Título:
Fly me to the Moon
Autora:
Riz Aino
Parejas:
Hyo-J (HyoJin + J-US) (ONF)
Clasificación:
NC–17
Géneros:
AU, romance, smut, pwp, strippers
Número de palabras:
3.295 palabras
Resumen:
HyoJin y SungJoon trabajan en un club de estriptis gay y hacen una performance
de cowboy y policía en la que bailan, se tocan y se desnudan el uno al
otro.
Advertencias:
estriptis, tocamientos en público y relaciones sexuales explícitas.
Notas: si sois menores
o las escenas obscenas no os gustan, salid de aquí ya de ya porque básicamente
esta historia solo contiene ese tipo de cosas.
Comentario de autora: cuando salieron los teasers del nuevo álbum de ONF “SPIN OFF” y vi la foto de SungJoon, lo primero que pensé fue esto y después de ese pensamiento tenía que hacer sí o sí el fanfic. Espero que os guste.
—¿Te
has tomado la pastilla?
Es
lo que escucha HyoJin que le está preguntando JaeYoung a ChangYoon mientras
éste terminaba de colocarse la chaqueta vaquera que era parte de su vestuario
para la nueva actuación que presentaba aquella noche cuando llega al backstage,
unos minutos antes de lo que le toca para terminar de prepararse para su
actuación. No escucha lo que ChangYoon le contesta y eso es indicativo de que
no se ha tomado la pastilla para los nervios antes de salir al escenario y lo
más probable es que en aquellos instantes el chico se quiera morir por dentro y
por fuera de vergüenza. Hay momentos en los que HyoJin se pregunta el motivo
por el cuál está trabajando en aquel club de estriptis gay cuando le da una
vergüenza terrible desnudarse delante de los clientes, pero después de un rato
se le pasa la curiosidad. Todos y cada uno de ellos tiene un motivo para estar
allí, el motivo de ChangYoon le importa bastante poco en general… el motivo de
HyoJin, se dirige hacia él, rubio platino y su cuerpo moldeado envuelto en
cuero negro.
SungJoon.
Su
motivo se llama SungJoon y HyoJin a veces piensa que su motivo no es lo
suficientemente fuerte como para mantenerlo allí, pero se equivoca de forma
irremediable. Sí que es un motivo demasiado fuerte para que se quede en aquel
lugar, bailando sobre una plataforma mientras se desnuda, haciendo espectáculos
nuevos junto a él cada mes y escuchando los gritos de los hombres que van a
aquel club, ONF, a verlos —y que de vez en cuando los esperan a la salida con
la intención de hacer algo horrible con ellos, menos mal que JaeYoung puso un
par de guardaespaldas que son armarios empotrados y disuaden a todos aquellos
que los buscan—. HyoJin no odia del todo aquello, pero tampoco es su sueño
seguir en aquel lugar… sin embargo, allí estará hasta que SungJoon decida que
lo deja, porque no quiere dejarlo solo allí.
—¿Preparado para el nuevo espectáculo? —le dice SungJoon,
con una sonrisa que ilumina el mundo, pero que tiene un punto de picardía bajo
toda aquella luminosidad.
—Preparado —responde—. Nervioso también —sigue—, aunque
nunca tan nervioso como ChangYoon —añade, para quitar un poco de hierro.
—Nunca nadie ha estado tan nervioso ante algo como
ChangYoon cuando se sube al escenario —replica SungJoon, sonriendo de forma más
amplia—. Estás guapísimo de cowboy.
SungJoon dice aquello y le toca el ala del sobrero de cowboy
que lleva sobre la cabeza, mirándolo fijamente con aquellos ojos castaños
oscuro que son más profundos que la zona más profunda del océano. HyoJin siente
un escalofrío recorrer todo su cuerpo, pero decide ignorarlo como suele ignorar
todo lo que el otro le provoca. Solo son amigos. Nada más. Aunque al corazón de
HyoJin le dé por dar vuelcos cada vez que SungJoon está cerca de él y lo toca
sobre el escenario. Quiere decirle que también está espectacular vestido de
policía con todo aquel cuero negro y la pistola de fogueo y las esposas que
lleva en la cintura, pero no se lo dice porque sabe que como abra la boca está
completamente perdido.
Simplemente asiente y se da la vuelta para coger los
últimos detalles de su traje, el lazo enrollado que se engancha en los
pantalones y se coloca bien la chaqueta marrón con tachuelas. Las botas de cowboy
le hacen un poco de daño, pero es lo primero que se va a quitar en el
escenario, así que no le preocupa demasiado.
—Id preparándoos —les dice JaeYoung, apareciendo en el
backstage—. ChangYoon está a punto de terminar su espectáculo y tenéis que
salir rápido.
HyoJin asiente y supone que SungJoon también ha hecho lo
mismo, porque JaeYoung les indica con la mano que pueden ir hasta justo detrás
del telón para ver de terminar la actuación de ChangYoon y salir en cuanto el
otro chico atraviese el telón de vuelta al backstage. Fuera, en el escenario,
en la sala, es todo música, color y gritos, mientras el cuerpo semi desnudo de
ChangYoon se mueve, guiado por el impulso de la música, a pesar de que se le ha
olvidado tomarse la pastilla para los nervios y en aquellos momentos debe de
estar pasando la mayor vergüenza de su vida. Cuando la música termina, el chico
recoge su ropa del escenario mientras los clientes jalean que quieren más de él
de lo que les puede dar por contrato y se dirige, con la mayor rapidez que le
permiten sus piernas, hacia el backstage. Al pasar por su lado, HyoJin se da
cuenta de que está rojo como un guiri en las playas de la costa del sol, pero
no puede darle una palabra de ánimo, ni decirle que lo ha hecho bien, porque en
ese momento las luces de la sala se apagan y la mano de SungJoon en su cintura
lo apremia a caminar hacia el escenario porque les toca a ellos hacer su
actuación de la noche.
HyoJin camina a trompicones con aquellas botas a las que
todavía no se acostumbra y que quiere quitarse ya con la mano de SungJoon
guiándolo desde atrás. Hay dos zonas de escenario, la principal, lejos de la
mayoría de los clientes del local y la península, que se adentra justo hasta el
centro de la sala, donde los hombres que van a ver aquellos espectáculos se
agolpan para estar más cerca. En la primera es donde suele actuar ChangYoon,
pero ellos avanzan hasta la península, mucho más cerca de la acción y, donde si
los clientes alargan sus manos, casi pueden tocarlos. Justo cuando ambos se
colocan en sus respectivas posiciones para el espectáculo, las luces se
encienden, cegándolos por un momento, y la música comienza a escucharse resonar
en el lugar. HyoJin suspira profundamente y se gira hacia SungJoon para
comenzar.
Lo recibe la mirada lujuriosa de SungJoon, mordiéndose el
labio inferior, en el que hoy ha colocado un pendiente de pega, un aro que a
HyoJin le dan ganas de morder, pero su espectáculo no consiste en eso y tiene
que ser profesional, como lo ha estado siendo todo aquel tiempo que lleva
trabajando en aquel lugar. HyoJin deja la cabeza en blanco y se dirige a
SungJoon, colocando sus manos sobre sus hombros, notando los músculos
endurecidos de éstos aún sobre el cuero de la ropa que se pega a su cuerpo como
una segunda piel, y comienza a moverse, a bailar, frotándose contra SungJoon.
Los gritos del público se hacen mucho más fuertes y ensordecen sus oídos tanto
que la música es una melodía lejana para él y simplemente deja que su cuerpo se
mueva guiado por la práctica, por las veces que ha ensayando la actuación con
SungJoon en el último mes. Se frota contra él, se agarra fuertemente a él, y se
acerca a él, acerca su rostro lo suficiente como para que la gorra de SungJoon
y el ala de su sombrero se rocen y lo mira, con fuego en sus ojos, las luces de
colores del local creando dibujos abstractos en la piel nívea de su rostro y
que, en breves, creará aquellos mismos dibujos sobre la piel del resto de su
cuerpo.
La música continúa y el espectáculo avanza, las manos de
SungJoon sobre su cuerpo le quitan la chaqueta y la tiran sobre el escenario,
para después colarse por debajo de su camisa y mandarle descargas eléctricas
por el roce de la yema de sus dedos contra su piel. Tiene las manos frías en
contraste con cómo HyoJin se siente de caliente en aquellos momentos, aunque
imagina que todavía se va a volver más caliente según la actuación siga su
curso. Giran el uno contra el otro, se rozan, se tocan, la ropa comienza a ser
retirada y sus cuerpos a exponerse para las personas que han pagado para ver
aquella actuación. Las botas de cowboy de HyoJin las tira en un rincón
del escenario y envuelve con sus piernas la cintura de SungJoon, las manos
grandes de éste agarrando fuertemente su trasero para que no se caiga mientras
avanza por el escenario, mucho más cerca de la multitud. HyoJin mete los dedos
en su pelo recién decolorado rubio, le quita la gorra de policía, lo sujeta del
pelo y tira hacia atrás de su cabeza, dejando expuesta su garganta. El público
contiene el aliento y HyoJin tiene que hacer acopio de toda su fuerza mental
para no inclinarse sobre aquel cuello e hincar los dientes en él, marcando su
piel.
La ropa continúa volando por el lugar mientras la música
va llegando a su clímax. A HyoJin ya no le quedan más que los calzoncillos, en
los que se adivina un bulto creciente que realmente no debería estar ahí, pero
la carne es débil y nadie puede esperar que después de varios interminables
minutos restregándose contra SungJoon esté fresco como una rosa. Los
calzoncillos es la única prenda que no se quitará. Es un club de estriptis
homosexual, pero hay reglas que deben de cumplir y no puede haber desnudez
completa en sus espectáculos y tampoco cámaras entre los clientes porque lo que
suceda en el lugar, no puede ser difundido. SungJoon conserva todavía aquellos
pantalones de cuero que le hacen un culo impresionante, aunque no los va a
conservar durante mucho más tiempo porque la canción de su actuación se acerca
a su fin y ambos deben de quedar en las mismas condiciones. HyoJin se agacha,
se pone de rodillas, toca la entrepierna de SungJoon por encima del pantalón de
cuero y éste exageradamente “gime”. El público grita, jalea, pide más y HyoJin
se lo da, porque baja los pantalones de cuero inmediatamente, dejando por fin
en calzoncillos a SungJoon, quien también tiene una erección pulsante entre sus
piernas.
El espectáculo llega a su fin cuando
HyoJin vuelve a ponerse en pie y SungJoon lo toma de la cintura para acercarlo
a su cuerpo lo máximo posible, tanto que no queda absolutamente ningún lugar en
sus cuerpos que no se esté rozando. La piel de HyoJin hierve y la de SungJoon por
fin está caliente cuando éste coloca sus manos en sus hombros. Ambos acercan
sus rostros, sus narices se rozan y la música se acaba y las luces se apagan.
La sala del local se llena de
gritos, se llena de aplausos, se llena de protestas porque quieren mucho más y
ambos solo pueden respirar de forma entrecortada contra los labios del otro
durante unos momentos. Demasiado cerca, pero a la vez demasiado lejos. Se
acaban separando porque es lo que tienen que hacer y, cuando las luces se
encienden le dan las gracias al público y recogen toda su ropa que ha quedado
desperdigada por el lugar, recogiendo también algunos billetes que los clientes
les han dejado sobre el escenario o que les dan en mano cuando se acerca al
borde. HyoJin les sonríe, pícaro, mientras no puede evitar rememorar las manos
de SungJoon en su cuerpo durante toda la actuación, notando cómo su erección
crece por momentos.
Cuando salen del escenario, HyoJin
no le dirige la palabra. No le dice “lo hemos hecho genial, nos vemos mañana”.
No le dice “ha sido increíble, hemos enloquecido al público”. No le dice “me
has enloquecido a mí y no dejo de pensar en tus manos recorriendo todo mi
cuerpo”. No lo dice porque se supone que allí no son más que colegas y que
fuera del ONF son simplemente amigos. HyoJin no dice absolutamente nada y
simplemente se dirige hacia su camerino, aquel que comparte MinKyun, a quien le
toca la siguiente actuación de la noche.
Solo, en su camerino, con su miembro pulsando
dentro de sus calzoncillos, HyoJin no puede evitar llevar su mano a aquel lugar
y tocarse, mirándose al espejo e imaginándose que los dedos que envuelven su
erección no son los suyos, sino los de SungJoon y siente que se derrite poco a
poco, queriendo llegar al orgasmo lo más rápido posible, antes de que MinKyun
regrese y lo vea allí tocándose, porque MinKyun no sabe tener la boca cerrada y
le va a preguntar, le va a insinuar cosas y HyoJin va a tener que confesar
cosas que no quiere confesar por nada del mundo.
Cuando está a punto de correrse, la
puerta del camerino se abre con un crujido y HyoJin salta en su asiento y mira
en el espejo quién es la persona que ha entrado, descubriendo el pelo rubio
platino de SungJoon al hacerlo. HyoJin quiere esconder su erección, pero su
rostro sonrojado, su respiración agitada y las manos en su entrepierna,
ocultando lo inocultable lo delatan. SungJoon le dedica una sonrisa torcida,
una de aquellas sonrisas que generalmente le muestra en el escenario y que
provocan en su cuerpo todo tipo de sensaciones que HyoJin se ha estado
dedicando a obviar día sí y día también desde que trabaja en aquel local, y
después cierra la puerta del camerino y se dirige hacia él, con un fugo en su
mirada oscura que no deja lugar a dudas lo que quiere estando allí. Y lo que
quiere es lo que HyoJin también quiere. Ambos están erectos, ambos necesitan
descargar toda la tensión acumulada en sus entrepiernas, ambos quieren que sea
la mano del contrario la que los ayude a hacerlo.
No hablan. No hace falta. Se conocen
desde hace más de diez años. HyoJin se levanta y se muestra totalmente
empalmado. SungJoon avanza hacia él y, en tan solo unas zancadas, se coloca
contra su cuerpo, rozando sus erecciones, provocando que un débil gemido escape
de la boca de HyoJin, provocando un débil siseo escapar de sus propios labios.
Cuando la mano de SungJoon envuelve
su erección y la de éste, HyoJin siente que sus piernas son de mantequilla y
que se va a caer redondo al suelo, pero con la otra mano, SungJoon lo sujeta
por la cintura y lo atrae mucho más a su cuerpo. Sus rostros están a solo unos
centímetros, pero ninguno de ellos cruza la escasa distancia que los separa,
como si, dentro de su locura, aún estuvieran lo suficientemente cuerdos como
para identificar que si daban ese paso, que si cruzaban aquellos centímetros y
sus bocas se encontraban, todo iba a tener otro significado mucho más profundo
de lo que lo tiene en aquellos momentos, en los que simplemente están
desahogando su deseo sexual acumulado durante una actuación en la que se han
dedicado a ponerse calientes el uno al otro mientras el público del local los
jaleaba.
Sin poder soportarlo mucho más,
HyoJin se acaba corriendo en la mano de SungJoon, contra la erección caliente
de éste y echa su cabeza sobre su hombro, faltándole el aire, temblando en un
orgasmo que lo siente desde lo alto de su cabeza a la punta de los dedos de sus
pies. SungJoon sigue moviendo su mano sobre su propia erección hasta que unos
segundos después también estalla de placer y se agarra fuertemente al cuerpo de
HyoJin para no caerse. Ambos se sujetan fuertemente el uno al otro, aunque se
han quedado sin fuerza y, si el otro no estuviera apoyándolos, ambos irían al
suelo, enredados el uno en el otro.
No dicen nada. No porque no quieran,
sino porque escuchan voces que se acercan por el pasillo, cada vez más cerca.
Voces que conocen demasiado bien y que saben perfectamente que se dirigen a
aquella habitación. Se separan corriendo, aunque prácticamente no se sostienen
en pie. HyoJin le lanza unos cuantos de pañuelos desechables para que se limpie
y él mismo se limpia los restos de su eyaculación. Se miran, HyoJin puede ver
cómo en los ojos de SungJoon hay una promesa, una promesa de que aquello no ha
acabado allí y, antes de que pueda discernir las implicaciones de esa promesa
asiente y una sonrisa pícara de SungJoon al esconderse detrás de la puerta hace
que un escalofrío recorra su cuerpo. HyoJin se sienta en el sillón, como si se
estuviera quitando el maquillaje de la actuación y cuando MinKyun entra en el
camerino junto a Yuto, finge lo mejor que sabe que allí no ha pasado nada que
no sea lo normal y corriente mientras SungJoon se escabulle antes de que nadie
se de cuenta de que estaba allí.
HyoJin habla con MinKyun y con Yuto
como si nada hubiera sucedido en aquel lugar, aunque ha pasado todo. No sabe
cómo no se dan cuenta de lo caliente que está el camerino y del olor a sexo que
desprende. No sabe cómo pueden obviar que en esos momentos su interior está
prácticamente en ebullición, mientras su cerebro no para de mostrarle las
imágenes de la mano de SungJoon sujetando su miembro y llevándolo al éxtasis.
HyoJin no sabe cómo puede aparentar una calma y tranquilidad que no siente
hasta que sale del camerino, despidiéndose de ellos y corriendo hacia la salida
del ONF donde SungJoon lo está esperando con una sonrisa pícara en su rostro y
la promesa de una noche de sexo inolvidable que les va a crear más problemas
que solucionarlos, pero a ninguno le parece importar nada de aquello.
Cuando un rato más tarde, llegan al
apartamento de HyoJin, la ropa les sobra en cuanto cruzan la entrada y los
labios que antes no se han atrevido a besar, ahora los buscan con
desesperación, con ansias y con demasiadas ganas. Sus bocas chocan, sus lenguas
se encuentran y ninguno es capaz de detenerse, de detener los besos, de detener
sus manos, de dejar de buscar el cuerpo del otro. HyoJin siente que hierve y se
derrite entre los brazos de SungJoon y los gemidos que no paran de escapar de
la boca de SungJoon le demuestran que el otro también está a punto de
ebullición entre los suyos. Desesperados, desenfrenados, buscando la forma más
directa de acabar alcanzando el cielo estrellado con sus dedos, volando alto,
hasta la luna, estallando en un orgasmo mucho más espectacular del que lo fue
el del camerino a pesar de que todavía siguen en la entrada, con la ropa a
medio quitar y un lívido que no parece desaparecer, como si lo hubieran estado
conteniendo, ambos, durante demasiado tiempo.
Y deberían hablar, pero no lo hacen,
no lo hacen porque es mucho más fácil consumirse en el placer antes que
expresar por qué se sienten tan desesperados el uno del otro, por qué no se
pueden separar, aunque el orgasmo los ataca y los deja débiles durante un buen
rato, por qué no quieren dejar lo que están haciendo. No. Esa noche no hablan
sobre ello. Lo tendrán que hacer, pero es un problema para el futuro. Aquella
noche lo único que hacen es sentir sus cuerpos de mil y una formas diferentes,
hasta que la luna desaparece del cielo y el alba llega.
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