lunes, 14 de febrero de 2022

[One Shot] Valentine Boy {JaeIl}

Título: Valentine Boy

Autora: Riz Aino

Parejas: JaeIl (TaeIl + JaeHyun) (NCT)

Calificación: PG–13

Géneros: AU, romance, drama, humor

Número de palabras: 1.531 palabras

Resumen: San Valentín es el día del amor, pero para JaeHyun también es el día de su cumpleaños; sin embargo, el chico no tiene ni amor ni nadie con quien pasar aquel día tan especial… o quizás sí.

Notas: historia escrita por San Valentín (y por el cumple de JaeHyun, que para eso es el mismo día).

Comentario de autora: esto llevaba como 3 o 4 años en mi ordenador perdido y decidí que era hora de escribirla de una vez por todas. Espero que te guste.



 

            14 de febrero, San Valentín. El día de los enamorados. El día en el que absolutamente todo el mundo parecía tener pareja y estar perdidamente enamorado. El día en el que había demasiado color rojo, bombones, flores, regalos y, sobre todo, gente empalagosa comiéndose la boca a todas horas y haciendo su turno de noche en aquella tienda 24h, una terrible condena porque JaeHyun había perdido la cuenta de las parejas enamoradísimas que habían entrado al lugar desde que había comenzado su turno, en busca de alcohol y condones, enganchados del brazo, abrazados y comiéndose la boca como si no pudieran despegarse o morían. A JaeHyun le daba bastante coraje, asco y un poco de envidia porque él estaba allí trabajando esa noche porque no tenía una cita para San Valentín. No tenía pareja y, además, era su maldito cumpleaños y nadie había querido celebrarlo un rato con él antes de que entrara a su turno de noche porque todos sus amigos querían pasar el máximo tiempo posible con sus parejas.

 

            Ese día estaba tan hastiado, tan cansado y tan solo, que JaeHyun se sentía como el Grinch en Navidad y si volvía a ver a una sola pareja más ese día probablemente desistiría de ser amable con sus próximos clientes.

 

            En ese momento, le llegó un mensaje al móvil y JaeHyun decidió mirarlo porque la tienda estaba vacía, pensando que quizás sería un mensaje para felicitarle por su cumpleaños de alguno de los traidores de sus amigos, que habían decidido pasar el día con sus parejas en lugar de echar un rato con él. Las únicas felicitaciones que había recibido ese día habían sido de parte de su banco, de Naver y de un par de sus seguidores de twitter. Abrió la aplicación y se encontró con que su amigo Johnny le había mandado un par de mensajes. JaeHyun recuperó momentáneamente la fe en la humanidad porque Johnny le había dicho que se iba a pasar el día con DongYoung y, si se había acordado de él estando con su novio del que no se podía despegar ni un solo segundo, era un buen amigo. No obstante, cuando abrió el chat y vio cuál era el mensaje, quiso tirar el móvil al fondo de la tienda y meterlo en el frigorífico con los congelados. Lo que el gilipollas de su —ahora ex— amigo le había mandado no era una felicitación por su cumpleaños, sino una foto de DongYoung y él acaramelados en la cama, presumiendo de anillos de pareja y un mensaje avisando de que la boda sería en Chicago para que fuera ahorrando para el viaje.

 

            —Maldito gilipollas —no pudo evitar decir en voz alta, siguiendo a aquello una sarta de improperios, muchas palabrotas, amenazas de asesinato y llantos por lo solo que estaba en San Valentín y en su cumpleaños.

 

            Tan absorto estaba en su propio ranting que JaeHyun no se dio cuenta de que la campanilla de la puerta de la tienda sonaba ni de que entraba un tío guapo por ella y comenzaba a hacer sus compras con él de fondo soltando burradas. De hecho, solo se dio cuenta de ello cuando éste se acercó finalmente a donde se encontraba él, poniéndose delante de su campo de visión y dejando sobre el mostrador un par de tabletas de chocolate y un vaso café con sabor a vainilla. Solo en ese momento, JaeHyun se dio cuenta de su presencia y enmudeció, primero por la vergüenza de haber estado soltando todo lo que había dicho delante de él y segundo porque aquel desconocido era precioso y adorable, lo que añadió aún más vergüenza sobre él.

 

            —Lo siento —murmuró—. Pensaba que estaba solo en la tienda.

            —No te preocupes, por lo que he escuchado, tienes todo el derecho a enfadarte —le respondió éste.

 

            Le dedicó una sonrisa encantadora al decirle aquello y JaeHyun sintió cómo sus orejas se calentaban y se ponían de color rojo intenso por sus palabras y por la sonrisa, por la vergüenza y porque aquel chico ante él era realmente precioso y adorable. Era un poco más bajito que él y tenía unos ojos castaños que brillaban llenos de estrellas, unos labios un poco gruesos que seguro que serían una fantasía de besar y su expresión cuando sonreía era completamente adorable. JaeHyun estuvo muy tentado a salir de detrás del mostrador y darle el morreo de su vida a aquel desconocido, pero se contuvo de hacerlo porque obviamente no podía hacerlo y simplemente cogió las tabletas de chocolate que éste había dejado sobre el mostrador para pasarlas por el escáner, cogiendo después el vaso de café sabor a vainilla y haciendo lo mismo.

 

            —Son 9.440 wons —le dijo una vez le apareció la cantidad en la pantalla, tratando de ser profesional, o al menos aparentarlo—. ¿Quieres bolsa?

            —Pago con tarjeta —respondió el otro, sacando su cartera de uno de los bolsillos de la mochila que llevaba a sus espaldas—. Bolsa no quiero —y añadió también—: pero me gustaría saber si puedo quedarme aquí contigo haciéndote compañía, ya que es San Valentín y tu cumpleaños y ninguno tenemos una cita para hoy.

 

            JaeHyun se quedó con la boca abierta como un idiota y no supo qué hacer ni qué decir ante aquello porque no se habría esperado ni en un millón de años que alguien tan atractivo y adorable le dijera algo así. No supo reaccionar durante bastante rato, su cerebro pareciendo haberse quedado en blanco y su cuerpo funcionando en piloto automático —o más bien mal funcionando, porque había alargado la mano para entregarle al otro el lector de tarjetas de crédito y la había dejado en el aire, sin llegar a cogerlo, quedándose completamente pillado—.

 

            —Si no te interesa mi oferta no te preocupes —le dijo—. La retiro y en cuanto pague me voy de aquí rápidamente.

            —¡No! —su negativa salió de sus labios alta y clara y provocó una sonrisa encantadora en los labios del otro—. Yo… lo siento, no me lo esperaba, pero no te sientas mal por hacerme la oferta —le dijo, después de que su cerebro volviera a funcionar de nuevo, cogiendo de una vez por todas el lector de tarjetas y entregándoselo—. ¿De verdad no tienes nada que hacer y estás libre para hacerle compañía a un pringado como yo?

            —De verdad estoy libre —le respondió éste, pagando—. Y no eres un pringado, eres guapísimo, ¿te lo habían dicho alguna vez?

 

            JaeHyun volvió a sentir cómo sus orejas se ponían calientes, síntoma de que se le había puesto coloradas otra vez, nervioso y avergonzado, su corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho como llevaba bastante tiempo sin hacerlo. Le gustaba aquel chico. Le gustaba bastante y eso que solo lo acababa de conocer, pero estaba seguro de que le gustaría más conforme lo conociera más… y JaeHyun no se equivocó.

 

            Su turno acababa a las doce de la noche, cuando su compañero JungWoo lo relevaba, y JaeHyun empleó las siguientes dos horas antes de que su turno acabase para conocer más al otro, encontrándolo cada vez más encantador y atractivo, hablando de todo y de nada, conociéndolo un poco y guardando en su memoria cada dato que éste le contaba. Su nombre: TaeIl. Su edad: tres años mayor que él, así que lo podía llamar “hyung” y que lo llamara de aquella forma hacía que el otro sonriera de forma encantadora. Sus gustos: las películas de humor estúpido o románticas. Sus aficiones: tocaba la guitarra. Su profesión: universitario recién graduado en paro. Aquellas solo fueron unas pocas de las mil cosas más de las que hablaron en ese rato hasta que finalmente JaeHyun acabó su turno y salieron de la tienda 24h. Pasaron un ratito más juntos, caminando lentamente en el frío de la noche en Seúl hasta que llegaron a la casa de TaeIl y éste se despidió de él pidiéndole que tuviera cuidado y le mandara un mensaje cuando llegara a casa, provocando que el corazón se le pusiera calentito a JaeHyun.

 

            Al final, su cumpleaños y San Valentín no habían sido tan malos porque había podido conocer a TaeIl y pasar un rato con él, llevándose su número de teléfono y la promesa de una cita en condiciones la semana siguiente. JaeHyun casi fue dando saltitos de felicidad por la calle de camino a su casa porque, si hacía las cosas bien, probablemente al año siguiente no pasaría su cumpleaños ni San Valentín en soledad.

 

 

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