Título: Valentine Boy
Autora: Riz Aino
Parejas: JaeIl (TaeIl +
JaeHyun) (NCT)
Calificación: PG–13
Géneros: AU, romance, drama,
humor
Número de palabras: 1.531 palabras
Resumen: San Valentín es el
día del amor, pero para JaeHyun también es el día de su cumpleaños; sin
embargo, el chico no tiene ni amor ni nadie con quien pasar aquel día tan
especial… o quizás sí.
Notas: historia escrita por San Valentín (y
por el cumple de JaeHyun, que para eso es el mismo día).
Comentario de autora: esto llevaba
como 3 o 4 años en mi ordenador perdido y decidí que era hora de escribirla de
una vez por todas. Espero que te guste.
14 de febrero, San Valentín. El día
de los enamorados. El día en el que absolutamente todo el mundo parecía tener
pareja y estar perdidamente enamorado. El día en el que había demasiado color
rojo, bombones, flores, regalos y, sobre todo, gente empalagosa comiéndose la
boca a todas horas y haciendo su turno de noche en aquella tienda 24h, una
terrible condena porque JaeHyun había perdido la cuenta de las parejas
enamoradísimas que habían entrado al lugar desde que había comenzado su turno,
en busca de alcohol y condones, enganchados del brazo, abrazados y comiéndose
la boca como si no pudieran despegarse o morían. A JaeHyun le daba bastante
coraje, asco y un poco de envidia porque él estaba allí trabajando esa noche
porque no tenía una cita para San Valentín. No tenía pareja y, además, era su
maldito cumpleaños y nadie había querido celebrarlo un rato con él antes de que
entrara a su turno de noche porque todos sus amigos querían pasar el máximo
tiempo posible con sus parejas.
Ese día estaba tan hastiado, tan
cansado y tan solo, que JaeHyun se sentía como el Grinch en Navidad y si volvía
a ver a una sola pareja más ese día probablemente desistiría de ser amable con
sus próximos clientes.
En ese momento, le llegó un mensaje
al móvil y JaeHyun decidió mirarlo porque la tienda estaba vacía, pensando que
quizás sería un mensaje para felicitarle por su cumpleaños de alguno de los
traidores de sus amigos, que habían decidido pasar el día con sus parejas en
lugar de echar un rato con él. Las únicas felicitaciones que había recibido ese
día habían sido de parte de su banco, de Naver y de un par de sus seguidores de
twitter. Abrió la aplicación y se encontró con que su amigo Johnny le había
mandado un par de mensajes. JaeHyun recuperó momentáneamente la fe en la
humanidad porque Johnny le había dicho que se iba a pasar el día con DongYoung
y, si se había acordado de él estando con su novio del que no se podía despegar
ni un solo segundo, era un buen amigo. No obstante, cuando abrió el chat y vio
cuál era el mensaje, quiso tirar el móvil al fondo de la tienda y meterlo en el
frigorífico con los congelados. Lo que el gilipollas de su —ahora ex— amigo le
había mandado no era una felicitación por su cumpleaños, sino una foto de
DongYoung y él acaramelados en la cama, presumiendo de anillos de pareja y un
mensaje avisando de que la boda sería en Chicago para que fuera ahorrando para
el viaje.
—Maldito gilipollas —no pudo evitar
decir en voz alta, siguiendo a aquello una sarta de improperios, muchas
palabrotas, amenazas de asesinato y llantos por lo solo que estaba en San
Valentín y en su cumpleaños.
Tan absorto estaba en su propio ranting
que JaeHyun no se dio cuenta de que la campanilla de la puerta de la tienda
sonaba ni de que entraba un tío guapo por ella y comenzaba a hacer sus compras
con él de fondo soltando burradas. De hecho, solo se dio cuenta de ello cuando
éste se acercó finalmente a donde se encontraba él, poniéndose delante de su
campo de visión y dejando sobre el mostrador un par de tabletas de chocolate y
un vaso café con sabor a vainilla. Solo en ese momento, JaeHyun se dio cuenta
de su presencia y enmudeció, primero por la vergüenza de haber estado soltando
todo lo que había dicho delante de él y segundo porque aquel desconocido era precioso
y adorable, lo que añadió aún más vergüenza sobre él.
—Lo siento —murmuró—. Pensaba que
estaba solo en la tienda.
—No te preocupes, por lo que he
escuchado, tienes todo el derecho a enfadarte —le respondió éste.
Le dedicó una sonrisa encantadora al
decirle aquello y JaeHyun sintió cómo sus orejas se calentaban y se ponían de
color rojo intenso por sus palabras y por la sonrisa, por la vergüenza y porque
aquel chico ante él era realmente precioso y adorable. Era un poco más bajito
que él y tenía unos ojos castaños que brillaban llenos de estrellas, unos
labios un poco gruesos que seguro que serían una fantasía de besar y su expresión
cuando sonreía era completamente adorable. JaeHyun estuvo muy tentado a salir
de detrás del mostrador y darle el morreo de su vida a aquel desconocido, pero
se contuvo de hacerlo porque obviamente no podía hacerlo y simplemente cogió
las tabletas de chocolate que éste había dejado sobre el mostrador para
pasarlas por el escáner, cogiendo después el vaso de café sabor a vainilla y
haciendo lo mismo.
—Son 9.440 wons —le dijo una vez le
apareció la cantidad en la pantalla, tratando de ser profesional, o al menos
aparentarlo—. ¿Quieres bolsa?
—Pago con tarjeta —respondió el
otro, sacando su cartera de uno de los bolsillos de la mochila que llevaba a
sus espaldas—. Bolsa no quiero —y añadió también—: pero me gustaría saber si
puedo quedarme aquí contigo haciéndote compañía, ya que es San Valentín y tu
cumpleaños y ninguno tenemos una cita para hoy.
JaeHyun se quedó con la boca abierta
como un idiota y no supo qué hacer ni qué decir ante aquello porque no se habría
esperado ni en un millón de años que alguien tan atractivo y adorable le dijera
algo así. No supo reaccionar durante bastante rato, su cerebro pareciendo
haberse quedado en blanco y su cuerpo funcionando en piloto automático —o más
bien mal funcionando, porque había alargado la mano para entregarle al otro el
lector de tarjetas de crédito y la había dejado en el aire, sin llegar a cogerlo,
quedándose completamente pillado—.
—Si no te interesa mi oferta no te
preocupes —le dijo—. La retiro y en cuanto pague me voy de aquí rápidamente.
—¡No! —su negativa salió de sus
labios alta y clara y provocó una sonrisa encantadora en los labios del otro—.
Yo… lo siento, no me lo esperaba, pero no te sientas mal por hacerme la oferta —le
dijo, después de que su cerebro volviera a funcionar de nuevo, cogiendo de una
vez por todas el lector de tarjetas y entregándoselo—. ¿De verdad no tienes
nada que hacer y estás libre para hacerle compañía a un pringado como yo?
—De verdad estoy libre —le respondió
éste, pagando—. Y no eres un pringado, eres guapísimo, ¿te lo habían dicho
alguna vez?
JaeHyun volvió a sentir cómo sus orejas
se ponían calientes, síntoma de que se le había puesto coloradas otra vez,
nervioso y avergonzado, su corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho como
llevaba bastante tiempo sin hacerlo. Le gustaba aquel chico. Le gustaba
bastante y eso que solo lo acababa de conocer, pero estaba seguro de que le
gustaría más conforme lo conociera más… y JaeHyun no se equivocó.
Su turno acababa a las doce de la
noche, cuando su compañero JungWoo lo relevaba, y JaeHyun empleó las siguientes
dos horas antes de que su turno acabase para conocer más al otro, encontrándolo
cada vez más encantador y atractivo, hablando de todo y de nada, conociéndolo
un poco y guardando en su memoria cada dato que éste le contaba. Su nombre:
TaeIl. Su edad: tres años mayor que él, así que lo podía llamar “hyung” y que
lo llamara de aquella forma hacía que el otro sonriera de forma encantadora.
Sus gustos: las películas de humor estúpido o románticas. Sus aficiones: tocaba
la guitarra. Su profesión: universitario recién graduado en paro. Aquellas solo
fueron unas pocas de las mil cosas más de las que hablaron en ese rato hasta
que finalmente JaeHyun acabó su turno y salieron de la tienda 24h. Pasaron un
ratito más juntos, caminando lentamente en el frío de la noche en Seúl hasta que
llegaron a la casa de TaeIl y éste se despidió de él pidiéndole que tuviera
cuidado y le mandara un mensaje cuando llegara a casa, provocando que el
corazón se le pusiera calentito a JaeHyun.
Al final, su cumpleaños y San
Valentín no habían sido tan malos porque había podido conocer a TaeIl y pasar
un rato con él, llevándose su número de teléfono y la promesa de una cita en
condiciones la semana siguiente. JaeHyun casi fue dando saltitos de felicidad
por la calle de camino a su casa porque, si hacía las cosas bien, probablemente
al año siguiente no pasaría su cumpleaños ni San Valentín en soledad.
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