jueves, 21 de abril de 2022

[One Shot] Shall we cross the sparkling galaxy together? {Seongllen}

Título: Shall we cross the sparkling galaxy together?

Autora: Riz Aino

Pareja: Seongllen (Allen + Seongmin) (Cravity)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, romance, fluff, smut, pwp

Número de palabras: 4.606 palabras

Resumen: Allen le propone a Seongmin enseñarle el universo, cómo alcanzar las estrellas con las yemas de sus dedos y cruzar la galaxia juntos.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas.

Notas: la historia fue inspirada simple y llanamente por la forma en la que Allen decidió sujetar a Seongmin para hacer este juego en el último Weekly Idol.

Comentario de autora: no escribo mucho de Cravity, pero cuando algo se me mete entre ceja y ceja, no puedo dejar de hacerlo. Espero que os guste.

 


            —Cinco y cuarto de la mañana —dijo Seongmin y apuntó en la pequeña libreta que llevaba consigo esa madrugada, para después añadir una serie de datos que acababa de ver a través del telescopio—. Creo que con esto estaría todo —anunció, girándose hacia Allen con una sonrisa, cerrando la libreta en la que llevaba toda la noche apuntando una cosa tras otra.

            —Por hoy —respondió Allen.

 

            El chico ante él sonrió antes de repetir “por hoy” y comenzar a recoger todas sus cosas en el mismo orden que siempre lo hacía, primero los materiales que había usado para apuntar los datos de las horas de observación, después ayudando a Allen a desmontar el telescopio que usaban para observar el cielo nocturno. A Allen siempre le había parecido bastante curioso la forma en la que Seongmin tan metódico con todo, no solo con la forma en la que recogía sus cosas, sino con absolutamente todo en su vida. El chico tenía una serie de listas en las que apuntaba las cosas que debía o quería hacer, sus metas y la forma de conseguirlas, sus planes futuros, planes pasados que no había podido cumplir debido a problemas externos, o listas de tareas diarias para llevar el control de su vida de la mejor forma posible; además de las libretas con demasiadas notas en las que tenía todo lo que iba aprendiendo sobre el universo. Allen era todo lo contrario a Seongmin, por lo general nunca planeaba nada —solo sus salidas nocturnas para ir a observar el cielo porque tenía que hacerlo durante unas horas concretas— y se dejaba llevar por las situaciones y por lo que su cuerpo le pedía hacer en cada momento. A veces sentía una especie de envidia por cómo el menor llevaba todo tan controlado y le gustaría poder ser como él y tener toda su vida planeada, pero aquella envidia pronto se le pasaba porque estaba seguro de que él no podría vivir de aquella forma, todo tan planificado y controlado, sin dejarse llevar, aunque fuera solo por un momento, y hacer algo que le apeteciera sin necesidad de llevarlo apuntado en su lista de tareas para el día. Había veces en las que Allen lo único que quería era ser capaz de hacerle romper su rutina con algo loco para que el menor se dejara llevar.

 

            —¿Tienes algo que hacer esta noche? —no pudo evitar preguntar Allen, siguiendo su tren de pensamientos, cuando el telescopio estaba desmontado y ya iban de camino al coche.

            —Dormir —respondió Seongmin, encogiéndose de hombros—. Mañana tengo una clase a primera hora.

 

            Allen asintió y siguió caminando por entre las zarzas y hierbajos de aquel lugar apartado en el que habían estado aquella noche observando las estrellas para un trabajo en común sin decir una palabra más. Realmente era algo muy complicado sacar a Seongmin de la rutina que se había marcado para el día, por lo que, aunque tenía muchas ganas de proponerle algo que pudiera ser lo suficientemente atractivo como para que el chico finalmente la rompiera, sabía perfectamente que nada de lo que le pudiera decir, acabaría haciendo que Seongmin simplemente desechara lo que había planeado para el día. Llegaron al coche poco después y metieron el telescopio y la enorme manta sobre la que habían estado sentados en el maletero, Allen dejando también su mochila para que no se le olvidara llevar todos los materiales y lo que había apuntado al día siguiente a la facultad, para después subirse a él y así emprender el camino de vuelta a la ciudad, sin poder dejar de darle vueltas a aquello a pesar de que sabía que era una causa perdida. Seongmin puso un poco de música en su móvil durante el camino, aunque sus voces hablando sobre los datos que habían tomado en aquella larga noche de observación, tratando de encontrar el mejor enfoque que podían darle al trabajo con ellos, sonaban por encima de ella y apenas la escuchaban, demasiado enfrascados en su conversación. El viaje de vuelta a casa aquella vez duraba algo más de una hora y Allen lo agradecía porque una de las últimas veces que habían salido a observar el cielo, lejos de las estridentes luces de la capital, que no dejaban ver las estrellas, habían ido a lugares mucho más apartados y la vuelta a casa había sido demasiado larga, pero en aquella ocasión se le hizo bastante corta y no estaba nada cansado.

 

            —¿Cuándo podemos hacer la última observación? —preguntó Seongmin cuando llegaron a su destino, el garaje del bloque en el que vivía Allen—. ¿O crees que necesitaremos alguna más?

            —No estoy seguro —respondió él. Seongmin asintió y después sacó su agenda de la mochila y comenzó a pasar hojas hasta que se detuvo en una, comenzando a apuntar algo—. Imagino que cuando ordenemos lo que hemos hecho hoy sabremos si necesitamos solo una o varias más.

            —Si el fin de semana que viene no llueve como este podemos hacerlo el sábado para ir descansados a las clases —comentó el chico—. Nos quedarían unas tres semanas más para entregar el trabajo, podríamos salir otra vez más si fuera necesario y terminar de montarlo sin problema antes de tener comenzar a estudiar más de firme para los parciales.

 

            Allen no pudo evitar la risa que ascendió por su garganta al escucharlo decir todo aquello porque realmente lo tenía todo planificado y en realidad no lo debía de impresionar, tendría que estar acostumbrado a ello, pero Allen no podía evitarlo. Seongmin alzó su vista para mirarlo, esbozando un “¿qué?” pero sin terminar de vocalizarlo y Allen simplemente negó con un movimiento de su cabeza antes de calmar su risa para contestarle.

 

            —Es solo que me sigue sorprendiendo cómo llevas todo planeado y programado con semanas y meses de antelación, ¿nunca te has dejado llevar y has hecho algo que no hubieras planeado? —preguntó—. ¿Llegarte a por un helado después del colegio en vez de volver directamente a casa? ¿Echarte una siesta de tres horas y luego quedarte de madrugada terminando un trabajo que tienes que entrar a primera hora?

 

            Seongmin lo miró fijamente y Allen pudo ver cómo el chico estaba entre confuso por las preguntas que le había hecho y pensativo, seguramente tratando de encontrar en su memoria algún momento en el que hubiera hecho algo como aquello. Pasaron algunos minutos de aquella forma, mirándose el uno al otro, sentados en el coche ya aparcado en el garaje, como si nada más existiera a su alrededor, hasta que finalmente Seongmin rompió el contacto visual, cerrando sus ojos y moviendo su cabeza negativamente. Allen se lo imaginaba y se lo esperaba, pero aquel pensamiento de proponerle algo a lo que el chico no se pudiera negar para cambiar todos sus planes volvió a instalarse en su mente y Allen decidió que quizás era el mejor momento para ello, aunque probablemente le saliera mal, quería intentarlo.

 

            —¿Quieres que crucemos la galaxia juntos esta noche? —le preguntó, provocando que el chico volviera a abrir los ojos y lo mirase fijamente, sus ojos brillando con una leve curiosidad—. ¿Que te enseñe el universo y cómo tocar las estrellas con las yemas de tus dedos?

 

            Sus palabras habían sido quizás la cosa más cursi y estúpida que jamás había dicho en toda su vida, pero la forma en la que Seongmin se lo observó y la forma en la que el chico tragó saliva después de unos momentos, al desviar su mirada hacia sus labios, hicieron que haber soltado aquella cursilada le mereciera la pena porque no había esperado para nada aquella reacción por parte del chico. La curiosidad estaba pintada en su expresión, pero además de curiosidad había algo más, algo a lo que Allen no sabía ponerle nombre del todo, pero que parecía interés por lo que había escuchado. Seongmin no dijo nada de nuevo, solo lo observó durante algunos minutos, en silencio, parpadeando muy poco y haciéndolo muy lentamente, provocando que Allen se sintiera bastante nervioso porque no era la primera ni la segunda vez que había pensado en que quería algo más con aquel chico que lo fascinaba y lo hacía poner los ojos en blanco con su personalidad, siempre todo tan planificado, siempre tan correcto, tan puro, quizás… Allen siempre había querido romper su rutina y pintar aquel lienzo en blanco, pero no había sido hasta aquella noche que se había decidido a hacer la propuesta y la espera realmente estaba matándolo por dentro, a pesar de que sabía que Seongmin estaba pensándolo todo, calculándolo todo, para encontrar la mejor solución. No obstante, él no quería que lo calculase todo, quería que se dejara llevar por una única vez, por lo que, al final, él mismo acabó guiándose por sus impulsos y se desabrochó el cinturón para inclinarse hacia delante, hacia Seongmin, sus labios rozando el lóbulo de su oreja cuando le susurró “no pienses… solo déjate llevar”. Su intención después de aquello era alejarse del chico para observar su reacción, ver si sus palabras habían hecho que hubiera algún cambio, pero no pudo alejarse mucho porque, de inmediato, los dedos de Seongmin agarraron los cordones de la sudadera que vestía y tiraron de él hacia delante, provocando que sus bocas chocasen. Allen no se había esperado aquel movimiento por parte del menor, pero no pudo evitar la sonrisa que se formó en sus labios antes de comenzar a besarlo con ganas, llevando su mano a su mejilla, acariciándola, mientras su boca se movía lentamente contra la de Seongmin, besándolo con algo de intensidad, pero sin premura hasta que unos momentos más tarde el chico dejó de sujetarlo y lo empujó suavemente hacia atrás. Allen se separó de él después de dejar un beso corto sobre sus labios y después observó cómo éste se encontraba ante él, sus ojos brillando como un mar de estrellas, sus mejillas encendidas y los labios rojos y algo hinchados.

 

            —Este no era mi plan para esta noche… —murmuró Seongmin, dejando que un suspiro escapara de sus labios.

            —A veces está bien no tener ningún plan y dejar que las cosas pasen —respondió Allen, haciendo que el chico esbozara una sonrisa cuando volvió a llevar su mano hasta su mejilla para acariciarla suavemente—, ¿qué quieres hacer? ¿Qué te pide ahora mismo tu cuerpo? Sin pensarlo.

            —Quiero… quiero seguir besándote…

            —Hazlo entonces.

 

            El brillo de la mirada de Seongmin se intensificó y unos segundos después se quitaba también el cinturón para poder cruzar la distancia que los separaba y besar sus labios de nuevo, esta vez de una forma muchísimo más demandante, su lengua rozando la boca de Allen, pidiéndole que la abriera de esta forma. El mayor no se negó a ello y separó sus labios, dejando que sus lenguas se encontrasen y que jugasen la una con la otra, conociéndose por primera vez, moviendo sus cabezas a un lado y a otro, buscando mejor acceso, queriendo estar muchísimo más cerca, necesitando más y más del otro, dejándose sin aliento y teniendo que separarse poco después para poder volver a respirar con normalidad. Sus rostros se mantuvieron cerca el uno del otro, no obstante, sus narices rozándose, sus respiraciones aceleradas mezclándose, Allen tenía sus ojos cerrados, tratando de calmar el rápido aleteo de su corazón dentro de su pecho, emocionado y excitado a partes iguales porque Seongmin se estaba dejando llevar por una vez y porque le gustaba demasiado que lo estuviera haciendo.

 

            —Quiero… —murmuró el chico, haciéndolo salir de sus pensamientos, pero no terminó su frase, por lo que Allen abrió sus ojos y se alejó un poco para observarlo.

            —¿Qué quieres? —le preguntó, animándolo a continuar.

            —Quiero… —Seongmin se detuvo de nuevo, inspiró hondo y después volvió a hablar—. Quiero que me enseñes el universo…

 

            Allen no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro, de la misma forma que no pudo evitar acercarse a Seongmin de nuevo para besar sus labios durante unos momentos más, feliz, encantado con aquella respuesta.

 

            —Vamos arriba —dijo en cuanto se separaron—. El coche no es el lugar más cómodo para esto.

 

            Seongmin asintió y ambos salieron del coche con rapidez. Allen le tendió su mano al chico y éste la tomó, ambos caminando muy juntos, saliendo del garaje y entrando al edificio en el que el mayor vivía, compartiendo piso. Era tarde, demasiado tarde —o quizás demasiado temprano— y no se escuchaba ni un ruido en el bloque de pisos mientras subían por las escaleras, solo sus pisadas resonando en la comunidad del edificio, hasta que llegaron a su piso. Allen introdujo la clave numérica en la cerradura, deseando que su compañero no se despertase por el ruido que hizo ésta al abrirse y entró al lugar, seguido de Seongmin casi de puntillas, quitándose los zapatos en la entrada y atravesando la vivienda tratando de hacer el menor ruido posible. Una vez entraron en la habitación de Allen y la puerta estuvo cerrada con pestillo, el chico no pudo evitar reír y Seongmin se contagió de su risa durante unos momentos, pero la risa acabó muriendo en sus labios finos cuando Allen volvió a besarlo, de una forma demasiado demandante, queriéndolo todo y más de él… y Seongmin se dejó llevar por completo, pegándose a su cuerpo y dejando que fuera Allen el que los guiara a ambos, entre besos, hasta la cama, donde el menor acabó sentado cuando la parte de atrás de sus rodillas chocó contra el colchón y perdió el equilibrio, cayendo sobre éste. Sus cuerpos estuvieron separados tan solo unos momentos, porque Allen se subió sobre la cama, sobre Seongmin, empujándolo suavemente para que su espalda estuviera contra el colchón y volvió a besarlo.

 

            Entre besos, entre jadeos leves y alguna que otra risa, las manos de ambos comenzaron a tantear el cuerpo del contrario, por encima de la ropa al principio, las manos de Seongmin agarrándose con fuerza a su sudadera, arrugando la tela entre sus dedos, atreviéndose después a meterlas por debajo de ésta y rasguñar levemente su espalda cada vez que Allen lo dejaba sin aliento con sus besos… porque la boca de Allen no se detuvo en ningún momento, sobre la de Seongmin, en cada zona de su rostro, besando su frente, sus mejillas, su nariz pequeña, su mentón, la línea de la mandíbula que poco a poco se iba haciendo más definida y su cuello, oh su cuello, dulce, sensible, suave, a su completa merced, haciendo que leves gemidos escaparan de los labios del chico. No eran fuertes, pero eran lo suficientemente intensos como paraque Allen los notara vibrando por todo su cuerpo, aquellos leves gemidos que lo invitaban a más a mucho más, a todo lo que quisiera y quizás más.

 

            Hacía calor, al menos Allen tenía mucho calor, así que, sin mucha ceremonia comenzó a desvestirlos a ambos, bajando del todo la cremallera de la sudadera de Seongmin, abriéndosela, levantándole la camiseta para así ir descubriendo su torso delgado y de piel blanca y suave. Él mismo se quitó su propia sudadera antes de inclinarse de nuevo sobre el cuerpo del chico, rozando sus entrepiernas mientras se entretenía con los pezones del Seongmin, tocando, besando, lamiendo, mordisqueando, arrancando más de aquellos gemidos que casi comenzaban a volverlo totalmente loco, provocando que ambos estuvieran mucho más excitados de lo que ya lo estaban. Allen sintió cómo el miembro de Seongmin se endurecía contra su propio miembro, cada vez más duro también y sensible a través de los pantalones acabó mordiendo con un poco más de intensidad la piel del pecho del menor, succionando, dejando una pequeña marca sobre su cuerpo, cerca de sus clavículas, ahogando de aquella forma el gemido que había pugnado por salir de su boca, contra su piel.

 

            —Allen… —lo llamó el chico—. Más… más…

 

            Allen se separó del cuerpo de Seongmin durante un segundo para poder observarlo, el chico que estaba en su cama, levemente despeinado, con las mejillas totalmente encendidas, los labios hinchados y los ojos brillando como si contuvieran un mar de estrellas, jadeando. Le había suplicado por más y Allen no iba a hacer que se lo tuviera que pedir más veces, le enseñaría lo que le había prometido en el coche, le mostraría el universo, caminarían juntos por la galaxia, alargando sus manos para rozar las estrellas.

 

            —¿Es tu primera vez? —le preguntó, mientras le pedía al chico que alzase su cuerpo un poco de la cama y le terminaba de quitar la sudadera y la camiseta. Seongmin asintió levemente con su cabeza—. Te prometo entonces que seré paciente y delicado contigo.

 

            Seongmin volvió a asentir y Allen terminó de desnudarlo, bajándole los pantalones, dejándolo solo con sus calzoncillos, por el momento, haciendo lo mismo con su ropa, sacándose su sudadera y camiseta y quitándose casi con aceleración sus pantalones a patadas, quedándose con sus calzoncillos todavía. Era la primera vez de Seongmin, no quería ir demasiado rápido a pesar de que lo único que su cuerpo le gritaba era que se internara ya en él, porque seguro que la presión de sus paredes sería completamente única y maravillosa, pero no, antes tenía que hacer muchas cosas, tenía que hacerlo disfrutar, tenía que dejarlo temblando de placer. Y mientras volvía a inclinarse sobre él para besarlo, Allen llevó su mano derecha hasta la entrepierna de Seongmin, comenzando a tocar su miembro casi erecto por completo con ésta, por encima de la tela de sus calzoncillos, notándola humedecida, sintiendo su miembro caliente, palpitante en su mano, creciendo con cada toque, con cada beso, endureciéndose más y más, arrancando jadeos y gemidos leves de los labios del chico, gemidos que en algún momento crecían en intensidad y en volumen, pero que seguían sin ser lo suficientemente altos como para que se escucharan fuera de su habitación y como para despertar a su compañero de piso. Su mano se deslizó dentro de la prenda, envolviendo el miembro de Seongmin en su mano, moviéndola arriba y abajo, notando la humedad de su pre semen directamente contra su palma, contra la yema de sus dedos. El chico dejó escapar un gemido un poco más fuerte ante el roce de su mano directamente y Allen acabó atrapando sus labios de nuevo para que todos los gemidos quedaran ahogados entre sus besos mientras seguía tocándolo, una y otra vez, masturbándolo lentamente, jugando un poco con su miembro, hasta que finalmente lo sintió temblar en su mano, cuando el orgasmo le sobrevino a Seongmin, el chico mordiéndole el labio inferior mientras se corría, su cuerpo siendo recorrido por oleadas de placer.

 

            Cuando el chico le soltó el labio, su cuerpo quedándose completamente laxo sobre la cama, Allen se separó de él, notando el sabor metálico de la sangre en su boca, no pudiendo evitar esbozar una sonrisa al ver cómo Seongmin se encontraba completamente rendido sobre su cama, jadeando, tratando de recobrar el aire, su pecho subiendo y bajando rápidamente, sus ojos medio cerrados, su boca abierta, todo él siendo unan estampa demasiado erótica que invitaba a más y que provocó que Allen se siguiera excitando aún más. Sacó la mano de sus calzoncillos, lamiéndose de entre los dedos el semen del chico y se levantó de la cama rápidamente en busca de lubricante y condones porque estaba demasiado excitado y necesitaba comenzar a preparar a Seongmin antes de que simplemente se corriera por ver al chico de aquella forma, desecho de placer, sobre su cama. Tuvo que abrir varios cajones de su mesita porque no recordaba donde había metido lo que buscaba, pero en cuanto dio con el bote de lubricante y los condones volvió rápidamente al colchón y acabó quitándole los calzoncillos al chico, desnudándolo por completo. Éste abrió sus ojos del todo y lo miró fijamente, sus ojos brillando con una intensidad y un deseo que hicieron que todo el cuerpo de Allen temblara de placer porque aquella mirada había cambiado demasiado después del orgasmo.

 

            —¿Puedo? —preguntó, señalando el lubricante. Seongmin asintió—. Te prometo que tendré muchísimo cuidado… pero si te duele, dímelo.

 

            Seongmin asintió y Allen le pidió que se diera la vuelta, colocándose de rodillas sobre la cama. El menor titubeó durante unos momentos, pero después le hizo caso a su petición y acabó colocándole tal y como le había pedido, con su trasero levantado hacia él. Allen no pudo evitar relamerse los labios, la visión ante él era demasiado erótica, pero contuvo sus ganas de internarse en él para comenzar a prepararlo, abriendo el bote del lubricante, echando un poco sobre su dedo índice y sobre el ano de Seongmin, introduciéndolo después con mucha lentitud dentro de su cuerpo. Éste se tensó irremediablemente y Allen tuvo que pedirle que se relajara, tocando también su miembro, ahora flácido, pero todavía muy sensible por su reciente orgasmo, provocando que un pequeño gemido saliera de los labios del chico. Allen sabía perfectamente, por experiencia propia, que la primera vez era intensa, demasiadas sensaciones nuevas, no todas placenteras, a la vez, de la misma forma que sabía cómo debía de tocarlo para que al menos la mayoría de estas sensaciones fueran lo más placenteras posible para el chico, por eso no dejó de tocar su miembro, de dejar pequeños besos sobre su trasero, sobre sus piernas, sobre su espalda, de susurrar palabras para excitarlo, de echar más lubricante y de mover su dedo hasta que la presión sobre éste dejó de ser tan intensa e introdujo un segundo dedo, repitiendo el mismo proceso. Allen tenía prisa, quería introducirse lo más rápido posible en él, quería sentir en su miembro lo que estaba sintiendo contra sus dedos, pero se forzó a ir lo más lento posible, se forzó a hacer las cosas al ritmo que le pedía el cuerpo de Seongmin, buscando el máximo placer para éste, buscando calentarlo de nuevo, buscando dejarlo al borde del orgasmo rozando con la yema de sus dedos su próstata. El tiempo pasó lento, muy lentamente, hasta que finalmente la entrada del chico dejó de oponer una resistencia absoluta a la intrusión que era extraña y placentera a la vez, hasta que fue el cuerpo de Seongmin el que buscaba más, moviendo sus caderas y solo entonces, Allen supo que estaba listo para algo más.

 

            Cuando sacó sus dedos de su cuerpo, Seongmin emitió un leve ruidito de disconformidad, pero Allen no tardó en volver a llenar el vacío que sus dedos habían creado. Se quitó rápidamente sus calzoncillos y se puso un condón en su miembro erecto, casi a punto de estallar, echando lubricante sobre éste, embadurnándolo lo mejor posible, echando más sobre la entrada de Seongmin y después agarrando sus caderas con su mano izquierda mientras guiaba su miembro hacia su ano con la derecha, su punta rozando contra éste, haciendo que el chico moviera su trasero contra él, como si lo estuviera tentando, como si lo único que quisiera fuera que Allen se introdujera en él lo más rápido posible. Y Allen se sintió tentado a entrar de golpe, a sentir aquella presión tan exquisita completamente, pero trató de calmarse y acabó introduciéndose en él poco a poco, moviéndose dentro y fuera, adentrándose casi un centímetro cada vez, haciendo que las paredes de Seongmin se fueran acostumbrando poco a poco a la penetración de su miembro hasta que finalmente estuvo dentro por completo, sus caderas chocando la una con la otra. Allen tuvo que respirar hondo varias veces para no correrse solo con aquello, tuvo que calmarse y desviar su atención para poder durar un poco más, a pesar de que la fricción era completamente exquisita y sentía que podía dejarse ir, que podía alcanzar el orgasmo solo con un par de embestidas más. Allen se movió muy lentamente, haciendo que ambos jadeasen y que sus cuerpos temblaran de placer con cada penetración, haciendo que todo fuera mucho más intenso de aquella forma, queriendo encontrar con su miembro la próstata de Seongmin como había hecho con sus dedos antes, pero sin hallarlo debido a la postura en la que se encontraban, no siendo la inclinación adecuada para que la punta de su miembro rozara contra aquel lugar con cada penetración. Aprovechando que el cuerpo del chico era pequeño y delgado y usando la fuerza de sus músculos, acabó cambiando de postura, sentándose sobre el colchón, sentando al chico sobre él, con sus piernas encogidas, su espalda pegándose a su torso por completo. El cambio de postura surtió el efecto deseado porque con la siguiente embestida, su miembro rozó contra la próstata de Seongmin y el chico dejó escapar un gemido intenso. Allen no pudo evitar la sonrisa que se extendió por su rostro al escuchar aquel gemido y siguió penetrándolo una y otra vez de aquella forma, cambiando el ritmo, yendo un poco más rápido cada vez, esperando a que el chico se acostumbrara a cada cambio de ritmo antes de aumentar la velocidad de nuevo hasta que ninguno de los dos pudo contener el orgasmo.

 

            El cuerpo de Seongmin tembló entre sus brazos mientras se corría y las paredes de su recto, pulsando una y otra vez, lo apretaron deliciosamente mientras él también alcanzaba el clímax, haciendo que éste se prolongara, la sensación de cosquilleo que viajaba por todo su cuerpo, los puntos brillantes que veía tras sus párpados cuando cerraba sus ojos, su respiración irregular, pero acompasada con la de Seongmin. Los dos se quedaron completamente quietos durante unos momentos, tratando de recuperarse de aquello, tratando de recuperar el dominio de sus cuerpos y fue Allen el que acabó moviéndose más rápido, saliendo del interior del chico y dejándolo con cuidado sobre el colchón, quitándose el condón y haciendo un nudo con él antes de tumbarse junto a Seongmin, sintiéndose completamente pegajoso, pero satisfecho. La expresión en el rostro del chico, con sus ojos entrecerrados y velados por el placer también decían que estaba satisfecho por lo que acababa de pasar y Allen no pudo contenerse de acercarse a él para darle un beso corto sobre la frente.

 

            —¿Estás bien? —le preguntó, retirándole con cuidado un par de mechones de pelo de su rostro. Seongmin asintió—. Probablemente te sentirás un poco incómodo los próximos días, pero no creo que sientas dolor.

            —Si lo siento, es el pequeño precio a pagar por todo lo demás —el chico lo miró fijamente a los ojos—. Estas estrellas están mucho más cerca que las que miramos por el telescopio —comentó con una sonrisa—, y casi me gustan más.

 

            Allen no pudo evitar que una sonrisa se extendiera por su rostro, para después acercarse y besar perezosamente a Seongmin, sintiendo que, quizás, aquella no iba a ser la última vez que el chico se saltara lo que hubiera planeado para tratar de conocer mejor el nuevo universo que acababa de descubrir… con él… algo en lo que a Allen no le importaba en absoluto ayudar.

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