Título: The Favorite
Autora: Riz Aino
Pareja: JohnDo (Johnny + DoYoung) (NCT)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, mafia, romance, smut, pwp
Número de palabras: 2.602 palabras
Resumen: DongYoung es el favorito de Johnny.
Advertencias: juegos de azar en un
casino y relaciones sexuales explícitas.
Notas: la idea nació de mi incapacidad de estarme quieta a hacer
portadas cuando una foto mínimamente sensual o bonita se aparece ante mí.
Comentario de autora: quería hacer algo de NCT porque llevaba tiempo sin escribir de ellos
y se me antojó muchísimo hacer este fic. Espero que os guste.
—Sopla los dados, guapo y dame suerte
—dijo Johnny, acercándole su mano derecha cerrada, en la que tenía los dados
rojos con los que estaban jugando aquella partida—. Necesito un diez.
DongYoung
inclinó su rostro hacia la mano grande que le tendía y sopló levemente sobre
ella tal y como había estado haciendo toda la noche, sentado sobre los muslos
de Johnny, su cintura siendo sujetada por su mano izquierda con fuerza y, sobre
todo, posesión. Éste le dedicó una sonrisa pícara una vez sopló y abrió su mano,
dejando caer suavemente los dados sobre el tapete de color verde de la mesa.
DongYoung giró su cabeza hacia la mesa, el corazón latiéndole a mil por hora,
expectante por el resultado que pudiera salir. Si salía un diez, Johnny ganaría
la partida y una suma bastante grande de dinero, pero si salía cualquier otro
número en los dados, quien se llevaría el dinero sería el tipo que se
encontraba a su lado, Nakamoto, uno de sus clientes en Japón. Contuvo su
respiración cuando los dedos empezaron a girar más lentamente, hasta que éstos
marcaron un seis y un cuatro. DongYoung no pudo esconder su agitación y alegría
y dio un pequeño salto en las piernas de Johnny, provocando que éste riera bajo
él, DongYoung notando la vibración de su cuerpo en el suyo.
—Has ganado al
final, Johnny Suh —dijo Nakamoto, levantándose de su asiento, tendiéndole la
mano.
—Esta noche he
tenido la suerte de mi lado —respondió, estrechando aquella mano.
Después de
aquello, le dio un toquecito a su cintura y DongYoung supo inmediatamente qué
era lo que debía de hacer. Se levantó de sus piernas y se alejó lentamente,
tratando de pasar desapercibido en la sala de aquel casino, pegándose a una de
sus paredes. Johnny se levantó y comenzó a hablar con los clientes que esa
noche habían acudido a su casino clandestino para tratar algunos temas
importantes y jugar un poco. Apostar grandes sumas de dinero para divertirse un
rato y confraternizar para que los negocios fueran bien y que no cayeran en
manos de las mafias rivales. Primero jugaban, liberaban así sus tensiones y
después se reunían en otra de las salas del casino, para hablar de los
negocios, beber algo de alcohol, fumar mucho tabaco y dejar tratos sellados.
DongYoung sabía cómo iba todo aquello y sabía cuál era su papel en todo ese tinglado,
simplemente debía pasar la noche allí, sentado sobre las piernas de Johnny
hasta que acabaran de jugar, tratando de darle suerte soplando sus dados, algo
que a veces funcionaba y otras no, hasta que el juego terminaba y después se
tenía que esconder en las sombras de la sala y esperar a que todo el mundo se
hubiera ido, esperar a que Johnny volviera a por él para ir hasta su casa,
donde se acostaban juntos hasta el amanecer. DongYoung era el favorito de
Johnny y aquellas eran algunas de sus obligaciones como tal.
Johnny se giró
hacia él durante un solo segundo, dedicándole una sonrisa pícara, antes de
dirigirse hacia sus invitados de la noche y guiarlos hacia las puertas dobles
que daban a la siguiente sala a la que iban a pasar. Una vez las puertas se
cerraron tras ellos, lo único que quedaba era esperar.
~
Las despedidas no se hicieron demasiado largas una vez
todos salieron de la habitación en la que habían mantenido aquella reunión
informal tras el juego, algunos apretones de manos, confirmaciones de que lo
que habían hablado se haría realidad, de una forma bastante críptica y poco
más. En apenas unos momentos, solo los hombres de Johnny quedaban en aquel
casino clandestino que regentaba aquella familia mafiosa afincada al sur del
río Han, pero éste también se despidió de ellos, dejando que se fueran del lugar.
—No os preocupéis por nada —les dijo
Johnny, sentándose en el mismo sitio en el que había estado antes, cuando había
estado jugando horas antes—. Voy a quedarme un rato con DongYoung para probar
si sigue teniendo suerte esta noche.
Sus hombres asintieron
y, uno tras otro, fueron saliendo del casino para dejarlos completamente solos.
DongYoung seguía en su puesto cerca de la pared, donde había estado desde que
el juego había terminado, esperando a que Johnny volviera a por él, sintiéndose
un poco intrigado porque era la primera vez que ambos se quedaban en el casino
después de una de aquellas reuniones. No sabía qué era lo que podía tener éste
en mente, pero cuando las puertas se cerraron después de que todos se fueran
del lugar, Johnny le dedicó una sonrisa pícara y le indicó con un movimiento de
su mano que fuera hasta él. Solo por aquella sonrisa, DongYoung supo que lo que
debía haber pensado hacer no podía ser muy decente y todo su cuerpo lo
anticipó.
—No he dejado
de pensar en ti y en todo lo que quiero hacerte hoy en toda la noche —comentó
cuando llegó a su lado, agarrándolo por las caderas y guiándolo hasta la mesa—.
Porque quiero hacerte sentir muy bien.
DongYoung
acabó subiéndose a la mesa, tal y como Johnny le indicó, sentándose con las
piernas abiertas para que el cuerpo del mayor estuviera entre ellas, no
apartando su mirada de él, esperando más instrucciones, pero éste no le dijo
nada más por el momento, solo le devolvió la mirada. El chico se moría de
curiosidad por lo que quería hacer con él esa noche y también sentía excitación
porque las palabras que le había dedicado un momento antes habían provocado que
todo su cuerpo fuera recorrido de arriba abajo por un escalofrío de placer
anticipatorio, porque el sexo con Johnny siempre era increíble, pero si había
estado pensando en ello, estaba seguro de que iba a ser todavía más increíble.
No obstante, aunque se moría de curiosidad por saberlo, DongYoung no dijo nada,
no dijo nada hasta que Johnny no habló de nuevo, rompiendo el silencio de la
sala en la que se encontraban, haciéndole una pregunta.
—¿Quieres que
te fume como a uno de mis cigarrillos?
—Sí.
Su respuesta
fue casi un jadeo más que una respuesta y en los labios de Johnny apareció una
sonrisa pícara de nuevo, indicándole a DongYoung que estaba totalmente
encantado con la contestación que le acababa de dar.
—Abre más las
piernas —le dijo y DongYoung obedeció, colocando sus pies en el reposabrazos de
la silla en la que el mayor estaba sentado para poder abrirlas lo máximo que
podía con los pantalones ajustados que llevaba aquella noche—. Perfecto.
Johnny se
movió un poco hacia delante, para poder colocarse bien ante su entrepierna,
llevando sus manos grandes hasta esta para abrir la cremallera de sus
pantalones y desabrocharle el botón. DongYoung no pudo evitar apoyar sus manos
en el tapete verde de la mesa cuando los dedos del mayor rozaron su miembro,
tratando de sujetarse de aquella forma porque su cuerpo siempre estaba
demasiado sensible ante el toque de Johnny. Johnny tocó su miembro levemente a
través de la tela de sus calzoncillos, sin apartar la vista de los ojos de
DongYoung, observando todas y cada una de sus reacciones, como solía hacer
cuando se acostaban. DongYoung trataba de aguantarle la mirada, mientras se
mordía el labio inferior para tratar de no dejar escapar sus gemidos, no al
menos tan pronto, porque si empezaba con solo aquellos roces, cuando Johnny se
lo fumara tal y como le había dicho que haría, ya no le iba a quedar más voz
porque los labios del mayor eran una pura fantasía. No habían sido muchas las
veces en las que Johnny se había ofrecido a hacerle aquello, normalmente era
DongYoung quien le daba placer con su boca, pero en las escasas ocasiones en
las que lo había hecho, lo había dejado temblando de placer.
Johnny sacó su
miembro de sus calzoncillos cuando este estaba ya algo duro por sus toques y
acercó su rostro más a su entrepierna soplando contra su miembro, provocando
que un escalofrío recorriera su columna vertebral de arriba abajo y que
DongYoung no pudiera evitar mover sus caderas para sentarse más al filo de la
mesa, mucho más cerca, porque necesitaba ya que se metiera su miembro en su
boca. Johnny rio ante aquella impaciencia, pero atendió a su demanda, al
contrario de lo que solía pasar, porque normalmente era DongYoung el que
atendía a absolutamente todas sus demandas. Solo unos momentos después, su
lengua encontraba su miembro y comenzaba a lamerlo, haciendo que DongYoung
arqueara su columna vertebral y se reclinara sobre sus codos en la mesa, por el
latigazo de repentino placer.
—Ahhh… Johnny…
ahhhh —no pudo evitar gemir.
Una sonrisa
apareció en los labios de Johnny y DongYoung la notó contra la sensible piel de
su miembro, pero la sonrisa duró tan solo unos instantes, como una caricia
fantasma, porque al momento, la boca de Johnny engulló su miembro y comenzó a
fumárselo tal y como lo hacia con sus cigarrillos, lento, saboreándolo por
completo, dejándolo totalmente seco. Sus gemidos no se dejaron de escuchar a
partir de aquel momento en la habitación porque DongYoung no podía contenerlos.
La boca de Johnny era una fantasía, sus labios apretando su miembro, su lengua
recorriendo su extensión, lento, muy lento, demasiado lento, pero no dejando de
hacerlo sentir en el paraíso desde el minuto cero. El fuego comenzó a
acumularse en su entrepierna y antes de que pudiera hacer nada por avisar al
mayor, DongYoung acabó por correrse en aquella maravillosa boca que en solo
unos minutos lo había llevado al orgasmo.
La debilidad
se apoderó repentinamente de su cuerpo y sus codos no pudieron sujetarlo más,
así que, DongYoung acabó recostado sobre el tapete mientras temblores de placer
recorrían todo su cuerpo desde la cabeza hasta los pies, jadeando, tratando de
recuperar la respiración y con la mirada perdida en el techo de la sala, en la
enorme lámpara que había en éste.
—Eres
demasiado erótico… —murmuró Johnny.
Todavía
perdido en las sensaciones del orgasmo, DongYoung no se había dado cuenta de
que el mayor se había levantado de la silla y se había inclinado sobre él, para
observarlo, hasta que no le dijo aquellas palabras y el chico lo único que pudo
hacer para contestarle a aquello fue dedicarle una sonrisa totalmente
satisfecha, viendo cómo ésta provocaba una reacción en el otro. Sus ojos
brillaron llenos de deseo, de deseo por él, la lujuria en su máxima expresión y
DongYoung contuvo el aliento porque no sabía qué era lo que podía esperar.
Cuando los ojos de Johnny brillaban de aquella forma, lo único que significaba
era que iba a disfrutar, pero nunca sabía de la forma en la que lo iba a hacer.
—Te voy a
follar sobre esta mesa como nunca te ha follado nadie —le dijo, sus palabras
sonando casi como una amenaza que le erizó la piel por la promesa a buen sexo.
Johnny se
inclinó sobre su cuerpo, apoyando su mano derecha en la mesa, al lado de su
cabeza, para apoyar el peso de su cuerpo y buscó sus labios con los suyos,
dándole un beso con lengua que dejó a DongYoung extasiado, notando su propio
sabor en su boca, quedándose sin respiración después de unos momentos por la
insistente lengua del mayor queriendo adentrarse hasta lo más profundo. Ni
siquiera se dio cuenta de que Johnny le bajó los pantalones hasta dejárselos en
los tobillos, ni que se había bajado él los suyos propios hasta que no notó su
miembro, pulsante, rozando contra su trasero. El beso se detuvo durante unos
momentos, ambos recuperando el aire después de aquel contacto que los había
dejado sin aliento y, cuando lo retomaron, éste se hizo mucho más salvaje y
mucho más necesitado, sus labios, sus lenguas y sus dientes entrando en
contacto, besando, lamiendo mordiendo al otro mientras sus entrepiernas se
frotaban.
Los dedos
Johnny buscaron su boca, pidiéndole sin palabras que se los lamiera y DongYoung
lo hizo, humedeciéndolos bien, cubriéndolos con su saliva hasta que Johnny los
sacó de su boca y los llevó hacia su trasero. Acostumbrado al lubricante y a la
forma fácil en la que se deslizaba todo en su interior gracias a aquel líquido
viscoso, la intrusión de sus largos dedos solo ayudados por su excitación y la
saliva le fue incómoda en un primer momento, pero en el instante en el que los
dedos de Johnny encontraron aquel punto en su interior, la incomodidad pasó a
un segundo plano porque lo único que podía sentir era placer en todo su sistema
nervioso. DongYoung comenzó a jadear levemente, mientras Johnny siguió
penetrándolo con sus dedos, dando una y otra vez contra su próstata hasta que
finalmente creó el espacio suficiente para su miembro.
Y DongYoung
pensó que cuando sacó sus dedos de su trasero, Johnny le pediría que lamiera su
miembro de la misma forma que había hecho con sus dedos unos momentos antes;
sin embargo, el chico notó la punta del miembro del mayor contra su ano, húmeda
por el presemen y supo al instante que se iba a adentrar en él sin más
ceremonias. Relajó su cuerpo todo lo que pudo mientras Johnny comenzaba a
internarse lentamente en su cuerpo, tratando de no pensar en nada y simplemente
sintiendo, enfocándose en sentir cómo su miembro se abría paso en su interior
hasta que al final estuvo totalmente dentro. A Johnny se le escapó un gemido
grave, gutural y DongYoung supo a la perfección que éste había sido porque sus
paredes lo estaban apretando más que nunca, sin necesidad de que éste se lo
dijera; no obstante, Johnny se lo confirmó un momento después.
—Creo que voy
a correrme ya si me sigues apretando así —jadeó.
DongYoung
alargó sus brazos para tomar su rostro y acercarlo al suyo, queriendo besar sus
labios de nuevo, provocando que su miembro se moviera dentro de su cuerpo,
pulsando contra su próstata, haciéndolos a ambos gemir en el beso. Se quedaron
paralizados durante unos instantes, pero una vez Johnny se repuso de aquella
oleada de placer en su cuerpo, se comenzó a mover rápidamente, saliendo y
entrando casi con locura buscando el mayor placer para ambos. ninguno dejó de
gemir contra la boca del otro mientras sus caderas chocaban por las fuertes
embestidas de Johnny hasta que el orgasmo les sobrevino, primero a DongYoung y
después a Johnny, que se dejó caer sobre su cuerpo, respirando
entrecortadamente, todavía pulsando en su interior y prolongando ambos su
placer de aquella forma. Ninguno dijo nada en aquel momento, simplemente enfocados
en recuperarse, pero DongYoung supo perfectamente que aquello no había acabado
allí y que lo que habían hecho solo era la antesala de una noche increíble en
el casino que no sabía si podría llegar a olvidar nunca
Notas finales:
—Mientras
estuve escribiendo la mayor parte de este fic estuve escuchando estas canciones tan variadas y ya que
hice la lista en twitter, pensé que era buena idea dejárosla.
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