Título: Plays of Passion
Autora: Riz Aino
Pareja: VanLouRon (St.Van + BaRon + Lou) (VAV)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, vampires, fantasy, smut, pwp
Número de palabras: 3.554 palabras
Resumen: BaRon, el príncipe de los vampiros, sintiendo que su deseo
sexual no podrá ser aplacado por la sangre, acude a aquellos que siempre han
estado ahí para servirlo.
Advertencias: relaciones sexuales explícitas con un poco de vampirismo y
sangrecita, algo de innovación en lo de siempre.
Notas: historia escrita para mí, que no me he dedicado ninguna de
las anteriores y eso no puede ser, que la que se ha pasado milenios quebrándose
la cabeza para hacer cosas decentes he sido yo.
Comentario de autora: después de tanto tiempo y tantas complicaciones, por fin
ha llegado el final del mes de VAV y el porno, que en lugar de ser un mes se ha
alargado hasta ser casi tres. Sorry por tanto. Espero que os guste.
La noche ya había caído cuando BaRon despertó de su
reparador sueño sin sueños y comenzó a moverse por los pasillos oscuros y
llenos de trampas de aquel gigantesco y desvencijado castillo que llamaba
hogar; oscuros porque sus ojos no necesitaban absolutamente nada de luz para
poder ver su camino, el camino que lo llevaba hasta ellos, y llenos de trampas
para que los valientes —más bien
estúpidos— humanos que se aventuraban en su interior no fueran capaces de
llegar hasta las habitaciones en las que él mismo y su pequeña corte habitaban.
No eran muchos los humanos que se aventuraban a ello en aquellos tiempos, pero
todavía quedaban algunos a los que la figura oscura del castillo recortándose
encima del risco, dominando el enorme valle que se extendía a sus pies, que
decidían llegar hasta allí movidos por algún extraño impulso, buscando la
gloria o el título a la estupidez más enorme. BaRon llevaba bastante tiempo sin
despertar de su sueño, pero viendo cómo un esqueleto con todavía algo de carne
colgando de sus blancos huesos se encontraba en uno de los pasillos que cruzó,
pudo ver que algunas cosas seguían siendo iguales y los humanos seguían
aventurándose allí dentro, aunque ya no aparecieran por aquel lugar para
ofrecerle tributos. No después de lo que había pasado la última vez que lo
habían hecho… pero de eso hacía ya demasiado tiempo, lo sentía en sus huesos y
en su sed.
BaRon detuvo su camino frente a una enorme puerta de
madera con ornamentos de metal, hasta aquel lugar lo habían llevado sus
piernas, el lugar en el que sabía perfectamente que los iba a encontrar a
ellos, los dos únicos miembros de su pequeña corte, los únicos que quedaban a
su lado y los únicos en los que podía confiar, los únicos que jamás lo
abandonarían, los únicos que podían saciar su sed. Inspiró hondamente,
encontrando las esencias de ellos tras la puerta y no pudo evitar esbozar una
sonrisa, una sonrisa en la que sus prominentes colmillos asomaron sobre su
labio inferior, para después empujar una de las dos hojas de la puerta,
adentrándose en la enorme habitación que ésta guardaba y viendo a los dos
vampiros que lo guardaban en las posiciones que les correspondían, junto al
trono vacío que él debía ocupar, recibiéndolo con sonrisas en sus rostros. Lo
debían de haber escuchado levantarse de su profundo sueño y, sabiendo que los
buscaría allí, habían acudido a la sala del trono a esperarlo.
—Es bueno verlo de nuevo despierto —comentó St.Van
mientras él comenzaba a acercarse hasta el final de la sala—. Ya nos temíamos
que nunca volveríamos a verlo despertar de su sueño.
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó.
—En recuento humano… —contestó Lou—, un par de siglos.
—Un par de siglos… —murmuró él—. Habrá debido ser muy
aburrido.
Para BaRon un par de siglos pasaban como un suspiro, tan
solo un pequeño espacio de tiempo en su larga existencia, una corta siesta de
la que se acababa de despertar y en la que solo había notado el paso del tiempo
porque se había levantado realmente sediento y débil; pero, para ellos,
aquellos dos siglos debían haber pasado demasiado lento, ya que cuando se había
puesto a dormir para recuperarse de sus heridas, solo llevaban viviendo en
torno a unos tres siglos junto a él. Muy poco en comparación con lo que habían
pasado solos.
—Las primeras décadas fueron demasiado largas —dijo Lou—.
No estábamos seguros de lo que debíamos hacer y los humanos del pueblo estaban
todavía resentidos, así que tuvimos que sellar aún más el castillo y
protegerlo…
—A medida que fue pasando el tiempo, nos fuimos
acostumbrando —siguió St.Van—, aunque también nos asustábamos un poco porque
seguía sin despertar… al menos hasta que hace unos días comenzó a moverse.
Habiendo
pasado los últimos dos siglos dormido, no había podido pensar realmente en todo
lo que había pasado antes de sumirse en aquel sueño reparador, pero al estar
allí junto a los dos únicos seres en los que confiaba no pudo evitar que su
mente vagara hasta el tiempo en el que había sido traicionado por todos los
demás vampiros que habían estado en su corte, aliándose con los humanos para
tratar de asesinarlo a él y a aquellos que le habían sido fieles. Había habido
bajas en su bando, pero habían sido capaces de sobreponerse a aquel gran golpe
y ganar la batalla, asesinando a todos los traidores y tomando una represalia
también contra las gentes del pueblo que se habían aliado con ellos. Todo
aquello lo había dejado bastante débil y solo había podido confiar en que si se
sumía en un sueño reparador, St.Van y Lou lo protegieran hasta que despertara.
BaRon llegó hasta el trono que siempre había sido suyo
por derecho y se sentó en él, sintiéndose inmediatamente mejor, a pesar de que
todavía sentía la insaciable sed, ya no se encontraba tan débil allí, con los
otros dos vampiros a su lado; Lou sentado sobre el brazo izquierdo del trono,
St.Van a su derecha, en el frío suelo de piedra.
—Es bueno saber que habéis seguido a mi lado a pesar de
lo duro que ha debido ser todo este tiempo —murmuró—. Sois lo único que me
queda.
A su lado izquierdo sintió el rápido movimiento de Lou,
llevando su mano derecha hasta su rostro, sus dedos largos rozando su mentón y
ejerciendo una leve presión en éste para indicarle que girara su cabeza en su
dirección. BaRon dejó que Lou se acercara a él, inclinándose hasta alcanzar con
sus labios los suyos en un profundo beso en el que se dejó llevar, cerrando sus
ojos, agradeciendo aquel contacto que aplacó levemente su sed. Cuando Lou se
separó de él, los dedos de St.Van tamborilearon sobre su muslo derecho y, aún
con los ojos cerrados, se giró hacia el otro, notando inmediatamente sus labios
moviéndose contra los suyos, BaRon también correspondió aquel beso, dejándose
llevar. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había sentido los
labios de sus dos fieles compañeros y lo necesitaba.
La sed con la que se había despertado de aquel profundo
sueño no era más que una sed sexual, un ansia de contacto que no había
experimentado nunca jamás, una sed que no sería satisfecha simplemente con la
sangre y que requeriría algo que tampoco antes había necesitado, pero que sí
había disfrutado con anterioridad.
—Necesitaba esto… —dijo, tras separarse de los labios de
St.Van—. Pero necesito mucho más…
Solo necesitó decir aquellas palabras para que, tanto
St.Van como Lou, se levantaran inmediatamente de sus posiciones a su lado,
quedándose frente a él, observándolo con sus iris de color azul claro, el deseo
reflejándose en ellos. BaRon también notó su propio deseo ir in crescendo y supuso que sus propios
ojos habrían abandonado el color oscuro que solían mostrar cuando no bebían
sangre ya que, entonces, se volvían escarlatas. La sangre de los humanos era lo
que los mantenía vivos, la sangre que recorría sus venas, pero había ocasiones
en las que la sed de sangre no era tan importante como la otra sed… y aquella
era una de esas ocasiones. Por eso, no dejó que pasara más tiempo y también se
levantó de aquel trono que le pertenecía para comenzar a caminar hasta la
habitación de la que no hacía mucho acababa de salir.
Los tres salieron de la sala del trono y anduvieron por
los oscuros y sombríos pasillos llenos de trampas para los humanos que, tan
solo unos instantes antes, había atravesado BaRon en solitario, con un
sentimiento de precipitación y de inmediatez instalados ahora en su cuerpo,
notando en Lou y St.Van a su lado aquellos mismos sentimientos. El tiempo
realmente era algo que pasaba por los vampiros como ellos como algo que no
tenía importancia, el tiempo pasaba y ellos seguían permaneciendo allí por
mucho que el mundo a su alrededor cambiara, pero en aquel momento, para BaRon, el
tiempo era lo único que no deseaba perder.
Así,
no tardaron demasiado en llegar hasta la habitación que en la que había dormido
los últimos dos siglos. Todo seguía tal y como lo recordaba la última vez que
había mirado a su alrededor —ya que cuando había salido de allí simplemente se
había dirigido a la sala del trono sin fijarse en nada más—, el ataúd en el que
se había encerrado a recuperarse seguía abierto en la zona más oscura y alejada
las ventanas y puerta, mientras la enorme cama que también le pertenecía se
encontraba al otro extremo. BaRon dirigió sus pasos hacia la cama, dándose
cuenta de que ésta había estado siendo usada porque no había en ella ni la más
mínima mota de polvo como sí que había en otras zonas de la habitación. Cualquier
humano habría montado en cólera al descubrir aquel hecho y todo lo que este
implicaba, pero él no era ningún humano cualquiera… él era el príncipe de los
vampiros.
—Habéis usado la cama en mi ausencia —les comentó a los
dos vampiros que se habían quedado tras él, girándose hacia ellos.
Aquello
no era una pregunta, tampoco era una acusación, simplemente era la simple constatación
de un hecho. St.Van y Lou habían estado usando su cama los últimos dos siglos, ya
fuera solo para descansar o para recorrer a besos el cuerpo del otro, para darse
el mayor de los placeres, se habían estado quedando en su habitación, junto a
él, teniéndolo presente y esperando por su despertar. Era algo que le agradaba saber,
aunque no habría esperado menos de ellos, los únicos en los que podía confiar,
los únicos que hacían que su cuerpo volviera a pulsar de deseo.
—Hemos pasado el mayor tiempo posible en la habitación —contestó
St.Van, acercándose a él hasta que su cuerpo tan solo estuvo a unos centímetros
del suyo, provocando que BaRon deseara que esos centímetros no existieran—. Pero
nos alegra poder estar aquí contigo ya despierto.
Y los centímetros no existieron más porque St.Van se
acercó más y se inclinó sobre sus labios para besarlo con la fuerza y ferocidad
que siempre lo habían caracterizado, algo que BaRon deseaba en aquellos
momentos. Se había levantado tan sediento después de aquellos dos siglos que
necesitaba todo lo que estuvieran dispuestos a darle ambos y también lo que no.
Sus manos se aferraron a la ancha espalda del vampiro e hincó las uñas en ella
a través de la tela, notando inmediatamente el olor de la sangre en la
habitación. Mientras, sus lenguas jugaban la una con la otra en un beso
desesperado, hasta que finalmente se separaron. Los ojos de St.Van ardían en
deseo, de la misma forma que lo hacían los suyos y los del otro vampiro que se
encontraba en la habitación, que se había acercado hasta ellos de forma sigilosa,
posicionándose a su lado, esperando a que el beso de St.Van finalizara para agarrar
firmemente la nuca de BaRon y poner fin a la distancia entre ellos para besarlo
también. Al contrario que el beso desesperado y lleno de ferocidad del otro vampiro,
Lou buscó darle el máximo placer a su boca con sus labios, moviéndolos de forma
lenta y pecaminosa sobre los suyos, provocando que su sed fuera en incremento.
Había necesitado aquello, los había necesitado a los dos…
y los iba a tomar sin esperar ni un momento más.
Cuando lo labios de Lou abandonaron los suyos, BaRon dio
un par de pasos hacia atrás para alejarse de los cuerpos de los dos vampiros
que lo habían guardado de todo peligro los últimos dos siglos para observarlos
bien mientras se decidía por cómo debía de empezar aquello, dejando que sus colmillos
asomaran en su boca y que éstos le cortaran el labio inferior sin remedio.
BaRon se pasó la lengua por éste para detener la pequeña hemorragia sellando la
herida con su saliva mientras observaba cómo aquellos que se encontraban frente
a él también se relamían, deseosos de probar su cuerpo de nuevo… deseosos de
internarse en él tal y como lo habían hecho antaño. El príncipe de los vampiros
sintió la necesidad en su miembro, la necesidad que se había despertado con los
besos, una necesidad que debía de ser aplacada.
—Desnudaos —les dijo, una clara orden en su voz que
ninguno de los dos se opuso a obedecer.
Con celeridad, ambos se quitaron la ropa que llevaban
encima, quedándose completamente desnudos ante él en tan solo unos momentos, mostrándole
así lo que quería ver: sus cuerpos esculpidos y sus miembros levemente alzados
también, clamando por una atención que prontamente iba a ser dada. BaRon no
pudo evitar relamerse de nuevo y después comenzó a desnudarse él mismo también,
pero en lugar de hacerlo rápidamente, se dedicó a dejar que las prendas fueran
cayendo por su cuerpo con lentitud y desplegando toda su sensualidad y
sexualidad para que St.Van y Lou se sintieran mucho más necesitados de su
cuerpo y para que él también pudiera excitarse más y más simplemente viendo las
reacciones de los dos a cada zona de su piel expuesta, dejando hasta el último
momento la prenda que cubría su semi erecto miembro, solo quitándosela cuando
casi sintió que las miradas de St.Van y Lou quemaban su piel, quedándose
finalmente desnudo.
Y, en aquel instante, antes de que pudiera siquiera
reaccionar, tan rápido que BaRon apenas lo vio, Lou se movió para llegar de
nuevo a su lado, aplastándose fuertemente contra su cuerpo, abrazándolo con
fuerza y provocando que sus miembros se rozaran el uno con el otro, mandando
una intensa corriente eléctrica que recorrió todo el cuerpo de BaRon, que se
intensificó cuando éste decidió llevar sus labios a su cuello para besarlo y
morderlo, provocando que la sangre volviera a aparecer y que el vampiro se
volviera completamente loco de deseo una vez más.
Sí.
Definitivamente había necesitado aquello… y, sobre todo, necesitaba todo lo que
estaba por venir.
Cuando se separó de su cuerpo, BaRon supo que no lo haría
por mucho tiempo porque ambos deseaban estar pegado el uno al otro bajo la atenta
mirada de St.Van que esperaba pacientemente para acercarse a ellos, de la misma
forma que otras veces anteriormente había sido Lou el que había esperado por
ello, y tuvo razón… porque Lou simplemente se había separado de él para ir
hasta la enorme cama y sentarse sobre ella, invitándolo a que se sentara sobre
él, sobre sus piernas. BaRon le dedicó una pequeña sonrisa pícara antes de subirse
a la cama y llegar hasta él, sentándose sobre sus muslos, rozando
deliberadamente sus miembros el uno con el otro y llevando su mano derecha para
tomarlos ambos con esta y apretarlos aún más juntos, arrancando un débil gemido
de los labios del otro, sintiendo otra corriente eléctrica recorrer su propio
cuerpo por aquel contacto.
Se miraron a los ojos intensamente tan solo unos momentos,
sus miradas cargadas de deseo y de decisión sobre lo que querían y no hizo falta
que se dijeran una sola palabra para saber qué era lo que debían hacer en aquel
momento. Una de las manos de larguísimos dedos de Lou fue hasta su trasero y
comenzó a jugar con sus dedos en su entrada hasta que comenzó a introducir uno,
luego otro, creando espacio con ellos para su miembro y, sobre todo, excitándolo
muchísimo más, rozando una y otra vez aquel punto en su interior que lo volvía completamente
loco. Sus dedos siguieron haciendo aquello hasta que su cuerpo estuvo
completamente listo para él, lo que no le llevó demasiado tiempo, y después
sacó sus dedos de su interior, dejando en él un vacío que necesitaba ser
llenado.
Por eso, BaRon alzó su cuerpo un poco y dejó que el otro
vampiro guiara su miembro hasta su trasero y, cuando notó que la punta de éste
rozaba contra su entrada, empezó a dejarse caer sobre éste lentamente, sintiéndose
con más deseo del que jamás antes había sentido, cuanto más hondo llegaba el
miembro del otro. Una vez éste estuvo por completo en su interior, ambos
dejaron escapar un pequeño suspiro de sus labios, BaRon por sentirse lleno y
Lou por la sensación que le provocaba su interior. Las manos de Lou empezaron a
recorrer sus muslos de arriba abajo, desde su trasero hasta su rodilla y BaRon
se inclinó hacia delante para besar sus labios otra vez los suyos sin descanso,
posicionando sus manos sobre sus hombros, sujetándose con ellos a su cuerpo, antes
de empezar con el lento movimiento de su cuerpo para hacer que ambos se sintieran
muchísimo mejor.
No
obstante, antes de poder comenzar a moverse, BaRon sintió cómo el cuerpo de
St.Van se posicionaba contra su espalda, llevando sus manos a su cintura,
rozando con la punta de sus dedos el hueso de su cadera y con la punta de su
miembro su trasero. Aquel era el momento por el que todos habían estado
esperando, el momento en el que por fin su sed y su deseo iban a ser aplacados
y todos iban a disfrutar los unos de los otros como llevaban sin hacerlo desde
había demasiado tiempo. Las manos de St.Van se alejaron de su cintura y se
dirigieron hacia su trasero, levantándolo un poco y ayudando a que su entrada
se abriera un poco más, lo suficiente para poder internar su miembro también en
su interior, con lentitud, desplazando el miembro de Lou un poco, creando
espacio para ambos dentro de él hasta que estuvo dentro poco completo y otro
jadeo escapó esta vez de tres labios diferentes.
Si hubiera un paraíso para los vampiros, aquel sería el
paraíso de BaRon, en la cama con los dos únicos vampiros en los que confiaba y
por los cuales sentía cómo su sed y su hambre sexual llegaba hasta todos sus
límites, doblemente penetrado por ellos. Aquello era lo que más había deseado
desde que se había despertado, lo que había buscado cuando había ido a por
ellos a la sala del trono donde éstos lo habían esperado y aquello era lo que
había obtenido finalmente.
Sus movimientos fueron al principio un poco erráticos,
pero solo durante unos momentos, hasta que sus cuerpos se volvieron a
acostumbrar los unos a los otros, hasta que sus cuerpos volvieron a recordarse
los unos a los otros y entonces todo se volvió extremadamente delicioso. Los
labios de Lou viajaron a su cuello y los de St.Van también comenzaron a
recorrer su nuca, sus labios y sus dientes, besando, mordiendo compartiendo su
sangre mientras sus miembros se movían el uno contra el otro en su interior,
provocándole a BaRon el placer que tanto había necesitado hasta que el placer
se hizo completamente insoportable de contener y los tres estallaron y se
dejaron perder en él. Una intensa oleada de extrema sensibilidad atacando todo
su cuerpo se apoderó de BaRon en ese momento, siendo mucho más consciente de
los miembros de los otros dos vampiros en su cuerpo, apretándolos una y otra
vez en su interior y también la calidez del semen de estos; siendo a su vez
plenamente consciente de que aquello no había sido para nada suficiente y que
aquellos juegos de placer no habían hecho más que empezar.
BaRon necesitaba mucho más para que aquella sed se
detuviera… y tenía claro que St.Van y Lou se lo iban a dar.
Notas finales:
—Probablemente todos
habréis notado leyendo que en esta historia tienen los tres sus nombres
artísticos en lugar de los reales porque ya que esto iba de vampiros y ellos ya
tienen sus nombres de vampiros, no podía hacerles el feo de ponerles los
nombres reales. (Además que, BaRon, St.Van y Lou quedan de lujo en una historia
de esta temática, doscientas mil veces mucho mejor que ChungHyeop, GeumHyuk y HoSung,
que no tienen fuerza vampírica ninguna (?) Vosotros me entendéis).
—Escribiré más cosas de
VAV en los próximos tiempos porque me ha encantado hacer esto, así que, wait
for it.
—Y tal como he dicho en
las notas iniciales, esta es la última de las historias que se me ocurrieron
cuando el comeback de Thrilla Killa, siento muchísimo no haber sido capaz
de hacerlas en el tiempo que tenía planeado para ellas, pero la vida pasa y hay
mil cosas que no puedes controlar.
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