Título: Back Door
Autora: Riz Aino
Parejas: MinSung (MinHo + HAN)
(Stray Kids)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, restaurant,
romance, pwp, smut
Número de palabras: 1.191 palabras
Resumen: durante su descanso,
la puerta de atrás del restaurante de cinco estrellas Michelin en el que MinHo
y JiSung trabajan, es su lugar de encuentro.
Advertencias:
básicamente un blowjob en un callejón, con la adrenalina de que en cualquier
momento puede aparecer alguien. Menores de edad, alejaos de esta historia.
Notas: historia escrita para @Estrella1DMalik,
que me pidió esto.
Comentario de autora: no suelo
escribir cosas de este estilo con gente de la 00’line, pero me he dado cuenta
de que la 00’line ya tienen 20 añazos aunque yo siga pensando que son unos
bebés. Espero que te guste.
Back Door
La puerta de atrás del restaurante
se cerró con fuerza e inmediatamente después, la espalda de JiSung acabó contra
ella. El chico no pudo evitar soltar un pequeño quejido por el golpe, mezclado
con un leve gemido por culpa de los labios que cubrieron su cuello, comenzando
a besar allí donde su piel estaba expuesta, mientras unas manos desabrochaban
los primeros botones de la camisa de su uniforme, con la intención de exponer
aún más piel. JiSung se tapó la boca con las manos para no volver a dejar
escapar ningún sonido de sus labios. El callejón estaba oscuro, la puerta
cerrada, pero cualquier persona que pasara cerca o que se encontrara al otro
lado de la puerta, podría escucharlo y los verían. A JiSung le gustaba aquello
que estaban haciendo, pero tampoco quería que ningún compañero del trabajo
abriera la puerta o algún transeúnte, cliente o no del restaurante, pasara y
los encontraran de aquella guisa.
Los besos de su acompañante
detuvieron su camino descendente por su cuello y el trozo de pecho que quedaba
al descubierto a través de los botones de la camisa del uniforme que ya habían
sido abiertos y dejó un corto beso sobre sus manos para indicarle que las
retirase de su rostro. JiSung lo hizo y, al instante, aquellos labios que lo
volvían completamente loco, cubrieron los suyos, dejándolo sin aliento.
Correspondió al demandante beso, moviendo sus labios, su lengua, queriendo
atrapar la ajena, hasta que al final tuvieron que romper el beso, ambos faltos
de aire. Las piernas de JiSung eran de mantequilla en ese momento, pero al ver
el brillo juguetón en la mirada del mayor, supo que la cosa no iba a acabar
allí y que, muy probablemente, sus piernas no lo iban a poder sujetar en
algunos minutos.
—Tenemos que volver pronto, MinHo… —alcanzó
a decir, tratando de evitar lo que el otro tuviera en su mente—. Antes de que
los demás nos echen de menos.
—Ahora mismo no hay mucha gente en
el restaurante —respondió, con una sonrisa gatuna—. Además… —se acercó de nuevo
a su rostro, dejando un beso corto en sus labios, para después inclinarse sobre
su oreja izquierda y susurrarle—: solo voy a necesitar unos pocos minutos.
Diciendo aquello, una de sus manos,
que había viajado sin que él se diera cuenta, hasta su entrepierna, agarró el
miembro de JiSung por encima de la tela de los pantalones del uniforme e hizo
que el chico se tuviera que morder la lengua para no soltar ningún gemido.
Siempre había sido muy sensible, MinHo lo sabía y, además, sabía perfectamente
que, si lo tocaba allí abajo, se volvería completamente loco y cedería. Cedería
a hacer cualquier cosa que el mayor tuviera planeada hacer allí, en aquel
callejón, contra la puerta trasera del restaurante de cinco estrellas Michelin
en el que trabajaban como camareros. JiSung a veces odiaba a su novio.
Apenas unos momentos más tarde,
cuando el miembro de JiSung comenzaba a endurecerse, MinHo simplemente se dejó
caer de rodillas sobre el suelo de cemento del callejón y desabrochó con
rapidez el botón y la cremallera de los pantalones de JiSung.
—MinHo —protestó en un siseo, cuando
su mano derecha se introdujo en sus calzoncillos, tocando directamente su
miembro—. No lo hagas.
—Ya estás duro, JiSung —replicó el
mayor—. No puedes entrar de nuevo con una erección… los clientes se
escandalizarían…
—Tampoco puedo entrar con los
calzoncillos llenos de semen —contestó, con un hilo de voz, porque no quería
que lo escucharan y porque la mano del otro estaba jugando con la punta de su
miembro en aquel momento y JiSung simplemente tenía ganas de gritar de placer.
—Por eso estoy aquí abajo —dijo
MinHo, con una de aquellas sonrisas pícaras que volvían loco a JiSung.
Su miembro acabó siendo expuesto al
aire fresco de aquella noche y un escalofrío recorrió todo su cuerpo ante aquel
contraste de temperatura. No obstante, no tardó demasiado en estar en otro
ambiente cálido porque los labios de MinHo comenzaron a moverse por toda su
extensión, dejando besos aquí y allá, usando su lengua de vez en cuando. JiSung
volvió a taparse la boca con sus manos para evitar que cualquier sonido delator
acabara escapándose de sus labios y se apoyó contra la puerta cerrada con aún
más fuerza. Realmente MinHo lo volvería loco en cualquier momento… pero lo peor
era que a JiSung apenas le importaba.
El mayor solo tardó unos instantes
en dejar de torturarlo con pequeños besos y se introdujo finalmente su miembro
en su cálida boca. Poco a poco, primero la punta, luego adentrándose más y más,
apretando sus labios alrededor de éste y provocándole a JiSung un escalofrío de
placer que recorrió todo su cuerpo, desde su cabeza hasta la punta de los dedos
de sus pies. Sus rodillas temblaron y las manos de MinHo se agarraron
firmemente a sus caderas para sujetarlo antes de que cayera al suelo. Aquello
era realmente lo mejor, aunque al chico jamás se le habría ocurrido hacer algo
así en la puerta de atrás del restaurante.
JiSung acabó corriéndose pronto, en
tan solo unos momentos, la boca de MinHo siempre había hecho maravillas con él
y el chico simplemente trató de no gemir para que no lo escucharan mientras se
sentía ligero como una pluma y su cuerpo no paraba de tener pequeños espasmos
de placer. Aquello había sido tan raro y tan increíble a la vez, pero su cabeza
no estaba en esos momentos allí, su mente no estaba allí con él, estaba mucho
más lejos. JiSung ni siquiera se dio cuenta de que MinHo volvía a meter su aún
muy sensible miembro dentro de sus calzoncillos, ni de que subía y cerraba sus
pantalones y le volvía a recolocar la camisa del uniforme tal y como la tenía
antes de salir por la puerta. JiSung solo se dio cuenta de que ya estaba todo
correcto, cuando MinHo lo hizo retirar sus manos de su boca de nuevo, para
dejar un corto beso sobre sus labios y le dijo:
—Volvamos dentro.
Con las piernas que todavía no le
respondían del todo, JiSung se adentró de nuevo en el restaurante, sabiendo que
aquella había sido una experiencia única y sabiendo también que, después de
aquello, MinHo se iba a volver más y más atrevido en el trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario