viernes, 8 de abril de 2022

[One Shot] Shattered desire {KyuSung}

Título: Shattered desire

Autora: Riz Aino

Pareja: KyuSung (KB + Love) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, romance, drama, smut, pwp

Número de palabras: 3.064 palabras

Resumen: sus deseos lo convierten en alguien sucio, en un pecador… pero Jisung solo necesita del placer del sexo.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas.

Notas: el título está conformado por los versos “my pure desire, my shattered despair” de la letra de sage, que fue lo que inspiró en un primer momento la historia

Comentario de autora: esta historia fue planeada hacia finales del 2019 y en parte escrita, pero nunca terminada, por lo que no ha podido ver la luz hasta ahora. Espero que os guste.

 


            Deseos. Todo el mundo tenía diferentes deseos y todos ellos eran muy distintos los unos de los otros. Una misma persona podía tener diferentes deseos a lo largo de su vida, de muy diversa índole y en distintos momentos de ésta, concerniendo su ámbito personal y privado o sus aspiraciones públicas, las que tenían que ver con el trabajo, los hobbies. Los deseos eran totalmente normales y, por ello, Jisung también los tenía… aunque los suyos quizás no eran como los de los demás, ya que su principal deseo hacía tiempo que solo era en torno al sexo, sus deseos sexuales anteponiéndose ante cualquier otro tipo de deseos que éste pudiera tener, volviéndolo sucio, un pecador. La lujuria, unida a aquella libido que solo lo invitaba a buscar el placer una y otra vez, a sentirse bien, a hacer que todos sus deseos se volviesen realidad, haciendo su cuerpo añicos como si de un cristal se tratase, pero lo único que Jisung quería y deseaba era aquello… y siempre lo conseguía. Salir. Conocer gente. Entablar conversación. Establecer contacto físico. Para Jisung era casi un juego de niños. Enredar a los demás en sus deseos más profundos, hacerlos pecar junto a él, aunque fuera solo por una vez, por una noche. Era guapo y utilizaba su atractivo para captar la atención, su suave voz para incitar y sus hábiles manos para terminar de convencer a todos que debían dejarse llevar, dejarse arrastrar por él para conocer lo que era el placer más absoluto. Casi se sentía como un pequeño demonio, arrastrando al infierno de los pecadores con él al resto del mundo, pero a Jisung no le importaba, porque era lo único que quería, lo único que deseaba. Y Kyubin no era más que otra pobre alma que caía en sus redes.

 

            Kyubin, tan alto como él, casi tan guapo como él, de mirada oscura y penetrante que no había dejado de observarlo en toda la noche, sus ojos siendo como dos pozos profundos en los que Jisung quería perderse. Había sido fácil. Había sido increíblemente fácil para él acercarse, bailar un poco, pegarse a su cuerpo como su se tratase de su segunda piel, susurrarle palabras al oído que habrían provocado que muchos se escandalizaran, proponiéndole cosas que incluso en el infierno verían obscenas y esperar a que todo aquello surtiera efecto, el efecto que él deseaba. Había sido mucho más fácil de lo que solía ser y Jisung sintió cómo la penetrante mirada del otro sobre su cuerpo era tan intensa, tan ardiente, que casi podía derretirlo y Jisung lo único que deseaba era poder hacerlo, derretirse por aquel fuego, aquella pasión desmedida que se escapaba por todos sus poros y romperse bajo el toque de aquellas manos grandes que le iban a enseñar la puerta del paraíso antes de obligarlo a descender al más profundo de los infiernos. Sus besos ardientes. Fuego puro. Lo mismo que sus manos, las yemas de sus dedos recorriendo todo su cuerpo de arriba abajo, por debajo de su ropa, quemando allí donde tocaban. Y Jisung se dejó llevar, de la misma forma que siempre se dejaba llevar, pero sintiendo mucho más de lo que nunca había sentido antes con alguien.

 

            Ni siquiera tardaron demasiado en irse del lugar, buscando un sitio privado donde poder desatar todos sus deseos, donde podían hacerlos realidad, donde no había personas a su alrededor que pudieran juzgarlos por todo lo que harían, saliendo del local y dirigiéndose a la casa de Jisung, sin poder mantener sus manos traviesas alejadas del cuerpo del otro, sin poder dejar que sus bocas se encontrasen en un beso tras otro, apenas avanzando en su camino hacia el placer a través de la oscura noche, amparados por ésta, escondiendo en ella sus deseos por el otro.

 

            Sus labios chocaron de nuevo en un impulsivo y desesperado beso una vez la puerta del piso de Jisung estuvo cerrada a sus espaldas, tropezando el uno con el otro, precipitadamente, agarrándose con fuerza, sujetándose, lenguas encontrándose, saliva resbalando por sus barbillas, bocas y cabezas que no dejaban de moverse, buscando el ángulo perfecto, la mejor forma de encontrar un ritmo en aquel descontrolado beso, acelerado, ansioso. Las manos de Jisung se agarraron a la espalda de Kyubin, con fuerza, metiéndose por debajo de su chaqueta, de su camisa, hundiendo sus dedos en su piel, con firmeza, su cuerpo pegándose al del otro, como si quisiera que se fusionaran y se fundieran en uno solo, su entrepierna rozándose una y otra vez conta la de éste, buscando mucha más fricción y contacto que el que sus cuerpos con ropa podían ofrecerle, pero no dejando de mover sus caderas una y otra vez, ayudado por las grandes manos de Kyubin, que se habían instalado en su trasero, agarrando sus nalgas, apretándolas, hundiendo sus dedos en ellas de la misma forma que Jisung lo estaba haciendo con su espalda. Pero la ropa era demasiada y las ganas eran muchas y tuvieron que separarse para poder respirar y parar durante un solo segundo, ambos excitados, ambos jadeantes, Kyubin mirándolo con un deseo infinito por él un fuego ardiendo en sus ojos que sabía perfectamente que se extendería por todo su cuerpo, un fuego que no sería capaz de extinguir y que tampoco quería extinguir.

 

            —La cama —atinó a decir Jisung, en un jadeo ahogado.

 

            Y quizás podría haber dicho mucho más si la boca de Kyubin no hubiera encontrado su cuello, hundiéndose en él, besándolo, lamiéndolo, atrapando entre sus dientes su fina piel, haciéndolo jadear, gemir, derretirse entre sus brazos, sus rodillas volviéndose de gelatina porque su cuello era uno de los lugares más sensibles de su cuerpo. Su cabeza se inclinó hacia el lado contrario, dejándolo mucho más expuesto para que Kyubin pudiera seguir con aquella pequeña exploración, calentándolo, dejando marcas, unas marcas que se volverían de un color morado intenso y que serían demasiado visibles en su piel, blanca como la nieve. Solo cuando éste pareció satisfecho con el trabajo que había hecho, dándole un nuevo color a su cuello, se alejó finalmente de él y Jisung tuvo que respirar profundamente para calmar el rápido latido de su corazón que, como él, estaba demasiado excitado y necesitaba mucho más, necesitaba que la ardiente boca de Kyubin estuviera por todas partes en su cuerpo, aquellos labios algo gruesos que ya habían demostrado ser puro fuego, incandescentes, quemando su piel allí donde se posaban, necesitaba que sus largos dedos estuvieran en su interior, que lo llevaran hasta el paraíso tocando su próstata una y otra vez hasta que estuviera listo para aquel bulto en su pantalón que no dejaba de crecer mientras se frotaba contra Jisung.

 

            —La cama —murmuró entonces Kyubin.

 

            Jisung asintió y ambos caminaron muy juntos, entre besos, roces y toques hasta la habitación de éste, donde Jisung acabó tumbado de espaldas sobre el colchón, con Kyubin sobre él, reteniendo sus muñecas sobre su cabeza con una de sus manos, volviendo a atacar su boca, su cuello y toda la piel que quedaba expuesta a través del cuello de la camiseta negra que vestía, los dedos de su otra mano colándose por debajo de ésta y trazando pequeños dibujos en la piel de su torso, su estómago, recorriendo el contorno de sus músculos, subiendo hasta su pecho, rozando con su uña su pezón, apretándolo levemente después con sus dedos índice y pulgar, haciéndolo gemir,  haciendo que su cuerpo se viera atrapado en la lujuria, en el deseo, ardiendo como si estuviera con fiebre, pero lo único que sentía era una excitación increíble, su piel demasiado sensible al contacto ardiente de Kyubin, queriendo muchísimo más.  

 

            Y así lo pidió, con un gemido débil, de la misma forma que se encontraba su cuerpo, débil por Kyubin, débil por lo que éste le hacía y por lo que podía hacerle, necesitando todo y más. La mano que sujetaba sus muñecas dejó de ejercer presión, pero Jisung no tuvo las fuerzas suficientes para cambiarlas de posición, simplemente ayudando de aquella forma a Kyubin cuando éste tiró de su camiseta hacia arriba, descubriendo su torso por completo, desnudándolo, inclinándose sobre él de inmediato para seguir besando, mordiendo su piel levemente, en su camino hacia abajo, provocando que Jisung no pudiera dejar de gemir, que no pudiera parar de moverse sobre la cama, porque su cuerpo estaba demasiado sensible a cada toque y se moría de placer, sintiendo demasiado, mucho más de lo que había esperado, mucho más de lo que había imaginado, pero todo se volvió infinitamente más caliente y excitante cuando la mano derecha de Kyubin encontró su entrepierna y se coló por la cinturilla de sus pantalones, por dentro de sus calzoncillos, tocando su miembro, su miembro caliente, su miembro sensible, su miembro que respondía a cada toque a cada caricia, creciendo, volviéndose más duro, provocando que un gemido tras otro ascendiera por la garganta de Jisung sin que este pudiera ni quisiera hacer nada por evitarlo. No podía evitar cómo la lujuria se apoderaba de todo su cuerpo, de su mente, cómo el placer lo llenaba absolutamente todo, cómo lo único que podía hacer era dedicarse a sentir, sentir la boca de Kyubin sobre su pecho, dejando un beso tras otro, y sus dedos envolviendo su erección, su mano moviéndose arriba y abajo, dejándolo sin aire, volviéndolo aún más sensible, provocando que se acumulara en su interior todo el fuego y que éste saliera de su cuerpo mucho antes de lo que Jisung se había imaginado.

 

            El orgasmo le sobrevino con una violencia y un sentimiento increíble, una corriente eléctrica recorriendo todo su cuerpo mientras su semen manchaba la mano de Kyubin y sus calzoncillos, su cuerpo tensándose un momento para después temblar con cada pequeño espasmo, sintiendo el placer en todas las partes de su ser, de los pies a la cabeza. Un orgasmo intenso, quizás demasiado, pero igualmente necesitado. Jisung había imaginado que Kyubin lo llevaría hasta el paraíso y no se había equivocado, lo había hecho ahogarse en su deseo… pero aquello no era nada, aquello solo había sido un pequeño adelanto de lo que estaba a punto de llegar y, aunque Jisung estuviera todavía perdido en sus sensaciones, en la forma en la que todo lo veía borroso a su alrededor, el placer habiendo invadido absolutamente todo en él, supo perfectamente que éste no iba a dejarlo esta solo de aquella forma en el momento en el que sacó su mano de sus calzoncillos y se limpió su semen, lamiéndose los dedos uno tras otro, recogiéndolo con su lengua, la expresión erótica de su rostro al hacer aquello provocando demasiado en Jisung.

 

            —¿Lubricante? —le preguntó.

            —En el primer cajón.

 

            Kyubin le dedicó una sonrisa pícara y se levantó de la cama, dejándolo terminar de recomponerse en el escaso tiempo que tardó en coger el lubricante de la mesita, pero apenas fueron unos segundos los que tardó en volver de nuevo a la cama, desnudándose en el camino, sacándose la chaqueta y desabrochándose la camisa, dejando al descubierto un cuerpo trabajado, con unos músculos mucho más definidos que los de Jisung, quitándose también los pantalones y los calzoncillos, quedándose completamente desnudo ante él, ofreciendo una vista espectacular de su cuerpo, aquel cuerpo que era una fantasía y que Jisung no podía esperar a tocar, a marcar, de la misma forma que el otro había hecho con él, pero antes de que pudiera hacer nada de aquello, Kyubin volvió a la cama y le retiro los pantalones y los calzoncillos, dejándolo también desnudo por completo mientras lo observaba con aquel fuego intenso en su mirada, ese deseo absoluto por él, un deseo absoluto que Jisung también sentía, un deseo absoluto que necesitaba canalizar tocando su cuerpo.

 

            —Déjame hacerte sentirte bien primero —dijo Kyubin, pareciendo adivinar qué era lo que quería hacer—. Déjame volver a hacerlo.

 

            Jisung solo pudo asentir a aquellas palabras, un escalofrío recorriendo su cuerpo solo de pensar en volver a sentir el mismo placer que Kyubin le acababa de hacer sentir, el mismo placer que seguía resonando por todo su ser. Sus piernas abiertas para que Kyubin se colocara entre ellas con comodidad, su espalda contra el colchón y todo él vibrando, esperando por lo que se avecinaba. Kyubin abrió el bote de lubricante y cubrió sus dedos abundantemente antes de llevarlos hasta su trasero, tanteando con su índice su ano, echando un poco más de lubricante en el lugar. El líquido viscoso y frío hizo que el cuerpo de Jisung se tensara durante un segundo, pero se relajó inmediatamente, esperando que el otro introdujera el primer dedo en cualquier momento; sin embargo, lo que sintió fueron dos dedos entrando en su interior de golpe, abriéndolo para él, haciéndolo jadear por la intrusión, dejándolo sin respiración. No se lo había esperado, no lo había imaginado, pero aquellos dedos dentro de él eran una fantasía hecha realidad, un deseo cumplido, algo que no sabía que hubiera necesitado tanto, pero que realmente era lo que había deseado desde el primer momento. Sus dedos eran largos, eran expertos, sabía perfectamente lo que hacía, como debía moverlos, la intensidad de sus movimientos y dónde se encontraba su próstata, empujándola levemente con la punta de sus dedos, provocando que Jisung viera las estrellas cada vez que cerraba sus párpados, que sintiera que casi las podía tocar con la yema de sus dedos, corrientes eléctricas llenas de placer que recorrían su cuerpo con cada uno de aquellos empujes. No obstante, los dos necesitaban más, mucho más… y Kyubin no tardó en dárselo a ambos.

 

            Cuando Jisung comenzó a gemir por más, deshaciéndose por completo entre gemidos, fue el momento en el que Kyubin sacó sus dedos de su cuerpo y se masturbó ante él durante unos momentos, buscando endurecer su miembro, provocando que Jisung fijara su mirada en él, en sus expresiones de placer, en la forma en la que movía su mano sobre su erección, expectante por sentirlo dentro, por sentir su miembro llenándolo por completo. Jisung estaba demasiado excitado y lo único que deseaba era aquello. Cuando Kyubin se puso el condón y echó un poco más de lubricante sobre su erección, esparciéndolo con cuidado sobre ésta antes de inclinarse sobre él y atrapar sus labios con los suyos durante unos segundos en un beso mucho menos intenso y desesperado que el primero que habían compartido, pero lleno de ansia, lleno de deseo, lleno de expectación y de excitación, lleno de placer, sus lenguas encontrándose la una con la otra, enredándose, jugando hasta que finalmente Kyubin se separó de él, después de haberlo dejado sin aire. Jisung se dejó hacer sin protestar cuando éste se subió sus piernas a sus hombros y se inclinó un poco sobre él, forzando un poco su posición, pero era la mejor forma para hacerlo, la mejor manera para que la penetración fuera lo más suave y cómoda posible a pesar de que su postura no lo fuera.

 

            Una sonrisa pícara, juguetona apareció en su rostro en el momento en el que la punta de su miembro comenzó a empujar para entrar en su interior y Jisung se volvió a quedar sin respiración sintiendo cómo su pene entraba lentamente dentro de él, llenándolo por completo. Kyubin dejó escapar un breve y grave gemido cuando estuvo dentro de él, mordiéndose el labio inferior, su expresión mostrando que el placer que acababa de sentir había sido inmenso. Pero aquello no se terminaba allí y cuando Kyubin comenzó a moverse dentro y fuera de él, una y otra vez, lento, rápido, embistiendo delicadamente al principio, con fuerza y precisión después, buscando su próstata con cada embestida, proporcionándoles a ambos sensaciones increíbles que recorrían sus cuerpos de arriba abajo… hasta que sus movimientos se volvieron erráticos, totalmente descontrolados, descoordinados. Kyubin se debía de sentir al borde del orgasmo y Jisung llevó su mano hasta su miembro para tocarse rápidamente, para tratar de terminar a la vez, pero cuando éste se dio cuenta volvió a sujetarle las muñecas sobre su cabeza durante unos instantes, imponiéndose sobre él, mirándolo fijamente a los ojos con una intensidad que hizo que el cuerpo de Jisung se estremeciera. No tuvo que decirle nada, con aquella mirada le dejó completamente claro que no se tocara y cuando dejó de sujetarle las muñecas llevó aquella misma mano para tocar su miembro él mismo, de una forma mucho más intensa y desesperada de lo que lo había hecho antes, haciendo que Jisung no pudiera evitar deshacerse en gemidos mientras sentía su enorme mano aferrándose a su nueva erección y el miembro del otro empujando desde dentro.

 

            Jisung sintió el orgasmo de Kyubin momentos antes de que el suyo propio recorriera todo su cuerpo, el cuerpo de éste tensándose y quedándose estático un segundo antes de comenzar a moverse de nuevo, gimiendo gravemente, su cuerpo tensándose después y volviéndose a quedar paralizado, jadeando, el flequillo pegándosele a la frente por el sudor. Los movimientos de su mano sobre el miembro de Jisung se ralentizaron, pero él estaba tan al borde del orgasmo que no necesitó mucho más que algunos toques para volver a correrse de nuevo, sintiendo cómo éste se apoderaba de él, una oleada intensa de placer corriendo por su cuerpo, arqueándolo, provocando que doblara los dedos de sus pies mientras el semen volvía a manchar su cuerpo, completamente desecho por lo que acababa de pasar, pero sintiendo que todavía necesitaba muchísimo más de Kyubin esa noche —y quizás muchas más noches— para que todo el deseo sexual que contenía fuera aplacado, para dejarlo desecho y hecho añicos muchas más veces, hasta que Jisung se quedara completamente satisfecho porque eso era lo único que necesitaba, sexo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario