jueves, 28 de marzo de 2019

[One Shot] Ask Drabbles 6: Color of Love {SaMark}


Título: Color of Love
Autora: Riz Aino
Pareja: SaMark (Mark + Sana) (GOTWICE – GOT7 + TWICE)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, soulmates, fantasy, romance, fluff, drama
Número de palabras: 1.090 palabras
Resumen: los seres humanos han desarrollado distintas habilidades en los últimos tiempos con las que se han adaptado a los nuevos cambios.
Notas: historia escrita para mí, porque llevaba mucho tiempo con muchísimas ganas de escribir sobre ellos dos.
Comentario de autora: tenía esta historia medio escrita desde tiempos inmemoriales en mi pc, pero no la terminaba de escribir, así que un día me propuse acabarla y meterla de una vez en una colección. Espero que os guste.

Color of Love

Todas las especies sufren diversos cambios que las ayudan a adaptarse a los nuevos escenarios en los que deben de vivir… y los seres humanos no son la excepción. Estos cambios son llamados mutaciones y solo se dan en un pequeño porcentaje de la población, porcentaje que se va haciendo mayor con el paso del tiempo y que finalmente acaba sobreponiéndose a aquellos que no tienen esta mutación. Todos y cada uno de los pasos que se han dado desde hace millones de años son los que han llevado a la humanidad hasta el lugar en el que se encuentra ahora y, en una sociedad en la que está mal visto que los sentimientos se expresen, era natural que la siguiente mutación empezara a adentrarse en la población del mundo.


Desde que era pequeño, Mark se había dado cuenta de que tenía algo que lo hacía más especial que a los demás. Podía ver los sentimientos de las personas de su entorno sin que éstas llegaran a expresarlos.

Al principio, el chico se había asustado, porque veía sobre las cabezas de las personas con las que se relacionaba una pequeña luminosidad de diferentes tonalidades y que variaban cada día; sin embargo, cuando se lo contó a sus padres, dejó de tenerle miedo a aquello que lo hacía diferente. Ellos le habían explicado que podía ver los sentimientos de las personas y que éstos estaban asociados a diferentes colores. También le habían explicado que no eran muchas las personas que podían ver lo mismo que él y que los colores que ejemplificaban el estado de ánimo de los demás, era diferente para todos los que poseían aquella habilidad.

Por este motivo, Mark comenzó a buscar él mismo el significado detrás de los colores que veía en las personas y, con los años, se dio cuenta de que asociaba el azul oscuro con la tristeza, el verde con la felicidad, el blanco con la paz, el rojo con la ira… Cada sentimiento tenía un color que lo distinguía de los demás y el chico usó su habilidad para tratar de ayudar a las personas de su entorno.

Sin embargo, a pesar de que el chico había pasado más de veinte años siendo consciente de su don y que lo había perfeccionado con el paso del tiempo, se había dado cuenta de que todavía había un sentimiento que no había podido asociar a ningún color: el amor. El amor estaba sobrevalorado en la sociedad materialista en la que vivía. Las personas no se casaban por amor, tal y como había leído que antes sucedía, lo hacían por acumular más poder o riquezas o como forma de intercambio. Por este motivo, Mark jamás había visto el color del amor.

Al principio fue solo por curiosidad, pero, poco a poco, se fue convirtiendo en una obsesión. Mark quería encontrar a alguna persona enamorada para así poder ver cuál era el color del amor. Por eso, el chico dejó su ciudad natal y se dedicó a viajar por lugares cercanos, vagando por las calles durante días enteros, buscando aquello que tanto se le resistía encontrar. No obstante, no halló nada. No encontraba ningún color nuevo que pudiera asociar a aquel sentimiento.

Mark se sentía triste y la pequeña luminosidad sobre su cabeza de color azul oscuro lo reflejaba perfectamente; también estaba un poco frustrado, por lo que hacia los bordes, el color se volvía algo amarillento. No sabía cuándo iba a poder ver el amor y eso lo hacía sentir mal, tanto, que muchas veces quiso abandonar su pequeña empresa y darlo todo por perdido.

Un día que caminaba sin esperanza alguna por las calles de una ciudad cercana, se chocó contra una chica que caminaba de forma rápida y distraída. Por acto reflejo, Mark la tomó por los hombros para que ella no se desestabilizara y pudiera caer al suelo. Lo primero que hizo una vez la soltó fue buscar la luz sobre su cabeza, encontrándose un color verde pálido que fue cambiando lentamente de tonalidad hacia un rosa muy claro, casi blanco. Mark pestañeó rápidamente varias veces y luego observó el rostro de la chica, viendo que tenía forma redondeada y que sus ojos, de color castaño brillaban intensamente, al igual que sus labios, del mismo rosa pálido que el sentimiento que estaba mostrando en aquellos instantes. Su corazón se saltó un latido y luego comenzó a latir con una celeridad mayor a la que acostumbraba. Él se sintió confuso, porque nunca había visto un color como aquel en ninguna persona que se hubiera cruzado en toda su vida y porque su corazón jamás había hecho algo como aquello.

“¿Qué era aquel sentimiento? ¿Por qué era la primera vez que lo experimentaba?”

Y mientras se hacía esas preguntas, Mark encontró su respuesta al ver su reflejo en el escaparate que tenía a su lado. Sobre su cabeza también podía ver aquel curioso color, aquel color que no podía pertenecer a otro sentimiento más que al del amor. La chica se inclinó levemente, pidiéndole disculpas con una voz dulce y suave como la miel; después, se dispuso a marcharse, pero Mark no podía dejar que se fuera tan rápido, no ahora que había encontrado el color del amor, así que, la tomó de la mano y la retuvo.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó y, a riesgo de parecer un loco, continuó—. Me gustaría saber el nombre del amor de mi vida.

Mark se esperó un golpe o que ella gritara, pero lo único que sucedió fue que ella esbozó una pequeña sonrisa antes de contestarle un escueto “Sana” e irse del lugar. El chico vio cómo se alejaba de él y supo que aquella no sería la última vez que se encontrarían, haría todo lo posible para poder seguir viendo el color del amor cada día, ahora que sabía dónde se encontraba.






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