Título: Affair
Autora: Riz Aino
Pareja: Louyno (Ayno + Lou) y mención a Liu (Lou + Ziu) (VAV)
Calificación: NC–17
Géneros: AU, romance, smut, pwp
Número de palabras: 3.556 palabras
Resumen: su vida no es lo suficiente satisfactoria… por lo que
HoSung no duda en tener un affair; no
obstante, lo último que desea es que su novio se entere de ello.
Advertencias: básicamente relaciones sexuales explícitas y unos
cuernos que no caben por la puerta de lo grandes que son (?).
Notas: la inspiración para hacer esta historia viene un poco
por la canción de No more perfume on you de Teen Top, la temática que sigue es
la misma que la letra, si no sabéis que canción es, ya estáis tardando en
correr a escucharla.
Comentario de
autora: en el mes del porno con
VAV todavía vamos por la mitad, así que, me queda cuerda para rato con
historias de este tipo en celebración de este comeback tan maravilloso que nos han dado. Espero que os guste.
—¿En
qué puedo ayudarlo? —el joven de la recepción del del hotel le preguntó aquello
a HoSung en cuanto éste se dejó caer sobre el mostrador, con una sonrisa enorme
en su rostro.
—Hay una reserva hecha al nombre de
Ayno —replicó.
—Ayno… —el chico de la recepción asintió y escribiéndolo
en el teclado del ordenador, para después coger una tarjeta que se encontraba
debajo de éste y tendérsela—. La reserva solo dura hasta la media noche de hoy —fue
lo único que dijo después.
HoSung esbozó un “gracias” que
apenas se escuchó y, tras aquello, simplemente se dirigió al ascensor que
quedaba justo en frente. Le gustaba aquel pequeño hotel porque en la recepción
no hacían preguntas innecesarias, como tampoco juzgaban a sus clientes o pedían
más información de la estrictamente necesaria. Simplemente se contentaban con
que se les pagara el importe por la habitación y ésta se dejara libre en el
tiempo acordado para ello. Ya no quedaban muchos lugares como aquel en el que
primaba la discreción total para los clientes y todas las personas que iban a
aquel lugar, agradecían infinitamente la discreción.
HoSung incluido.
Porque en aquel sitio, se daban encuentro todo tipo de
personas que lo único que deseaban era pasar totalmente desapercibidas, ya
fuera porque tuvieran algo turbio que hacer o porque simplemente quisieran
desaparecer en un lugar en el que no se les hiciera ninguna pregunta.
HoSung era del primer tipo.
El chico
iba a aquel hotel cada vez que él y la persona que siempre reservaba una
habitación para ambos bajo un nombre falso tenían un poco de tiempo libre. No
hacía falta ni que fuera un día entero, solo necesitaban tener un par de horas
libres para que los dos se encontraran en aquel lugar, dos horas eran
suficientes para los menesteres que los llevaban allí.
Mientras
el destartalado ascensor subía hasta la planta en la que se encontraba la
habitación que les habían dado aquella vez, HoSung exhaló un suspiro profundo.
Justo en los momentos previos a llegar a la habitación le dedicaba un último
pensamiento a si lo que iba a hacer era mejor que no lo hiciera, que volviera a
pulsar el botón que lo llevaba a la recepción para salir de allí y regresar a
casa, junto a él… pero aquel pensamiento solo duraba unos segundos y HoSung
nunca había dado marcha atrás, ni una sola de las veces. Porque volver a casa
significaba volver a la rutina, volver al desasosiego, al aburrimiento, a la
soledad y entrar a la habitación del hotel significaba sentirse vivo de nuevo,
aunque fuera solo por unas horas; entrar a aquella habitación significaba
placer, significaba diversión, lo significaba todo para él.
Por ese
motivo, HoSung frecuentaba aquel lugar y lo frecuentaba junto a Ayno, el chico
con el que engañaba a su novio, HeeJun, y del que no sabía su nombre real, pero
tampoco le importaba, el otro tampoco sabía el suyo.
Cuando
HoSung salió del ascensor, simplemente caminó por el estrecho pasillo con
puertas a cada lado y se detuvo ante la que estaba marcada con el número 67.
Con cuidado, miró a un lado y a otro del pasillo, cerciorándose de que no había
nadie en el lugar que lo pudiera ver allí y, después, metió la tarjeta en la
ranura que abría la puerta. Rápidamente, dejó el pasillo y se adentró en la
habitación, dándose cuenta de que dentro ya se encontraba la persona con la que
había ido a encontrarse en el hotel. Tumbado en la cama sobre su espalda, con
el mando del televisor en una mano y cambiando de canal una y otra vez, sin
prestarle atención a nada más. Si se dio cuenta de la llegada de HoSung, no dio
muestras de ello hasta que el chico carraspeó para hacer notar su presencia.
—¿Ya
estás aquí, Lou? —le cuestionó alzándose, quedándose sentado sobre el colchón
con las piernas cruzadas—. No te esperaba tan pronto —comentó con curiosidad.
—He salido más temprano del trabajo —respondió
HoSung.
Se quitó los zapatos en la entrada
de la habitación, de la misma forma que se quitó también la chaqueta de cuero y
la dejó colgada en el perchero, junto a la de Ayno. Después, caminó sobre el
enmoquetado suelo hasta llegar a la cama y subirse a ella, colocándose de
rodillas sobre el colchón y llevando su mano al rostro del otro chico, su dedo
pulgar por delante de su oreja y las puntas de los demás dedos rozando su nuca,
atrayéndolo hacia él para darle un corto beso en los labios a modo de saludo.
No eran especialmente cariñosos el uno con el otro, ambos sabían a lo que iban
allí, ambos sabían que HoSung le estaba poniendo los cuernos a su novio cada
vez que se encontraba con él.
Besándolo, HoSung captó un olor
conocido procedente del otro chico y no pudo evitar sonreír dentro del beso
porque por fin, este le había hecho caso. Por fin había cambiado de colonia,
por fin se había puesto la que él le había regalado tiempo atrás para que su
olor en su ropa no fuera diferente del de su novio. Porque HoSung estaba
teniendo un affair pero, sobre todas
las cosas, no quería que HeeJun se enterara y la colonia que Ayno siempre había
utilizado era demasiado diferente a la que su novio usaba. HoSung había tenido
que mentirle descaradamente a éste en un par de ocasiones cuando le había
preguntado por el olor impregnado en su ropa y no había querido correr más
riesgos, por eso le había regalado la misma a Ayno, para no tener que dar
ninguna explicación de nuevo.
—¿Cuánto tiempo tenemos hoy? —cuestionó
Ayno cuando se separaron, mirándolo fijamente a los ojos.
—Hoy
podemos estar todo el tiempo hasta que tengamos que salir del hotel —le
respondió.
No
muchas veces podían aprovechar todo el rato, la mayoría de las veces
simplemente estaban allí un par de horas a lo sumo y todo era demasiado
acelerado y rápido. A HoSung le gustaba que todo fuera mucho más delicado y
sensual, pero tenía que conformarse con aquellos encuentros rápidos cuando
estaba con Ayno, encuentros en los que apenas podían saborearse el uno al otro;
no obstante, aquel día, deseaba que todo fuera un poco más lento, menos
impersonal, más enfocado al hacerse sentir bien a través de todas las partes
sensibles de sus cuerpos y no simplemente ir directamente al asunto, al placer
más humano y rápido para después despedirse e irse cada uno por su lado como si
aquel encuentro no hubiera perturbado lo más mínimo sus rutinas.
—Entonces
vamos a pasar un buen rato —murmuró Ayno, con una sonrisa pícara que HoSung
correspondió.
Después
de tanto tiempo compartiendo aquella relación oculta, apenas necesitaban
palabras para saber qué hacer, para poder continuar, al principio sí las habían
necesitado, pero aquello había acabado por ser innecesario y, simplemente se
acercaron al cuerpo del otro para poder besarse de nuevo una y otra vez,
explorando con sus lenguas la boca ajena hasta que el aire se hizo necesario de
nuevo y tuvieron que separarse, aunque no por mucho tiempo. La boca de Ayno se
movió, experta, por su mentón, besando y mordisqueando aquella zona hasta
llegar al lóbulo de su oreja, que atrapó con sus dientes de una forma algo más
fuerte, haciendo que HoSung exhalara un pequeño suspiro. Los chupetones en su
cuerpo estaban prohibidos, porque no quería que su novio se enterase de que
estaba teniendo una aventura, pero adoraba cuando el otro decidía morder su
oreja, porque no dejaba marcas y porque sus orejas eran muy sensibles.
La
exploración de su cuerpo a través de los besos y los ocasionales lametones de
Ayno continuó a la vez que las manos de HoSung comenzaban a moverse por el
cuerpo del chico, metiéndose por debajo de su ropa y tocando sus costados, su
espalda, su abdomen, subiendo cada vez más mientras que el otro se entretenía
besando su rostro y su cuello, hasta donde podía alcanzar sin retirar la ropa.
Pero la ropa era algo que les iba a estorbar más pronto que tarde, por lo que,
finalmente, HoSung acabó levantando la camiseta de Ayno y alzándola por encima
de su cabeza, haciendo que éste tuviera que separarse de su cuerpo unos
segundos. En cuanto su ropa estuvo tirada por algún lugar del suelo de aquella
habitación, HoSung también tiró de su ropa para quitársela y dejarla caer,
exponiendo su torso igualmente y cambiando las tornas con Ayno, puesto que,
aquella vez, fue él quien comenzó a explorar el cuerpo del chico con sus
labios, su cuello níveo, sus clavículas prominentes, su pecho plano y prieto,
entreteniéndose en sus pezones, haciendo suspirar al chico, antes de bajar a su
abdomen dejando un pequeño camino de besos que dejarían marcas —porque
él sí tenía permiso para poder marcar el cuerpo de Ayno todo lo que quisiera—.
Los
besos y las caricias de uno sobre el cuerpo del otro continuaron durante
bastante tiempo, calentándose de aquella forma, haciendo los preliminares mucho
más largos de lo que nunca los habían hecho hasta que HoSung comenzó a sentir
una terrible necesidad en su miembro que tenía que ir empezando a calmar. Sin
palabras, solo con mirarse el uno al otro después de separarse unos segundos,
ambos entendieron que ir mucho más allá era lo que necesitaban y lo que querían
más que nada.
Por ese
motivo, la ropa que todavía les quedaba encima acabó por ser retirada hasta que
ambos se quedaron completamente desnudos sobre la cama, en la habitación de
aquel hotel. El miembro de HoSung seguía pulsando, seguía necesitando atención
inmediata y, por cómo se encontraba el de Ayno, el chico pudo adivinar que éste
también necesitaba de atención, una atención que no se habían dedicado todavía
en las partes inferiores de sus cuerpos. HoSung se tumbó sobre su espalda en el
colchón, invitando al otro chico a que se colocara sobre él y éste lo hizo de
forma inmediata, subiéndose con cuidado sobre su cuerpo, haciendo que sus
miembros acabaran el uno contra el otro, enviando una corriente eléctrica de
placer por sus espinas dorsales que ambos acabaron expresando con un leve
gemido compartido.
Habían
necesitado demasiado aquel contacto piel con piel.
Inmediatamente
después, Ayno comenzó a moverse, frotando sus miembros el uno contra el otro,
provocando que éstos comenzaran poco a poco a endurecerse, a hacerse mucho más
sensibles con cada movimiento. Con cada roce, un poco más de placer se desataba
dentro del cuerpo de HoSung y lo único que necesitaba cada vez más era que este
placer acabara por desatarse por completo; sin embargo, todavía era muy pronto
para eso, aquella noche podían tardar y disfrutar todo lo que quisieran, no
debía ser tan rápido como en la mayoría de ocasiones que se encontraban en
aquel lugar. Por ese mismo motivo, después de que sus miembros estuvieran
totalmente erectos, con el pre semen comenzando a hacerlos resbaladizos y
pulsando cada vez más y más, Ayno acabó por alzarse de su cuerpo, con una
sonrisa de total satisfacción en su rostro que HoSung se sintió totalmente
encantado de contemplar.
El
chico, después, se levantó de la cama y caminó descalzo por el suelo de moqueta
hasta que llegó al sitio donde había dejado su mochila, contra la pared,
abriéndola y sacando de uno de sus bolsillos interiores condones y lubricante.
HoSung se relamió observando aquella escena, observando el delgado cuerpo
desnudo de Ayno moverse por la habitación, con su erecto miembro apuntando
hacia el techo, con su trasero prácticamente inexistente pero que a él le
encantaba tocar, le encantaba morder y, sobre todo, le encantaba internarse en
él. HoSung sabía perfectamente que no era la única pareja sexual de Ayno, de la
misma forma que el chico sabía que él tenía novio, por eso seguía disfrutando
demasiado de aquel trasero todavía prieto que abrazaba su miembro y hacia que
éste se envolviera en unas sensaciones completamente increíbles.
HoSung
dejó de soñar despierto cuando Ayno volvió a la cama, hundiendo el colchón bajo
su peso y entregándole el bote de lubricante. Se incorporó en la cama a la vez
que el otro chico se montaba sobre su cuerpo, dándole la espalda y colocándose
de rodillas, levantando el trasero para dejarlo completamente accesible a él e
inclinando la parte superior de su cuerpo, apoyándose sobre el colchón con sus
codos, dejando su boca a la altura de su miembro, suspirando sobre éste y
haciendo que HoSung tuviera que apretar fuertemente sus dientes para reprimir
un gemido.
Mientras
Ayno se decidía a comenzar o no a darle placer con su lengua y su boca, HoSung
abrió el pequeño bote de lubricante que le había sido entregado para luego
echar un poco de aquel líquido viscoso sobre el trasero del otro chico y sobre
el dedo índice de su mano derecha. Tenía las manos grandes y los dedos largos y
gruesos, así que, sabía perfectamente que simplemente introduciendo dos de
ellos en el cuerpo de Ayno para crear espacio para su miembro era más que
suficiente, aun así, al principio tenía que acostumbrar a la penetración al
chico, porque siempre necesitaba un poco de movimiento allí abajo antes de
pasar a la verdadera acción.
Dejó el bote de lubricante
sobre el colchón y después comenzó a tantear la entrada de Ayno con su dedo
hasta que finalmente lo introdujo en su interior, notando cómo éste se
contraía, abrazando su dedo, a la vez que un pequeño jadeo salía de los labios
del chico. HoSung habría dado todo lo que tenía por haber visto la expresión de
éste, pero en aquel momento su rostro se encontraba a escasos centímetros de su
miembro y prefería mil veces más que comenzara a usar su boca allí antes que
ver su expresión.
En otra ocasión lo
observaría.
Finalmente,
mientras él movía su dedo dentro de su trasero, Ayno se decidió a atender su
miembro, primero dando diferentes besos con sus labios, en la punta, en la
extensión en la base de éste, después usando su lengua para comenzar a lamerlo
de arriba abajo. HoSung esbozó algunos gemidos por el placer que todo aquello
le provocaba, pero teniendo todavía el suficiente control sobre su cuerpo como
para seguir moviendo su dedo en el interior de Ayno. Poco después, los
lametazos del chico dejaron de ser lo que HoSung sentía en su miembro, ya que
lo siguiente que sintió fue la boca del chico abrazando su erección, poco a
poco, desde la punta hasta la base. Un nuevo gemido escapó de sus labios, un
gemido mucho más fuerte de todos los que había esbozado en el resto de su
tiempo allí aquel día. Casi pudo sentir la sonrisa del otro en su miembro por
aquello.
HoSung
continuó con la exploración del trasero de Ayno introduciendo el segundo dedo y
haciendo que éste se tensara de nuevo por la intrusión.
Los
minutos pasaron de aquella forma, HoSung moviendo sus dedos en el interior de
Ayno mientras que el otro chico seguía jugando con su miembro, haciendo que a
veces se sintiera a punto de estallar en el placer más absoluto, pero
conteniéndose de hacerlo porque no podía hacerlo allí, no podía correrse dentro
de su boca, no podía dejar que aquello sucediera porque lo que más deseaba era
introducirse dentro de Ayno una y otra vez hasta que el clímax se extendiera
por todo el sistema nervioso de su cuerpo, viajando por todas sus extremidades
hasta la punta de sus dedos. Por eso mismo, HoSung decidió que ya era hora de
que terminaran todo aquello para pasar al evento principal y sacó sus dedos del
trasero de Ayno, haciendo que éste exhalara un suspiro de inconformidad con
aquello y que su trasero se moviera hacia atrás de forma inconsciente, buscando
de nuevo estar lleno.
—Ponme
el condón —le pidió—. Tengo la mano pringosa.
El chico le dio un par de lametones
más a su miembro antes de separarse de él finalmente y alzarse, dejando que su
trasero se posara sobre el abdomen de HoSung mientras cogía uno condón y lo
abría, usando sus dientes para poder desgarrar el plástico en el que éste
estaba envuelto, sacándolo luego de éste y, con sus delicados dedos,
colocándolo sobre su miembro, envolviéndolo por completo. Una vez estuvo listo,
Ayno se giró sobre su cuerpo para dejar de darle la espalda después de bastante
tiempo y esbozando una sonrisa pícara en su rostro, acompañada de una mirada
llena del fuego del deseo por lo que estaba por venir.
HoSung debía de tener aquella misma mirada en sus ojos.
El chico levantó su trasero de su cuerpo
lo justo y necesario para alzarse sobre su miembro, cogiendo su erección con su
mano para guiarlo hacia su entrada y, después, comenzó a bajar lentamente.
HoSung apretó sus dientes fuertemente para no gemir gravemente por el placer
que le provocaba el interior de Ayno envolviéndolo poco a poco hasta que
finalmente estuvo dentro por completo, solo entonces, dejó de apretar sus
dientes y dejó escapar un suspiro cargado de placer, un suspiro que el otro
chico también esbozó. Se miraron unos segundos a los ojos, tan solo unos
segundos, antes de que Ayno colocara sus manos sobre los hombros de HoSung para
usarlos como punto de apoyo antes de comenzar a moverse, cerrando sus ojos y
abandonándose al placer.
HoSung no cerró los suyos, prefería deleitarse con la
vista que tenía ante sí, porque aquella era una vista completamente
maravillosa.
El cuerpo de Ayno se movía arriba y
abajo, engullendo su miembro con trasero una y otra vez, lentamente, pero con
ritmo, su cabeza levemente inclinada hacia atrás y su boca abierta esbozando
unos sonidos demasiado eróticos. Su cuello tensionado, invitándolo a acercarse
a él y mordisquearlo, dejarle miles de marcas de su paso por el lugar y su
miembro moviéndose contra su abdomen por el movimiento. HoSung se contuvo unos
segundos de hacerlo, pero no pudo contenerse demasiado tiempo y acabó
inclinándose sobre el cuello de Ayno para besarlo una y otra vez, usando su
lengua y sus dientes, notando en éste el aroma de la colonia que le había
regalado en él mientras el chico seguía moviendo su cuerpo sobre él una y otra
vez a un ritmo cada vez más y más acelerado, hasta que se detuvo por completo,
respirando de forma entrecortada, sin aire.
No pudo evitar sonreír contra aquel
cuello níveo, ahora un poco enrojecido, al ver que se había quedado sin fuelle
a pesar de que su trasero seguía moviéndose levemente. HoSung aprovechó la
posición en la que se encontraban para llevar sus manos al trasero de Ayno,
levantándolo, provocando que éste se abrazara fuertemente a su cuerpo. Con
cuidado de no salir de su interior o de hacerle daño, acabó tumbándolo de
espaldas, las piernas de Ayno abiertas y enganchándose en su cintura. De
aquella forma no tendría que hacer más esfuerzos y él tendría mucho mejor
acceso a aquel punto que haría que se deshiciera en gemidos.
No tardó en hallarlo, aquel punto
que hizo que Ayno se derritiera bajo su cuerpo, apretara su interior y gimiera
una y otra vez. HoSung comenzó a moverse rápidamente, tratando de dar en aquel
lugar en cada una de sus embestidas, sintiendo que su camino en el interior del
chico estaba cada vez más y más apretado y su miembro se sentía a punto de
estallar. Se movió en el interior de Ayno unos minutos más, solo unos minutos,
hasta que finalmente el chico no pudo resistirlo más y acabó corriéndose entre
sus estómagos, apretando de forma deliciosa la erección de HoSung hasta que
éste no pudo resistirlo más y también alcanzó el orgasmo, solo un poco después.
Durante unos momentos, no hicieron
más que respirar de forma entrecortada, queriendo recuperar la respiración
después del esfuerzo realizado.
Aquella noche, lo hicieron un par de veces más antes de
salir de aquel hotel discreto en el que nadie hacía preguntas y podían
encontrarse sin ningún problema, HoSung sabiendo perfectamente que su pequeño affair seguiría siendo secreto, ahora
mucho más debido a que finalmente Ayno había cambiado su colonia y olía de la
misma forma que lo hacía su novio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario