no había hecho nada de lo que tenía planeado porque había estado ayudando a LuHan a recuperarse de la paliza. No obstante, el chico no se sentía mal por eso, es más, se sentía muchísimo mejor al haberlo ayudado.

            LuHan ya había podido marcharse al lugar en el que vivía, pero habían quedado en mantenerse en contacto, y esa tarde, habían quedado para hablar y para conocerse mejor. Para forjar una amistad que sería más duradera y resistente con el paso de los años, porque nuestros mejores amigos, una vez fueron unos extraños.