jueves, 3 de marzo de 2022

[One Shot] Bloody Carnival {JakeHoon}

Título: Bloody Carnival

Autora: Riz Aino

Parejas: JakeHoon (SungHoon + Jake) (ENHYPEN)

Clasificación: R

Géneros: AU, vampires, fantasy, historical, romance, drama

Número de palabras: 2.660 palabras

Resumen: Jake va por primera vez al carnaval de Venecia y descubre cómo en ese lugar, nada es lo que parece.

Advertencias: sangre, muerte… no sé… son vampiros, esas cosillas son la cosa más normal del mundo.

Notas: cuando salieron las fotos teasers del comeback carnavalescas (las que he usado para la portada), no pude evitar pensar en esta historia.

Comentario de autora: me ha costado un año escribir esto, entre encontrar la trama adecuada, escribir y hacer unas pequeñas investigaciones, pero estoy muy contenta con el resultado. Espero que os guste.

 

 


            Hacía casi diecisiete años que vivía en Venecia con su familia y aquella era la primera que sus padres habían sido invitados al Carnaval de la ciudad. Un lugar al que solo los nobles o los mercaderes más ricos podían asistir porque era un evento celebrado en el palacio ducal y la gente de a pie no tenía siquiera la posibilidad de ir. Ellos no eran gente de a pie, no obstante. Su familia había viajado hasta allí, recorriéndose medio mundo, cuando él no era más que un bebé, para abrir un negocio en el lugar. La ciudad en la que se concentraba todo el comercio del mundo, donde terminaba la ruta de la seda, donde la opulencia y la riqueza se podía ver en cada una de las plazas de ésta. Les había tomado diez años conseguir que los venecianos los acogieran, comprando sus productos de forma habitual, confiando en ellos… y habían sido otros siete más los que habían tardado en que su negocio prosperara hasta convertirse en una familia imprescindible en la vida de sus vecinos, que demandaban productos exóticos, productos traídos desde Joseon, que eran similares a los que traían los demás mercaderes desde el Imperio Qing, pero a la vez muy diferentes. La exclusividad y la demanda de productos de Oriente en Occidente era lo que los había hecho emigrar y cuando por fin habían obtenido aquel hueco en la sociedad veneciana del año 1790, se habían sentido recompensados por todo el esfuerzo que le habían dedicado.

 

            Jake había saltado de felicidad cuando el mensajero les había entregado las invitaciones y les había rogado a sus padres que lo dejaran asistir con ellos. Le había costado bastante convencerlos, pero al final estos habían cedido y le habían regalado un traje precioso de color azul oscuro con detalles en hilo dorado y una máscara para que asistiera al baile. El chico estaba demasiado agradecido con sus padres por haberlo dejado asistir, así que, les prometió que tendría cuidado durante toda la noche, pero a la vez se divertiría porque no había podido ir a muchas fiestas. Era algo emocionante para él, excitante, y el chico no pudo parar de contar los días que faltaban para el carnaval, esperándolo con ansias, por lo que, cuando llegó el día, se puso su traje nuevo, se peinó lo mejor que supo y salió de casa antes incluso de lo que lo harían sus padres, demasiado nervioso como para esperar hasta que éstos terminaran.

 

            Era su primer Carnaval… pero lo que Jake no sabía en esos momentos era que también sería el último.

 

            Las calles estaban llenas de gente con vestidos de gala, vestidos con mucha pompa y muchos adornos, trajes que parecían salidos de cuentos de hadas y máscaras con las que se cubrían los rostros. La música no dejaba de sonar, la gente no dejaba de cantar ni reír y el chico se contagió de aquel espíritu de fiesta inmediatamente. Siempre le había gustado el Carnaval, muchos años había salido a disfrutar de él en las plazas de la ciudad, en sus canales, pero ese año parecía ser mucho mejor de lo que nunca lo había sido antes y el chico sabía perfectamente a la invitación que llevaba en el bolsillo de su chaqueta y que sujetaba entre sus dedos, no queriendo perderla por nada del mundo. Entre el gentío avanzó por la ciudad, recorriendo sus calles, cruzando sus puentes, perdiéndose entre sus intrincadas callejuelas, evitando usar el transporte acuático porque todas las góndolas que encontraba siempre iban llenas hasta rebosar, hasta que finalmente llegó hasta el palacio ducal.

 

            La plaza frente a él estaba llena hasta los topes y Jake se abrió paso hasta las puertas principales del palacio con bastante esfuerzo. Pisó algunos pies y se llevó algunos empujones del gentío que se había acumulado allí, pero cuando finalmente llegó hasta las puertas y sacó su invitación de su bolsillo para mostrársela a la persona que se encontraba en el lugar, tratando de que solo accedieran a éste las personas que habían sido invitadas. El hombre miró su invitación y después lo miró a él de arriba abajo, para después decir su nombre a una persona que se encontraba en el interior. Cuando recibió la confirmación de que el chico había sido invitado junto a su familia, lo dejó pasar y Jake se sintió increíblemente feliz por poder estar en aquella fiesta llena de personas tan importantes.

 

            Jake había entrado al palacio ducal solo en una ocasión, junto a su padre, cuando habían ido a entregar un valioso y muy delicado objeto que habían traído expresamente desde Joseon por encargo y en aquel momento, tan solo un par de años atrás, el palacio le había parecido increíblemente grande y hermoso; sin embargo, ahora, le parecía todavía más espectacular, inmenso y precioso. Decorado y lleno de personas que disfrutaban de buena comida y bebida, en todas partes, en el patio, en las salas de la planta baja que habían sido abiertas y habilitadas para la fiesta. Jake solo había entrado a una parte aquella vez que había ido, prácticamente no había pasado más que de la entrada, solo entrando a un par de estancias, pero esa noche podía estar en un montón de lugares y eso lo hacía todavía más feliz porque podía observarlo todo y disfrutar del esplendor y de la belleza del palacio, el ambiente del lugar haciendo toda la experiencia mucho más intensa.

 

            El chico estaba encantado por estar allí y esperaba mucho de aquella fiesta, queriendo tratar de entablar conversación con algunos de los jóvenes que conocía un poco gracias al trato entre sus familias por los negocios de éstas. Dio varias vueltas por el lugar, intentando encontrar a alguien conocido, pero las máscaras que ocultaban los rostros de los invitados hacían bastante difícil su tarea. Era excitante y a la vez extraño estar rodeado de gente que hablaba, que reía, que bailaba, voces que le parecían familiares y a la vez totalmente desconocidas, opulencia y decadencia prácticamente a la vez, actos inocentes en mitad de los salones y actos completamente impuros en las esquinas oscuras, en los pasillos. Jake vio cómo el Carnaval se vivía de la misma forma en las calles que en el palacio, mientras en las plazas todo era fiesta y jolgorio, en las estrechas callejuelas, al abrigo de la noche, los deseos más salvajes eran desatados sin pudor. A la sexta vez que Jake se encontró con una mujer con las enaguas levantadas y un hombre embistiendo entre sus piernas, el chico decidió que era mejor dejar de deambular y simplemente quedarse en las zonas en las que la gente bailaba; no obstante, antes de conseguirlo del todo, el cuerpo de alguien se interpuso ante él y le cortó el paso. Jake observó a la persona y trató de identificarla, pero lo único que pudo ver hasta que el chico se quitó la máscara con plumas que ocultaba su rostro fue a alguien con un traje azul oscuro similar al suyo, ribeteado con hilo dorado. No obstante, en el momento en el que el chico se retiró la máscara, Jake se quedó sin aliento. El joven ante él era una belleza, una completa belleza oriental, con un rostro que parecía haber sido esculpido en mármol por los mejores maestros escultores.

 

            —Siento molestar —le dijo el chico, acercándose un poco más a él para poder hablarle y que su voz se escuchara por encima del gentío y de la música que sonaba en la sala contigua—, pero me han dicho que podía pasar la noche contigo para conocerte mejor antes de que nuestras familias tengan negocios juntos. Mi nombre es Park SungHoon, estoy encantado de poder conocerte por fin, Shim JaeYoon.

 

            Jake abrió los ojos, sorprendido. Hacía muchos años que nadie fuera de su familia lo llamaba por aquel nombre porque sus padres habían decidido que usara siempre el nombre del inglés que los había ayudado a realizar el viaje desde Joseon hasta Venecia para presentarse a las gentes del lugar. Imaginaba que su padre habría hablado de él con la familia Park y se había referido a él como JaeYoon en lugar de como Jake. Al chico le sonaba vagamente que su padre había mencionado unos negocios con los Park, pero Jake no había estado especialmente atento y no recordaba exactamente qué era lo que éste había dicho sobre ellos, ni sobre los negocios que tendrían juntos. No obstante, el chico ante él le estaba dedicando una sonrisa encantadora y expectante por poder conocerlo y Jake acabó quitándose la máscara levemente de su rostro antes de decirle:

 

            —Encantado de conocerte, Park SungHoon.

 

            Ambos comenzaron a hablar en ese momento, un poco de todo, un poco de nada, caminando por el palacio, comiendo y bebiendo cuando pasaban cerca de las mesas repletas de comida, tratando de esquivar los cuerpos de la gente que bailaba para que no los arrollaran. Hablar con SungHoon era divertido, Jake no había pensado en un primer momento que se pudiera divertir con él de esa manera, pero el chico evitó todo tema de negocios y comentó cómo había sido su viaje y las ganas que tenía de conocerlo porque por fin podría tener un amigo de su edad y Jake se sintió feliz y halagado porque él no tenía realmente ningún amigo en Venecia. Conocidos muchos, hijos de los hombres con los que su padre hacía negocios, mercaderes, como ellos, o algunos nobles, pero a ninguno de ellos tenía el honor de llamarlos amigos. Por eso, la presencia de SungHoon en el lugar, hizo que Jake estuviera mucho más feliz y encantado con aquella fiesta de Carnaval. Ni siquiera se preocupó de buscar a sus padres ni de buscar a nadie más, SungHoon era suficiente para él en esos momentos, dejándose llevar por él y por su personalidad atrapante, por sus sonrisas encantadoras y por los ojos increíblemente oscuros, que casi parecían que no eran de este mundo, a través de la máscara que volvía a ocultar la parte superior de su rostro. Jake simplemente se dejó llevar y se aisló del resto del mundo solo enfocándose en SungHoon, por eso, no se dio cuenta de que todo comenzaba a cambiar a su alrededor hasta que no fue demasiado tarde.

 

            Las luces de las velas que iluminaban el palacio, las lámparas colgantes de araña en el techo, los candiles de las paredes, todas se apagaron de golpe, dejando el lugar en la más profunda oscuridad. La gente a su alrededor comenzó a gritar asustada y la mano de Jake fue agarrada firmemente por la de SungHoon antes de que se pudieran separar y perder entre la multitud.

 

            —No te sueltes —le pidió SungHoon.

 

            Jake le hizo caso, aferrándose firmemente a su mano para no soltarse, siguiéndolo cuando éste comenzó a andar entre la gente. La gente que corría, la gente que chillaba, la gente que huía despavorida a pesar de que algunos pedían calma. Algo había ocurrido, algo que hacía que aquellos que habían estado bailando huyeran, algo que los aterrorizaba. Jake escuchaba palabras sueltas, escuchaba en sus voces el terror, pero no podía ver nada, lo único que podía sentir era la mano de SungHoon aferrándose a la suya mientras recorrían el lugar sin ser siquiera consciente de hacia dónde iba porque los cuerpos de la gente chocaban con él desde todas las direcciones. Se sentía un poco perdido y también bastante asustado, pero la mano de SungHoon era firme y lo calmaba de alguna forma, haciéndole saber que estaba ahí y que no lo iba a soltar, pasara lo que pasase.

 

            SungHoon se detuvo después de unos minutos andando, delante de una puerta de la cual salía un poco de luz por la rendija de abajo. El chico empujó la puerta y la abrió, haciéndolos pasar al interior, alejándolos de todo el caos que parecía haber fuera, sobre todo en el patio interior. La habitación estaba iluminada con varios candelabros y parecía una sala privada de la familia, decorada ricamente, muebles de la más exquisita calidad y dorado por todas partes. Jake no pudo evitar coger uno de los candelabros y acercarse hasta la ventana de la habitación, que parecía dar al patio interno, lugar en el que se estaba haciendo la luz y del que parecía que la mayor parte de los invitados a la fiesta había huido. Los sirvientes del palacio llevaban candiles y trataban de ver qué era lo que había pasado, cuando alguien gritó y su grito le heló la sangre a Jake, viendo a su vez la escena que se había iluminado ante sus ojos.

 

            No más que unos metros más allá de la ventana se encontraban varios cuerpos de personas, desprovistos de vida, completamente ensangrentados, como si un animal los hubiera atacado. Los gritos y las carreras en el lugar habían sucedido por aquello y Jake le comenzó a encontrar un sentido a las palabras que había escuchado en su camino hacia aquella habitación. Sangre. Vampiros. Eso era lo que había escuchado y la escena que se encontraba ante él tenía bastante que ver con aquello. Jake nunca había creído que los vampiros existieran, al contrario que las gentes del lugar, pero siempre había escuchado sus historias, interesado por aquellos seres y las historias que había escuchado se parecían a la realidad que se encontraba ante él. Jake se giró rápidamente hacia SungHoon para avisarlo de que tenían que salir de allí lo más rápido posible, que no estaban en un lugar seguro, que los vampiros existían y habían decidido teñir aquella fiesta de Carnaval de sangre, pero cuando se giró hacia él, el chico se encontraba a dos pasos de él, sin la máscara ocultando su rostro, dejando ver una sonrisa en la que había unos prominentes colmillos blancos y unos ojos de color rojo intenso. Jake se pegó contra la ventana, alejándose de él, pero no le sirvió de mucho porque el otro se pegó a su cuerpo, sujetándolo para que no pudiera escapar, mirándolo como si se tratase de la más deliciosa de las comidas.

 

            —SungHoon… —jadeó con miedo.

            —No tengas miedo —replicó el otro, acercando su rostro a su cuello—. Yo no voy a ser como el resto de mi familia… —su aliento chocó contra su piel, provocando que un escalofrío recorriera la columna vertebral de Jake—. Yo solo te quiero para mí, para siempre, lejos de aquí.

 

            Y, antes de que Jake pudiera hacer nada, el otro hincó sus colmillos en su piel, hundiéndolos en su carne, chupando su sangre. Jake se sintió débil, sus fuerzas abandonando su cuerpo y sus ojos cerrándose, abandonándose a la oscuridad que se abría paso a través de él sin poder resistirse a ella, sintiendo cómo algo comenzaba a cambiar dentro de él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

No me he documentado en absolutamente nada para hacer esta historia a pesar de que siempre que escribo algo histórico lo primero que hago es buscar toda la información posible. He usado varios datos que tenía en mi cabeza para hacer el marco histórico y lo demás me lo he inventado porque me venía bien hacerlo para la historia, así que, no os toméis muy en serio lo escrito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario