EXO 3ªTemporada

Especial 9

China

            Recién había cumplido los nueve años cuando un día, mis padres me dijeron que guardase todos mis juguetes en cajas de cartón porque nos íbamos a ir de nuestra casa. Yo no entendía el porqué de aquello y lo único que quería era quedarme en el único lugar que conocía, con mis amigos y con mis abuelos, no quería ir a ningún lugar nuevo, me gustaba en el que estaba.

            Sin embargo, mi opinión no fue escuchada y viajamos a un país llamado China. Las personas eran como nosotros, tenían los ojos rasgados, pero hablaban diferente y yo no los entendía. Mis padres se afanaban en intentar que aprendiera y que hablara con los demás niños y jugara con ellos, pero en mi terquedad, no les hice caso.

            Muchos meses después, conocí al hijo de unos vecinos, YiXing. Era solo un año mayor que yo y era muy agradable. Jugaba conmigo a pesar de que no nos entendiéramos y se afanaba en intentar conocer mi idioma para que pudiéramos comunicarnos, porque yo seguía negándome a aprender otra lengua que no fuera la mía.

            —ZhongDa —me llamó un día YiXing—. ¿Quieres aprender chino? —preguntó en un coreano bastante macarrónico, pero aun así pude entenderlo.

            —No —respondí.

            —Vamos, así no podrás venir al colegio conmigo —dijo.

            —No quiero aprender chino, quiero que todos vosotros aprendáis coreano —hice un puchero y YiXing hizo otro. Aquella guerra no la ganaba ninguno.

            Durante mucho tiempo, seguí negándome a hablar chino, pero una vez en el colegio, cuando conocí a una niña preciosa y encantadora, unos cursos mayor que yo, quise poder comunicarme con ella, porque era completamente adorable. En ese momento, fue cuando dejé de lado todo y fui a ver a YiXing y le pedí que me enseñara a hablar chino.

            —¿Ahora quieres aprender? —me preguntó y yo asentí—. Ven aquí.

            Y a partir de aquel día, siempre me iba a la casa de YiXing o él se venía a la mía y me enseñaba a hablar y a escribir chino. El chico se sentaba en cualquier lado con un libro sobre sus piernas y yo me tumbaba a su lado, intentando leer lo que me decía y así reforzar lo que aprendía en el colegio para así conseguir hablar alguna vez con aquella chica que me gustaba tanto.