Título: My one and only (love)
Autora: Riz Aino
Parejas: JayHoon
(Jay +
SungHoon) (ENHYPEN)
Clasificación: PG
Géneros: AU, high school,
romance, drama
Número de palabras: 1.096 palabras
Resumen: SungHoon siempre ha sido el único amigo de Jay, el único que ha estado junto a él toda la vida… y el único junto al que Jay quiere pasar lo que le queda de vida.
Notas: historia inspirada por la carta que Jay le deja a SungHoon en la que lo nombra como “mi único compañero” porque ambos se presentaron como unit en el primer capítulo.
Comentario de autora: no sé qué me ha dado con las historias fluffies, pero llevo una racha buena y larga. Espero que os guste.
My one and only (love)
Si Jay pensaba en
su vida cuando era pequeño, recordaba vagos momentos de ésta, momentos en los
que estaba con su familia, momentos en los que jugaba con sus juguetes o
momentos en los que simplemente no estaba haciendo nada en especial más que
mirar a la nada… no obstante, en la mayoría de esos recuerdos, siempre había
habido alguien que había estado a su lado y que había crecido con él, a la vez.
SungHoon. Su amigo de toda la vida. Jay ni siquiera recordaba cuándo fue la
primera vez que se encontraron, solo que cada vez que pensaba en su vida, el
chico siempre había estado ahí con él. No solo de pequeños, cuando las memorias
eran difusas y vagas, sino también a lo largo de su crecimiento. Siempre juntos
en las clases, siempre juntos en las actividades extraescolares a las que se
apuntaban, siempre juntos volviendo del colegio o yendo a cualquier lado.
Siempre habían sido ellos dos, siempre habían estado juntos, siempre había sido
así… hasta aquel momento.
En el último año
del instituto, ambos habían sido separados en diferentes clases y Jay se dio
cuenta en ese momento de que había pasado tantísimo tiempo junto a SungHoon,
que no había aprendido a relacionarse realmente con las demás personas, por lo
que le costó bastante poder adaptarse a aquella situación en la que tenía que
vivir un montón de horas al día sin SungHoon, casi sin poder verlo nada más que
durante el camino de ida y vuelta a casa y algunos almuerzos en los que
coincidían. Echaba de menos constantemente a la persona que siempre se había
encontrado a su lado y, muchas veces, no podía evitar las ganas de estar con él
y durante los descansos entre clases acababa yéndose a la clase de al lado para
estar con el chico.
La vida sin SungHoon
a su lado en todo momento era extraña, insulsa, y Jay nunca se había dado
cuenta de lo importantísimo que el otro chico era en ésta hasta que habían sido
separados. Siempre había sido su amigo y siempre había estado ahí para él, por
lo que había dado por hecho que las cosas seguirían por siempre igual… pero,
obviamente, así no funcionaba el mundo.
Jay, no obstante,
trató de ver la cara positiva en no pasar todo el día junto a SungHoon. Trató
de hablar con las demás personas de su clase y hasta trabó alguna amistad que
otra, aunque no fueran comparables a la amistad que mantenía con SungHoon. Nada
era realmente comparable a ella, de tal forma, que Jay comenzó a plantearse
cuál era el motivo por el cual se sentía tan ansioso al no estar junto a SungHoon,
aquellos sentimientos tan profundos de anhelo y lo muchísimo que lo echaba de
menos a pesar que, después de todo, seguían viéndose todos los días. Jay
siempre le había dado muchas vueltas a las cosas, siempre había pensado mucho
en qué lo llevaba a hacer una cosa o la otra y con aquella situación, no iba a
ser diferente tampoco.
Pensar hipótesis,
ponerlas a prueba y ver si la teoría que había elaborado sobre sus sentimientos
era la correcta una y otra vez. Después de todo, Jay quería ser un hombre de ciencia
y aquello era otra experiencia como cualquier otra para poner en práctica sus
conocimientos y, para así hallar una solución a sus problemas. Porque Jay se
sentía alicaído y triste cuando SungHoon no estaba a su lado, quizás rayaba un
poco la obsesión, pero el chico había sido su único amigo durante toda su vida
y podía pasar, ser un poco amigo intensito. Sin embargo, todos sus ensayos y
errores durante las puestas en prueba de sus hipótesis, al final lo habían
llevado a elaborar una teoría en la que en el fondo no estaba totalmente
seguro.
Tenían dieciocho
años, estaban en el último año de instituto haciendo demasiadas cosas
académicas para que fuera realmente bueno para su salud y Jay nunca jamás se
había planteado su sexualidad y, de hecho, no se la habría planteado de no ser
porque había escuchado a unas chicas de su clase murmurar sobre cómo habían
visto a dos chicos de otra clase, besándose a escondidas. La homosexualidad no
era algo que estuviera ni bien visto, ni era un tema del cual se pudiera hablar
sin estigma, tampoco era fácil acceder realmente a mucha información a no ser
que se buscara expresamente y, en sus dieciocho años de vida, a Jay jamás se le
había ocurrido que pudiera gustarle una persona de su mismo sexo, que pudiera
gustarle alguien que no fuera una chica mona y encantadora y que en su lugar
quien le gustara fuera la persona que había estado toda su vida a su lado y a
la que echaba de menos terriblemente cuando no lo veía.
Jay nunca se lo
había planteado… pero en el momento en el que lo hizo, algunas piezas del
rompecabezas caótico que eran sus sentimientos comenzaron a encajar de forma
completamente lógica y a Jay se le cayó el mundo encima porque se acababa de
dar cuenta de que quería que la persona que había sido su amigo durante toda su
vida, estuviera a su lado durante el resto de su vida… pero lo hiciera como
algo más que un amigo. Y si ya sus sentimientos eran un caos absoluto de por
sí, sabiendo aquello, el caos se volvió aún peor porque nuevas preguntas
aparecían en su mente cada dos por tres y el chico necesitaba comprobar
absolutamente todo y dar con las respuestas adecuadas sin prácticamente guía en
aquel asunto. No obstante, Jay sabía que en algún momento finalmente acabaría
descifrando absolutamente todo de sí mismo y, en ese momento, trataría de
descifrar lo que SungHoon pudiera pensar o sentir por él.
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