martes, 16 de abril de 2019

[One Shot] Ask Drabbles 6: 運命の赤い糸 (The red string of fate) {Kentacky}


Título: 運命 (The red string of fate)
Autora: Riz Aino
Pareja: Kentacky (Kenta + Ricky) (TEEN JOYFUL – TEEN TOP + JBJ)
Clasificación: PG
Géneros: AU, soulmates, romance, drama
Número de palabras: 1.019 palabras
Resumen: Kenta puede ver cómo el hilo rojo del destino que lo une al amor de su vida cada vez es más delgado y débil.
Notas: drabble escrito para el #Fictober2k18.
Comentario de autora: desde que vi que Kenta estaba perdidamente enamorado de Ricky, no pude evitar querer escribir un fic sobre ellos dos, aun así, empezó a pasar el tiempo y no terminaba de ponerme a ello. Espero que os guste.

運命
(The red string of fate)

            Kenta lleva unos días observando cómo el hilo rojo que pende del meñique de su mano izquierda cada vez está más y más difuso, cada vez se desvanece más y más y el chico lo observa con gran preocupación porque eso solo puede significar dos cosas y las dos son malas. Aquello solo puede significar que su vínculo con su alma gemela se está disolviendo, disipando por la distancia, o que la otra persona está al borde de la muerte. A Kenta no le gusta ninguna de las alternativas porque no quiere perder a su alma gemela, no quiere perder a la persona a la que lleva atado desde que nació, no quiere que nada malo le suceda a pesar de que ni siquiera sabe quién es. Kenta no quiere que el hilo rojo que siempre ha visto atado a su dedo, desaparezca, porque éste siempre le ha dado un enorme confort cuando lo ha observado en los malos momentos de su vida.


            Por ese motivo, Kenta decide que ha llegado el tiempo de dejar de esperar que el destino actúe y los junte, ha llegado el momento de dejar que éste guíe sus pasos hasta llevarlo junto a la persona con la que está destinada y el chico decide que, por una vez, debe de tratar él mismo llegar hasta su destino. No es un camino fácil, no obstante, porque Kenta no sabe ni cómo empezar, no sabe qué es lo que debe hacer, pero tiene como guía aquel hilo rojo que pende de su dedo y lo único que puede hacer es seguirlo, recorrer el mismo camino que recorre su hilo, deshacer sus nudos y tratar de reforzar el vínculo que se está desvaneciendo hasta casi desaparecer.

            Seguir al hilo rojo que tiene atado a su meñique lleva a Kenta fuera de las fronteras insulares de Japón, lo llevan hasta Corea del Sur, lo llevan hasta un país del que conoce poco y en el que se debe de mover rápido y raudo para que no sea en vano su viaje, porque cuanto antes encuentre a su alma gemela, antes podrá hacer que el vínculo que los une no desaparezca.

            Kenta continúa su camino por aquel país desconocido, trata de aprender lo máximo posible en su viaje, deshace todos los nudos que encuentra en su hilo y ve como, poco a poco, el color de éste se va haciendo cada vez más oscuro, el grosor se va acentuando y el hilo ya no parece a punto de desaparecer. Eso es algo que reconforta el corazón de Kenta porque al principio no sabía si aquella era la solución, si aquello que hacía era lo correcto, si eso lo podría llevar hasta la persona a la que estaba destinado y si eso haría que el vínculo entre ambos se fortaleciera. Pero el chico puede ver cómo sus esfuerzos, cómo seguir su camino sin espera a que el destino actuara, está dando sus frutos y el hilo rojo atado a su meñique muestra una salud que nunca antes ha mostrado.

Su persona destinada está, por tanto, muy cerca de él. Demasiado cerca, pero a la vez todavía demasiado lejos.

            Moverse por Corea es complicado para él y tiene que aprender a comunicarse en un nuevo idioma, tiene que conseguir un trabajo para poder quedarse allí, tiene que estar siempre alerta por si a su hilo le sucede algo extraño. Kenta, no obstante, no se rinde en su búsqueda, a pesar de que es difícil, a pesar de que es ardua, a pesar de que pasa el tiempo y es un poco infructuosa… y, por no rendirse, finalmente, el chico encuentra a quien estaba buscando.

            Es una tarde de invierno, una tarde en la que el mal tiempo ha hecho que prácticamente no haya nadie en la calle y, mucho menos, en la cafetería en la que Kenta trabaja. El chico está completamente relajado sentado en una de las mesas, observando la lluvia torrencial caer sobre la ciudad de Seúl, volver sus calles ríos de agua, cuando repentinamente la puerta del local se abre y por ella entra un muchacho, completamente empapado y maldiciendo a la lluvia por ello, con un paraguas roto en una mano y una mochila completamente empapada en la otra. No hay nadie más en la pequeña cafetería, por lo que Kenta se levanta de su silla y va a por una toalla para dejársela al muchacho.

—Gracias —le dice éste, tomando la toalla, dedicándole una sonrisa a pesar de que probablemente no debe de sentirse especialmente contento.

Kenta le devuelve la sonrisa y se da cuenta en ese momento que el hilo rojo que pende de su meñique es más rojo que nunca, es más grueso que nunca y no está rodando por los suelos como siempre, sino que cuelga, cuelga de su mano y se une a la del chico que acaba de entrar. La sonrisa de Kenta se hace todavía más amplia en ese momento. Por fin lo ha encontrado, por fin ha encontrado a la persona a la que lleva unido desde su nacimiento.

—Kenta —le dice, presentándose.
—ChangHyun —responde el otro chico, demasiado ocupado secándose como para ver que el hilo rojo los está uniendo, pero Kenta sabe que en cuanto lo vea, no se van a dejar escapar el uno al otro.








Notas finales:
—El nombre real de Ricky es ChangHyun (?) por si había alguien que no lo supiera.




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