viernes, 14 de enero de 2022

[One Shot] Instinct (part one) {KyuJung}

Título: Instinct (part one)

Autora: Riz Aino

Parejas: KyuJung (KB + YooJung) y leve JunRie (Rie + JunJi) (OnlyOneOf)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, police, romance, drama, action, smut

Numero de palabras: 9.059 palabras

Resumen: TaeYeob llega a la unidad de crímenes en un momento bastante delicado en el que los nervios están demasiado a flor de piel. El trabajo es en lo único en lo que se puede permitir pensar, pero no puede evitar pensar también en KyuBin, el jefe de su unidad.

Advertencias: representaciones gráficas de violencia y escenas de crímenes, muertes de personajes secundarios, además de relaciones sexuales explícitas y lenguaje vulgar… vamos, completito.

Notas: historia escrita para todas aquellas personas que me han ayudado a montar la historia perfectamente para que no hubiera ni un solo agujero. Muchas gracias porque sin vosotras no lo habría conseguido.

Comentario de autora: básicamente esta historia nació de una escena que había pensado ya de antes y a la que le agregué una trama completa a las 4 de la madrugada. Espero que os guste.

 


            TaeYeob respiró profundamente, tratando de calmar sus nervios frente a la estación de policía, aunque sentía que el corazón se le iba a salir del pecho de lo rápido que estaba latiendo. Sus manos sudaban y no sabía dónde se las podía secar, porque le parecía algo horrible hacerlo en el uniforme nuevo, pero los pañuelos desechables se le pegaban a la piel y pequeños pedacitos de papel se quedaban en éstas. Estaba terriblemente nervioso, pero también demasiado emocionado porque después de tantísimo tiempo por fin había conseguido lo que siempre había querido desde que eligió su camino profesional como policía: trabajar en aquel caso del asesino en serie. Habían pasado muchos, casi demasiados años, pero TaeYeob finalmente lo había conseguido y eso era lo único que le importaba.

 

            Inspiró profundamente de nuevo para terminar de calmarse y después subió el tramo de escaleras que separaban la puerta de la comisaría de la acera de la calle, empujando la puerta inmediatamente y entrando al lugar. No era una comisaría demasiado grande porque la ciudad tampoco era muy grande, pero el lugar, a pesar de ser pequeño, estaba bastante bien dividido y organizado. Nada más entrar, había un puesto con un policía, que se encargaba de dirigir desde allí a las personas que necesitaran ayuda hacia los demás departamentos o avisar de cualquier suceso y TaeYeob se dirigió directamente allí, llamando la atención del joven policía que se encontraba tras el mostrador, en cuyo uniforme rezaba el nombre de Lee SungHo bordado. Era un chico joven, de su edad, probablemente, sus ojos negros eran dos pozos profundos, pero brillaban con intensidad y tenía una sonrisa cálida que transmitía seguridad y calma.

 

—Hola, soy el oficial Lee TaeYeob —se presentó en cuanto se acercó a él—, he sido trasladado a esta comisaría, a la unidad de crímenes, ¿podrías indicarme dónde está?

            —Me habían avisado que llegabas hoy —respondió el chico—. JunHo, ¿puedes estar atento a la gente que entre por la puerta mientras llevo al oficial Lee con el comisario Park?

 

            El muchacho que estaba con él en aquel puesto, con las piernas apoyadas sobre la mesa, reclinado en su silla y con su teléfono en sus manos, tecleando furiosamente, asintió. SungHo no pareció muy convencido por su respuesta tan poco entusiasta, sin levantar siquiera la vista de la pantalla, pero pareció dejarlo correr y simplemente suspiró profundamente antes de girarse de nuevo hacia él.

 

            —Por aquí, por favor —le indicó.

 

            El chico salió de detrás del mostrador y caminó hacia el interior de las dependencias policiales, seguido de TaeYeob. Caminaron solo unos cuantos pasos, alejándose de la zona en la que se encontraban varias mesas para las diferentes unidades policiales de la comisaría y dirigiéndose hacia la zona de los despachos. SungHo se detuvo delante de la puerta en la que rezaba “Comisario Park” y llamó con sus nudillos. Un “adelante” se pudo escuchar desde el interior y el chico que lo guiaba abrió la puerta inmediatamente después, hablando nada más poner un pie en el interior.

 

            —Señor, ha llegado el oficial Lee TaeYeob —anunció.

            —Oh. Dile que pase —respondió el comisario desde el interior.

 

            SungHo asintió y le dejó espacio a TaeYeob para que avanzara hacia la puerta. TaeYeob le dio las gracias por guiarlo hasta allí al pasar por su lado y, después, se adentró en el despacho, cerrando la puerta a sus espaldas y fijándose en el hombre de mediana edad y calvo que se encontraba ante él, con una sonrisa enorme en su rostro como bienvenida. TaeYeob trató de replicar la sonrisa, aunque no estuvo seguro de que le quedara especialmente bien el gesto porque no estaba feliz de tener que tratar con aquel hombre. Diez años atrás no le había gustado tratar con él y, en aquellos momentos, el sentimiento era el mismo a pesar de que había pasado todo ese tiempo.

 

            —Me alegra tenerte aquí, ayudando en el cuerpo, oficial Lee —dijo, levantándose de su silla y tendiéndole la mano—. Siento que nos van a venir muy bien tus conocimientos para el caso.

            —Gracias, señor —respondió, acercándose y estrechándole la mano—. Es un honor.

 

            El comisario le indicó entonces que se sentara en la silla frente a su mesa y TaeYeob asintió, sentándose en cuanto éste lo hizo. El hombre parecía tener mucho que hablar, porque le habló de la comisaría y de cómo trabajaban allí. TaeYeob no creía que aquella fuera su función y estaba completamente seguro de que recordaría su último encuentro, cuando había sido arrastrado, llorando, por varios policías mientras trataba de encontrar una explicación a por qué la persona más importante de su vida había sido asesinada y nadie hacía nada por ver qué era lo que había pasado. No obstante, trató de mostrarse cordial con el hombre porque a partir de aquel día era uno de sus superiores directos y, sobre todo, trató de forzarse a atender a la conversación, respondiendo a las preguntas que éste le hacía sobre su carrera hasta el momento y poco más, hasta que finalmente el comisario se despidió de él.

 

            —Ha sido un rato agradable —le dijo.

 

            TaeYeob asintió, aunque no respondió nada a aquello porque no se fiaba de sí mismo ni de cómo iba a responder. Se levantó de su asiento y le dedicó una pequeña reverencia al hombre ante él, para después salir del lugar cerrando la puerta tras él rápidamente, saliendo de nuevo a la zona principal de la comisaría, donde lo estaba esperando SungHo, echado sobre la pared. TaeYeob le dedicó una pequeña sonrisa y se acercó a él.

 

            —¿Me estabas esperando? —le preguntó.

            —Claro, tengo que llevarte hasta donde está la unidad que investiga el caso —respondió, alejándose de la pared y echando a andar.

            —Gracias —murmuró TaeYeob, siguiéndolo.

 

            Aquel joven policía parecía buena persona, al contrario de muchos de los compañeros que se había encontrado a lo largo de su corta carrera en el cuerpo. El chico lo guio por el lugar, pasando por varias mesas en las que diferentes equipos se encontraban trabajando hasta que llegaron a la más alejada de todas, donde finalmente se detuvo delante de dos policías que estaban enfrascados en sus ordenadores y los papeles que tenían sobre sus mesas, sin prestar atención a absolutamente nada más. SungHo tuvo que carraspear para levantaran sus cabezas y se giraran hacia él antes de hablar.

 

            —Ha llegado el oficial Lee TaeYeob —dijo.

            —Oh, estábamos esperándote —comentó uno de ellos, levantándose y acercándose hasta TaeYeob, tendiéndole su mano—. Oficial Park JiSung —se presentó.

            —Nos dijeron que llegarías hoy —dijo el otro, levantándose también y estrechando su mano—. Oficial Jung WookJin.

 

            Y pareció querer decir algo más, pero en ese momento, otro policía llegó como un vendaval a las mesas de la unidad, comenzando a recoger cosas de una de las sillas y los dos que acababa de conocer volvieron a sus mesas para recoger sus cosas también y apagar sus ordenadores. TaeYeob se puso alerta en ese momento porque algo debía de haber pasado que requiriera su atención inmediata.

 

            —El inspector Shin KyuBin —susurró SungHo a su lado, señalando con disimulo al recién llegado.

 

            TaeYeob no pudo hacer otra cosa más que dirigir su mirada hacia él, observándolo mientras terminaba de recoger sus cosas. No parecía ser mucho más mayor que él, quizás unos pocos años solo; era bastante alto y tenía un cuerpo muy atlético, su rostro era alargado, casi ovalado, sus rasgos atractivos. TaeYeob tragó saliva porque nunca se había encontrado con ningún inspector con aquellas características para el cual hubiera tenido que trabajar y se sintió un poco nervioso por ello. No obstante, se trató de centrar y, cuando el otro alzó su mirada y sus ojos se encontraron, intento aparentar normalidad, aunque había contenido la respiración por aquella oscura y penetrante mirada.

 

            —El nuevo, ¿verdad? —le preguntó. TaeYeob asintió e hizo el amago de presentarse, pero el inspector habló de nuevo antes de que pudiera hacerlo—. Ve en el coche con WookJin, tenemos una nueva víctima.

 

~

 

            KyuBin se agachó justo al lado del cadáver que se encontraba en el suelo, tratando de no alterar la escena, pero acercándose lo suficiente como para ver si las marcas que esperaba encontrar estaban allí. Solo se tuvo que inclinar un poco hacia delante para ver cómo la parte interior de los muslos de la chica tenían profundos cortes post mortem. Suspiró profundamente y después se alzó de nuevo, caminando hacia donde se encontraba el resto de su unidad, WookJin, JiSung y TaeYeob, el nuevo que acababa de llegar para reemplazar a YongSoo mientras éste se recuperaba en el hospital. Cuando le habían dicho que sería él quien llegaría para ayudarlos, no le había hecho especial gracia porque no quería tener a nadie implicado en el caso husmeando por allí, pero al investigarlo, se había percatado de que era un policía bastante capaz con un buen razonamiento crítico, capaz de analizar los datos obtenidos y llegar a conclusiones mucho más rápido que la mayoría.

 

            Pero en aquellos momentos, no tenía tiempo para enfocarse en la nueva incorporación a su unidad porque había algo mucho más importante de lo que tenía que hacerse cargo. Atravesó la cinta que mantenía la escena del crimen delimitada y después le indicó a JiSung con un movimiento de su mano que lo siguiera hasta el otro lado del camino, donde no había nadie, para poder hablar sin temor a que alguien los escuchara. JiSung captó su gesto y rápidamente lo siguió, sin cuestionarle nada hasta que KyuBin habló.

 

            —¿A qué hora la dejaste anoche en casa?

            —En torno a las seis, creo —respondió JiSung—. Fue cuando terminamos de tomarle la declaración, lo que tardamos en montarnos en el coche y el camino hasta su casa.

            —Y cuando la dejaste… ¿estaba viva?

 

            JiSung abrió los ojos como platos al escuchar su pregunta y después suspiró profundamente, la expresión en su rostro denotaba que estaba indignado por la pregunta, pero KyuBin tenía que hacerla.

 

            Hyung

            —Ahora mismo no te estoy preguntando como tu amigo —le dijo—. Estoy hablándote como el inspector del caso.

            —No me puedo creer que estés haciendo esto —murmuró, pasándose las manos por la cara, frustrado, antes de agregar—: sí, inspector. Cuando la dejé en su casa sobre las seis seguía viva, no salí del coche y no me fui hasta que ella no entró y cerró la puerta.

 

            JiSung respondió a aquello mirándolo fijamente, sin que su voz fallase en ningún momento y de forma sincera. Llevaba seis años conociendo a JiSung y hasta el momento siempre había detectado todas sus mentiras porque se le daba fatal esconder las cosas. No era del tipo que pudiera llevar una doble vida de asesino en serie meticuloso y con especial gusto por las chicas jóvenes y guapas porque además era gay; sin embargo, tenía que preguntar.

 

            —Lo siento —dijo—. Sabes que tenía que hacerlo porque probablemente seas la última persona que la vio con vida ayer.

            —Lo sé, hyung, lo sé —murmuró JiSung—. No te preocupes, sabes que me podéis tomar declaración e interrogar sobre esto, no pondré resistencia a ello porque yo también quiero pillar a este tío tanto como tú.

           

            KyuBin quiso contestarle a aquello, pero antes de poder hacerlo, desde dentro de la zona delimitada lo llamaron y tuvo que guardar sus palabras para más tarde, simplemente dirigiéndose de nuevo al lugar, acercándose al cuerpo de la chica con la que el día anterior habían estado hablando ya que era la mejor amiga de la anterior víctima.

 

            —¿Qué sucede, JunHyung? —le preguntó al médico forense, quien lo había llamado.

            —Diría que la chica murió esta madrugada —comentó—, cuando haga la autopsia podré darte una hora más aproximada, pero te llamaba por otra cosa —dijo, enseñándole un teléfono móvil completamente destrozado metido en una bolsa de pruebas—. Lo han encontrado en unas zarzas un poco más allá —le dijo—. Y yo he encontrado una tarjeta de memoria dentro de su sujetador, al abrirle la camisa para ver si había alguna lesión en el torso.

            —Su teléfono… y una tarjeta de memoria… —murmuró, alargando la mano para coger la bolsa y observar ambas cosas detenidamente. El móvil debía de haberse caído y luego el asesino no lo habría podido encontrar por algún motivo, pero estaba completamente seguro de que no se había dado cuenta de que llevaba encima la tarjeta de memoria, metida dentro del sujetador, y ésta seguro que les daba mucha información—. Es la primera vez que tenemos algo como esto en una escena —comentó—. Gracias JunHyung, llámame cuando sepas más sobre cómo fue la muerte y la hora más o menos aproximada.

 

            El chico asintió y KyuBin volvió a salir de aquella zona, dejando que los demás pudieran seguir haciendo su trabajo, documentando la escena, volviendo junto a su unidad, mostrándoles la bolsa con el móvil, haciendo que los tres se quedaran sorprendidos al verlo.

 

            —¿El móvil de la víctima? —preguntó JiSung. KyuBin asintió.

            —También una tarjeta de memoria —dijo—. El móvil lo han encontrado un poco más allá, en unas zarzas.

            —Joder, el asesino se está volviendo descuidado —comentó WookJin—. Primero lo de hace dos semanas y ahora esto.

            —¿Lo de hace dos semanas? —cuestionó TaeYeob, pareciendo confuso. No había trascendido al público el asesinato que se había cometido hacía dos semanas y era normal que éste, estando en otra ciudad, no se hubiera enterado de lo que había pasado.

            —Te han llamado aquí para cubrir una baja, la de YongSoo, nuestro compañero —dijo WookJin, girándose hacia él para contarle la historia. TaeYeob asintió—. Es porque está en el hospital. Cuando estábamos de ronda una noche hace dos semanas por el polígono escuchamos a una chica gritar y salimos corriendo del coche para entrar a una nave abandonada, nos dividimos para poder abarcar mejor y más rápido el lugar. YongSoo pareció encontrarse con el asesino en la escena del crimen y éste le dio un golpe en la cabeza con una barra de metal.

            —Oh Dios mío —murmuró TaeYeob—. ¿Cómo está?

            —Bueno… a veces consciente y otras inconsciente… —le dijo—. El pobre no recuerda nada de lo que pasó, pero claro, es lo normal. Los médicos dicen que se ha llevado un buen golpe y que tuvo suerte de que no le dio en otro lugar porque podría haber muerto en el acto —WookJin suspiró profundamente—. Pero al menos por el momento ya está fuera de peligro y recuperándose.

            —Es bueno saberlo…

            —La cosa es que pillamos al asesino con las manos en la masa y no le dio tiempo a terminar su ritual porque llegamos justo cuando mataba a la chica y parece que ahora está o frustrado o cabreado y ha matado muy rápido de nuevo y ha sido descuidado… nunca antes habíamos encontrado un móvil ni ninguna otra cosa.

            —¿Dónde tenía la tarjeta para que el asesino no la encontrara? —le preguntó JiSung.

            —Guardada en el sujetador —contestó KyuBin. Los tres abrieron sus ojos como platos, como si no se lo pudieran creer—. Están terminando de recoger todos los datos de la escena, así que hoy vamos a tener que trabajar hasta tarde —les dijo, para sacarlos de su estupor—. Y tengo que hablar contigo, oficial Lee TaeYeob, así que, móntate en el coche conmigo ahora mientras volvemos a la comisaría.

            —Claro, inspector Shin —le respondió el otro.

            —Bien —murmuró él—. JiSung, WookJin, nos vamos.

 

            Ambos asintieron y después se dirigieron hacia el coche. KyuBin no pudo evitar observarlos a ambos y suspirar profundamente. Los conocía a ambos desde hacía mucho tiempo y no creía que ninguno de ellos pudiera ser el asesino en serie que estaba buscando porque no encajaban en el perfil, pero las últimas muertes se habían producido de una forma extraña y ambos habían estado involucrados en ellas de una u otra forma. No sabía si se estaba volviendo paranoico o no, pero lo que sí sabía era que necesitaba hablar con el recién llegado porque él todavía no tenía ninguna opinión formada de ninguno de los dos y podría ser de utilidad… a pesar de su implicación en aquel caso.

 

            Diez años atrás, cuando el asesino en serie cometió su primer asesinato, él fue el primero en descubrir el cadáver de su amiga, al entrar en su habitación y hallarla muerta, sobre su cama. El chico había sido investigado como el sospechoso principal hasta que se había sabido la hora de la muerte, de madrugada, mientras éste volvía en el autobús después de haber hecho un viaje largo para ver a su abuela en la otra punta del país. Según sus declaraciones, había ido a casa de su amiga porque habían quedado juntos y no le contestaba los mensajes. Las cámaras de la estación de autobuses, tanto del pueblo en el que vivía su abuela, como las de aquella ciudad lo habían grabado subiendo y bajando del bus, por lo tanto, había sido liberado… pero el chico no había parado hasta que había conseguido un puesto en la policía y había seguido investigando los demás asesinatos que se sucedieron, queriendo encontrar al culpable de la muerte de su amiga. KyuBin lo sabía porque lo había investigado. Lo había hecho cuando le asignaron aquel caso un par de años atrás y cuando el comisario le dijo que había pedido que lo trasladaran a su división tras el accidente de YongSoo, se había opuesto a ello… pero quizás tenerlo allí podría ser la clave para finalmente coger al asesino.

 

            —¿De qué quería hablarme, inspector Shin? —le preguntó TaeYeob, al sentarse en el coche y ponerse el cinturón.

            —Quiero que investigues conmigo —le dijo—. Vamos a volver a repasar todos los informes de todos los asesinatos en cuanto estén listos los resultados de la autopsia de éste para coger de una vez por todas a ese tipo, sea quién sea.

 

~

 

            —Inspector Jeong —gritó WookJin prácticamente en la oreja de TaeYeob. Alzó la cabeza para ver a quién había llamado su compañero, encontrándose al hacerlo con un hombre de unos cuarenta y tantos años hacia el cual WookJin corría, ilusionado, con la bolsa de pruebas en la que se encontraba el móvil de la víctima que se había encontrado en la escena del crimen días atrás—. Encontramos esto en la escena del último asesinato y está destrozado, ¿crees que se podría restaurar para sacar la máxima información de él? —le preguntó.

 

            El hombre cogió la bolsa de pruebas y observó el móvil detenidamente, con una especie de mezcla en su rostro de estupefacción y confusión. Unos momentos más tarde le volvía a entregar la bolsa a WookJin, respondiéndole que estaba destrozado y que no creía que pudiera sacarse nada de allí, porque incluso los componentes internos estaban dañados. Tras la negativa, WookJin volvió a su asiento junto a TaeYeob y se dejó caer sobre su silla, suspirando profundamente.

 

            —¿Quién era ese inspector? —le preguntó, sin poder evitarlo.

            —¿El inspector Jeong? —cuestionó WookJin. TaeYeob asintió—. Es el encargado de los delitos informáticos, es súper majo y además tiene muy buena mano con todo tipo de dispositivos, puede arreglarlo casi todo —el chico suspiró profundamente—, si él dice que no hay arreglo para este móvil, probablemente nunca sabremos qué hay dentro.

 

            TaeYeob se encogió de hombros, pero no dijo nada en aquel momento. Primero porque el inspector KyuBin le había contado en su viaje en el coche días atrás que no se fiaba de absolutamente nadie en el lugar y sus dos compañeros tenían conexiones con los dos últimos asesinatos, por lo que ambos iban a llevar la investigación juntos y, de hecho, en cuanto tuvieran los resultados forenses de la última chica se dedicarían a buscar cualquier cosa que se hubiera podido pasar por alto mirando de nuevo los informes de todos los casos… y segundo porque aunque aquel móvil parecía estar completamente destrozado, estaba seguro de que habría alguien mucho más joven y acostumbrado a arreglar ese tipo de dispositivos que pudiera arreglar el teléfono para sacarlo todo, lo más probable era que aquel inspector ya no estuviera tan al día como para poder ayudarlos.

 

            —Oh. ¿No está aquí el inspector Shin? —preguntó entonces una voz a sus espaldas. TaeYeob se giró, encontrándose al hacerlo con un joven que había visto unos días atrás en la escena del crimen, llevaba el pelo largo, recogido en una coleta, si no recordaba mal, el forense, no sabía su nombre—. Le traía los resultados de la autopsia —dijo, enseñando una carpeta.

            —JunHyung hyung —lo saludó WookJin—. Está en uno de los despachos, tomándole declaración a JiSung hyung.

            —Se lo puedo llevar yo —se ofreció TaeYeob, antes de que el otro policía lo hiciera—. No nos han presentado, creo —dijo, levantándose y caminando hacia el forense—. Soy el oficial Lee TaeYeob, estoy cubriendo la plaza de Lee YongSoo.

            —Kim JunHyung —se presentó—. Y gracias —le entregó la carpeta—, tengo que volver a casa pronto hoy para arreglarme, no me puedo entretener.

—¿Has conseguido que SungHo hyung tenga una cita contigo? —dijo WookJin, provocando que las mejillas del otro se volvieran de color rojo—. Por tu cara, diría que sí.

—Mmmm… ah… ya nos veremos, WookJin —respondió JunHyung—. Y mmmm… encantado de conocerte, TaeYeob —le dijo, antes de salir corriendo de la comisaría. TaeYeob se giró hacia WookJin, confuso.

—Llevan como año y medio enchochados el uno del otro, me alegra que estén comenzando a hacer avances —le aclaró—. JiSung hyung, YongSoo y yo tenemos una apuesta sobre cuándo acabarán saliendo juntos, yo dije que de este año no pasaba y creo que voy por el buen camino.

 

            TaeYeob asintió, entendiendo aquello, aunque realmente no le interesaba en lo más mínimo la vida amorosa de la gente de aquella comisaría. Le señaló al chico que le iba a llevar el informe a KyuBin y éste volvió a su trabajo mientras él se encaminaba a la sala en la que el otro se encontraba con JiSung. Tardó unos minutos en encontrar la sala porque todavía no se ubicaba bien en el lugar, llamando a la puerta antes de entrar.

 

            —Siento molestar —dijo al entrar, bajo la atenta mirada de KyuBin y de JiSung—. El forense ha venido a dejar el informe de la autopsia —señaló la carpeta que llevaba en la mano y el inspector asintió. TaeYeob quiso preguntarle dónde se lo dejaba, pero antes de que pudiera hacer o decir nada, KyuBin habló.

            —¿Tienes algo más que agregar, oficial Park JiSung?

            —No, inspector Shin —respondió el otro.

            —Entonces puedes retirarte —le dijo el inspector—. Seguro que WookJin necesita ayuda con lo que esté haciendo —JiSung asintió y después se levantó de la silla y salió por la puerta, pasando junto a TaeYeob, que se tuvo que apartar de su camino—. Cierra la puerta y siéntate —le pidió, alzando su brazo para que le entregara la carpeta.

 

            TaeYeob no dijo ni una palabra y simplemente le tendió la carpeta antes de sentarse en la silla en la que había estado JiSung sentado. KyuBin abrió la carpeta con el informe y le tendió el papel en el que estaba escrita la declaración de JiSung. Ambos agacharon sus cabezas y se pusieron a leer sus respectivos documentos en silencio. La declaración de JiSung era bastante normal y no había mucho en ella, simplemente contaba que después de tomarle declaración a Wong KaHei, la amiga de Kim JungEun, la anterior víctima, la había llevado a casa para asegurarse de que llegaba bien porque era tarde y porque él había acabado su turno. La dejó en casa en torno a las seis esperando a que entrase y cerrase la puerta y después se fue a casa a dormir, entrando a su turno en el trabajo a la mañana siguiente sobre las nueve. Para el día del asesinato de Ha SooYoung también había dejado una declaración, había estado cenando y bebiendo con unos amigos y después se había ido a dormir a casa.

 

            —Wong KaHaei murió entre las ocho y las diez de la noche —murmuró KyuBin—. Habrá que hablar con sus vecinos por si vieron o escucharon algo raro sobre esas horas.

            —En su casa no había nada —comentó TaeYeob. El día anterior habían ido a registrar la casa y no habían encontrado nada extraño ni fuera de lugar—. Ni signos de forcejeo ni de violencia… o bien la victima conocía a su agresor, o bien salió entre esas horas de casa por algo. ¿Por qué sospechas de JiSung?

            —Conocía a ambas víctimas —respondió, sin levantar su vista del informe siquiera—. Y no sospecho, solo quiero estudiar todas las posibilidades.

            —Imagino que en ese caso también sospecharás de mí —comentó. KyuBin alzo su cabeza y lo miró fijamente a los ojos, como si quisiera meterse dentro de él. TaeYeob tuvo que carraspear para poder seguir hablando—. Yo conocía a la primera víctima, Yoona…

 

            Hablar de Yoona, de su mejor amiga, de la persona con la que lo había compartido todo desde que había nacido hasta que le habían arrebatado la vida cuando no tenía más que dieciocho años le dolía, hacía que se le cogiera un nudo en el estómago y que el pecho le pinchara. Habían pasado diez años de su muerte, de su asesinato, pero a él le seguía doliendo como si no hubieran pasado más que diez minutos. Siempre la tenía presente y siempre había tenido en mente ser el mejor policía, el mejor investigador, para encontrar a aquel que le había hecho aquello, que le había arrebatado a la persona más importante de su vida y que, después, no había parado de asesinar chicas jóvenes, una tras otra, impune, sin que nadie pudiera detenerlo.

 

            —No —respondió KyuBin—. Tú no pudiste hacerlo, por eso eres la única persona en la que puedo confiar para hacer esto.

 

~

 

            —Está hecho polvo —murmuró SungHo, mirando el móvil que KyuBin le acababa de entregar—. Si se puede recuperar algo estará difícil, pero lo puedo intentar.

            —Gracias —le dijo—. El inspector Jeong le dijo a WookJin que no era posible hacer nada, pero hay que tratarlo porque sigue siendo una prueba muy importante.

 

            SungHo le aseguró que lo haría lo mejor que pudiera y KyuBin se despidió de él, dirigiéndose a una de las salas de la comisaría, donde lo estaba esperando TaeYeob. Llevaban varios días releyendo los informes de todos los casos, de todas las muertes que habían sido asociadas con aquel asesino en serie de mujeres cuya marca personal era hacer varios cortes muy profundos en la cara interna de los muslos de las víctimas, post mortem, mutilando de aquella forma sus cuerpos, como si quisiera dar un mensaje con ello, a pesar de que ninguna de las personas que habían trabajado en aquel caso, había sido capaz de dar con ese motivo porque les faltaban demasiados datos. No obstante, TaeYeob era listo, le había expuesto en esos días bastantes teorías y KyuBin sentía que había sido buena idea tenerlo allí y confiar en él para realizar aquella tarea.

 

            —¿Qué ha dicho SungHo? —le preguntó el otro en cuanto entró a la sala, sin siquiera levantar la cabeza del folio en el que estaba escribiendo algo.

            —Lo va a intentar —respondió.

            —Bien —murmuró TaeYeob, levantando la cabeza y mirándolo—. La tarjeta de memoria está en buenas condiciones, ¿verdad? —KyuBin asintió—. ¿Qué había?

            —Visible solo unas cuantas fotos de ella, sus amigas, algunas fotos de gente famosa o memes y unos pocos vídeos, nada especialmente relevante o interesante —le dijo, sentándose en la silla frente a él—. Pero hay una carpeta con contraseña, así que, se la he entregado a SungHo también para que la intente abrir o sacar los archivos de ella.

            —Perfecto.

            —¿Has sacado algo en claro leyendo los informes? —le preguntó.

 

            TaeYeob asintió y le tendió el folio en el que había estado escribiendo. KyuBin lo cogió y comenzó a leer lo que estaba escrito en éste. Había una línea temporal con todos los asesinatos cometidos en los últimos diez años, detallado el espacio entre ellos y con unas cuantas anotaciones sobre las cosas más importantes que los caracterizaban y algunos datos sobre las víctimas. Debajo de aquella línea temporal había una relación de similitudes y de diferencias entre todos y por la parte de atrás lo que había era una serie de pensamientos que parecía haber tenido, cosas sueltas que le llamaban la atención o que no sabía cómo categorizar. Había hecho todo aquello en solo unas pocas horas, después de leer todos los informes y apuntarlo todo. KyuBin se quedó fascinado por ello.

 

            —Increíble —murmuró sin poder evitarlo. TaeYeob le dedicó una sonrisa encantadora, aquel comentario parecía haberlo hecho feliz y KyuBin tuvo que carraspear para volver a hablar porque su garganta se había quedado seca—. Creo que has encontrado muchos más detalles y cosas en común que habíamos pasado por alto en este tiempo.

            —No tenía acceso a toda la información no estando dentro del equipo de investigación… pero en estos años he estado dándole muchas vueltas a todo y tratando de trabajar con lo que tenía —le respondió éste—. Quiero coger a ese tío antes de que siga asesinando a chicas inocentes que se cruzan en su camino.

 

            TaeYeob dijo aquello mirándolo fijamente a los ojos, con una convicción y una fuerza que provocó que KyuBin tuviera que tragar saliva porque su garganta se había quedad completamente seca otra vez. Sus ojos eran grandes y muy expresivos y en aquellos momentos parecía que quisiera llegar hasta lo más profundo de él con esa mirada. KyuBin tuvo que desviar su mirada, fijándose de nuevo en el folio lleno de datos que tenía delante y leyendo la última conclusión que había apuntado.

 

            —Tienes varias cosas apuntadas sobre cuáles pueden ser los motivos para elegir a las víctimas —murmuró.

            —Sí —contestó TaeYeob—. Porque ninguna de las chicas tiene un perfil claro ni similar, sus edades están comprendidas entre los dieciséis y los treinta años, pero aparte de ser jóvenes, no hay ningún otro rasgo en el que se pueda hacer un perfil, todas son muy diferentes físicamente y, según lo que han contado sus familiares y amistades, tampoco tienen similitudes en la personalidad… casi parece al azar, pero no lo es.

            —El asesino tiene fijación con las mujeres jóvenes y le hace esas marcas en los muslos porque quiere dejar un mensaje con ellas, algo así como una advertencia —murmuró.

            —Estoy de acuerdo —replicó el otro—. También pienso que, debe de ser algo mayor, debe de rondar los cuarenta o cincuenta años, porque hace diez años que comenzó a matar y es muy metódico, no creo que nadie de nuestra edad pudiera comenzar a matar rondando los veinte y seguir haciéndolo de la misma forma… además, parece que se ha precipitado con el último asesinato y eso puede ser un síntoma de que está ansioso por no haber podido hacer todo lo que debía con el cuerpo de la anterior víctima.

 

            KyuBin asintió a aquellas palabras porque sentía que el chico estaba en lo correcto. Toda la investigación se había desarrollado bajo aquella premisa en la que el asesino debía de ser alguien de mediana edad y, a pesar de que en los últimos dos casos hubiera tenido algunas dudas con JiSung, éstas se acababan despejando al poner los demás casos delante. Al menos, de aquella forma, había podido determinar que en su equipo tenía a gente de confianza trabajando, lo cual era un alivio para él porque en los últimos meses había sentido que todo aquello lo sobrepasaba porque no había ninguna forma de encontrar al asesino y no había nada que señalara quién podía ser, por eso dudaba de todo, dudaba hasta de sí mismo y de su juicio… casi había abandonado aquel caso, frustrado, demasiado frustrado como para seguir adelante, pero el ataque a YongSoo había hecho que se tomara aquello de una forma personal y no iba a parar hasta que no lo encontrara y estuviera entre rejas.

 

            —Ahora tengo miedo de si se pueda o no volver a precipitar porque no se llevó el móvil de la víctima —murmuró TaeYeob.

            —No ha trascendido esa información a los medios —respondió KyuBin.

            —Lo sé, pero debe de saber perfectamente que se dejó el móvil atrás.

 

            Eso sí era verdad. En ninguno de los otros asesinatos habían encontrado el móvil de las víctimas, se lo debía de haber llevado expresamente al dejar los cuerpos, porque en la mayoría de ellos, el lugar en el que habían encontrado el cuerpo no era el lugar en el que se había cometido el asesinato. Parecía secuestrar a sus víctimas y después las mataba, generalmente asfixiándolas, aunque si se retorcían mucho podía acabar con sus vidas con alguna especie de cuchillo, clavándolo certeramente en sus corazones y después les hacía aquellos profundos cortes en sus muslos como parte de su ritual. Y debía de haber algo importante en los móviles de éstas para que el asesino tuviera tanto interés en siempre llevárselos consigo, algo que quizás pudiera incriminarlo o algo con lo que pudieran sacar un perfil más ajustado sobre él. Entendía el miedo que el otro sentía por lo que pudiera ocurrir, porque si se había precipitado al matar a la última víctima, Wong KaHei, era porque cuando había matado a Kim JungEun no había podido terminar su ritual por la repentina llegada de YongSoo y WookJin, que estaban patrullando por las naves abandonadas del polígono de la ciudad. Quizás, por no haber sido capaz de coger el móvil, volvía a asesinar.

 

            —Tendremos que esperar a que SungHo arregle el móvil o pueda entrar a la carpeta privada de la tarjeta de memoria —murmuró.

            —Sí… esperar es lo único que ahora podemos hacer —dijo TaeYeob.

 

~

 

            —Me he dado cuenta de una cosa —dijo WookJin, rompiendo el silencio en el que se había sumido la unidad de crímenes mientras hacían su trabajo, llamando de aquella forma la atención de los otros tres que se encontraban allí con él—. No hemos tenido cena de bienvenida por la llegada de TaeYeob y ya hace como tres semanas que estás trabajando aquí.

            —¡Es verdad! —saltó JiSung—. Con el lío que hemos tenido en estos días se nos ha olvidado. ¿Y si vamos esta noche, comemos barbacoa y bebemos un poco? —propuso.

 

            A WookJin le encantó aquella idea y parecía muy emocionado, seguido en el entusiasmo por JiSung. TaeYeob no sabía si era lo mejor celebrar una cena de bienvenida por su llegada, por lo que observó la reacción de KyuBin. Éste no parecía tan emocionado como los demás, pero sí que le gustaba la idea de salir a cenar y beber un poco. Se habían pasado las últimas tres semanas trabajando en el caso prácticamente sin descanso y quizás les venía bien desconectar un poco y compartir algo más que simplemente detalles sobre los asesinatos. Hacía mucho tiempo que TaeYeob no salía a cenar con gente, había dejado a sus últimos compañeros de trabajo en su antiguo distrito para poder ir hasta aquella comisaría y trabajar en el caso, desde ese entonces no había hecho más que trabajar y trabajar, no había tenido tiempo para otra cosa.

 

            —¿Qué dices, TaeYeob? —le preguntó WookJin—. ¿Lo hacemos así o te viene mal porque tengas ya algún plan con alguien?

            —No, no tengo ningún plan —murmuró—. Si es lo que queréis…

            —Maravilloso —dijo WookJin—. Voy a avisar a JunHyung para que venga y tú, hyung, se lo puedes decir a SungHo hyung también —continuó—, seguro que podemos hacer que esta noche por fin pasen cosas entre ellos también y tenemos un 2x1, una cena de bienvenida y una declaración de amor.

 

            JiSung accedió a aquello y rápidamente se levantó de su mesa para ir a buscar a SungHo, mientras que WookJin se iba fuera a llamar a JunHyung para avisarlo de la cena. En cuanto ambos se alejaron, todo volvió a quedarse en silencio porque KyuBin simplemente se había quedado mirando con una sonrisa al lugar donde habían desaparecido los dos, mientras que TaeYeob se quedó observando a KyuBin sin poder apartar su mirada de él, sintiéndose un poco extraño en su interior.

 

            Las horas se pasaron volando aquel día y TaeYeob ni siquiera se percató de que era la hora de salir del trabajo cuando ésta llegó. JiSung y WookJin poco a poco le fueron contagiando su entusiasmo por la cena, así que, cuando salieron por la puerta de la comisaría, cada uno hacia su casa para prepararse para la cena, TaeYeob quiso que la hora a la que habían quedado llegara lo más rápido posible. Se duchó y preparó concienzudamente porque nunca había sido una persona sucia, poniéndose una ropa bonita para causarles buena impresión fuera del trabajo a sus compañeros de unidad y arreglándose incluso el pelo, que le había crecido un poco, pero todavía no había tenido tiempo de ir a que se lo cortaran a la peluquería. Al terminar de prepararse, casi era la hora a la que habían quedado, así que, salió de casa rápidamente y espero llegar a tiempo porque el local que JiSung había elegido no le quedaba cerca. Llegó más o menos a buena hora, no obstante, estando solo en el bar KyuBin, esperando a que todos llegaran, sobresaltándose al verlo aparecer y dedicándole una mirada de arriba abajo que casi lo hizo estremecer de los pies a la cabeza.

 

            —¿No ha venido nadie aún? —le preguntó TaeYeob, sentándose a su lado—. Creía que llegaba tarde, pero veo que no.

            —No tardarán mucho en llegar —respondió éste—. SungHo suele llegar justo a la hora en la que se ha quedado y los demás a veces llegan un poco antes o un poco después… aunque JiSung suele llegar tarde.

            —Habéis hecho muchas cenas antes… —no pudo evitar comentar.

            —Ya llevamos varios años trabajando juntos —dijo KyuBin, su mirada seguía sin despegarse de su cuerpo y TaeYeob lo vio tragar saliva, como si su boca se hubiera quedado completamente seca—. YongSoo seguro que se decepciona por no haber podido venir a beber hoy con nosotros —añadió.

            —¿Cómo está? —preguntó. No había conocido todavía al chico del cual estaba cubriendo su puesto porque éste seguía en el hospital y no creía que lo pudiera conocer pronto tampoco porque las pocas veces que hablaban de él en su presencia, solo comentaban que lo echaban de menos y poco más—. Estaba fuera de peligro, ¿no?

            —Sí —respondió KyuBin—. Ahora pasa más tiempo consciente y está poco a poco recuperándose, aunque sigue sin recordar los eventos previos al golpe, dice que hay con una especie de neblina en su cabeza que se lo impide cada vez que lo trata de recordar.

            —Es un alivio que se vaya recuperando poco a poco —murmuró—. Ojalá pueda recordar algo de esa noche pronto, por si nos puede dar alguna pista más.

 

            KyuBin pareció querer decir algo, pero en ese momento entró por la puerta WookJin, que se sentó a su otro lado y comenzó a hablar sin parar de cómo todo se había puesto en su contra —el calentador se le había averiado y se había tenido que duchar con agua fría, luego se había quemado planchando la ropa y cuando había salido a la calle todos los semáforos estaban en rojo— y no casi no llegaba, pero había llegado al final antes que los demás. SungHo y JunHyung llegaron poco después, con unos pocos segundos de diferencia el uno entre el otro, algo que provocó que WookJin comenzara a hacer insinuaciones y bromas sobre ellos que hicieron que ambos se encendieran como farolillos y, por último, llegó JiSung tranquilamente, como si realmente no estuviera llegando tarde, a pesar de que habían pasado más de veinte minutos desde que los demás habían llegado.

 

            Pidieron para comer y beber una vez estuvieron todos allí y pronto el local, que prácticamente estaba vacío, se llenó de sus voces, de olor a carne y a soju. Le contaron historias sobre ellos, anécdotas y situaciones graciosas que habían presenciado y que seguían siendo la comidilla de todas sus reuniones y TaeYeob no pudo evitar reír y pasárselo increíblemente bien con ellos porque, aunque la relación que mantenían en la comisaría era cordial, no había podido conectar de otra forma por el ambiente serio en el que solían trabajar, descubriendo de aquella forma aspectos de los demás que no habría conocido de otra forma, como que realmente era verdad que SungHo y JunHyung estaban locos el uno por el otro pero se ponían tímidos cuando estaban juntos o cuando se les decía algo sobre su —casi— relación o que KyuBin realmente era una persona mucho más relajada, divertida, accesible y cariñosa de lo que se había mostrado ante él desde el principio, algo que le chocaba y gustaba a partes iguales porque el brazo que le había echado por los hombros a mitad de la velada no se había movido de ahí y el contacto con su piel quemaba. Pero, en definitiva, para TaeYeob fue una gran cena después de todo porque sintió cómo se relajaba a medida que el alcohol entraba en su cuerpo y se desinhibía poco a poco, dejando de pensar en el trabajo, en el asesino en serie y en Yoona, a quien llevaba diez años echando terriblemente de menos.

 

            Los seis bebieron y comieron hasta que prácticamente llegó la hora de cierre del bar y tuvieron que irse, JiSung apenas sosteniéndose en pie de lo borracho que estaba, por lo que WookJin lo llevaba casi a rastras, SungHo y JunHyung en actitud muy cariñosa, algo que jamás se habría esperado viendo cómo los dos se comportaban sobrios el uno con el otro, y él junto a KyuBin, caminando hasta su casa, porque el mayor se había empeñado en acompañarlo porque le pillaba de camino hasta su propio hogar, con su brazo todavía sobre sus hombros y dedicándole de vez en cuando unas miradas profundas que le robaban todo el aire de sus pulmones.

 

            —Pues… aquí es donde vivo —comentó TaeYeob, deteniéndose delante de la que había sido la casa de sus padres mientras habían vivido en aquella ciudad, antes de mudarse a Seúl diez años atrás. La casa había estado cerrada todo aquel tiempo y no siquiera había terminado de adecentarla completamente, así que, estaba todo por medio—. Muchas gracias por traerme, no tenías por qué, inspector.

            Hyung —murmuró KyuBin—. Puedes llamarme KyuBin hyung, como los demás.

            —KyuBin… hyung… —probó a decir. Algo se encendió en la mirada del mayor en ese momento y TaeYeob volvió a probar—. KyuBin hyung

 

            No pudo decir nada más que eso porque en ese mismo instante, los labios de KyuBin se estrellaron contra los suyos en un beso intenso y fuerte, su boca moviéndose contra la suya queriendo todo y más de él, su mano derecha en su nuca y su mano izquierda sujetando su cintura, atrayéndolo a su cuerpo hasta que el espacio entre ambos quedó reducido a cero. TaeYeob se aferró a él, a las solapas de su chaqueta de cuero, pegándose aún más a su cuerpo, devolviendo el beso con la misma intensidad, abriendo su boca, dejando que la lengua de KyuBin se encontrase con la suya, rozándose, lamiéndose, adentrándose en la boca ajena, hasta que se quedaron sin aire y tuvieron que separarse para volver a respirar, sin separarse del todo, queriendo mucho más.

 

~

 

            KyuBin se dejó llevar a través de la casa de TaeYeob, se dejó llevar sin oponer resistencia alguna, deteniéndose cada pocos pasos, abrazando el cuerpo del menor, besándolo una y otra vez, metiendo las manos dentro de su jersey, tocando su suave piel. TaeYeob sonreía en mitad de cada beso y eso lo volvía completamente loco, aún más loco. Sabía que el alcohol lo estaba haciendo actuar de aquella forma y sabía perfectamente que lo que estaba haciendo no era lo correcto, pero lo necesitaba, lo necesitaba demasiado, necesitaba sentir el cuerpo desnudo de TaeYeob contra él, necesitaba besar cada rincón de su piel, necesitaba introducirse en él hasta dejarlo temblando de placer, necesitaba todo eso y mucho más y ya tendría tiempo de arrepentirse de ello, porque en esos momentos solo quería estar con él en la cama… porque no había podido dejar de mirarlo en toda la noche, porque no había podido evitar quererlo lo más cerca posible durante toda la noche, porque no había podido resistirse a besar aquellos labios que parecían hechos para amoldarse perfectamente a los suyos cuando estos habían dicho su nombre, porque no había podido contener ese deseo que había comenzado a formarse en su cuerpo durante más tiempo.

 

            Llegaron hasta su habitación a trompicones, faltos de aire y con muchas ganas de comerse el uno al otro, o al menos, eso era lo que KyuBin sentía, lo que veía en los ojos de TaeYeob en la penumbra del cuarto, en sus acciones, en la forma en la que se agarraba a su cuerpo, pero no se detuvo a preguntárselo porque sentía que las palabras sobraban entre ellos en aquellos momentos. La cabeza le daba vueltas, por el alcohol, por el calor de su cuerpo, por la excitación que sentía, pero KyuBin no quería parar, no quería detenerse, no quería hablar, porque si paraba, probablemente la poca cordura que le quedaba lo acabara alejando de TaeYeob, cuando el resto de su ser lo único que le gritaba era que lo quería más cerca, tan cerca que sus cuerpos se fundieran en uno solo.

 

            Se desnudaron entre besos, besos profundos en los que sus lenguas no paraban de lamerse la una a la otra, de explorar la boca ajena recorriendo todos y cada unos de sus rincones. Las manos de TaeYeob no se quedaron quietas en ningún momento, lo mismo que las suyas, desabrochando botones, tirando de la ropa arriba o abajo, a veces tan precipitadamente que era difícil coordinarse porque el alcohol descoordinaba y ralentizaba sus movimientos a pesar de que ellos lo único que querían era ir mucho más rápido. El jersey de TaeYeob se quedó atascado en su cabeza unos segundos y cuando finalmente se lo acabó sacando estaba completamente despeinado y KyuBin no pudo contenerse de tocar su pelo, hundiendo sus dedos entre sus mechones, peinándolo de nuevo suavemente, TaeYeob inclinando levemente su cabeza hacia el contacto, con sus ojos brillando como si contuvieran un millón de estrellas.

 

KyuBin lo besó de nuevo, esta vez sin contenerse ni un ápice, de forma desesperada, algo brusca y casi demencial. TaeYeob le devolvió los besos de esa misma manera y caminaron hacia a cama disfrutando del sabor a alcohol de la boca del contrario hasta que KyuBin sintió un leve empujón en su pecho que lo hizo separarse de sus labios y caer sentado sobre la cama. Inmediatamente después, TaeYeob se subió sobre sus muslos, con sus rodillas a cada lado de sus caderas, sus entrepiernas rozándose la una con la otra, provocando que el mayor tuviera que morderse los labios para no gemir demasiado alto. KyuBin no se había percatado hasta aquel momento, pero la sangre se le había acumulado en su miembro y éste estaba prácticamente erecto dentro de sus calzoncillos, pulsando, necesitado. TaeYeob se agarró con fuerza a sus hombros hincándole las uñas en su piel y KyuBin lo sujetó fuertemente por la cintura, buscando esta vez besar la piel de su cuello en lugar de sus labios.

 

            TaeYeob continuó moviendo sus caderas, rozando sus miembros todavía con ropa entre ambos, mientras KyuBin besaba su cuello, sus hombros, sus clavículas, y lo hacía temblar entre sus brazos… aunque lo que les quedaba de ropa no tardó demasiado en ser retirado. Entre posturas extrañas y movimientos raros, sin querer separarse por nada del mundo del cuerpo del otro terminaron de quitarse la ropa, rodando sobre la cama, a veces uno arriba, a veces el otro, sin dejar de tocarse, sin dejar de besarse, hasta que ya no pudieron aguantar más porque las ganas por el otro eran demasiado fuertes y necesitaban mucho más de lo que estaban obteniendo.

 

            —¿Dónde… dónde tienes el lubricante… y los… condones?

 

            KyuBin preguntó aquello, sin aire, entre beso y beso, mirándolo a los ojos fijamente y TaeYeob lo besó, lo besó metiéndole la lengua hasta el fondo de la garganta, dejándolo totalmente sin aire antes de simplemente levantarse de la cama y caminar hacia su armario. KyuBin no perdió detalle de su cuerpo, de su espalda estrecha, de la curva de su trasero, de sus piernas largas y delgadas y no pudo evitar lamerse los labios sintiendo en estos el sabor de la boca del otro. TaeYeob no tardó en volver a la cama con él y KyuBin tardó todavía menos en abrirle las piernas cuando éste se tumbó frente a él, echándose lubricante en sus dedos antes de comenzar a prepararlo lentamente. El menor ni siquiera se quejó, jadeando y gimiendo levemente desde el principio, moviendo sus caderas en busca de más y más, siendo la persona más preciosa con la que KyuBin había estado en la cama jamás. Introdujo otro dedo en su interior, notando esta vez una pequeña presión a su alrededor, una presión que intentó deshacer un poco, moviendo sus dedos, dentro, fuera, abriéndolos, buscando con ellos la próstata de TaeYeob hasta que la encontró y éste prácticamente se deshizo sobre la cama, su cuerpo relajándose al completo.

 

            —Te quiero dentro… ya…

 

            Aquello fue lo único que TaeYeob tuvo que decirle para que KyuBin sacara sus dedos de su interior, se pusiera uno de los condones que éste le había dado y echara un poco más de lubricante sobre su miembro para poder deslizarse lo más fácilmente posible en su interior. Se inclinó sobre él, guiando su miembro hasta su ano, introduciendo su punta lentamente, poco a poco entrando más y más en su interior, mordiéndose el labio inferior como forma de concentrarse en aquello, sintiendo cómo las paredes de su recto lo apretaban de una forma completamente increíble, notando cómo un gemido profundo, grave, quería hacerse paso por su garganta hasta que acabó escapando por sus labios sin que pudiera evitarlo cuando finalmente estuvo dentro de el por completo. KyuBin se quedó totalmente quieto durante unos momentos, disfrutando de aquella presión y del placer que ésta le provocaba, disfrutando también de la hermosa vista que tenía ante él, TaeYeob con los ojos entre abiertos, respirando entrecortadamente y con sus labios rojos e hinchados por sus besos, brillantes por la saliva que habían compartido… hasta que comenzó a moverse de nuevo, fuera y dentro de él, queriendo llegar cada vez mas profundo, queriendo dar con su próstata una y otra vez, sin encontrarla del todo debido a la posición.

 

            Cambiaron de postura varias veces, KyuBin sin salir siquiera de su cuerpo, tratando de aquella forma de encontrar el punto exacto en el que ambos podrían estallar de placer. Sus movimientos seguían siendo torpes, el alcohol todavía recorriendo sus venas casi en la misma cantidad que su sangre… no obstante, aunque eran torpes, aunque eran más lentos de lo que pretendían, aunque no se terminaban de coordinar, TaeYeob acabó volviendo a estar sobre su cuerpo, sentado en sus muslos, engullendo su miembro una y otra vez con su trasero, abrazado a su torso, hundiendo sus uñas en su espalda, mientras KyuBin lo apretaba fuertemente contra su cuerpo, sintiendo su piel arder allí donde estaba en contacto con la del menor, sintiéndose cada vez más al borde del abismo, cada vez más a punto de estallar en un orgasmo increíble que llevaba un buen rato forjándose en su interior.

 

            Cuando la locura terminó de desatarse entre ellos, TaeYeob hincó mucho más las uñas en la piel de su espalda, mientras se corría entre sus estómagos, los temblores del orgasmo recorriendo su cuerpo de arriba abajo mientras jadeaba con la cabeza echada contra su pecho, su pelo pegajoso por el sudor, su recto pulsando apretando el mimbro de KyuBin hasta que finalmente éste acabó llegando también al orgasmo, mordiendo el hombro de TaeYeob, los dedos de sus pies encogiéndose mientras sentía cómo su miembro se terminaba de descargar dentro del condón, respirando entrecortadamente por el esfuerzo y sintiendo cómo su cabeza volvía a dar vueltas porque todo se le acumulaba en ella, el alcohol, el calor, el olor a sexo en la habitación y las ganas de seguir comiéndose a TaeYeob durante todo lo que quedaba de noche, hasta que ninguno de los dos pudiera moverse, hasta que la noche finalmente se hiciera día, hasta que todo lo que había pasado en la penumbra de aquella habitación acabara cayendo sobre ellos como una pesada carga… pero por el momento, lo único que deseaba era seguir uniendo su cuerpo con el del menor una y otra vez, tal y como sus más primarios instintos le pedían.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

—Esta es solo la primera parte de la historia, todavía queda una segunda parte en la que pasan muchísimas más cosas, así que, ¡no os la perdáis!

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