jueves, 6 de noviembre de 2014

One last time

Capítulo I
I’ve crossed oceans of wine to find you


            El bosque estaba oscuro y silencioso. Los únicos sonidos que podían escucharse eran los que provocaban sus pies al pisar el suelo lleno de hojarasca y su respiración acelerada por la carrera. Huía, pero no sabía de qué, simplemente obligaba a sus piernas a moverse a pesar de que estas ya casi no le respondieran. Miró hacia atrás, viendo cómo una sombra se acercaba hasta donde estaba él. Se forzó a correr más rápido, a seguir adelante, pero no podía más. Tropezó con la raíz de un árbol que sobresalía un poco y cayó al suelo de bruces. Intentó levantarse, pero sus piernas le fallaron y Jongdae supo que aquel era su final, así que, esperó a su verdugo, alzando la cabeza y conectando sus ojos con unos de color escarlata.


19 de Septiembre 2013

            —Esto es todo por hoy.

            A esas palabras le siguieron los ruidos provocados por los estudiantes al guardar el material que habían utilizado para la clase. Jongdae, quien había estado distraído hasta ese momento observando cómo el cielo despejado se iba cubriendo de nubarrones que auguraban lluvia dentro de algunas horas, metió sus apuntes en su cartera y se levantó, despidiéndose con una sonrisa de los compañeros que tenía a su alrededor. Salió de la clase y se dirigió al quiosco de su facultad, ya que necesitaba algunos periódicos para el trabajo que tenía que entregar en unas semanas, sacando su teléfono móvil del bolsillo de sus pantalones para mandarle un mensaje por kakao talk a su chófer para este que lo recogiera. Había estado hablando con el dueño por la mañana, antes de comenzar sus clases, y este se había comprometido a buscarle algunos diarios viejos que debía tener por la trastienda.

            —Aquí estás —le dijo el hombre en cuanto lo vio aparecer. Rondaba los sesenta, en su rostro se reflejaban las arrugas por el paso del tiempo y la experiencia, el poco pelo que aún quedaba en su cabeza era fino y color plata. A pesar de la edad que tenía era alto y en otro tiempo tuvo que tener unos rasgos bastante afilados, su piel era bastante clara y sus ojos oscuros—. Ya pensaba que no vendrías hoy.
            —Las clases se han alargado un poco —le comentó—. ¿Ha encontrado algún periódico con una noticia jugosa? —el hombre sonrió y se agachó bajo el mostrador para coger unos cuantos periódicos.
            —La mayoría hablan sobre la banca, escándalos de políticos o cantantes y deporte —contestó—. Espero que te pueda servir alguno.
            —Muchas gracias, señor Wu —dijo tomando los periódicos e inclinándose levemente con una sonrisa en su rostro que curvaba las comisuras de sus labios hacia arriba y empequeñecía sus ojos hasta que estos parecían dos medias lunas—. ¡Hasta mañana! —se despidió.

            El chico salió de la facultad y miró a izquierda y derecha, buscando el Audi A8 L que tenía que recogerlo. No tardó mucho en encontrarlo, doblando la esquina a toda velocidad antes de detenerse frente a él. Un muchacho alto, de complexión delgada, cabello castaño y expresión agria —como si se hubiera pasado todos los días de su vida chupando limones—, salió del vehículo para abrirle la puerta a Jongdae, pero este se adelantó y entró rápidamente al coche. El chico suspiró con cansancio y se sentó de nuevo en el asiento del conductor, poniendo el automóvil en marcha.
            —Sabes que no tienes que hacer eso, Sehun —lo reprendió Jongdae—. No quiero que en la universidad me relacionen con papá y me traten de forma especial.
            —Lo siento, las malas costumbres son difíciles de quitar —contestó, con la mirada fija en la carretera.
            —No pasa nada —murmuró el chico.

            Su padre era uno de los ministros del gobierno y no quería que por eso lo relacionasen con él, ya que podrían acercársele con la intención de acceder a favores. Su madre era la heredera de una gran multinacional del país y, aunque después de esto, pudiera parecer que Jongdae había entrado a la Universidad Nacional de forma ilícita, lo había logrado por méritos propios y estudiaba duramente su carrera en ella.

            El chico era el mediano de tres hermanos, el mayor, Minseok, estaba siguiendo los pasos de su padre y el menor, Jongin, haría los exámenes de acceso a la universidad dentro de algunos meses. Sehun era el hijo de Joonmyun, el jardinero y desde que se había sacado el carné de conducir, con la mayoría de edad recién cumplida, se había convertido en el chófer personal de los hijos de la familia Kim, aunque generalmente solo atendía a las llamadas del mayor, que tenía más compromisos que atender por ser el primogénito.

            El recorrido hasta casa no era demasiado largo, ya que esta se encontraba a las afueras, como la universidad, y Jongdae se dedicó a observar cómo cambiaba el paisaje a través de los cristales tintados, a pesar de que se sabía de memoria el camino y todo lo que encontraría en él: las mismas curvas de la carretera, los mismos árboles, los mismos letreros hasta llegar a la propiedad de los Kim. Sin embargo, observar aquello hacía que el chico se relajase y dejase que su mente vagara un poco antes de llegar a casa para hacer los trabajos de la universidad y estudiar un poco.

            El coche atravesó la puerta de la verja de hierro forjado, después de que Sehun llamara al telefonillo y alguien de la casa les abriera, cruzando el camino de grava que discurría entre el jardín delantero y la casa antes de detenerse frente a esta para que Jongdae se bajara. El chico lo hizo, cogiendo su cartera y los periódicos en una mano, para luego subir la escalinata de piedra que precedía a la entrada y abrir la puerta de madera de dos hojas, ingresando al vestíbulo. Allí lo esperaba Kyungsoo, el mayordomo. Era un hombre menudo, de piel clara que contrastaba enormemente con el color demasiado oscuro de su pelo y ojos expresivos.

            —Bienvenido, señorito Jongdae —le dijo, alargando la mano para tomar la chaqueta del chico—. ¿Cómo le ha ido el día en la universidad? —preguntó esbozando una sonrisa cariñosa.
            —Igual que siempre, no ha habido mucho cambio —contestó respondiendo al gesto—. Eso sí, tengo que terminar un trabajo antes de que esta casa se vuelva un caos.
            —¿Le subo luego la comida a su habitación? —Jongdae negó.
            —No te molestes, intentaré bajar a cenar —le volvió a sonreír antes de cruzar el vestíbulo hacia las escaleras y subirlas para llegar a su habitación.

            Una vez dentro de su habitación soltó su cartera sobre la cama y los periódicos en el escritorio. Se asomó por la ventana, que daba al jardín trasero y divisó a Sehun, acercándose a su padre y saludándolo, cuando estuvieron a un par de pasos, el hombre intentó que su hijo le diera un beso en la mejilla, recibiendo negativas una y otra vez hasta que el chico suspiró cansado e hizo lo que le pedía, arrancándole una sonrisa. Jongdae se retiró de la ventana y abrió su cartera para sacar su portátil. Le sacó la batería y lo enchufó a la luz, después se sentó en la silla de su escritorio y comenzó a leer las noticias.

            El primer diario que cogió no lo convenció, era demasiado sensacionalista y hablaba sobre la relación de un par de cantantes de una forma muy frívola. No podía utilizar la noticia para su trabajo puesto que esta no tenía mucho rigor periodístico, así que tomó el siguiente. Este hablaba sobre un escándalo de corrupción de un político de Incheon. Estuvo leyendo la noticia, pero trataba el tema desde la oposición con tintes desacreditadores para con el presunto acusado. Por eso, cambió y tomó el siguiente. El señor del quiosco no le había dado muchos periódicos, solo eran diez, pero en el noveno, Jongdae estaba bastante harto por no encontrar una noticia que valiera la pena para realizar correctamente su trabajo.

            Así que, cogió el décimo, cerró los ojos y apuntó con su dedo. Cuando este tocó el papel del diario, el chico los abrió y se acercó para ver cuál era la palabra que había escogido al azar para el texto que tiene que redactar. Límites, esa era la palabra. Jongdae sonrió satisfecho consigo mismo y abrió un documento en su portátil con esa palabra como título. Después, volvió su atención hacia el periódico, llamándole la atención la foto que acompañaba al titular que ha escogido: “La fortuna del joven millonario Park Chanyeol excede todos los límites”. En la foto, con un fondo de cortinas color rojo oscuro, aparecía un joven alto de piel pálida y labios rojizos que miraba seriamente a la cámara. Aquella mirada oscura le provocó un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo y tuvo un vago sentimiento de reconocimiento, pero aquello era imposible, porque él jamás lo había visto, de haberlo hecho se acordaría de él.

            —A lo mejor lo he visto de lejos en alguna de las fiestas —murmuró para sí mismo, pero aquella mirada lo hacía dudar, le era… demasiado familiar.


20 de Septiembre 2013

            Acababa de amanecer y Jongdae ya estaba despierto. Los rayos de sol se colaban por su ventana, iluminando su habitación y haciendo que la claridad no lo dejase descansar correctamente. Abrió sus ojos lentamente, parpadeando repetidas veces para así alejar el sueño y acostumbrarse a la repentina luminosidad. Metió la mano debajo de su almohada y sacó su teléfono, desbloqueándolo y abriendo los ojos como platos cuando vio la hora que era. 06:21, a esa hora ni siquiera era humano levantarse.  Quería seguir durmiendo, así que cerró los ojos y se acurrucó, pero una vez se despertaba ya le era imposible dormirse de nuevo.

            Salió de la cama, arrastrando luego los pies por la habitación pesadamente. Le dolían las piernas como si hubiera corrido una maratón, pero el día anterior había estado en casa, así que no tenía sentido alguno. Se dirigió hacia la ventana y la cerró, echando también las cortinas para que los rayos del sol no siguieran iluminando la estancia. Bostezó y estiró su cuerpo antes de ir al baño y asearse para después bajar a desayunar.

            Aquel iba a ser un día muy largo.

            Era el día antes de la fiesta que sus padres habían organizado para su cumpleaños. Él había hablado con ellos y los había intentado persuadir para que esta no tuviera lugar porque algo con la familia ya era bastante, pero eso lo único que había conseguido era el efecto contrario, ya que la pequeña fiesta organizada para una veintena de conocidos se había convertido casi en la lista de invitados para una boda en la que no había límites para el presupuesto.

            Después de la ducha, se encontraba algo mejor, los músculos de las piernas ya no le dolían tanto como antes, así que bajó las escaleras pasadas las siete para desayunar. En la mesa de madera de la cocina se encontraba su padre. Era un hombre corpulento, aunque no pasaba del metro setenta —como todos los hombres de la familia menos Jongin—, el pelo entrecano y algunas arrugas provocadas por el estrés en su trabajo, su ceño siempre estaba fruncido en señal de concentración o porque algo no le gustaba, pero aun así, siempre mostraba una sonrisa en casa.

            —Buenos días —saludó el chico llegando a su lado. Su padre dejó de beber de la taza de café y lo saludó con la cabeza.
            —Es muy temprano, ¿cómo estás despierto a estas horas si hoy no tienes clases? —le preguntó.

            Era viernes, así que no, no tenía clases presenciales en la universidad, pero sí tenía que hacer algunas actividades en la plataforma online del alumnado y varios trabajos para la semana siguiente, así que iba a aprovechar que se había levantado temprano para poder hacerlo antes de que la casa se convirtiera en un ir y venir de personas que la decorarían y la adecuarían para la fiesta del día siguiente.

            —Tengo cosas que hacer, así que antes de que comiencen los ruidos me gustaría haber terminado —contestó, echándose algunos cereales en un cuenco y luego buscando la leche en el frigorífico.
            —Muy responsable, como debe ser —comentó su padre con una sonrisa repleta del orgullo que sentía por su segundo hijo.

            Jongdae sonrió a su vez y, tras echarle la leche a los cereales, se sentó con su padre a desayunar. Pasaron algunos minutos preguntándose por sus respectivos trabajos hasta que Jongin irrumpió en la estancia con su pijama de Bob Esponja, refregándose los ojos con sueño, arrastrando los pies y yendo hacia la nevera esbozando una especie de “nos ías” entrecortado por un bostezo cuando los vio. Se sentó con su desayuno al lado de su hermano mayor y comenzó a darle vueltas a los cereales con la cuchara, recargando su cabeza en el hombro del chico y con los ojos medio cerrados.

            —Parece como si no hubieras dormido —comentó Jongdae, notando las oscuras bolsas bajo sus ojos—, cómo sigas así terminarás pareciéndote a Zitao.

            Zitao era el encargado de la seguridad de la casa, así como el guardaespaldas personal de su padre, ya que al ser un político de renombre estaba en el punto de mira de personas que no estaban afines a su ideología. No dormía muchas horas al día porque siempre estaba pendiente de que todo el mundo estuviera a salvo y cuando lo hacía era más bien un sueño ligero del que se despertaba con el más mínimo ruido y por eso tenía unas ojeras profundas y permanentes en su intimidante rostro de ojos afilados. De pequeños, sus hermanos y él habían intentado en miles de ocasiones hacer travesuras por las noches sin éxito alguno porque a Zitao no se le escapaba absolutamente nada.

            Su padre intentó reprimir una sonrisa por la comparación sorbiendo de su taza de café, pero apenas consiguió disimularla y su hijo menor hizo un puchero porque era muy temprano y ya habían comenzado a molestarlo. A Jongdae le encantaba chinchar a sus hermanos y, en general, a todo el personal de la casa, era algo así como su pasatiempo favorito pero después era un chico bastante cariñoso y que cuidaba que su hermano menor hiciera todo lo que tenía que hacer correctamente y que el mayor no se sobrecargara de trabajo. Era un buen hijo y hermano.

            Cuando los dos chicos casi estaban terminando de desayunar, su padre se levantó de la mesa y se despidió de ellos antes de coger el maletín en el que guardaba su portátil y los documentos de los que tenía que encargarse. Salió por la puerta, acompañado por Zitao y la estancia se quedó en un silencio solo roto por el chocar de las cucharas de metal contra los cuencos de cerámica y crunch crunch de los cereales al ser masticados. Era demasiado temprano para mantener una conversación coherente con Kim Jongin.

            Sonidos de pasos les llegaron cuando Jongdae estaba dejando los cuencos del desayuno en el lavavajillas, seguidos de trozos de una conversación de dos voces que el chico reconoció incluso antes de que las personas a las que les pertenecían asomaran por la puerta de la cocina. Su madre y su hermano mayor hablaban sobre finanzas y sobre la subida y bajada de las acciones de la empresa de la familia materna y las que estaban afiliadas a esta.

            —¿Tan temprano y ya hablando de negocios? —les preguntó y los recién llegados les sonrieron.
            —Si no hablamos ahora no vamos a tener tiempo de hablar luego —comentó su madre, yendo hacia Jongin y dándole un beso en la mejilla—. Se te va a hacer tarde como sigas aquí sentado mirando las musarañas. Cámbiate y baja corriendo o Sehun se irá con Minseok pero sin ti.

            El chico asintió lentamente, comprendiendo a medias lo que su madre le había dicho y luego se levantó de la silla y salió de la cocina despidiéndose de todos con la mano y andando con los pies pesados.

            —¿Estarás aquí todo el día? —le preguntó su madre y Jongdae asintió—. Más tarde, sobre las once o así, comenzarán a llegar los organizadores de la fiesta para comenzar a arreglarlo todo, ¿me ayudarás con algunas cosas?
            —Claro —contestó, fijando luego su atención en su hermano mayor y en la bolsa de viaje que había dejado en el suelo de la cocina—. ¿Estarás mañana para mi cumpleaños? —cuestionó.
            —Lo intentaré, aunque no sé si llegaré justo cuando empiece o más tarde —le contestó con una sonrisa.
            —Con que estés para cuando abra los regalos tengo suficiente —esbozó una sonrisa traviesa y se alejó corriendo de Minseok, que había entrecerrado sus ojos y fruncido sus labios, señal inequívoca de que si lo pillaba se llevaría como mínimo un golpe por haber dicho aquello.

            Jongdae salió de la habitación y subió las escaleras hacia su dormitorio. Hizo la cama y sacó todo lo que necesitaba para continuar con el trabajo y hacer las actividades online, aunque antes de ponerse con nada se dedicó a vagar un poco por internet. Miró sus redes sociales y respondió a las menciones y comentarios, después, buscó las nuevas noticias sobre una cantante china que le encantaba y más tarde, por curiosidad —y porque tenía que poner alguna información en su trabajo sobre él—, buscó a Park Chanyeol, el joven millonario.

            No había mucho sobre él, algunos artículos en los periódicos sobre cuán rico era, las fiestas y eventos a los que había asistido o la subida espectacular de sus acciones en la Bolsa. Jongdae tampoco encontró muchas fotos de él, pero en las que había, salía terriblemente serio y siempre mirando fijamente a la cámara que se las tomaba.

            El chico obvió el escalofrío que le recorrió su cuerpo, al igual que había hecho la tarde anterior y se dedicó a lo que tenía que hacer, intentando no distraerse de su tarea por muy complicado que esto le resultara.

            Cuando acabó todo lo que tenía que hacer y el ruido provocado por el ajetreo abajo superó los decibelios permitidos por su cerebro para su perfecta concentración, salió de su habitación y bajó las escaleras dispuesto a ayudar a su madre con los floristas, los del catering y demás personas que no paraban de entrar y salir de la casa.

21 de Septiembre 2013

            La mañana del día de su cumpleaños, Jongdae dormía plácidamente cuando de repente sintió un peso sobre su cama y su cuerpo que le aplastaba el torso contra el colchón y apenas lo dejaba respirar. Abrió sus ojos, asustado, encontrándose con su hermano menor sobre él, riéndose a carcajadas. Intentó apartarlo con las pocas fuerzas que tenía por no estar del todo en plenas facultades, pero no consiguió absolutamente nada —bueno, sí, que Jongin se riera un poco más fuerte—.

            —¿A qué viene esto? —preguntó con la voz ronca—. Quita de encima Jonginnie —ordenó, pero su hermano negó con la cabeza, esbozando una gran sonrisa en su rostro de mandíbula cuadrada.
            —¡Feliz cumpleaños! —le gritó, haciendo que a Jongdae le doliera la cabeza—. Te vas haciendo viejo, veintidós no es lo mismo que veintiuno.
            —Calla ya —el chico se hizo el molesto y empujó al menor fuera de su cama—. Maldito niñato. No me recuerdes que cada año seré más viejo —murmuró—, aunque bueno, Minseok seguirá siendo siempre dos años mayor que yo, tengo ese consuelo.
            Jongin, desde el suelo —donde había acabado tras el empujón—, rio más fuerte, para después levantarse de este.
            —Baja a desayunar —le dijo—. Mamá quería verte y llenarte de besos y Joonmyun también, eres su favorito desde siempre.

            Después de aquello, y de que Jongdae le asegurara que bajaría lo más rápido posible, el chico se fue de la habitación. Esbozó una sonrisa en cuanto la puerta se cerró y se levantó de la cama, estirándose un poco porque al parecer había dormido encogido sobre sí mismo y luego fue al baño. Se miró en el espejo, viéndose en el reflejo despeinado, con cara de sueño y legañas. Cumplía un año más, pero él no sentía que nada especial hubiera cambiado. Tenía las mismas arrugas y las mismas canas que el día anterior.

            Cuando bajó, su madre comenzó a llenarlo de besos y, en cuanto esta terminó, la siguió Joonmyun. Después vinieron los golpes de cumpleaños, las risas, las amenazas pronunciadas con una sonrisa y algunos regalos que le cubrieron las necesidades más inmediatas y otros —el de Jongin—, que eran meras tonterías. Jongdae no sabía cómo lo hacía, pero Kyungsoo tenía un don para acertar en sus regalos que le hacía pensar en la posibilidad de que el mayordomo hubiera colocado cámaras en su habitación para ver qué era lo que más necesitaba.

            El día fue tranquilo para el cumpleañero, a pesar de que esa noche se iba a celebrar una gran fiesta y el ajetreo que había comenzado el día anterior aún no había finalizado.

            A media tarde tuvo que enfundarse en un traje que le habían confeccionado a medida en Italia para las ocasiones especiales y ponerse los mejores zapatos que tenía en su armario. El traje era de color azul marino oscuro y la camisa blanca de seda. Se peinó el flequillo, que generalmente le tapaba la frente, hacia arriba con un poco de gomina y cedió a la tentación del maquillaje de Jongin para tapar algunas de las imperfecciones de su rostro —el grano en el lado izquierdo de su sien no había tenido otro día más oportuno en el que aparecer—.

            Después de prepararse, bajó hacia el gran salón de la casa en el que ya estaba todo listo para comenzar con la fiesta. Su madre lo llamó con la mano en cuanto lo vio entrar y él se acercó rápidamente hasta donde ella se encontraba, junto a la larga mesa cubierta de manteles blancos sobre la cual estaban colocando platos y platos de comida que hacían que su boca empezara a salivar y su estómago comenzara a reclamar algo de alimento.

            —En cuanto empiecen a llegar los invitados tienes que estar en la puerta junto a tu padre para saludarlos —le dijo la mujer. Se había enfundado en un vestido de color azul claro que realzaba su figura, se había maquillado de una forma leve y recogido su cabello en un moño. Su madre era una mujer bastante guapa y cuando se arreglaba de aquella manera lo era todavía más.
            —Entendido —respondió, buscando a su padre con la mirada, encontrándolo junto a la ventana hablando con Zitao, seguramente sobre la seguridad del evento.

            Divisó a su hermano menor escribiendo algo en su teléfono móvil bastante entretenido, así que se despidió de su madre y se dirigió hasta donde estaba el chico, intentando que no advirtiese su presencia para poder leer por encima del hombro qué era lo que escribía y con quién mantenía esa conversación que parecía ser tan absorbente. Sin embargo, cuando estaba a un par de pasos de él, el chico levantó su cabeza y lo vio, tirando por la borda todo el factor sorpresa y Jongdae improvisó.

            Rápidamente y, aprovechando la sorpresa de su hermano al verlo allí, cogió el teléfono del chico e intentó leer algo, pero Jongin pronto estuvo a su lado dándolo todo por recuperar su teléfono hasta que lo obtuvo. Hizo un puchero cuando tuvo el aparato entre sus manos y después le lanzó una mirada asesina.

            —Tenía curiosidad por saber con quién hablabas —murmuró el chico ante el reproche no dicho—. Casi nunca te he visto utilizar el móvil.
            —Hablaba con un amigo —respondió—, y casi nunca me ves con él porque nuestros horarios no coinciden.
            —Vale, vale… ¿Y se puede saber el nombre de tu amigo? —Jongin negó y Jongdae estaba a punto de preguntar el por qué cuando una mano rozó su hombro y tuvo que darse la vuelta.
            —Los invitados estarán a punto de comenzar a llegar —anunció su padre con una sonrisa—. ¿Vamos a la puerta? —el chico asintió y siguió a su padre, que había comenzado a andar, no sin antes lanzarle a su hermano menor una mirada de “me enteraré de quién es esa persona tarde o temprano”.

            Jongdae sentía que se le iba a caer la mano como siguiera saludando a la gente que llegaba. Habían sido muchos los que ya habían entrado en la casa de los Kim y había perdido la cuenta cuando pasó la treintena. Estaba un poco cansado y aún no había comenzado la fiesta, así que no quería ni imaginarse cómo estaría cuando esta finalizase. Intentó que su sonrisa no se borrara de su rostro mientras seguía atendiendo a los invitados para no hacer quedar mal a su padre y se forzó a no parecer agotado.

            Acababan de dar las nueve de la noche cuando por la puerta apareció una persona que hizo a Jongdae sentir un escalofrío. Era alto, le sacaba al menos una cabeza a él y a su padre, delgado, piel de porcelana y unos ojos grandes y oscuros que lo miraban fijamente; sus labios rojos estaban apretados en una fina línea mostrando una pequeña sonrisa. El chico contuvo la respiración. Park Chanyeol, la persona sobre la que estaba haciendo el trabajo para la facultad estaba frente a él, en su fiesta de cumpleaños.

            —Te presento a Chanyeol, Jongdae —le dijo su padre, sacándolo abruptamente de sus pensamientos—. Hace algunas semanas compró acciones de la empresa de tu abuelo y desde entonces el valor de estas se ha incrementado, ¿qué digo incrementado? Se ha triplicado.
            —Encantado de conocerlo —dijo Jongdae, extendiendo la mano para estrechársela al recién llegado, sin ser capaz de aguantar su penetrante mirada oscura.
            —No hace falta que uses formalidades conmigo —comentó Chanyeol. Su voz era grave, pero tenía un toque dulce en ella—, sino me equivoco, somos de la misma edad —esbozó una pequeña sonrisa que hizo al corazón del chico acelerarse y al dueño preguntarse por qué diablos le pasaba aquello—. Feliz cumpleaños, por cierto —dijo y, tras dedicarle una leve reverencia a su padre, se adentró en la fiesta.
            —Pareces un poco perdido —murmuró su padre—. ¿Te pasa algo?
            —No… es solo que… estaba haciendo un trabajo sobre Park Chanyeol y me ha impactado un poco verlo aquí —contestó. Su padre sonrió.
            —Bueno, tenerlo aquí es una ventaja —le dijo—. Puedes preguntarle todo lo que quieras.

            Jongdae asintió, aunque no sabía con certeza si aquello iba a ser una ventaja. Su corazón seguía latiendo con celeridad, aunque ya no tan rápido y esa vaga sensación de familiaridad seguía dentro de su pecho. Se giró para ver la espalda del joven multimillonario alejarse y sintió cómo esa familiaridad aumentaba. ¿Por qué le pasaba aquello? Era la primera vez que lo veía en persona y no tenía ningún sentido.


6 de Septiembre 2013

            La ciudad bullía al otro lado de los cristales insonorizados de la ventana de la habitación. El sol ya se alzaba en el cielo desde hacía un par de horas y brillaba con todo su esplendor, iluminando la vida en la ciudad de Seúl. Un chico alto y de piel pálida tecleaba en su portátil, sobre su escritorio, colocado estratégicamente en su habitación para que jamás le llegasen los rayos del sol. Estos no le hacían un gran daño, pero sí que le molestaban un poco, por eso había colocado unas cortinas algo tupidas en la ventana. Buscaba el valor que habían adquirido sus finanzas aquella mañana, esbozando una sonrisa al ver que las acciones de una empresa tabacalera que había comprado habían multiplicado su valor en los pocos días que las había tenido en su posesión.

            Chanyeol no sabía si era indicado venderlas en aquel preciso instante o era mejor esperar algunos días, así que estuvo meditándolo algunos minutos, buscando los pros y los contras de la acción. Finalmente, se decidió a venderlas cuando salieron a subasta el veinte por ciento de las acciones de una empresa de telefonía. Había tenido una sensación que no experimentaba desde hacía bastante tiempo, sesenta y dos años para ser exactos, así que simplemente se dejó llevar. Sin embargo, tras la compra, le entraron las dudas. Tendría que verificar que él estaba vinculado a aquella empresa y de qué manera y también tenía que asegurarse de que cierta persona aún no lo hubiera encontrado.

            Unos minutos después le llegaba un e-mail en el que la empresa le agradecía que hubiera ayudado con su compra a que la compañía pudiera seguir adelante porque estaban pasando por una mala racha. El chico sonrió, pasando su lengua por sus labios y, notando en esta el sabor de la sangre de su última víctima, escribió una respuesta en la que pedía ver al dueño de la empresa.


9 de Septiembre 2013

            Chanyeol había conseguido una cita con el dueño de la empresa a la que había comprado las acciones el lunes por la mañana, por lo que bajó a la cochera que había adquirido junto con su apartamento y se montó en su Mercedes Clase SL para después conducir hasta el centro financiero de la ciudad, donde se encontraba el edificio. Podría haber ido en metro o tomado el autobús urbano, pero nunca le habían gustado los riesgos innecesarios y aquellos lugares estaban repletos de personas a las que el pulso les latía demasiado rápido bajo la piel, también podría haber llamado a un taxi, pero el riesgo seguía estando ahí. No tardó mucho en llegar, su apartamento no estaba muy lejos, y aparcó en un parking subterráneo a una manzana del edificio.

            Agradeció que el día estuviera un poco nublado, porque aunque la luz del sol no lo convirtiera en cenizas o lo hiciera brillar como si fuera un farolillo, sí que no le era demasiado agradable caminar bajo ella. El edificio de cristal y hormigón se alzaba hasta el cielo frente a él, con su logo enorme reluciendo desde la azotea. Dio un par de pasos hacia las puertas giratorias y luego se detuvo frente a estas, sin poder avanzar más. En ocasiones como aquella, Chanyeol odiaba ser un vampiro.

            El guardia de seguridad que había en la entrada salió al ver que estaba entorpeciendo la salida y la entrada de personas en el edificio y lo miró fijamente antes de acercarse a él y preguntarle qué se le había perdido en aquel lugar.

            —Tengo una reunión con el director de la compañía —contestó.
            —¿Y por qué no entras?
            Porque no puedo entrar en ningún lugar si no he sido invitado anteriormente a este”.
            —Las puertas giratorias y yo nunca nos hemos llevado demasiado bien —respondió, intentando aparentar un poco de inocencia mezclada con idiotez.
            —Pasa, anda —le dijo el corpulento hombre, invitándolo a entrar.

            En ese momento, aquello que lo retenía a unos metros de la puerta lo dejó libre y Chanyeol le dedicó una sonrisa encantadora al hombre antes de adentrarse en el edificio. Había un vestíbulo inmenso en la planta baja de este, decorado de forma minimalista. En el lateral en el que estaban los ascensores se encontraba también otro guardia de seguridad en un control de detección de metales, así que se dirigió hacia allí. Dejó su reloj, su móvil y su cinturón en la bandeja y luego pasó por el arco. Tras obtener el permiso para acceder a las plantas superiores, Chanyeol se montó en uno de los ascensores junto a unos cuantos trabajadores y pulsó el botón de la planta en la que se tenía que bajar, según le había sido indicado, después, se alejó lo máximo posible del espejo.

            Cuando el ascensor llegó, se bajó de él y se dirigió a la izquierda, recorriendo una estancia llena de cubículos en los que trabajaban los operadores en apenas un par de metros cuadrados. Algunos alzaron la cabeza al verlo pasar, pero la mayoría siguieron inmersos en sus quehaceres. Chanyeol llegó hasta la puerta en la que había una placa de metal que rezaba “director general” apenas un minuto después. Al lado de esta se encontraba un escritorio, con una mujer menuda y de sonrisa afable sentada tras él que atendía una llamada. Le indicó con un dedo que esperara un segundo y tras concertar lo que parecía una reunión para la nueva campaña publicitaria de la compañía, la mujer colgó y se dirigió a él.

            —¿Tiene concertada una cita con el señor Lee? —asintió—. Nombre, por favor.
            —Park Chanyeol.

            La mujer miró en la agenda de su ordenador y asintió, encontrando la cita que había solicitado el chico. Después, se levantó alisándose la falda de tubo y caminó hacia  la puerta del despecho. Llamó con sus nudillos a esta y unos segundos después se escuchó un débil “adelante” procedente del interior y ella abrió la puerta, entrando al lugar, presentándolo a su vez.

            —Señor Lee, el señor Park Chanyeol ha llegado.
            —Déjalo pasar —dijo el hombre y su secretaria se hizo a un lado para que el chico entrara al despacho—. Muchas gracias, señora Choi —la mujer se inclinó levemente y luego salió cerrando la puerta tras ella y dejándolos solos—. Siéntate.

            El dueño de la compañía era un hombre que debía estar cercano a la edad de jubilación. Tenía el pelo casi plateado y algunas arrugas surcando su rostro. Sin embargo, mostraba unos ojos vivaces que no eran muy propios en las personas mayores. Conectó sus ojos unos momentos con los del hombre hasta que sintió que este caía bajo su influencia, de aquella manera podría sacarle toda la información que necesitaba.

            —Gracias por aceptar mi petición de conocerlo —dijo Chanyeol, sentándose en la silla frente al escritorio y descubriendo una foto en la que aparecía aquel hombre, un poco más joven, rodeado por los que debían ser los miembros de su familia. El señor Lee se dio cuenta de que el chico miraba la foto y sonrió.
            —Son mi hija, mi yerno y mis tres nietos —explicó—. Este de aquí es el mayor —señaló a un chico que no debería tener más de diez años de mejillas regordetas y ojos rasgados—. El pequeñajo de su lado es el menor —señaló a un niño bastante más pequeño, sentado en el regazo de su madre que sonreía a la cámara pero miraba en otra dirección—, y el que tiene cara de enfado es el mediano —Chanyeol observó detenidamente a aquel niño y tuvo el mismo sentimiento que cuando compró las acciones de la empresa. Nunca lo había visto en ese intervalo de edad, pero estaba seguro que era él—. Hace ya bastantes años de esta foto —comentó el hombre—, ahora tienen todos más de veinte años, de hecho, dentro de un par de semanas es el cumpleaños del mediano, ¿querrías venir a la fiesta? Mi hija estaría encantada de conocerte.
            —No estoy seguro de que sea una buena idea… —murmuró.
            —Claro que lo es, serás bienvenido en la fiesta de mi nieto.
            —De acuerdo.

            Chanyeol salió del despacho una media hora después. Había hablado de negocios con el señor Lee, pero la mayor parte del tiempo había sido empleado en conocer más de aquella familia, en concreto al chico mediano. Sus habilidades le eran bastante útiles en casos como aquellos.

            —¿Así que ahora te llamas Jongdae? —murmuró para sí mismo.


21 de Septiembre 2013

            Chanyeol se asomó por la ventana de su apartamento. El sol ya había comenzado su descenso y sus rayos apenas sobresalían por encima de los rascacielos de la ciudad de Seúl. En poco tiempo, tendría que salir para ir a aquella fiesta de cumpleaños en la que lo encontraría a él. Si su corazón siguiera latiendo, estaba seguro de que iría bastante más rápido de lo normal por la expectación de volver a verlo de nuevo, pero hacía siglos que había dejado de hacerlo. Cuando el sol finalmente desapareció por el horizonte, el chico se apareció cerca de las puertas de la propiedad de la familia Kim. No había nadie a su alrededor, así que no habían visto aquel pequeño truco, ventajas de ser un vampiro.

            Pasó a través de la verja abierta y caminó por el sendero de piedras hasta la casa. A su alrededor había un jardín con diversos árboles, algunos centenarios, flores por todas partes y setos. Chanyeol olfateó el ambiente, encontrando un par de fragancias que activaron sus instintos de vampiro, pero que intentó alejar ya que aquella noche no podría convertirse en tragedia tan pronto. Otro aroma fue captado por su olfato y supo que lo había encontrado.

            Subió la escalinata hasta la casa, guiado por aquel aroma y, al llegar a la puerta, se quedó de piedra. Allí, saludando a todo el que entraba con una sonrisa que curvaba las comisuras de sus labios hacia arriba, se encontraba él. Se acercó lentamente, notando cómo tras pasar al interior el hombre que estaba delante de él y dejarlo al descubierto, el chico clavaba sus ojos castaños en él, pareciendo asombrado.

          “¿Acaso me conoce? ¿Me recuerda? ¿Es por fin la reencarnación completa de aquel que me fue arrebatado?”

            Las palabras de bienvenida dichas por el señor Kim, uno de los ministros del gobierno actual, lo sacaron de sus pensamientos y, a regañadientes, apartó la mirada del chico por unos segundos.

            —Te presento a Chanyeol, Jongdae. Hace algunas semanas compró acciones de la empresa de tu abuelo y desde entonces el valor de estas se ha incrementado, ¿qué digo incrementado? Se ha triplicado.
            —Encantado de conocerlo —dijo el chico, extendiendo la mano para estrechársela. No lo miraba a los ojos, parecía que no era capaz de hacerlo, pero Chanyeol no era capaz de apartar su mirada de él. Era él, quien tanto había buscado, por fin era él, por fin lo había encontrado antes.
            —No hace falta que uses formalidades conmigo —dijo—, sino me equivoco, somos de la misma edad —esbozó una pequeña sonrisa, enseñando un poco sus blancos dientes—. Feliz cumpleaños, por cierto.

            Tras esto, se inclinó levemente hacia el señor Kim y se adentró en la fiesta, notando en su nuca que Jongdae seguía todos sus movimientos con su mirada. Se dirigió al salón, donde se encontraban todos los invitados a la fiesta hablando en corros, comiendo o simplemente vagando por el lugar. Cerró los ojos intentando calmarse, había demasiada gente, demasiada sangre fresca circulando bajo una fina capa de piel. Se relamió sus labios rojos en un acto reflejo, pero finalmente consiguió aplacar aquella necesidad de atravesarle la yugular a la primera persona que pasase por su lado y beber de su preciosa sangre.

            Chanyeol se entretuvo dando vueltas y saludando a gente. No conocía a muchas personas, pero al parecer algunas sí que lo conocían a él y todo se debía al artículo que un periódico había realizado sobre él y para el que le tuvieron que echar algunas fotos. Nunca le habían gustado las cámaras, pero al menos sí salía en las fotografías, su reflejo en un espejo era algo que no había llegado a ver, por lo que estaba un poco agradecido por aquel invento, aunque eso no quitaba que siguiera sin gustarle.

            Serían las diez de la noche cuando el cumpleañero comenzó a dejarse ver por el salón acompañado de sus padres, saludando y hablando con todas las personas que requerían su atención. Parecía cansado, como si no quisiera estar en aquel lugar haciendo aquello. Era joven y seguramente una fiesta de cumpleaños para él sería salir con sus amigos a cualquier club y bailar y beber hasta que lo cerraran y los echaran.

            Se acercó hasta donde estaban hablando con un señor mayor sobre negocios y esperó pacientemente a que acabara la charla. Había esperado sesenta años, cinco minutos más tampoco le suponían un problema. Cuando la conversación terminó, se presentó a la señora Kim y esta lo saludó amablemente, dándole las gracias efusivamente por ayudar a la empresa de su padre.

            —No ha sido nada —comentó, quitándole importancia al tema. El señor Kim sonrió.
            —¿Podría pedirte un favor pequeño para la familia? —le preguntó. Chanyeol lo miró algo extrañado y confuso.
            —Puede pedirlo, después de escucharlo, veré si puedo cumplirlo o no está en mi mano hacerlo —le contestó, esperando con curiosidad a que el hombre le hiciera la petición.
            —Mi hijo Jongdae está haciendo un trabajo para la facultad de tu artículo en el periódico y el chico apenas ha encontrado información sobre ti, así que me preguntaba si no podrías venir algún día a casa y ayudarlo un poco —hizo una pausa—. Si no es mucha molestia —agregó.

            Chanyeol se sorprendió por la petición. Ni siquiera había tenido que utilizar sus poderes para conseguir una excusa y así pasar más tiempo junto al chico ahora que por fin lo había encontrado, se lo habían puesto en bandeja y aquello le resultó algo demasiado fácil y demasiado extraño. Aun así, no podía dejar pasar aquella excelente oportunidad.

            —No es ninguna molestia. Estaría encantado de hacerlo —contestó amablemente.
            —Eso es una gran noticia —dijo el hombre—. ¿Cuándo podrías pasarte por aquí?
            —Siempre que se me invite, puedo venir en cualquier momento —dijo.
            —¿Este mismo lunes te viene bien, Jongdae? —le preguntó a su hijo.
            —Mejor el martes —murmuró el chico.
            —Entonces todo arreglado, el martes por la tarde te esperamos en esta casa —finalizó el hombre con una sonrisa. Después, se despidió de él y llevó a su familia hasta otro de los invitados a la fiesta. Jongdae giró su cabeza hacia él un par de segundos y volvió su vista inmediatamente al frente después de eso, con una expresión de confusión en su rostro.

            Chanyeol se dirigió al lado contrario de la estancia, alejándose de aquella mirada clara que lo había cautivado la primera vez y que ahora estaba a punto de hacer que perdiera la razón. Debía calmarse, debía poder pensar con claridad de nuevo, aclarar sus ideas y usar su astucia innata para descubrir quién era la persona que le había allanado el camino de aquella forma. Salió al jardín, en el que encontró a una mujer que debería estar más cercana a los cuarenta que a los treinta, junto a un joven alto que le susurraba cosas al oído que la hacían reír. El chico apretó sus labios en una fina línea.

            Debía habérselo imaginado. No podía ser nadie más que él.


5 comentarios:

  1. Menudo pasote. Pero hay tanto que no se por donde empezar... Yeol de vampiro, madre mia. Me encanta.

    Y... jongdae muere y... se reencarna? Pero siempre en la misma persona y en el mismo cuerpo? Y lo de que se tienen que invitar siempre a los vampiros a entrar... interesante. Lo habia visto en algun libro pero no pensé que fuera como una regla xd

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    1. Muchas gracias <3 Sí, es bastante largo, quería hacerlo así y ver si podía superarme ^^ Me alegra mucho <3

      Bueno, eso más o menos se irá respondiendo en los siguientes capítulos XD No puedo adelantar nada ^^ Sí, la primera vez que entran a algún sitio deben ser invitados, después, pueden hacerlo a placer XD Yo tomé esta idea del libro Drácula de Bram Stocker, que es a mi parecer quien mejor ha retratado a los vampiros ^^

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  2. Vamos a ver por donde empiezo... SEHUN QUE SE PASA LA VIDA CHUPANDO LIMONES (???????????????????????) Ok, tenía que empezar por algún sitio y "cronológicamente" hablando eso era lo primero que quería decir xD (???) Ah no, miento, lo primero es que por qué vuelven a matar a mi Chen??? Pero que ha hecho él???? Vale que a lo mejor fue muy troll con esa persona, pero es que el chico es así (?????)

    Y siguiendo con el orden cronológico... LOL si es un ricachón xD Y JunMyeon que quiere que su hijo le de un besito, como buen padre cariñoso que es xDDD JongIn con pijama de Bob Esponja y carita de sueño!!!!!!!! Yo lo quiero!!!!!! Me lo regalas??? Y yo quiero decir algo al respecto de sus ojeras!!!!! Quiero pero no puedo!!!! Porque todavía no es el momento!!!! Por qué Q_Q Demasiados feels Q.Q

    LOL pobrecillo ZiTao, con lo duro que trabaja y se meten con sus ojeras xD Pos le pega lo del guardaespaldas, me imagino a un ladrón entrando por una ventana y de repente aparece ZiTao por detrás y YAAAAAAAAAAAH!!!!! movimiento wushu!!!!!! xDDDD

    Pero por qué me pintas a JongIn tan cositamente adorable??? Que me están dando unas ganas de abrazarlo fuerte fuerte y no dejarlo respirar (?????) LOL y JongDae que sigue con las mismas arrugas y las mismas canas, es todo un viejo xDDD

    Y eso de que es el favorito de JunMyeon ha sido SuChen!!! No me digas que no!!!!! (??????) ok no, pero es que últimamente tengo antojo de SuChen y pues qué quieres xD KyungSoo tiene cámaras por toda la casa, es su deber como mayordomo para poder tenerlo todo bajo control (???)

    (LOL ahora que me acuerdo, ¿sabes de qué me di cuenta bastante tiempo después de leer el fic? Que MinSeok, JongDae y JongIn tienen el mismo apellido, así que era lógico que fueran hermanos (?????) xDDD)

    OMG y Park ChanYeol entra en escena!!!! Me pregunto cuál será la relación que lo une a JongDae (seriously estoy diciendo esto? creo que no hace falta habérselo leído ya para saberlo XD ok, pero estoy intentando meterme en el papel, así que puede que a veces me pase, VALE??? (???))

    Ese poder de los vampiros es super chulo *w* Pero tengo una duda al respecto, ¿podrían obligar a la otra persona a hacer algo que no quieran o decir algo que intenten guardar en secreto, o es sólo como que "los incitan" a hablar de lo que ellos quieren, pero el otro puede intentar resistir si por ejemplo lo que el vampiro intenta que le diga es que se está tirando a la mujer de su jefe (????) (guiñoguiñocodazocodazo)?

    Om que alguien lo ayuda, pensaba que sólo querían alejarle de JongDae (y por alejarle me refiero a matar a mi pobre Chennie). Me pregunto quién podrá ser (?)

    Sigo en el siguiente <3

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    1. Se me ha olvidado algo pero es que es super importante y lo tenía que decir así que lo añado aquí abajo. ¿Preparada? ...............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................cuando he leído lo de que el regalo de JongIn era una tontería no he podido evitar acordarme del Showtime en el que él y SeHun le compraron todas esas gilipolleces a ChanYeol por su cumple XD

      ¡Y eso era esa cosa tan importante que tenía que decir! *huye haciendo el signo de la victoria*

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    2. Por favor, es que parece que sí, que se pasa la vida chupando limones XD Cronológicamente es que lo matan... pero eso ya lo avisé en las notas, que iba a morir varias veces XD LOL Sí, por muy troll que haya sido en sus otras vidas tampoco era como para matarlo una y otra vez (?)

      Kim JongDae tiene mucha pasta y vive en una mansión y tiene personas trabajando en su casa y todo el mundo lo adora y odia por igual (?) Yo te lo regalaría... en serio, pero es que no está en mis manos (no tengo pasta para ir a Corea, pero el día que la tenga no te preocupes, yo voy y te lo traigo (?))

      ¿A que sí? ZiTao tiene toda la pinta de guardaespaldas genial que va de sobrado por la via y que impone respeto solo con su presencia (siempre y cuando no hable y haga gestos como la adolescente hormonada que es ella LOL)

      Por supuesto SuChen, el SuChen es vida, tengo que escribir algún SuChen, está en mi lista de deseos para el año que viene (?) KyungSoo por supuesto (?) XD

      (Claro, todos se apellidan Kim, por eso los puse a todos como hermanos XD Tenía lógica, además, entre uno y otro se llevan dos años, así que quedaba genial y no sé, se me ocurrió en un momento de lucidez que tuve, echo de menos esos momentos de lucidez XD)

      A ver, respecto a tu duda, pueden obligar a las personas a hacer prácticamente todo. Caen bajo su influjo, se mueven como si fueran su estrella y ellos su planeta, gravitan a su alrededor y hacen lo que se les dice. Aquí ChanYeol influye al abuelo para que le cuente sobre su familia e incluso lo invite a la fiesta de cumpleaños XD

      A ver la olvidadiza XD LOL, muy LOL Sí, había que decirlo, era muy importante XD

      Annyeong~

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