jueves, 12 de marzo de 2015

My Only Wish

Título: My Only Wish
Pareja: SuKai (SuHo x Kai) (EXO)
Clasificación: PG
Géneros: AU, romance, fluff
Número de palabras: 3.273 palabras
Resumen: a JunMyeon le gusta observar cómo el chico del restaurante de enfrente coge aquella pequeña moto para entregar los pedidos y se pregunta cómo sería montar tras él, agarrado a su firme cintura.
Notas: pitch-hit de la primera gala de Doce Dioses Olímpicos. Debido a que la chica a la que le tocaba hacer esta pareja no apareció, pensé en ayudar a que la gala no quedara inconclusa, a pesar de que ya había hecho el KrisHo por el que me había comprometido.
Comentario de autora: desde hacía mucho tiempo quería hacer algo con Kai en su motillo y por fin conseguí pensar en un prompt en el que podía hacerlo. Espero que os guste este fic ^^



My Only Wish


            El día está un poco nublado y JunMyeon tiene que encender el flexo que tiene en la mesa del escritorio para poder ver con claridad la letra de los apuntes que está estudiando. La luz blanca lo ayuda a leer mucho mejor que antes y el chico sonríe un poco cansado. Quiere terminar ya con aquella tortura, pero aún le queda un poco de tiempo hasta que lleguen los exámenes de acceso a la universidad. Está un poco nervioso y cada día que pasa lo está un poco más, pero el chico se esfuerza por calmarse.

            Solo va a intentarlo, no importa si fracasa, habrá muchas más oportunidades para poder entrar a la universidad.

            De repente, un sonido le llega desde el exterior y el chico alza la cabeza para mirar por el cristal de la ventana la calle. JunMyeon vive en una zona muy tranquila, así que no está acostumbrado a escuchar ningún ruido y los pocos que perturban su paz son conocidos para él: el viejo coche del señor Wu, el timbre de la bicicleta del chico de los Park y la moto de pequeña cilindrada del muchacho que reparte los pedidos del restaurante de comida tradicional coreana de enfrente.

            Es esta última la que identifica por su oído y la que puede ver sobre el gastado asfalto.

            JunMyeon no sabe cómo se llama aquel muchacho, pero lo ha observado a veces desde la ventana. Es un chico alto, de piel algo más oscura que la mayoría y cabello igualmente oscuro; tiene los ojos de calor castaño y unos labios gruesos que dan ganas de besar, en definitiva, tiene todas las características físicas opuestas a JunMyeon. En aquellos momentos se encuentra colocándose bien sobre la moto antes de apretar el acelerador y comenzar su marcha hacia el lugar desde el que le hayan hecho el pedido. A JunMyeon le gusta ver cómo maneja aquel vehículo e internamente desea poder subirse algún día con él, agarrándose a su cintura para poder así sentir la adrenalina de un paseo en moto, algo que nunca ha hecho en su vida, pero que desde siempre ha querido probar.

            Una vez el chico se pierde al final de la calle, JunMyeon devuelve la mirada a sus apuntes, intentando concentrarse en las fórmulas matemáticas que se extienden ante él.

☼☼☼

            JunMyeon acaba de terminar todos sus exámenes y por ello quiere darse un respiro, un pequeño capricho ya que durante los anteriores meses no ha podido salir de su habitación más que para comer y ducharse. El restaurante de comida tradicional coreana está al cruzar la calle, así que le pilla de camino a casa y el chico no se lo piensa dos veces antes de girar hacia la izquierda en vez de hacia la derecha y adentrarse en aquel pequeño establecimiento.

            Ante él se extiende una pequeña habitación en la que solo hay una decena de mesas y una veintena de sillas, además de una cocina en miniatura en la que se puede observar el proceso de creación. A aquellas horas ya no queda nadie en el local, solo una señora que ronda los sesenta años y que es la dueña del establecimiento, y su vecina, la señora Kim. A JunMyeon le sabe mal tener que hacer cocinar a la mujer tan tarde solo porque él ha salido de los exámenes a una hora que estaba a mitad entre el almuerzo y la merienda, así que, por eso, hace una reverencia antes de darse la vuelta para salir, pero la mujer lo detiene.

            —No te vayas, hijo —le dice con una sonrisa afable—, aún no he cerrado, puedes sentarte y comer tranquilamente.
            —No quiero ser una molestia —murmura JunMyeon, pero la señora Kim niega con su cabeza y le indica que se siente en la mesa más próxima a la pequeña cocina.
            —No eres una molestia, cariño —contesta—. Hace un par de minutos quedaban todavía unos cuantos clientes, así que es hora de comer aún —el chico asiente—. ¿Qué quieres pedir?
            —¿Qué tiene? —pregunta un poco dudoso el chico y la mujer sonríe, empezando a recitarle la carta de platos de memoria.

            JunMyeon lleva cerca de veinte minutos en el pequeño establecimiento, empezando comerse sus pasteles de arroz picante con una mezcla de satisfacción, porque estaba muy rico, y de culpabilidad, por haber hecho cocinar a la señora Kim. La anciana ha dejado su puesto en la cocina y se ha sentado con él a la mesa, para entablar una conversación trivial sobre el chico y sobre sus exámenes. Toda la calle, al parecer, sabe que JunMyeon ha estado estudiando para entrar a la universidad y el chico supone que debe ser su madre la que ha estado difundiendo aquel hecho por el mercado.

            —Creo que Física me ha ido bastante bien —le contesta—, aunque no estoy muy seguro de cómo ha quedado el examen de Matemáticas, un problema se me ha resistido bastante y al final no sé qué habré hecho.
            —No te preocupes —sonríe la mujer—, con lo mucho que has estudiado, seguro que entras a la mejor universidad de toda Corea.
            —Gracias, señora Kim —murmura.

            La anciana abre la boca para decir algo, pero finalmente no lo hace porque una voz masculina se escucha en el local y la señora Kim dirige su atención hacia la puerta, esbozando una sonrisa cálida y muy cariñosa. JunMyeon siente curiosidad por saber quién es aquella persona y por eso gira su cabeza en aquella dirección, reconociendo al chico moreno que reparte los pedidos del restaurante en la moto. JunMyeon ve cómo este le dirige una sonrisa del más puro de los blancos a la mujer y luego sus ojos van a parar a su persona, mostrando algo de confusión cuando sus miradas se encontraron.

            —Creía que te había pasado algo, NiNi —dice la señora Kim—. Has tardado más de lo normal y estaba preocupada —el chico le sonríe tranquilizadoramente.
            —El pedido lo hizo Hunnie, así que me quedé un poco más en su casa y comí con ellos —responde—. Siento no haberte llamado para avisarte, abuela.
            —Oh, no te preocupes —la anciana se gira hacia JunMyeon—, este muchacho tan encantador me ha hecho compañía mientras tú llegabas —al sentirse observado y ser el tema de conversación de ambos, sonríe y luego centra su atención en aquellos pasteles de arroz que están demasiado buenos como para que se queden en el plato enfriándose.
            —Has trabajado duro, abuela —escucha que dice el recién llegado—. Yo me ocuparé de cerrar, ve arriba a descansar.

            La mujer intenta durante algunos minutos que su nieto cambie de opinión porque no está cansada, pero el chico finalmente se sale con la suya y la señora Kim termina despidiéndose de ambos y subiendo a la planta superior, donde se encuentra la casa en la que vive. Cuando la mujer finalmente se pierde por las escaleras, el chico moreno suspira y se acerca dónde está JunMyeon terminando de comer, sentándose en el lugar que minutos antes ocupaba su abuela, frente a JunMyeon.

            —Gracias por hacerle compañía a mi abuela —le dice. Su voz ha pasado a un registro más débil y JunMyeon supone que es porque siente algo de vergüenza por estar hablando con él, parece un chico bastante tímido, ahora que lo observa de cerca.
            —No ha sido nada —le responde, quitándole importancia—, regresaba a casa un poco tarde y me dejé caer aquí para comer —dice—. Tu abuela es una mujer muy agradable —el chico asiente y unos segundos después, le tiende su mano a JunMyeon.
            —Mi nombre es JongIn —se presenta.
            —Yo soy JunMyeon —responde este y ambos sonríen.

            En aquel momento, ninguno de los dos lo saben, pero aquella no sería su última conversación, ni siquiera la más corta.

☼☼☼

            La madre de JunMyeon siempre tiene que hacer muchas cosas a lo largo del día y por eso el chico intenta ayudarla en todo lo que puede ahora que el tiempo de estudio ha finalizado y lo único que le queda es esperar para saber si ha aprobado los exámenes o no. Por este motivo, el chico se pasa los días de un lado para otro haciendo los recados que su madre le encarga. Si JunMyeon apenas ha pisado la calle un par de veces, a lo sumo, durante los meses anteriores, en aquellos pocos días ya ha equilibrado la balanza de tanto que ha tenido que salir de su casa.

            Ese día, se encuentra también fuera de su casa, ha sido enviado al mercado tradicional que se encuentra a unas calles de distancia unos momentos antes. El frío sol del invierno acaricia su rostro mientras camina con algunas bolsas en sus manos, estas no le pesan demasiado, pero el chico quiere llegar pronto a su casa y poder soltarlas en la mesa de la cocina.

            Son cerca de las once de la mañana y hay mucha actividad en las calles a esa hora. JunMyeon se deja envolver por el ritmo que tiene aquel pequeño barrio y sonríe dejándose llevar por las personas que se encuentran en aquellos momentos por las calles. Hay también un par de coches que se abren camino por entre la multitud con lentitud y una moto que aparece repentinamente en aquel panorama. El chico reconoce el sonido de aquella moto de poca cilindrada y tiene el sentimiento de querer llegar mucho más pronto a casa para dejar las bolsas y salir a verlo. Últimamente pasa todo su tiempo libre con JongIn porque no tiene mucho que hacer y le gusta estar junto aquel chico de piel morena.

            JunMyeon es sacado bruscamente de sus pensamientos al escuchar el chirrido de unas ruedas derrapar sobre el asfalto y algo caer a este. El chico mira hacia la dirección de la que procede aquel sonido y lo que ve es la moto de JongIn tumbada sobre el suelo, mientras el chico que debía ir montándola está en la acera, tendido, pero intentando levantarse. JunMyeon corre hacia él, con las bolsas en sus manos porque no puede dejar caerlas, hasta llegar a su lado y agacharse junto a él y así poder ver cómo se encuentra.

            —JongIn… ¿estás bien? —murmura.

            Unos segundos después, escucha cómo el chico gime levemente por el dolor mientras se incorpora y JunMyeon lo intenta ayudar, pero mirando si tiene alguna herida grave que merezca atención. Cuando se cerciora de que no tiene nada que lo vaya a matar o hacerlo perder demasiado grande, lo levanta del suelo y lo ayuda a caminar. La pequeña moto del chico sigue tirada en mitad del asfalto, pero alguno de los chicos del barrio la están poniendo de pie, al igual que otros le preguntan al señor Wu si está bien, dentro de su coche. El anciano no tiene la vista demasiado buena y con los años ha ido empeorando, pero si no hubiera sido por la poca velocidad que llevaba el anciano, habría ocurrido una desgracia.

            —Ven… vamos a casa a que te cure —le dice a JongIn y el chico asiente lentamente con su cabeza.

            Con toda la rapidez que pueden, se encaminan hacia la casa del mayor para que este pueda hacer algo con aquellas heridas leves y raspaduras que tiene el moreno. Al llegar a su hogar, JunMyeon suelta las bolsas que lleva en las manos sobre la mesa de la cocina y luego ayuda a sentarse a JongIn en una de las sillas, bajo la atenta mirada de su madre, que se encuentra en aquel lugar, seguramente esperando los ingredientes que acaba de comprar para poder hacer la comida.

            —¿Qué ha pasado? —pregunta la mujer.
            —Me he caído de la moto —responde JongIn—. No tiene importancia.
            —Iré a por el botiquín —anuncia JunMyeon y va hacia el baño de la planta principal para coger aquello a por lo que ha ido. Cuando regresa a la cocina, su madre ya ha empezado a preparar la comida mientras que JongIn sigue sentado en la silla esperando por él. El chico arrastra una silla para colocarse frente a él y abre el botiquín, sacando lo que necesita para comenzar a curarlo—. ¿Estás bien? —le pregunta cuando JongIn sisea por la acción del agua oxigenada en su herida.
            —Sí… solo escuece un poco —murmura.
            —Me has dado un susto de muerte —comenta JunMyeon, pero el chico solo le sonríe de una manera encantadora.

☼☼☼

            Es inevitable que acaben siendo amigos, los dos lo saben, por eso no lo fuerzan, su amistad surge naturalmente entre las mañanas y las tardes que pasan juntos en aquel barrio, ayudando en el restaurante de la abuela del menor o hablando sobre las cosas que les gustan y las que no, ahora que el mayor tiene tiempo. Una semana atrás, a JunMyeon le llegó la notificación de que finalmente no había aprobado el examen de acceso a la universidad y por ello tiene mucho más tiempo que nunca.

            Los días se pasan como si fueran horas y las semanas como si fueran días y JunMyeon siente que aquel interés que siempre ha tenido por JongIn y que al principio fue provocado por su anhelo de montar en una moto tal y como él lo hace, se ha convertido en otra cosa mucho más profunda que hace que no pueda esperar el momento de verlo cada día, que sienta su corazón acelerado cuando JongIn está demasiado cerca de él o lo toca. También siente que sus mejillas arden de vez en cuando y aunque intenta ocultarlo, su piel es demasiado blanca y no cree que lo consiga del todo.

            JunMyeon no sabe exactamente lo que es, pero lo intuye, intuye que se ha debido de enamorar de JongIn en aquel poco tiempo que ha pasado junto a él.

☼☼☼

            Aquel día comienza como uno cualquiera para JunMyeon, como uno más que los anteriores días de su vida… sin embargo, pronto se da cuenta de que aquel día va a ser muy diferente a los demás.

            Cuando sale a la calle para encontrarse con JongIn lo ve sentado en su pequeña moto a pesar de que son las nueve de la mañana y que es lunes y ese es el día que cierra el restaurante de la abuela del menos. Eso le extraña bastante, porque no es nada habitual, pero no dice nada y simplemente camina hacia JongIn con una ceja levantada, interrogante. No obstante, el chico no dice nada, así que JunMyeon tiene que preguntar para que aquel silencio entre los dos no se siga extendiendo por más minutos.

            —¿Por qué has sacado la moto si hoy no hay que hacer repartos? —JongIn le sonríe y palmea el asiento.
            —Vamos a dar una vuelta —le dice—. Monta.
            —Pero… —a pesar de que JunMyeon siempre ha querido subirse a una moto, el chico se siente un poco ansioso y asustado en aquel momento y por eso no puede decir nada más.
            —He visto muchas veces que miras cómo me subo a la moto y me voy, así que he pensado que estaría bien dar una vuelta por el barrio los dos juntos —continúa JongIn—. Sube.

            JunMyeon sonríe y no se lo piensa más, después de todo, aquello era algo que llevaba deseando bastante tiempo, desde que había visto la primera vez al chico subirse sobre la moto frente a su casa. Se acerca a JongIn y luego, titubeando, se sube al asiento, justo detrás de dónde se encuentra su amigo, agarrándose levemente a sus costados. Nota cómo JongIn se ríe y no entiende el porqué de aquello, pero no se preocupa demasiado.

            El menor comienza a arrancar la moto y, tras algunos intentos, lo consigue, después, se gira hacia JunMyeon con una gran sonrisa en su rostro. En ese momento, la pequeña moto se mueve de pronto y el mayor se tiene que agarrar más fuertemente a la cintura de JongIn porque siente que si no se puede caer del vehículo y escucha cómo este se vuelve a reír.

            —Agárrate fuerte —le dice.

            A partir de ese momento, no vuelven a hablar por dos razones: la primera, porque con el ruido de los coches que pasan a su lado no pueden escuchar las palabras del otro, la segunda, porque JunMyeon está tan inmerso en las sensaciones que le produce estar encima de la moto, sintiendo la cálida y ancha espalda de JongIn y agarrándose a su cintura quizás más fuerte que lo que debe solo para no caerse. Pasan algunos minutos sobre la moto, atravesando las calles de aquella parte de la ciudad que conocen como la palma de su mano porque es el lugar en el que han nacido y crecido, hasta que llegan a un parque que hay cerca de allí.

            El parque está completamente desierto porque es lunes por la mañana y los niños del barrio están en el colegio, así que tienen el lugar para ellos solos. JongIn se baja primero de la moto y luego es JunMyeon quien lo hace, aunque cuando pone sus pies en el suelo, se tambalea un poco porque no está acostumbrado y el menor lo tiene que estabilizar, agarrándolo por el brazo.

            —Ten cuidado —murmura JongIn y JunMyeon solo le puede sonreír porque la voz no le sale. Durante todo el camino ha estado observándolo todo con la boca abierta y ahora tiene la garganta completamente seca (además de que juraría que se le había metido un bicho en ella también)—. ¿Quieres que vayamos a sentarnos a los columpios?

            JunMyeon se siente un poco mayor para estar subiéndose a los columpios, pero el rostro ilusionado de JongIn lo hace asentir y seguirlo hasta aquel lugar, sentándose luego en uno de los columpios de madera junto al otro chico y comenzando a balancearse lentamente en silencio. El silencio entre ambos se prolonga durante algunos minutos, hasta que JunMyeon decide romperlo, después de recuperar su voz.

            —Gracias por traerme hasta aquí en la moto —le dice—. Nunca me había subido en una y ha sido una gran experiencia.
            —No ha sido nada —responde JongIn—, pero si querías montarte en la moto solo me lo tenías que haber dicho.
            —No quería ser una molestia —contesta.
            —No eres ninguna molestia —replica el chico—. Eres una gran ayuda para mi abuela y para mí, además de que desde que estás aquí conmigo ya no me aburro tanto como antes.
            —Tengo mucho tiempo libre y me gusta ayudar —dice JunMyeon—, y me gusta tu compañía.
            —A mí también me gusta estar contigo.

            En ese momento, ninguno de los dos sabe que detrás de aquellas palabras se esconde algo más profundo que la amistad, pero por el momento, estar de aquella manera es más que suficiente para ellos.




2 comentarios:

  1. Oh, así que hiciste dos... Me gustó mucho más el otro, pero este es demasiado cuco jaja. También me ha gustado~

    Suspender la sele y tener esa mentalidad... crack jaja

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    1. Sep, hice dos ^^ A mí también me gustó más el otro... prefiero el baloncesto XD Me alegra que te pareciera cuco y te gustara también ^^
      Jajajajajajajaj XD Es que Myeon nunca ha sido de deprimirse, si no lo consigues a la primera, siempre habrá otra oportunidad!

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