Epilogue
Eric
se sentía un poco mareado cuando se subió al autobús aquella mañana, después de
prácticamente toda la noche sin dormir se había tenido que levantar después de
que hubieran pasado como diez minutos desde que se acostara; pero el leve mareo
que había sentido al subir se había incrementado considerablemente con el
ajetreo del vehículo por la carretera. Si hubiera estado borracho o se pusiera
malo montando en autobús, tenía muy claro que ya habría echado hasta su primera
papilla… menos mal que tenía un estómago de acero al que no le afectaba
absolutamente nada, eso era lo único bueno que tenía su cuerpo, por el momento
simplemente era un saco de huesos desgarbado, esperaba que poco a poco se
comenzara a poner buenorro, sería un buen partido si no hubiera pegado el
estirón de golpe, haciendo que todo su cuerpo de repente fuera extraño, si
hubiera crecido todo al parejo, ahora tendría pareja y no estaría solo.
El
chico miró a un lado y a otro, observando a todos sus amigos. A ambos lados
suyos, en la fila de asientos del final donde se encontraba sentado justo en el
medio, se encontraban SunWoo y HyunJoon, compartiendo auriculares y con sus
manos entrelazadas… HyunJoon tenía incluso apoyada la cabeza en el hombro del
otro y Eric casi tuvo ganas de vomitar al verlos. Hacía dos días ni siquiera se
podían ver y ahora estaban así… casi había sido peor el remedio que la
enfermedad, ahora daban casi tantas nauseas como RenJun y JaeMin, que estaban
todo el día el uno encima del otro. A ellos no los estaba viendo, pero como si
los viera, estaban en los asientos de delante de SunWoo y HyunJoon, enroscados
el uno sobre el otro durmiendo a pierna suelta, de la misma forma que habían
echado el viaje de ida.
Delante
de ellos estaban Jeno y DongHyuck. Compadecía al pobre Jeno, la que le había
caído por ser el novio, barra, no novio de DongHyuck. de hecho, este había
jurado y perjurado que lo único que quería era sentarse en el lugar más
apartado del otro que le fuera posible, pero al final éste se le había sentado
al lado y, por mucho que Jeno había protestado y lloriqueado, no se había
marchado. Realmente lo compadecía. A su otro lado se encontraban Felix y
JiSung, hablando muy bajito, contrariamente a como siempre lo hacían, que
parecían tener megáfonos atascados en las gargantas. No había querido pegar la
oreja para escuchar lo que decían porque parecía algo muy privado y, ya que se
habían dado cuenta de que se gustaban, era mejor darles un poquillo de
intimidad. Por ahora le caían bien y no tenía ganas de vomitar porque aún no se
habían puesto empalagosos.
Y
delante de ellos dos estaban HyunJin y SeungMin. Eric solo podía ver la parte
de arriba de sus cabezas por encima de los asientos y se imaginaba que debían
de estar pegado el uno al otro haciendo algo, aunque sin muestras de cariño
porque ninguno era especialmente dado a ellas en público —si no se contaba
aquella vez en el campamento que se habían declarado amor eterno y se habían
morreado delante de la gente—.
La
verdad era que habían pasado muchísimas cosas en ese campamento, en la
concentración veraniega del equipo de béisbol —y del de vóley, aunque no se
habían encontrado para nada con las chicas de su colegio—, demasiadas cosas
como para que el chico pudiera asimilarlas todas de golpe. Habían aprendido un
montón de jugadas nuevas en los entrenamientos, jugadas que tendrían que usar
contra sus rivales en los últimos partidos y tratar de ganar por primera y
última vez porque aquel sería ya su último año de instituto, el último año en
el que todos ellos estarían juntos. Algunos harían las pruebas de acceso a la
universidad, otros comenzarían a estudiar para ser funcionario público y otros
simplemente se buscarían la vida en lo que pudieran. A SeungMin probablemente
lo ficharan para algún equipo porque era casi tan bueno como para ser
profesional.
Eric
se puso un poco triste en ese momento porque realmente les quedaba poco tiempo
para disfrutar todos juntos como lo habían hecho en aquel lugar, poco tiempo de
verse todos los días en clase y hacer el idiota en los descansos y la hora de
comer. Su tren de pensamientos fue interrumpido, no obstante, antes de que se
echara a llorar allí en mitad del bus por un berrido procedente de un par de
asientos delante suya. Ni siquiera se sobresaltó porque sabía perfectamente a
quien pertenecían aquellos berridos y sabía también a la perfección qué era lo
que iba a suceder después.
—AAAA AAILEN —cantó a
grito pelado DongHyuck, en cuanto empezó a escucharse aquella canción en la
radio del bus.
Inmediatamente
después de que la horrible voz de DongHyuck llenara el autobús, la cabeza de
Jeno asomó por los asientos mirando a sus amigos, buscando con sus ojos
desesperadamente a alguien que hiciera contacto visual con él hasta que
encontraron los ojos de Eric y le puso su cara de “sácame de aquí y mátalo, te
lo suplico”. Eric no pudo evitar soltar una pequeña carcajada porque cosas como
aquella no iban a cambiar nunca.
—Por
favor —dijo Jeno ante su carcajada—. Ayúdame a matarlo. Necesito que se calle o
te juro que cojo un martillo y rompo un cristal para tirarme del bus en marcha.
—Si
quieres que me calle —replicó DongHyuck, dejando de cantar—. Lo único que
tienes que hacer es comerme la boca.
—HELP.
Jeno
gritó aquellas palabras como último testamento antes de que DongHyuck se le
abalanzara encima, tal y como había dicho, para comerle la boca al otro y Eric
decidió que no iba a entrar ahí para salvar a absolutamente nadie, ya bastante
se había metido en la vida amorosa de sus amigos en ese campamento, ahora lo
único que le tocaba era descansar de todo, así que, cerró sus ojos y dejó que
la vida siguiera su curso.
Notas
finales:
—No me esperaba hacerlo tan largo, pero a medida
que fui planeando los capítulos, acabó yéndoseme todo de las manos y casi un
año enterito me ha costado escribir esto porque escribía un par de capítulos
seguidos y luego me tiraba meses sin poder escribir más… así que soy muy feliz
por haberlo podido acabar y estoy muy contenta con cómo ha quedado todo esto al
final.
—Espero que a vosotros os haya gustado leerlo
tanto como a mí escribirlo y que hayáis disfrutado y reído y os hayáis
frustrado con esta panda de idiotas.
—Ya mismo habrá por aquí otro serial largo y
bonito por aquí, aunque con otros protas completamente diferentes.
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