Título: Bloody Carnival
Autora: Riz Aino
Parejas: JakeHoon (SungHoon +
Jake) (ENHYPEN)
Clasificación: R
Géneros: AU, vampires,
fantasy, historical, romance, drama
Número de palabras: 2.660 palabras
Resumen: Jake va por primera vez al carnaval de Venecia y descubre cómo en ese
lugar, nada es lo que parece.
Advertencias:
sangre, muerte… no sé… son vampiros, esas cosillas son la cosa más normal del
mundo.
Notas: cuando salieron las fotos teasers del
comeback carnavalescas (las que he usado para la portada), no pude evitar
pensar en esta historia.
Comentario de autora: me ha costado
un año escribir esto, entre encontrar la trama adecuada, escribir y hacer unas
pequeñas investigaciones, pero estoy muy contenta con el resultado. Espero que
os guste.
Hacía casi diecisiete años que vivía
en Venecia con su familia y aquella era la primera que sus padres habían sido
invitados al Carnaval de la ciudad. Un lugar al que solo los nobles o los
mercaderes más ricos podían asistir porque era un evento celebrado en el
palacio ducal y la gente de a pie no tenía siquiera la posibilidad de ir. Ellos
no eran gente de a pie, no obstante. Su familia había viajado hasta allí,
recorriéndose medio mundo, cuando él no era más que un bebé, para abrir un
negocio en el lugar. La ciudad en la que se concentraba todo el comercio del
mundo, donde terminaba la ruta de la seda, donde la opulencia y la riqueza se
podía ver en cada una de las plazas de ésta. Les había tomado diez años conseguir
que los venecianos los acogieran, comprando sus productos de forma habitual,
confiando en ellos… y habían sido otros siete más los que habían tardado en que
su negocio prosperara hasta convertirse en una familia imprescindible en la
vida de sus vecinos, que demandaban productos exóticos, productos traídos desde
Joseon, que eran similares a los que traían los demás mercaderes desde el
Imperio Qing, pero a la vez muy diferentes. La exclusividad y la demanda de
productos de Oriente en Occidente era lo que los había hecho emigrar y cuando
por fin habían obtenido aquel hueco en la sociedad veneciana del año 1790, se
habían sentido recompensados por todo el esfuerzo que le habían dedicado.
Jake había saltado de felicidad
cuando el mensajero les había entregado las invitaciones y les había rogado a
sus padres que lo dejaran asistir con ellos. Le había costado bastante
convencerlos, pero al final estos habían cedido y le habían regalado un traje
precioso de color azul oscuro con detalles en hilo dorado y una máscara para
que asistiera al baile. El chico estaba demasiado agradecido con sus padres por
haberlo dejado asistir, así que, les prometió que tendría cuidado durante toda
la noche, pero a la vez se divertiría porque no había podido ir a muchas
fiestas. Era algo emocionante para él, excitante, y el chico no pudo parar de
contar los días que faltaban para el carnaval, esperándolo con ansias, por lo
que, cuando llegó el día, se puso su traje nuevo, se peinó lo mejor que supo y
salió de casa antes incluso de lo que lo harían sus padres, demasiado nervioso
como para esperar hasta que éstos terminaran.
Era su primer Carnaval… pero lo que
Jake no sabía en esos momentos era que también sería el último.
Las calles estaban llenas de gente
con vestidos de gala, vestidos con mucha pompa y muchos adornos, trajes que
parecían salidos de cuentos de hadas y máscaras con las que se cubrían los
rostros. La música no dejaba de sonar, la gente no dejaba de cantar ni reír y
el chico se contagió de aquel espíritu de fiesta inmediatamente. Siempre le
había gustado el Carnaval, muchos años había salido a disfrutar de él en las
plazas de la ciudad, en sus canales, pero ese año parecía ser mucho mejor de lo
que nunca lo había sido antes y el chico sabía perfectamente a la invitación
que llevaba en el bolsillo de su chaqueta y que sujetaba entre sus dedos, no
queriendo perderla por nada del mundo. Entre el gentío avanzó por la ciudad,
recorriendo sus calles, cruzando sus puentes, perdiéndose entre sus intrincadas
callejuelas, evitando usar el transporte acuático porque todas las góndolas que
encontraba siempre iban llenas hasta rebosar, hasta que finalmente llegó hasta
el palacio ducal.
La plaza frente a él estaba llena
hasta los topes y Jake se abrió paso hasta las puertas principales del palacio
con bastante esfuerzo. Pisó algunos pies y se llevó algunos empujones del
gentío que se había acumulado allí, pero cuando finalmente llegó hasta las
puertas y sacó su invitación de su bolsillo para mostrársela a la persona que
se encontraba en el lugar, tratando de que solo accedieran a éste las personas
que habían sido invitadas. El hombre miró su invitación y después lo miró a él
de arriba abajo, para después decir su nombre a una persona que se encontraba
en el interior. Cuando recibió la confirmación de que el chico había sido
invitado junto a su familia, lo dejó pasar y Jake se sintió increíblemente feliz
por poder estar en aquella fiesta llena de personas tan importantes.
Jake había entrado al palacio ducal
solo en una ocasión, junto a su padre, cuando habían ido a entregar un valioso
y muy delicado objeto que habían traído expresamente desde Joseon por encargo y
en aquel momento, tan solo un par de años atrás, el palacio le había parecido
increíblemente grande y hermoso; sin embargo, ahora, le parecía todavía más
espectacular, inmenso y precioso. Decorado y lleno de personas que disfrutaban
de buena comida y bebida, en todas partes, en el patio, en las salas de la
planta baja que habían sido abiertas y habilitadas para la fiesta. Jake solo
había entrado a una parte aquella vez que había ido, prácticamente no había
pasado más que de la entrada, solo entrando a un par de estancias, pero esa
noche podía estar en un montón de lugares y eso lo hacía todavía más feliz
porque podía observarlo todo y disfrutar del esplendor y de la belleza del
palacio, el ambiente del lugar haciendo toda la experiencia mucho más intensa.
El chico estaba encantado por estar allí
y esperaba mucho de aquella fiesta, queriendo tratar de entablar conversación
con algunos de los jóvenes que conocía un poco gracias al trato entre sus
familias por los negocios de éstas. Dio varias vueltas por el lugar, intentando
encontrar a alguien conocido, pero las máscaras que ocultaban los rostros de
los invitados hacían bastante difícil su tarea. Era excitante y a la vez extraño
estar rodeado de gente que hablaba, que reía, que bailaba, voces que le
parecían familiares y a la vez totalmente desconocidas, opulencia y decadencia prácticamente
a la vez, actos inocentes en mitad de los salones y actos completamente impuros
en las esquinas oscuras, en los pasillos. Jake vio cómo el Carnaval se vivía de
la misma forma en las calles que en el palacio, mientras en las plazas todo era
fiesta y jolgorio, en las estrechas callejuelas, al abrigo de la noche, los
deseos más salvajes eran desatados sin pudor. A la sexta vez que Jake se
encontró con una mujer con las enaguas levantadas y un hombre embistiendo entre
sus piernas, el chico decidió que era mejor dejar de deambular y simplemente
quedarse en las zonas en las que la gente bailaba; no obstante, antes de
conseguirlo del todo, el cuerpo de alguien se interpuso ante él y le cortó el
paso. Jake observó a la persona y trató de identificarla, pero lo único que
pudo ver hasta que el chico se quitó la máscara con plumas que ocultaba su
rostro fue a alguien con un traje azul oscuro similar al suyo, ribeteado con
hilo dorado. No obstante, en el momento en el que el chico se retiró la
máscara, Jake se quedó sin aliento. El joven ante él era una belleza, una
completa belleza oriental, con un rostro que parecía haber sido esculpido en
mármol por los mejores maestros escultores.
—Siento molestar —le dijo el chico, acercándose
un poco más a él para poder hablarle y que su voz se escuchara por encima del
gentío y de la música que sonaba en la sala contigua—, pero me han dicho que
podía pasar la noche contigo para conocerte mejor antes de que nuestras familias
tengan negocios juntos. Mi nombre es Park SungHoon, estoy encantado de poder
conocerte por fin, Shim JaeYoon.
Jake abrió los ojos, sorprendido. Hacía
muchos años que nadie fuera de su familia lo llamaba por aquel nombre porque sus
padres habían decidido que usara siempre el nombre del inglés que los había
ayudado a realizar el viaje desde Joseon hasta Venecia para presentarse a las
gentes del lugar. Imaginaba que su padre habría hablado de él con la familia Park
y se había referido a él como JaeYoon en lugar de como Jake. Al chico le sonaba
vagamente que su padre había mencionado unos negocios con los Park, pero Jake
no había estado especialmente atento y no recordaba exactamente qué era lo que
éste había dicho sobre ellos, ni sobre los negocios que tendrían juntos. No obstante,
el chico ante él le estaba dedicando una sonrisa encantadora y expectante por
poder conocerlo y Jake acabó quitándose la máscara levemente de su rostro antes
de decirle:
—Encantado de conocerte, Park SungHoon.
Ambos
comenzaron a hablar en ese momento, un poco de todo, un poco de nada, caminando
por el palacio, comiendo y bebiendo cuando pasaban cerca de las mesas repletas
de comida, tratando de esquivar los cuerpos de la gente que bailaba para que no
los arrollaran. Hablar con SungHoon era divertido, Jake no había pensado en un
primer momento que se pudiera divertir con él de esa manera, pero el chico
evitó todo tema de negocios y comentó cómo había sido su viaje y las ganas que
tenía de conocerlo porque por fin podría tener un amigo de su edad y Jake se
sintió feliz y halagado porque él no tenía realmente ningún amigo en Venecia. Conocidos
muchos, hijos de los hombres con los que su padre hacía negocios, mercaderes,
como ellos, o algunos nobles, pero a ninguno de ellos tenía el honor de
llamarlos amigos. Por eso, la presencia de SungHoon en el lugar, hizo que Jake
estuviera mucho más feliz y encantado con aquella fiesta de Carnaval. Ni siquiera
se preocupó de buscar a sus padres ni de buscar a nadie más, SungHoon era
suficiente para él en esos momentos, dejándose llevar por él y por su
personalidad atrapante, por sus sonrisas encantadoras y por los ojos increíblemente
oscuros, que casi parecían que no eran de este mundo, a través de la máscara
que volvía a ocultar la parte superior de su rostro. Jake simplemente se dejó
llevar y se aisló del resto del mundo solo enfocándose en SungHoon, por eso, no
se dio cuenta de que todo comenzaba a cambiar a su alrededor hasta que no fue
demasiado tarde.
Las luces de las velas que
iluminaban el palacio, las lámparas colgantes de araña en el techo, los
candiles de las paredes, todas se apagaron de golpe, dejando el lugar en la más
profunda oscuridad. La gente a su alrededor comenzó a gritar asustada y la mano
de Jake fue agarrada firmemente por la de SungHoon antes de que se pudieran
separar y perder entre la multitud.
—No te sueltes —le pidió SungHoon.
Jake
le hizo caso, aferrándose firmemente a su mano para no soltarse, siguiéndolo
cuando éste comenzó a andar entre la gente. La gente que corría, la gente que
chillaba, la gente que huía despavorida a pesar de que algunos pedían calma. Algo
había ocurrido, algo que hacía que aquellos que habían estado bailando huyeran,
algo que los aterrorizaba. Jake escuchaba palabras sueltas, escuchaba en sus
voces el terror, pero no podía ver nada, lo único que podía sentir era la mano
de SungHoon aferrándose a la suya mientras recorrían el lugar sin ser siquiera
consciente de hacia dónde iba porque los cuerpos de la gente chocaban con él
desde todas las direcciones. Se sentía un poco perdido y también bastante
asustado, pero la mano de SungHoon era firme y lo calmaba de alguna forma,
haciéndole saber que estaba ahí y que no lo iba a soltar, pasara lo que pasase.
SungHoon
se detuvo después de unos minutos andando, delante de una puerta de la cual
salía un poco de luz por la rendija de abajo. El chico empujó la puerta y la
abrió, haciéndolos pasar al interior, alejándolos de todo el caos que parecía
haber fuera, sobre todo en el patio interior. La habitación estaba iluminada
con varios candelabros y parecía una sala privada de la familia, decorada
ricamente, muebles de la más exquisita calidad y dorado por todas partes. Jake
no pudo evitar coger uno de los candelabros y acercarse hasta la ventana de la
habitación, que parecía dar al patio interno, lugar en el que se estaba
haciendo la luz y del que parecía que la mayor parte de los invitados a la
fiesta había huido. Los sirvientes del palacio llevaban candiles y trataban de
ver qué era lo que había pasado, cuando alguien gritó y su grito le heló la
sangre a Jake, viendo a su vez la escena que se había iluminado ante sus ojos.
No
más que unos metros más allá de la ventana se encontraban varios cuerpos de
personas, desprovistos de vida, completamente ensangrentados, como si un animal
los hubiera atacado. Los gritos y las carreras en el lugar habían sucedido por
aquello y Jake le comenzó a encontrar un sentido a las palabras que había
escuchado en su camino hacia aquella habitación. Sangre. Vampiros. Eso era lo
que había escuchado y la escena que se encontraba ante él tenía bastante que
ver con aquello. Jake nunca había creído que los vampiros existieran, al
contrario que las gentes del lugar, pero siempre había escuchado sus historias,
interesado por aquellos seres y las historias que había escuchado se parecían a
la realidad que se encontraba ante él. Jake se giró rápidamente hacia SungHoon
para avisarlo de que tenían que salir de allí lo más rápido posible, que no
estaban en un lugar seguro, que los vampiros existían y habían decidido teñir
aquella fiesta de Carnaval de sangre, pero cuando se giró hacia él, el chico se
encontraba a dos pasos de él, sin la máscara ocultando su rostro, dejando ver
una sonrisa en la que había unos prominentes colmillos blancos y unos ojos de
color rojo intenso. Jake se pegó contra la ventana, alejándose de él, pero no
le sirvió de mucho porque el otro se pegó a su cuerpo, sujetándolo para que no
pudiera escapar, mirándolo como si se tratase de la más deliciosa de las
comidas.
—SungHoon…
—jadeó con miedo.
—No
tengas miedo —replicó el otro, acercando su rostro a su cuello—. Yo no voy a
ser como el resto de mi familia… —su aliento chocó contra su piel, provocando
que un escalofrío recorriera la columna vertebral de Jake—. Yo solo te quiero
para mí, para siempre, lejos de aquí.
Y,
antes de que Jake pudiera hacer nada, el otro hincó sus colmillos en su piel,
hundiéndolos en su carne, chupando su sangre. Jake se sintió débil, sus fuerzas
abandonando su cuerpo y sus ojos cerrándose, abandonándose a la oscuridad que
se abría paso a través de él sin poder resistirse a ella, sintiendo cómo algo comenzaba
a cambiar dentro de él.
Notas finales:
—No me he documentado
en absolutamente nada para hacer esta historia a pesar de que siempre que
escribo algo histórico lo primero que hago es buscar toda la información
posible. He usado varios datos que tenía en mi cabeza para hacer el marco
histórico y lo demás me lo he inventado porque me venía bien hacerlo para la
historia, así que, no os toméis muy en serio lo escrito.
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