Título: 好きなんて (I
love you)
Autora: Riz Aino
Parejas: EunMin (Hong EunKi + Byun HyunMin) (RAINZ)
Calificación: PG
Géneros: AU, romance, humor, fluff
Número de palabras: 1.173 palabras
Resumen: en el último entrenamiento, HyunMin no
controla su cuerpo de la forma indicada y acaba cayendo al suelo y rompiéndose
el brazo.
Notas: fanfic escrito para el día 19 del Inktober, cuya palabra
era “sling” y yo la tomé como “cabestrillo”, el coso este que te ponen para que
no muevas el brazo cuando te lo rompes.
Comentario de autora: tuve una temporada en la que tenía mil
ganas a todas horas de escribir cosas de deportes y hacer esto me quitó el
gusanillo, aunque me gustaría escribir mil cosas más de deportes. Espero que os
guste.
好きなんて
(I
love you)
—Creo que no he conocido a nadie más idiota en mi vida
—comentó EunKi, sentándose sobre la cama en la que estaba HyunMin. El chico lo
miró mal, obviamente—. Es que… ¿cómo se puede uno romper el brazo con ese
ejercicio tan fácil?
—EunKi… —murmuró HyunMin—. Vete un ratito a la mierda, anda.
Pero en lugar de irse a la mierda, su amigo soltó la carcajada
más grande de todos los tiempos y HyunMin acabó bufando por ello. No tenía él
ya bastante con lo que tenía: el brazo derecho roto y tener que estar en el
hospital más de una semana, además de la imposibilidad de competir en los
campeonatos nacionales que eran en tan solo un mes porque no se habría
recuperado del todo, que encima el idiota de EunKi tenía que estar allí,
molestándolo. Habría preferido mil veces que hubiera ido a verlo al hospital
cualquier otro de sus compañeros de equipo, pero éstos estaban demasiado
ocupados con los entrenamientos como para poder hacer un poco de tiempo para él…
Eunki era el único que podía hacerlo porque también estaba un poco lesionado —se
había doblado el tobillo y hasta la siguiente semana no podría volver a
entrenar—, así que, en realidad, HyunMin prefería la soledad a aquel idiota
allí con él.
—Bueno… pero seriamente… —murmuró el chico, dejando de
reírse—. ¿Te duele mucho? Nunca he tenido un hueso roto.
—Ahora mismo estoy empastillado y sedado —dijo HyunMin—,
la verdad es que no siento mucho… pero cuando me caí ayer quería que alguien me
matara antes de seguir sufriendo —contó—. De hecho, le pedí a SungHyuk que me
matara, pero WonTak le dijo que ni se le ocurriera y me quedé con las ganas de
morir sin dolor.
—Vaya…
Después de aquello, ninguno de los dos volvió a hablar en
un rato, provocando que un silencio raro se instalara entre ellos. Ellos eran
de los que más hablaban, aunque en el equipo la verdad es que todos hablaban
bastante, por eso HyunMin se sintió bastante extraño e incómodo, por lo que,
decidió dedicarse a observar la escayola que tenía en su antebrazo y que estaba
sujeta a su cuello por el cabestrillo que le habían colocado para que no
moviera demasiado aquella extremidad. Todavía lo sentía todo demasiado raro y a
veces le picaba un montón el brazo y no podía rascarse, aquello lo frustraba un
poco, pero suponía que se acabaría acostumbrando a todo con el tiempo.
—¿Quieres que te escriba algo en la escayola? —le
cuestionó en ese momento EunKi, sacándolo de sus pensamientos—. Creo que tengo
un rotulador permanente en la mochila.
HyunMin vio cómo su amigo se agachaba para recoger su
mochila del suelo y comenzar a rebuscar en ella durante unos momentos hasta
encontrar dicho rotulador, con una expresión triunfante en su rostro cuando lo
sacó de la mochila y se lo enseñó.
—Trae —le pidió, quitando el tapón del rotulador, pero
HyunMin lo observó con los ojos entrecerrados, sin fiarse de él del todo—. No te
voy a poner nada raro, tú tranquilo.
—Ten una cosa en cuenta —dijo HyunMin, recolocándose
sobre la cama mejor para extenderle el brazo derecho al chico, que se
encontraba en su otro lado—. Si escribes algo raro o dibujas penes, diré que
has sido tú y mi madre te hará la cruz por el resto de tu vida… y sabes que mi
madre tiene muy mal genio.
—Lo tengo en cuenta —le respondió este—. No voy a poner
nada que haga que tu madre me odie para siempre.
HyunMin enarcó una ceja, sin terminar de creérselo del
todo, pero al final cedió y le dio el brazo a su amigo que inmediatamente se
puso a escribir algo sobre la escayola con aquel rotulador permanente. HyunMin
no pudo ver nada de lo que ponía porque la cabeza de EunKi estaba tapándole la
visión y tuvo que esperar hasta que éste terminara para poder ver qué era. Cuando
su amigo se alejó de su brazo, tapando el rotulador para que no manchara nada,
el chico movió su brazo lo poco que le dejó el cabestrillo para así ver lo que
le había puesto. De lo primero que se dio cuenta fue de que lo había escrito en
japonés y de lo segundo que se percató fue que él era un negado para aquel
idioma y que no iba a poder saber qué era lo que le había puesto a no ser que
lo buscara.
—Dime que no has puesto nada estúpido en japonés —murmuró,
mirando a su amigo, viendo cómo este se colgaba su mochila del hombro—, no sé
japonés, pero tengo un traductor en el móvil y lo voy a averiguar pronto.
—No es nada estúpido… —replicó EunKi—, aunque prefiero no
estar cuando lo mires, así que, bye.
Rápido y veloz como un rayo, su amigo se levantó y salió
corriendo de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas y dejando a
HyunMin confuso, sobre todo, porque no se había esperado aquella reacción, pero
en cuanto se repuso de aquello, lo primero que hizo fue coger su móvil y abrir
el traductor para buscar qué era lo que le había escrito. Tardó un poco en
escribir los signos que el otro le había puesto en el brazo porque todavía no
se acostumbraba a hacer nada con la mano izquierda, pero en cuanto lo tuvo todo
—fijándose no haber cometido ningún error al copiar— y le dio al botón de “traducir”,
HyunMin se quedó de piedra al ver lo que la traducción le mostraba.
Porque EunKi le acababa de poner “te quiero” en su
escayola.
Su corazón comenzó a latir rápidamente dentro de su pecho
y HyunMin quiso salir corriendo detrás de su amigo para hablar sobre aquello,
pedirle una explicación, preguntarle desde cuándo y cómo había pasado… pero se
había quedado paralizado y, por más que quería obligar a sus piernas a moverse,
éstas no le hicieron el más mínimo caso. Y HyunMin simplemente se quedó sobre
la cama de la habitación del hospital, mirando las palabras escritas en su
brazo escayolado y queriendo que su corazón dejara de latir tan ensordecedoramente
dentro de su pecho.
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