Título: Shattered desire
Autora: Riz Aino
Pareja: KyuSung
(KB + Love) (OnlyOneOf)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU,
romance, drama, smut, pwp
Número de palabras: 3.064
palabras
Resumen: sus deseos lo convierten en alguien sucio, en un
pecador… pero Jisung solo necesita del placer del sexo.
Advertencias:
relaciones sexuales explícitas.
Notas: el título está conformado por los versos “my pure
desire, my shattered despair” de la letra de sage, que fue lo que inspiró en un
primer momento la historia
Comentario de autora: esta historia fue planeada hacia finales del 2019 y
en parte escrita, pero nunca terminada, por lo que no ha podido ver la luz
hasta ahora. Espero que os guste.
Deseos. Todo el mundo tenía
diferentes deseos y todos ellos eran muy distintos los unos de los otros. Una misma
persona podía tener diferentes deseos a lo largo de su vida, de muy diversa
índole y en distintos momentos de ésta, concerniendo su ámbito personal y
privado o sus aspiraciones públicas, las que tenían que ver con el trabajo, los
hobbies. Los deseos eran totalmente normales y, por ello, Jisung también los
tenía… aunque los suyos quizás no eran como los de los demás, ya que su
principal deseo hacía tiempo que solo era en torno al sexo, sus deseos sexuales
anteponiéndose ante cualquier otro tipo de deseos que éste pudiera tener,
volviéndolo sucio, un pecador. La lujuria, unida a aquella libido que solo lo invitaba
a buscar el placer una y otra vez, a sentirse bien, a hacer que todos sus
deseos se volviesen realidad, haciendo su cuerpo añicos como si de un cristal
se tratase, pero lo único que Jisung quería y deseaba era aquello… y siempre lo
conseguía. Salir. Conocer gente. Entablar conversación. Establecer contacto
físico. Para Jisung era casi un juego de niños. Enredar a los demás en sus deseos
más profundos, hacerlos pecar junto a él, aunque fuera solo por una vez, por
una noche. Era guapo y utilizaba su atractivo para captar la atención, su suave
voz para incitar y sus hábiles manos para terminar de convencer a todos que
debían dejarse llevar, dejarse arrastrar por él para conocer lo que era el
placer más absoluto. Casi se sentía como un pequeño demonio, arrastrando al
infierno de los pecadores con él al resto del mundo, pero a Jisung no le
importaba, porque era lo único que quería, lo único que deseaba. Y Kyubin no
era más que otra pobre alma que caía en sus redes.
Kyubin, tan alto como él, casi tan
guapo como él, de mirada oscura y penetrante que no había dejado de observarlo
en toda la noche, sus ojos siendo como dos pozos profundos en los que Jisung
quería perderse. Había sido fácil. Había sido increíblemente fácil para él
acercarse, bailar un poco, pegarse a su cuerpo como su se tratase de su segunda
piel, susurrarle palabras al oído que habrían provocado que muchos se
escandalizaran, proponiéndole cosas que incluso en el infierno verían obscenas y
esperar a que todo aquello surtiera efecto, el efecto que él deseaba. Había
sido mucho más fácil de lo que solía ser y Jisung sintió cómo la penetrante
mirada del otro sobre su cuerpo era tan intensa, tan ardiente, que casi podía
derretirlo y Jisung lo único que deseaba era poder hacerlo, derretirse por
aquel fuego, aquella pasión desmedida que se escapaba por todos sus poros y
romperse bajo el toque de aquellas manos grandes que le iban a enseñar la
puerta del paraíso antes de obligarlo a descender al más profundo de los
infiernos. Sus besos ardientes. Fuego puro. Lo mismo que sus manos, las yemas
de sus dedos recorriendo todo su cuerpo de arriba abajo, por debajo de su ropa,
quemando allí donde tocaban. Y Jisung se dejó llevar, de la misma forma que
siempre se dejaba llevar, pero sintiendo mucho más de lo que nunca había
sentido antes con alguien.
Ni siquiera tardaron demasiado en
irse del lugar, buscando un sitio privado donde poder desatar todos sus deseos,
donde podían hacerlos realidad, donde no había personas a su alrededor que
pudieran juzgarlos por todo lo que harían, saliendo del local y dirigiéndose a
la casa de Jisung, sin poder mantener sus manos traviesas alejadas del cuerpo
del otro, sin poder dejar que sus bocas se encontrasen en un beso tras otro,
apenas avanzando en su camino hacia el placer a través de la oscura noche,
amparados por ésta, escondiendo en ella sus deseos por el otro.
Sus labios chocaron de nuevo en un
impulsivo y desesperado beso una vez la puerta del piso de Jisung estuvo
cerrada a sus espaldas, tropezando el uno con el otro, precipitadamente, agarrándose
con fuerza, sujetándose, lenguas encontrándose, saliva resbalando por sus
barbillas, bocas y cabezas que no dejaban de moverse, buscando el ángulo
perfecto, la mejor forma de encontrar un ritmo en aquel descontrolado beso, acelerado,
ansioso. Las manos de Jisung se agarraron a la espalda de Kyubin, con fuerza,
metiéndose por debajo de su chaqueta, de su camisa, hundiendo sus dedos en su
piel, con firmeza, su cuerpo pegándose al del otro, como si quisiera que se fusionaran
y se fundieran en uno solo, su entrepierna rozándose una y otra vez conta la de
éste, buscando mucha más fricción y contacto que el que sus cuerpos con ropa
podían ofrecerle, pero no dejando de mover sus caderas una y otra vez, ayudado
por las grandes manos de Kyubin, que se habían instalado en su trasero,
agarrando sus nalgas, apretándolas, hundiendo sus dedos en ellas de la misma
forma que Jisung lo estaba haciendo con su espalda. Pero la ropa era demasiada
y las ganas eran muchas y tuvieron que separarse para poder respirar y parar
durante un solo segundo, ambos excitados, ambos jadeantes, Kyubin mirándolo con
un deseo infinito por él un fuego ardiendo en sus ojos que sabía perfectamente
que se extendería por todo su cuerpo, un fuego que no sería capaz de extinguir
y que tampoco quería extinguir.
—La cama —atinó a decir Jisung, en
un jadeo ahogado.
Y quizás podría haber dicho mucho
más si la boca de Kyubin no hubiera encontrado su cuello, hundiéndose en él, besándolo,
lamiéndolo, atrapando entre sus dientes su fina piel, haciéndolo jadear, gemir,
derretirse entre sus brazos, sus rodillas volviéndose de gelatina porque su cuello
era uno de los lugares más sensibles de su cuerpo. Su cabeza se inclinó hacia
el lado contrario, dejándolo mucho más expuesto para que Kyubin pudiera seguir
con aquella pequeña exploración, calentándolo, dejando marcas, unas marcas que
se volverían de un color morado intenso y que serían demasiado visibles en su
piel, blanca como la nieve. Solo cuando éste pareció satisfecho con el trabajo
que había hecho, dándole un nuevo color a su cuello, se alejó finalmente de él
y Jisung tuvo que respirar profundamente para calmar el rápido latido de su
corazón que, como él, estaba demasiado excitado y necesitaba mucho más,
necesitaba que la ardiente boca de Kyubin estuviera por todas partes en su
cuerpo, aquellos labios algo gruesos que ya habían demostrado ser puro fuego,
incandescentes, quemando su piel allí donde se posaban, necesitaba que sus largos
dedos estuvieran en su interior, que lo llevaran hasta el paraíso tocando su
próstata una y otra vez hasta que estuviera listo para aquel bulto en su
pantalón que no dejaba de crecer mientras se frotaba contra Jisung.
—La cama —murmuró entonces Kyubin.
Jisung asintió y ambos caminaron muy
juntos, entre besos, roces y toques hasta la habitación de éste, donde Jisung
acabó tumbado de espaldas sobre el colchón, con Kyubin sobre él, reteniendo sus
muñecas sobre su cabeza con una de sus manos, volviendo a atacar su boca, su
cuello y toda la piel que quedaba expuesta a través del cuello de la camiseta
negra que vestía, los dedos de su otra mano colándose por debajo de ésta y
trazando pequeños dibujos en la piel de su torso, su estómago, recorriendo el
contorno de sus músculos, subiendo hasta su pecho, rozando con su uña su pezón,
apretándolo levemente después con sus dedos índice y pulgar, haciéndolo
gemir, haciendo que su cuerpo se viera
atrapado en la lujuria, en el deseo, ardiendo como si estuviera con fiebre,
pero lo único que sentía era una excitación increíble, su piel demasiado
sensible al contacto ardiente de Kyubin, queriendo muchísimo más.
Y así lo pidió, con un gemido débil,
de la misma forma que se encontraba su cuerpo, débil por Kyubin, débil por lo
que éste le hacía y por lo que podía hacerle, necesitando todo y más. La mano
que sujetaba sus muñecas dejó de ejercer presión, pero Jisung no tuvo las
fuerzas suficientes para cambiarlas de posición, simplemente ayudando de
aquella forma a Kyubin cuando éste tiró de su camiseta hacia arriba,
descubriendo su torso por completo, desnudándolo, inclinándose sobre él de
inmediato para seguir besando, mordiendo su piel levemente, en su camino hacia
abajo, provocando que Jisung no pudiera dejar de gemir, que no pudiera parar de
moverse sobre la cama, porque su cuerpo estaba demasiado sensible a cada toque
y se moría de placer, sintiendo demasiado, mucho más de lo que había esperado,
mucho más de lo que había imaginado, pero todo se volvió infinitamente más
caliente y excitante cuando la mano derecha de Kyubin encontró su entrepierna y
se coló por la cinturilla de sus pantalones, por dentro de sus calzoncillos,
tocando su miembro, su miembro caliente, su miembro sensible, su miembro que
respondía a cada toque a cada caricia, creciendo, volviéndose más duro,
provocando que un gemido tras otro ascendiera por la garganta de Jisung sin que
este pudiera ni quisiera hacer nada por evitarlo. No podía evitar cómo la
lujuria se apoderaba de todo su cuerpo, de su mente, cómo el placer lo llenaba
absolutamente todo, cómo lo único que podía hacer era dedicarse a sentir,
sentir la boca de Kyubin sobre su pecho, dejando un beso tras otro, y sus dedos
envolviendo su erección, su mano moviéndose arriba y abajo, dejándolo sin aire,
volviéndolo aún más sensible, provocando que se acumulara en su interior todo
el fuego y que éste saliera de su cuerpo mucho antes de lo que Jisung se había
imaginado.
El orgasmo le sobrevino con una violencia
y un sentimiento increíble, una corriente eléctrica recorriendo todo su cuerpo
mientras su semen manchaba la mano de Kyubin y sus calzoncillos, su cuerpo
tensándose un momento para después temblar con cada pequeño espasmo, sintiendo
el placer en todas las partes de su ser, de los pies a la cabeza. Un orgasmo
intenso, quizás demasiado, pero igualmente necesitado. Jisung había imaginado
que Kyubin lo llevaría hasta el paraíso y no se había equivocado, lo había
hecho ahogarse en su deseo… pero aquello no era nada, aquello solo había sido
un pequeño adelanto de lo que estaba a punto de llegar y, aunque Jisung
estuviera todavía perdido en sus sensaciones, en la forma en la que todo lo
veía borroso a su alrededor, el placer habiendo invadido absolutamente todo en
él, supo perfectamente que éste no iba a dejarlo esta solo de aquella forma en
el momento en el que sacó su mano de sus calzoncillos y se limpió su semen,
lamiéndose los dedos uno tras otro, recogiéndolo con su lengua, la expresión erótica
de su rostro al hacer aquello provocando demasiado en Jisung.
—¿Lubricante? —le preguntó.
—En el primer cajón.
Kyubin le dedicó una sonrisa pícara
y se levantó de la cama, dejándolo terminar de recomponerse en el escaso tiempo
que tardó en coger el lubricante de la mesita, pero apenas fueron unos segundos
los que tardó en volver de nuevo a la cama, desnudándose en el camino,
sacándose la chaqueta y desabrochándose la camisa, dejando al descubierto un
cuerpo trabajado, con unos músculos mucho más definidos que los de Jisung,
quitándose también los pantalones y los calzoncillos, quedándose completamente desnudo
ante él, ofreciendo una vista espectacular de su cuerpo, aquel cuerpo que era
una fantasía y que Jisung no podía esperar a tocar, a marcar, de la misma forma
que el otro había hecho con él, pero antes de que pudiera hacer nada de
aquello, Kyubin volvió a la cama y le retiro los pantalones y los calzoncillos,
dejándolo también desnudo por completo mientras lo observaba con aquel fuego
intenso en su mirada, ese deseo absoluto por él, un deseo absoluto que Jisung
también sentía, un deseo absoluto que necesitaba canalizar tocando su cuerpo.
—Déjame hacerte sentirte bien primero
—dijo Kyubin, pareciendo adivinar qué era lo que quería hacer—. Déjame volver a
hacerlo.
Jisung solo pudo asentir a aquellas
palabras, un escalofrío recorriendo su cuerpo solo de pensar en volver a sentir
el mismo placer que Kyubin le acababa de hacer sentir, el mismo placer que seguía
resonando por todo su ser. Sus piernas abiertas para que Kyubin se colocara
entre ellas con comodidad, su espalda contra el colchón y todo él vibrando,
esperando por lo que se avecinaba. Kyubin abrió el bote de lubricante y cubrió
sus dedos abundantemente antes de llevarlos hasta su trasero, tanteando con su
índice su ano, echando un poco más de lubricante en el lugar. El líquido
viscoso y frío hizo que el cuerpo de Jisung se tensara durante un segundo, pero
se relajó inmediatamente, esperando que el otro introdujera el primer dedo en
cualquier momento; sin embargo, lo que sintió fueron dos dedos entrando en su
interior de golpe, abriéndolo para él, haciéndolo jadear por la intrusión,
dejándolo sin respiración. No se lo había esperado, no lo había imaginado, pero
aquellos dedos dentro de él eran una fantasía hecha realidad, un deseo cumplido,
algo que no sabía que hubiera necesitado tanto, pero que realmente era lo que
había deseado desde el primer momento. Sus dedos eran largos, eran expertos,
sabía perfectamente lo que hacía, como debía moverlos, la intensidad de sus
movimientos y dónde se encontraba su próstata, empujándola levemente con la
punta de sus dedos, provocando que Jisung viera las estrellas cada vez que
cerraba sus párpados, que sintiera que casi las podía tocar con la yema de sus
dedos, corrientes eléctricas llenas de placer que recorrían su cuerpo con cada uno
de aquellos empujes. No obstante, los dos necesitaban más, mucho más… y Kyubin
no tardó en dárselo a ambos.
Cuando Jisung comenzó a gemir por
más, deshaciéndose por completo entre gemidos, fue el momento en el que Kyubin
sacó sus dedos de su cuerpo y se masturbó ante él durante unos momentos,
buscando endurecer su miembro, provocando que Jisung fijara su mirada en él, en
sus expresiones de placer, en la forma en la que movía su mano sobre su
erección, expectante por sentirlo dentro, por sentir su miembro llenándolo por
completo. Jisung estaba demasiado excitado y lo único que deseaba era aquello. Cuando
Kyubin se puso el condón y echó un poco más de lubricante sobre su erección,
esparciéndolo con cuidado sobre ésta antes de inclinarse sobre él y atrapar sus
labios con los suyos durante unos segundos en un beso mucho menos intenso y
desesperado que el primero que habían compartido, pero lleno de ansia, lleno de
deseo, lleno de expectación y de excitación, lleno de placer, sus lenguas encontrándose
la una con la otra, enredándose, jugando hasta que finalmente Kyubin se separó
de él, después de haberlo dejado sin aire. Jisung se dejó hacer sin protestar
cuando éste se subió sus piernas a sus hombros y se inclinó un poco sobre él,
forzando un poco su posición, pero era la mejor forma para hacerlo, la mejor manera
para que la penetración fuera lo más suave y cómoda posible a pesar de que su
postura no lo fuera.
Una sonrisa pícara, juguetona
apareció en su rostro en el momento en el que la punta de su miembro comenzó a
empujar para entrar en su interior y Jisung se volvió a quedar sin respiración
sintiendo cómo su pene entraba lentamente dentro de él, llenándolo por completo.
Kyubin dejó escapar un breve y grave gemido cuando estuvo dentro de él, mordiéndose
el labio inferior, su expresión mostrando que el placer que acababa de sentir
había sido inmenso. Pero aquello no se terminaba allí y cuando Kyubin comenzó a
moverse dentro y fuera de él, una y otra vez, lento, rápido, embistiendo delicadamente
al principio, con fuerza y precisión después, buscando su próstata con cada
embestida, proporcionándoles a ambos sensaciones increíbles que recorrían sus
cuerpos de arriba abajo… hasta que sus movimientos se volvieron erráticos,
totalmente descontrolados, descoordinados. Kyubin se debía de sentir al borde
del orgasmo y Jisung llevó su mano hasta su miembro para tocarse rápidamente,
para tratar de terminar a la vez, pero cuando éste se dio cuenta volvió a
sujetarle las muñecas sobre su cabeza durante unos instantes, imponiéndose
sobre él, mirándolo fijamente a los ojos con una intensidad que hizo que el
cuerpo de Jisung se estremeciera. No tuvo que decirle nada, con aquella mirada
le dejó completamente claro que no se tocara y cuando dejó de sujetarle las
muñecas llevó aquella misma mano para tocar su miembro él mismo, de una forma
mucho más intensa y desesperada de lo que lo había hecho antes, haciendo que
Jisung no pudiera evitar deshacerse en gemidos mientras sentía su enorme mano aferrándose
a su nueva erección y el miembro del otro empujando desde dentro.
Jisung sintió el orgasmo de Kyubin
momentos antes de que el suyo propio recorriera todo su cuerpo, el cuerpo de
éste tensándose y quedándose estático un segundo antes de comenzar a moverse de
nuevo, gimiendo gravemente, su cuerpo tensándose después y volviéndose a quedar
paralizado, jadeando, el flequillo pegándosele a la frente por el sudor. Los movimientos
de su mano sobre el miembro de Jisung se ralentizaron, pero él estaba tan al
borde del orgasmo que no necesitó mucho más que algunos toques para volver a
correrse de nuevo, sintiendo cómo éste se apoderaba de él, una oleada intensa
de placer corriendo por su cuerpo, arqueándolo, provocando que doblara los
dedos de sus pies mientras el semen volvía a manchar su cuerpo, completamente
desecho por lo que acababa de pasar, pero sintiendo que todavía necesitaba
muchísimo más de Kyubin esa noche —y quizás muchas más noches— para que todo el
deseo sexual que contenía fuera aplacado, para dejarlo desecho y hecho añicos
muchas más veces, hasta que Jisung se quedara completamente satisfecho porque
eso era lo único que necesitaba, sexo.
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