Título: Chaos
Autora: Riz Aino
Pareja: LouDann (Dann + Louis) (KINGDOM)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, fantasy, magic, romance, fluff, humor
Número de palabras: 1.138 palabras
Resumen: cuando SeungBo y DongSik están juntos y no
tirándose los trastos a la cabeza, todo el mundo sabe que traman algo para sembrar
el caos.
Notas: la ambientación es en un colegio mágico, pero no tiene
nada que ver con el universo de Hogwarts ni con la Jotaká.
Comentario de autora: quería escribir también algo de
fantasía en la colección porque no quería que fuera especialmente repetitiva y
porque adoro la magia y la fantasía y ojalá pudiera escribir siempre fantasía.
Espero que os guste.
Chaos
SeungBo y DongSik no eran el tipo de
personas que pudieran estar en silencio durante mucho rato, el silencio y la
tranquilidad era algo que no iba con ellos y, por norma general, cuando estaban
juntos, siempre se estaban tirando los trastos a la cabeza. No era porque no se
llevasen bien, al contrario, quizás se llevaban demasiado bien, pero a ambos
les gustaba chinchar y picar al otro, les gustaba mucho proponer retos y la
frase “a que no hay huevos” era repetida en su día a día varias veces. Les
encantaba putear al otro al máximo, reírse del otro, hacer bromas ligeras,
bromas pesadas, hablar hasta por los codos de cosas totalmente estúpidas y
pasarse las clases de las asignaturas más aburridas inventando hechizos
estúpidos que servían para cosas aún más estúpidas o que, a veces, ni siquiera
servían para nada. Ninguno recordaba cuántas veces habían sido llevados ante el
director, después de unas cuantas decenas dejaron de llevar la cuenta, pero
estaban seguros de que debían ser los alumnos con más horas de castigos a sus
espaldas de toda la historia de aquel milenario colegio mágico. No podían parar
quietos, no podían estar tranquilos y siempre tenían que tener algo en mente
para hacer, era muy raro verlos juntos sin tirarse los trastos a la cabeza, era
realmente raro verlos en silencio, trabajando en algo como si sus vidas
dependieran de ello… porque no eran demasiadas veces las que habían hecho algo
como aquello, pero todo el mundo sabía que cuando estaban así, era porque
tramaban algo para sembrar el caos.
—¿No llevan mucho rato callados? —preguntó
YunHo. A su lado, SungHo alzó la cabeza y asintió—. Me dan muy mala espina.
—No quiero saber qué traman —respondió SungHo—.
La última vez que estuvieron una tarde entera de esta forma hechizaron los váteres
de la tercera planta para que cantaran cada vez que alguien tiraba de la cadena.
—Recuerdo el grito que diste cuando te la tapa
del váter comenzó a moverse y a cantar con voz de soprano —comentó YunHo,
riéndose.
—Yo no fui el único que se ha asustado con una
de sus bromas, no creo que te lo tenga que recordar, señor que salió corriendo
escaleras abajo cuando conjuraron un fantasma en el pasillo de la primera
planta —replicó SungHo.
A su lado, YooSung rio. El único de todos que nunca se
había asustado por ninguna de las bromas que habían tramado SeungBo y DongSik y
el que siempre había estado allí para presenciar los momentos más vergonzosos
de los demás. SungHo y YunHo se dedicaron tan solo una mirada y, solo con ella,
ambos asintieron y se lanzaron sobre YooSung para darle su merecido por reírse
de ellos.
Mientras tanto, en el otro lado de la habitación, SeungBo
y DongSik, todavía en el más absoluto de los silencios, seguían enfrascados en
su tarea, en la tarea de crear el hechizo más poderoso y estúpido que jamás
habrían creado. Querían encantar el enorme edificio que albergaba aquel
milenario colegio mágico que había ido creciendo y adaptándose a las
necesidades de sus estudiantes con las épocas, teniendo diferentes estilos
arquitectónicos y miles de estilos de decoración de todas partes del mundo,
cada director, cada profesor, cada alumno, aportando siempre algo propio,
dejando su huella en el lugar. Nunca habían hecho nada que requiriera tanto
poder ni tanto quebradero de cabeza, pero, con gusto, estaban rodeados de
libros que habían sacado de la enorme biblioteca esa mañana de domingo, para
tratar de encontrar la fórmula exacta y así conseguir sus objetivos. De haber
sido una mañana normal, con el buen tiempo que empezaba a hacer fuera, habrían
estado haciendo el inútil en los jardines del lugar o quizás en el río,
metiendo los pies en el agua fresca o tratando de mojarse el uno al otro,
salpicándose hasta quedar completamente empapados, quizás hacer una pequeña
apuesta sobre cuánto tiempo podían pasar besándose sin tener que separarse para
respirar o incluso buscar una forma fácil de molestar a sus amigos y compañeros
de cuarto y martirizarlos un rato. No obstante, aquella mañana se habían
levantado y, con los pelos tiesos todavía, mientras desayunaban, se habían
mirado y, con el entendimiento que habían perfeccionado a lo largo de los años,
ambos habían acordado que debían de hacer algo grandioso ese domingo.
—Creo que lo he encontrado —murmuró DongSik,
señalando un párrafo en el libro que estaba leyendo y enseñándoselo a SeungBo.
El mayor levantó la cabeza y lo leyó, una sonrisa traviesa apareciendo en su
rostro a medida que leía el párrafo—. No podemos encantar el colegio con un
hechizo porque no tenemos tanto poder entre ambos como para hacerlo, sería un
gasto inútil de energía porque habría que tocar las salvaguardas que nos
mantienen ocultos al ojo de los no mágicos, pero…
—Pero podríamos encantarlo desde dentro, usando las
tuberías de las cañerías que lo recorren entero y conectan todos los edificios —terminó
de decir SeungBo.
—Exacto.
—¿Tienes apuntados todos los ingredientes y los nuevos
pasos de la poción de la risa que mejoramos cuando quisimos ver cómo JiHun se
reía porque nunca lo habíamos visto reír? —preguntó SeungBo.
—¿La que era contagiosa y cada persona que lo
escuchaba reír estallaba también a carcajadas? —preguntó de vuelta.
—Esa misma —respondió—. A SeungJun le dio un
ataque de risa tan grande que se pasó todo el día con dolor en el costado de
tanto reírse cada vez que veía a JiHun reír.
—Mmmmm… —murmuró DongSik mientras pensaba, recordando
aquel día que duró el efecto de la poción perfectamente—. Creo que lo debo de
tener apuntado en el libro de historia de los seres mágicos de tercero.
La sonrisa traviesa de SeungBo se
hizo más amplia y después asintió. DongSik no necesitó nada más para levantarse
del lugar e ir en busca de su libro para poder sacar la receta de la poción y
poder así llevar a cabo lo que se les acababa de ocurrir. Aquello sembraría el
caos en el colegio y, probablemente, les aseguraría tres semanas de castigos
como mínimo, pero iba a merecer la pena.
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