Título: I give you my
all
Autora:
Riz Aino
Pareja:
ChanJun (Heo Chan + SeJun) (VICTON)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, mythology, bible (?), historical, romance, drama, smut
Número de palabras:
1.474 palabras
Resumen:
a pesar de ser el heredero al trono, Chan sabe ver el rey que hay en SeJun, por
lo que, a través del especial vínculo que los une, decide entregarle todo.
Advertencias:
una mínima mención a relaciones sexuales que no es explicativa ni mucho menos
expresiva.
Aclaraciones: la
historia que os voy a presentar está inspirada en unos pasajes de la Biblia que
tienen como protagonistas a David (sí, el de Goliat) y a Jonatán. En las notas finales os contaré un poco más
sobre esta historia.
Notas: historia
escrita para el #Fictober2k18. Dadme puntos extra porque me he leído la Biblia
de mi casa como fuente directa de información.
Otras notas:
en el fic SeJun es David, mientras que Heo Chan es Jonatán.
Comentario de autora:
como estaba muy segura de que para el día de hacer algo inspirado en la
mitología, la mayoría de las personas iban a buscar algo griego o romano, yo
decidí buscar algo diferente. Al principio, quise usar la primera historia del
mundo, que ya era yaoi (?) Gilgamesh, pero como se me iba a alargar demasiado
la cosa decidí cambiar a esto. Espero que os guste.
I
give you my all
—A partir de ahora, serás mi siervo —dijo el
rey con voz autoritaria—. Tú, SeJun, de la casa Im, harás lo que yo te ordene.
—Sí, mi rey —respondió el joven—. Haré así como
mande.
SeJun inclinó su cabeza y le hizo
una profunda reverencia al monarca que tenía frente a él, sentado en su trono.
Teniendo su cabeza todavía agachada y sin poder levantarla, el joven escuchó
cómo el rey se alzaba y caminaba fuera de la sala del trono, por la puerta que
le estaba reservada a él y que fue cerrada con un golpe seco y sordo que resonó
en la amplia estancia. Solo cuando el eco dejó de resonar en la sala del trono,
SeJun se permitió alzar la cabeza, observando el lugar que había quedado vacío,
aquel asiento de madera en el que se sentaba el rey y que SeJun sabía que
estaba reservado para él porque así lo había dictaminado Dios. Sin embargo,
todavía no había llegado su hora de tomar el trono, aunque ese día había dado
un gran paso después de haberle dado muerte al gigante. SeJun no pudo evitar
que una sonrisa cruzara su rostro de alabastro al pensar en el día en el que él
se sentaría en aquel trono, pero su sonrisa murió en sus labios unos segundos después
al escuchar el eco de unos pasos sobre el suelo de mármol.
El chico se giró en redondo,
observando la sala del trono, buscando el origen de aquel sonido, hallando a
Chan casi inmediatamente, saliendo de detrás de una de las enormes columnas que
sujetaban los altos techos de aquel lugar. La sonrisa rápidamente volvió a sus
labios y fue replicada en el rostro de Chan, quien salió finalmente de su
escondite y se dirigió hacia él, a grandes zancadas, con sus zapatos creando
eco en la estancia a cada paso que daba, hasta llegar junto a SeJun,
deteniéndose a poca distancia.
—Ha llegado a mis oídos tu gran hazaña del día
de hoy —fue lo primero que dijo, colocando su mano derecha sobre el hombro
izquierdo del menor, como aprobación a lo que ese día había logrado—, y no he
podido evitar querer enterarme de la conversación que has mantenido con padre.
—Por eso te has escondido en la sala del trono
y has escuchado a escondidas una conversación privada entre el rey y uno de sus
siervos —replicó SeJun, con una sonrisa que mostraba sus hoyuelos—. Si hubieras
sido cualquier otra persona, te habría hecho apresar por traición.
—Supongo que ser el hijo del actual rey tiene
sus privilegios —comenzó Chan—, por el momento —añadió en voz baja, apenas un
susurro que SeJun tuvo que esforzarse por escuchar—. Pero pongámonos cómodos y
hablemos en mis aposentos, seguro que hay una gran cantidad de detalles en la
gesta de hoy que tienes que contarme, SeJun, de la casa Im.
Y dicho aquello, Chan se dio la
vuelta y emprendió su camino para salir de la sala del trono y dirigirse hacia
sus aposentos. SeJun no tardó en seguirlo, siempre varios pasos por detrás,
mostrando el respeto público que merecía el heredero al trono hasta que la
puerta de madera rebujada del gran dormitorio del otro se cerró a sus espaldas
y ya no tuvieron que aparentar más. En la soledad de aquella alcoba ya no eran
Chan, de la casa Heo, heredero al trono; ni SeJun, de la casa Im, asesino de
gigantes. Eran simplemente Chan y SeJun, dos jóvenes a los que importaba bien
poco la situación política y militar del reino, la diferencia de clases entre
ambos y, sobre todo, el escándalo que se produciría en el lugar si, en algún
momento, se llegara a descubrir cuál era la relación que ambos mantenían.
Porque Chan y SeJun tenían un
vínculo especial que los unía en alma y cuerpo, un vínculo especial que iba
muchísimo más allá de la amistad y que no solo se definía por la lujuria. Chan
y SeJun eran amantes en el sentido más amplio de la palabra, cuidaban del otro,
velaban por el otro y lo daban todo por el otro.
No obstante, aquella noche no eran
solo Chan y SeJun los amantes, porque aquel día, la gesta de SeJun lo había
llevado un paso más cerca del trono, un trono que, por herencia de sangre le
pertenecía a Chan, pero cuyo Dios le había entregado a SeJun por derecho,
declarándolo el mejor rey que podía guiar a su pueblo. Por eso, aquella noche
no era igual a las demás, por eso, en aquella noche tuvo lugar un pacto que fue
sellado entre ambos, un pacto que cambiaría sus destinos.
—Yo, Chan, de la casa Heo, te entrego mi
armadura y mis armas —comenzó el mayor, con tono solemne, desvistiéndose
lentamente y dándole aquello que había nombrado—. Te entrego aquello que me
identifica como heredero al trono y, con ello, te hago merecedor de esa
posición a ti, SeJun de la casa Im.
La mirada seria de Chan y su tono de
voz solemne y ceremonial le dieron una forma todavía más especial a sus
palabras, unas palabras en las que el chico acababa de hacerle entrega de su
posición como futuro rey, renunciando a lo que le pertenecía por derecho de
sangre, reconociendo de aquella forma a SeJun como el verdadero rey elegido por
Dios. SeJun, ante la gravedad de la situación, buscó algún atisbo de que ésta
no fuera real, sino que hubiera sido alguna broma por parte del mayor, una
burla; sin embargo, Chan no le dejaba lugar a dudas de que todo aquello era lo
que sentía en su corazón. Chan le había entregado su todo, aquello para lo que
había nacido, aquello para lo que había vivido. El pecho de SeJun se llenó de
una calidez indescriptible, una calidez que nunca había sentido con
anterioridad y dejó en el suelo con cuidado todo aquello que Chan le había dado
antes de salvar la escasa distancia que los separaba para besar sus labios,
sintiendo cómo los dedos del mayor se enredaron inmediatamente en su melena
rubia.
Aquella noche, como muchas otras
noches, ambos yacieron en la misma cama, ambos enredaron sus cuerpos el uno con
el otro hasta que no pudo saberse a quién pertenecían qué extremidades, ambos
se fundieron en los brazos del otro y fortalecieron aún más de aquella forma el
vínculo que unía sus almas, que ataba sus espíritus de una forma no terrenal y
que los hacía eternos, sucediera lo que sucediera con ellos en el futuro.
Notas finales:
—Pues bien, la historia
real brevemente resumida es que David, después de matar a Goliat, se convierte
en un tipo chachi en el reino y Dios (Yahvé) decide que es mejor rey que Saúl y
Saúl, que es el padre de Jonatán pues se cabrea un mundo por el tema y, pues,
para más inri (?) resulta que su hijo Jonatán y heredero al trono apoya a David
porque se está acostando con él. Jé. Total, una maravilla que acaba
trágicamente, como todo en la antigüedad, pero bueno.
—Si queréis saber algo
más sobre esta historia, echarle un ojo a esto (aunque en todos los
sitios que he visto se trata de quitar eso de que sí que eran gays, pero he ido
a la fuente original, he leído la historia y la Biblia no miente, amigos, sí
que lo eran).
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