Título:
모닝콜 (Morning Call)
Autora:
Riz Aino
Pareja:
Binu (Cha EunWoo + Moon Bin) (ASTRO)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
drama, fluff
Número de palabras:
1.042 palabras
Resumen:
todas las mañanas, Bin se despierta por una voz dulce que lo llama por su
nombre y una sonrisa encantadora y cegadora.
Notas: historia
escrita para el #fictober2k18, aunque en realidad llevaba como un par de años
queriendo escribirla, pero nunca me ponía a ello. Está inspirada levemente en
la letra de la canción homónima de este grupo.
Comentario de autora:
siempre quiero escribir de ASTRO, siempre tengo ideas para ellos preparadas que
al final no acabo desarrollando y se me acumulan, espero ir sacándolas del baúl
de las ideas. Espero que os guste.
모닝콜
(Mornig
Call)
—Binnie… despierta… Binnie…
Bin escuchaba aquellas palabras todas las
mañanas, dichas de forma dulce y acompañadas por un suave toque en su hombro de
unos dedos delicados que no ejercían demasiada presión, solo la justa. El chico
se había acostumbrado a que sus mañanas comenzaran de aquella forma, a que su
compañero de habitación lo despertara de aquella forma, a abrir los ojos y ver
lo primero la sonrisa encantadora de éste, saludándolo. Bin se despertaba cada
día con su corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho ante todos aquellos
estímulos porque no podía estar más enamorado de la primera persona que veía
por la mañana cuando abría sus ojos después de toda una noche de sueños reparadores.
Estaba enamorado de la persona que lo
despertaba por las mañanas, enamorado de su compañero de habitación, enamorado
de su compañero de grupo, enamorado de Lee DongMin —como casi toda Corea y casi
todas las Arohas—.
—Buenos días, bello durmiente —le dijo DongMin.
Bin parpadeó varias veces, rápidamente, para
acostumbrarse a la luz del día y para no ser deslumbrado por la belleza que
irradiaba el ser que no podía ser de este mundo que se encontraba inclinado
sobre él. Sin embargo, la sonrisa encantadora de DongMin lo deslumbró
completamente y el chico no pudo hacer absolutamente nada más que sentir cómo
su corazón se desbocaba y desear que el sonido no fuera tan fuerte como él lo
notaba para que el mayor no se diera cuenta de ello. Era una estampa demasiado
hermosa… y Bin se debía de haber acostumbrado a aquello, porque llevaba siendo
despertado de aquella forma bastante tiempo, pero el chico no terminaba de
acostumbrarse y cada mañana tenía un pequeño ataque al corazón.
—Buenos días —murmuró, con la voz todavía
tomada por el sueño.
—Vamos. Arriba —DongMin le dio un suave golpe
en su brazo, acompañado por otra de sus encantadoras sonrisas—. Hoy tenemos
muchas cosas que hacer.
Bin asintió y después vio cómo el otro chico se
alejaba de él y salía de la habitación que compartían, dejándolo completamente
solo por unos minutos, algo que agradeció infinitamente porque trató de
aprovechar ese tiempo para calmar su corazón y para preparar su mente para
pasar todo el día junto al otro. Era tedioso, pero para Bin era mucho mejor
aquello que la alternativa, porque la alternativa significaba que tenía que
confesarle sus sentimientos al mayor y eso era algo que él no se podía permitir
hacer. Era muchísimo mejor callar, era muchísimo mejor hacer como si aquellos
sentimientos no existieran, aunque por la mañana el chico no pudiera evitar que
estos salieran a la luz sin su consentimiento durante unos breves momentos.
Bin había decidido vivir de aquella forma,
vivir sin confesarle a DongMin sus sentimientos, vivir como si simplemente lo
quisiera como a un amigo y nada más.
Había momentos en los que Bin se arrepentía de
sus decisiones, se arrepentía de haber conocido a DongMin, se arrepentía de
haberse acercado a él después de que pasaran mucho tiempo sin siquiera
dirigirse la palabra el uno al otro por timidez, se arrepentía de haber
aceptado compartir habitación con él, se arrepentía de haber dejado que éste se
metiera tan dentro de sí mismo que era casi imposible sacarlo de allí. Se
arrepentía tantísimo de todo aquello, de la misma forma que se arrepentía de su
decisión de no confesarle nada al mayor, porque en el fondo, Bin lo único que
deseaba era poder gritar sus sentimientos, a pesar de todas las consecuencias
que todo aquello le trajera.
Bin todavía seguía en la cama cuando DongMin
volvió a la habitación y éste se volvió a acercar a él para ver si se había
quedado dormido, dedicándole una mirada de preocupación al ver que no se había
movido en todo el rato que había estado fuera.
—¿Sucede algo? —le cuestionó—. ¿Te encuentras
mal?
Si los problemas del corazón contaran, Bin le
habría respondido que sí, que se encontraba mal, pero como aquello no contaba,
simplemente sacudió su cabeza y trató de dedicarle una sonrisa para que no se
preocupara por nada, para que no se preocupara por él, y siguiera con su vida.
Sin embargo, su sonrisa no debió convencerlo de que estaba bien, porque DongMin
se inclinó sobre él para tocar su frente con el dorso de su mano, tratando de
tomarle la temperatura, pero al no poder sentirla bien, se inclinó todavía más
sobre Bin, hasta que su nariz fue la que tocó su frente.
El corazón de Bin volvió a desbocarse dentro de
su pecho. Si aquella mañana fuera cualquier otra mañana, una mañana en la que
ambos no pertenecieran al mismo grupo, una mañana en la que ambos no tuvieran
que preocuparse de tantísimas cosas, Bin habría aprovechado la cercanía para
tirar a DongMin en la cama con él y para besar aquellos labios que siempre lo
habían vuelto loco; sin embargo, no vivían en ningún universo alternativo, sino
en la realidad, por lo que cuando DongMin se alejó de él, Bin simplemente le
sonrió antes de hablar.
—Estoy bien, solo adormilado —le comentó—. Ya
me levanto.
Y DongMin se alejó de su cama y de su cuerpo y
Bin alejó sus pensamientos de las reacciones que provocaba el mayor en él y
todo continuó siendo como siempre, con ellos dos siendo solo amigos y
perteneciendo a ASTRO... al menos hasta que a la mañana siguiente DongMin
volviera a despertarlo con su dulce voz y sus encantadoras sonrisas.
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