Título: Love Talk
Autora: Riz Aino
Pareja: XiaoYang (Xiao Jun + Yang Yang) (WayV)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, romance, smut, pwp
Número de palabras: 4.190 palabras
Resumen: Yang Yang no entiende ni una palabra de lo que el otro
chico está diciendo… pero la forma en la que lo dice, provoca reacciones en su
cuerpo que es incapaz de controlar.
Advertencias: relaciones sexuales explícitas.
Notas: historia escrita tomando como base la letra de la
canción ‘Love Talk’ de WayV, tanto en su versión original como en su versión en
inglés. No la sigue completamente, pero el feeling de ambas está ahí.
Comentario de autora: este fic se ha pasado dos años y medio en mi ordenador
porque después de escribir la primera página la inspiración me abandonó, pero
un día me puse a escuchar la canción de nuevo y volvió para acabarlo. Espero
que os guste.
Yang Yang no se había sentido especialmente cómodo
con la idea de tener que viajar a la otra punta del mundo, a un país del cual
no tenía ni idea del idioma —porque aunque era el
lugar en el que había nacido, sus padres se habían mudado a Alemania poco después
y no sabía más chino que cualquiera de sus demás amigos alemanes— simplemente
para la boda de su mejor amigo Lucas, que había ido a China después de milenios
de vacaciones y se había enamorado de su vecina, a la que no había visto en
quince años. Pero por los amigos se hacían verdaderas locuras… y, así, Yang Yang
se había embarcado en la locura de viajar a China para ir a tocar el violín en
la dichosa ceremonia, sin conocer a nadie más allí que al novio —y a sus
padres—, un novio que no le estaba haciendo ni puñetero caso porque obviamente
tenía muchos más invitados que atender y él solo era el idiota que se había
recorrido medio mundo para tocar el violín y después sentarse a comer sin poder
entablar conversación con las demás personas de la mesa en la que le había
tocado —que por lo que Lucas le había dicho antes de perderse en el salón, eran
familiares jóvenes, primos, sobre todo, y amigos de la novia—.
Yang Yang no había tenido muchas esperanzas de nada
en aquella boda y lloraba por dentro porque ninguno de sus amigos alemanes
había conseguido la visa a tiempo para poder viajar… pero a mitad de la noche
todo comenzó a cambiar de forma sustancial.
Desde que había tocado el
violín en la ceremonia, Yang Yang había sentido cómo una mirada penetrante no
dejaba de observarlo fijamente. El chico había pensado en ese momento que tenía
que estar un poco paranoico porque, claro que todas las miradas estaban fijas
en él, estaba haciendo una pequeña actuación en mitad de la ceremonia, era lo
más normal del mundo que lo miraran… pero después de bajar del pequeño altar y
sentarse de nuevo en el lugar que le habían reservado para ésta, Yang Yang
había seguido sintiendo que lo observaban fijamente —y la sensación no se había
detenido en todo aquel tiempo— pero no encontraba el lugar de procedencia de
aquella mirada, no sabía quién era la persona que en aquella enorme sala no
dejaba de mirarlo. Al principio había tratado de ignorar esa sensación… pero
después de tanto rato, el chico lo único que quería a aquellas alturas era
encontrar el origen de aquella mirada y preguntarle que si tenía algo en la
cara para que lo estuviera mirando tanto. No obstante, imposible identificar el
origen de aquella mirada y, al final, lo dejó correr y simplemente se dedicó a
comer y a beber vino, solo y sin hablar con nadie… al menos hasta que la chica
que estaba sentada a su lado se fue y a su lado se sentó el ser humano más
precioso que Yang Yang había visto en toda su vida.
—Hola —le dijo el chico en
chino.
Yang
Yang no sabía mucho chino, pero eso sabía lo que significaba. No tenía mucha
idea de chino, pero contestó a su saludo, provocando que el otro le dedicara
una sonrisa encantadora y le dijera algo que no entendió.
—Lo
siento —respondió en el poco chino que sabía—. No hablo chino. Soy amigo del
novio, de Alemania.
Yang
Yang se había aprendido aquel pequeño discurso para poder explicar en la boca
por qué, a pesar de haber nacido en el país, no tenía ni idea de cómo hablar el
idioma. Sus padres hablaban en chino en su casa, sobre todo cuando se peleaban,
pero él nunca había aprendido más que cuatro cosas muy básicas porque, de todas
formas, el idioma en el que se comunicaba y en el que tenía que hacerse
entender era el alemán. Siempre había pensado que aprender el idioma de su país
natal sería algo genial, pero realmente nunca lo había hecho y en aquel momento
se arrepintió de no haberlo intentado, porque el chico ante él era realmente
precioso y porque además parecía haberse interesado en él.
—Mi
nombre es DeJun —le dijo éste en un intento de inglés macarrónico.
—Yang
Yang —respondió él.
—Yang
Yang —murmuró DeJun y la forma en la que dijo su nombre hizo que sintiera una
especia de escalofrío recorriera su columna vertebral.
Yang
Yang sonrió sin poder evitarlo y ambos trataron de conversar con palabras
fáciles, en varios idiomas, en chino, en inglés, sobre todo, intentando
entenderse, pero sin llegar a hacerlo del todo. Era extraño, extraño porque
sentía cómo todo su cuerpo reaccionaba a las miradas de DeJun, a sus sonrisas,
a la forma en la que a veces sus piernas se rozaban la una con la otra y nunca
se había sentido de aquella manera. Realmente nunca se había sentido atraído
por nadie al instante, pero en el momento en el que había visto a aquel chico
tan guapo, en el momento en el que le había dicho “hola” y le había sonreído,
había hecho que todo su cuerpo reaccionara a él. Quería estar cerca de él,
mucho más cerca, quería pasarse el resto de la noche hablando con él, aunque no
se entendieran, quería saberlo todo de él, su color favorito, su signo del
zodiaco, si realmente estaba interesado en él como parecía que lo estaba y,
sobre todo, si estaba interesado en pasar con él toda la noche, no solo en el
banquete, en la celebración, sino en la habitación de su hotel.
Yang Yang llevaba
demasiados años sin sentir una atracción tan fuerte y sin sentirse tan caliente
y tan necesitado. Y encima se estaba sintiendo de aquella forma con un extraño,
con alguien a quien ni siquiera entendía bien, pero su cuerpo le gritaba que
necesitaba que lo tocara. Quería que lo tocara con aquellos dedos largos que,
seguro que provocaban en su cuerpo sensaciones increíbles, que seguro que
hacían que su miembro se sintiera en el paraíso mientras lo envolvía entre sus dedos.
Quería que lo sintiera, que lo besara, que se lo comiera entero, quería que le
hiciera todo lo que quisiera y realmente haría absolutamente todo lo que le
pidiera. Había algo en la forma en la que hablaba con él, algo en su voz,
cálida, sensual, algo en la forma en la que lo miraba, con intensidad, con un
fuego ardiente esperando por ser desatado que provocaba demasiadas cosas en
Yang Yang y lo único que necesitaba era que DeJun estuviera con él en la cama.
No podía creerse que le estuviera pasando aquello con un extraño, con alguien
que realmente ni siquiera podía entender, pero Yang Yang realmente necesitaba
algo más, algo más con él, sentirlo, hacer lo que éste quisiera. Podría volar a
la luna con él sin ningún problema, podría hacerlo porque el chico ante él era
demasiado guapo, demasiado sensual y sus ojos quemaban su cuerpo y Yang Yang se
sentía casi desnudo bajo aquella mirada, una mirada penetrante, intensa, como
la que había sentido antes. Quizás los ojos fijos que había sentido habían sido
los suyos.
—¿Podríamos… subir a la habitación…? —no pudo
evitar preguntar Yang Yang—. A… mi habitación…
DeJun
no contestó al instante, como si estuviera intentando entender lo que le
acababa de decirle, pero en el momento en el que lo entendió, una sonrisa
pícara apareció en su rostro y le llegó a los ojos, donde una llama del deseo
ardió de una forma increíble. DeJun le dijo algo, sus labios moviéndose de una
forma hipnótica, pero Yang Yang no entendió qué era lo que acababa de decir. No
obstante, la forma sensual en la que le había hablado, la forma en la que sus
ojos se habían encendido y lo habían mirado de arriba abajo con un deseo poco
contenido, provocó que todo su cuerpo temblara de puro placer. Yang Yang no
pudo evitar desear que aquella voz sensual le hablara en su oído, diciendo
palabras que no entendiera, pero que sonaran como aquello, que un escalofrío
recorriera su columna vertebral y su piel se erizara de puro deseo y placer.
DeJun
se levantó de la silla que había ocupado y le tendió la mano para ayudarlo a
levantarse y Yang Yang la agarró inmediatamente, sintiendo como una especie de
corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo de arriba abajo por el contacto.
Iba a ser una noche bastante interesante, lo sentía. El chico comenzó a caminar
por el lugar donde se estaba realizando el banquete, atravesando la sala
todavía con sus manos unidas, atrayendo algunas miradas. Yang Yang no sintió vergüenza
porque no conocía realmente a nadie en el lugar más que a su amigo Lucas, pero
éste estaba demasiado entretenido en su boda, por lo que, ni siquiera se dio
cuenta de que abandonaba el lugar de la mano de aquel precioso chico que acababa
de conocer y del que realmente no sabía nada más que su nombre porque no había
entendido mucho más de lo que habían estado hablando, solo palabras sueltas de
las que no había podido sacar ningún sentido, pero con las que se había sentido
tan caliente y necesitado que realmente le daba lo mismo.
—Tu
habitación —dijo DeJun cuando salieron del salón en el que se estaba celebrando
la boda.
Yang
Yang asintió y lo llevó de la mano por el hall del hotel guiándolo él esta vez
hasta la habitación que le había sido asignada para su estancia en el país, los
pocos días previos a la boda y un par de días después de ésta. Le habían cogido
la habitación en el mismo lugar en el que se celebraba la boda y el banquete,
aprovechando que era un hotel, para que Yang Yang no tuviera que preocuparse
por cómo ir de un lado a otro. En aquellos momentos esa decisión le venía como
anillo al dedo porque lo único que había tenido que hacer para llevar a DeJun
hasta su habitación había sido subirlo al ascensor y pulsar el número de la
planta en la que ésta se encontraba, siendo el viaje corto, pero a la vez
intenso. El cubículo de metal no era especialmente estrecho, pero sus cuerpos
estaban el uno junto al otro, tocándose, como si tuvieran que estar de aquella
forma porque no hubiera espacio y, allí donde el cuerpo de DeJun tocaba el
suyo, Yang Yang sentía la zona arder.
Cuando
llegaron arriba y la puerta de la habitación fue cerrada a sus espaldas,
ninguno se lo pensó siquiera.
Se
lanzaron el uno sobre el otro en un beso hambriento, sediento, muy necesitado,
como si fueran los labios del otro lo único que los sostuviera, a pesar de que
los llevaban a la más deliciosa e intensa de las locuras. La boca de DeJun se
movía contra la suya, demandante, queriendo todo y más de él, inclinando su
rostro, profundizando el beso, lamiendo sus labios, pidiendo paso a su lengua
en su boca… y Yang Yang se lo dio absolutamente todo, embriagado, no solo por
el poco alcohol que había tomado, sino por el sabor de los labios del otro,
dulce, intoxicante. Su boca era un pecado, su lengua enredándose con la suya,
sus labios prácticamente comiéndose los suyos, sin descanso, sin dejarlo
siquiera respirar. Yang Yang estaba excitado, mucho, y no le importó nada no
poder respirar porque la boca de DeJun no dejaba pasar todo el aire que
necesitaban sus pulmones. Tampoco le importó cuando las manos del chico
empezaron a tocar su cuerpo por encima y por debajo de la ropa, sus dedos
largos acariciando su cuerpo y haciendo que, allí donde tocaban, todo se
volviera fuego.
Yang
Yang no podía pensar en otra cosa que no fuera que DeJun lo tocara y lo
sintiera, lo hiciera llegar al orgasmo.
Ni
siquiera se tomaron mucho tiempo en echarse sobre la cama, todas sus
extremidades enredadas, comiéndose el uno al otro sin descanso, DeJun
susurrándole cosas en chino que Yang Yang no entendía pero que sonaban a
promesas de un sexo completamente increíble, su voz sensual, su respiración
caliente contra su oreja. A Yang Yang no le importaba no entenderlo, lo único
que le importaba realmente era sentirlo, tocarlo y que éste hiciera lo mismo
con él, sin descanso, toda la noche, hasta que ninguno pudiera más, hasta que
se dejaran completamente secos el uno al otro, perdiéndose en las sensaciones
eléctricas del orgasmo recorriendo todas sus terminaciones nerviosas. Entre
besos, entre toques, entre caricias y girando el uno sobre el otro sobre la
cama, arrugando las sábanas, desarmando la cama, se fueron desnudando poco a
poco, se fueron descubriendo poco a poco. El cuerpo de DeJun era delgado, como
el suyo, pero estaba fibroso, sus músculos estaban definidos a pesar de no ser
especialmente grandes y el chico tenía fuerza, cuando giraba para colocarse
sobre él, cuando sujetaba sus manos para dejarlo completamente quieto contra el
colchón y dedicarse a besar la piel desnuda de su torso. Pero Yang Yang tenía
fuerza en las piernas y volvía las tornas a su favor, dejando a DeJun bajo él,
aprovechando para tocarlo, para besarlo, para observar sus reacciones, la forma
en la que sus ojos brillaban como estrellas, la forma en la que gemía alto, sin
contenerse, y su voz sonaba como los mismísimos ángeles, la forma en la que le
decía que quería más, más y más en chino, en inglés y en otros idiomas que Yang
Yang no conocía, pero estaba seguro de que significaban exactamente lo mismo.
Cuando
Yang Yang le quitó los pantalones a DeJun, los tiró por el suelo de la
habitación sin ningún miramiento, como habían tirado sus camisas, a pesar de
que la ropa para la boda había sido cara, sin siquiera importarles lo más
mínimo, solo queriendo escapar del calor que tenían con las prendas. Se quitó
también sus propios pantalones con prisa, queriendo estar desnudo para que sus
pieles entraran en contacto la una con la otra, para sentir muchísimo más, para
que su cuerpo ardiera profundamente como si se encontrasen en el infierno.
Cuando
Yang Yang se pegó de nuevo al cuerpo de DeJun, cuando sus pieles entraron en
contacto y, sobre todo, cuando sus entrepiernas se rozaron. Se habían tocado
por encima de la tela, se habían sentido antes, se habían frotado el uno contra
el otro, pero la sensación de hacerlo cuando no había nada entre ellos, cuando
sus miembros ya no se encontraban aprisionados dentro de sus calzoncillos,
provocó que ambos gimieran, que ambos sintieran demasiado. Yang Yang tuvo que
detenerse un momento, tuvo que hacerlo para poder respirar porque se había
quedado sin aire y, al hacerlo, detenerse, cuando se fijó en el rostro de
DeJun, con la boca abierta, la mirada perdida y una expresión de absoluto
placer, casi sintió que se corría.
—Quiero…
entrar en ti —le dijo, jadeando, en inglés, de una forma muy simple para que
éste lo pudiera entender. DeJun fijó sus ojos en él durante unos segundos y
después asintió—. ¿Lubricante? ¿Condones?
Yang
Yang preguntó aquello porque él no había llevado nada de aquello al viaje. No
había pensado que se acostaría con nadie en la boda de su amigo, simplemente había
ido, aunque ninguno de sus demás amigos hubiera podido acompañarlo por culpa de
los visados, tratar de estar bien a pesar de no conocer el idioma, a pesar de no
conocer a nadie, y de que Lucas no pudiera estar con él, para tocar el violín
en la ceremonia y comer y beber un poco de vino. No había pensado en acostarse
con nadie, pero la oportunidad se le había puesto delante y ya no quería parar,
ya no quería hacerlo porque estaban demasiado calientes como para detenerse. Si
acaso, podría llevar algún condón en su cartera, pero no estaba seguro, de ello
y, de todas formas, necesitarían lubricante.
DeJun
asintió a sus preguntas. A las dos. Y Yang Yang respiró tranquilo.
El
chico pareció querer decirle dónde se encontraban, pero debió de recordar que
por mucho que se lo dijera, simplemente no lo entendería, así que, se alzó
sobre sus codos y después empujó levemente a Yang Yang de encima de su cuerpo,
para levantarse de la cama y buscar sus pantalones. En la semi oscuridad de la
habitación del hotel tardó unos momentos en dar con ellos y Yang Yang no pudo
evitar mirar su figura, observarlo fijamente, queriendo tocarlo todavía más,
abrazarse a su espalda y sentir cómo su miembro se rozaba en el canal entre su
trasero. No obstante, antes de que pudiera poner en práctica aquello, DeJun
volvía sobre la cama, junto a él, con un condón y un sobre con lubricante. No
era mucho, no podría derrocharlo, pero esperaba que fuera suficiente para poder
internarse dentro de su cuerpo sin problemas y hacer que ambos se murieran de
placer.
DeJun
abrió sus piernas ante él y Yang Yang tragó saliva ante la erótica visión que
tenía ante él, sintiendo cómo su miembro se ponía muchísimo más duro
simplemente por aquello. Realmente el chico ante él era precioso, demasiado
precioso, tanto que podía volverse completamente loco por él en un segundo,
tanto que podría perder la razón por él si éste se lo pidiera. Su rostro, su
cuerpo, su voz, todo en él le gritaba a Yang Yang que hiciera cosas perversas
con él porque las disfrutarían ambos y el chico no pudo contenerse mucho más.
Necesitaba entrar en él y necesitaba hacerlo pronto.
Abrió
el sobre con el lubricante y esparció un poco en sus dedos, sobre el ano de
DeJun también, comenzando a tocarlo, a masajearlo, antes de introducir un solo
dedo en su interior. La forma en la que el chico gimió y la forma en la que
sintió cómo las paredes de su recto apretaban su dedo, pero no se resistían a
su interior le indicaron a Yang Yang, que quizás no le iba a faltar lubricante
porque el chico parecía completamente acostumbrado a la penetración. Continuó con
el movimiento de su dedo para dar con su próstata y tocarla desde allí,
queriendo dejarlo temblando de placer y relajando su cuerpo más para poder
meter el segundo dedo rápido y la halló sin mucho problema, provocando que los
gemidos de DeJun se hicieran mucho más fuertes, que su espalda se arqueara y
que jadeara, el aire faltándole, sus ojos brillando como si contuvieran un mar
de estrellas cuando lo miró. El fuego del deseo hacía tiempo que había dejado
de verse en sus ojos, sustituido por un velo provocado por el placer y a Yang Yang
aquello lo excitaba de sobremanera.
No
tardó en introducir el segundo dedo, con cuidado, tratando de no hacerle ningún
daño, pero moviendo los dedos en su interior, penetrándolo con ellos una y otra
vez hasta que DeJun siguió el movimiento con sus caderas, queriendo muchísimo
más. Solo en ese momento, Yang Yang sintió que cuando se internara en él no le
haría daño y ambos se desharían de placer, así que, sacó sus dedos de su
interior y se puso con rapidez el condón que le había dado el chico, echando el
poco lubricante que había quedado en el sobre por encima para mayor seguridad. Quería
internarse cuanto antes en él, quería sentir cómo las paredes de su recto lo
apretaban de una forma completamente increíble y quería perderse en el placer
del orgasmo. Yang Yang estaba dispuesto a internarse en él de la forma en la
que el chico se encontraba, tumbado, cuando DeJun repentinamente se alzó de su
posición y se sentó sobre sus muslos, sus rodillas encajando a cada lado de sus
caderas, una de sus manos guiando su miembro a su interior, la otra sobre su
hombro, apoyándose en él. Yang Yang se quedó paralizado durante unos segundos
porque no se había esperado aquello, pero en el momento en el que salió de su
estupor, lo tomó por la cintura para ayudarlo a descender sobre su miembro, sintiendo
cómo lo envolvía lentamente y lo hacía sentirse increíblemente bien hasta que
finalmente estuvo dentro de él por completo y ambos dejaron escapar un jadeo.
Yang
Yang se quedó completamente quieto, sintiendo, esperando a que el chico se terminara
de acostumbrar a la intrusión y se comenzara a mover… y DeJun no tardó en
hacerlo, no tardó en comenzar a mover sus caderas, arriba y abajo, usando los
músculos de su recto para apretarlo deliciosamente en su interior, de una forma
que volvió completamente loco a Yang Yang. Comenzó a gemir, comenzó a
susurrarle cosas en la oreja a DeJun en alemán, en inglés, palabras sucias que
sabía que el otro no entendía, pero que no podía evitar decir porque era lo
único que le salía. Y DeJun no lo entendía, no sabía lo que decía, pero sonreía
de una forma increíblemente hermosa, con sus mejillas rojas y respirando entrecortadamente
mientras lo cabalgaba, con cada vez más rapidez, con cada vez más intensidad,
perdido en sus propias sensaciones. Era todo demasiado increíble y Yang Yang se
sentía al borde del orgasmo, así que, llevó su mano hasta el miembro de DeJun
para tocarlo, para hacerlo llegar a la vez que llegaba él y ninguno de los dos
soportó mucho más todo aquello, alcanzando el orgasmo uno detrás del otro,
gimiendo con fuerza.
Todo
se detuvo durante un instante. Un instante en el que su cuerpo se vio envuelto
en una oleada de placer tras otra, el orgasmo recorriendo todo su ser de arriba
abajo. Había sido completamente increíble. Se había quedado sin aire, su
corazón no paraba de latir fuertemente dentro de su pecho y, tras sus pestañas,
vio en el rostro de DeJun una expresión de placer exquisita que hizo que su
corazón se detuviera de golpe. Era demasiado precioso y, en aquellos momentos,
esa expresión, ese placer, solo le pertenecían a él porque había sido él quien
lo había hecho sentirse así de bien. Tuvieron que pasar varios minutos, varios
minutos en los que ninguno hizo nada por moverse, DeJun con sus manos sobre sus
hombros, sus rodillas a cada lado de sus caderas, el miembro de Yang Yang
todavía dentro de su cuerpo, aunque perdiendo su vigor lentamente, el miembro
del chico todavía en la mano de Yang Yang, manchada de semen, al igual que sus
estómagos, hasta que DeJun finalmente terminó de volver en sí mismo y se movió.
Yang Yang pensó que lo que haría sería levantarse, limpiarse e irse de la
habitación, como si aquello nunca hubiera sucedido… sin embargo, el chico no lo
hizo.
DeJun
hizo que dejaran de estar unidos, levantándose de sus piernas, pero sentándose
a su lado, alcanzando de la mesita de noche la caja de pañuelos desechables
para limpiarlos a ambos. Le quitó el condón a Yang Yang antes de que su semen
se desparramara por las sábanas y las manchara más, haciéndole un nudo,
cogiendo todo y llevándolo hasta la papelera que había en el baño, volviendo a
la cama después junto a él otra vez, bajo la atenta mirada de Yang Yang. Al llegar
de nuevo hasta él le dedicó una pequeña sonrisa cansada y después le dio un
beso corto en los labios, justo antes de echarse sobre él y abrazarse a su
cuerpo, provocando que ambos cayeran sobre el colchón, enroscados el uno en el
otro, descansando su cabeza en su pecho, allí donde le latía el corazón rápidamente.
Ninguno dijo nada en esos momentos, solo se quedaron de aquella forma hasta que
el sueño los venció y el último pensamiento de Yang Yang antes de quedarse dormido
fue sobre él, sobre la forma en la que no le importaría estar así para siempre
junto a DeJun.
Notas finales:
—Quería participar en algún fic fest o en
algún exchange porque lo echaba de menos y me pasaron este
challenge y decidí que era hora de sacar esta historia por fin al mundo
aprovechando que era un ship del que nunca antes había escrito para
poder cumplir los requisitos.
—La novia en esta boda no es otra más que YuQi de
(G)I-DLE porque se lleva genial con Lucas.
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