sábado, 22 de enero de 2022

[One Shot] 2021 Super Rookies Drabbles: 사랑했나봐 (I loved you) {DoKi}

Título: 사랑했나봐 (I loved you)

Autora: Riz Aino

Pareja: DoKi (Dosie + Yuki) (Purple Kiss)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, historical, romance, drama

Número de palabras: 1.464 palabras

Resumen: hubo un tiempo en el que Koyuki realmente amó a EunSung a pesar de todo… pero para EunSung nunca fue amor.

Notas: tenía esta idea rondando desde hacía demasiado tiempo por mi pc con otro ship y otro grupo y al final decidí que ya era hora de sacarla.

Comentario de autora: tenía muchas ganas de escribir cosas de Purple Kiss y me alegra haber abierto la veda porque voy a escribir muchos más, estoy muy segura. Espero que os guste.

 

사랑했나봐

(I loved you)

 

            Koyuki sintió cómo una lágrima descendía por su mejilla derecha, notando todo el camino que ésta recorrió al bajar hasta su cuello, donde se perdió entre el pelo. No derramó ni una sola lágrima más después de aquella, más por orgullo que por otra cosa, porque se sentía terriblemente traicionada, sentía cómo su corazón se hacía añicos dentro de su pecho, pero no quería mostrarlo, no podía mostrarlo; sin embargo, era imposible para Koyuki dejar de mirar hacia el lugar en el que se encontraba la joven que lo había sido todo para ella en los últimos años, la joven que había desaparecido de su lado un día sin dejar ni rastro y a la que había buscado incansablemente hasta que la noticia de su muerte había llegado a sus oídos, sintiendo un profundo odio y decepción al tenerla allí, frente a ella de nuevo. Nunca se había imaginado que lo único que pudiera sentir cuando la volviera a ver sería aquella rabia intensa que nacía en lo más hondo de su ser, siempre se había imaginado que la llenaría de besos, la abrazaría y se sentiría como la persona más afortunada por tenerla de vuelta junto a ella. Porque hubo un tiempo en el que Koyuki realmente amó a EunSung a pesar de todo… pero para EunSung nunca fue amor, solo ahora se daba cuenta.

 

            EunSung había llegado a su vida, a su familia, como una criada, como una acompañante para Koyuki, para que pasase el tiempo con alguien que más o menos tuviera su edad para que se pudiera relacionar con gente joven y no solo con los otros criados de la casa, que eran mucho más mayores. Sus padres nunca estaban en casa, su padre demasiado ocupado con temas políticos, su madre demasiado interesada en estar con sus amigas como para prestarle atención a su única y enfermiza hija. Para Koyuki, la llegada de EunSung había sido como un regalo y, a pesar de que la joven coreana al principio se había mostrado con ella un poco fría, poco a poco se había ido abriendo a ella hasta que Koyuki había pensado que podían ser amigas… y quizás algo más, aunque nunca se lo dijo. EunSung había estado con ella durante toda su adolescencia, habían crecido juntas, habían pasado todo el tiempo juntas y Koyuki había sentido que era la persona más importante de su vida, la única con la que realmente podía ser ella misma, la única con quien podía estar a gusto, la única que estaba a su lado cuando enfermaba o cuando podía dar paseos en el exterior de la casa. Por eso, cuando EunSung había desaparecido, había movido cielo y tierra para tratar de encontrarla, para saber su paradero, para saber si se encontraba bien… pero aquella que una vez había considerado su mundo entero, había vuelto a ella como miembro de la Resistencia coreana quienes, aprovechando que el dominio japonés en la península cada vez era más escaso debido a las derrotas que estaban sufriendo en la Segunda Guerra Mundial, habían comenzado a atacar a altos cargos y grandes empresarios japoneses y a sus familias que se habían afincado décadas atrás en Corea.

 

            Koyuki nunca había estado interesada en la política, realmente nunca se había interesado en nada de lo que sucedía en el mundo exterior porque, de todas formas, tampoco podía pisarlo mucho debido a su cuerpo débil, por eso nunca había sabido cuál era la situación más allá de los muros de su casa. No obstante, cuando su padre comenzó a hablar con aquellos miembros de la Resistencia que se habían adentrado en su casa usando los conocimientos que EunSung tenía de ésta, entendió la gravedad de la situación y, sobre todo, entendió que la chica a la que le habría entregado el mundo entero solo se había acercado a ella con la intención de darle más tarde una puñalada por la espalda, una puñalada que le dolía más de lo que le había dolido nunca nada antes.

 

            Los ojos de EunSung se encontraron con los suyos cuando comenzó a toser y una parte de Koyuki quiso creer que en ellos veía preocupación, pero estaba segura de que no podía ser más que su imaginación. Había pasado demasiado tiempo sobre el suelo helado de losa de la enorme casa de estilo europeo en la que vivían y su cuerpo, siempre frágil, había cogido frío. Su tos llamó la atención de varios miembros más de la Resistencia, que no la miraron con buenos ojos y uno de ellos se le aproximó con la pistola en alto, pidiéndole que parara de toser. Koyuki no pudo dejar de hacerlo, entre el frío y el nerviosismo, lo único que pudo hacer fue mantenerle la mirada a aquel joven porque tampoco tenía miedo a morir. Siempre había tenido a la muerte bastante presente, siempre había estado enferma y siempre había sabido que cualquier pequeña cosa fuera de su control podría acabar matándola. No obstante, a pesar de las amenazas y algunos gritos, el joven no llegó a apretar el gatillo porque EunSung se acercó hasta ellos y le dijo algo al oído, para después agacharse frente a ella y ayudarla a levantarse del suelo. Koyuki se resistió a su toque y se alzó sin su ayuda, siguiéndola tal y cómo ésta le indicó, hacia la chimenea, en la que apenas quedaban unos pocos de troncos prácticamente consumidos, con un fuego débil, en la sala contigua.

 

            —Solo quédate aquí… —le dijo EunSung, echando algunos palos más a la chimenea para avivar el fuego—. Caliéntate y no salgas por nada del mundo a la otra sala… pase lo que pase…

            —¿Por qué estás haciendo esto? —le preguntó, sin poder contenerse, porque lo único que necesitaba, una respuesta definitiva para que su corazón dejara de tener una mínima esperanza o terminara finalmente de sumirse en el odio absoluto—. ¿Por qué estás aquí, amenazando a mi familia, a aquellos que te acogieron cuando lo necesitabas?

 

            EunSung no le respondió al momento, ni siquiera se giró hacia ella, solo continuó con su tarea de avivar el fuego. Koyuki apretó fuertemente los puños, con una fuerza que surgía de lo mas hondo de su interior, una fuerza que jamás antes había sentido. Lo único que quería era una respuesta, pero ella no se la daba, ni siquiera había mostrado que la hubiera oído. Se sentía enfadada, pero todo su enfado y toda su fuerza se desvaneció de golpe cuando EunSung se giró hacia ella, mostrándole la misma expresión que siempre le había mostrado en los años que había pasado junto a ella, sus ojos brillando como un cielo nocturno plagado de estrellas, mirándola, solo a ella, como si solo Koyuki existiera en el universo.

 

            —Por ti —murmuró, contestando a su pregunta—. Porque si no era yo, serían otros y esos otros no tendrían ninguna piedad contigo —se acercó a ella y tomó sus manos mientas la miraba fijamente a los ojos—. Por favor, no salgas.

 

            EunSung le dio un pequeño apretón en las manos y después se alejó de ella, dejándola con su corazón latiendo demasiado rápido dentro de su pecho y levemente confusa. Koyuki escuchó gritos en la otra habitación poco después, gritos, disparos, el olor a hierro de la sangre en el ambiente, pero hizo lo que EunSung le había pedido, solo se quedó frente a la chimenea, tratando de entender su corazón, su mente y a EunSung hasta que ésta volvió a por ella y la sacó de la casa, al mundo exterior y desconocido, en el que nunca había tenido interés, pero al que siempre le había tenido miedo; no obstante, en lo más hondo de su ser, sintió que estando junto a ella, quizás no tenía por qué temerle a nada.

 

 

 

 

 

Notas finales:

—A grandes rasgos, la península de Corea estuvo ocupada (bajo el protectorado japonés) durante prácticamente toda la primera mitad del siglo XX. Hubo una Resistencia, obviamente, y en los finales de la ocupación (y antes también) hubo algunos desencuentros entre éstos y los japoneses mandamases.

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