miércoles, 6 de abril de 2022

[One Shot] In the midst of it all (love blooms) {JunRie}

Título: In the midst of it all (love blooms)

Autora: Riz Aino

Pareja: JunRie (Rie + Junji) (OnlyOneOf)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, pottery, romance, drama, fluff

Número de palabras: 3.233 palabras

Resumen: Junhyung decide aprender a hacer cerámica para tratar de olvidarse de cómo su vida se desmorona sin esperar quedarse prendado de Sungho, el ceramista que lo enseña.

Notas: esta historia estaba planeada desde el momento en el que JunRie se fueron a hacer cosas de cerámica juntos, pero estaba esperando el momento indicado para escribirla y ha llegado ahora con el cumple de Junji.

Comentario de autora: he estado últimamente viendo muchos vídeos de gente que hace cerámica para ver los procesos y las formas y tratar de plasmarlo en la historia, no sé si lo he conseguido del todo, al menos era mi intención. Espero que os guste.

 




            Junhyung estaba pasando por unos momentos bastante malos en su vida, tanto en la parte personal como en la profesional y realmente necesitaba hacer algo para olvidarse de todo, encontrar algo que hiciera que su mente se relajara por completo y que no pensara en nada más que en la tarea en la que estuviera enfocado en esos momentos. Porque su vida se desmoronaba sin que pudiera hacer realmente nada para sujetarla, en su trabajo cada día tenía más estrés y responsabilidad, cada vez trabajaba durante más horas extra de las que podía contar para resolver los conflictos y errores de los demás y eso había provocado que la relación que habían mantenido durante cinco años con el amor de su vida se hubiera acabado enfriando y volviendo casi una pesadilla hasta que, al final, ninguno había podido más con aquello y habían acabado dejándolo. Y Junhyung llevaba un tiempo buscando algo que no lo hiciera pensar en todo aquello y que lo hiciera volver a disfrutar, aunque fuera solo de algún aspecto de su vida. Cuando su amigo Taeyeob le había hablado en algunas ocasiones de un taller de alfarería que también tenía un espacio en el que enseñaban a gente a hacer sus propias piezas de cerámica, pero Junhyung nunca había sentido el suficiente interés como para intentarlo —y no es que en aquellos momentos realmente tuviera interés en ello, pero necesitaba algo que lo hiciera concentrarse totalmente en otra cosa y la alfarería parecía necesitar mucha concentración—. Por ese motivo, Junhyung había acabado yendo hasta aquel lugar que Taeyeob le había recomendado, esperando que, al menos, durante el rato que estuviera allí, todo lo que tenía encima, todo lo que estaba lastrando su vida, se diluyera.

 

            Todo era extraño para él en aquella tienda de alfarería, el espacio, las mesas de trabajo, la gente que se encontraba en el lugar, la arcilla, los delantales y, sobre todo, las formas distendidas y agradables que tenían de trabajar allí y de dirigirse a los clientes o aprendices, contrastando terriblemente con cómo solía Junhyung trabajar. Llevando solo allí unos diez minutos, mientras la chica que se encontraba en el mostrador lo atendía y le tomaba los datos para apuntarlo a la clase que iba a haber esa misma tarde en un rato, el chico se sintió un poco más relajado de lo que lo había estado en los últimos meses y su mente se mantenía enfocada en responder las preguntas de la chica, mientras no podía dejar de mirar a su alrededor con curiosidad.

 

            —La clase comenzará en media hora —le dijo la chica, con una sonrisa amplia—. Puedes curiosear un poco si quieres hasta que empiece.

 

            Junhyung asintió y después curioseó un poco el lugar, ya que ella le había dado permiso para que lo hiciera, observando cada rincón del lugar, queriendo alargar su mano y tocar las delicadas piezas de cerámica que lo adornaban, pero sabiendo que si lo hacía las podía romper, por lo que simplemente se contentó con observarlas impresionado. Siempre había creído que las cosas de cerámica se reducían a platos, vasos, tazas, recipientes o jarrones, pero estaba claro que no sabía absolutamente nada sobre aquella disciplina porque en el lugar se encontraban expuestas cosas de la más variada índole. Un pequeño sistema solar colgaba del techo en una de las esquinas del local, soportes para velas, flautas, un juego de ajedrez, diversas figuritas de animales —sobre todo gatos, pero también algún conejo, zorro o pájaro— y todo tipo de elementos decorativos. Junhyung no pudo evitar quedarse completamente anonadado por los increíbles trabajos que tenía ante él, queriendo conocer a la persona que los había creado.

 

            Su pequeño deseo no tardó en serle concedido porque el tiempo se le pasó volando y antes de que se diera cuenta ya había llegado el momento de la clase a la que se había apuntado —en la que solo se encontraba él, un par de parejas y dos chicas de instituto, todavía en sus uniformes— para aquella tarde aprender un poco de aquel arte que le parecía increíble y que lo acababa de enamorar por completo y la persona encargada de darles la clase y quien hacía todas aquella cosas increíbles de cerámica, apareció ante ellos. Un joven de cabello corto y oscuro, ojos profundos y brillantes y labios gruesos formando una sonrisa de bienvenida, cálida, hogareña, amable, una sonrisa que provocó que todo el cuerpo de Junhyung reaccionara de una forma que llevaba tiempo sin reaccionar, formando una sonrisa en sus labios.

 

            —Mi nombre es Sungho —les dijo, presentándose—. Voy a ser vuestro instructor durante un par de horas y os voy a enseñar a manejar la arcilla para que podáis hacer algunas piezas.

 

            El tiempo pasó volando y la mente de Junhyung estuvo concentrada en lo que Sungho les explicaba todo lo que debían hacer y cómo lo debían hacer, estando ante ellos, mostrándoselo haciéndolo él mismo y acercándose hasta ellos para ayudarlos cada vez que veía que a alguno de los presentes algún paso no le salía cómo debía. El chico era amable y su voz era dulce y encantadora, además de ser alguien bastante guapo y que hacía un trabajo increíble, por lo que Junhyung a veces no podía evitar quedarse un poco embobado mirándolo, observando cómo tocaba la arcilla húmeda, cómo sus manos se manchaban y se las tenía que limpiar en un paño antes de ir hasta alguno de sus alumnos de la tarde. Durante el rato que estuvieron allí, jugando con la arcilla y haciendo cada uno una taza con la arcilla reblandecida, usando tiras de ella para ir subiendo el cuerpo de ésta hacia arriba, humedeciéndola para darle la forma deseada y suavizar sus bordes, Junhyung no pudo pensar en nada más que en aquello, como si su mente se hubiera vaciado por completo y solo existieran la arcilla y Sungho, sus problemas y todo su estrés desapareciendo como si nunca hubieran existido en primer lugar.

 

            Cuando la clase acabó, Junhyung supo que tenía que volver a aquel lugar otra vez, por lo que no perdió el tiempo en apuntarse para otra clase.

 

~

 

            Los días esperando por la clase habían pasado bastante rápido, ya que, en el trabajo hacía todo de forma mecánica mientras contaba las horas, minutos y segundos que le quedaban para poder volver al lugar y encontrarse de nuevo con Sungho y, mientras estaba en casa, se entretenía viendo vídeos en youtube que lo habían ayudado a aprender un poco más y que, sobre todo, lo habían hecho estar mucho más emocionado y excitado por tener la segunda clase. Junhyung había entrado al canal oficial de la tienda taller y había visto trabajar a Sungho con la arcilla en el torno, creando con sus manos húmedas algunas de las increíbles piezas que tenía expuestas en el lugar y, además, sin poder evitar sentirse caliente por la forma en la que trataba con éstas la arcilla sobre el torno porque era algo completamente hipnótico y casi erótico. La forma en la que las manos mojadas de Sungho moldeaban la arcilla mientras esta daba vueltas en el torno, subiendo y bajando las manos, apretándola, guiándola hasta que tenía la elasticidad necesaria para seguir trabajando con ella, hundiendo después su dedo pulgar en el medio, creando un hueco profundo, lentamente, con mucha delicadeza, hasta que el espacio era el que quería crear para la pieza que estaba haciendo en el momento. Junhyung se quedaba embobado mirando cómo movía sus manos y no podía evitar fantasear con aquellas manos tocando su miembro de la misma forma que lo hacía con la arcilla que moldeaba, envolviéndolo con delicadeza, con lentitud, subiendo y bajando, usando su pulgar en su punta, llevándolo al orgasmo solo con aquellas manos que eran un pecado.

 

            Junhyung había dejado de pensar en cómo su vida se desmoronaba a su alrededor porque por fin tenía algo nuevo en lo que enfocarse, algo que lo hacía ilusionarse y, sobre todo, un interés demasiado intenso en Sungho a pesar de que no sabía absolutamente nada de él aparte que era alfarero, ceramista, y que aquella tienda era suya. No obstante, Junhyung quería conocerlo todo de él, por ese motivo, cuando la segunda clase llegó, no pudo evitar pasarse todo el tiempo que ésta duró totalmente embelesado con Sungho, sintiendo que su corazón se le salía del pecho cuando éste decidió ayudarlo a que el pequeño jarrón que estaban haciendo con el torno no se le viniera abajo, abrazándolo desde atrás, sujetando su cuerpo, apretándose contra su espalda, tomando sus manos entre las suyas, guiándolo tal y como debía hacerlo. Su corazón latió como loco, su cuerpo se tensó y se quedó sin respiración y solo pudo volver a funcionar como una persona normal cuando Sungho se alejó de él, pero el ambiente entre ellos cambió después de aquello, porque Junhyung no podía evitar ponerse nervioso cada vez que el otro se acercaba a él o le dedicaba algunas palabras, dándole alguna explicación o consejo y porque la sonrisa amable de Sungho se volvía otra clase de sonrisa cuando lo miraba a él directamente, una sonrisa mucho más atrevida, casi traviesa. Junhyung pensó en un primer momento que se lo estaba imaginando, pero cuando vio aquella misma sonrisa un par de veces más, se dio cuenta de que no, que no se estaba imaginando nada. Él no había sido especialmente sutil mostrando su interés por Sungho, sus ojos observándolo fijamente, su boca secándose cada dos por tres y su cuerpo incluso reaccionando a su presencia de forma instintiva, por lo que no era de extrañar que éste se hubiera dado cuenta de que se había interesado en él. Lo que Junhyung no se había esperado era que Sungho replicara su interés por él y, sobre todo, que pareciera replicarlo, pero no le iba a poner pegas a ello.

 

            —Junhyung, ¿verdad? —lo llamó Sungho cuando la clase de aquel día terminó—. He visto que te has apuntado a las clases durante todo el mes para hacer el ciclo completo de las clases que imparto aquí —le comentó, Junhyung asintió—. Cuando vengas a la última, puedes pasarte conmigo al almacén en la parte de atrás para recoger todas las piezas que has hecho en las clases, menos la que harás en la última, ya estarán todas horneadas y barnizadas para ese momento —le dijo y Junhyung volvió a asentir—. Para la última, te llamaremos para que vengas a recogerla cuando esté lista.

            —Gracias —murmuró él en respuesta.

            —No tienes que darlas —dijo Sungho—. Creo que eres el mejor alumno que he tenido en mucho tiempo, así que, estaré encantado de enseñarte todo lo que sé para ver cómo lo aplicas en las piezas que haces.

 

            Y tras aquel cumplido que dejó a Junhyung sobrevolando las nubes, le dedicó una sonrisa encantadora, casi pícara, para después alejarse de él como si no acabara de dejarlo como a un idiota allí plantado, con una sonrisa boba en su cara y la punta de las orejas rojas.

 

~

 

            Los días fueron pasando de una forma tan rápida que a veces a Junhyung le asustaba lo rápido que iba el tiempo porque durante los anteriores meses éste había ido demasiado lento, tanto, que los minutos le parecían horas… pero ahora sentía que era al contrario y que las horas se le volvían minutos. Se sentía mucho más animado y con más ganas de hacerlo todo, además de con ganas de ir a las clases con Sungho. Su trabajo seguía teniendo un ambiente horrible y el trabajo se le desbordaba de las manos cada vez que tenía que trabajar en un nuevo proyecto o cada vez que tenía que arreglar lo que otras personas no hacían correctamente, pero afrontaba todas las situaciones con aquel ánimo recuperado y simplemente pensaba en todo aquello como experiencia adquirida mientras buscaba ofertas de trabajo para tratar de salir de aquel agujero profesional. Su vida personal también había dado un vuelco bastante grande en el último mes, porque había pasado de seguir recordando a su ex casi cada día, echándolo de menos a pesar de que su amor se había roto y desmejorado desde hacía bastante tiempo antes de que finalizaran su relación a estar de nuevo ilusionado con alguien, alguien que también tenía interés en él y que, además, flirteaba con Junhyung cada vez que podía.

 

            Había ido un par de veces cada semana a las clases, había hablado con Sungho antes y después de ellas, no solo de cerámica, sino sobre ellos mismos. Había aprendido varias cosas importantes sobre él, como que era mayor que el propio Junhyung a pesar de que no lo parecía, o como que éste había heredado la pasión por la alfarería de su abuelo y había decidido hacer una renovación en el arte de la cerámica y en el taller, abriendo aquella tienda y dando clases para que la gente pudiera hacer sus propias piezas, imperfectas, pero con mucho más sentimiento que algo simplemente comprado. Sungho también había aprendido cosas sobre él, aquellas que se había atrevido a contarle, al menos, haciendo que ambos fueran aumentando el interés en el otro poco a poco. Sus charlas eran frecuentes, la forma en la que Sungho solo le sonreía a él era casi deslumbrante y Junhyung a veces esperaba a que cerrara el negocio para poder pasear un poco juntos hasta que ambos se separaban para coger el metro o el autobús de vuelta a casa. Sungho era agradable, era encantador, era amable, era guapo y tenía unas manos con las que sabía hacer maravillas… era su tipo, era totalmente su tipo y Junhyung estaba realmente ilusionado con todo lo que había pasado entre ellos aquellos días, pero tenía miedo a que cuando las clases se acabaran y ya no tuvieran una excusa para encontrarse, todo se fuera al garete, algo que, obviamente, no quería que pasase porque Sungho le gustaba de verdad y sentía que, el mayor también debía de tener por él algún tipo de sentimientos.

 

~

 

            —Junhyung —lo llamó Sungho una vez la última clase hubo finalizado—. Ven conmigo al almacén, las cosas que has ido haciendo están listas por fin y te las puedes llevar.

            —Claro —respondió.

 

            Sungho terminó de recoger un poco todo lo que habían puesto por medio para la clase y Junhyung lo ayudó en todo lo que pudo, terminando de aquella forma mucho antes y dirigiéndose al almacén justo después de dejarlo todo listo. Junhyung lo siguió de cerca porque nunca había estado en aquella parte de la tienda, hablando con él, tratando de sonar animado a pesar de que lo único que podía pensar era que en cuanto tuviera todas sus cosas ya no tendría muchas más excusas para estar allí con él, para tratar de conocerlo más y para intentar algo con él, una amistad, una relación, lo que surgiera, no quería sacarlo de su vida simplemente así. Al final acabó dejando todos aquellos pensamientos de lado porque cuando entró en el almacén donde guardaban todas las piezas para los pedidos o las que simplemente hacían para vender, su mente se quedó completamente en blanco y lo único que pudo hacer fue admirar la belleza de todo lo que allí había con sus ojos abiertos al máximo. Realmente cada pieza, fuera lo que fuera, era preciosa y tenía un nivel de detalle exquisito. Sungho era un maestro en aquello y cada cosa que creaban sus manos debía de llevar el título de obra maestra.

 

            —Eres increíble —no pudo evitar decir, sus palabras saliendo de su boca sin permiso, por lo que, cuando Sungho se giró hacia él, sobresaltado por lo que acababa de decir, acabó tapándose la boca con las manos—. Lo siento.

            —No te disculpes —respondió Sungho con una sonrisa—. Aunque la verdad sea dicha, tú me pareces mucho más increíble —le dijo, cogiendo una de las piezas que había en la estantería y que Junhyung reconoció como suya, la primera taza que había hecho bajo sus directrices, sin siquiera usar el torno—. Tienes muy buenas manos, a mí me costó mucho tiempo y práctica hacer algo como esto cuando mi abuelo me enseñaba.

 

            Junhyung quiso replicar a aquel comentario porque obviamente él no era tan bueno, pero antes de que pudiera siquiera abrir la boca para hacerlo, Sungho ya había soltado la taza de donde la había cogido y se había girado hacia él con rapidez, pegándose a su cuerpo y alzándose de puntillas para alcanzar sus labios en un beso que sorprendió a Junhyung de la misma forma que le encantó, aunque también le supo a poco, por lo que cuando Sungho trató de alejarse de él, siguió el movimiento de su cuerpo para atrapar sus labios de nuevo y no dejarlo ir por el momento, saboreando aquellos labios gruesos que siempre había querido besar, Sungho respondiendo al instante, moviendo su boca al compás de la de Junhyung hasta que tuvieron que separarse en busca de aire.

 

            —Wow… —murmuró cuando se separaron, no sabiendo siquiera a qué se refería con aquello, si al beso o al hecho de que Sungho lo había iniciado.

            —Wow —dijo también Sungho—. Esperaba que respondieras porque me parecía que yo también te interesaba… pero esto ha sido mucho más de lo que me esperaba —una sonrisa cálida y llena de cariño apareció en su rostro y se replicó en el rostro de Junhyung—. Me gustaría poder seguir viéndote, quedando contigo y conociéndote mejor, Junhyung, porque creo que me gustas mucho.

 

            Durante aquellos últimos días solo había estado pensando en que no quería despedirse de Sungho, así como así, y éste había hecho que todos sus miedos se disiparan simplemente con un beso y unas pocas palabras. La sonrisa en su rostro se hizo mucho más amplia antes de asentir, moviendo su cabeza rápidamente arriba y abajo, demasiado emocionado como para controlar sus movimientos.

 

            —A mí también me gustaría —respondió—. Todo.

 

            Y la encantadora sonrisa que apareció en el rostro de Sungho después de escuchar su respuesta fue suficiente para que su corazón latiera como nunca había latido dentro de su pecho y para que Junhyung se sintiera tranquilo y seguro de que todo iba a salir bien entre ellos, seguro de que no tenía nada que perder al lanzarse a la piscina junto a Sungho porque éste había hecho que su mundo dejara de derrumbarse sobre él con su presencia y con sus preciosas piezas de cerámica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario