martes, 5 de abril de 2022

[One Shot] Dirty little secrets: Everything I imagined (and more) {KyuRie}

Título: Everything I imagined (and more)

Autora: Riz Aino

Pareja: KyuRie (KB + Rie) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, police, romance, fluff, smut, pwp

Número de palabras: 4.762 palabras

Resumen: SungHo siempre había tenido la fantasía de esposar a KyuBin… pero ni en sus más salvajes fantasías se había imaginado que aquello sería tan increíble y excitante como lo era la realidad.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas con un pequeño (en realidad un gran) kink de bondage con esposas.

Notas: historia inspirada por estas preciosas y maravillosas fotos en las que KB y Rie están esposados en un fansign.

Comentario de autora: sé que no hay mucha gente fan de este ship, pero yo lo adoro y eso es lo único que me importa realmente para escribir cosas de ellos siendo así de sexys. Espero que os guste.

 

 Everything I imagined

(and more)

 

            KyuBin se estaba duchando cuando SungHo llegó a casa porque el chico escuchó el agua de la ducha cayendo desde la entrada, mientras soltaba todas sus cosas. Era extraño que el mayor llegara antes que él del trabajo si tenía turno de tarde porque siempre se entretenía con cosas a última hora y era bastante raro que estuviera allí a una hora como aquella. SungHo no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro, una sonrisa traviesa mientras se quitaba los zapatos en la entrada y dejaba el maletín sobre la mesita. Hacía tiempo que no coincidían realmente con sus horarios o que, cuando lo hacían, ambos estaban terriblemente cansados, pero aquel día, SungHo no estaba nada cansado de su día en la oficina… y esperaba que KyuBin tampoco lo estuviera porque quería tener un buen momento solo para ellos. Avanzó por el pequeño apartamento que tenían alquilado quitándose la chaqueta del traje y dejándola sobre el respaldo del sofá, aflojándose la camisa de camino al baño, abriendo la puerta lentamente y asomando su cabeza por el pequeño espacio que acababa de crear, viendo a KyuBin en la ducha, con los ojos cerrados, tarareando la última canción que se le hubiera pegado mientras se lavaba el pelo, sin darse cuenta de su llegada. La sonrisa traviesa en el rostro de SungHo se volvió un poco más perversa cuando decidió entrar en el baño y simplemente desnudarse, con rapidez, lanzando su ropa al cesto de la ropa sucia sin mucho miramiento, abriendo la mampara con cuidado y entrado a la ducha junto a KyuBin, abrazándose a su espalda, encajando su rostro entre sus omóplatos, provocando que el mayor diera un pequeño salto, sobresaltado.

 

            —¿SungHo? —murmuró. El nombrado simplemente movió su cabeza de forma afirmativa contra su piel—. No te he escuchado llegar, me has dado un susto de muerte —KyuBin lo tomó por las manos para que dejara de abrazarlo y se dio la vuelta para encararlo, mirándolo con cariño—. ¿Todo bien hoy en la oficina? —le preguntó.

            —Perfectamente —respondió.

            —¿Y el abrazo entonces…? —comenzó a preguntar KyuBin, pero le respondió antes de que terminase la pregunta.

            —Echaba de menos abrazarte desnudo.

 

            KyuBin rio por aquello y después lo envolvió fuertemente entre sus brazos durante unos segundos, dándole un beso en la frente antes de separarse del todo y comenzar a compartir su ducha con SungHo, él terminando de aclararse mientras SungHo comenzaba a lavarse. A pesar de la estrechez de la ducha, no tardaron demasiado en terminar de ducharse ambos, saliendo del baño sin siquiera vestirse. SungHo había tenido desde el principio en mente aprovechar un poco aquella noche, de ahí que hubiera entrado con KyuBin a la ducha, pero al ver que el mayor tampoco se vestía, no pudo evitar sentirse excitado por ello y nada más entrar en la habitación se puso de puntillas, llevó sus brazos a su cuello y buscó su boca con sus labios. El beso fue respondido de inmediato por KyuBin, moviendo su boca contra la suya y buscando más contacto con su lengua, húmeda, caliente, que siempre dejaba a SungHo sin respiración. Su lengua era una especie de pecado del que el chico no quería escapar nunca, pero también quería hacer muchas más cosas aquella noche, así que, cuando se separaron un poco para respirar, SungHo se alejó del cuerpo de KyuBin, caminando hacia la cama, invitándolo a seguirlo hasta allí. KyuBin sonrió y lo siguió inmediatamente, inclinándose sobre él y volviendo a atrapar sus labios, esta vez de forma lenta, saboreando su boca, tomando la iniciativa del beso, dejando de nuevo a SungHo sin aire.

 

            —Mmmm… me encanta esto… —murmuró KyuBin contra su boca.

            —¿También lo echabas de menos? —le preguntó SungHo y el mayor simplemente asintió, antes de volver a besarlo, metiéndole la lengua hasta lo más profundo de su boca.

 

            Por lo general, los turnos de trabajo de KyuBin eran bastante dispares, a veces por la mañana, a veces por la tarde, a veces por la noche. Sus días libres no solían ser los fines de semana y era complicado coincidir en casa y tener un buen rato para ellos solos y disfrutar el uno del otro de forma lenta, como estaban haciendo en aquellos momentos. A SungHo le habría gustado que fuera de otra forma, como cuando KyuBin todavía estaba en la academia de policía, que tenía unos horarios fijos, como los suyos, y podían estar juntos una y otra vez sin ningún problema, sin ninguna pega, probando cosas nuevas para que el sexo no se volviera repetitivo. SungHo tenía muchas fantasías. Demasiadas quizás. Y con KyuBin había sido bastante atrevido a la hora de plantearlas y a la hora de realizarlas, algo que no había hecho con ningún otro de sus anteriores novios. Nunca se había dejado llevar de esa forma con los demás, pero con KyuBin sentía que podía hacerlo absolutamente todo y que cualquier cosa que imaginase lo podía hacer realidad… y SungHo tenía una imaginación bastante poderosa.

 

            Cuando KyuBin se alejó de su boca y comenzó a recorrer con sus labios su mentón y su cuello, hacia abajo, lentamente, besando con dulzura, con mimo, SungHo no pudo evitar abandonarse a aquellos besos y sentirse casi como si estuviera en el mismísimo paraíso. Los labios de KyuBin siempre quemaban contra su piel y era increíble la forma en la que su cuerpo reaccionaba ante los más ligeros toques por parte del mayor, siempre sensible, siempre deseoso y ansioso por más. Sus manos se agarraron con fuera a los enormes brazos de KyuBin, sin poder abarcar del todo sus bíceps, inclinando su cabeza hacia un lado para dejarle mayor acceso a KyuBin, jadeando cuando la lengua del mayor comenzó a lamerlo. No dejaría marcas, no en su cuello al menos, pero ojalá lo pudiera hacer en aquel lugar también porque su cuello era una de las zonas más sensibles de su cuerpo y el mayor lo sabía perfectamente. SungHo tuvo que morderse el labio inferior para no gemir porque sus vecinos tenían que estar en casa y tenían un oído demasiado fino. Solo se dejaba llevar cuando sabía a la perfección que nadie lo podía escuchar o cuando el sexo era tan increíble que no podía contener sus gemidos por más que lo tratase.

 

            KyuBin acabó aprovechando que su cuerpo cada vez se encontraba más sensible y más débil a su toque, a sus besos, a su voluntad, para inclinarse más sobre él y acabar tumbándolo sobre la cama del todo, situándose encima de él, entre sus piernas, echándose contra su cuerpo, cada parte de ellos rozándose. SungHo acabó conteniendo un gemido de puro milagro cuando notó el miembro medio duro de KyuBin contra el suyo y giró su cabeza hacia un lado para tratar de coger aire, aunque eso solo hizo que el mayor tuviera un mejor acceso a su cuello y lo que provocó fue que este dejara un beso demasiado profundo en el lugar, succionando en el hueco entre su hombro y su cuello, un lugar que quedaría oculto bajo el cuello de su camisa. SungHo cerró los ojos y apretó los dientes por el placer y cuando los abrió de nuevo, los labios de KyuBin ya bajaban por su pecho mientras una de sus manos rozaba su pierna izquierda de arriba abajo. Sus ojos se fijaron en ese momento en la chaqueta del uniforme de policía de KyuBin, que la había dejado sobre la percha de la habitación, de la cual, de uno de sus bolsillos, salía una de las anillas de sus esposas, colgando fuera, brillando levemente bajo la escasa luz que entraba por la ventana a aquellas horas.

 

            Un pensamiento cruzó por su mente y SungHo no pudo evitar el jadeo que se escapó de sus labios por este, totalmente excitado. Hacía bastante tiempo que había querido probar algo usando las esposas que sabía que KyuBin siempre llevaba encima, desde que éste había entrado definitivamente al cuerpo, pero nunca se había atrevido a hacer la pregunta porque el mayor siempre se tomaba demasiado en serio su trabajo y no sabía si se tomaría bien o no usar las esposas para algo como aquello. No obstante, la boca de SungHo fue mucho más rápida que sus pensamientos y acabó haciendo la pregunta antes de que pudiera terminar de pensar en las posibles respuestas de KyuBin ante aquello.

 

            —Hyung… —le dijo, llamando su atención—. Quiero esposarte a la cama.

 

            Inmediatamente, KyuBin dejó de pesar la piel de su pecho y alzó su cabeza, mirándolo a los ojos con una pregunta clara en ellos, una pregunta que no tuvo siquiera que verbalizar para que SungHo la entendiera. Su expresión decía claramente que estaba confuso y la pregunta tenía que ser algo como “¿de verdad me acabas de preguntar esto?”. No parecía disgustado al menos, quizás curioso, algo que hizo que SungHo ganara un poco de confianza para seguir hablando.

 

            —Me gustaría probarlo —comentó—, para poder hacerte sentir bien… increíblemente bien.

 

            SungHo no iba a negar que había pensado en aquello, había pensado en aquello muchas veces, de hecho. Había incluso visto algo de porno bdsm para saber cómo podía usar las esposas sin que le hicieran especial daño a KyuBin en sus muñecas, cuánto debía de apretarlas en torno a su piel y qué cosas podía probar con él que no hacían de forma usual para hacerlo sentir bien y que las manos esposadas no fueran mayor problema, sino más bien algo que lo excitara. En alguna que otra ocasión habían usado una de sus muchas corbatas para que las manos del mayor no lo tocaran, pero las esposas nunca las habían utilizado y SungHo sentía que la experiencia para ambos podía ser mucho más increíble de lo que siempre había imaginado.

 

            —Solo si quieres… hyung… —acabó murmurando, en vista de que había dejado sin palabras a KyuBin.

 

            KyuBin tardó en contestar, sus ojos simplemente fijos en los de SungHo, mirándolo con un brillo de curiosidad en estos. Lo estaba pensando, lo debía de estar imaginando, y solo unos momentos después, cuando pareció salir de su ensoñación, el mayor asintió lentamente a su petición, levantándose de su cuerpo y sentándose sobre la cama, de rodillas, extendiendo sus brazos hacia él, con sus muñecas juntas, pidiéndole de aquella forma que lo esposara. SungHo tuvo que tragar saliva porque aquella visión era demasiado erótica y cuando KyuBin incluso le guiñó un ojo, sintió que un fuego muy intenso comenzaba a crecer en su interior, expandiéndose por todo su cuerpo y, sobre todo, concentrándose en su entrepierna. Si con los besos y caricias y roces SungHo se había empezado a excitar, con aquello sintió que estaba a punto de estallar.

 

            —Oh Dios mío —murmuró sin poder contenerse—. No sé por qué no te he pedido esto nunca antes porque ahora mismo eres lo más excitante que he visto en mi vida.

 

            KyuBin rio ante aquello y SungHo no tardó en levantarse de la cama y prácticamente correr hasta el perchero donde se encontraba la chaqueta del uniforme de KyuBin, cogiendo de su bolsillo las esposas y buscando la llave también, para tenerla cerca para cuando lo tuviera que soltar. Cuando se giró y caminó de vuelta hacia la cama, dejando la llave sobre la mesita de noche, KyuBin seguía sobre la cama con sus manos extendidas y sus muñecas juntas, pero SungHo le señaló que se pusiera contra el cabecero de la cama, aprovechando que éste tenía algunas barras en los laterales y el centro de metal, junto con algunos trozos de madera. Esposó una de las manos de KyuBin con cuidado de no hacerle daño, simplemente asegurando que la anilla estuviera cerrada en torno a su muñeca, pero sin hundirla en su carne, pasando después la otra por detrás de uno de los barrotes y asegurando la otra mano del mayor con la otra anilla, dejándolo de aquella forma esposado con las manos por encima de su cabeza, sentado contra el cabecero. SungHo le colocó la almohada tras la espalda para que estuviera más cómodo y después no pudo evitar relamerse los labios cuando se echó un poco hacia atrás y admiró la vista que tenía ante él.

 

            Cuando había llegado al piso que ambos compartían y se había dado cuenta de que el mayor se encontraba en el lugar, lo único que había imaginado era una pequeña sesión de sexo para poder disfrutar el uno del otro sin prisas, aprovechando que tenían todo el tiempo del mundo, pero en aquellos momentos, con KyuBin esposado al cabecero de la cama, SungHo sentía que lo que había imaginado para aquella noche —y para cualquier otra noche— se quedaba corto. Siempre había tenido una poderosa imaginación, pero ni en sus más salvajes fantasías se había imaginado que KyuBin luciría de aquella forma esposado ante él, completamente a su merced, para que pudiera hacer con él todo lo que quisiera.

 

            —Hyung… —murmuró—. ¿Puedo comerte entero?

            —Puedes hacer lo que quieras —respondió KyuBin después de tragar saliva, su nuez subiendo y bajando por su cuello de forma demasiado apreciable.

 

            SungHo no pudo contenerse las ganas de acercarse a él y lamer y besar el lugar, arrancando un leve y grave gemido de los labios de KyuBin con su acción, pensando que ojalá pudiera dejar una marca allí, reclamándolo como su propiedad, pero de la misma forma que él, el mayor no podría ocultarlo en un lugar tan visible, por lo que se contuvo lo mejor que pudo y dirigió sus labios hacia los trabajados pectorales de KyuBin, desquitándose en aquel lugar, succionando su piel, dejando pequeñas marcas que poco a poco se volverían de color morado, encajándose entre sus piernas, llevando su mano izquierda al miembro de KyuBin y sujetándolo entre sus dedos, notando cómo estaba bastante duro y cómo de su punta había comenzado a manar un poco de pre semen, haciendo que resbalara entre sus dedos. El pecho de KyuBin subió y bajó rápidamente, conteniendo su respiración, probablemente conteniendo un gemido grave y fuerte cuando su dedo gordo bordeó la punta de su miembro, siempre sensible, excitándolo aún más.

 

            —Si haces eso mucho más… ten en cuenta… que me voy a correr en tu… mano —jadeó KyuBin, provocando que SungHo no pudiera contener una pequeña risa contra su pecho.

            —Lo tendré en cuenta —susurró, dejando un beso en su pezón antes de succionarlo levemente—. Si ves que no puedes más y no paro, avísame, hyung —le pidió.

            —Mmmmm… —murmuró, más bien gimió, KyuBin en respuesta.

 

            SungHo siguió besando el torso de KyuBin, entreteniéndose de vez en cuando de nuevo en sus pezones, mientras con su mano seguía tocando su miembro, dejándolo al borde del abismo una y otra vez. Habían pasado demasiados momentos como aquellos juntos, sabía qué era lo que debía hacer para que todo el fuego se acumulara en el interior de KyuBin, a punto de estallar, pero parando antes de que lo hiciera. Sus músculos se tensaban cuando comenzaba a sentirse al borde y jadeaba, movía sus caderas en busca de más y, en ese momento, SungHo se detenía, alejaba su mano de su miembro y se entretenía dejando besos cortos y leves contra la piel de su pecho, esperando hasta que el cuerpo de KyuBin volviera a un estado anterior al pre orgasmo, jugando con él de aquella forma hasta que el mayor acabó deteniéndolo.

 

            —Te juro que como no me dejes correrme la próxima vez vas a acabar muy mal —jadeó.

 

            SungHo no pudo evitar dedicarle una sonrisa traviesa cuando se separó de él, realmente esperando con ansias que KyuBin cumpliera con aquella amenaza algún día; sin embargo, en aquel momento, tenía en mente otra cosa que quizás le gustaría aún más y que lo dejaría al borde del abismo sin que él tuviera que tocarlo. SungHo se alejó totalmente de su cuerpo, sintiendo un poco de frío al hacerlo porque el contacto de sus cuerpos calientes el uno contra el otro y la fina capa de sudor que se había creado por ello comenzó a enfriarse al no estar completamente pegado al mayor, pero la forma en la que KyuBin se encontraba ante él, jadeante, con el flequillo pegado a la frente y totalmente erecto para él, provocó que aquel frío se convirtiera en un ardiente deseo que apenas pudo contener, toda la sangre de su cuerpo acumulándose de repente en su miembro, su ano pulsando porque necesitaba a KyuBin dentro de él.

 

            —Voy… voy a coger el lubricante… —acabó diciendo.

 

            Un brillo salvaje apareció en la mirada de KyuBin y SungHo supo que necesitaba lo mismo que él en aquellos momentos, así que no se permitió tardar ni un solo segundo en hacer lo que acababa de vocalizar. Se dejó caer sobre el colchón de la cama cuan largo era y estiró sus brazos para abrir el primer cajón de la mesilla, rebuscando dentro de él hasta dar con el bote de lubricante y con una caja de condones, la cual sacó y dejó sobre la mesita, simplemente cogiendo uno de ellos por el momento y volviendo a levantarse, sentándose sobre el colchón frente a KyuBin. Vio al mayor tironear de las esposas que lo mantenían sujeto al cabecero de la cama, haciendo un poco de ruido al rozar el metal de la cadena de las esposas contra el barrote del cabecero de la cama al que estaban enganchadas. SungHo supo que lo que quería en aquellos momentos era que lo soltara para poder prepararlo con aquellos dedos largos, huesudos y expertos que eran una completa fantasía en sí misma, pero él tenía pensada otra cosa que los iba a excitar a ambos de una forma muy diferente y, esa vez al menos sabía que KyuBin iba a tener sus manos quietas alejadas de su cuerpo, dejándolo terminar, sin abalanzarse sobre él antes de hora. Por eso, se negó a la petición de KyuBin con un movimiento de su cabeza.

 

            —Cuando acabe —le dijo—. Te prometo que esto lo vas a disfrutar tú más que yo.

 

            KyuBin contuvo la respiración después de escuchar aquello y SungHo no pudo evitar la sonrisa pícara que apareció en su rostro. Estaba bastante claro que iba a ser el mayor el que más iba a disfrutar viéndolo masturbarse, porque a pesar de que SungHo conocía perfectamente su cuerpo y sabía qué era lo que le gustaba, lo que no, lo que lo hacía volverse loco de placer y lo que lo excitaba más, la forma en la que KyuBin lo tocaba lo hacía temblar solo poniéndole una mano encima. Cuando sus dedos rozaban su miembro, envolviéndolo por completo era una delicia y se sentía casi en el paraíso con unos pocos toques; cuando sus dedos se introducían en su interior y lo llenaban por completo a la vez que rozaban contra su próstata, el placer era tan intenso y exquisito que SungHo no podía dejar de gemir levemente, a pesar de que tratara de contener su voz. No obstante, aunque él no iba a disfrutar tanto de la preparación como lo solía hacer cuando era KyuBin el que le ponía las manos encima, lo iba a compensar viendo las expresiones del mayor mientras se masturbaba frente a él, lo iba a tentar y lo iba a excitar todo lo que pudiera de aquella forma para cuando se dejara caer sobre su miembro, estuviera a punto de estallar y solo quisiera penetrarlo una y otra vez, salvajemente, hasta que ambos alcanzaran el orgasmo.

 

            Con aquello en mente e imaginando que eran los dedos de KyuBin los que lo tocaban, SungHo se echó un poco de lubricante en su mano izquierda y comenzó a masturbarse, sus piernas abiertas para que KyuBin pudiera tener una buena visión de todo el proceso. Primero tocó su miembro, haciendo que éste temblara por el contraste del frío lubricante contra su piel, caliente, sensible, húmeda, dejando escapar leves jadeos porque sabía perfectamente cómo debía tocarse para sentir lo máximo sin llegar a correrse, conociendo perfectamente cuál era su límite, sin quitarle los ojos de encima a KyuBin, que lo miraba con un fuego ardiendo intensamente en su mirada y lo hacía sentirse todavía más excitado de lo que ya lo estaba. Se echó más lubricante poco después y se introdujo uno de sus dedos en su interior, sintiendo cómo sus paredes lo apretaban por la postura en la que se encontraba, jadeando al notar aquella presión, buscando su próstata también y presionándola, dejando escapar un jadeo ahogado de placer absoluto. Sus ojos se habían cerrado de forma instintiva para disfrutar de aquella sensación eléctrica que había recorrido su cuerpo de los pies a la cabeza, pero los volvió a abrir cuando escuchó de nuevo el tintineo de las esposas contra el cabecero de la cama, KyuBin moviendo sus manos como si tratara de soltarse para lanzarse sobre él.

 

            —Solo aguanta un poco más —le pidió al mayor—. Estoy casi listo.

 

            Y realmente SungHo no mentía porque estaba tan excitado que todo en él pulsaba, pero, sobre todo, lo hacía su ano, queriendo más y más, queriendo sobre todo el miembro de KyuBin. No obstante, necesitaba un poco más de preparación para ello porque llevaban algo de tiempo sin acostarse de aquella forma, hacía semanas que KyuBin no entraba en él y su cuerpo se había desacostumbrado a aquello. Por ese motivo, SungHo sacó su dedo de su interior y se echó un poco más de lubricante antes de introducir dos dedos, jugar con su cuerpo un poco más e introducir un tercero, siseando por una sensación a medio camino entre el dolor y el placer que lo dejó completamente quieto durante unos minutos, tratando de acostumbrarse a aquello. Tenía claro que necesitaba mucho más, que quería mucho más, pero en esos momentos tuvo que parar porque la sensación había sido un poco abrumadora después de tanto tiempo. Tras recomponerse de aquello, SungHo siguió moviendo sus dedos en su interior para terminar de prepararse, dentro, fuera, una y otra vez, alcanzando su próstata en un par de ocasiones y casi llegando al orgasmo tras ellas porque la sensación era completamente increíble y, sobre todo, hacer aquello bajo la intensa e inquisitiva mirada de KyuBin era todavía más increíble, mucho más excitante, aunque por la forma en la que el miembro del mayor pulsaba contra la parte baja de su estómago, SungHo sabía que para KyuBin aquello era algo todavía mejor. Solo cuando sintió que por fin estaba completamente preparado para dejarse penetrar por el miembro de KyuBin, SungHo sacó sus dedos de su interior con un obsceno y lascivo sonido que provocó que las esposas volvieran a tintinear porque el mayor había dado otro pequeño tirón. No obstante, el chico no lo soltó. Se limpió un poco sus manos en las sábanas que de todas formas iban a tener que cambiar el lubricante y después abrió el sobrecito del condón para sacarlo y colocárselo con cuidado y lentitud a KyuBin, rozando su miembro enteramente al hacerlo y provocando que otro gemido grave saliera de sus labios por el placer.

 

            —¿No me vas a soltar? —le preguntó KyuBin, mirándolo a los ojos, volviendo a mover sus manos.

            —Quiero cabalgarte —respondió SungHo, negando con su cabeza.

 

            Un nuevo e intenso brillo apareció en los ojos de KyuBin al escucharlo decir aquello y SungHo supo perfectamente que había sido la decisión acertada, realmente, todo lo que había estado haciendo hasta el momento parecía haber sido completamente acertado porque tenía a KyuBin al borde del orgasmo y con un creciente deseo por el y por su cuerpo, a la vez que para él la forma en la que el mayor se encontraba le producía una enorme excitación. Sin poder contenerse ni un solo minuto más, SungHo acabó echando un poco más de lubricante sobre el miembro de KyuBin antes de colocarse sobre él, sus rodillas a cada lado de sus caderas, su mano derecha sobre su hombro, agarrándose con firmeza a él mientras con la mano izquierda tomaba su miembro y lo guiaba a su entrada a la vez que iba descendiendo levemente. En el momento en el que la punta del miembro de KyuBin rozó contra su ano, SungHo lo soltó y comenzó a descender de nuevo, esta vez sintiendo cómo el mayor se adentraba en él lentamente, llenándolo de aquella forma hasta el infinito. Tuvo que agarrarse con fuerza a los hombros de KyuBin y detenerse para coger aire porque se había quedado sin respiración.

 

            —¿Estás bien? —preguntó KyuBin, con su mirada llena de preocupación, el ardiente deseo escondiéndose tras ésta—. ¿Necesitas parar?

            —Estoy bien, estoy bien —respondió, inspirando profundamente—. Solo necesito un segundo para terminar de acostumbrarme de nuevo.

 

            Le dedicó una pequeña sonrisa y KyuBin inclinó su cabeza hacia delante, buscando sus labios, besándolo con firmeza, pero con cariño a la vez y SungHo se dejó llevar por aquel beso, su cuerpo relajándose por completo y al final terminando de descender, llegando hasta la base del miembro de KyuBin. Ambos se detuvieron en medio del beso para jadear contra la boca del otro durante un solo segundo, sonriendo justo después y volviendo a besarse mientras el cuerpo de SungHo terminaba de acostumbrarse a la penetración. No tardó demasiado tiempo en hacerlo, comenzando a mover sus caderas levemente, arrancando gemidos de los labios de KyuBin, que no dejaban de besarlo, buscando más y más contacto, queriéndolo todo de él con aquella lengua que no se dejaba ni un solo lugar de su boca sin explorar, enredándose con la suya, llenándolo por completo, dejándolo sin respiración.

 

            El leve movimiento de sus caderas poco a poco se fue haciendo mucho más rápido, mucho más intenso, mucho más irregular y descontrolado y SungHo estuvo seguro de que si KyuBin hubiera tenido sus manos libres en aquellos momentos estaría sujetando sus caderas, moviéndolas a un ritmo todavía mucho más enloquecedor. No obstante, sin la ayuda del mayor, con solo el movimiento de su cuerpo, arriba y abajo, una y otra vez, dando contra su próstata con cada penetración, SungHo acabó llegando al orgasmo, su mente quedándose en blanco por completo, su cuerpo temblando de placer mientras su semen manchaba sus estómagos, su boca separándose de la de KyuBin para jadear, falto de aire, sus dedos hundiéndose en sus anchos y firmes hombros mientras la corriente eléctrica no dejaba de recorrer todo su cuerpo, haciéndolo pulsar. Aquellas pulsaciones de su interior fueron lo que acabaron por hacer llegar a KyuBin al orgasmo también, que se corrió en su interior, llenando de semen el condón, también sin aire.

 

            Ambos se quedaron quietos durante algunos minutos, disfrutando de las sensaciones hasta que al final se hizo irremediable el tener que moverse, SungHo separando su cuerpo del de KyuBin, quitándole el condón ahora que su miembro había comenzado a deshincharse, levantándose de la cama con cuidado porque sus piernas apenas le respondían para tirarlo a la papelera que tenían en la habitación, volviendo a la cama cogiendo la llave de las esposas de la mesita para quitárselas a KyuBin. Simplemente le había quitado la anilla de una de ellas cuando el mayor se separó del cabecero de la cama y se echó sobre él, abrazándose a su cuerpo con fuerza, hundiendo sus manos en sus muslos, su nariz contra su cuello, aspirando con fuerza su aroma antes de besarlo allí donde había dejado antes un pequeño chupetón, susurrándole lo increíble que era. SungHo no pudo evitar sonreír ante aquello, devolviendo el cumplido porque aquella pequeña fantasía que había cumplido había sido muchísimo mejor de lo que nunca había podido imaginarse y no podía evitar querer repetirlo muchas más veces.

 

 

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