sábado, 5 de abril de 2014

Bodyguard

Bodyguard

            Kim MyungSoo atravesó la verja de aquella gran parcela después de que algún criado le abriera tras verlo a través del interfono. Hizo a su coche avanzar por la grava hasta llegar a la puerta y cuando apagó el motor y salió del vehículo, alguien lo esperaba al pie de la escalinata que subía hasta aquella casa de estilo occidental. Era un chico varios centímetros más alto que él, delgado y con el rostro aniñado. Llevaba un traje como el que MyungSoo había visto en las películas americanas que tenían los mayordomos.

            —Señor Kim —dijo el chico—. El señor Lee lo está esperando en su despacho. Si es tan amable de seguirme.

            Comenzó a subir la escalinata y MyungSoo lo siguió. Al atravesar la puerta de la casa, se encontró en un gran vestíbulo con una gran escalera que subía al piso superior y suelos de baldosas. Todo estaba decorado con cuadros, esculturas y demás y a MyungSoo le brillaron los ojos. Si hacía bien su trabajo, le pagarían bastante.

            Tras la sorpresa inicial, siguió al chico por la casa hasta llegar a una puerta de madera de dos hojas. El mayordomo llamó a esta con sus nudillos y una voz salió de la habitación diciendo “adelante”. Abrió la puerta e ingresó al lugar. Era un despacho, decorado igual que el resto de la casa que había visto, pero con un par de estanterías en la pared de la derecha y una mesa frente a la ventana, en la que estaba sentado un hombre.

            —Este es el señor Kim —presentó el muchacho a MyungSoo. El hombre asintió.
            —Gracias, SungYeol —dijo. El muchacho hizo una leve reverencia y se fue del despacho, dejando al recién llegado con aquel hombre.

            Era más bajito que el mayordomo, más enjuto y con una mandíbula cuadrada que lo hacía ver muy masculino. Había esbozado una sonrisa ensayada para intentar darle confianza, pero MyungSoo pudo ver detrás de ella otra cosa.

            —Gracias por venir —le dijo—. Ya no sé qué hacer para mantener a mi hijo fuera de peligro.
            —¿Voy a ser una niñera? —preguntó MyungSoo.
            —No —el hombre sonrió—. Simplemente serás su guardaespaldas. Ese es tu trabajo, ¿no?
            —Sí, señor.

            A eso era a lo que se dedicaba Kim MyungSoo, era guardaespaldas y había trabajado para grandes empresarios, el gobierno y para mafiosos. Nunca hacía distinción ni se preguntaba de dónde podía haber ganado la persona a la que servía el dinero que luego tendría en sus manos. El dinero era dinero, y Kim MyungSoo lo necesitaba.

            —Mi nombre es Lee HoWon, aunque sospecho que ya lo sabe —se presentó. MyungSoo asintió—. ¿Cuándo puede comenzar su trabajo?
            —Cuando usted ordene —una voz chillona se escuchó a través de la puerta del despacho y el hombre sonrió.
            —¿Qué tal ahora?

            MyungSoo asintió de nuevo y salió del despacho, guiado por los gritos estridentes de aquella persona que suponía era la que tenía que proteger. Recorrió los pasillos hasta llegar al vestíbulo, en el que se encontró a dos personas. Una de ellas era el mayordomo, el tal SungYeol; la otra seguramente sería el hijo malcriado del mafioso que había contratado sus servicios. Era algo más bajito que él, de pelo oscuro y rostro bastante afeminado. MyungSoo se acercó a ellos y pudo escuchar su conversación.

            —Déjame salir —pedía el chico—. Tengo que ir a un desfile y tengo que estar allí en media hora, así que apártate, idiota.
            —Señorito SungJong, no puedo hacer eso, su padre me despediría y no puedo permitirme eso —contestaba.
            —¡Déjame salir! —gritó.
            —¿Un desfile? —preguntó MyungSoo llamando la atención de ambos chicos—. Supongo que te puedo llevar.
            —¿Quién eres tú? —dijo el chico, mirándolo con suspicacia a través de sus ojos de gato.
            —Tu guardaespaldas, Kim MyungSoo —se presentó—. Y ahora sígueme si quieres ir al desfile.
            —A mí nadie me da órdenes —bufó el chico antes de darse la vuelta y subir las escaleras.

            Cuando su cuerpo desapareció en la planta superior, el mayordomo suspiró cansado.

            —Será mejor que se dé prisa —murmuró.
            —¿Por qué? —preguntó MyungSoo sin comprender.
            —Ahora saldrá por la ventana de su habitación —dijo. El guardaespaldas abrió los ojos como platos—. Si le da la vuelta a la casa con el coche hasta llegar a un gran árbol que hay detrás, lo pillará en plena huida.
            —Gracias —dijo MyungSoo antes de salir corriendo y bajar la escalinata para meterse en su coche. Arrancó el motor y segundos después, conducía hacia la parte trasera de la casa. Al llegar a un gran árbol, se detuvo y, tras esperar un par de minutos, lo vio. Efectivamente salía por la ventana de la que supuso sería su habitación y, como un mono se agarraba a las ramas del árbol y descendía por él hasta llegar al suelo, donde se quedó de piedra al ver a MyungSoo abriéndole la puerta del coche para que entrara—. No te vas a librar de mí tan fácilmente.
            —¿Qué eres tú? —preguntó SungJong.
            —Ya te lo he dicho, tu guardaespaldas.

            Durante unos momentos, el chico estuvo vacilando, parecía que no sabía si entrar o no al coche. Finalmente, tras una eternidad pensándolo, se introdujo en el coche con un bufido.

            —Llévame hasta Gangnam —ordenó.
            —No te separes de mí.
            —Seguro.


            Ser el guardaespaldas de Lee SungJong era demasiado agotador para MyungSoo. Se había tenido que mudar a la casa de la familia Lee porque el chico estaba dispuesto a escaparse en todo momento para hacer lo que le daba la gana. Más de una vez en las pocas semanas que llevaba allí, lo había atrapado intentando salir la ventana y otras veces, atravesar el pasillo intentando no hacer ningún ruido, pero tirando al suelo cualquier objeto y lo había devuelto a su habitación.

            MyungSoo estaba agotado, nunca su trabajo había sido tan cansado.

            Se tumbó en la cama del chico tras encerrarlo en su habitación, cerrando las ventanas y la puerta con llave para que no pudiera salir por ningún lado. MyungSoo se había tenido que encerrar con él porque aquella noche había intentado huir tres veces.

            —¿Por qué no me dejas salir? —gritó SungJong—. ¡He quedado!
            —Me da igual que hayas quedado —contestó—. Está prohibido salir para ti por las noches.
            —Dame las llaves —el chico se acercó a la cama e intentó tomar las llaves de la mano de MyungSoo, pero este fue más rápido y las introdujo dentro de su bóxer.
            —Intenta cogerlas, sino puedes, duerme.

            Durante unos momentos, el chico pareció tentado a alargar la mano para coger las llaves de aquel lugar, pero después, simplemente bufó y se tumbó en la cama, junto a MyungSoo.

            —Buenas noches.


            Kim MyungSoo salió corriendo al darse cuenta de que SungJong lo había engañado. Supuestamente iba a comprarse un aperitivo en el puesto que había frente al coche y el guardaespaldas lo había dejado ya que estaba a un par de metros de él. Solo había parpadeado y SungJong había desaparecido.

            —Lo voy a matar —murmuraba una y otra vez mientras avanzaba por la calle, siguiendo a través de su móvil, la señal que emitía el del chico—. Si no lo mata la gente que quiere vengarse de su padre me lo cargo yo.

            Tras un par de minutos siguiendo su rastro, lo encontró entrando a un callejón con un tipo. Definitivamente, Lee SungJong era un idiota. MyungSoo salió corriendo y entró al callejón, en el que se encontró al chico besando a la otra persona que había entrado con él. Era más o menos de su altura y, a pesar de tener los ojos abiertos, parecía que los tenía cerrados. El guardaespaldas vio un destello plateado en la mano del desconocido y, rápidamente, tomó a SungJong de la cintura y lo separó del tipo, poniéndolo tras su espalda y sacando una pistola de su chaqueta, tal y como lo hacía el tipo que no tenía ojos.

            —¿Quién eres? —preguntó el otro.
            —Me interesa más saber quién eres tú y para quién trabajas —contestó MyungSoo.
            —Jamás —el tipo disparó y el guardaespaldas tiró de SungJong al suelo para ponerse a cubierto. El tipo salió corriendo después de esto y se perdió entre la multitud.

            MyungSoo se levantó del suelo y escuchó unos sollozos a su espalda, pero no les hizo caso, simplemente levantó al chico y lo arrastró hasta el coche. Lo subió y le colocó el cinturón, después, arrancó y se dirigió hacia la casa de la familia Lee. No podía seguir con aquel trabajo, a SungJong no le importaba nada, solo hacía lo que quería.

            —Si quieres que te maten, no cuentes con que estaré allí para ti siempre —comentó cuando llegaron—. Voy a hablar con tu padre para dejar el trabajo —después de esto, salió del coche.


            Era el último día de trabajo de Kim MyungSoo con aquel niñato malcriado al que le había tocado hacer de guardaespaldas. Ese era su oficio, proteger a las personas de cualquier peligro que les acechara, pero los últimos meses habían sido un infierno junto a aquel chico.

            No le obedecía, siempre se metía en problemas grandes y cuando MyungSoo le quitaba los ojos de encima durante un par de segundos se las arreglaba para desaparecer. Así que, por estos motivos (y aunque el hombre fuera un profesional) no podía dejar de alegrarse de que por fin su vida se alejaría de la de SungJong.

            Aquella mañana canturreaba alegremente mientras llevaba al chico en limusina a la universidad, como todas las mañanas. Escuchaba al menor suspirar y maldecir por lo bajo, pero lo ignoró, era su último día y no se lo iba a estropear.

            Minutos después llegaban al lugar y SungJong se bajaba del coche sin decir siquiera adiós, como era su costumbre. MyungSoo sacudió la cabeza porque normalmente aquello le molestaba, pero ese día no lo haría. Esbozó una gran sonrisa y se miró en el espejo retrovisor para darse el visto bueno.

            En ese momento se percató de un extraño movimiento y haciendo caso a sus instintos salió rápidamente del coche, en busca del chico al que seguía teniendo que proteger aunque fuera su último día. No le hizo falta mucho para encontrarlo, ya que apenas había traspasado la verja del terreno. El guardaespaldas advirtió otro movimiento y, corriendo, fue hacia SungJong, poniéndose ante él, cubriendo todo su cuerpo con el suyo.

            No pasó ni un segundo cuando sintió el impacto contra la piel de su espalda baja. Su cuerpo dio una sacudida y se aferró al del chico, que estaba confuso con toda la situación hasta que MyungSoo habló.

            ―Ni se te ocurra moverte ni un milímetro ―advirtió―. O el disparo que acabo de recibir habrá sido en vano.

            SungJong abrió los ojos como platos ante la revelación, pero no se movió ni un ápice. El guardaespaldas sentía la sangre caliente brotar de la herida, pero se quedó en la misma posición hasta que notó que su agresor había huido. En ese momento se desplomó sobre el cuerpo del chico al que protegía y este lo recibía entre sus brazos.

            ―Muchas gracias… MyungSoo ―creyó oírlo decir―. Gracias.

            El guardaespaldas sonrió. No iba a obtener más de aquel chico, además, había cumplido con lo prometido, aunque a partir de ese momento tuviera que portar una cicatriz en la zona baja de su espalda que le recordaría a SungJong para siempre.



viernes, 4 de abril de 2014

Inocente

Inocente

            Do KyungSoo había dicho en una entrevista hacía unos días que él no era tan inocente como todo el mundo se pensaba y aquello disparó de una manera impresionante la imaginación de las fans. La red, ya de por si plagada de fanfics de EXO, se saturó con historias en las que el chico hacía un montón de cosas, cosas poco inocentes.

            Fueron ChanYeol y ZiTao quienes le avisaron que había provocado una revolución en el mundo de las escritoras de fanfics y el menor, le había propuesto que se leyera alguno de los que circulaban por la red, por eso estaba allí, a las tres de la madrugada, leyendo cómo hacía un trío con JongIn y JunMyeon después de una historia más bien insulsa que se resumía en sexo, sexo y más sexo y en cuernos, cuernos y más cuernos.

            Los tres acabaron sobre la cama, dos ya estaban sin ropa, por lo que el juego comenzó, dejando a JongIn desnudo. Lo sentaron en medio de los dos y comenzaron a quitarle la ropa. KyungSoo le sacó la camiseta, rozando su torso, y mandando escalofríos a la columna de este, a la vez que JunMyeon le masajeaba su miembro, levemente, por encima de sus boxes, haciéndole gemir, a la vez que con la otra mano, intentaba, bajarle lentamente los pantalones.

            Arqueó su espalda, en el mismo momento en el dejó escapar un gemido, provocado cuando JunMyeon metió su mano dentro de los bóxer y tocó la piel de su miembro directamente. KyungSoo aprovechó ese momento para girar levemente el rostro de JongIn, a la vez que endurecía sus pezones pellizcándolos con sus dedos. Cuando el moreno quedó completamente desnudo y su miembro despierto, JunMyeon le agarró fuertemente los testículos, haciéndolo jadear.

            ―Quiero que me la chupes ―dijo y el chico se agachó sobre su miembro, para comenzar a dar lametazos, haciendo gemir al mayor de los tres. KyungSoo se puso de morros, porque lo ignoraban, y encima, era su novio el que lo ignoraba, así que, no se lo pensó más y comenzó a toquetear el trasero de su novio.
            ―Ah… ¿qué haces? ―preguntó al notar cómo su entrada era presionada.
            ―Nunca te la he metido ―contestó KungSoo―. Quiero probarlo ―el chico llevó un dedo a su boca y lo lamió, para luego meterlo en aquel lugar, haciendo que su novio diera un respingo.

            Mientras JongIn intentaba concentrase en su tarea de lubricar al mayor, notaba cómo su entrada estaba siendo dilatada por su novio, que tenía la firme intención de metérsela, y cuando notó el miembro de KyungSoo en aquel lugar, se desconcentró del todo y dejó de chupársela a JunMyeon, para intentar disfrutar de lo que su novio le estaba dando. KyungSoo, en el séptimo cielo, porque nunca pensó en que se sentiría así de bien, comenzó a penetrar una y otra vez a su novio, primero lento, luego más rápido.

            Ni siquiera había terminado de leer el maldito fic y ya tenía las orejas rojas, las mejillas del mismo color y una parte de su cuerpo a la que llegaba bastante sangre, porque KyungSoo no era inocente y eso bien lo sabían sus compañeros de grupo.



N.A.: El texto en cursiva está sacado de mi fic SuKaiSoo "Don't Lie", si queréis leerlo, podéis hacerlo aquí.

jueves, 3 de abril de 2014

Chocolate Body Paint

Chocolate Body Paint

            La próxima vez que vayas de cena romántica con tu pareja, no pidas postre. Espera a llegar a casa para utilizar esta pintura comestible con sabor y olor a chocolate. No es pringosa y además no llenarás las sábanas de manchas de comida imposibles de limpiar. Es la manera más elegante y menos grasienta de mezclar la gastronomía y el sexo.

            La pintura está especialmente pensada para ser utilizada sobre el cuerpo e incluye un pincel de púas suaves con el que puedes extender la pintura, crear dibujitos o escribir mensajes. Y para quitarlo del cuerpo sólo tendrás que comértelo… O ducharte, que tampoco es mala idea.

            Cuando Kim HeeChul vio aquel anuncio en internet supo inmediatamente que tenía que hacerse con un bote de esos de pintura corporal de chocolate. Él no tenía pareja, ni falta que le hacía, podía llamar a varias personas con las que mantenía relaciones de vez en cuando para ello.

            Sacó su teléfono móvil de su bolsillo y llamó a dos personas con las que le había subido la libido al pensar en ellas recubiertas de chocolate y clamando por su lengua sobre sus cuerpos. Un escalofrío de placer le recorrió toda la columna y el chico sonrió.

            Cuando las dos personas estuvieron de acuerdo en probarlo todo con él no pudo caber más en sí mismo de gozo. Iba a recorrer los dulces cuerpos de MinSeok y SoHee a la vez con su lengua y los tres lo iban a pasar de muerte durante toda la noche.



miércoles, 2 de abril de 2014

El Retrato de Cho KyuHyun

El Retrato de Cho KyuHyun

            Al fin había vuelto a casa. Había viajado por todo el mundo durante los últimos años de mi vida y había sucumbido a todos y cada uno de los placeres que este me había brindado. Mujeres y hombres caían rendidos ante mi belleza y pasaban la noche en mi cama. Era el mejor amante de maridos y esposas, de prostitutas y vírgenes. No me había vuelto a enamorar desde aquella vez, ni tampoco había pensado en ello más, pero ahora que estaba en casa, los recuerdos acosaban mi mente.

            Intenté despejarme yendo a la fiesta que organizaba mi mejor amigo cuando había vivido en Londres, Park JungSoo. A esta me acompañaba mi fiel servidor, ChangMin, al que había conocido mientras me dedicaba a los placeres de la vida. Al entrar en la gran casa y, tras realizar los pertinentes saludos a las damas y caballeros de la alta sociedad de Londres, me dirigí hacia mi buen amigo, que estaba hablando con una jovencita de muy buen ver.

            Habían pasado veinte años y él había envejecido bastante, pero aún tenía aquel brillo travieso en su mirada que me hizo pensar en los viejos tiempos.

            ―JungSoo ―saludé. Él, al escuchar mi voz, inmediatamente me miró y su rostro reflejó una expresión que no pude identificar, pero que no me gustó nada.
            ―¿KyuHyun? ―preguntó―. ¿Cómo es posible?
            ―He regresado a casa.
            ―Imposible… Es imposible… Estás exactamente igual… ―murmuró.
            ―Y por ti han pasado muchos años ―comenté riéndome a carcajadas. Tras la impresión inicial, mi amigo comenzó a reír conmigo y todo pareció quedar olvidado.
            ―Ven, te presento a mi hija ―tomó a la joven con la que había estado hablando antes por los hombros y la colocó frente a mí―. Ella es Victoria.

            Su pelo castaño y ondulado estaba recogido en un moño como los que se llevaban durante aquella década. Su rostro era tan blanco y fino como la porcelana que venía de Oriente. Sus ojos grandes y de color miel. Su boca pequeña y rosada. Su cuerpo delgado y torneado, debido seguramente al corsé obligatorio para las mujeres de alta sociedad.

            ―Encantado de conocerte ―murmuré―. Mi nombre es Cho KyuHyun.

            Ella esbozó una sonrisa y mi muerto corazón se saltó un latido. No podía ser posible, me había vuelto a enamorar.




Soledad

Soledad

            Siempre había estado solo, nunca había tenido a nadie a su alrededor que lo abrazara, que le mintiera y le dijera que todo estaba bien, que no se preocupara, que iba a salir de aquel agujero negro y que en la superficie se iba a encontrar un mundo lleno de posibilidades para él. JongUp quería creer que por él mismo, haciendo las cosas solo, sin ayuda, como siempre lo había hecho, lo iba a conseguir, pero aquello era imposible y lo sabía.

            Se dejó caer en el suelo de la sala de ensayo, agotado, después de haber estado bailando como un loco durante toda la tarde desde que había salido del instituto. Tan cansado estaba que no escuchó cómo se abría la puerta del lugar y alguien entraba, aunque el volumen de la música estaba por los suelos. Por eso se sorprendió cuando vio unos pies justo a unos pasos de él y alzó la cabeza, descubriendo a uno de los trainees de la empresa, HimChan, con una botella de agua y una toalla que le tendió.

            JongUp agradeció el gesto y tomó las cosas que le ofrecía con gusto y una gran sonrisa en su boca. Era la primera vez que alguien hacía algo por él y que no se alejaba solo porque el chico no podía comunicarse del todo bien porque era tímido.

            ―Moon JongUp, ¿verdad? ―dijo el mayor y él asintió―. Yo soy Kim HimChan ―se presentó―. Si quieres, como llevo algo de tiempo más aquí, puedo enseñarte algunas cosas y si estás de bajón algún día, puedes venir a molestarme un poco.
            ―Yo…
            ―No tienes por qué estar solo ―dijo agachándose a mi altura con una gran sonrisa―. Pareces alguien encantador, así que no te retraigas e intenta hacer amigos ―le tendió su mano―. ¿Quieres ser mi amigo?

            JongUp no vaciló ni un segundo antes de estrechar su mano con fuerza, sintiendo que esta era la mano que lo sacaría de las profundidades del pozo en el que había estado los últimos meses y se sintió feliz porque ya no iba a estar solo, ya no iba a luchar solo, ahora tenía un amigo.




Something

 

            Cuando nuestro MinKi fue elegido para hacer una presentación de la canción Something de Girls’ Day, junto a algunos chicos más, pensamos que él jamás aceptaría. Desde nuestro debut había causado gran sensación por su apariencia femenina, tanto entre las chicas como entre los chicos, y eso a nuestro MinKi no le gustaba nada. Quería dejar atrás aquella apariencia femenina y volverse un tío más masculino, más como DongHo. Sin embargo, la empresa no lo dejaba, preferían que tuviera aquella imagen andrógina que tanto les beneficiaba.

            Por este motivo, nos sorprendimos bastante cuando él, por voluntad propia aceptó la propuesta y le faltó poco para publicar en todas partes que haría de Minah en la presentación.

            Los días fueron pasando y los demás nos entreteníamos viendo cómo en el apartamento ensayaba la coreografía que les estaban enseñando a todos para perfeccionarla y así poder hacerlo perfecto. Nuestro hyung, Aron, lo ayudaba con algunos pasos que se le resistían y lo enseñaba a moverse como si de una mujer real se tratase. Nosotros reíamos simplemente, aunque sentía que a mi lado, DongHo se tensaba cada vez que el chico hacía algún movimiento un poco más provocativo de la cuenta, por eso, cuando sucedía, lo miraba como si quisiera matarlo y él sonreía pícaro, obviando que aquello me ponía peor —o quizás sí lo sabía y por eso lo hacía—.

            Aquello no debería importarme, pero lo hacía. Choi MinKi era mi novio y tenía que quitarle a los moscones de encima.


            El día de la presentación llegó y todos fuimos a apoyarlo. En el backstage, mientras esperaba para salir y los estilistas acababan de arreglarle la peluca, estaba visiblemente nervioso. Se había hecho ya algunas fotos y estaban pendientes de ser subidas a internet para que todas las fans las vieran. Las había mirado bastantes veces y, por la cara que ponía, sabía que no le gustaba ni un pelo verse tan femenino. La verdad es que realmente parecía una chica, aunque yo no se lo diría, sería capaz de dejarme en algún arrebato suyo y aquello no sería bueno.

            Me acerqué a él y le pasé el brazo por los hombros, transmitiéndole fuerza para poder salir al escenario y deslumbrarlos a todos. Minki se apretó un poco contra mí, buscando mi calor y yo sonreí.

            —No te preocupes… Lo harás bien, eres un gran bailarín —le susurré.
            —Gracias por no decirme que parezco una mujer —murmuró—. Aron hyung ya me ha dicho más veces “princesa” de las que me ha dicho en todos los años que nos conocemos.
            —Nunca diría algo que te hiciera sentir mal —contesté.
            —Gracias, JongHyun…
            —No es nada, pequeño —le acaricié el rostro con el dorso de mi mano y él sonrió levemente. Me encantaba su sonrisa, porque esta era solo para mí y era preciosa.
            —Rennie —llamó MinHyun entrando al camerino—. Sales en diez minutos, ve preparándote.
            —Llegó la hora… —comenté.
            —Acompáñame hasta que salga al escenario —pidió.
            —Tranquilo, voy contigo.

            Los estilistas terminaron de arreglarlo y luego ambos salimos de allí para dirigirnos al escenario. Los MCs presentaron la actuación de las chicas de Girls’ Day y ellas comenzaron a bailar. MinKi se ponía nervioso a mi lado, así que le apreté la mano para darle fuerzas y luego lo ayudé a subir al oscuro escenario. En la segunda parte de la canción, las luces se apagaron y los chicos se intercambiaron por las verdaderas Girls’ Day.

            Ren lo estaba haciendo de maravilla, sus ojos fijos en las cámaras, sus movimientos sensuales y su cuerpo con aquel vestido negro con algunas transparencias era más de lo que podía soportar mi cordura. Intenté no tener una erección, pero fue casi imposible, así que menos mal que llevaba unos pantalones bastante anchos, hubiera sido una gran vergüenza que alguien me viera de aquella forma sólo porque mi chico había bailado una canción de chicas con un vestido.

            La canción terminó y ellos fueron rápidamente hacia la zona de entrevistas, donde los esperaban los MCs. Me quedé entre bambalinas para verlo y sonreí al verlo tan tímido. Aunque no me gustó nada que el tal XiuMin de EXO se le insinuara de aquella manera tan descarada. Mi gesto se agrió en aquellos momentos, pero luego negué con la cabeza. Tenía que alejar los celos de mis pensamientos, MinKi ya me había dicho muchas veces que él no tenía ojos para otra persona que no fuera yo.


            Después de algunas horas en aquel programa de música que era un especial, volvimos a casa en la furgoneta. MinKi se había hecho algunas fotos con los demás para inmortalizar el momento y luego se había cambiado. Ahora estaba sentado junto a mí, vestido al fin de hombre, con la cabeza echada sobre mi hombro, durmiendo tranquilamente mientras compartíamos los auriculares de mi ipod. Estaba precioso cuando dormía, pero nunca se lo diría, me mandaría  la mierda.

            El día había sido tan movidito que cuando llegamos a casa, me arrastró con él hasta su cama y me hizo meterme dentro y abrazarlo.

            —Gracias por estar siempre ahí —susurró—. Te quiero.
            —Yo también te quiero.

            Aquella noche dormí muy bien y las siguientes también, aunque la canción Something sonó en mi cabeza durante una semana y cuando menos me lo esperaba, las imágenes de MinKi vestido de mujer me venían a la mente y me calentaban. Pero todo aquello valía la pena, ahora él confiaba mucho más en mí y me quería más, casi tanto como yo a él.





N.A.: Para quién quiera ver la actuación, aquí la dejo: https://www.youtube.com/watch?v=HVTtCSMdIgg

martes, 1 de abril de 2014

Tutor

Tutor

            Mi hermano mayor y mi único hermano había muerto, dejando a mi cargo a unos sobrinos que no había visto en mi vida. Yo vivía en Canadá, pero mi hermano jamás había salido de China y, por motivos de trabajo, llevábamos diecisiete años sin vernos.

            Cuando desembarqué en el aeropuerto de Guangzhou y me dirigí hacia la que había sido la casa de mi hermano, tenía un nudo en la garganta que no pude bajar durante todo el trayecto y cuando llegué al lugar, este se quedó atascado allí. Al abrirse la puerta me encontré dos pares de ojos que me miraban con signos de haber estado llorando sin descanso desde hacía varios días.

            Mis sobrinos eran dos gemelos de diecisiete años recién cumplidos de los que debía cuidar, yo, que ni siquiera podía cuidar de mí mismo adecuadamente. Además, no podía diferenciarlos, eran exactamente iguales. DaeRyong y SoRyong se llamaban, pero tras algunos días todavía no sabía quién era cada uno.

            Pero yo era la única persona que les quedaba, su madre había muerto hacía muchos años y ahora también su padre, por lo que debía hacer todo lo posible por ellos a mis veinticinco.

            Una noche, cuando estaba a punto de quedarme dormido, escuché la puerta de la que ahora era mi habitación abrirse y me incorporé. Los gemelos entraban por ella y parecían asustados.

            ―¿Pasa algo? ―pregunté con voz calmada.
            ―No podemos dormir ―contestaron los dos a la vez. Sonreí y los invité con un movimiento de mi mano a que se acercaran a la cama. Los dos chicos se subieron a esta y yo los atrapé entre mis brazos.
            ―Tranquilos, estoy aquí para protegeros de todo lo malo ―murmuré, dándoles a cada uno un beso en la frente antes de dormir.

            Poco a poco, aquello se volvió una costumbre y los tres acabábamos apretujados en aquella cama que, aunque fuera de matrimonio, se nos quedaba estrecha. Al igual que los besos en la frente fueron sustituidos por besos en otros lugares, algunos mucho más al sur que esta y los abrazos cariñosos en algo más posesivos.



Private Lessons

Capítulo 5


            Las siguientes semanas pasaron para BaekHyun como si fueran un sueño. Todo le iba bien en varios aspectos y ya no habían vuelto a pegarle por ser diferente, por sacar buenas notas. El chico veía como ellos cada día estaban más cabreados por no poder desquitarse con él, pero SeHun, aparte de haberse convertido en su novio, también era su guardaespaldas a tiempo completo, por lo que no podían acercarse.

            Pero la tranquilidad y felicidad se acabó al final de la semana. BaekHyun fue al baño solo, ya que se negó a que nadie lo acompañara, ya que apenas iba a estar unos minutos fuera. Aquella era la peor decisión que podría haber tomado.

            Acababa de secarse las manos, cuando la puerta del baño se abrió y por ella entraron quienes lo acosaban. BaekHyun se encogió sobre sí mismo cuando los vio. Si hubiera aceptado que SeHun lo acompañara no se habrían atrevido a emboscarlo.

            —Llevamos mucho tiempo sin poder destrozar tu cuerpo, Byun BaekHyun —dijo uno de ellos—. Últimamente pasas todo el día junto al tipo popular de primero, el tal SeHun, y él no deja que nos acerquemos a ti.
            —Pero ahora vamos a aprovechar que estás solo para darte tu merecido —amenazó otro.
            —No te mereces respirar el mismo aire que nosotros, así que, ¿qué tal si no vuelves a respirar?

            BaekHyun abrió los ojos como platos. No podían estar sugiriendo que iban a matarlo, ¿verdad? No podían estar hablando en serio. Pero en sus rostros, el chico podía ver que sus intenciones no eran las de dejarlo con vida aquella vez y tuvo mucho miedo. En el fondo de su corazón sabía que si ahora le pasaba algo sería todo por su culpa, por no haberlo dicho antes y recordó las palabras del profesor Kim y de SeHun.

            Era un estúpido por no querer preocupar a nadie, si moría preocuparía mucho más y haría sentir peor a las personas que quería. Pero él no podía hacer nada, no podía defenderse, eran tres contra uno y lo único que podía hacer era encajar los golpes, como siempre.

            El puño de uno de los chicos se dirigió a su rostro y cerró los ojos para no verlo, pero BaekHyun nunca sintió el impacto. Abrió los ojos asustado y lo único que pudo ver fue la tan conocida espalda de SeHun frente a él.

            —SeHun… —murmuró.
            —No te preocupes, yo me encargo —susurró—. Avisa al profesor Kim, a estas horas debe estar en su despacho.
            —Pero…
            —Corre.

            SeHun comenzó a lanzar golpes y los otros chicos a devolvérselos. Durante unos segundos, BaekHyun se quedó paralizado, sin saber qué hacer, pero luego salió corriendo tal y como le había dicho su novio, en busca del profesor Kim. Atravesó los pasillos como si de Usain Bolt se tratase y rápidamente llegó al despacho del profesor. Sin siquiera llamar a la puerta, entró como una exhalación, sobresaltando al hombre que estaba seguramente corrigiendo unos exámenes.

            —¿BaekHyun? —dijo—. ¿Pasa algo para que vengas así?
            —SeHun… Baño… Pelea… Protegerme… —fueron las palabras que dijo entre bocanada de aire y, aunque no tenían mucha coherencia, el profesor Kim supo de inmediato lo que pasaba y se levantó de su escritorio para seguir a BaekHyun por los pasillos del instituto.

            Cuando llegaron al baño, el profesor irrumpió y finalizó la pelea, metiéndose entre los golpes y separando a los tres chicos de SeHun que, tirado en el suelo, seguía dando patadas a diestro y siniestro. BaekHyun se acercó rápidamente al chico, preocupado y el otro lo miró diciéndole que estaba bien y que menos mal que habían llegado tan pronto.

            Con las pocas fuerzas que tenía, BaekHyun ayudó a su chico a levantarse del suelo y luego le sirvió de apoyo al empezar a caminar. En esos momentos, el profesor Kim se llevaba a los tres chicos del baño, seguramente a dirección para que tomaran las medidas pertinentes con ellos.

            —Te llevaré a la enfermería —murmuró agarrando firmemente a SeHun para que no se cayera al suelo.
            —Estoy bien…
            —No lo estás.
            —Tú nunca ibas a la enfermería cuando te pasaba esto.
            —Yo soy mi propio enfermero.
            —Entonces sé mi enfermero.
            —Si no vamos a la enfermería los expulsarán menos de una semana porque pensarán que no es para tanto.
            —Está bien, iremos.

            SeHun se dejó guiar por los pasillos y luego tumbar sobre una de las camas de la enfermería. Cuando le explicaron a la mujer lo que había pasado mandó que el menor se desnudara para poder aplicar pomadas sobre los golpes y BaekHyun tuvo que salir de allí ya que solo al ver al chico sin camiseta y de espaldas, se sonrojó violentamente.

            Al salir al pasillo, se encontró de frente con el profesor Kim.

            —BaekHyun… —dijo el hombre—. ¿Me vas a contar ahora lo que no quisiste hace unos meses?
            —Sí. Le voy a contar todo —contestó antes de comenzar a hablar desde su primer año de instituto.

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            Después de que BaekHyun contara todo lo que le había sucedido y los motivos por los que no había hablado antes, el profesor Kim se lo comunicó todo al director. La enfermera también habló con el director sobre las heridas que presentaba SeHun y tras examinar a BaekHyun determinó que tenía algunas marcas en su cuerpo que indicaba que había sufrido maltrato físico durante bastante tiempo.

            El director, ante las evidencias, expulsó a los tres chicos durante dos semanas, advirtiéndoles de que si volvían a hacer algo por el estilo, se pedirían sus traslados a distintos institutos. Sin embargo, la amenaza del director no sirvió de mucho, ya que nada más salir de su despacho, el cabecilla le advirtió a BaekHyun que tuviera cuidado cuando volvieran al instituto.

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            —No estés triste —pidió SeHun aquel fin de semana durante sus clases particulares.
            —No estoy triste. Solo estoy preocupado —contestó.
            —No debes preocuparte por eso —el chico se acercó a él y tomó su mano entre las suyas—. Yo estoy contigo y ahora que los chicos también lo saben, no te van a dejar solo.
            —Gracias —murmuró BaekHyun—. Sin ti no hubiera sido capaz de decir nada y seguiría aguantando los golpes hasta finalizar el instituto.
            —No es nada —le dio un pequeño beso en la mejilla—. Tienes mucho valor, BaekHyun… Solo que no lo habías sacado fuera y yo te he dado un empujoncillo para que lo hicieras.

            BaekHyun sonrió y giró su cabeza para darle un beso en los labios a su chico en el que le mostraba lo agradecido que estaba con él y lo mucho que lo quería, porque sus sentimientos habían cambiado y ya no solo se sentía bien junto a él, sino que sentía que si no estaba a su lado, le faltaba algo.

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            El día que los tipos volvían al instituto después de haber sido expulsados, BaekHyun no podía concentrarse en absolutamente nada de lo que hacía. Estaba muy nervioso por si cumplían la amenaza que le habían hecho cuando salieron del despacho del director.

            —Sigo sin entender por qué no nos contaste nada —dijo de pronto ChanYeol durante el almuerzo de aquel día.
            —No quería preocuparos —contestó algo avergonzado el chico.
            —Más nos has preocupado haciendo esto —comentó JongDae—. Nosotros pensábamos que estabas bien y resultaba que era todo lo contrario. Si nos lo hubieras dicho te habríamos ayudado desde mucho antes y no habríamos llegado a estos extremos.
            —Lo siento.
            —No pasa nada. Ya está todo solucionado y, a partir de ahora, no te dejaremos solo en ningún momento aunque tú te niegues.
            —Gracias, chicos.
            —No es nada —dijo ChanYeol con una gran sonrisa—. Eres nuestro amigo y tenemos que hacer lo que sea para ayudarte, igual que tú nos ayudas a nosotros cada vez que lo necesitamos.

○○○

            Durante varios días después de su regreso al instituto, los chicos que lo maltrataban intentaron acercarse a BaekHyun algunas veces para seguir con lo mismo de antes, o quizás llevar hasta el extremo lo que antes hacían, pero el chico nunca estaba solo y no podían cruzarse siquiera con él sin recibir miradas de odio y venganza por parte de todos sus amigos.

            Por estos motivos, poco a poco, dejaron de intentarlo y se olvidaron de la existencia del chico.

○○○

            El verano había llegado y con él las vacaciones, después de unos cuantos exámenes que casi hacen que alguno de los chicos se hubiera tenido que quedar estudiando en vez de tener algún tiempo de descanso. El grupo de amigos se había ampliado gracias a la incorporación de SeHun —del que ya todos sabían que era el novio de BaekHyun— y de JongIn.

            Durante las vacaciones estuvieron quedando los cinco, aprovechando que no tenían clases para ir al karaoke, al parque de atracciones y a la piscina. Sin embargo, SeHun y BaekHyun también deseaban tener algún que otro momento a solas, por eso, el último día de las vacaciones quedaron para estar juntos. Fueron al cine, a pasear por el río Han y a comer helado como lo haría cualquier pareja normal.


            Después de ese día tenían que volver al instituto, pero a BaekHyun ya no le traía malos recuerdos, ya no quería salir de allí tan pronto. El chico ahora tenía una razón por la que no abandonar aquel lugar y su razón era SeHun, sin él, jamás habría podido disfrutar de su etapa en el instituto y por eso, le estaría eternamente agradecido, pasara lo que pasase entre ellos en el futuro.



Notas finales:

—Los matones no tienen nombre ni cara porque no me atrevía a poner a nadie de malo de la película.
—La profesora Zhang con la que JongDae sale en el fic es la misma Zhang LiYin con la que canta Breath en SM The Ballad.