jueves, 10 de febrero de 2022

[One Shot] Once in a life time it feels just right {KyuJung}

Título: Once in a life time it feels just right

Autora: Riz Aino

Pareja: KyuJung (KB + YooJung) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, sports, jjoo, romance, fluff, smut

Número de palabras: 2.785 palabras

Resumen: no son muchas las ocasiones en las que KyuBin y TaeYeob pueden verse debido a que ambos están demasiado ocupados, pero KyuBin siente que, por una vez en la vida, lo que debe hacer es estar junto a TaeYeob en una competición.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas.

Notas: historia escrita debido a que los jjoo de invierno están en marcha y hace mucho que he querido escribir algo así.

Comentario de autora: no se me quitaba de la cabeza lo de YooJung como patinador artístico, así que, lo único que podía hacer era escribir sobre ello. Espero que os guste.



 

            KyuBin todavía no se podía creer que estuviera en China, en Pekín, más concretamente, donde se estaban celebrando ese año los juegos olímpicos de invierno. Había sido una decisión tomada de última hora, porque sus propios entrenamientos se habían parado durante unas semanas y porque llevaba sin ver a TaeYeob desde fin de año porque éste se había enfocado en el último mes en practicar una y otra vez, como loco, la rutina que presentaría en la pista de hielo, pero KyuBin se alegraba infinitamente de poder estar allí porque no había tenido muchas oportunidades para ver a su chico en una competición tan importante como unos juegos olímpicos, ya que la anterior vez, en PyeongChang TaeYeob no se pudo clasificar. Pero ese año estaba allí, en Pekín, partiendo como uno de los favoritos de la disciplina y KyuBin había sentido la necesidad de ir junto a él, a apoyarlo, aunque fuera solo para los últimos días.

 

            —¿KyuBin? —lo llamó una voz conocida, provocando que saliera de sus pensamientos y se girara, encontrándose ante él al preparador físico de su novio, dedicándole una sonrisa—. Te he conseguido la acreditación que me pediste.

            —Muchas gracias, JiSung —le dijo, cogiendo la acreditación que éste le tendía—. TaeYeob no sabe nada, ¿verdad?

            —Nada de nada —replicó JiSung, negando con su cabeza—. Sígueme, te llevo hasta la zona del equipo para que puedas verlo patinar.

            —Gracias por todo, JiSung —comentó, echando a andar tras el otro—. Seguro que ha sido un quebradero de cabeza conseguirme esto a última hora.

            —No ha sido para tanto —respondió éste—. He tenido que mover un par de hilos y pedir algunos favores, pero han estado encantados de ayudarme en el momento en el que les decía que era el gran Shin KyuBin, nuestro orgullo en gimnasia artística, para que me hicieran todo el papeleo sin rechistar.

 

            KyuBin no pudo evitar reír ante aquello, pero volvió a darle las gracias al otro mientras avanzaban por los pasillos de aquel estadio deportivo en el que se encontraba la pista de hielo. Todavia no estaba acostumbrado a que lo trataran de aquella forma. El “gran Shin KyuBin”, “nuestro orgullo en gimnasia artística”, eran títulos que se había ganado aquel mismo verano en Tokio, después de ganar el oro y, a pesar de las muchas entrevistas, y los muchos titulares que habían salido con esas palabras o similares, no se sentía especialmente cómodo con ellas porque había sido bastante repentino. Hasta los últimos mundiales no había destacado y lo de los juegos había sido algo bastante increíble, algo para lo que había trabajado mucho, pero sin tener muchas esperanzas de conseguir nada a aquellas alturas de su vida deportiva, porque no le quedaban demasiadas competiciones para poder darlo todo en ellas, a sus 30 años, quizás solo podría participar en un par de mundiales más y si acaso en los siguientes juegos.

 

            —Ya hemos llegado —le señaló JiSung, devolviéndolo a la realidad de nuevo—. Puedes sentarte por aquí, TaeYeob debe de estar ahora mismo con el entrenador esperando para salir, no le queda mucho.

            —Gracias.

 

            KyuBin se sentó en el lugar que JiSung el había señalado y saludó al equipo técnico de su chico, a quienes ya conocía de otras veces, cuando había ido a ver entrenar a TaeYeob en alguna ocasión. Todos parecieron encantados de verlo allí y todos coincidieron en que, en el momento en el que TaeYeob lo viera se pondría muy contento y haría su rutina incluso mejor de lo que lo había hecho nunca en los entrenamientos. KyuBin trató de rebatirles aquello, porque obviamente no pensaba que su presencia allí fuera a ayudarlo tantísimo a hacerlo bien, pero ninguno lo escuchó y al final tuvo que desistir y simplemente enfocarse en la pista, viendo a aquellos que competían antes que TaeYeob. La verdad era que todos eran bastante gráciles y hacían unos saltos increíbles, algunos impecables, pero KyuBin sabía perfectamente que TaeYeob lo podía hacer muchísimo mejor que todos ellos.

 

            Su chico no tardó mucho en salir a la pista de hielo, concentrado, sus pies prácticamente volando sobre la superficie, las cuchillas apenas rozándola. Era frágil, delicado, etéreo, como si fuera un hada, o al menos eso era lo que parecía cuando patinaba, porque en la realidad, con él, no era nada de eso. Tenía un encanto especial cuando se ponía aquellas botas y salía a la pista, se movía al ritmo de la música elegida como si hubiera nacido para ello. Era increíble, era el mejor. TaeYeob se colocó en el centro de la pista tras dar un par de vueltas, preparándose, mirando directamente a la zona en la que se encontraba su equipo, dándose cuenta de que estaba él allí y sorprendiéndose durante un segundo antes de dedicarle una sonrisa encantadora. Después de eso, el chico se terminó de colocar en la postura en la que debía de comenzar y la música lo llenó todo.

 

            En esa ocasión había elegido la banda sonora de una película que habían visto el año anterior y que le había gustado especialmente. Se había pasado meses preparando aquella rutina, modificándola, haciéndola una y otra vez de primeras, tratando de encontrar los momentos perfectos en los que hacer los movimientos reglamentarios. KyuBin lo había visto entrenar algunas veces, pero nunca había visto la versión definitiva de aquella rutina y no pudo despegar los ojos de él ni un solo segundo porque había creado algo completamente increíble. Era espectacular, era suave, era delicado, era fuerte, se movía por la pista al compás de la música, saltaba, giraba cuando ésta estaba en su auge, el público lo aplaudía y TaeYeob cambiaba su expresión a medida que la intensidad en la instrumental subía, modificaba su ritmo, más rápido, más lento, ajustándose a cada sección de la canción y movía sus brazos, su cintura y sus piernas de una forma tan perfecta que, incluso KyuBin, que sabía lo justo y necesario del deporte, sabía perfectamente que lo estaba haciendo increíblemente bien y que los jueces debían de estar puntuándolo muy alto, por la dificultad de los movimientos y por la perfección de éstos.

 

            La música se detuvo poco más de un minuto después, TaeYeob se detuvo también, con una sonrisa encantadora en sus labios y KyuBin no pudo hacer otra cosa más que levantarse de su asiento y aplaudir con locura porque lo que acababa de hacer había sido espectacular.

 

~

 

            La puntuación que le habían dado a TaeYeob había sido bastante alta y KyuBin no se lo podía creer. Bueno, se lo creía porque sabia que su chico era el mejor, pero no se lo terminaba de creer porque la puntuación era la más alta y, aunque todavía quedaban por salir algunos de los favoritos, tendrían que hacerlo muy muy bien para poder quitarle el puesto. El equipo técnico de TaeYeob se mordía las uñas de los nervios y KyuBin se estaría mordiendo las suyas también de tenerlas, porque nunca había tenido las uñas largas. El chico tardó un buen rato en aparecer donde ellos se encontraban porque seguramente habría estado concediendo entrevistas una tras otra, pero en cuanto llegó, lo primero que hizo fue acercarse a KyuBin, con la sonrisa más amplia que le había visto nunca y lanzarse sobre él a abrazarlo incluso cuando éste no se había terminado de levantar de su silla.

 

            —No te esperaba aquí —murmuró—. No sabía que ibas a venir, ¿por qué no me dijiste nada?

            —Ni siquiera yo sabía que iba a venir —le contestó, todavía abrazándolo fuertemente—. Fue una decisión de última hora, sentí que tenía que venir a verte competir porque era una oportunidad única en la vida.

            —Me alegra un montón que pudieras venir —respondió TaeYeob, dejando un fugaz beso en su mejilla.

 

            Tras aquello se separó de él y fue a sentarse junto a su entrenador, un poco más lejos de él, pero a KyuBin ya lo había dejado con una sonrisa tonta en su rostro que no se le iba a borrar en el resto del día, estaba completamente seguro de ello. Con aquella cara de tonto siguió viendo al resto de patinadores y esperando con nerviosismo sus puntuaciones, algunas que se acercaban muy peligrosamente a la puntuación de TaeYeob, otras que se quedaban varios puntos por debajo y que no suponían ningún peligro. Él estaba nervioso, pero sabía que TaeYeob tenía que estar el triple de nervioso, cada vez que miraba en su dirección lo encontraba con las manos entrelazadas sobre sus muslos, como si rezara, mientras movía sus piernas con rapidez y nerviosismo. Por eso, en el último descanso que hicieron antes de que salieran los últimos patinadores, se levantó de su asiento y fue hasta donde se encontraba su chico, colocándose tras él y masajeándole los hombros por encima del enorme abrigo que llevaba. TaeYeob se relajó inmediatamente bajo sus manos, como si éstas hubieran ejercido una especie de magia en él.

 

            —Gracias —le dijo, tirando de sus manos para hacer que acabara dándole un abrazo—. Lo necesitaba.

 

            KyuBin se quedó junto a él, abrazándolo desde atrás, a pesar de que la postura en la que se encontraba era bastante incómoda, durante el resto del descanso, solo separándose de TaeYeob cuando la competición se reanudó y volvió a su sitio, no queriendo atraer tampoco demasiadas miradas ni cámaras. El tiempo se le pasó increíblemente lento, los minutos le parecieron horas, horas interminablemente largas… pero finalmente el último patinador salió a la pista, realizó su rutina y fue al backstage a esperar por su puntuación. Lo había hecho bastante bien, casi tan bien como lo había hecho TaeYeob, por lo que era muy probable que uno de los dos acabara teniendo la medalla de oro. En el momento en el que TaeYeob se había asegurado estar en el podio porque ninguno de los demás había podido superarlo, el equipo se había vuelto loco, pero todavía quedaba saber si se lo acabaría tratando como a un rey, como hacían con él tras ganar el oro, o simplemente lo tratarían bien por haber llevado una medalla. Los últimos momentos fueron los peores, pero en el momento en el que la puntuación del otro patinador salió en pantalla y el número era menor que el de la que había obtenido TaeYeob, solo por unas décimas, se sintió increíblemente feliz por su chico. Se giró hacia TaeYeob y vio cómo éste estaba llorando mientras abrazaba a su entrenador, con el que había pasado por demasiado en los últimos tiempos. El resto de su equipo se lanzó hacia ellos poco después, dándose abrazos, los unos a los otros, algunos llorando a moco tendido, otros con las sonrisas más amplias que KyuBin había visto nunca, mientras él se quedaba allí, en su sitio, esperando. Cuando finalmente TaeYeob se vio liberado de todos los efusivos abrazos, se alejó de su equipo y se dirigió hacia él, KyuBin se levantó y abrió los brazos para él. Su chico simplemente salvó la distancia que los separaba y de un salto se subió a su cuerpo, enredando sus piernas en su cintura. Si KyuBin no hubiera tenido piernas ni brazos de acero, probablemente se habría caído hacia atrás por la potencia del salto, pero lo único que hizo fue recogerlo entre sus brazos y apretarlo fuertemente contra él, sintiendo las lágrimas de su chico en su cuello cuando éste escondió su rostro allí.

 

            —Eres increíble —le dijo—. Eres el mejor.

 

~

 

            La celebración por la medalla se alargó hasta las tantas de la madrugada y cuando regresaron a la villa olímpica, TaeYeob estaba un poco borracho. No obstante, aunque estaba un poco borracho, KyuBin sabía perfectamente que tenía algo en mente, algo que, por muy borracho que estuviera, no se le olvidaría. Lo llevó prácticamente a rastras hasta su habitación en el hotel y KyuBin se dejó llevar sin oponer resistencia porque llevaban más de un mes sin verse y mucho más sin poder estar en la cama juntos. Ni siquiera cuando se acostaban muchas veces podían hacerlo completamente porque TaeYeob tenía que estar a pleno rendimiento en todos sus entrenamientos y eran muy pocas las ocasiones en las que podía penetrarlo hasta lo más profundo… pero esa noche iba a ser diferente. El chico le había susurrado en mitad de la celebración que esa noche podían hacer absolutamente todo lo que quisieran y que lo que él más quería era sentirlo dentro de su cuerpo, así que, KyuBin no se iba a contener. Se había pasado excitado media celebración y, en aquellos momentos estaba tan excitado que casi no cabía en sí mismo, así que, en el mismo instante en el que la puerta de la habitación de TaeYeob se cerró tras ellos, se abalanzó sobre su chico.

 

            Sus labios chocaron, se besaron con ansia, torpemente, borrachos y muy excitados, tocando por todas partes y por ninguna a la vez, sus lenguas se lamieron la una a la otra, reconociéndose después de tanto tiempo, un ritmo frenético que los dejó sin respiración al instante, pero a ninguno les importó lo más mínimo. Avanzaron por la habitación quitándose ropa, acelerados, torpes, sus extremidades no haciendo lo que querían en el momento que querían, con muchas risas, con tropezones porque había cosas por medio, pero sin detenerse a pesar de ello, queriendo llegar a la cama lo más rápido posible, una cama que parecía estar en la otra punta del mundo, no tan cerca que casi la podía palpar con sus manos. Cuando finalmente llegaron a ella, terminaron de desvestirse, quedándose totalmente desnudos ante el otro, subiéndose a la cama y siguiendo con los besos y con las caricias, TaeYeob agarrando su miembro y comenzando a tocarlo, él metiendo uno de sus dedos en su trasero, después de sacar el lubricante que había comprado en la tienda 24h de la esquina de la calle, junto con los condones. TaeYeob gimió contra su boca y después llevó sus labios hasta su cuello, hasta su hombro, mordiendo su piel cada vez que lo hacía temblar de placer.

 

            Su chico estaba bastante apretado alrededor de su dedo. Apenas habían tenido oportunidades para hacer aquello casi desde el verano, por lo que lo tuvo que preparar a conciencia, sin escatimar en lubricante, metiendo y sacando su dedo una y otra vez hasta que sus músculos dejaron de oponer resistencia y después introduciendo otro más con muchísimo cuidado para seguir con la preparación. Los gemidos de TaeYeob quedaban ahogados en su cuello, sus manos dejaron de tocar su miembro para agarrarse con fuerza a su cuerpo y, a veces, se revolvía de placer cada vez que tocaba su próstata. KyuBin estaba realmente encantado con cómo se estaban desarrollando los acontecimientos y, por muchas ganas que tuviera de internarse en él desde el primer momento, puso a prueba toda su paciencia y obvió todas las veces en las que TaeYeob le suplicó que se la metiera hasta que no dejó de notar la resistencia a la intrusión, solo entonces, se dejó llevar hasta el final.

 

            Cambiaron de postura más veces de las que KyuBin quiso entretenerse a contar, a veces arriba, a veces abajo, a veces de lado, pero siempre dentro de él, siempre embistiendo su interior con ganas, con rapidez, con fuerza, tan excitado que no podía parar, corriéndose dentro del condón mientras TaeYeob lo hacía sobre las sábanas. La noche fue larga y las veces en las que sus cuerpos se fundieron en uno solo varias… porque aquella era una oportunidad única en la vida, una celebración de una medalla, de una medalla de oro, nada más y nada menos, y no tenían por qué contenerse porque ninguno de ellos tenía competición cerca, así que, ambos sintieron que era lo correcto.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—Quería hacer algo cortito, así que no me he querido meter en detalles sobre nada para no hacer un fic interminable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario