miércoles, 30 de marzo de 2022

[One Shot] You're still out of my reach (and you're still all of the things that I want in my life) {YongWook}

Título: You're still out of my reach (and you're still all of the things that I want in my life)

Autora: Riz Aino

Pareja: YongWook (Mill + Nine) y leve WookSung (Love + Nine) (OnlyOneOf)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, college, romance, drama

Número de palabras: 2.905 palabras

Resumen: YongSoo siente que WookJin cada vez está más y más lejos de él, como las estrellas que brillan en el firmamento.

Notas: historia escrita por el cumpleaños de Mill. ¡Feliz cumpleaños bebé!

Comentario de autora: llevaba un tiempo queriendo escribir esta historia y soy la más feliz porque por fin he podido sacarla al mundo. Espero que os guste.

 


            —YongSoo —llamó WookJin, dando pequeños y rápidos golpecitos sobre la mesa en la que ambos estaban trabajando en sus respectivas cosas—. YongSoo —lo volvió a llamar.

 

            El aludido tardó en levantar la cabeza del libro que estaba leyendo para poder terminar aquella parte del trabajo tan engorrosa que le había tocado, dejando un dedo sobre el párrafo que estaba leyendo y mirando por fin en dirección de su mejor amigo, encontrándoselo con una sonrisa de oreja a oreja y enseñándole la pantalla de su móvil. YongSoo movió sus cejas, preguntándole sin hablar que quería que viera y el chico movió su móvil más cerca de él, invitándolo a cogerlo para que mirara lo que había en la pantalla. YongSoo lo cogió de mala gana porque no podía perder el tiempo con chorradas, tenía que acabar aquel trabajo esa tarde porque no podía dejarlo más, tenía que entregar su parte al grupo para que la añadieran en el macro trabajo que habían estado haciendo sobre la atmósfera de Marte. Con un suspiro, miró lo que WookJin quería que viera, encontrándose con un mensaje de un contacto al que había guardado como “my love”, diciéndole que también estaba interesado en él en respuesta a un mensaje que el chico le había mandado babeando por él. YongSoo frunció su ceño y pulsó sobre la foto del contacto, dándose cuenta de que se trataba del sunbae del que WookJin siempre le hablaba, con el que llevaba babeando desde el semestre anterior.

 

            —Me ha dicho que le intereso —casi chilló el chico, sin parar de moverse en su silla—. ¿Si le pido una cita directamente crees que lo asustaré? —le preguntó. YongSoo volvió al chat y después le tendió el móvil a WookJin—. ¿O le digo que lo invito a un café antes de decirle que es el tío más guapo de todo el universo y que me lo quiero comer enterito?

            —Creo que si le dices eso último lo vas a asustar —respondió YongSoo, poniendo los ojos en blanco—. Si quieres quedar con él, haz algo casual o lo que sea y sobre todo no le digas que te lo quieres comer.

            —Vale.

 

            WookJin comenzó a teclear rápidamente en su teléfono, con aquella sonrisa de oreja a oreja que no abandonaba su rostro y YongSoo suspiró antes de volver a su libro, tratando de volver a concentrarse en él, aunque sin poder hacerlo del todo porque no pudo parar de observar al chico mientras éste enviaba y respondía mensajes de aquel al que había guardado como “my love”. Debía de estar feliz por WookJin porque era su mejor amigo y tenía que alegrarse por las cosas buenas que le pasaran —y que le diera bola después de todo un semestre el tío por el que bebía los vientos era algo genial— pero YongSoo sentía dentro de él algo que le impedía ser completamente feliz por WookJin.

 

 

            YongSoo se dio cuenta de que WookJin era una persona especialmente especial para él el año en el que ambos cumplían quince. Estaban jugando al Mario Kart, tratando de no matarse en la Senda Arcoiris, cuando WookJin acabó atravesando la meta antes que él y comenzó a dar saltos por la habitación. No era algo nuevo, WookJin tenía la tendencia a ganar siempre que jugaban a algo o siempre que hacían una apuesta, por lo que YongSoo estaba más que acostumbrado a ver a su amigo ganarlo en absolutamente todo… no obstante, en ese momento, con las últimas luces del atardecer entrando por la ventana de la habitación de su amigo, viendo su enorme sonrisa mientras saltaba de alegría como si aquella victoria fuera lo mejor que le hubiera pasado en la vida, YongSoo de repente sintió un pequeño pero punzante dolor en su pecho y una sonrisa boba apareció en su rostro mientras observaba a su mejor amigo.

 

            En ese momento, YongSoo se dio cuenta que la felicidad de WookJin era muy importante para él y que era feliz simplemente viéndolo feliz.

 

 

            —¿Puedes echarme una mano, YongSoo?

 

            WookJin le hizo aquella pregunta en el mismo instante en el que el chico entró en la habitación de la residencia que compartían. YongSoo asintió, pero antes de acercarse a su amigo para ver con qué quería que le echase una mano, soltó su mochila y el resto de sus cosas sobre su cama, poniéndose un chándal cómodo porque los vaqueros ajustados que se había puesto aquel día debían de haber encogido en la lavadora y no lo dejaban respirar.

 

            —¿Qué necesitas?

 

            Fue lo que le preguntó una vez terminó, acercándose a él y sentándose en la otra silla del escritorio, viendo que su amigo tenía en la pantalla de su portátil el programa de mezclas que usaba para hacer canciones abierto. Hacía un par de semanas le había comentado que estaba bastante frustrado porque tenía que hacer una canción para un trabajo de clase y no le terminaba de salir como quería, así que, YongSoo supuso que aquella sería la canción en la que había estado trabajando.

 

            —¿Puedes escuchar esto y decirme si te gusta?

            —Claro.

 

            WookJin le tendió los auriculares y YongSoo se los colocó, unos segundos después una melodía suave comenzó a sonar y la voz dulce y sensual del chico la acompañó, cantando sobre pecados, sexo y placeres prohibidos. La base instrumental era adictiva, tenía algunos cambios de ritmo y en la parte del rap el sonido se dividía en los auriculares, escuchándose uno u otro en cada línea, enfrentándose las opiniones sobre llevar una vida decente o dejarse llevar por el más absoluto de los placeres. Era una canción increíble que lo dejó con la boca abierta a pesar de que sabía que no estaba completamente lista ni editada.

 

            —¿Qué tal? —le preguntó WookJin una vez la canción terminó, la melodía diluyéndose poco a poco antes de acabar.

            —¿Quieres la más absoluta verdad? —le respondió. WookJin asintió—. Es lo mejor que has hecho nunca.

 

            Una sonrisa completamente encantadora apareció en el rostro del chico, feliz por haber escuchado su opinión, casi saltando sobre la silla y bailando. YongSoo no pudo evitar observarlo de aquella forma y sonreír, contagiado por la felicidad de WookJin, no pudiendo evitar quedarse embobado mirándolo mientras éste continuaba editando lo que le quedaba de la canción, metiéndole los arreglos finales, sin darse cuenta de la forma en la que YongSoo lo miraba.

 

 

            YongSoo tenía muchas memorias con WookJin porque habían pasado juntos más años de los que parecía posible, pero había una en concreto que el chico no podría olvidar por más que quisiera hacerlo, porque ese día era su cumpleaños y porque ese mismo día fue el momento en el que YongSoo se dio cuenta de que WookJin no era simplemente alguien muy especial en su vida, si no que era la persona de la cual se había enamorado irremediablemente. En ese año, cuando ambos decidieron caminos realmente distintos para sus vidas y YongSoo acabó en ciencias puras, mientras WookJin se fue al departamento de música, no tenían realmente mucho tiempo para verse ni para estar juntos más que en la hora de la comida o yendo hacia el instituto por las mañanas desde casa. YongSoo se había sentido un poco solo durante las primeras semanas porque no conocía a mucha gente en su nueva clase y echaba mucho de menos a WookJin, tenerlo sentado a su lado, haciendo comentarios estúpidos o tamborileando sus dedos sobre la mesa al ritmo de una melodía que escuchaba en su cabeza, pero trataba de hacer amigos en clase para no sentirse tan solo; no obstante, sin la presencia del chico, todo era demasiado diferente y no le gustaba nada.

 

            El día de su cumpleaños, WookJin había decidido sorprenderlo en la hora del almuerzo, preparándole un pequeño dulce con una vela que no se apagaba por más que soplaba y regalándole una canción que había compuesto para él, en cuya letra le decía lo mucho que lo echaba de menos en clases y que siempre sería su mejor amigo poque nunca habría una persona más importante para él. A YongSoo se le saltaron las lágrimas por el regalo y WookJin le dio un beso en la mejilla que provocó que el corazón del chico diera un vuelco y latiera con demasiada rapidez dentro de su pecho.

 

 

            —Si las miradas mataran, ahora mismo JiSung estaría tirado en el suelo en un charco de sangre —comentó JunHyung, devolviendo a YongSoo a la realidad.

            —No quiero matarlo —respondió, dejando de mirar a WookJin, sentado unas mesas más allá, almorzando junto con aquel sunbae por el que bebía los vientos, agarrándose a él, echándole la cabeza en su hombro y sonriéndole como si fuera el sol de su galaxia—. Si lo mato le haría daño a WookJin.

            —Pero si no le hicieras daño a WookJin, estoy seguro de que no dudarías en matarlo —le dijo el chico y aunque YongSoo negó con la cabeza, en el fondo, sabía que su amigo tenía razón.

 

            JunHyung lo conocía desde hacía algunos años y era el único que sabía que estaba enamorado de WookJin, no porque YongSoo se lo hubiera dicho, porque nunca lo había verbalizado, sino porque era muy observador y se había dado cuenta de que la forma en la que lo miraba, no era como debía de mirar a un amigo. Sí. En el fondo quería asesinar muy lentamente a aquel tal JiSung porque últimamente WookJin pasaba bastante más tiempo con él que nunca y el tiempo que YongSoo podía pasar con el chico se había visto limitado… además, obtenía todo lo que él siempre había querido de WookJin, su amor incondicional. Estaba celoso, por supuesto, pero no podía hacer otra cosa más que tratar de ser feliz por su mejor amigo y desearle lo mejor, porque para WookJin él no era más que su mejor amigo.

 

            —¿Sabes? —dijo JunHyung, llamando su atención de nuevo—. Me he dado cuenta de algo que quizás no te hayas dado cuenta porque pasas mucho tiempo con él y quizás no le has echado cuentas.

            —Elabora —le pidió.

            —WookJin se pasa el día tocando a todo el mundo —contestó—, pero a ti no te toca.

 

            YongSoo suspiró profundamente al escucharlo porque sí, era algo de lo que se había dado cuenta. Hacía años que WookJin había dejado de tocarlo de la misma forma que hacía con el resto de personas que conocía y consideraba sus amigos. Siempre abrazaba a la gente, los cogía de las manos o echaba su cabeza en sus hombros si estaba cansado, pero con él no lo hacía, no desde hacía más o menos un año.

 

            —No sé si quieres mi opinión en esto o no —murmuró JunHyung—, pero te la voy a dar igualmente: creo que a WookJin le gustas también.

            —No digas tonterías, Kim JunHyung —fue lo único que respondió, porque lo que el chico le había dicho era totalmente imposible.

 

 

            La primera vez que se emborracharon lo hicieron cuando todavía se suponía que no podían hacerlo, pero WookJin había dado un estirón y parecía mucho mayor, así que, cuando compró algunas latas de cerveza y un par de botellas de soju en una tienda 24h, el dependiente ni siquiera le pidió el carnet. Emocionados por pasar un fin de semana solos y por probar el alcohol, quizás bebieron un poco más de la cuenta esa noche y los recuerdos de YongSoo se mezclaban entre la realidad y la ficción de los sueños. Después de beberse todo el alcohol que habían comprado, no pudo evitar echarse sobre el suelo, con sueño y con la cabeza zumbándole, todo dando vueltas a su alrededor. Se sentía bastante mal, pero se lo había pasado en grande con WookJin, así que, no le extrañó para nada soñar esa noche con él, muchas noches soñaba con el chico, sueños normales en los que simplemente hacían las cosas que solían hacer juntos y sueños extraños, sueños húmedos en los que WookJin lo besaba y lo tocaba, sueños con los que solía levantarse con una erección o con sus calzoncillos mojados y pegajosos de semen. Y esa noche, borracho, tirado sobre el suelo de la habitación de WookJin, soñó como el chico se inclinaba sobre él y lo besaba de una forma tan intensa y cálida que YongSoo quiso que hubiera pasado en la realidad.

 

 

            YongSoo estaba acostumbrado a estudiar cosas que se encontraban a años luz de la tierra, planetas, estrellas, asteroides, descubriendo cosas sobre el universo poco a poco, desvelando sus secretos sin prisa, pero sin pausa… pero nunca se acostumbraría del todo a la distancia que empezaba a haber entre WookJin y él desde que su sunbae había comenzado a hacerle caso. Ya no pasaban casi nada de tiempo juntos, sus horarios de clases hacían que apenas pudieran coincidir y cuando llegaban a la habitación que compartían, tampoco se dedicaban mucho tiempo el uno al otro porque WookJin llegaba cada día más tarde y YongSoo ya estaba dormido cuando lo hacía. Y al chico aquello le dolía. Le dolía porque sentía que WookJin estaba cada día más lejos, mucho más lejos que las estrellas que estudiaba y aquello no le gustaba nada.

 

            Con el semestre finalizando y sabiendo que, en cualquier momento podía solicitar una nueva habitación para el año siguiente si las cosas salían mal, YongSoo decidió que lo único que podía hacer era confesarle sus sentimientos de una vez por todas, pasase lo que pasase, porque a aquel ritmo, de todas formas, lo iba a perder. Así que, se lo dijo, se lo dijo una noche que WookJin llegó a deshoras a la habitación que compartían, sin pensar en nada.

 

            —WookJin —lo llamó en cuanto éste entró—. Tengo que decirte algo.

            —Claro, desembucha —respondió el chico, comenzando a cambiarse.

            —Me gustas —le dijo sin más, provocando que WookJin se quedara paralizado, quitándose la camiseta—. No como un amigo, sino como algo más —aclaró—. Desde hace algunos años… pensé que era mejor no decirte nada porque no quería que nuestra amistad se acabara, pero ahora cada vez siento que estás más lejos de mí y ya no… no tenía nada que perder…

 

            WookJin no contestó al momento, se quedó quieto, mirándolo fijamente, con la boca abierta, como si estuviera procesando lo que acababa de escuchar y, a pesar de que YongSoo sentía que su corazón se le iba a salir del pecho esperando por su respuesta, trató de calmarse. No tenía nada que perder porque en los últimos tiempos apenas habían estado juntos, WookJin alejándose más y más de él. El rechazo le dolería, le dolería más que nada le había dolido nunca, pero con el paso el tiempo seguro que podría superarlo.

 

            —Pensaba… —murmuró WookJin en ese momento—. Pensaba que no te gustaba —dijo y YongSoo frunció su ceño, confuso—. Quiero decir… yo… yo estoy enamorado de ti desde hace años, pero… pensaba que no te gustaba…

            —¿Qué? —cuestionó YongSoo, sin poder creerse lo que acababa de escuchar—. No lo entiendo… yo… pensaba que no sentías nada por mí… que solo era tu mejor amigo y… que… que era prescindible ahora que estás saliendo con… tu sunbae.

            —No. Yo… no… —replicó WookJin, sentándose a su lado, pasándose las manos por la cara, pareciendo frustrado—. No estoy saliendo con JiSung… no al menos todavía… pero… quería hacerlo para… tratar de olvidarte… porque pensaba que nunca sería más que tu amigo.

            —¿Hablas en serio? —no pudo evitar preguntar, sin creerse lo que había escuchado salir de sus labios.

            —Nunca he hablado más en serio en toda mi vida.

 

            La respuesta de WookJin y su mirada fija en él, seria e ilusionada, le indicó a YongSoo que realmente no le estaba tomando el pelo, que estaba hablando en serio y que de verdad sentía por él lo que YongSoo nunca se había permitido pensar porque era solo una fantasía estúpida. WookJin también lo había querido como algo más que un amigo durante todo aquel tiempo y ambos habían sido tan estúpidos que nunca se habían dado cuenta. YongSoo sintió que su corazón latía rápido dentro de su pecho y no pudo evitar sonreír, más feliz de lo que nunca lo había estado, cuando se giró hacia el chico para mirarlo.

 

            —¿Y ahora qué? —le preguntó a WookJin.

            —Ahora… ahora espero que dejemos de ser idiotas —respondió el chico, buscando su mano y apretándola firmemente—, y que seamos felices.

 

            Y YongSoo asintió, sintiéndose feliz por la respuesta de WookJin y no queriendo separarse de él nunca más, porque ahora que habían aclarado aquello, ahora que ambos sabían los sentimientos que tenían por el otro, por fin podía estar tranquilo porque WookJin no seguiría alejándose de él.

 

 

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